Síguese el terçero libro
de los dichos y hechos del rey don Alonso.
Tornando muchas vezes a pensar en los dichos y hechos del rey don Alonso dinos de memoria, ofrecenseme tantas cosas y tan señaladas que quasi no es mi memoria bastante para conservarlas ni mi entendimiento para poderlas bien comprender, porque cada hora se le ofrecían de nuevo ocasiones donde mostrasse su ingenio y maravillosa abilidad que natura le avía /Fol.XXXVIr./ dado y la generosidad y grandeza de que estava acompañado. Tanto que allegado uno muy familiar y privado suyo a preguntarle cómo sería possible que un tan rico y tan poderoso rey como él pudiesse venir a ser pobre, dizen que le respondió: "Si se vendiesse el saber", mostrando muy a la clara quánto más estimava el conocimiento de los secretos naturales que el señorío y mando de todos los reynos del mundo. Remedava en esto assí como en otras muchas cosas al emperador Alexandro Magno, el qual siempre más desseó ganar gloria y nombre con las letras que con las armas. Juntávase con esto que solía él llamar al saber "hijo de Dios" y que sólo él, de todas las cosas, era inmortal, y que entre todos los animales era concedido a sólo el nombre. Pienso muy de verdad que por esta causa un varón de gentil ingenio y señaladas virtudas llamado Juan Dixar, hablando el rey don Alonso muchas vezes dezía que si el rey no fuera rey que fuera muy señalado filósofo, porque en gran manera mostrava ser nacido para saber y assí se vio que por muchos y árduos negocios que tuviesse quales un tal rey los avía de tener, jamás perdió su ordinario exercicio de las letras, antes todos los días del mundo avía de oyr poetas, filósofos o teólogos que los unos con los otros hablassen y disputassen de cosas de letras y en esto tanto se empleó que dándose en mucha manera a la sagrada escritura vino a entenderla no como rey sino como verdadero theólogo, y si alguno quería hablando con él algunas cosas de sciencia muchas vezes sacava dotrina ecelente y muy de maravillar en secretos de theología provechosos para la conciencia y para el entendimiento. Yo puedo hazerle con verdad este testimonio: que muchas vezes le oy estando presente declarar algunas cosas, y que en sí tenían assaz escuridad y dexarlas más claras que la luz del medio día. Amo en mucha manera que él mismo quiso bolver en len -/Fol.XXXVIv./- gua castellana las epístolas de aquel tan famoso y tan nombrado Séneca, porque no careciessen de aquellas sentencias divinas los rudos que ignoran las letras latinas. Y en fin (como diversas vezes he dicho y diré) él tuvo en grandísima estima todos los hombres moderados de buenas letras y que en ello se ocupan, ruego quanto me es possible no estimen el merecimiento d'este rey ni lo midan por el compas de mis loores, ni consientan quanto les será possible que la fama y gloria de un varón tan señalado en virtudes y un rey tan glorioso (5) jamás aya de perecer. Antes tengan en la cuenta y memoria que es razón las cosas suyas, y acuérdense que si otra cosa hazen quedan en culpa de ingratos cuya pena por ley y costumbre antigua era que bivos los echaren entre sierpes que se los comiessen.
Dizen que no se podía tomar consejo más seguro que con los muertos y entendía por los muertos los libros, porque muy sin passión de amor ni temor dizen la verdad de lo que saben.
Dezía que si él fuera bivo en el tiempo de aquellos cónsules y senadores romanos que mandara edificar un templo en contra de la sala donde entravan en consejo, y que lo consagrara a Júpiter y lo llamara el templo de Júpiter de los depósitos, porque todos los cónsules y senadores que ovieran d'entrar a votar y dar consejo en la sala sobre la governación del bien público se tuvieran por dichos que antes que entrassen avían de depositar en este templo qualquiera passión de odio o amor o qualquier cosa que los pudiesse perturvar de la verdad, porque assí se vee que las repúblicas, rey -/Fol.XXXVIIr./- nos y señoríos comunmente se pierden por las passiones que tienen entre sí los que las goviernan y aconsejan el bien d'ellas.
Preguntó uno al rey don Alonso si era justo que los reyes cumpliessen no sólo lo que de palabra ofrecían, mas aun lo que muy justamente señalando con el restro otrogavan. El rey dixo: "Sí, por cierto. Mas también es justo que los que piden mercedes a los reyes se miren en pedir cosas justas y honestas".
Acostumbró llamar a los ricos que no tenían letras "vellecinos de oro".
Disputando en presencia del rey don Alonso, huvo uno que reziamente començó a loar defendiendo los animales brutos en contra de los hombres, provando por la esperiencia que en muchos d'ellos se hallavan propiedades virtuosas que con dificultad se hallarían tan comunes y tan grandes en los hombres, assí como vemos que se halla en la tortolilla castidad, de la coneja se lee que muerto el varón dura en su biudez por nueve edades del hombre que jamás torna a tomar compañía. Loava assí mesmo la mucha providencia y astucia que en la hormigas se halla, la sagacidad estraña de los perros, la piedad notable de las cigueñas, el reconocimiento maravilloso con que las abejas aguardan a su rey y principal en cada colmena. D'esta condición de provanças traya este muchas cosas y exemplos en favor de los animales brutos. Quando el rey lo huvo bien oydo, dizen que sobre todo respondió: "Sabed que estas inclinaciones /Fol.XXXVIIv./ virtuosas es verdad que las vemos en los animales brutos. Y hora les vengan por infinito y natural inclinación o les venga por especial don de Dios, no lo ha permitido y ordenado d'esta manera por otra razón sino porque los hombres bestiales que torpe y desordenadamente biven ayan más confusión y vergüenza viendo que son vencidos en las virtudes por parte de los animales brutos y que carecen de razón".
Vínole un día al encuentro al rey don Alonso un cavallero llamado Luis Puche muy cubierto de luto y en ábito de hombre muy triste. El rey le preguntó: "¿Por qué razón vienes tan triste y tan cubierto de luto?" Él respondió: "Señor, es muerta mi cuñada". El rey le dixo: "Antes me parece que devías estar alegre por su muerte, porque en morir tu cuñada ha resucitado tu hermano y levantándose de los muertos." Esto dixo el rey porque era esta muger tan brava, intolerable y mala condicionada que sin duda mientras ella bivió el marido se pudo contar por muerto.
Dezía que para bivir en paz el marido y la muger no avía mejor remedio que ser ella ciega y él sordo.
Solía dezir que como los plateros tenían la piedra de toque para conocer los quilates del oro y de la plata, bien assí él tenía los oficios y cargos honrosos de la ciudad para esperimentar los hombres que tales eran, porque en la verdad mucho descubren los oficios la condición de los hombres.
/Fol.XXXVIIIr./
Don Lope Ximénez de Urrea que en aquella sazón era visto por el rey don Alonso escribió una carta al rey en que le hazía saber cómo una carraca, de dos muy grandíssimas, que el rey avía mandado hazer se era quemada por mal recaudo de los marineros. El rey le respondió que muy bien savía que aquella carraca por grande y manífica que fuesse, si entonces (6) no se quemara, pocos años después se avía de podrir o comer de carcoma, por tanto que lo recibiesse con paciencia que él ningún caso hazía de ello.
A uno que se le loava aver hallado un sabio le dixo cómo el sabio pudo ser conocido del necio.
Un poeta llamado Filipo truxo al rey unas sátiras que con mucho estudio avía compuesto y algunas cosillas otras en verso que en presencia del rey recitó y cantó. El rey lo armó cavallero y le hizo muy señaladas merçedes. Y hasta ser muy complidamente hecho no le consintió que se fuesse.
