/Fol.IIIIr/

Libro primero de los dichos

y hechos del rey don Alonso, conquistador de Nápoles.

 

Como esforçado.

Estando los embaxadores de la reyna de Nápoles doña Juana con mucha instancia y neçessidad suplicando al rey don Alonso oviesse por bien socorrer a la dicha reyna que en tanta neçessidad y miseria estava puesta y de todos tan desamparada. Los del consejo del rey eran todos contrarios a los embaxadores, diziendo que era cosa muy dura y dudosa mover esta guerra contra gente tan exercitada en las armas, tan diestra en los ardits de guerra y sobre todo tan poderosa en dinero, en especial yendo a socorrer muger que naturalmente son de ingenio movible y de poca constancia. Aviendo los embaxadores dicho esto, el rey respondió d'esta manera: "Verdaderamente, sabemos muy bien que Hércules muchas vezes sin ser rogado, acostumbró socorrer a los que sabíe que estaban en neçessidad. Pues cómo será razón que pongamos duda con el ayuda del Señor en socorrer a una que es reyna y muger, y está puesta en aflición, y con tanta instancia nos lo ruega. Bien veo que esta guerra que avemos d'emprender es grave y difícil, mas tanto nos será más gloriosa, pues ninguna cosa señalada ni alta se puede alcanzar si[n] mucho trabajo y peligro".

   

Como justo.

Cosa es que mereçe contarse entre las primeras, lo que el mesmo rey con mucha justicia y gravedad dixo contra un cavallero prodigio, siendo suplicado con instancia de muchos que no consintiesse que fuese castigado en la persona un ca -/fol.IIIIv/- vallero acusado de muchas fealdades y errores cometidos por torpezas carnales y vicios de sensualidad. Dizen que respondió el rey: "Este hombre ni ha destruydo tan gran hazienda como dezís que tenía por servir a su rey, ni por hazer bien a su tierra, ni por pagar deudas que se devían a sus parientes o amigos. Antes me pareçe que se ha destruydo por sólo contentar su cuerpo, de manera que no ay quien más justamente lo deva pagar que el mesmo cuerpo que lo pecó".

 

Como moderado.

Aviendo hecho en su acatamiento una oración solemne Lucas, médico señalado y persona de mucha elegancia y dotrina, en que avía loado de grandes y muy ilustres cosas al rey don Alonso, dicen que quando huvo acabado, respondió el rey: "Lucas, si lo que tú de mí has dicho es verdad, yo doy gracias infinitas a Dios todopoderoso por ello. Y si no lo es, yo le suplicó aya por bien darme su gracia para que lo sea".

 

Como prudente.

Navegávamos yendo de Sicilia, y algunos que el rey mandava que le hiziesen compañía yvamos juntamente en la galera capitana que'l yva. Teníamos por costumbre luego por la mañana yr a popa a darle los buenos días y saludarlo. Hallámoslo algunas vezes que, como hombre maravillado, estava mirando una aves que llaman gavinas, que bolavan en derredor de la galera buscando con mucha atención si avía algún bocado de algo que ellas pudiessen tomar para comer, y a porfía una con otras lo procuravan. Luego empero que alguna podía aver algo que tomasse, en aviéndolo con la mayor presteza que podía bolando y apartada de la galera y do todas las otras, se yva a buscar donde se lo comiesse. Contemplando esto el rey, bolviose a nosotros y díxonos: "Sabed que los cavalleros de palacio y algunos de mi corte, son semejebles en gran manera a estas gavinas, que si con sus diligencias y porfiando unos contra otros pueden aver de mí algún officio, luego que lo han reçebido, huyen y se van.

 

 Como sabio.

Aviendo quinientos años y mas que los españoles estavan apartados del exercicio de las letras, que ya quasi tenían por afrontado y en menos al hombre que las quería seguir y alcançar. Tanta fue la diligencia y voluntad que en remediallo puso el rey don Alonso, que abrió la puerta del remedio para tan gran mal y tornó quasi a reformar con dotrina a los pueblos que por sí tan rudos y bárvaros estavan.

 

Como gracioso y grave.

Oyendo una boz que un rey de España solía dezir, que no convenía al varón generoso y noble saber letras, dizen que como espantado de oyr tal cosa respondió: "Por cieto essa era boz de buey y no de hombre".

 

Como prudente.

Estando el rey don Alonso en el campo madriçense, no aviendo deliberado si reçebiría en su amistad y compañía a Francisco Sforça o a Nicolao Pichino, siendo forçado reçebir al uno d'ellos por razón de los vandos y discordias qu'entrellos avía. Allegados en esta sazón los embaxadores madriçenses al rey, demandáronle a quál de los dos mandava qu'ellos tuviessen por amigos. Dizen los que allí se hallaron que les respondió de presto: "Es bien que los tengáys a entramos por amigos y que os guardeys d'entramos como enemigos".

/Fol. Vv./

Como gracioso.

Hablando algunos en su presencia, huvo quien dixo cómo las aves dichas arpías acostumbraron a bivir en las yslas. Acaso estava presente un hombre que bivía en una ysla. Dizen que le pesó y enojó gravemente de oyrlo. El rey don Alonso conociendo el caso le dixo: "Mira, amigo, no te conviene enojar por esso. Y sabe cómo ya las arpías han desamparado las yslas y se han venido a bivir en Roma y allí han hecho su morada".

 

Como fuerte y constante.

Començado que hubo una vez la guerra y conquista de Nápoles, con tan gentil y esforçado coraçón la emprendió y tan valerosamente la prosiguió, que ni bastaron fuerças de contrarios, ni peligros, ni muertes, ni en fin fue parte ninguna dificultad que se ofreciesse para hazerle afloxar o en parte dexarse de lo començado. Y puesto que le fue algunas vezes la fortuna assaz contraria y se vio preso y traydo en manos de sus enemigos. En fin rehízose y más denodadamente que primero tornó a proseguir su guerra y conquista. Y assí con una maravillosa determinación y pertinacia increyble vino a poner fin con vitoria suya, a cabo que de veynte y dos años, en una guerra, la más reñida, peligrosa y difícil que jamás se vio. De manera que dio exemplo maravilloso a todos los príncipes y hombres del mundo que toda fortuna con sufrir, durar y porfiar, puede ser vencida por rezia que sea.

