Prosas y versos en quatro discursos.
DISCVRSO PRIMERO.
Tres leguas de la famosa villa (1) que, siendo reina y centro de la provincia española, es émula del Imperio y antigua grandeza romana, yaze vn llano bien espacioso, a quien graciosamente coronan algunos cerros de mediana altura. Dellos brotan no pocas fuentes que, juntas en arroyuelos, con retorcidas bueltas hermosean y fertilizan la llanura, confundiendo después sus corrientes con las veloces de Iarama, sobervio y ufano por la compañía del cortesano Manzanares. Muéstrase en esta parte más que en otras templado el aire, y assí abunda casi siempre de menuda yerva que, aunque /2/ por instantes ofendida de ovejas, a su pesar cobra nuevo vigor, de nuevo florida nace y como en perpetua primavera conserva su verde adorno. Hállase tal distrito desocupado de plantas, como si le uviera destinado naturaleza sólo para saludable pasto de ganados. Mas las montañuelas que a los llanos sirven de muros sí que se miran vestidas de differentes árboles que, como en segundo paraíso, juntos nacen, produzen y se mantienen. En lo más alto, firmes se muestran la enzina, roble, castaño y ciprés, el nogal, pino y fresno. Descúbrense por otras partes frutales diversos que sin umana industria offrecen sabrosos despojos. Mirando más abaxo, los confines de aquellos manantiales ocupados se ven de álamos, sauzes, hayas, olmos y alisos, por cuyos troncos a porfía suben vides, mosquetas, yedras y jazmines, no siendo tanta la espesura que estorve al sol por todos lados la entrada, antes, por entre las ojas, esparciendo sus rayos, dexa matizadas las yervas curiosamente. Y aunque el tiempo de contino consuma reinos y ciudades, jamás a podido quitar a esta comarca la antigua costumbre de seguir los campos,(2) que sus moradores aún oy conservan, floreciendo en ellos la vida y traje pastoril. Iúntanse a menudo los pastores de no pocas caserías y aldeas, y, ocupándose (3) en loables exercicios, passan felizmente la vida: quién se aventaja en tirar la barra /3/ y quién no reconoce igual en la lucha; éste en larga carrera se muestra ligeríssimo y aquél inclinado a caça persigue iaualí o gamo; siguen casi los más el poético entretenimiento para explicar pensamientos ocultos con la travazón y armonía de enternecidas palabras. Mas, sobre todo, admira nazcan todos tan diestros en amar, que parece lo supieron desde la cuna. Cría este suelo bellas zagalas, que, correspondiendo con honestos fines a las voluntades de sus amantes, no desdeñan sus conversaciones; antes, assistiendo en ellas, oyen sus alabanzas al son de varios instrumentos.
La felicidad, pues, desta gente resonó en los oydos de Damón, pastor libre (4) que en las riberas de Pisuerga (5) apacentava ganado, y, quiriendo participar del contento que prometía aquel contorno, partió diligente en su busca, donde al fin, llegado un día al amanecer, contemplava despacio la frescura y disposición de la tierra, que con regalada violencia le sacó de la suya. Mas divirtiole una voz que no lexos de allí formó lo siguiente:
No suspenden, ¡ay triste!, mis lamentos
estas fuentes y arroyos bullidores,
ni destos prados las pintadas flores
divierten un instante mis tormentos./4/Destos sauzes los frescos movimientos
no alivian de mi pecho los ardores
ni me alegran sonoros ruiseñores,
sirenas apazibles de los vientos.(6)Templad, pues, ¡o matizes del verano!,
templad un sol de yelo, y quien no siente
amor, d'amor professe la milicia. (7)Por él en mayo estoy qual monte cano,
qu'agravios del sol llora quando ardiente
sus nevados tesoros desperdicia.(8)
Con desseo quedó el forastero de conocer al que cantó assí y, echando por donde le pareció venía la voz, a pocos passos descubrió vn mancebo de apazible rostro y de briosa disposición, a quien habló desta manera:
-Gallardo morador deste valle, assí en ningún tiempo persiga roña a tu ganado, assí lozano se multiplique y crezca, y assí jamás le falte el pasto destos prados ni el licor destos arroyuelos, me digas tu nombre y permitas te acompañe vn rato.
-Iusta demanda es la tuya -respondió el pastor- (9) y descortés se mostrara quien no te la concediera. Yo me llamo Felicio, dueño del ganado que guarda aquel garçón, de quien y de mí podrás disponer a tu voluntad. Mas assí mires cumplidos tus desseos me digas tu patria y la causa que te a mouido a visitar la nuestra, porque, si no me en- /5/ gaño, eres muy nuevo en ella ni visto de mí sino aora.
-Yo, que me llamo Damón -replicó el forastero-, nací en el antiguo lugar que baña Pisuerga. La fama deste clima, de quien por oídas me aficioné, me forçó a buscarle y a dexar el natural mío. Hase mostrado tan agradable a mis ojos que determino passar el resto de la vida en él, como no me vea entre los tuyos desualido del todo. Mas si en los otros pechos alberga la nobleza y cortesía que en el tuyo, seguro estoy no me podrá faltar el amparo que pretendo. Dichoso yo si le hallo, dichosa determinación la mía, pues me avrá produzido el desseado fruto.
-No dificultes cosa tan fácil- prosiguió Felicio-, cumplida la verás y bien presto como te inclines a seguir los campos. Menandro, mayoral en Iúcar, en Iarama y Mançanares, a quien el cielo dotó de partes singularíssimas,(10) te recibirá en su gracia y te conservará en ella. En conociéndote, no consentirá estés ocioso, antes te encargará la cantidad de ganado que pudieres governar, dexando en tu poder los provechos que dél resultaren, supuesto entre otras señaladas virtudes que alcança, una es ser liberal con todos.
-Páguete el cielo el cuidado que tienes de mi bien -dixo Damón-. De tu mano, después de la de Menandro, reconoceré tal ventura si no la vengo a tener /6/ tan corta que esse mayoral desdeñe tomar possesión de mi aluedrío. Quanto a lo demás, venturoso exercicio es el que apuntaste, en ésse nací, en ésse me crié, ésse e seguido siempre y siguiré el mismo con summo contento.
-Gusto saber tu intención -respondió Felicio- y, dexado esto, si te agrada, hasta que se ofrezca la ocasión que pretendemos, quisiera me declararas, si acaso penetras los altos misterios de amor, cómo, siendo él de un ser y calidad, obra en los sujetos diversamente.
-Amor solo -dixo Damón- es el digno maestro de su ciencia, él solo se interpreta y explica. Assí, sobre tal supuesto, hablará qualquiera corto, frío y con lengua perezosa. Mas, quanto al punto que tocaste, enseñados de una larga experiencia, podremos dezir ser las fuerças de amor tan poderosas, y tan flacas contra ellas las mayores que tiene la industria y resistencia umana, que ningún reparo nos promete cumplida seguridad. Porque la fábrica amorosa, quando se funda en razón, solamente se deshaze por ventura, sin que otro medio tenga poder para derriballa, que al amor no basta entenderle para huirle, ni huirle para que dexe de alcançar, ni serle sujeto para tenerle obligado, pues igualmente en qualquiera edad y tiempo es poderoso. ¿Qué bríos de juventud o escarmientos de /7/ vejez resistirán su poder o escusarán sus peligros? ¿Qué tiempo será seguro para defendernos de sus engaños? ¿Qué estado próspero o abatido vive fuera de su rigurosa jurisdición? ¿O quién no conoce lo que haze y deshaze en los pechos umanos y el acíbar que se encierra en sus inciertas esperanças, cuyos efetos son tan varios y las más vezes tan differentes de lo que prometen sus causas? Que no será cordura reduzir a limitado término su variedad inumerable, sino entender que, pues tiene sobre todo tan universal señorío, siendo todos los entendimientos y voluntades, quando más conformes, differentes en alguna cosa, también es fuerça lo sean en los sentimientos y efetos de amor, que ha de obrar conforme hallare la disposición, como el fuego calienta más o menos, según halla la materia dispuesta.