Hallándose el rey en una batalla de mar muy desconfiado de la victoria y puesto en estrema necessidad donde a lo menos pudiera muy bien saltar de la nao en que yva y ponerse en una galera y en ella salvarse, porque don Juan Dixar capitan de las galeras estava allí a punto para recebir al rey siempre que mandara, el rey no quiso jamás descender en las galeras, antes el primero de todos se passó en la nao /Fol.XXXVIIIv./ de los enemigos y de su voluntad se dio a ellos, creyendo lo que después se siguió en obra. Es a saber que ser él preso aprovecharía infinito para el bien de todos los cavalleros y criados suyos que allí eran aquel día presos por los enemigos y assí fue.
El rey donAlonso tuvo un cavallero llamado don Lope Ximénez de Urrea que fue muy señalada persona y sirvió al mismo rey veinte años en la conquista de Nápoles bien y fielmente, haziendo siempre muy notables hazañas en las cosas de la guerra, por dende ya que en las cosas huvo reposo, al rey le pareció entre otros que este cavallero desseava y devía ser galardonado d'él con muy señaladas honras y mercedes conforme a los servicios que avía hecho y assí lo hizo visorey o presidente de Sicilia y todo el reyno de Nápoles, cosa que jamás avía seydo encomendada a otro ninguno, antes d'éste, y mandó que fuesse llamado un alter nos. Creo yo que por parecer al emperador Alixandre Magno con Ephestion, que jamás en ser agradecido y hazer mercedes consintió que nadie le hiziese ventaja.
El rey don Alonso fue avisado con carta de Mossen Luys Puche que estava en Roma, como Micer Ricio su capitán de la infantería de Rijoles tenía trato de dexar al rey y passarse a los enemigos y levantarse con algunos lugares y que sería muy a propósito antes que lo effectuasse pues ya se tenía sentimiento cierto del trato prenderlo y tenerlo a recaudo. El rey respondió que en ninguna manera le determinava mandar prender y que él avía por mejor ser dañado con la tryción y poca fe de los suyos que no mostrar /Fol.XXXIXr/ que no se confiava d'ellos. Y assí dixo: "Levántese quando quisiere contra mí el capitán Ricio, que yo sin duda hasta verlo de los ojos no lo quiero creer cosa semejable de criado mío ni de hombre a quien yo aya echo bien". Y junto con esto aveys de notar que al tiempo que el dicho capitán Ricio quiso cometer este caso, pidió al rey una gran suma de dinero, diziendo que el rey no se la daría y que de aquí justificaría su trayción. El rey por no dexarle parte alguna con que se pudiesse escusar, antes que en todo se mostrasse culpado si lo tal hiziesse mandole dar complidamente la sobredicha quantidad de dinero.
Venía el rey don Alonso por mar de Baeta para Nápoles y venían en la misma flota con él doña Juana, reyna de Nápoles y micer Juan Carizelo, muy principal hombre entre todos los de su casa. Venían assí mesmo otros muchos nobles y cavalleros que lo acompañavan. Dizen que en aquella sazón vino el señor Esforça al rey en la galera donde yva y le dixo d'esta manera: "Aora rey si tú quieres (y es razón que lo quieras) es propio tiempo para poderte hazer rey de todo el reyno de Nápoles sin que aya quien te contradiga y sin aver duda alguna en salir con ello. Y hazerlo has sólo con levar estos que van en tu flota y dexar presos en Sicilia y tú quedarte rey pacífico de Nápoles. El rey le respondío: "Verdaderamente yo creo que tú no sabes la intención con que yo partí d'España, que no fue essa que tú apuntas. Antes por bolver con entera gloria y honra
ganada con toda limpieza y ésta espero yo en Dios que me ayudará a guardar como yo desseo, que es sin engaño y sin traición, antes con virtud, esfuerço y constancia. Porque sin duda los reyes no tienen necessidad de bienes de fortuna, sono de honra y loor virtuosamente ganado y que d'esto entre los hombre dexen si es /Fol.XXXIXv./ possible para exemplo nombre perdurable.
Conocimos al rey don Alonso aver tenido en estremo cuydado y memoria de pagar lo que devía. Creo que siempre se acordava de aquella regla que dize: "La necesidad es compañera de los que pleytean y de los que deven." Y es assí que el rey avía tomado por la guerra de Nápoles quinientos cincuenta y cinco mil ducados de oro presentados y se bien que al tiempo que yo esta obrezica compuse él era ya fuera de toda deuda. Y como hombre que descansava y salíe de debaxo el agua, repirando dezía: "Ciertamente quando los reyes miden los gastos con la renta, nunca se veen en trabajo ni en necessidad, en especial si procuran ser amados y no temidos de sus súbditos, porque quando los vassallos biven sin sospecha de nuevas imposiciones o tributos, biven muy alegres y osan mostrar públicamente lo que tienen, osan dessear y rogar a Dios con todo coraçón y voluntad por la vida de su rey y señor".
Dezía él que los lisongeros eran muy semejables a los lobos, porque los lobos palpando blandamente y a manera de quien haze cosqillas o quiere rascar a otro como de burlas se vienen a comer el asno. Los lisongeros con halagos y palabras blandas llenas de engaños y mentiras se comen las almas de los reyes y grandes señores.
Oyendo el rey un gran predicador y hombre de santa vida, tomole tanto sueño que apenas se podía despertar. Viendo que a su devoción y reputación era desonesto dormirse, /Fol.XXXXr/ él mesmo de tal manera se apretó los unos dedos de las manos con los otros que el dolor d'ellos le alançó todo el sueño.
Yendo el rey don Alonso un día cavalgando por la ciudad de Palermo, vínole al encuentro el Santísimo Sacramento y él perfectamente apeose del cavallo y acompañolo. Acaso el enfermo adonde lo levavan era una muger que no podía parir y estava ya en el artículo de la muerte y por tal la tenían. El rey tomó mucha pena y pensamiento del peligro de aquella muger y mandó a un criado suyo que presente estava que luego truxesse la cinta de Santa Ferma. Trayda que fue en poniéndosela a la muger encima fue cosa maravillosa que en esse punto parió muy sin pena y fue libre de todo peligro y mal.
Estando los milaneses en mucha necessidad por la guerra que venecianos y el duque Francisco Esforça les hazía, embiaron a suplicar al rey don Alonso oviesse por bien d'eso socorrerlos. Pareciole al rey que sería muy a propósito embiar con gente un capitán llamado Micer Ludovico Gonzaga, porque era cosa que él muy mucho la desseava. Por esto mandó a un criado suyo llamado Mossen Puche que hiziesse dar al dicho Ludovico treyta mil ducados para que emprendiesse este socorro. Acaso en quella sazón un hermano d'este Ludovico Gonzaga que estava capitán en campo por parte de los milaneses avía flatado en la fe y pasado con el duque Francisco Esforça, y tomando en su nombre a Lodi y Crema. El Puche temió que pues el otro hermano se era rebelado y passado a los enemigos, por ventura estotro Ludovico recebidos los dineros haría lo mismo. /Fol.XXXXv/ Por tanto escribía al rey dándole noticia de todo, y como no era de parecer librar la quantidad sobredicha de moneda a esta capitán por las razones dichas. El rey le respondió que verdaderamente él tenía muy más cuidado de gurdar la fe que avía dado que no el dinero y por tanto que luego le mandasse entregar la moneda y que recebida el capitán hiziesse lo que quisiesse, porque de un varón virtuoso y esforçado no era razón ponerlo en sospecha alguna.