 

Como fuerte y estudioso.

Estando que estava en la cama bien agraviado de calenturas, vínolo a ver un hombre anciano de muy buenas letras y gentil ingenio llamado Auripa. Mandó luego que abrie - /Fol.VIr./ - ssen las puertas de la cámara de su aposento y que entrasse. El rey sin ser impedido ni vencido de la gravedad del mal, dizen que passó cosas maravillosas con este letrado hablando açerca de muchas sentencias de buena dotrina. Señaladamente tratando de los errores de un herege que entonces avía, el qual se llamava Hierónimo de Praga.

 

Como templado.

Dizen que una vez acabando de bever el rey don Alonso, mandó a Pirreto que le servía de la copa, que le diesse la mesma copa a un cavallero mançebo, hombre noble y muy señalado que presente estava. El copero pareçe que era enemigo d'este cavallo, y por escusarle aquella honra, dissimuló a la primera vez que le fue mandado. Tanto, que el rey se lo tornó a mandar otra vez y otra tercera, sin que el Pirreto lo quisiesse hazer. El rey d'esto ayrado, levantose y tiró de un puñal contra el copero, el qual se puso en huyr. El rey siguiéndolo, dizen que temió si lo alcançava no se desonestasse y definidiesse en el castigo, tuvo en medio del furor corriendo tal advertencia que con templança alançó de sí el puñal por quitarle la ocasión de lo que pudiera seguirse.

 

Como hombre que tenía paciencia.

Passando una vez el rey don Alonso por Capua armado a cavallo con todo su exercicio, vínole al encuentro un hombre de guerra muy ravioso y furioso. Y allegándose a él en medio de la plaça tomolo por las riendas del cavallo con tanta determinación que lo hizo parar, donde hasta tanto que con infinitas pesadumbres y quexas desonestamente al rey dichas huvo satisfecho su furor, nunca lo dexó. El rey empero tuvo tanta paciencia que sin hazer el menor movimiento del mundo lo oyo y dexó yr.

 

Como gracioso.

/Fol.VIv./ Estando el rey çenando dizen que sobrevino un viejo a negociar tan intolerable, importuno y pesado que apenas dava lugar al rey que pudiesse comer. No pudiendo ya sufrir su pesadumbre como agraviado, con alta voz dixo a los presentes: "Por cierto muy mejor vida es la de los asnos que no la de los reyes, porque a lo menos quando comen déxanlos sus señores comer en paz y reposo, cosa que los reyes jamás la pueden alcançar".

 

Como piadoso.

Teniendo el rey don Alonso puesto cerco sobre Puçol yéndose por recrear cada día a passear a la ribera halló un cuerpo muerto de un ginovés que avíen lanzado las galeras de Génova, y en viéndolo luego prestamente se apeó y mandó assí mesmo a los unos que cavassen una sepultura y a los otros que lo amortajassen y él de sus manos tomó de por allí unos palos de que hizo una cruz de manera que dio casa y sepultura al cuerpo humano que estava alançado y desamparado, y a la cabeçera de la sepultura puso aquella cruz que lo acompañasse.

 

Como misericordioso.

Teniendo el rey don Alonso puesto un rezio çerco sobre Baeta, fueles forçado a los de la ciudad por la gran hambre que padecían echar de sí todos los muchachos, muchachas, viejos y mugeres, y en fin alançar de la ciudad todos lo que no eran buenos para la guerra. Todos estos assí alançados pararon de neçessidad en el campo entre la ciudad y los enemigos, porque los suyos mesmos con armas y tiros crueles no los dexavan tornar a entrar, pues en el real del rey don Alonso no les era lícito, porque eran sus enemigos. De /Fol.VIIr./ tal suerte que era una cosa de muy gran compasión ver entre tanto los llantos y alaridos que esta pobre y desamparada compaña hazía puesta en pelea de la cruel hambre que padecían y de los de la ciudad que como enemigos los alançaban, de nosotros que como a enemigos no consentíamos que allegassen. Avía entre ellos muchos padres y hijos que lamentavan juntamente. Y quexándose de la crueldad de los sus baetanos pidían a grandes bozes invocando la misericordia y clemencia del rey don Alonso. Eran entre medio heridos y muertos de parte de los unos y de los otros y alançados con toda manera de crueldad. El rey quando supo el caso como passava mandó a todos los de su hueste que no passasen adelante en hazerles más mal ni daño alguno y mandó que se tuviesse consejo sobr'ello. Todos quasi fueron de pareçer que en ninguna manera devían ser reçebidos ni se permitía que fuessen acogidos entre los nuestros y que si por si caso allí en el campo morían por hambre o por algunas heridas que la culpa d'esto sería de los de Baeta y no del rey ni de los suyos. Yo mismo por no negar la verdad confieso en esto mi error, que siendo allí preguntado entre los otros del consejo mi pareçer sobr'ello dixe que ellos no avíen de ser reçebidos en nuestro real según la ley de gente de guerra, la qual manda que estando algunos çercados y puestos en estrecho de hambre que puedan lançar los que fueren sin provecho para la guerra. Assí mesmo manda que los que tuvieren puesta el tal çerco no reciban antes alançen de sí los que assí vinieren alançados de parte de los enemigos. De tal manera que aviendo todos votado, estávamos mirando al rey y con mucho desseo esperando ver qué era su deliberación en este negocio. Él entonçes dixo: "Por cierto yo estimo más nunca ver a Baeta ni a los que en ella viven que vençellos tan fea y cruelmente. Yo soy venido aquí para pelear con varones y no con niños y mugercillas miserables". Del rey mereçedor de toda /Fol.VIIv./ immortalidad dino de regir y governar el mundo todo, que juzgó ser ninguna la vitoria que se avía de ganar con tanta crueldad y tantos lloros. Mandó por tanto que luego fuessen traydos a nuestro real todos quantos se hallasen de los alançados de Baeta que no eran para hazer armas, y que fuessen con mucha clemencia reçebidos y reparados y con mucha largueza hartos de las cosas neçessarias.