-¡Ay, quán verdad es esso -respondió Felicio- y quán cierta en mí su rigurosa experiencia! Sabrás que anduve gran tiempo aventurero en las lides amorosas, no embidiando a los alegres, sino escarmentando en los tristes; mas, sin pensar, me acometió aquel ciego, aquel flaco que rinde a los fuertes y, tras corta resistencia, me dexó entregado a unos bellos ojos. Amelos algún tiempo callando. Y como tal acidente sea más gallardo preso que libre, crecía al passo que se /8/ ocultava, cobrando siempre vigor del estorvo con que la lengua amante se hallaua detenida. Conociendo, al fin, quánto me offendía igual secreto, offreciéndome ocasión la frescura de una fuente donde Tarsia, que éste es el nombre de mi cuydado, sola passaua la siesta un día de grande ardor, determiné descubrille el de mi pecho. Y como muchas vezes la presencia de lo amado turba y enmudece la intención más determinada y la lengua más atrevida, titubeó la mía en aquel trance, acovardándose el alma y faltando los sentidos al tímido cuerpo. Mas Amor, que desata las lenguas a sus siervos, haziendo a vezes se manifieste más bien vn tierno coraçón con palabras imperfetas y confusas que con acentos distintos y elegantes, mandó hablase mi silencio con eloquencia y rogasse con umildad mi turbación. Rióse quien la causaua y, aunque cubriendo de púrpura el rostro, recivió al parecer suavemente estos miedos y recelos míos, sin reprehender por entonces mi atrevimiento ni admitir al descubierto mi fe. Mas, de allí a poco, se fue mostrando sorda a mis quexas, ingrata a mi afición y exquiva a mis ruegos. En tal estado vivo, sólo con la esperança nacida de ciertas razones que Amaranta, amiga suya, me dixo avrá vn mes, assegurándome estimaua mi /9/ pastora la sincera voluntad con que adorava sus partes, agradecía mi perseverancia y, en lo oculto, con grandes veras, correspondía a mi amor, artificios y engaños formados, sin duda, para mi consuelo. De aquí nació dessear saber lo que te pregunté, admirado, a ser verdad que yo fuesse correspondido, de tanto dissimular y sufrir, de tanta tibieza y exquivez recogida en vaso tan limitado y débil.(11)
-Son las mugeres -replicó Damón- más frágiles que los varones en dessear y más que ellos astutas en ocultar sus desseos. Eres amado, no lo dudo, mas o modestia o respeto se opone a tu felicidad, usurpando los favores que en público pudieras recibir de tu querida. Dura y vencerás, que la deidad que tuvo cuidado de sujetar tu libertad le tendrá de limitar el honesto resistir y de imprimir patente amor en el semblante de la que inquieta tu sossiego.
-¡O piadoso forastero dixo Felicio, quán diestramente procuras infundir esperanças en quien vive en extremo desconfiado! Permitan los cielos que en menester para mí de tanta consideración salgas verdadero adivino. Mis cortos merecimientos aniquilan mi ánimo y llenan de temores mis pensamientos; soy en todo desdichado y tengo por cierto aver nacido sólo para padecer, no para gozar amando.
Assí se lamentaua Fe- /10/ licio, y después de aver Damón, en vano, aplicado alivios al ético de amorosa enfermedad, le rogó, si tenía hechos algunos versos a semejantes quexas, le quisiesse hazer participante dellos. A que Felicio, desseando agradar al nuevo amigo, dixo las liras siguientes:
La más terrible fiera
sintiera ya mi enternecido llanto
y piadoso bolviera
al tenebroso reino del espanto,
pues, qual los ojos míos,
no pagan a su rey censo los ríos.Mis desventuras cuento
al agua sorda y al arena muda,
y en mi mayor tormento
a muerte pido contra muerte ayuda,(12)
y offrece su fiereza
al alma luto, al coraçón tristeza.Descubre a los mortales
la noche oscura el esquadrón de estrellas; (13)
duermen los animales,
y el sueño, tregua dulce de querellas, (14)
guerra en mi alma arguye,
en quien orror y turbación influye.A los árboles miro /11/
con altas ramas de estendidas copas,
y que vivan admiro
vestidos d'alegría y verdes ropas, (15)
por ser ardiente fuego
mi triste llanto de sus troncos riego.Ya deziembre eriçado
con abarcas de nieve el campo pisa;
ya sopla Cierço airado, (16)
y a las aguas que van vertiendo risa
por escarchado suelo
mordazas pone de cristal el cielo.Ya se muestra la tierra
revestida de yervas y de flores,
donde en suave guerra
compiten campeando sus colores;
ya el yelo se desata
y corre entre guijuelas hecho plata.Dexa invierno y verano (17)
la tierra ya vestida, ya desnuda.
Da buelta el ser umano,
sólo conmigo Tarsia no se muda,
que con rigor consiente
de mis tormentos la veloz corriente.Mi tierno amor la offende,
merezco menos quanto más la obligo, /12/
a mi dolor no atiende,
alas pone a sus plantas si la sigo,
y por sello d'agravios
yéreme el alma y ciérrame los labios.Dulce impossible adoro.
¡Ay del que sin remedio pena tanto!
Pierdo el llanto si lloro,
pierdo la voz si por alivio canto.
Piérdanse, que confío
publicará mi muerte el dolor mío.
Sintió Damón piedad acabados los versos, cosa bien agena de su condición, por ser quien más se reía de los que vivían más consumidos en incendios amorosos, y ya començaua, en razón de amistad, a sentir parte de la pena que Felicio publicava, no obstante hiziesse todo su esfuerço para librarle de aquel incurable acidente, desseando verle mudado de parecer y desocupado de aquella ansia interior. Mas, viendo gastava sin prouecho tiempo y palabras, remitió al tiempo el desengañar la engañada y ciega afición de Felicio, cuyo zagal, en tanto que duraron estos y otros coloquios, anduvo apacentando la manada por el más tierno pasto, guiándola con silvos y tirando el cayado a los trauiesos corderillos que se apartauan demasiado /13/ de los otros.
A esta sazón, ya los demás garçones ivan recogiendo a la sombra los encargados rebaños, viendo que el sol a toda priesa aumentaua el ardor de sus rayos, a quien por evitar, ya también los pastores más ricos se ivan poco a poco retirando al amparo de vn aliso, que con espesas y estendidas ramas detenía la calurosa violencia. A este puesto (18) acudían los más entendidos comarcanos, éste era el paradero de casi todos y el lugar destinado a las discretas juntas, depósito y archivo de ternezas, requiebros, quexas y suspiros. Allí no pocas vezes se cantavan canciones alegres y no pocas tristes endechas, allí con lenguas y ojos se descubrían los íntimos pensamientos,(19) allí los más comunicavan sus bienes o sus males, y allí a menudo los varios sucessos y acidentes de sus amores se referían unos a otros. A este sitio, pues, llegaron los dos nuevos amigos, a tiempo que le hallaron bien ocupado. Estaua Menandro en él, que, como en todo se aventajaua a los demás, tenía en las conversaciones el assiento más señalado. A su mano derecha se vía el prudente Clarisio, pastor anciano, de auiso singular y dado grandemente a todo género de letras; fue vn tiempo soldado y luego cortesano pretensor, mas ya, con más claro conocimiento, acogido al sagrado de la quieta vi- /14/ da pastoril. Seguían el fuerte Arsindo y Aurelio, Meliseo, Cintio, Olimpio y Danteo. A la otra mano estaua el venerable Rosanio, grande obseruador de la antigua senzillez y pureza. Tras él, Partenio, Coriolano, Sileno y Manilio. En llegando, Felicio dio a conocer a Damón, introduziéndole con el generoso mayoral,(20) de quien fue recibido con muestras de amor y cortesía.
-Y aviendo hablado gran rato de differentes cosas -dixo Menandro-, será bien se gaste parte de la siesta en tañer y cantar. A vos, Damón, tocará ser primero, porque desseamos oír vuestra voz, que no faltará después quien os suceda.
Començava el pastor a escusarse, mas no pudiendo resistir al mandato de Menandro y ruegos de los demás, baxando vn poco los ojos y después poniéndolos blandamente en el mismo Menandro, al son de una lira,(21) con piadosos acentos y tono grave, cantó los versos que siguen:
Damón a MenandroPves haze la trompeta de la fama
qu'en las nubes lugar tu nombre halle,
pues quien te ve te reverencia y ama
y tu valor divisa por el talle,
pues cada qual te reconoce y llama
gran mayoral deste florido valle, /15/
si dan lugar ardientes pensamientos
tus oídos aplica a mis acentos.Fatal rigor de incontrastable hado,
que vence toda fuerça y osadía,
a un estraño pastor dexó postrado,
rendido a su combate, a su porfía;
pues, viendo firme estar su adverso estado
y desliçarse el uno y otro día,
para que su fortuna estilo mude
a tu valor y a tu piedad acude.Por decender de nobles ganaderos
en tal extremo a lástima te mueva.