El rey hizo convocar un ayuntamiento general de los principales y señores del reyno de Nápoles y fue en tal razón que muchos sospecharon que era para descabeçar algunos d'ellos, porque en tiempo de reyes passados, diversas vezes en tales llamamientos como aquel assí se avía hecho. Ellos empero después de acabado el consejo fueron todos libres y alegres cada uno a su casa como se eran venidos, de manera que con públlica y universal voz dezían que esta era verdadero rey y padre de la república y nunca otro tal se avía visto.
A unos que le vinieron a ofrecer que le matarían el duque Reinier su eneimgo que era capitán de los andagavenses, desecholos con muy áspera repuesta y con assaz enojo y yra les dixo que si le tornavan con otra tal oferta verdaderamante los mandaría castigar como a homicidas, por quanto él no venía a pelear con engaños ni trayciones, sino con armas. Lo mesmo dixo a otros que le ofrecían matar al señor Francisco Esforza, dezíales que jamás le agradó victoria que después oviesse de recebir verguença o pesar por averla ganado. Assí mesmo les avisó que si no se dexavan de semeja-/Fol.XXXXIr/ -bles pensamientos y servicios que él les haría un tal castigo que todos muy bien conociessen quánto estas cosas le desagradavan.
Oymos contar diversas vezes al rey que en Agrigento avía un hombre ciego de su nacimiento que aun entonces era bivo y era tan maravillosa su abilidad que el rey muchas vezes yendo a caça lo avía levado por guía y capitán de la caça y era cosa increyble verle como a los otros que veyan él les mostrava los lugares donde la caça estava y las cuevas y estanças de las salvaginas. Contava assí mesmo una industria más de maravillar que en este ciego avía acaecido, y fue que este ciego tenía obra de quinientos ducados suyos y procurando con mucho cuydado y diligencia esconderlos vino a parar en un campo donde él hazía cuenta de saber bien tornar y allí cavó y enterró su moneda. El ciego que desde a pocos días bolvió y no halló su dinero, hallose muy triste y pensativo. En fin que sospechando vino a parar en creer que su compadre se los avía robado y con este pensamiento fuesse a él y díxole: "Compadre, ya sabeys quánto amor os tengo y quánto fío de vos. Querría al presente tomar vuestro consejo en cosa que me va mucho: en días passados yo tenía quinientos ducados, y por tenerlos más seguros púselos en un cierto lugar debaxo de tierra donde creo que estarán a buen recaudo. Aora hállome con otros tantos. ¿Soys de parecer que los pusiesse allí o en otro lugar?" El compadre armado de ruyndad y creyendo que todo lo avría, díxole que sí y que haría muy bien en ponerlos donde los otros, y para que el ciego se assegurasse y no tomasse sospecha, fue prestamente y púsole allí la primera quantidad de moneda como hombre que al seguro /Fol.XXXXIv/ se creyera averla toda. El ciego presumiedo el caso, como passaría al tiempo que creyó que su compadre avía tornado allí la moneda, fuese para el lugar y hallado que la huvo, tomola y dixo al compadre suyo a bozes luego que le vino al encuentro: "¡Ha, compadre, compadre, y cómo los ciegos veen mejor que los que tienen los ojos sanos!" Y assí bolviose alegre a casa. Oymos assí mesmo que el rey don Alonso solía loar mucho a los reyes y príncipes que preciavan los cavalleros que en la batalla perdían los ojos o cosa semejante y los mandavan coronar y los llamavan sus aníbales.
Aviéndole concertado Héctor Faventino con el rey don Alonso para servirle de capitán, y aviendo assí mismo recebido al rey dezisseys mil ducados antes que empeçasse a servir en cosa alguna, usando de trayción passose a los boloñenses y al señor Francisco Esforça, enemigos del rey. En Nápoles estava en esta sazón un procurador y secretario del mesmo Héctor Faventino llamado Antonio Casarelo, el qual procurava y negociava con el rey las cosas del sobredicho capitán. Quando supo la maldad de su amo, secretamente y con gran temor huyó de Nápoles temiendo como era razón que el rey haría en él un grave castigo quitándole la vida. No pudo empero ser tan astuto en huyr que por parte del rey no fuesse preso y traydo a él. Quando el rey lo tuvo presente mandole que recontasse el concierto y capitulación que él avía concertado entre el rey y su amo. Luego que lo huvo contado y los que presentes eran muy a la clara vieron cómo por maldad del dicho Héctor era todo rompido, mandó libertar al procurador y que se fuesse donde quisiesse. Y no sólo lo dio por libre del peligro que tenía, mas aun le hizo mercedes para el camino. Podemos assí mesmo contar en acto /Fol.XXXXIIr./ de magnanimidad al rey que quando le suplicaron que mandasse librar la quantidad sobredicha al capitán Héctor le davan en rehenes y seguridad un hijo del mesmo capitán. El rey hizo en este lo que en muchos otros que fue no quererlo tomar, diziendo que siempre avía tenido voluntad de ser servido y ayudado de sus amigos por amor y no por fuerça.
Micer Ludovico Pogio, por ser tan señalada persona en letras y fidelidad, gran tiempo sirvió al rey de embaxador en Italia en cosas muy importantes. Señaladamente una vez estando rompido el rey con venecianos y florentines, este Micer Ludovico le afirmó como hombre que muy bien lo sabía, que si quisiere (7) dar paz a los sobredichos podría muy bien aver d'ellos dozientos mil ducados. El rey le respondió que él solía dar la paz y no vendella.