 

Como estudioso.

Estando ocupado en leer a Tito Livio de cuya lectura él mucho se agradava, acaeció algunas vezes mandar que se fuessen o callassen los ministriles altos por excelentes tañedores y grandes músicos que eran por lo que lo estorvavan de su lición, pareciéndole sin comparación mejor armonía la otra y a su gusto muy más suave.

 

Como templado y gracioso.

Estando para subir en el carro triunfal el rey don Alonso quando triumfó de la conquista de Nápoles. Huvo quien le dixo que a manera y costumbre de triunfador sería bien que se pintasse el rostro con un poco de bermellón. Dizen que él respondió: "El bermellón conviene a sólo el dios Baco, que no sólo fue inuentor del triunfo mas también del vino".

 

Como liberal y piadoso.

Es notorio que a todas quantas donzellas quisieron entrar en religión él les pagó el dote que se les acostumbrava dar para la entrada. Y fue assí que con pensar que tenían dote cierto y sin duda fue grandíssimo y quasi increyble el número de las que en aquella sazón se determinaron meter en religión. Él empero jamás se halla que faltasse ni afloxasse en el propó -/Fol.VIIIr./- sito. Antes, quantas eran más las que venían y se determinavan recoger a la religión, tanto era mayor ell'alegría con que el rey les mandava pagar el dote de la entrada.

 

Como grave.

Aconsejándole al rey un amigo y muy familiar suyo que tanto como pudiesse se diesse a plazeres, descanso y reposo y que no pusiesse en ninguna manera su cuerpo a tantos trabajos y peligros, dizen que le respondió: "Sepas que los muy sabios romanos ordenaron qu'estuviesse el templo de la honra çerca del templo de la virtud, y que ninguno pudiesse entrar al templo de la honra si primero no passasse por el de la virtud. Todo esto hazían para mejor mostrarnos cómo ninguno para siempre podrá subir a la cumbre de la honrosa gloria si caminare por el camino llano y baxo de los vicios, que siempre está lleno de halagos y deleytes. Antes de neçessidad avemos de luchar y esforzarnos por la carrera áspera, dura y difícil de las virtudes".

 

Como justo.

Tenía por costumbre el rey don Alonso personalmente assentarse todos los viernes en su tribunal a oyr las causas de los pobres. Esto dizen que hazía porque viendo los ricos quán fácil les era a los pobres poderse quexar al mesmo rey en presencia se guardassen de hazerles injuria y cada qual fuesse señor de lo suyo.

 

Como justo y humano.

Estando el rey don Alonso sobre Piçencia, dizen que se hazía gran daño y tala en los campos de los ciudadanos y que el mismo rey tenía tanta compassión que muchas vezes de compassión gemía y embiava con su trompeta a los mesmos del lugar /Fol.VIIIv./ no fuessen causa con loca porfía de buscarse tanto daño que después la mucha mansedumbre y misericordia del rey no bastasse a remediarlo.

 

Como sabio y esforçado.

Dizen que un hombre viejo bien osado de los más ancianos del consejo començó una vez reprehender al rey porque quasi contra el pareçer de todos quería emprender esta guerra. El rey muy manificamente le respondó que los que avían de aconsejar a los reyes, convenía que fuessen reyes o tuviessen coraçones de reyes, y que a vezes uno era lo que convenía a los consegeros particulares y privados otro lo que convenía a los reyes, según vemos que a Parmenio le era lícito tomar la moneda que Darío ofrecía y al emperador Alixandre no. De manera que sin duda el rey que estuviesse siempre atado al consejo y paraçer de los otros sin tener de sí mesmo cabal alguno de saber para regirle, forçadamente se hallaría en afrentas y neçessidades.

 

Como manífico.

Tornó a edificar de los fundamentos el castillo de Nápoles que comunmente se dize Castel Nou, y de tal manera lo ennobleció con nuevas y suntuosas obras que sin duda puede competir con qualquier edificio de los antiguos por bueno, superbo y manífico que sea.

 

Como moderado y grave.

Sabemos muy bien que el rey don Alonso fue muy templado en su vestir y atavíos. Tanto que comunmente no se differenciava mucho de los de su pueblo, y solía él muchas vezes dezir que desseava pareçer rey en las obras virtuosas y autoridad, muy más que en la corona y ropas ricas.

/Fol.IXr./

Como humano.

Yendo que yvamos de versa para Capua, acaeció que el rey yva el delantero de todos. A caso halló que un pobre hombre se le havía caydo en el lodo un asno cargado de harina y estava en neçessidad, sin aver quien le ayudasse, dando vozes. Los que algo atrás quedávamos, vimos al rey apearse del cavallo, vimos luego al rústico asido de una parte del asno y al rey de la otra de manera que se lo ayudó a levantar del lodo que se le avía pegado. El labrador qu'esto vio, conociendo que era el rey, estava espantado y temblando de miedo le pedía perdón. Esto fue como veys una muy poca cosa, mas sin duda fue causa la nueva que de aquí salió para que muchos pueblos de la Campania se dieron muy libremente al rey.

 

Como piadoso y misericordioso.

