Introducción a La constante Amarilis, de
Cristóbal Suárez de Figueroa (1609)
Autora: María Asunción Satorre Grau (I.E.S. "Juan de
Mairena", Leganés)
Cristóbal Suárez de Figueroa es un curioso escritor de la primera mitad del siglo XVII, caracterizado por su mordacidad y conocido sobre todo por El pasajero, obra dialogada de tema misceláneo. Pero aquí presento la edición de La constante Amarilis, un libro de pastores, publicado en Valencia en 1609, que sólo mereció una traducción al francés cinco años después de su primera publicación y una nueva edición en el último cuarto del siglo XVIII.
La falta de un estudio amplio y actual sobre este libro, así como el hecho de que los estudiosos de la literatura pastoril, cuando citan fragmentos de esta obra lo hacen generalmente por la edición del siglo XVIII, que, aunque es bastante fiel a la príncipe, cambia grafemas y presenta algún error, llevó al profesor don Francisco López Estrada a animarme a realizar el estudio y la edición moderna de La constante Amarilis, que llevé a cabo con la presentación de mi tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid en 1995.
Cristóbal Suárez de Figueroa, doctor en derecho civil y canónico, nació probablemente en Valladolid en 1571 y fue hijo de un modesto abogado gallego emigrado a la ciudad castellana. Parece que en sus años juveniles se hacía llamar Cristóbal Suárez y a principios del siglo XVII firmaba con el nombre de Cristóbal Suárez de Figueroa por razones aún desconocidas, aunque puede suponerse que él mismo quisiera ensalzarse relacionándose con la Casa de Feria al añadir a su nombre el apellido Figueroa, que no le pertenecía. Seguramente en 1644 vivía aún, pues en Nápoles se reimprimió su poema épico España defendida "por su autor reconocido". Se ignora, sin embargo, la fecha de su muerte.
Es el mismo Suárez de Figueroa quien proporciona la mayor parte de las noticias biográficas que se tienen sobre su persona en sus propias obras, sobre todo en El pasajero, diálogo de temas variados entre cuatro contertulios en ruta de Madrid a Barcelona. La crítica coincide en señalar que en el relato autobiográfico del Doctor, uno de los viajeros, Suárez de Figueroa expresa episodios de su propia vida. Si esto es así, tenemos que fiarnos de las palabras del autor, pues, a falta de otros documentos, constituyen la base fundamental para reconstruir su vida. Así hicieron J.P. Wickersham Crawford, Narciso Alonso Cortés(1) y María Ángeles Arce Menéndez,(2) entre otros, cuyas investigaciones sobre la vida de Suárez de Figueroa son fundamentales. No obstante, todavía no se ha puesto punto final a la reconstrucción definitiva de la semblanza biográfica del escritor.
La mayor ambición de Suárez de Figueroa fue alcanzar el prestigio de los mejores preceptistas de su tiempo, con quieres compartía una concepción aristotélica de la literatura, que fue plasmando en algunos de sus libros. Su obra consta de dos traducciones del italiano la tragicomedia pastoril El pastor fido, de Battista Guarini, de 1602 y 1609, y el libro enciclopédico sobre diversas profesiones y oficios, Plaza universal de todas ciencias y artes, de Tomaso Garzoni, de 1615 y de una obra histórica traducida del portugués, titulada Historia y anal relación de las cosas que hicieron los padres de la Compañía de Jesús por las partes de Oriente y otras, del padre jesuita Fernâo Guerreiro, de 1614. Por otra parte, sus obras originales son el poema épico España defendida, de 1612; una biografía titulada Hechos de don García Hurtado de Mendoza, de 1613; tres libros de tema misceláneo, que constituyen lo más personal de su autor, El pasajero, de 1617, Varias noticias importantes a la humana comunicación, de 1621, y Pusilipo. Ratos de conversación en los que dura el paseo, de 1629; y el libro de pastores La constante Amarilis, de 1609.
Los libros de pastores, que tuvieron una gran fortuna literaria durante la segunda mitad del siglo XVI y principios del siglo XVII, estaban dirigidos a un público cortesano, en el que contaban las mujeres. Las incidencias de los casos pastoriles van acompañadas de reflexiones sobre el amor, que en ocasiones alcanzan un sentido filosófico, en un grado que puede ser entendido por el público lector, compuesto, sobre todo, por hidalgos. Los personajes son pastores que guían sus ganados al prado, cantan acompañados de la música de sus rústicos instrumentos y hablan refinadamente, a solas o en grupo, sobre todo, sobre el amor que casi siempre los atormenta. A veces, la identidad de algunos pastores responde a personas históricas, de modo que la obra se convierte en un libro en clave, aspecto que motivará la curiosidad de los lectores.