Estando el rey con su exército en Tibur, diéronle una carta de aquel tan señalado duque de Milán, Philipo, que dezía: "Philipo al rey don Alonso, salud. Increíble es el desseo que tengo que me embiasses alguna persona secreta, fiada y muy familiar tuya en quien oviesse mucha bondad y esperiencia de negocios, porque me es muy necessario hablar con ella de cosas arduas con la mesma licencia que hablaría contigo. Vale." Es verdad que en este caso el rey entre todos sus criados escogió a Mossen Luis Puche, el qual luego fue allegado al duque Philipo con cartas selladas y muy entero crédito de parte del rey. Lo primero el duque Philipo le tomó muy solemne y estrecho juramento sobre el secreto del negocio que le quería comunicar. Assí mesmo que luego, sabido lo que le /Fol.XXXXIIv/ diría con la mayor presteza que le fuesse possible tornasse al rey su señor y le certificasse de parte del mesmo duque cómo estava determinado hazerlo universal de todos sus estados y hazienda. Y que para seguridad d'esto estava aparejado de entregar luego de presente al mesmo Mossen Luis en su nombre del rey señor todas las ciudades, lugares, castillos y fortalezas que tenía, las quales todas podían con más seguridad ser guardadas y tomadas en possessión por el capitán don Ramón Buil, que en aquella sazón estava con gran exército allí en Lombardía por mandado del rey don Alonso. Assí mesmo dixo el duque qu'estava aparejado para entregarle todos los oficios y autoridades juridiciones y tesoros y mandos que en el dicho estado tenía. Solamente se quedava con el castillo dicho de Júpiter y con Pavia y esto hasta que el rey don Alonso viniesse personalemnte, al qual luego que allí fuesse allegado se lo entregaría bien assí como avía hecho todo lo otro. De tal manera que por su vida no se quería dexar ni retener sino solas las rentas de Pavía. Pareciéronle al secretario Mossen Luis estas cosas tan arduas y grandes que no se atrevió por sí solo a concluirlas, a aceptarlas y a ponerlas en obra. Antes por su parecer y también del mesmo duque se concertó que viniesse prestamente para consultarlo y dar conclusión en ello con el rey con Alonso. Dizen que luego que el rey fue informado del negocio recibió estraño dolor de la fortuna adversa en que el duque Philipo se veya al que por la edad y valer suyo siempre el rey don Alonso acostumbrava llamar padre. Y aora verlo que los venecianos lo tuviessen puesto en tanta necessidad que le hiziessen assí disponer de su estado y señorío era cosa de compassión. En fin que el magnánimo rey le dió tal repuesta: "Verdaderamente yo recibo mucha pena del trabajo en que el duque Philipo se halla, y puesto que sus señoríos y estados son tan grandes y poderosos, no plega a Dios que ni interés de codicia /Fol.XXXXIIIr/ alguna me aya de mover para yo ayudarle. Antes voluntad de serle agradecido y complir con el amor y obligaciones que le tengo. Y esto me hará que muy presto y con todo complimiento le socorra con mi vida y estados. Por esso bolved prestamente a él y de mi parte saludaldo esforçaldo y dezilde que tenga y possea sus tierras y señoríos que sin falta alguna yo partiré con mucha presteza mayor de la que él piensa de aquí de Tibur y seré con él con mayor brevedad de la que él no podrá creer. Por ende que piense en cómo repartirá las tierras y hazienda de los venecianos a sus servidores y no en cómo dar a las suyas propias a otro ninguno". Mas sabiendo el rey cómo el duque Philipo de su natural condición era muy sospechoso, mandó al mesmo Mosén Luys que en todo se conformasse con la voluntad del duque y que por quitarle toda ocasión de sospecha no hiziesse más de como ello ordenasse porque pues el rey avía de ser presto presente, él adobaría lo que no estuviesse (8) también, todo en favor, alegría y honra del duque. Sabed que estos aparejos y negocios passavan d'esta manera entre los dos príncipes, tan sabios y poderosos que aveys oydo. Mas verdaderamente yo lo tengo esperimentado en todas las condiciones de gentes y muy más a los reyes y príncipes averles sido muy dañosas las tardanças en essecutar los negocios. Assí mesmo he visto y vemos todos quán vana y burlada es la esperança de los hombres, luego que se funda en las cosas de este siglo. Porque mientra el dicho Mossen Luis allegó al duque y el mesmo rey se ponía en orden para yrlo a socorrer, el duque se murió dexando en su testamento al rey don Alonso por heredero. Quando el rey lo supo sintió sin duda muy estraño dolor por más constante y ecelente ánimo que tenía, porque veya quitada la ocasión de mostrarse como desseava agradecido y buen amigo para con el duque sobredicho.
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Luego que el rey supo que yo me quería casar, llamome y comenzó a reprehenderme sobr'ello, con sospecha que tenía si me casava que no podía dar razón júntamente a las letras y a la muger, y assí que perdería el fruto verdadero de las letras. Quando empero supo que me era casado con Laura Arcelia, donzella tan virtuosa y de tanta nobleza y honesto nombre loo mi determinación pareciéndole que siendo tal la muger, el solaz del matrimonio y la consolación de los libros todo se puede gozar junto.
Preguntáronle al rey don Alonso que de dónde era que los gotosos fuessen tan parleros y amigos de mucho hablar. El rey dizen que respondió que los gotosos a causa de la enfermedad de los pies no podían andar, por tanto que hazíen cuenta que el hablar les era andar y pues no pudíen con los pies andavan con la lengua. Y para confirmación d'esto alegó bien a propósito lo que de Enio se lee: que quando estava más agraviado de la gota, entonces hazía más y mejores versos.
Estando en el cerco de Escafato, es cierto que el capitán y gente que dentro eran en su defensa no sólo tiraron todas las armas ofensivas que pudieron contra el rey y los suyos, mas aun diversas vezes se desonestaron tirando palabras feas y injuriosas muy villanas señaladamente contra el rey, contra el príncipe de Taranto y contra el infante don Pedro, hermano del rey. Quando el lugar fue tomado por combate el infante don Pedro y el príncipe de Taranto, como /Fol.XXXXIIIIr/ muy enojados de las injurias que avían oydo d'ellos instavan en gran manera que todos los del lugar fuessen ahorcados. El rey empero usando de la clemencia acostumbrada, mandó que fuessen todos soltados y seguros, diziendo que en semejantes injurias y casos no se ha de notar qué es lo que se dize sino quién es el que lo dize. Dezía el rey: "Bivan los que quisieren como suzios, y hablen como suzios quanto se les antojare, que yo jamás por las palabras torpes de los otros me mudaré de mi natural condición y acostumbrada templança". Dezía assí mesmo que la victoria era merced que Dios hazía y don dado de su mano, mas la clemencia estava en la mano del hombre quererla poseer o dexarla. Por tanto, qualquier príncipa devía más preciarle ser loado por clemente que por vencedor. Y él afirmava averlo diversas vezes esperimentado, que ninguna cosa del mundo más inclinava las voluntades de los enemigos y las vencía a mudarse en amor que saber que su enemigo era manso y placable.
Mossen Luis Puche informado bien d'ello, escrivió una vez al rey que cierto hombre se ofrecía a pegar huego a las baraçanas de Venecia y a las galeras que dentro estavan, sólo el rey le ofreciesse darle dos mil ducados quando lo aviesse hecho, y que tenía por muy cierto que saldría con ello. El rey le escrivió respondiendo que ya muchas vezes avía sabido y oydo su voluntad y las mesma se tenía aora, qu'era o vencer bien legetimamente y sin engaño o nunca aver victoria. Por esso que pensasse en otros más honestos medios porque de tal caso como este él no esperava alcançar otra gloria, sino la que ganó el que quemó el templo de la diosa Diana de Epheso, que fue por determinación de toda Asia proveer en que jamás hablassen d'él ni se supiesse quién era.
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Quando le dezían que alguno tenía muchos bienes y él veya que eran tales que eran para su condenación y hazerlo bivir en pena, dezía que no sólo no eran bienes mas que de sólo el nombre de bienes no era justo que gozassen, porque él hallava que este nombre de dezirse bien es cosa que conviene a lo que es perdurable, no a lo que dura un momento. Conviene assí mesmo a lo que es propio del hombre, no a lo que le da la fortuna. En fin que es nombre convenible a las cosas celestiales, no a las prerecederas d'este siglo.
Estando el rey en la yglesia de Sant Julián cerca de Nápoles, acaso truxeron un hombre de guerra herido en la batalla con un golpe mortal por la garganta, el rey mandó que lo pusiessen allí acerca d'él y con un pañizuelo que tenía para enxugar su rostro, le començó de curar la herida y remediar como podía. Quando vio que era tal que no avía esperança de su vida, comenzó a confortarlo y exhortarlo para bien morir quanto en el mundo era possible. Y a fin después de muerto mandó que en su presencia le fuesse dado muy honrado cumplimiento de sepultura.
Prosiguiendo su guerra el rey don Alonso vino a tomar por combate el lugar de Carpiano donde prendió un señalado y poderoso enemigo suyo que lo defendía llamado Micer Antonia Candala. Tomó con él a su muger y hijos y mandolo soltar a él y a toda su gente assí como lo tenía de costumbre. A la muger mandó que le fuesse entregado todo el /Fol.XXXXVr/ tesoro de moneda y joyas que tenía, y de infinitas albaias y cosas muy ricas que allí se hallaron, no se supo por verdad que el rey para sí tomasse sino u vaso de vidrio.
Dezía que el logro a su parecer no era sino muerte o sepultura dell'alma.