Quando el rey mandó (como ya oystes) que fuessen reçebidos en su real los niños, mugeres, viejos y todos los otros en fin que no eran para pelear, que los de Baeta forçados de la hambre avíen alançado de su ciudad, dizen que uvo quien dixo al rey: "Señor, si tú no ovieras recobrado estos, sey cierto que los de Baeta no tardaran en darse." Dicen que el rey respondió: "Yo estimo y tengo en más las vidas d'éstos que cien baetas." Hazaña por cierto real y dina de memoria y obra que sobre todas cosas creemos aver seydo agradable a Dios Nuestro Señor. Tanto que según lo que todos creyeran, quinientos mil combatientes no fueran parte para tomar por fuerça aquella ciudad y él afloxando el çerco y escusando todo mal y daño a los de dentro, sin fuerça y sin armas sólo por la merçed de Dios, agradecimiento y amor de lo que dentro estavan, vino a ser señor d'ella y a dár - /Fol.IXv./ - sele de muy buena voluntad.

 

Como gracioso.

En el tiempo del rey don Alonso avía un abogado casado con una muger en estremo fea y dizen que a caso hurtáronle trezientos ducados que le quedavan del dote que con ella le avían dado. El letrado estava muy angustiado y penado del caso. Sabiéndolo el rey dijo: "Por cierto muy mejor obra le hizieran los ladrones en hurtarle la muger que no los dineros".

 

Como justo y esforçado.

Aviendo ya el rey don Alonso salido en campo con mucha razón contra los venecianos y florentines, pueblos los más poderosos de toda la Italia, yendo en Nápoles contra ellos con muy buen aparato de guerra y mejor ánimo y esperança para proseguirla, viniéronlo al encuentro en el campo de los palineses primero los embaxadores de florentines y luego tras ellos los de venecianos, pidiéndole con mucha humildad paz, puesto que ya hechos los gastos viniesse con sus huestes a punto. Dize que el rey con mucha prontitud y alegría se la otorgó y que no quiso poner otro precio ni paga de la merçed que hazía en otorgar aquella paz, sino avérsela pedido los enemigos con las rodillas en tierra y el avérsela dado.

 

Como grave.

Muchos cavalleros de los de Rijoles codiciosos de señalarle y ganar honra que allí se hallaron, pesávales en gran manera porque el rey assí avía otorgado la paz a florentines y venecianos diziendo que si la guerra se prosiguiera, ellos hizieran por donde el rey muy bien los conociera, y que haziendo paz su venida pareçiere aver sido en vano. El rey /Fol.Xr./ sabiendo la pena qu'estos cavalleros tenían y creyendo en sí lo que en algún día podría ser les dixo: "Vosotros, cavalleros, estad de buen coraçón y no recibaiys pena de lo hecho y creedme que a vosotros no faltara tiempo y lugar donde mostreys vuestro esfuerço y ganeys la honra que desseays. Y a mí al presente ha seydo muy honrosa y hermosa cosa dar la paz a estos que me la pedían con tanta humildad, porque sin duda solemos tomar las armas con esta condición: que si es possible ganemos la vitoria sin sangre. Dezidme qué significa estos hombres pedir con tanta humildad y paz sino confessarse y darse por vecidos". Dizen que afirmava muchas veces el rey don Alonso y dezía que si él ni tuviesse ni esperasse tener otra provincia en el mundo sino sola Calabria, que luego se despojaría d'ella y la dexaría y holgaría quedarse sin nada. Y que ternía por mejor quedarse solo y bivir como hombre particular sin tierra ni vassallos que verse rey y señor con aver de sufrir las torpedades y pesadumbres de los calabreses.

 

Como sabio.

Aviendo oydo la lición que le leyan de Séneca de que él mucho holgava y en estremo bien sabía, Dizen que don Alonso dávalos uno de los principales cavalleros que allí tenía y hombre dado a cosas de humanidad preguntó de dónde venía que en el alma del hombre tanto cupiesse y tan difícil fuesse de hartarle. El rey don Alonso dizen que le respondió desta manera: "El alma del hombre es venida de Dios y es impossible verse harta hasta tanto que torne allí de donde vino. Y sin duda como nuestra alma sea capaz de Dios y de la eternidad, en ninguna manera puede ser llena ni harta con estas cosas caducas, vanas y pereçederas. Antes con un apetito natural dessea tornar allí como a su propio fin y lugar, porque aquél que es el sumo bien de los bienes sola - /Fol XXv./- mente bastará poderla contentar".

 

Como gracioso.

Acaeció que estando leyendo que leyamos la muerte de la reyna Dido, tembló la tierra, de que muchos de los presentes reziamente se alteraron. El rey les dixo: "Y cómo pareceos cosa nueva ni estraña que en la muerte de una reyna tan señalada como esta tiemble la tierra".

 

Como grave.

Muchas vezes solía el rey dezir que desseava en gran manera que cada qual de sus vasallos fuesse un poco de tiempo rey, porque como esperimentados supiessen qué tales son los cuydados y ocupaciones de los reyes, y por ventura con esto se alcançaría que ni fuessen tan importunos ni tan enojosos al rey.

 

Como moderado y clemente.

Aviendo ya dado fin a la guerra y conquista tan pesada y que tantos años duró, teniéndole aparejado el triunpho dizen que mandó que no le levassen delante de su carro en el triunfo a la manera de cativos aquellos señores regulos y príncipes que avía aprendido en las batallas, antes que lo acompañassen yendo después d'él con los otros a manera d'ellos. Y solía él contar por gloria suya que él dava ley de triunphar a los que después d'él venían, no matando tantos mil enemigos sino guardándoles las vidas y librándolos de la muerte.

 

Como manífico y cathólico.

Acostumbró cada un año mandar hazer ciertas representaciones de fiestas de la Yglesia con la mayor pompa, sum -/Fol. XI/- ptuosidad y solemnidad que en el mundo era possible hazerse. Tanto, que oyendo dezir que a cerca de los toscanos esto se hazía con mucha perfeción, mandó que le supiessen muy por entero cómo se hazía y le truxessen todos los primores estremos que en el mundo fuessen possibles hasta tanto que en ninguna parte se hiziese más en perfeción que allí.