Bien puedes encargarle tus corderos,
seguro de que lobo se le atreva;
no le dan, no, temor sus dientes fieros
quando ganado apacentando lleva,
que con valor las vezes que le enoja
tiñe su parda piel en sangre roja.Sabe buscar la yerva más crecida
y evitar del adelfa la ponçoña;
de la sal a su tiempo no se oluida
y, siendo menester, cura la roña;
y quando la manada está dormida
con alma libre toca su çampoña;
y por urtarse al importuno sueño
canta las alabanças de su dueño. /16/Quando dexa las nubes más luzidas
el tramontar del sol bordadas d'oro,
junta las ovejuelas esparzidas,
cuidado dulce y singular tesoro;
y en el sabido aprisco recogidas,
deuoto invoca al soberano coro,
y sin atormentar la fantasía
durmiendo en pieles le despierta el día.Quando de nuevo el rey de luzes naze
y de nuevo el verdor de roxo esmalta,
al preso que balando se deshaze
da libertad, con que retoça y salta;
y en tanto que la verde yerva paze,
sin que plática agena le haga falta,
oye del ruiseñor el armonía
y del prado contempla el alegría.Y si pide sustento su flaqueza
abre el çurrón que siempre trae a mano,
pan blanco saca y coje con presteza
el despojo que cuelga del mançano;
cómele sin quitalle la corteza
y beve de la fuente el licor sano,
qu'a su molesta sed néctar parece,
sin embidiar el qu'al señor se offrece.En exercicio igual, en tal llaneza,
tu voz le ocupe, allí tu voz le mande, /17/
sin permitir tu heroica fortaleza
que con él la fortuna se desmande.
Grande es tu nombre, grande tu riqueza,
grande tu estado, tu nobleza grande.(22)
Mayor te harás si a la fortuna ultraxas,
si umildes subes y sobervios baxas.Haz tú, por cuyo braço España espera
triunfos de la nación más atrevida,(23)
qu'estío, otoño, invierno y primavera
en sagrada quietud passe la vida;
qu'assí podrá librarse de la fiera
qu'es de serpientes órridas herida.(24)
Mas, ¡ay!, ¿a quién la embidia no atropella?,
o ¿quién tiene valor que escape della?Aun hasta el buelo de tu nombre mira
y se arroja tras él, mas no le alcança;
arma de su ponçoña el arco y tira,
mas pierde de offendelle la esperança;
y triste al hondo abismo se retira
por no escuchar el son de tu alabança,
y allí se muerde con rabiosos dientes
por verte celebrado de las gentes. (25)
Assí cantó Damón, dexando suspensos los oyentes y a Menandro por tan suyo que bien podía prometerse, desde luego, qualquier favor de su parte, supuesto apenas acabó, quan- /18/ do le dixo:
-Si, como es verdad, la lengua es mensajera del alma, bien puedes, Damón, creer de la mía te ama y estima con veras. Escusado era el discreto artificio con que en tu canto procuraste facilitarme, pues desde que te vi quedaste tan dueño de mi voluntad que en ella hallarás fácil lo más difficultoso. Y aunque a esto me obligan las partes exteriores que hasta aora se han descubierto en ti, otra causa oculta, efeto, sin duda, de predominante estrella, me inclina a tratar contigo cosas del alma y a fiarte sus más escondidos secretos.
Apercebíase a la respuesta el favorecido Damón, mas la estorvó la improvisa llegada de Armila, Tarsia, Silvia, Dinarda, Elpina, Laura, Matilda, Elisa, Flori, Amaranta y la casi anciana Clórida, que juntas venían de visitar a Rosela, indispuesta de grave acidente. Éstas, pues, con sus presencias, recrearon los entretenidos pastores y, en fin, rogadas a detenerse, se sentaron sobre la yerva que les sirvió de vistosa alfombra.
Amava Menandro con firme intención y palabra de efetuar casamiento a la sin par Amarilis, sol ausente y, por su causa, encerrado entre embidiosas nuves. (26) Amava también Cintio a Elisa, Sileno a Flori, Olimpio a Amaranta, a Silvia Arsindo, Coriolano a Matilda, Aurelio a Laura, Meliseo a Elpina y, /19/ con extremo, Felicio a Tarsia. Vivía hasta entonces Dinarda essenta de amorosas leyes, siendo la prudente Clórida, como norte y governalle de tan hermosas zagalas, su fiel consejera en los menesteres y la ley obedecida de sus dudosos pensamientos.
Danteo ardió un tiempo por Rosela, mas dexó pequeña ocasión de celos a él, al parecer, elado, y a ella, que sumamente le quería, enferma de amorosa llama. (27) Y mientras se hallavan ocupados unos y otros en varios discursos y recreos de vistas, Partenio, amartelado de Antandra y, en su opinión, no bien correspondido, en favor de Rosela dixo con baxa voz a Danteo, que estaua cerca dél, lo siguiente:
-El querido de sujeto amable y firme con justo título se puede llamar dichoso; mas indigno de serlo el que desprecia a quien le estima y huye de quien le sigue, llevado acaso de otra no agradecida afición puesta en differente hermosura, sin penetrar que, como el verdadero amor albergue en lo más íntimo del objeto, suelen las bellezas aparentes, aunque primeros lazos de voluntades, ser la menor ocasión de amorosos incendios, que sólo para las almas tiene libradas Amor sus mayores fuerças. Según esto, Danteo, es justo ames tiernamente a la gallarda Rosela, pagando bien su afición, por tantas causas dig- /20/ na de igual correspondencia. Mira su estado con piadosos ojos, mitiga con blandura su pena, porque miserablemente perece quien falto de consuelo se precipita amando. Emienda la passada obstinación, cesen enojos, que la ira de los amantes suele parar en reintegrarse en su mismo amor. Y, pues los más indignados se aplacan con palabras blandas, déxate vencer sin esperar a que peligre la que por ti padece. Mas, ¡ay!, quán differente estado es el presente mío del tuyo, pues amo casi aborrecido, que viene a ser extrema calamidad, y más que, si mil vezes reparo en la causa de mi inquietud, della nacen otras mil para amarla siempre. Las gracias que a porfía le dieron los mejores planetas me atraen a sí dulcemente, por instantes me prenden los lazos de sus cabellos y abrasan los rayos que arrojan sus luzes. Hállase con esto tan armada de honestidad que no puede caber sino todo respeto en el pensamiento de quien la contempla, que amor allí igualmente yere y defiende. Tal es el rigor de mi estrella. Goza el favor de la tuya, poniendo límite a tus desseos sin procurar offender los cielos con injusta ingratitud.
Por ventura Partenio, tras persuadir a Danteo, distinguiera en lamento más largo el ansia que ocultava su pecho, mas estorvolo Ismenio, zagal de Menandro y /21/ diestro en música, a quien, considerando su mayoral la tristeza que en tal conversación y en todas cosas se hallava con la falta de su querida Amarilis, avía mandado cantasse ciertas liras que a semejante propósito se avían compuesto. Assí, acompañando la voz con el templado instrumento, començó en esta forma:
Ismenio (28)Tv ganado visita,
¡o gloria desta selva y sus pastores
el ceño al cielo quita,
y sus plantas, sus yervas y sus flores
reconozca este llano
más a tu noble pie que no al verano.Tu vista, ¡o noble dueño!,
vaya los campos verdes esmaltando,
y aquel cristal risueño
rebervere en su centro contemplando
alegres arreboles,
luzeros blancos y encendidos soles.Que tú las cosas bellas
de nuevo lustre y nuevo gozo cubres,
escondes las estrellas,
y escureces a Fevo si descubres
tus luzes peregrinas /22/
quando derrama el alva perlas finas.Ven, pondrán tus esferas
en los riscos ornatos de guirnaldas
y siempre estas laderas
vencerán en verdor las esmeraldas,
haziendo de improviso
el prado que pisamos paraíso.Ven, que si alegre sales
verás, en variedad de cosas tantas,
bueltos rojos corales
los estendidos ramos destas plantas
y perlas transparentes
las cándidas guijuelas destas fuentes.¡Ay!, ven, y a tus oídos,
de mis blandos acentos mensageros,
con cantos no aprendidos (29)
deleiten ruiseñores y silgueros,
aunque sin ti sus cantos
músicas no parecen, sino llantos.Amarilis, tu ausencia
cubre quanto se ve de infausto luto,
porque sin tu presencia
no da la rosa olor, sabor el fruto.
Sal, pues, divino Fevo,
contigo el campo cobrará ser nuevo. /23/
Hallávase Menandro al fin destos versos contemplando en la hermosa causa dellos, cuya dulce memoria dexó sus potencias ligadas, turbados sus sentidos y sin movimiento sus ojos, y, no le pareciendo lícito participar de aquella conversación alegre, triste para él por carecer de su amada, llamando a Damón, se apartó con él a un pequeño bosque, compuesto de differentes árboles tan juntos y acopados que jamás tocó en su suelo rayo de sol ni fue pisado de planta de animal. Aquí, pues, sentados los dos, Menandro rompiendo en parte el hilo de su profunda melancolía y previniendo la voz con un tierno suspiro, con Damón començó a discurrir en esta forma:
-Dime, pastor forastero, si la violencia de amor obra en tu tierra como en la nuestra, y si allá, como aquí, rinde y sujeta los rebeldes a sus leyes, si abrasa miserables pechos, si llega a tener mando y señorío sobre las almas, si tiraniza aquellos vasallos como éstos y si le acuden con el mismo tributo de lágrimas y suspiros.(30) Dame a entender si entre vosotros usa de iguales medios, trato, condición y correspondencia.