El duque Reyner embió una vez al rey don Alonso con un rey d'armas su mannopla en desafío y señal de batalla. El rey la tomó muy alegremente y en presencia de los que allí eran preguntó el rey d'armas si por ventura el duque quería verse con el rey persona por persona o estado por estado, porque él avía tomado la mannopla a entrambos respectos y estava aparejado para le responder en qualquiera d'ellos que él escogiesse. El rey d'armas dixo que el desafío era para verse con él estado por estado y no de persona a persona. El rey le señaló el campo y la ora y salió a él con su gente ordenada y fue demasiado que el duque no salió ni acudió al concierto.
De muchas cosas que al rey don Alonso se le ofrecieron donde mostró su clemencia grande señaladamente fue una y no de callar que le siguió con Micer Marino Bafa, su muy capital y notable enemigo, el qual fue tomado por la gente del rey quando por combate ganaron aquel lugar que dizen Arpario, y este hombre era tan mal quisto que quasi todos del exércirto del rey estavan conjurados si a las manos les venía darle una cruelíssima muerte. El rey, usando de su clemencia, se lo quitó quando ya lo tenían en este punto y depués le /Fol.XXXXVv/ restituyó su hazienda y lo puso en el regimiento y mandó de sus consegeros, y a sus hijos recibió por criados y les hizo mucho favor y mercedes.
Viendo que veyan venir por mar la flota del duque Philipo María en ayuda de los baetanos para salirles al encuentro, avía en el real del rey gran discordia sobre quién yría por capitán general dell'armada que avía de salir, porque en aquella sazón se hallavan allí don Juan, rey de Navarra y don Enrique, infante de Castilla. Entramos hermanos del mismo rey y cada qual d'estos pretendía que le avía de ser dada esta honra y cargo. El rey por escusar el afrenta y enojo de cada uno d'ellos acordó de ponerse él mismo por capitán general, estimado en más conservar la concordia, paz y amor de sus hermanos que no la seguridad que con quedar él en su real y gente oviera, como por esperiencia se vio. Una cosa esmpero muy notable se siguió en esta batalla: que trayéndole al rey ciertos partidos, ya que se vio vencido no quiso jamás aceptar ninguno hasta que primero puso en salvo la vida y libertad de todos los suyos sin jamás hablar ni hazer minción de sí, pareciéncole a él que harto bien librava (aunque muriesse) si con su muerte salvava la vida y libertad de su exército y compañeros.
Dízese que después que el rey fue preso y levado al duque Philipo María, siempre guardó la autoridad y magestad que se tuviera estándose libre y en su reyno, tanto que muchas vezes a los enemigos no les parecía vencido sino vencedor, porque en todo tiempo y lugar mandó a los marineros y capitanes de la nao en que lo levavan todo lo que él quería que se hiziesse y ellos le obedecían como si le fueran vassallos a cu-/Fol.XXXXVIr/- ya causa algunos dezían que en todos los estados que al rey don Alonso la fortuna le dió, siempre se mostró ser rey y señor.
Estando dudoso y en pensamiento el alcaide de la fortaleza de Benavente si la entregaría al rey don Alonso o no, sabiéndolo el rey, prestamente fue con él y allegado s'entró passada una puente por la parte de la fortaleza donde se pensavan tener más seguridad y defensa, tanto que el alcaide espantado de tan estremo caso, sin más consultar, entregó a ssí y la fortaleza en poder del rey.
Estando el rey en Benavente supo cómo cierta gente suya que avíen ydo a combatir el castillo de Buenalbergo depués de averlo tomado los enemigos los botavan fuera. El rey préstamente socorrió y allegado al castillo por sus propias manos arrebató de las escalas y las tornó a arrimar a la muralla del castillo y animó de tal manera su gente que tornaron y echaron los enemigos y tomaron el lugar y fortaleza y hizieron de todo a su voluntad.
Quando, estando en el cerco de Nápoles, su hermano el infante don Pedro fue herido con el golpe de lombarda, luego el rey lo supo y prestamente corrió a él porque en la verdad lo amava sobre manera y con mayor amor que entre hermanos es possible. Hallolo tal que no fue a tiempo sino de llorar sobr'él y sentir el mayor dolor que pensar se puede. Mandó luego que lo depositassen en el castillo dicho Castell de Lou hasta que se oviesse lugar de hazerle las honras de sepultura que a tal príncipe se devían como depués muy complidamente hizo. Depués bolvió /Fol.XXXXVIv/ al exército que estava encomendado al mesmo infante y hízoles un razonamiento maravilloso assí para consolarlos como para animarlos en la esperança que era merester. Escrivió assí mesmo cartas consolatorias a los amigos, parintes y familiares del dicho infante que abssentes eran tan elegantes y sentenciosas que depués por cosa estraña y muy notable eran alegadas, de manera que perdió el rey en un mesmo punto un hermano tan querido y un capitán tan famoso y nombrado.
Es cierto que por ruegos muy encarecidos del Papa Eugenio, emprendió el rey de yr a conquistar los pueblos de Italia llamados Picenos que siendo como eran de la yglesia estavan usurpados en poder de Francisco Esforça, capitán de aventura que los avía ocupado y se los tenía, de manera que con el ayuda de nuestro señor alançó al capitán Esforça de las dichas tierras, y es verdad que el Papa le hazía espontánea y graciosa donación de algunas ciudades de las que cobró, viendo la buena obra que del rey recebía. El rey empero nunca quiso adeptar una sola almena, diziendo que no se avía movido a esta empresa con propósito de ganar estados ni riquezas, sino sólo por servir a Dios Nuestro Señor y a su Santa Yglesia.
Estando el rey puesto en la ribera del río Vulturno por socorrer si fuesse menester a su exército que entonces lo passava. Y acasso el río traya trabucando a un cavallero llamado Butardo que era de la compañía de Rudolfo Perusino, el qual venía tan vencido dell'agua que ya quasi se ahogava. El rey que lo vió començó a dar grandes bozes para que lo socorriessen. Viendo empero que ninguno acudía, él mesmo /Fol.XXXXVIIr/ a cavallo se lançó por medio del río por furioso que venía para socorrello, entró tras el rey un cavallero llamado don Yñigo de Guevara y assí sacaron al butardo medio ahogado y colgándolo por los pies le hizieron lançar infinita agua por la boca. Después hiziéronlo poner al fuego y repararlo lo mejor que fue possible, hasta tanto que el hombre ya tornado en sí començó a dar grandes bozes diziendo: "¡Aragón, Aragón!"
Luego que el rey don Alonso fue preso en la batalla de la mar fue levado por los mesmos enemigos a la isla de Iscla donde la fue requerido de parte del capitán de los genoveses que mandasse entregar aquella isla en poder de la señora de Génova. El rey con el mesmo mensagero le repondió que en la verdad su cuerpo estava allí preso empero que su ánimo estava tan libre como jamás estuvo, y que ni él mandaría tal cosa a los suyos y en caso que él lo mandasse ellos no harían cosa que su señor estando preso les mandava, y que se tuviesse por muy averiguado que aunque él estava allí en poder d'ellos no avrían ni sola una piedra de sus reynos sino por puras armas. Dizen que se maravilló en gran manera el capitán de ver el ánimo y constancia del rey y viendo esto se vino a desculpar al rey quanto le fue possible echando toda la culpa de la embaxada al mensagero que la truxo.