 

Como confiado.

En aver hablado de toscanos me vino a la memoria un caso en que se mostró en el rey don Alonso aver la más entera y segura confiança que jamás en hombre del mundo se halló, y es que un varón principal llamado Cosme de Medicis, florentín, estando no bien reformado en paz con el rey don Alonso, puesto que era muy valerosa persona y de mucha estimación, enbió al mesmo rey presentado un Tito Livio muy bueno. A la sazón los médicos que estavan presentes començaron a dar bozes diziendo que en ninguna manera del mundo el rey lo tocasse, porque el libro venía de manos del enemigo y era sospechoso de venir entoxigado con ponçoñas. El rey por burlar de los médicos luego, al principio fingió que se quería guardar y que dava crédito a las sospechas d'ellos. Quando ya bien tuvo engañado el pensamiento de los médicos y el libro estuvo presente, él lo tomó y començó a abrillo y rebolverlo con toda liçencia y seguridad. Y a los médicos que mucho de verdad se lo querían estorvar, les dixo que se dexassen de aquellas vanidades, que las vidas de los reyes no las tiene Dios assí livianamente puestas en las manos de los particulares para que hagan a su voluntad, antes tiene especial cuydado d'ellas y las toma debaxo su tutela y amparo.

 

Con paciencia y moderación.

/Fol. XIv./ Oyendo el rey una vez que ciertos criados a quien él avía hecho mucho bien secretamente murmuravan y dezían mal d'él, dizen que repondió: "Sabed que es cosa de reyes no sólo hazer bien y merçedes, mas aun con paciencia oyr el mal que d'ellos se dize". Dixo más: "Nunca los desagradecidos harán que yo dexe de ser humano y hazer el bien que pudiere".

 

Como sabio.

Entre los cavalleros en palacio una vez se movió una quistión, por qué causa naturalmente los ypócritas son sobervios y los publicanos mansos y humildes, diziendo cada uno su pareçer sobr'esto. Como en semejantes casos vemos que acaesce, vino a ser que el rey dio esta determinación: "Sabed ñ dixo ñ que los pecados de los publicanos y hombres notoriamente malos son manifiestos a todos por la mayor parte, que es ser avaros, golosos, carnales y otras cosas desta condición, y como son ya notorias a los ojos de los hombres, vienen a ponerse de neçessidad debaxo de verguença y humildad. Mas los pecados de los hipócritas están secretos y metidos en el coraçón, que son: odio, rencor contra el próximo, envidia, mala voluntad y otras maldades secretas. Y como quiera que estos vicios secretos no tengan possibilidad de salir y mostrarse forçadamente, han de romper por vía de sobervia, yra, arogancia loca y vana fantasía".

 

Como manífico y estudioso.

Tuvo el rey don Alonso especial cuydado en que las escuelas y generales donde se leya públicamente la Teología, estuviessen muy adornados y con toda manificencia honrados y bien tratados. No sólo en esto lo quiso honrar, mas aun él mismo se quiso algunas vezes hallar en las liciones, y no que lo hiziesse por burlas o çerimonia, como algunos de los filósofos antiguos, que mostravan seguir la filosofía en la ropa solamente o en el calçado. Antes él oya la lición con toda atención y diligencia, cosa que los sabios se podrán maravillar y los negligentes y rudos ternan vergüença, que venía a oyr la lición muy a menudo de una gran distancia del lugar dond'estava.

 

Como grave.

Teniendo el rey puesto cerco sobre Galacia aveys de saber que él fue el primero que dio manera de subir pieças de artillería estrañamente grandes por las cuestas y montañas ásperas para poderlas açercar contra la muralla. Después mandó llamar a Almeric de Sanseverino, conde de Capacho, persona muy noble y a mí, y mandonos yr por embaxadores a la ciudad para que notificássemos a los que dentro eran el estado en que estavan los negocios, y que si eran contentos darse antes que ell'artillería començasse a tirar, serían reçebidos a misericordia, donde no, que después no avría lugar sino de todo rigor y escecución de justicia. Nosotros fuymos con la embaxada, y en fin acabamos con los de la ciudad, que fueron contentos hazer lo que el rey les mandava. Quando bolvimos a dar razón de nuestra yda y dezirle la buena nueva, creymos que el tiempo fuera todo nuestro en ocuparse en lo que nosotros diríamos, y en la verdad nos fue muy más a porpósito ocuparnos en oyr y notar las cosas dinas de memoria que allí en presencia del rey passavan. Estava el rey en un ayuntamiento de señores duques, condes y otros grandes de su reyno todos ocupados en hablar de las proezas y nobles hazañas de Nicolao Pechinino. Unos dezían quán esforçado era, otros de quán diestro en las cosas de la guerra, otros loavan su autoridad en lo que hazía, otros quánto procurava señalar - /Fol. XIIv./- se doquier se hallava. Acaeció que entre ellos huvo alguno que no lo quería bien y començó a mordelle diziendo que sus cosas eran tenidas en tanto por ser hombre de baxa condidión y que si no fuera como era hijo de un carniçero, ni fueran sus hechos tan estimados, ni se hablara tanto d'él. El rey enojose de ver la embidia desvergonzada d'éste, y no pudiéndola sufrir, dixo: "Por cierto yo querría el día d'oy ser más Nicolao hijo como es de un carniçero que hijo y heredero de qualsiquier rey de quantos oy en día biven y reynan en toda Europa. Por el linage no estorva la gloria y honra al que la sabe ganar, antes me parece serle muy más crecida por esso. Y que el hombre haga lo que dize el poeta: levantarse de la tierra y como vencedor triunphando bolar por las bocas de los varones siendo predicado con públicos loores de todos".