Damón, que, como rezién venido, ignorava la felicidad amorosa con que Menandro adorava la incomparable belleza de Amarilis, conociendo amor en él y no el objeto en quien le tenía /24/ puesto,(31) le pareció acertava en persuadirle cobrase la libertad también perdida, representándole la amargura de amor y casi la general inconstancia de las mugeres, instrumentos y armas de su imperio dilatado, y, assí, respondió a lo propuesto:
-Amor reina en mi patria con más auentajado dominio que en otra alguna, porque como sus enamorados pastores igualan a los más entendidos en reconocer la perfeta hermosura, hasta adquirirla sienten, sufren y padecen acidentes grauíssimos. Anda solícito en medio dellos, huyendo quiçá de cetros y de cortes, aquel rapaz desnudo, aquél que muchas vezes fingieron derribava a Marte de la valiente mano la espada sangrienta, a Neptuno el gran tridente con que sacudía la tierra y a Iúpiter los ardientes rayos, y, disfraçado entre la muchedumbre de zagales, assiste donde se juntan para passar en fiestas los días más solenes y, fingiendo ser uno de su esquadra, haze peligrosos golpes. Óyese en aquellas selvas hablar de amor con novedad,(32) su fuerça inspira sentido noble y puro en los pechos pastoriles y pone en sus lenguas sonido dulce y delicado, igualando la desigualdad de los sujetos y haziendo, con gloria y milagro suyo, semejantes a las liras más doctas las çampoñas rústicas.(33) No oluida las /25/ antiguas costumbres de sembrar llamas invisibles y de abrir profundas heridas con el dardo de temple divino. Ya con esperanças anima, ya con desconfianças aquexa, siendo turbador de agena quietud,(34) aparente fantasma, lisongero cruel, astuto tirano, oráculo de mentira, ancho camino de error, templo donde sólo se llora y se suspira, puerto inquieto, vaxel peligroso, engañosa guía, escudo fingido, nido de traiciones, encerrado labirinto, fuente de ira, mortal enemigo de quien le sigue y sirve, calamidad y perdición de las almas. ¡O, quántos entendimientos ciega,(35) quántos abusos introduze, quánto acíbar produze su néctar, quántos inconvenientes resultan de su incauto govierno! Es inventor de tiernos desdenes, de fáciles desvíos, de molestas discordias, de tristes imaginaciones, de amargos lamentos, de lastimosas quexas, de falsas risas, de fingidas alegrías y de verdaderas tristezas; de cuyo carro son los trofeos desenfrenado ardor, ilícitos plazeres, vergüença y menoscabo; en cuya escuela se aprende cómo se siga lo falso y se desampare lo verdadero, cómo se pierda todo juyzio y cómo sea cierto dolor el galardón del más alto merecimiento. Éste enseña cómo los engaños parezcan fieles, cómo el sujeto se robe a sí por entregarse a otro, cómo entre los senti- /26/ dos quede sumergida la razón, cómo donde falta camino se buele con el pensamiento, cómo se arda de lexos y se yele de cerca, cómo se muera en sí mismo por vivir en otra parte y cómo a menudo se dessee cambiar en muerte una ansiosa vida. Iamás en su palacio se sintió hora de tranquilidad ni un instante alivio de pena; antes, en él se halla siempre un eterno olvido de todo bien, predominando allí errores, sueños, visiones, engañosas imaginaciones, perezosas venturas de esperado bien, imágenes y temores de muerte. Amor a rebuelto por momentos el mundo, ni sólo a los que tienen freno de razón mantiene debaxo de mortal odio, mas con más desesperado veneno siembra guerra entre los mismos irracionales. Los tigres combaten entre sí más ferozmente por amor que por aver perdido sus hijos; por amor se persiguen los osos y por él mismo se acometen los leones; por amor pelea el nouillo con su competidor; por amor nace discordia entre los carneros y, frequentando los golpes, oluidan el pasto, y si sucede que la amada ovejuela acoja al vencedor, el vencido, topando reziamente en el tronco de algún árbol, haze a sí mismo dura y desdeñosa offensa.
»Siervo de amor fui un tiempo, no lo niego, mas al cabo abrí los ojos, conocí sus engaños, descubrí /27/ sus peligros y, huyendo dellos, alexé mi voluntad de la suya, de suerte que, atropellando respetos, olvidando sospechas y perdiendo temores, pude sacudir de los ombros el amoroso yugo que los oprimía y romper las cadenas de quien era enlazado, offreciendo al desengaño, guía fiel, la tabla de la nave en que escapé de igual borrasca.(36) Huye, Menandro, huye si acaso estás lastimado, huye del poderoso fuego y arco de oro, no te fíes de aparente belleza, no te ofusque la vista el resplandor de hermosos ojos, no te enlazen doradas hebras, no te encante la dulçura de lengua discreta, no te rinda proporción de graciosos miembros ni te vença o prenda el movimiento y brío de airoso cuerpo: yervas y flores son que encubren ponçoñosos áspides;(37) piélago, al parecer, quieto, mas, navegado, por estremo proceloso. ¡O amor!, llama terrible, yelo abrasador de tiernas plantas y universal talador de lo que encuentra. Mas, ¡o mugeres!, ruina del varonil valor, polilla de su virtud y fama, varias, mudables (38) y embaraçosas, fingidos son vuestros semblantes, vanos vuestros intentos y vuestra honestidad casi no verdadera. Menandro, si de contagio amoroso tienes tocado el coraçón, acude presto al remedio, sírvate yo de aviso, imita mi exemplo, sigue mis pisadas, no derrames lá- /28/ grimas, no formes suspiros, desecha ruegos, no publiques quexas, usa de acciones ásperas, que la muger con el umilde es altiva y con el sobervio umilde. Con rigores adquirirás sus dulçuras, con desvíos ablandarás sus durezas y con desdenes facilitarás los suyos, supuesto casi siempre se acerca a quien della se alexa y huye de quien la sigue.(39) Destierra pensamientos tristes, ocúpate en alegres entretenimientos, no robes el reposo y sueño a tus miembros y ojos, que, gozando assí lo que desseares, vivirás contento.