Es muy posible que La constante Amarilis fuera el motivo de la relación entre Suárez de Figueroa y don Juan Andrés Hurtado de Mendoza, quinto marqués de Cañete, mecenas del escritor durante varios años. Como se deduce de sus palabras en El pasajero, fue este Huratdo de Mendoza quien le encargó un libro "serrano o pastoril como el de Galatea o Arcadia" que recrease los sucesos amorosos que lo llevaron a casarse con su prima doña María de Cárdenas.
Las investigaciones de Crawford dieron con la clae de la posible personalidad histórica de los principales personajes de La constante Amarilis. Sin embargo, un documento que no utilizó Crawford me ha permitido averiguar, además, la fecha en que los enamorados se prometieron, el 10 de septiembre de 1607, y el lugar de prisión de Hurtado de Mendoza, el Menandro del libro, que fue el castillo o torre de Pinto (en donde se recrea la obra), así como el lugar de confinamiento de doña María de Cárdenas, la Amarilis de la obra, en el Convento de los Ángeles, de Madrid, por orden del rey Felipe III a petición de la madre de la novia, lo que coincide punto por punto con la fábula pastoril.
La prisa con que lo insta el marqués hace que el escritor redacte el libro aprovechando abundantes textos ajenos en prosa y en verso italianos y españoles y también textos propios escritos con anterioridad, de modo que termina en sólo dos meses un libro formado por elementos de distinta procedencia, como era propio de los libros de pastores. Son la Arcadia de Sannazaro, el Aminta de Torquato Tasso, según la traducción de Juan de Jáuregui, El pastor fido de Battista Guarini, según la traducción del mismo Suárez de Figueroa, algunos sonetos de Luis Carrillo y Sotomayor y la Epístola a una despedida de Liugi Tansillo, a través de la traducción de Diego Hurtado de Mendoza, las obras con las que Suárez de Figueroa contrae su mayor deuda. En ocasiones, el escritor aprovecha para su obra el contenido de un fragmento, como sucede con la Arcadia y El pastor fido; pero otras veces la copia puede ser literal, como en el resto de las obras mencionadas. Así pues, La constante Amarilis tiene carácter de mosaico. Asimismo, es notable la adaptación de algunos textos de Ovidio, pertenecientes a sus obras amatorias, como la Elegía a la muerte del papagayo, en el discurso segundo, basado en la elegía II 6 de Amores, y a sus obras mitológicas, como en el largo relato sobre el diluvio universal en el discurso cuarto, que sigue muy de cerca, en determinados párrafos, al que Ovidio escribe en el libro primero de sus Metamorfosis.
El libro se publicó en Valencia, ciudad en la que Suárez de Figueroa publicó también la segunda traducción de El pastor fido. El impresor fue Juan Crisóstomo Garriz, dueño de un afamado y próspero taller en aquella época, situado "junto al Molino de Rovella".
Existen dos emisiones de la edición príncipe. De una de ellas se conserva, al parecer, un solo ejemplar en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid y va dedicada a don Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos. La otra, idéntica a la anterior excepto en los preliminares, está dedicada a don Vincencio Guerrero, gentilhombre del duque de Mantua. La causa del cambio de dedicatoria fue seguramente el despecho del autor por no ser recibido por el conde, pues parece que albergaba esperanzas de formar parte del séquito que acompañaría al de Lemos, ya virrey, a Nápoles.
Cinco años después de la edición valenciana, el parisino Nicolas Lancelot, interesado por la literatura española, traduce la obra y la publica en Lyon, en una edición bilingüe; éste es un dato para añadir a la proyección europea de los libros de pastores, asunto de gran interés para la literatura comparada. Por último, Antonio de Sancha, que entre 1777 y 1784 editó La Arcadia de Lope de Vega, la Diana enamorada de Gil Polo y La Galatea de Cervantes, vuelve a publicar el libro de Suárez de Figueroa en 1781; este dato informa del interés que el público del siglo XVIII tenía por este tipo de libros.
La obra está formada por cuatro discursos en los que se combinan verso y prosa, según ocurre en los libros de pastores. Por su parte, la estructura interna está márcada por la sucesión de los días dentro de cada discurso. Una referencia temporal, a mediados del discurso tercero, divide la materia narrativa en dos partes: en la primera tienen lugar los episodios pastoriles más interesantes, formados casi todos por el relato retrospectivo que los pastores hacen de sus propios casos de amor; en la segunda parte se prolongan estos relatos que aparecen profusamente adornados con composiciones poéticas. El caso de Menandro y Amarilis, que es el más importante de cuantos forman el libro y es el hilo que le da cohesión, sólo emerge a primera línea narrativa de cuando en cuando, pues los demás asuntos amorosos ocultan con frecuencia el de la pareja protagonista.
Una pieza de especial importancia es el prólogo, en donde el autor declara la intención poética del libro, pues en él vierte una serie de ideas relativas al arte literario, entre las que destaca el rechazo del influjo de los libros bizantinos y caballerescos.