 

Como gracioso y grave.

Acaso vínole al rey al encuentro un viejo que devía venir algo vencido del vino y díxole: "Señor, sabed que la leche de los viejos es el vino." El rey respondió: "Por cierto barato compráys vuestro mantenimiento, porque según me parece el plazer del vino con pocos dineros sea". Y esto dicho al viejo, bolviose a los que allí yvan y díxoles: "Sabed que el mantenimiento de los reyes es la honra, la qual nos tiene Dios puesta en precio, no de dineros, sino de muchos sudores y trabajos verdaderos".

 

Como grave y estudioso.

Estando que aun nos estávamos en el cerco sobre la ciudad de Galacia, venimos acaso el rey y yo a tener una manera de habla sobre las cosas de aquel nombrado rey Viriato, español que fue de Lusitania. Yo loava mucho entre otras cosas de aquel hombre una: y es que jamás Viriato /Fol.XIIIr./ mudó el comer ni el vestir que tenía quando fue pastor o caçador puesto que vino a ser vencedor tan grande y capitán general y rey d'España, y en esto duró quatorze años, poniendo siempre en mucha necessidad los exércitos de los romanos. Acaeció que estando nosotros en esta habla, sobrevino don Ximeno de Urrea, uno de los principales cavalleros del rey y maestro del campo, allegándose a nosotros quiso assí a cavallo como venía ponerse en aquel lugar que estava vazío entre mí y el rey. No lo consintió el rey, antes señalándole con el rostro le dixo que se apartasse porque mientra allí se tratava de cosas de letras o conocimiento de antigüedades, aquel lugar era de los hombres doctos, no de los cavalleros, de manera que don Ximeno se huvo de apartar y el rey tornando a hablar de Viriato dixo: "Por cierto los romanos hizieron muy bien en no dar galardón al hombre que tal varón mató, puesto que les fuesse enemigo".

 

Como atento y justo.

Estando el rey enfermo en Capua muchos buscavan muchas cosas para alegrarlo cada qual lo mejor que sabía y podía. Yo en aquella sazón estava en Baeta y luego que lo supe, con la mayor presteza que pude armado de mis libros y medallas y cosas en que al rey pensava dar solaz y passatiempo, víneme para él. Allegado que fui lo primero que le ofrecen que se assolazasse fue un Quinto Curcio. El rey començó a tomar tanto sabor y tanta alegría en oyr las cosas que allí le recontávamos del emperador Alixandre que sin duda los médicos s'espantaron viendo cómo señaladamente con esta recreación tanto se alivió y que quasi despidió todo el mal que tenía, de tal manera que dexadas aparte todas las otras recreaciones y passatiempos que para aliviarlo solían buscar sólo lo ocupábamos cada día en tres liciones del Q. /Fol. XIIIv./ Curcio, tanto que presto acabamos de passar todo el libro. De ay en adelante el rey se burlava con los médicos diziendo que Avicena era un parabolano y que no avía otra cosa sino Quinto Curcio.

 

Como estudioso y gracioso.

Acordado mandar reparar y renovar la fuerça del Castellnou de Nápoles mandó que le truxessen el libro que hizo Victruvio de architectura. Acaso truxéronle luego un Victruvio mío que estava más a mano, libro que no estava muy ataviado ni muy bien cubierto y sobre todo sin çerraduras ni manezuelas. Quando el rey lo vio assí dixo: "Por cierto no es razón que un libro que nos enseña cómo nosotros podamos tan bien cubrirnos esté tan desnudo y descubierto". Y luego mandó que me lo guarneciessen y cubriessen muy galanamente.

 

Como grave.

Acostumbrava el rey don Alonso muchas veces reyrse y burlar de Cepión porque Cepión usó recrear y desenojarse baylando y dançando. Dezía el rey que entre el loco y el que bayla o danza no ay otra diferencia sino que el uno es loco tanto como bive y el otro tanto como bayla. Y por esso dezía que los franceses, entre todos los del mundo, eran los más vanos y locos, que quanto son más viejos, tanto más se deleytan en baylar y dançar que es en ser locos.

 

Como atento.

Haziendo Jannotio Maneto, legado de los florentines, una oración en preferencia del rey bien larga y bien elegante, maravillose en gran manera de la mucha paciencia que vio en el rey para escucharlo y esperarlo tanto espacio sin /Fol.XIIIIr./ mover los ojos de mirarlo con atención ni menos hazer algún movimiento de las manos. Una cosa empero en estremo le pareció muy de notar: que al principio de su oración se asentó una mosca en la nariz del rey y jamás hasta ser acabada la hizo levantar. Y a mí me pareció que devía hazer mención aquí d'este caso, porque me acuerdo aver leydo que Homero estando puesto en contar las batallas furiosas de los dioses recita también no se qué desabrimiento atrevido de una mosca.

 

Como estudioso y gracioso.

Acaso unos de Baeta, hombres no de muchas letras, le vinieron a dezir cómo en el camino de Roma habían hallado el sepulcro de Marco Tulio con la forma que fue hecho y con sus letras antigüas señalado. El rey alegrose mucho en saberlo y determinó luego pasarse a verlo. Allegado que fue mandolo alimpiar de la tierra y arenas y matas espinosas de que estava cubierto. Después de ser alimipiado halló que dezía no "Marco Tulio", sino "Marco Vitruvio" y assí, bolviéndose sin aver aprovechado su yda para lo que pensava, quasí sonriéndose dixo: "Los baetanos tomaron de la diosa Pallas las olivas, mas no el saber".

 

Como muy mirado.