Passava el río Vulturno el capitán Jacobo Candala, enemigo grande del rey con todo su exército y el rey que lo supo vínole al encuentro para no dexárselo acabar de passar. Antes a todos los que eran passados hizo tornar a tras y de tal manera dio en ellos que muchos se ahogaron y muchos /Fol.XXXXVIIv/ fueron presos, y otros huyendo se fueron a un lugar llamado Marron. Quando uvo dado fin a esta jornada como avía venido sin tiendas ni carruage ni provisión alguna fuele forçado aquella noche quedarse allí en el campo. Los cavalleros fatigados de todo el día no tuvieron que comer sino sólo la yerva que pacían por el prado, y el rey con toda la gente en el campo a la serena sin cubierto ni vianda alguna. Acaso un cavallero de los del rey llamado Juan Dixar embiole al rey como muy su servidor un par y un rávano con medio queso de Mallorca. El rey no lo quiso recebir ni tocar diziendo que no era cosa honesta que estando el exército ayuno, el rey cenasse.
Estando el rey preso y puesto en guarda por mandado de Philipo María, duque de Milán, sabiendo que determinava soltarlo y embiarlo a sus tierras, el rey le embió a dezir que si algunas condiciones o leyes avía de poner en su liberación, se tuviesse por dicho que todas las tenía por buenas, savo pedirle que desistiesse de la conquista del reyno de Nápoles, tanto que avría por mejor morir en la cárcel que desistir d'esta demanda. Esto assí por guardar constancia en lo que ya una vez avía comenzado como también por no desamparar aquellos cavalleros y príncipes del reyno que a él se avíen encomendado.
Quando el rey fue suelto de su prisión y embiado por el duque en libertad, luego fue traydo al pueto Veneris y estando allí supo cómo Génova avía rebeládose faltado de la liga que tenía con el duque Philipo. Assí mesmo que muchos cavalleros y personas principales d'España estavan allí presas entre las quales dezían que estava su hermano don /Fol.XXXXVIIIr/ Juan, rey de Navarra puesto en cárçel. Como esta nueva vino allí avía muchos nobles y principales genoveses y todos se vinieron al rey diziendo que eran contentos si aquello assí era d'estar ellos presos en su poder para que se rescatassen los que en Génova estuviessen presos. El rey empero siempre tuvo esta costumbre: que todos los que en su corte eran y a negociar con él venían avíen de ser guiados y seguros. De manera que mandó que todos estos ginoveses fuessen puestos en libertad.
Estava el rey don Alonso en el puerto Veneris sin exército de gente sino acompañado de aquellos criados y cavalleros que con él avíen venido saliendo de la prisión de Milán, de manera que eran muy pocos los que allí con él estavan y aun tenían falta de las provisiones y cosas necessarias. Viendo los ginoveses esta coyuntura y aviéndose ya discordado y reboltado contra el duque Philipo, determinaron embiar exército de gente contra el rey al puerto sobre dicho donde estavan. El rey sabiendo que venían abaxose de la fortaleza al lugar con determinación de esperarlos allí y defenderle la entrada en la tierra. Estando en esto allegó una nao muy grande del rey con toda provisión y los ginoveses se dexaron de lo començado.
Yendo una vez el rey con su exército por su plazer adelantose acompañado de sólo un cavallero suyo. Allegaron acaso en un lugarejo que era medio venta que se llamava "Las horcas pelinesas". Entrados que fueron en una casa la primera que hallaron, apeáronse y acaso estavan dos escuderos puestos al fuego, hombres de guerra y de la compañía del capitán Carlos Campo Basso. Los escuderos, no sabiendo quién /Fol.XXXXVIIIv/ era el rey, recibiéronlo muy ásperamente a él y al compañero, diziendo que como era él tan atrevido que osasse apearse de aquella manera en casa de otro. Ellos en fin poco a poco se vinieron a desonestar en palabras muy pasadas y mostrar que los querían echar de casa jurando que si no se yvan les tiraríen los tizones del fuego a las cabeças. En todo esto el rey reya tanto que era cosa estraña. El compañero que era mosen Puche, maestro de Montesa, estava tan enojado que no podía tener paciencia de ver la mala criança y peor condición de aquellos soldados, tanto que si el rey no se lo estorvara, él pusiera las manos en ellos. No se pudo en fin tanto dissimular el rey que no fuesse conocido y assí ellos vinieron de rodillas a pedille perdón. El rey todavía ryendo mandoles dar muy bien de comer, porque en la verdad jamás se vió hombre tan presto olvidasse las injurias propias, ni con tan firme memoria se acordasse de los servicios y buenas obras que recebía.
Sabiendo el rey don Alonso cómo el patriarca y cardenal don Juan Vitelisco, capitán de la Yglesia y muy torpe y maligna persona estava en Salerno con gran exército, luego determinó marchar para yrse contra él, yendo por los montes de Salerno y por passos ásperos, penosos y peligrosos, encontró con Paulo Alemán, capitán del sobredicho patriarca que venía con exército bueno contra el rey, y encontrado de tal manera lo rompió y desbarató que demás de prender su persona, le mató y prendió muchos de sus compañeros. Viendo esto el patrirca, embió con mucha humildad a pedir treguas al rey don Alonso, el qual, con toda humanidad (9) y facilidad se las otorgó. Hecha esta tregua y olvidado de la merçed que avía recebido, fuese a ligar y confederar con Micer Jacobo Caldoria, enemigo del rey, y los dos /Fol.XXXXIXr/ exércitos juntados, rompiendo la fe dada, vino con toda maldad y en gaño el patriarca sobredicho para dar sobre el campo del rey quando más por seguro d'él se tenía. Estava en esta razón el rey oyendo el oficio divino con gran solenidad, que era día de Navidad, quando le allegó la nueva que los dos exércitos ya eran allí. Teniendo en más la honra de Dios y el culto divino que su propia vida y reynos, no consintió que tocassen alarma ni nadie de los que allí con él eran saliesse hasta ser la misa acabada. El exército del rey que en campo estava, travó luego con los enemigos y puesto que venían en los dos exércitos contra el rey fuesse muchos, empero los que estavan en el suyo eran mejores. Y assí con el ayuda de Nuestro Señor se dieron tal recaudo que gran número de los enemigos assí cavalleros como cavallos se les quedaron en poder, tanto que el rey muy alegre se recogió a Capua. El patriarca muy perdido y triste huyó a la buelta de Apulla, donde con engaño y maldad desamparó su capitán general y exército y metido en una navezilla con harta temor, se huyó por mar.
hizo a su hijo el duque don Fernando, embiándolo
con el exército contra florentines.