La rica cultura humanística de Suárez de Figueroa se advierte en las referencias mitológicas, breves unas veces y otras más amplias, como son la narración de cinco fábulas que constituyen por sí mismas relatos completos, expresados bien en verso, bien en prosa. Son las de Ícaro y Dédalo, Venus y Adonis, Hércules y Onfale, el rapto de Europa y la de Progne y Filomena. Algunas de estas fábulas parece que entran forzadamente en la trama, pero Suárez de Figueroa encuentra siempre un motivo que explica su presencia.
Junto a las fábulas mitológicas, también hay en La constante Amarilis referencias bíblicas, algunas de especial interés, como el soneto sobre José y la mujer de Putifar y el dedicado al juicio de los filisteos contra Sansón, procedente este último de Carrillo y Sotomayor.
La influencia de los tratados italianos dialogados sobre el amor, como Los Asolanos de Pietro Bembo, el libro IV de El cortesano de Baltasar de Castiglione y los Diálogos de amor de León Hebreo, es más bien indirecta en La constante Amarilis. Como otros libros de pastores, ésta tampoco es una obra doctrinal, por lo que no pretende alcanzar la profundidad de los tratados de amor renacentistas, aunque coincide con ellos en el planteamiento general de determinados aspectos, como son la universalidad del amor, que la razón no cuente en el amor, que los apetitos amorosos tengan su virtud en el término medio, la consideración del amor como engranaje del mundo y la belleza de la mujer como reflejo de la belleza de Dios.
Es muy interesante también un largo fragmento en prosa pronunciado por Clarisio, el pastor viejo y sabio, que resume las ideas fundamentales neoaristotélicas que Suárez de Figueroa tenía sobre la poesía lírica a principios del siglo XVII, aunque se imbrican de forma ostensible elementos neoplatónicos, como el del furor poético.
La constante Amarilis se incorpora a la tradición de libros pastoriles que, a partir de la Diana enamorada de Gil Polo, refieren acontecimientos festivos una vez concluidos los casos de amor. Las fiestas nupciales celebradas en este libro, muy breves y nada ostentosas, presentan la originalidad de acumular hasta seis cantos epitalámicos, cuando ya es una rareza que Cervantes inserte dos para celebrar la unión de Daranio y Silveria en La Galatea.
El estudio de estos y otros aspectos (como la onomástica pastoril, la naturaleza en sus variedades paisajísticas, la relación entre el campo y el amor, la manifestación del campo según las distintas horas del día, el tiempo siempre primaveral, la recreación geográfica del escenario en donde tiene lugar la fábula pastoril, la relación jerárquica entre los pastores, los personajes del libro como pastores según lo que dicen y lo que hacen, atendiendo, cuando es necesario, a sus diferentes actitudes ante el amor, las distintas variedades de personajes desde el punto de vista sicológico, los que llegan a morir de amor y los que tratan de suicidarse por el mismo motivo, la filosofía del amor, el tiempo como elemento lírico, la fortuna, el hado y la religión en donde halla lugar la divinización de la mujer y también su menosprecio) constituye el primer volumen de mi tesis doctoral mencionada antes y publicada en CD-Rom por la Universidad Complutense de Madrid en 1995. De momento allí podrá acudir el lector interesado en estos asuntos.
Criterios de edición
En cuanto a la edición del texto, he seguido un criterio de transcipción rigurosamente filológico, establecido para mantener la situación gráfica de la edición príncipe de 1609. Mi objetivo es presentar una imagen fiel del impreso mencionado, a partir del cual se pueden establecer otras versiones modernizadas, si es el caso. No obstante, he llevado a cabo mínimas modificaciones, como la modernización de los alógrafos de s, como la s alta y la s sigmática, irreproducible en un teclado convencional, que se transciben s y ss, respectivamente. Restituyo las letras de todas las abreviaturas, pero respeto las elisiones representadas por los apóstrofos (qu'os, qu'el, qu'eres, d'oro, sobr'arenas). Aun a riesgo de presentar una edición excesivamente conservadora,(3) transcribo los grafemas con su amplia variedad alográfica, propia del estado de vacilación característico de la época, tal como están en el impreso de 1609.
Para la puntuación, acentuación, uso de mayúsculas y división en párrafos, sigo las normas académicas actuales, pero sin romper las características morfológicas y sintácticas de la época que el texto propone. Asimismo, he corregido las erratas que apunta el folio 4r del impreso de 1609. Éstas van señaladas en las notas y las correcciones aparecen entre corchetes en el texto.
Indico el cambio de página del impreso mencionado con una barra vertical, seguida del número volado en cursiva de la página en cuestión (por ejemplo: /1/ ). Este número en cursiva con la barra vertical se distinguirá del que indique una nota al texto, que será también volado, pero recto y sin barra (por ejemplo: (1) ).