Estando sobre el cerco de Baeta acaeció que faltaron de aquellas piedras muy grandes que eran menester para a artillería gruesa y no se hallavan ni avía de dónde poderlas aver sino de un alquería o heredamienro que, según dezían todos los comarcanos de aquella tierra, por antigua fama era de Cicerón. El rey mandó que buscassen de otra qualsiquier parte las piedras necessarias para aquello y que en ninguna manera le tocassen en aquel heredamiento o alquería que dezía ser de M. Tullio Cicerón, diziendo que más quería dexar aquellos ingenios y artillería sin servirse d'ello que hazer injuria a la casa y heredamiento de aquel varón que con su ingenio, favor y defensa, tantos hombres libró de injuria y de la muerte.

 

Como sabio.

Estando leyendo que leyamos en las epístolas de Séneca, acaso estava allí presente Franco Facero, embaxador de Florencia y hombre de muy gran elocuencia. Estava también Luis Cardona, teólogo muy señalado. Estavan assí mesmo otros muchos hombres de claro y gentil ingenio. Vinieron a hablar sobre aquella regla o sentencia de Hecatón tan loada de Séneca que dize: "Si quieres ser amado, ama". Avía algunos que dezían si por ventura esta regla faltava algunas vezes y padecía ecepción, de tal manera que oviesse alguno que amasse y no fuesse amado. Entre lo que hablavan se dixeron muchas cosas diversas acerca d'esto y buenas, mas en fin todos concluyan con loar en gran manera la sentencia de Hecatón y de Séneca. El rey entonces mezclándose en la habla dixo: "Salva la paz y valor de vuestras sentencias y pareceres acerca de lo que aveys hablado hago's saber que yo soy de otro diferente de los vuestros, porque yo hos daré caso en que hos mostraré que alguno ama y no es amado. Dezidme: ¿ay por ventura quien con más verdadero y ardiente amor ame a otro que el Criador de todo el mundo? Ama las criaturas suyas, señaladamente el hombre, por cuya causa y para quien lo ignore no se halla quien le pague aquel amor con el mesmo que d'Él recibe. Antes vemos una cosa que es de maravillar, o mejor diré de abominar y detestar, que amando acá las criaturas sabemos bien que puede ser y lo es de hecho que /Fol.XVr/ recibamos engaño y que nos acaesce amar un hombre y no ser amados d'él. Y siendo como somos tan certíssimos y tan seguros que si amamos a Dios, no sólo Él nos amará mas aun nos hará merçedes muy señaladas con su amor dándonos con su gracia claridad a las almas, reposo en las conciencias y la gloria eternal, y aun con todo esto estamos tan endurecidos que no queremos, amándonos él, amarlo. Y esto sin duda creo que nos viene porque tenemos o poca, o ninguna fe con Dios, porque ciegos con los vicios y plazeres que en el siglo presentes vemos, no sólo no curamos de las cosas del cielo más aun venimos a quasi no creerlas. Y este error es tal como si alguno estando muy sediento oviesse por mejor bever del agua turvia y cenosa por tenerla cerca, que no yr un poco lexos y sufrir la sed hasta bever de la fuente clara, limpia, freca y graciosa". De manera que dixo muy bien y a propósito el que dixo la fe ser don dado de la mano de Dios.

 

Como agradecido.

Aviendo determinado todos los ciudadanos de Nápoles hazer un arco triumphal al rey don Alonso en memoria de su clemencia, virtudes y hazañas tan gloriosas, juntamente acordaron hazerlo sobre las gradas de mármol que estavan en la yglesia mayor. Esto era impossible hazerse si no se derribava mucha parte de la casa principal que era de un cavallero Napolitano, hombre muy señalado, que se llamava Nicolao María Buzuti, persona en fin que que avía mucho servido al rey en las guerras y en la paz. El rey sabiendo esto dixo que verdaderamenete él no tenía en tanto un edificio de piedras que avía allí de quedar a beneficio del agua y del viento y de los rayos que caen, que por causa d'él oviesse de consentir que derribassen la casa de hombre que tan bien y con tanto amor le avía servido.

/Fol. XVv/

Como sabio.

Estando el rey presente, ofreciose que uno preguntó qué era la causa porque siempre los que menos sabían hablavan más, y los más sabios menos. Después de aber dicho sobre esto cada uno su parecer, el rey a cerca de lo mismo dixo: "Sabed que el hombre sabio y dentro de su coraçón y entendimiento sin que hable tiene con que se goze, porque de dentro de su alma se sustenta del saber como de precioso manjar y con éste vibe contenta. Por el contrario, es en el hombre ignorante y vazío que como el alma no tiene de dentro cosa de que se pueda cevar ni gozar, es por fuerça que a lo menos a de fuera busque que si quiera alguna manera de vana gloria que con las palabras se alcança de donde le parezca que se apacienta. Y assí el sabio busca todo su bien dentro en su concienci y el ignorante y vano en la gloria vana y loores que le dan a de fuera". Aviendo dado el rey esta respuesta y dicho ésta tan sabia determinación, huvo quien para confirmación d'ella alegó aquellos versos de Tibulo, poeta excelente que tan a propósito d'esto dizen. "A fuera vaya todo loor de pueblo. El sabio todo su plazer goze y tenga secreto dentro de su pecho". El rey en grandíssima manera se alegró de aver aydo los versos y luego los quiso tomar en la memoria.

 

Como cathólico, piadoso y gracioso.

Acaeció que el católico rey don Alonso, como lo tenía siempre de costumbre, yva a pie acompañando el santíssimo sacramento que levavan a un enfermo. Era acaso el enfermo una pobre vegezuela que estava muy mala de fluxo de sangre, tanto que la tenían quasi por muerta. Sabiendo el rey la causa de su enfermedad, mandó luego que tomassen una piedra suya muy preciosa de restañar sangre y que se la pusiessen en el dedo a la vieja. Y assí bolviose hasta la yglesia como havía ydo /Fol.XVIr./ acompañando el señor y rey de los reyes. Dende a pocos días la vieja, que avía sanado, fue a dar gracias al rey de la merced grande que le hizo, y estándole dando las gracias dixo a los que le preguntaron por la piedra que verdaderamente ella la avía perdido y aun de manera que nunca la avía visto. Algunos de los que presentes eran comenzaron a enojarse con la vieja diziéndole algunas palabras duras y pesadas. El rey, sonriéndole, síxole: "Vete, madre mía, y cura de la sanidad de tu cuerpo, pues vees que estos locos que te hablan tan poco curan de la de su cabeça".