Forçado finalmente con las injurias que los florentines no cessan cada día hazer a nos y a nuestros amigos los venecianos, determiné embiar a tí que es la más cara y amada cosa que yo en este mundo tengo, para que con este exército fuesses contra ellos, con esperança que tengo en Dios que favoreçe a la justicia y en la virtud tuya y d'estos cavalleros que contigo van, que vengareys las injurias que tene -/Fol.XXXXIXv/- mos recebidas. Y porque assí mesmo conozcan que lo han hecho mal y sin justicia en averse confederado y hecho amigos con sus enemigos, y que han tomado muy mal consejo para sí y aun para su república. Y porque con más alegre coraçón tomes este encargo y lo executes te doy estos cavalleros y soldados práticos en la guerra que yo tanto amo y estimo, los quales si sabes usar d'ellos soy muy cierto que te ganarán mucha gloria y honrosa fama. Yo los encomiendo a tu fe porque verdaderamente en muchas y muy señaladas batallas tengo provado, esperimentado y aprovado su fieldad grande y esfuerço con cuya ayuda y manos yo he ganado hasta oy quantos triunphos y victorias he avido, y señaladamente este reyno de Nápoles. Finalmente que con su ayuda y manos he juntado gran parte de Italia con el imperio y señorío que nuestros antepassados me dexaron. Por tanto es mi voluntad que sobre todas cosas esto ames y estimes, y tengas por cierto que ninguna cosa d'este mundo aunque fuesse mi propia vida más caramente te podría encomendar. Porque haziendo assí seré yo muy cierto que amas y estimas mi honra como es razón. Mirarás muy bien que no los pongas locamente en arriscados peligros, en especial que soy yo bien cierto que si aurá necessidad de ponerse en algún peligro que no te será menester mucho amonestarlos ni exortarlos para ello, tal es el coraçón y esfuerço d'ellos que más necessidad ternán de detenerlos que no de ahincarlos ni encenderlos con palabras para que vayan adelante. Trabaja pues que tales varones como estos solamente los guardes para los negocios y casos de mucha necessidad, donde a la clara veas que va el interés de tu fama y honra. Yo quedo muy certificado y sin alguna duda que de tal manera te avrás con ellos que conozcan tener siempre el mesmo señor y emperador que han tenido. Una cosa señalada sobre todas te encomiendo y amonesto, que no confíes tanto en tu esfuer-/Fol.Lr/ ço ni en el d'estos cavalleros que pienses que podrás aver victoria de tus enemigos sin ayuda de Dios, porque verdaderamente la victoria no nace ni sale di los consejos de los hombres sino de sólo el poder y voluntad del gran Dios. Y ten por cierto que las artes de cavallería entonces te aprovecharán quando tovieres a Dios piadoso y aplacado usando de la piedad y justicia y servicios que su magestad manda. Por tanto, si desseas vencer honra con voluntad limpia y entera este Señor y en Él sólo pon toda la esperança de tu victoria. Y si te aconteciere alguna adversidad que son cosas que suelen sobrevenir en la guerra y presumieres que Dios está ayrado contra ti, mira muy bien que con yra o poca paciencia entonçes no te apartes de su magestad y misericordia . Antes trabaja con servicios y humildad reconciliarte con Él. En especial que muchas veces el Señor acostumbra dar açotes y trabajos a los que ama y si los vee que tienen constancia y buen coraçón en la adversidad, luego torna a restituirlos en mayor prosperidad y buena fortuna que primero estavan. Trabaja siempre con gran diligencia por la fama y reputación y piensa que en todas las cosas del mundo, ninguna ay que tanto te pueda ayudar ni que tanto se deva tener, porque esperiencia nos muestra que muchas vezes la victoria se gana más por la fama y reputación en que es tenido el capitán que no por la virtud ni esfuerço de los cavalleros. Mayormente que la victoria muchas vezes se muda con las muertes de uno yo otro. La fama, empero, si está junta con las bondad y fieldad permanece y dura para siempre. Deves por tanto trabajar siempre en ser honesto, porque si esto nos falta, ni podemos agradar aquel príncipe que diximos que es Dios, ni menos podemos tener autoridad firme ni honra ni ser estimados entre los hombres. La república de los venecianos, amigos y compañeros nuestros basta de tener en cuenta de nuestra propia y defenderla, no con menor virtud , favor y diligen-/Fol.Lv/ cia que nuestro propio estado, y assí te mando y es mi voluntad que en su coservación y aumento no se rehuse costa alguna ni trabajo de tus cavalleros. Porque de tal manera junte mi voluntad con la de ellos, que mientra yo biviré quiero que sus adversidades sean mías propias. En este caso no te espantes gastos ni sospecha de alguna necessidad, sey cierto que todo lo que será necessario para la guerra te lo darmos muy abundosamente. Y para concluyr en una palabra te hago seguro que no te faltará más que a mí mismo, porque seas cierto que si tú no faltares a ti por parte nuestra ninguna cosa te faltará. Finalmente, ternás por muy encargado y encomendado y mandado lo que aora te diré, porque sin duda en esto tu gloria y fama señaladamente resplandeçerá, y es que si algunos de la parte de tus enemigos antes de dar la batalla a ti se vernán, que los recibas benignamente y los trates con mucha clemencia y fieldad. Y si algunos siendo por tí cercados se defienden con mucha pertinacia y porfiaren reziamente a no darse, quando ya vinieren en tu poder, acuérdate que mires más a tu clemencia que no a su pertinacia. Y en este caso piensa bien quanto más deves a la clemencia de nuestros mayores y predecessores y de la nuestra gente a quien tan odiosa ha seydo la crueldad, que no a lo que los errores de aquellos tales merecerán. Ten por cierto que si lo guardares y cumplieres bien assí como te lo mandamos, ganarás para tí mucha gloria y para nos muy crecida alegría.
Tuvo por costumbre el rey don Alonso visitar en las enfermedades a sus familiares y criados que especialmente amava, y en sus visitas mirava en procurarles la salud temporal para el cuerpo y espiritual para ell'alma. Esto hizo muchas veces y con muchos señaladamente con Micer Gabriel Sorrento, un mançebo muy noble y dotado de muchas virtudes y por esto muy querido del rey. El qual adoleció de una mortal enfermedad, y el rey lo fue a ver y estando con él le hizo el razonamiento siguiente.
hizo a Micer Gabriel de Sorrento, familiar suyo.
"¿Qué tal te sientes, mi Gabriel? Verdaderamente los médicos affirman que tú estás fuera de peligro si quieres serles obediente. Y assí te amonesto y ruego que lo hagas, porque si de otra manera lo hiziesses, quedaríes infamado de aver seydo causa de tu muerte. Ya sea verdad que muy poco es el remedio que en los médicos se halla, estando como está el verdadero y cierto remedio en las manos de Dios, porque Dios no sólo da salud a los bivos que están enfermos, mas quando a él le plaze la da a los muertos. Por ende este Señor es el que primeramente deves poner delante tus ojos, con Éste deves juntarte con todo tu pensamiento, porque Él es el que te hizo y con su muerte te redimió, y en fin te ha de juzgar. Y si en algún tiempo le ofendiste, aora deves trabajar en aplacarlo y moverlo a piedad de tí con oración, confessión y con todos los otros sacramentos, haziendo esto (lo que yo muy bien creo que harás y con mucha devoción, según es la piedad y firme constancia que en ti he conocido) podrás con mucha esperança poner todo lo demás en sus manos, porque verdaderamente sólo es el que coneçe lo que nos puede aprovechar y lo que nos puede dañar. No te turve el temor o sospecha de la muerte, porque sin duda ninguna la muerte a los que biven y limpiamente mueren no es sino vida. De aquí es que los que han bien bivido dessean ser desatados y verse con Cristo para poder gozar de aquella eternal gloria que es premio de la honesta vida que aquí bivieren. Verdade-/Fol.LIv/ -ramente, la muerte no es sino principio de la vida. Y digo de aquella vida donde jamás ay dolor, miedo, embidia ni otra alguna miseria, ni menos en ella puede caer temor de muerte, en tanta manera que si queremos bien de principio contemplar este negocio, hallaremos que la muerte no es otro sino dar fin al pecar, porque al tiempo que Adam, nuestro primer padre pecó traspassando el mandamiento de Dios, el