-Nunca preguntara -dixo Menandro- para aver oído tanto. Damón, ¿qué furiosa ventisca, qué terremoto horrendo a sido éste? ¿Por qué tan de veras procuras aniquilar la grandeza de amor? Agravio hazes a tu aviso y offensa a tu entendimiento en aplicarle tan mal. Cesse tal exceso, reporta, refrena la velocidad de tu lengua remontada hasta donde apenas sube la más alta imaginación. ¡O Amor!, blandos son tus preceptos, fáciles de obedecer tus leyes, dilatada tu jurisdición, gloriosos tus trofeos, solenes tus triunfos, magestuosas tus pompas, dulce el fruto que de servirte resulta, pues para en casto lecho, en quieta habitación y en conservar la generación tan desseada.(40) No arrojas rigurosas armas y tus heridas no sacan sangre a ninguno. Con tu pre- /29/ sencia se sustenta la paz, siendo niño tierno y suave, gracia y concordia de los hombres. Tú rindes ánimos, juntas coraçones, conformas almas divididas, vences a los mancebos y a los ancianos. No son tus obras de rapaz, tu condición no es variable, no te agrada favor inconstante, sino cierta fe senzilla y firme. No es ciego tu proceder, no se deven llamar ciegos los golpes que das ni es ciego nada de lo que pretendes; ves todas cosas con cierta lumbre, conociéndolas con divinos ojos. No tienes que ver con la oscuridad, ni para ti ay lugares que no sean conocidos; tú corres por las tinieblas y buelas con la luz, tú sólo sabes andar las jornadas que nunca viste y en diversidad de caminos no ay senda que no conozcas. Donde reposas hincas raízes, creciendo luego altíssimo y aumentando con diligencia tus riquezas. No tiendes livianas plumas ni mueves alas vandoleras, mas siempre van permaneciendo con firmeza, por cuyos efetos no te devrían llamar niño desnudo y adornado de alas, flechas y arco, sino deidad que ablanda y mueve los fuertes coraçones y con modos differentes regala y enternece pechos endurecidos. Tú riges voluntades, goviernas alvedríos y estableces amistades santas en perpetuos tálamos. Y si en ti se halla daño alguno, trae origen de los /30/ vicios umanos, por quien caen las gentes en excessos con tal violencia que tú solo, sin la virtud, no puedes resistillos. Mas sin ti estuvieran tristes las almas, vagabundos los desseos, ociosas las imaginaciones, toscas las costumbres, incultos los ingenios. Tú los avivas, tú los illustras y de ti reciben perfección. Dime, ¡o tú!, que tan en vano pretendes desminuir el poder deste señor, ¿ay en el mundo criatura que no sea amante? Amantes son las estrellas, las fieras, aues y pesces, todos aman en cielo, tierra, aire y mar. Amor, espíritu del mundo y recreo de las almas, yo soy uno de tus siervos, el más lastimado y el más contento. Dichoso fuego, amable flecha, dulce lazo el que abrasó, hirió y ligó mi coraçón, venturosa la esperança, inextimable el temor con que me alegro y me entristezco, precioso el lugar, el tiempo y modo, dónde, quándo y con qué adquirí título de amante, felicíssima la ocasión que me llevó al lugar donde mi bien tuvo su primera raíz. ¡O bella Amarilis!, honesto y lícito objeto de mi alma, digna de todo honor y respeto, a quien con más razón toca el blasón de hermosíssima que a la turbadora de Grecia, principio y fin del último infortunio de Troya. Quando amor y el femenil vando no tuvieran otra defensa que el escudo de tu divina hermosura,(41) bastava a /31/ romper y dexar vencidas las fuertes armas y esquadrones de sus contrarios. Damón, dame crédito y cree que no me engaña pensamiento enamorado. No pocas vezes nacieron improuisas flores en las partes más estériles que pisaron las plantas de mi querida; y en la mayor serenidad de la noche e visto desamparar el cielo esquadras de temerosas estrellas, corridas de verse deslustradas del resplandor de las suyas; cubrirse el cielo de nuves que amenazavan borrascas y con su vista quedar desechos los nublados y el cielo más sereno que nunca estuvo. Qué te diré del sol y luna, si ambos a mis ojos han offrecido tributo y rendido vassallaje a la pura luz de su rostro. ¿Qué mucho, pues, que yo la adore, si éstos la reverencian? ¿Qué mucho que yo me consuma, si éstos se aniquilan? Ten por cierto no lleva abril tantas ojas, flores mayo, espigas iunio y frutos agosto, quantos afectos encierra mi pecho por su causa. Tantas llamas no tuvo Troya o tiene Etna quantas en mis entrañas se engendran de contino. No miran en sí tantas aguas Hebro y Tajo quantas brotan de mis ojos por su respeto, excediendo mi fe en ser firme a la más fuerte destas peñas y pareciéndome a qualquiera dellas en no mudar propósito. Determino, para confusión de tu discurso /32/ y mengua de tus palabras, llegue a tu noticia el improviso acidente y venturoso modo con que entregué la possesión de mi aluedrío a quien tiene por centro mi alma.
»Burlose un tiempo el Amor conmigo(42) y, porque evitasse ociosidad, mandome empleasse algunos ratos en entretener con músicas y celebrar con versos a las gallardas pastoras de Mançanares, luzes del vno y otro cielo austral. Hízelo assí, resonando por ventura los ecos de enternecidas canciones en las faldas del anciano Guadarrama, por ser vezino suyo el teatro, tenido por octaua marauilla, donde oyeron sus alabanças las bellas Castalia, Marcia, Iulia, Belisa, Lucinda, Leonela, Camila, Aldora, Masilena, Francelisa(43) y otras. Al fin, tras competencias, celos y ausencias, cosas que, a dezir verdad, no me inquietavan por no aver mostrado aún mi casi libre voluntad las fenezas de su afición, passando de una aldea a otra, llegó a mis oydos la hermosura y perfeción de que se hallava dotada la nobilíssima Amarilis, mi prima.(44) Con estrecha clausura, nacida del gusto de los suyos, honrava un corto lugar, donde, sin ocupar el merecido puesto entre señaladas ninfas y mayorales, casi olvidada y sin conocer regalos de esposo, passava sus floridos años. La relación de su belleza y la seguridad del parentesco alen- /33/ taron mi desseo y vencieron difficultades para que determinasse verla. Assí, haziéndola primero participante de mi intención por un zagal mío, partí acompañado de otro y, en llegando al sitio, traté de visitar la nueva aurora encerrada entre indignas paredes. Guardose en todo el devido recato y decoro al sujeto y lugar, y aviéndome hallado indispuesto la noche antes, por tener como ahogado el coraçón en el profundo piélago del plazer que esperava, dilaté para el siguiente día el éxtasis amoroso(45) en que me avía de ver. Vino, en fin, y poniendo freno a los cuerpos una rexa, corrieron la cortina que servía de celaje al soberano luzero. Sentí, Damón, al descubrirle que por inmenso gozo me faltauan las fuerças del espíritu, mis ojos se escurecían y un suave dolor ocupava todas las partes de mis miembros, quedando atónito, deslumbrado y fuera de mí por grande rato.(46) Mas, bolviendo a mi acuerdo, conocí manifestar las almas en sus actos y usos ser divinas y tener de arriba alguna consanguinidad y parentesco entre sí, pues sucede a vezes que a la primera vista conocen su semejante y se encuentran y reciben, alegrándose de hallar su igual en valor y dignidad.(47) Allí los ojos casi usurparon su jurisdición a las lenguas, con ellos hablamos altíssimos secretos, que el mirarse /34/ de los amantes despierta en ellos el vigor descaecido y enciende los coraçones elados por la turbación.(48) Sin duda, estava reservado mi amor para tan soberano objeto, pues se apoderó en un instante de mis sentidos y me dexó hecho esclavo de un casto desseo consagrado a la deidad de sus partes y dotes, siendo qualquier passada afición como rudo bosquexo comparada con la perfeta pintura de la presente. Acudí a visitarla a menudo, causando algún alboroto en las vezinas caserías la novedad y hablar del huésped. Por tanto, la última vez, acelerando las circunstancias de nuestros intentos, nos prometimos el uno al otro solenemente la fe de esposos,(49) con que se escondió el sol que alimentava mi vida. Salimos dichosamente de aquella alteración popular que trató de prenderme, sin que se siguiesse infortunio a tal suceso, que el cielo favorece a los que acomodan sus cosas conforme a su voluntad, aunque no se lo pidan, previniendo muchas vezes a nuestro ruego con gran benignidad. Finalmente, publicándose el caso, sus parientes, por ciertas pretensiones, començaron a estorvar el conforme lazo de Imeneo, pidiendo a nuestros supremos mayorales(50) procediessen contra mí, por lo intentado, con todo rigor. Mas yo, con las alas de los favores recibidos, despreciava quanto /35/ por su ocasión pudiera padecer. Assí, añadiendo continuas quexas a estrechas instancias, fue señalado a mi dueño nuevo albergue de encerramiento y a mí por lugar de prisión,(51) en el que suelo estar sin salir dél, si no es algún día, como oy a este puesto, por hallarme con falta de salud y sobra de tristeza, fundada en los agravios recibidos desde la primera hora hasta el presente punto, en cuyo espacio la luna a mostrado deziséys vezes lleno su rostro.(52) No conocen mis enemigos que las cosas que ordena el cielo, aunque algún tiempo se procuren resistir, al último no se pueden evitar y que, en llegando a provar qué cosa sea amor, es acertado reduzir la voluntad a una casta y moderada templança, como es la que resulta de alegres bodas. Tal es nuestra persecución, cuya aspereza esperamos cessar presto, sufriendo en tanto con dispuesto ánimo su rigor. De un principio avieso suele salir un sucesso felice. Es divino don la umana libertad y podrá ser que el cielo abra los ojos de quien los tiene ciegos con interés y passión, pues no es justo quiera apartar violento poder a los que junta recíproco amor. Ha sido mi querida firme roca a los combates de opuestas persuasiones, permaneciendo siempre en un parecer, que no conoce mudable calidad quien en belleza es norte de la tierra. /36/ Por esso, si bien la ausencia engendra miedo y cuydado en las almas enamoradas, yo me gozo ausente, seguro de lo que temen otros. No niegues, pues, Damón, quedar vitorioso amor con sola esta historia y también con sola ella realçado y defendido el ser femenil. Por tanto, muda propósito, ama a digno sujeto y pierde la libertad como sea bien perdida.