 

Como grave.

Un día el rey sobre cierta causa bien justa enojose con un siciliano natural de Caragoça de Sicilia porque en la verdad era un hombre muy torpe y sin consejo en sus cosas, y el rey enojado díxole que era bárvaro. El otro pretendiendo ser de nación de griegos, que son contrarios y enemigos de bárvaro, pareciole cosa muy dura que el rey lo llamasse bárvaro, de manera que mostró sentirse muy injuriado por el nombre de bárvaro. El rey entonces le respondió: "Mira, yo no acostumbro juzgar los hombres bárvaros por parte de la tierra y nación de donde vienen, sino por parte de las costumbres que veo en sus obras".

 

Como grave.

Dezía el rey que los príncipes que no se preciavan de guardar justicia le parecían semejables a los que tienen gota coral, porque como Lactancio Firmiano dize, y la verdad lo confirma, es cierto que sola la justicia es la sustancia que conserva la vida del alma, pues si al alma le quitan lo que le conserva su ser y el manjar que la sustenta, de necessidad se cayrá como el que tiene gota coral sin sentido alguno.

/Fol.XVIv./

Como gracioso.

Trayéndole una vez al rey una ymagen de San Juan hecha de oro para venderla, acaso el que la traya era uno llamado Jaume Alemán, cristiano bautizado, aunque hijo de padres judíos. Y dizen que pidió al rey quinientos ducados por ella. El rey, que tal precio vio pedir, respondió: "Por cierto tú no eres necio, antes tienes muy diferente juyzio de tus antepassados, que por la ymagen del diciplo y criado pides tanto y ellos al mismo maestro, señor y rey de los judíos apreciaron en no más de treinta dineros".

 

Con paciencia.

Tenía el rey don Alonso un criado llamado Juan Fuerte. Éste avía mucho que se servía en las cosas de la guerra en fin que fue necessario quitarle la governación y cargo de un lugar que le tenía encomendado para darlo a otro. El Juan Fuerte se enojó tanto que fue por Italia, Francia, Alemania y España sembrando y publicando por doquier que yva grandes quexas y acusaciones contra el rey don Alonso, y entre otros defectos que falsamente d'él publicava, dezía que era muy desagradecido. El rey era tan quisto y tan de honesta fama, que a un sus mesmos enemigos no le oyan de buena gana los males que d'él dezía. En fin que no halló quien por todas sus predicaciones hechas contra el rey le diesse un pedaço de pan ni un jarro d'agua. Tanto, que como vencido y confuso de necessidad, forçado él se huvo de bolver al rey don Alonso y bolviéndose paró en Florencia procurando de allí saber qué tal estava con el rey que él sospechava por lo que avía dicho estaría contra él bien enojado. Quando el rey lo supo, embiole a dezir que él podía venir bien seguro y sin sospecha, diziendo que él se acordava y tenía en la memoria los ser-/Fol.XVIIr/-vicios buenos que le avía hechos y no las vanidades que contra él avía hablado. Y assí, quando vino él lo recibió muy bien y le ayudó muy largamente para todas sus necessidades. Lo mesmo le acaeció con otros muchos, señaladamente con un español que avía ydo por todo el Oriente diziendo mil males del rey don Alonso delante quantos reyes se hallava, y al fin tomando al mismo rey, fue muy humanamente recebido d'él, y con mucha liberalidad ayudado y socorrido.

 

Como grave.

Muchas vezes le oy dezir al rey don Alonso que tanta se avía de hazer de razón una simple palabra dicha de boca de un rey o príndipe, como el juramento solemne que haze qualsiquier otro hombre particular.

 

Como de burlas.

Hallaron ahogado entre unas cubas y ciertos odres a un tavernero llamado Lico. Quando el rey lo supo, mandolo enterrar y que le pusiessen sobre la sepultura unos versos que él le hizo bien a propósito, cuyo latín, que más propiamente lo pinta buelto en castellano dize: "Aquí está enterrado Lico, el qual tu dios Baco furioso y puro matarte entre las tinajas y los odres con los sarmientos griegos que es con el vino griego".

 

Como grave.

Afirmava con juramento que ternía por mejor perder todos los reynos y señoríos que alcançava, que perder essas pocas letras que tenía.

 

Como manífico.

/Fol. XVIIv./ Quitó a un cavallero napolitano cierto interés y renta torpe y desonesta que tenía del público de las mugeres malas y de tablagería y taburería que de cierta casa do lo avía aquel cavallero levava, pareciéndole no ser cosa que en ciudad de cristianos se devía suffrir y al cavallero hizo recompensa del interés en otro lugar. Rehizo y reparó el molle que gran tiempo avía estava destruydo; mando alimpiar y reparar todos los caños secretos de las calles por donde corren las aguas de toda la ciudad; renovó las fuentes antiguas que ya estavan muy perdidas y aun algunas de nuevo; hizo que algunas aguas que gran tiempo avía estavan perdidas y no se servían d'ellas, fuessen recogidas todas en una madre; hizo adereçar y empedrar de piedras negras las calles públicas que gran tiempo avía con carros y otras cosas estavan muy mal tratadas y afeadas; quitó de toda la ciudad los carros y cosas que solían assí destruyr las calles y aora con la ayuda de nuestro señor manda hazer aparejo como se enxuguen algunas lagunas y aguas embalsamadas malsanas, todo para más beneficio y sanidad de los que en la ciudad moran.