mesmo Señor mandó que su cuerpo que de la tierra avía salido bolviesse a la tierra,porque biviendo siempre, la culpa no se renovasse y perseverasse en el pecado. No hizo esto Dios por dar fin a la criatura que Él avía hecho, sino por acabar al pecado que la misma criatura avíe cometido. De tal manera que en la mano de Dios está nuestro principio y nuestro fin, quando todas estas oras son puramente de su divinidad que a nosotros ninguna casa d'ellas toca. Lo que permitió que fuesse en nuestra facultad es sólo que acá podamos bivir bien y santamente y con esta vida alcançemos buen fin. Devemos pues con todas nuestras fuerças trabajar en esto que está en nuestro poder, que es morir en Cristo Jesu Señor Nuestro. Y los que esto hazen, verdaderamente no mueren, sino que passan de la corupción a la incorupción, de la mortalidad a la inmortalidad, de las perturvaciones al reposo, de donde dezimos que no sin causa algunos vinieron a pensar y dezir que la muerte no era mal, antes era el mayor de todos los bienes. Ya sea verdad que pues no nos es otorgado saber el día ni la hora de quando seremos llamados, seríanos muy saludable cosa estar siempre aparejados y conformes con la voluntad y mandamiento de Dios, y para esto no es cosa segura alargar de día en día, antes es gran falta de seso y saber, porque visto hemos muchos que estavan muy sano súbitamente aver sido muertos, por el contrario hemos visto otros desamparados ya de los médicoa aver bivido y sanado. Bien /Fol.LIIr/ me vees a mí que aora estoy en tu presencia sano y sin algún mal, y más rey y señor de tantos reynos y señoríos, señor de tantas riquezas y tan poderoso y que en fama y claridad de nombre entre los otros tengo alguna parte. Mas dime todas estas cosas por vertura aprovéchanme algo para saber la hora de mi muerte, no por cierto. Y puesto caso que por las cosas sobredichas yo la pudiesse saber, por vertura podría con todas ellas resistir o alargar la hora sobredicha siendo allegada, no verdaderamente. De tal manera que pues estas cosas todas están puestas en la mano, poder y voluntad del soberano señor, ninguna otra cosa hallaremos que en la nuestra queda sino que ayamos de obedecer a este señor y conformarnos siempre con su voluntad y mandamientos en especial quando somos más cercanos a la muerte. Empero porque e parece que algún tanto te has más alegrado con mis palabras quierote aora hablar y aconsejar, y trabajaré en dezierte tales cosas que con ellas esta breve hora no sólo la passes sin miedo, mas aun con mucho gozo y alegría. Todos creemos bien y firmemente que Dios hizo el hombre a su imagen y semejança y creemos assí mesmo que esta semejança, quando lo hizo, no se la dio en el cuerpo sino en ell'alma. Pues siendo esto assí como en la verdad lo es, qué mayor bien nos puede venir que dexar este cuerpo de lodo, esta carga de vicios y pecados y bolando bolvernos a él, pues no se desdeñó hazernos a su ymagen y semejança, para que siendo nuestro spíritu llenos de su divinal espíritu y participante de su divinidad, biva sin fin gozando de su gloria, entre los coros de los coros de los santos ángeles. Y pues naturalmente nos cría semejables a Él, justa cosa es que un semejable dessee ek otro, y assí converna que obedezcamos a la ley de natura que es al mismo Dios al qual ningún sabio jamás quiso contradezir. De tal manera que si bien miramos naturalmente somos arrebatados para gozar de Dios lo qual ninguno pue-/Fol.LIIv/ de alcançar sin la muerte. Y dígotelo porque no la huygas ni te espante. ¡O inefable y maravillosa benignidad de Dios, que aya dado poder a los que creyren su nombre que puedan ser hijos de Dios y aun tememos morir! Y tememos hazer aora lo que queramos o no en algún tiempo lo hemos de hazer. Verdaderamente bien mirado no sólo no deveríamos huyr de la muerte más aun (si Dios espressamente no lo oviesse vedado) nosotros mismos tomarla con nuestras manso porque más presto nuestra alma se viesse con el criador y señor de todas las cosas. Porque estando allá contemplasse aquella simplicidad, piedad, divinidad de Dios, y assí gozando en la compañía de los ángeles d'esta contemplación cobrasse lo que suyo es, que es la causa porque tanto nos ha d'espantar no digo la muerte, sino este pensamiento de la muerte, pues en un momento de tiempo somos asseltos d'ella. En la qual verdaderamente o no ay sentimiento alguno, o si alguno, es solo un soplo y este tomado con paciencia muy liviano de sin pena. Como tan flacos, covardes y fuera de razón seremos que no pensemos de entrar por el camino que savemos que todos emos d'entrar, tan locos seremos y faltos de juyzio que queramos que natura obedezca a nosotros y nosotros no queramos obedeçer a natura, por ventura dirasme tú o que muero muy verde, salgo muy mançebo de la flor de la edad que haze caso salir aora, o de aquí a poco, pues está cierto que hemos de salir. Nunca has mirado en esto que quanto más nosotros recebimos tanto más descrece nuestra vida, ya sea verdad que si bien queremos mirar dime aora por amor de Dios, qué cosa podemos dezir que nos dura mucho en esta vida, pues vemos que la mesma vida del hombre por muy mucho que se alegre es muy breve y no es más que un punto si la queremos comparar con la eternidad. En tanta manera que por ventura no parecía locura creer que los hombres todos en un mesmo punto naçen y mueren sin aver di/Fol.LIIIr/ stancia alguna de tiempo en medio. En lo demás verdaderamente aquél sólo a mi parecer podemos dezir que bivió y aquél deremos que tuvo perfecta edad por imperfecta que la aya tenido. El que bivió hasta alcançar el saver que es alcançar el conocimiento de Dios, el que confiando en su buena conciencia levó consigo mucha esperança en la ora de la muerte. Éste, digo no que muere sino que con alegría se parte. Y si queres más adelgazar este negocio ven aora en que contemos los años y veamos a mucho bivir quantos eran los que te podían quedar que son muy pocos, pues piensa que te podrían hazer más estos pocos años que los passados, por ventura te truxeran más males que bienes. Tú aora te hallas muy puesto en gracia de tu Señor que soy yo mesmo vees tus hermanos y parientes sanos y salvos. Veeste con tener harto mando y señorío en tu mesma tierra de los bienes de fortuna alcanças muy buen aparte, pues acuérdate que las más cosas d'estas son regidas y governadas por la furiosa locura de la fortuna, la qual acostumbra darnos en lugar de gracia y amor, enbidia y mala voluntad de los otros. Danos en lugar de sanidad, enfermemdades y daños, en lugar de señorío, nos pone en estierro y servidumbre, por riquezas y habundancia nos da pobreza y necessidad y en lugar de buena edad y alegre vida, nos da enojos y pesares. Estos, pues son estos los frutos que la vida presente acostumbra buscarnos tristes y amargos, estos verdaderamente el hombre sabio si puede, deve eviarlos y cortarlos de sí. Y devería el prudente pensar que entonces gana y acierta a ser bienaventurado quendo lançare de sí y desamparare estos bienes falsos y afeytados que con talsa cara le començavan a halagar y a reyrsele delante. De los hermanos, padres o parientes que aquí has de dexar, no deves tener cuydado ni pensamiento alguno, pues por cierto puedes tener que yo les tengo muy biena voluntad y tendré cuydado de /Fol.LIIIv/ mirar por ellos assí bien como por ti mismo. En memoria y confirmación d'esto luego recibo a tu hermano Mariño, mançebo virtuoso y de quien tan buena esperança se tiene, para que suceda en tus honras, cargos y oficio y le quede toda la esperança que tú biviendo tuvieras. Tú para siempre queda con Dios, y si en todas las cosas hata oy muy por entero me obedeciste, aora señaladamente te amonesto y ruego que si te fuere denunciada la partida d'este siglo por parte de aquel soberano Dios, Rey y Señor Nuestro, que con alegría y haziéndole infinitas gracias obedezcas". Con este razonamiento fue aquel moço tan esforçado y tornó tan en sí que desde ha poco con un maravilloso conocimiento de Dios partió d'esta vida. El rey mandó que le fuessen hechas muy solemnes exequias y mandó que en su sepultura pusiessen esta letra: "En esta poca de tierra yaze sepultado Gabriel que en otro tiempo fue la mayor parte del rey don Alonso."