Estuvo Damón atentíssimo y casi sin pestañear al discurso de Menandro, causándole admiración la afición correspondiente de los dos amantes y la calificada fineza de su amor. Assí, ya mudado y arrepentido del error que al principio cometió con su adverso dezir, respondió:
-Valeroso mayoral, digno por únicos merecimientos de ser amado con igual determinación, yo me confieso rendido y desde oy procuraré consagrar al amor los despojos de mi libertad. Vuestro suceso solo sublima su cetro y entroniza sus trofeos. Iamás se vio ni oyó fidelidad de amor que iguale a la de ambos. Vivid, almas gloriosas, en conforme lazo largos siglos y vuestros nombres esculpa en firme diamante la que roba al tiempo las obras de los umanos.(53) Conviértase en vozes todo el aire para alabaros, toda el agua en tinta para escriviros, todas las ojas de los árboles en papel para celebraros y para pintaros se corten todas /37/ las plumas de las aves. Resistid en vuestro naufragio, que presto se descubrirá el puerto de vuestra felicidad. Pierda la pena conocida sus bríos con vos, porque la adversidad que viene sin pensar es intolerable, mas la que se descubre primero se lleva mucho mejor, supuesto en aquélla, turbado el entendimiento y ciego con el temor, no se osa determinar, y en ésta, la costumbre y conocimiento della haze se resuelva en razón. La dilación truxo muchas vezes consigo grandes medios de esperança y salud, produziendo muchos prósperos sucesos que los hombres no alcançarán con todo su saber y consejo. Los grandes negocios requieren grande sufrimiento y las cosas cuyos principios enredó la fortuna se han de acabar y lleuar a fin con más largos rodeos. Tu razón vozea, poderosos la oprimen, éstos se aplacarán con ruegos. De la manera que el oro en el fuego, assí la fe se afina con el dolor, que sin rigor no puede mostrar su fortaleza la constancia amorosa, y al precio que te costare tan rico tesoro estimarás después su possesión.
Mientras Damón dezía esto, avía Menandro sacado del pecho un papel que tenía escrito para embiar a su Amarilis y, quiriéndole comunicar con él, se le començó a leer, siendo esto lo que contenía: /38/
Menandro a AmarilisA ti, que dexas el día
con mirarle más luziente,
tu amante, tu firme ausente,
estos renglones embía.Deleita tu vista y tanto
tu voz regala el oído
que turba qualquier sentido
como poderoso encanto.Y assí tu merecimiento
a las palabras excede,
que procura, mas no puede,
ponderarle el pensamiento.A plantas, yervas y flores
y a lo perfeto que veo
te comparo, y el empleo
contemplo de mis amores.Sin ti qualquier recreación
no me alegra, y para mí
lo que no es pensar en ti
es triste imaginación.Mas, aunque de ti me aparte
la distancia del lugar,
nadie me puede quitar /39/
la gloria de contemplarte.Donde quiera que me veo,
por lexos que de ti sea,
ordena amor que te vea
con los ojos del desseo.(54)Y sírveme de consuelo
en esta esquiva prisión
ir con la imaginación
a recrearme en tu cielo.En el alma que te di
tanto puede mi desseo
que, no te viendo, me veo
más contigo y más sin mí.Tengo por dichosa suerte,
siguiendo tan alto intento,
prisión, soledad, tormento,
suspiros, ansias y muerte.De los ojos corporales
salen juizios inciertos
de bienes en mí encubiertos
con aparencias de males.Es pena y es maravilla
la pena de mi tormento, /40/
que me produze contento
quando a otros da manzilla.De pesares se sustenta
triste el cuerpo, y los sentidos
están al dolor rendidos;
sola el alma está contenta.Verme morir te lastime,
y si te precias de mía,
tu alma, señora, embía
para que mi cuerpo anime.Tengan mis ruegos efeto,
contigo tal bien acaben,(55)
pues se sabe que no caben
dos almas en vn sujeto.Mal dixe, pido perdón,
una es la mía y tuya,
de cuya verdad se arguya
que dos almas una son.Ya, con vínculo divino,(56)
una y otra amor enciende.
¿Quién apartarlas pretende,
si las enlaza el destino?Presto d'Astrea(57) el rigor, /41/
¡o mi querida!, hará pausa,
que se juzga nuestra causa
sólo con leyes d'amor.En tanto, Amarilis noble,
raro exemplo de hermosura,
ya qu'eres mirto en blandura,
imita en firmeza al roble.
Pareciéndoles hora de bolver a la conversación, hallaron avía nacido en aquel punto una differencia entre los pastores sobre la poesía, despreciada y abatida de algunos, llamando a sus profesores ociosos y perdidos, y de otros alabada y encarecida, dando a sus deuotos títulos de discretos y virtuosos. Y visto por Menandro del modo que altercavan divididos en pareceres, pidió a Clarisio publicasse el suyo, sabiendo quedaría con él diffinida aquella controversia en razón del crédito de sabio que tenía acerca de todos. El qual, por obedecer a Menandro, començó assí:(58)
-De la poesía, don celestial y divino furor,(59) son inventores naturaleza y arte. Nace el poeta, y quien no nació para serlo, con arte sola lo pretenderá ser ásperamente, porque sin la naturaleza el arte vale poco, como también poco naturaleza sin arte. Mas, concurriendo ambos, proponiendo naturaleza y disponien- /42/ do el arte, salen acertadas sus obras.(60) Bien sabido es quál aya de ser el proprio instituto de la poesía y, assí, sólo diré que hallándose presa el alma en la cárcel del cuerpo y no pudiendo por otro instrumento que la lengua descubrir su saber, perfeción y hermosura, parece halló esta graciosa invención de hablar, esta traça de discurrir y este dulce modo de formar concetos. La prosa quando quiere acaba, mas la poesía tiene su límite, a de llegar a él y no pasar dél. Abraça las artes liberales y las otras ciencias de que a menudo se vale, pues para ser perfeta a de ser el poeta general en ellas o, a lo menos, posseer los principios de todas. Parécese en mucho a la deleitosa pintura y en mucho es más excelente, porque aquélla carece de lengua y ésta la tiene dulcíssima con que deleita, atrae, enternece y suspende, explicando con palabras sucintas altíssimos pensamientos. Súbese a vezes a la mayor altura, internándose en las maravillas y grandezas del Criador; toca otras vezes el cóncavo de la tierra, revelando sus ocultos secretos y prodigios; imita y refiere el asomar y trasponer del sol y de la luna, las tinieblas y orror de la noche, la hermosura del cielo, vista, resplandor, dones y calidades de sus estrellas; figura montes, selvas y prados, sus árboles, yervas y flores, fuentes, arroyos /43/ y ríos; descrive largos viages de mar y tierra, désta los peligros y de aquél las borrascas; da a conocer prouincias y naciones remotas, sus trajes y costumbres.
»Sócrates llamó a la belleza tiranía de breve tiempo; Platón, privilegio de naturaleza; Teofrasto, engaño callado; Teócrito, daño deleitoso; Carnéades, reino solitario; Domicio, cosa agradable; el filósofo,(61) irreparable violencia, y Homero, divino don. Pues todos estos epítetos y atributos no llegan a los infinitos, elegantes y nuevos que cada día inventa y halla la discreta poesía. Ella cubre defetos y descubre gracias, vence rebeldías de severos, rinde altivos, pronuncia requiebros, forma quexas, revela afectos, celebra efetos, aviva remisos, compone descompuestos, avisa descuidos, acuerda servicios, pide premios, lamenta agravios, estima fauores, haze llorar y reír, temer y esperar, altera, aplaca y, en fin, por secreto camino infunde en las almas ya tristeza, ya alegría. En discursos graves, en assumptos célebres, ¿quién mejor propone, discurre, platica y aconseja? ¿Quién mejor mueve ordenanças de cauallos al son de trompetas o esquadras de soldados al ruido de atambores? ¿Quién mejor esparce al aire vanderas, forma esquadrones, sitia y combate? ¿Quién mejor dispone y soleniza assaltos, batallas, vitorias, trofeos y /44/ triunfos? Es gran celebradora de hazañas, incita a que se imiten heroicos hechos, conserva memorias de magnánimos príncipes y capitanes, acuerda pérdidas o conquistas de reinos, glorias y felicidades de monarquías, destroços y fuegos de antiguas o modernas ciudades, es prudente en la paz, sabia y prevenida en la guerra. ¡Quán bien entre el ruido de las armas mezcla amorosos sucesos, cuyos alegóricos fines quán bien auisan! Deleitando, aprovecha(62) y, a su gusto, lleva por donde quiere agenas voluntades y pensamientos. Con ella se alivia la molestia de otras ocupaciones, artes y exercicios. Las sienes de sus profesores fueron y son coronadas de laurel, ornato y premio de césares.(63) Toda es buena y en nada mala, aunque a vezes los moradores de ciudades hazen se ocupe indignamente en lascivos concetos y torpes lisonjas.(64) Ha de ser libre y severa reprehensora de faltas y vicios, offreciéndose a sujetos inclinados a ella, porque sea conocida y estimada. Deve el que la profesare, con paciente continuación, aplicar todas las fuerças de su entendimiento y dexarse provocar generosamente de aquel sagrado furor. Su cuidado a de ser, lleno de ardiente espíritu, añadir nervios a la pluma y hermosear con prolixidad las plantas de su ingenio para que vayan cre- /45/ ciendo como árboles, cultivándolas con el plomo de la concordia, con la tierra de la freqüentación, con el hierro de la fatiga, con el rozío del sudor, con la lluvia de la tinta, con el sol de la vigilia y con el aire de la templança, porque los frutos que se cogieren aventajen en altura los pinos, en belleza los mançanos, en olor los bálsamos, en dulçura las palmas, en delicadeza los cipreses, en verdura los laureles, en utilidad las vides, en religión los inciensos, en incorruptibilidad los cedros y en excelencia las mirras.
»¡O dulces, o durables, o copiosos frutos los de la divina poesía prosiguía Clarisio, puestos los ojos en el cielo como transportado, cuyas obras, con artificio compuestas, con ventura dedicadas y con gracia recibidas, son las proprias y verdaderas riquezas del mundo! Riquezas proprias y verdaderas no son las piedras de valor, las mercadurías costosas, las naves voladoras, los metales ricos, los vestidos preciosos, las villas grandes, los palacios sumptuosos, los criados nobles y el innumerable ganado, sino las obras de los doctos, como la miel de las avejas y la seda de los gusanos. Las piedras preciosas son presa de ladrones; las mercadurías, despojos de cosarios; las naves, juego de los vientos; los metales, lugar del moho; los vestidos, manjar de /46/ polilla; las villas, blancos de tempestades; los palacios, burla de terremotos; los criados, sospecha de huida; y los ganados, cebo de peste. Mas las obras compuestas con las preminencias requisitas, la tierra se abra, el mar se alborote, túrbese el aire, rebuélvase el cielo, intactas y seguras quedarán entre tantas ruinas, y el agudo diente del tiempo, que calladamente lima fortíssimos hierros y roe duríssimos mármoles, con maravilla de sí mismo, no podrá limar ni roer sus delicadas ojas, antes las plumas con que se escrivieren no parecerán quitadas a cisnes, sino arrancadas de las alas del mismo tiempo, para que en cosas semejantes cese su buelo, acostumbrado a borrar la memoria de toda cosa umana. De piedras abundó Polícrates;(65) de mercadurías, Paris;(66) de naves, Minos;(67) de metales, Creso;(68) de vestidos, Atalo;(69) de villas, Lúculo;(70) de palacios, Nerón; de criados, Xerxes;(71) y de ganados, Aristeo.(72) Mas todas estas cosas se han enagenado mil vezes con ventas, contratos, permutas y donaciones, dexadas por testamento y passadas por mil herederos, de tal manera que, si acaso se hallan en ser aora, no se llaman ni son de sus primeros posseedores ni de sus hijos o nietos; mas la Ilíada de Homero, la Eneida de Virgilio, la Tebaida de Estacio y la Farsalia de Lucano, después de /47/ tantos años, se llaman aora y se llamarán siempre destos primeros autores y primeros inventores. Éste es aquel patrimonio solo que no puede ser robado, no puede ser destruido, no puede ser enagenado y no puede ser heredado; esta cosa sola con razón se llama nuestra. Éstos son los bienes que consigo llevava Solón(73) y saliendo de la patria dezía lleuar todo lo que era suyo. Las piedras se encaxan en los anillos, las mercadurías se cargan en las naves, las naves se fían del mar, los metales se esconden en los cofres, los vestidos se alçan en las arcas, las villas se dexan al descubierto, los palacios se dan en guarda a los criados, los criados se van por el mundo, los ganados se dexan pacer por los montes; mas las obras doctas se ponen y se guardan, no sólo en el cofre de los ungüentos de Darío, donde Alexandro tenía las obras de Homero,(74) sino en la más noble parte, más secreta y más delicada del hombre, que es la memoria. Destas obras se coge vna nueva y perpetua vida, de manera que, quando se llegue la muerte, se conseguirá la immortalidad;(75) quando los tales pierdan la vista y el oído, entonces serán vistos y oídos en todas las partes de la tierra; quando estén sin gusto y no puedan pasar bocado, entonces serán sustento de in- /48/ genios sutiles; quando cierren la boca, entonces hablarán siendo leídos y hablarán también las naciones dellos; quando les falte el vigor de las manos, ya flacas y caídas, las manos de los pueblos los andarán reboluiendo; quando sean metidos debaxo de la tierra, entonces se leuantarán sobre los aires; quando parezca que están encerrados en el corto espacio de la sepultura, andarán por la redondez de la tierra; quando en ella estén roídos de gusanos, serán libres de los de la embidia; quando sea consumida su carne, entonces serán alabados de las lenguas de los hombres; y quando estén sus huesos convertidos en polvo y ceniza, della se levantará la llama de su gloria. Levantáronse del fuego Aviola, Celio, Tuberón, Corfidio y Gabieno,(76) mas boluieron después a la muerte. Sólo los partos del ingenio sacan a su dueño del sepulcro eternamente. De su fuego y poco después de su muerte renace la abrasada Fénix para vivir más siglos, y los nuestros, dictando y componiendo, renacen y dan a sus nombres perpetua vida. Si es cosa fabulosa la transformación de Perseo, Cefeo, Casiopea y Calixto en estrellas,(77) no es fabuloso dezir se mudarán los tales en estrellas después de su muerte y con sus dulçuras y elegancias influirán nuevas virtudes en los que las leyeren y, assí, jamás mori- /49/ rán.
»Ármese, pues, Turno de duro hierro, que de qualquier manera será muerto de Eneas; cúbrase Héctor de fuerte escudo, que de qualquier manera será alanceado de Aquiles; rodéese Aquiles de pellejo impenetrable, que, al fin, será saeteado de Paris; mas ellos, armados de papel delgado, estarán seguros, no sólo de las armas de sus enemigos, mas de la guadaña de la muerte. Esté la yedra siempre verde, el mirto, el ciprés, el cedro, la oliva, palma y laurel,(78) que con más viva y larga frescura reverdecerán ellos en sus escritos. Según la diversidad de los climas, una gente tiene el día de tres horas, otra de seys, otra de doze, otra de deziocho y otra de seys meses continos, mas ellos sin noche tendrán su día de largos siglos. Las noches que velaren se bolverán días de gloria; las luzes a que escrivieren se bolverán rayos de honra; su cera, miel de gracia; la tinta que gastaren se transformará en lluvia sobre las alas del tiempo y de la fama. Ésta busca Eróstrato quemando el templo de Diana en Éfeso,(79) y ellos la alcançarán con fabricar templos de poemas a magnánimos sujetos. Otro la piensa conseguir enseñando los páxaros que por las selvas vayan llamando su nombre, y ellos la conseguirán con publicar obras intituladas de los suyos. /50/ Por una corona de oliva que se le caen las ojas, los más valerosos de Grecia se exercitavan en los Juegos Olímpicos, instituidos en honor de Pélope;(80) por una corona de laurel que se marchita, trabajavan en los Juegos Pitios, ordenados en honra de Apolo;(81) por una corona de apio que se seca, sudavan en los Juegos Nemeos, hechos en memoria de Arquémoro;(82) por una corona de pino que se deshaze, se fatigavan en los Juegos Ystmos, hechos en gloria de Neptuno,(83) y ellos se exercitarán, trabajarán, sudarán y se fatigarán en la loable ocupación y exercicio de las Musas por una diadema de fama eterna que los hará bolar del oriente al ocaso mejor que Dédalo con sus alas, Perseo con su Pegaso(84) y Medea con su carro. Esta fama les hará conocer de los remotos, dessear de los cercanos, mirar de los ciegos, alabar de los sabios y honrar de los que no los avrán visto ni conocido jamás. Esta fama hará que los amigos procuren hazérseles más amigos presentándoles dones, como Alcibíades presentó a Sócrates;(85) que en sus necessidades les ayuden con dineros, como Pomponio Ático(86) ayudó a Cicerón; que sus enemigos los alaben, como Esquines alabó a Demóstenes;(87) que guarden y reverencien sus casas, como Alexandro en el cerco de Tebas /51/ guardó las de Píndaro;(88) que las damas se enamoren dellos, como la hija de Augusto se enamoró de Ovidio, celebrada con nombre de Corina;(89) que los hombres, por qualquier dinero, los compren para sus maestros, como Demócrito compró a Diágoras siervo;(90) que les levanten estatuas, como Aristóteles levantó a Platón; que las ciudades peleen por llevar la gloria de aver nacido en ellas, como las siete ciudades más nobles de Grecia, por querer cada una ser la patria de Homero;(91) que guarden por memoria las casas donde uvieren vivido, como Arezo las que vivió el Petrarca niño y Mantua las que vivió Virgilio en Piétole, aldea suya; que les den públicos dones, como Vicencia a Sabélico(92) y Atenas a Demetrio Falereo;(93) que les den salarios y rentas, como Roma a Quintiliano;(94) que los levanten a mayor dignidad, como Roma a Cornelio Galo;(95) que les dexen las llaves de las ciudades, como Atenas a Zenón;(96) que combatan por tener sus huesos después de muertos, como Florencia por tener los del Dante;(97) que las más principales repúblicas les den suma honra, como Venecia al Petrarca;(98) que los pueblos les favorezcan, como los de Çaragoça a Eurípides;(99) que hablando con ellos no se atrevan a hablar, como recitando Roscio(100) no se atrevían a mover la lengua los romanos; /52/ que celebren su nacimiento, como los romanos celebravan el de Virgilio; que les hagan obsequias y sepulcros, como los citas a Ovidio;(101) que los señores les den libertad, como Pompeo la dio a Leneo;(102) que los rescaten con la propria hazienda, como Aniceto(103) rescató a Platón; que no osen llamar a sus puertas por no estorvarles, como Pompeyo no osó llamar a las puertas de Posidonio;(104) que les den tantos escudos como versos uvieren compuesto, como el hijo de Antonio Severo dio a Opiano;(105) que se les hagan tributarios, como Marco Antonio a Anasenor;(106) que metan en los sepulcros sus imágenes, como Cipión Africano la de Enio;(107) que con ruegos y dones los lleven a sus casas, como el rey de Egyto a Nicandro;(108) que se les hagan familiares, como Arquelao(109) a Eurípides; que se alegren de tener hijos en su vida, como por Aristóteles se alegró Filipo de tener a Alexandro;(110) que les den dones extraordinarios, como dio el rey Tolomeo a Cleombroto;(111) que perdonen por su causa las ciudades, como Alexandro perdonó a Lampasco por Anximenes;(112) que los emperadores rompan las leyes por su causa, como por la Eneida, de Virgilio, contra su testamento las rompió Augusto;(113) que los lleven por compañeros en sus carros triunfantes, como Trajano llevó a Dión;(114) que los coronen, /53/ como Domiciano coronó a Estacio;(115) que los reciban por consejeros, como Marco Antonio recibió a Iunio Rústico;(116) que los dexen tutores de sus hijos y governadores del Imperio, como Constantino dexó a Libanio;(117) que los más sobervios tiranos embíen y salgan con umildad a recibirlos, como Dionysio embió y salió a recibir a Platón;(118) que les consagren templos, como Falaris a Eliesícoro;(119) y que espanten sus enemigos, como Apolo espantó los enemigos de Arquíloco y Baco los de Sóphocles.(120) Ninguno, pues, se atreva a la deidad desta soberana reina, todos la veneren, todos la sigan, exercitándola a menudo para posseer, con su ocasión, varias ciencias, virtud perfeta, riqueza verdadera, vida perpetua y fama immortal.
Assí concluyó el respetado Clarisio, a quien Menandro, con umano semblante, dixo:
-Bien defendida, ¡o prudente pastor!, dexaste la divina poesía. Bastava ser tú de su parte para quedar vitoriosa. Dichosos nosotros mil vezes, pues sin salir destos estrechos límites ni buscar con sumo trabajo, como los filósofos antiguos de Italia y Grecia, quién a los druidas de Francia, quién a los rabinos de Iudea, quién a los sacerdotes de Egyto, quién a los magos de Persia, quién a los bracamanes(121) de la India y quién a los ginosofistas del Orien- /54/ te,(122) para aprender nuevas ciencias, escuchamos de tu lengua Priscianos, Livios, Virgilios, Parménides, Demóstenes, Pitágoras, Euclides, Boecios, Tolomeos y Aristóteles. Verdaderíssimo es lo referido por ti en alabança del poético tesoro. Con la fuerça de tus razones se hallan sin vigor las contrarias. Bien grosero será qualquiera del vando opuesto que no se confesare vencido. Ya todos, según de su aplauso comprehendo, le quedan aficionados con todo extremo.
-Tratad más bien, ¡o ínclito mayoral! -respondió Clarisio-, a quien se conoce falto de toda ciencia y prudencia; a quien fuera justo uviera callado por no imitar, como a hecho, a aquellas importunas cigarras, cuyo áspero canto en el presente ardor enfada a quien le oye, callando los páxaros de sonora voz y música regalada. Hame sucedido lo que acontece en los vasos, que los vazíos, quando los tocan, resuenan, y los llenos no tienen sonido; o lo que en los bosques, por donde los mercaderes ricos caminan callando por miedo de ladrones y los pobres van a vozes cantando. La magestad del sujeto me incitó a romper la determinación de mi silencio. He sido caracol que pasa su vida mudo hasta que puesto al fuego chilla. También pasara yo callando, mas prouocóme el ardor del nuevo desseo de que todos conserven el deco- /55/ ro devido al assumpto que se ha tratado.
En esta forma se entretuvieron hasta que el sol dio muestra de esconder sus rayos, por lo que, teniendo fin la conversación, partieron los pastores a buscar sus albergues, y Menandro con Damón y sus zagales al sitio de su prisión, gustando el gallardo mayoral de favorecer y amparar al agradecido forastero que, por serlo, carecía de habitación. Acompañaron Meliseo, Cintio, Sileno y Olimpio a Elpina, Elisa, Flori y Amaranta, no consintiendo esto Tarsia a Felicio, sino admitiendo en su lugar a Danteo, de quien, por ser grandes amigos, no avía qué recelar. Partenio se fue con Dinarda y Clórida, siguiendo los demás las venerables canas de Clarisio y Rosanio.
Por el camino pidió Clórida a Partenio recitasse a Dinarda los versos que compuso quando se fue a Arcadia, despidiéndose de quien amava. Y él, que tenía por buena suerte traer a la memoria qualquier particular que le uviesse sucedido con Antandra, dio principio en esta forma:
PartenioSi el dolor de morir, qu'es tan temido,(123)
tal es que iguale mi dolor terrible,
sienta todo mortal aver nacido. /56/Mas la pena de muerte es apazible
con mi pena, y la suya, aunque crecida,
es de menos rigor, es más sufrible.La Parca al cuerpo el hilo de la vida
corta, mas si su bien dexa el amante
es forçoso qu'el alma se divida.La parte más secreta en el semblante
de lo amado se queda. Con su mano,
lo incorpóreo el amor rompe al instante¿Que la luz de tu rostro soberano
pueda un punto perder, ¡o prenda hermosa!,
perder el bien que con mirarle gano?¡Ay, día infausto! ¡Ay, hora temerosa,
que tal será llegada la partida,
si esperada no más es tan penosa!Muerte, no llegue a ver tal despedida,
y si está mi partir ya destinado,
antes que parta el pie parta la vida.Quede el mísero cuerpo sepultado,
porque, sin dividirse, el alma entera
habite el pecho de su dueño amado.¡O fortuna mudable! ¡O suerte fiera! /57/
El sol apenas vi quando, inclemente,
al día sucedió noche ligera.Lexos de vos, si puedo estar ausente,
copioso llanto y triste pensamiento
han de ser mi sustento eternamente.Y si al llanto robare algún momento,
el sueño, por piedad, con la hermosura
que pierdo, ¡ay, triste!, alivie mi tormento.Mas tal consuelo en vano se procura.
¿Cómo el sueño, amador de sombra fría,(124)
podrá fingir belleza ardiente y pura?Pintar umano ingenio no podría
belleza soberana. Afrenta el arte
esta diosa, que adora el alma mía.El capitán de estrellas, quando parte,
rayo no muestra en sí tan luminoso
que pueda, ¡o luz puríssima!, igualarte.Más bella aurora y rayo más vistoso
aclara mi turbado pensamiento,
sin quien lo más luziente no es hermoso.Estrellas donde amor tiene su assiento
feliz, si un bien de vos mi alma adquiere /58/
antes de ver tan duro apartamiento,quando alguno mi muerte os refiriere,
una perla no más dexad vertida
en la parte infeliz donde estuviere
el triste tronco de quien fuistes vida.
Con acentos tan lastimosos repitió Partenio su elegía que a los ojos de Clórida acudieron lágrimas repentinas y, por ventura, alguna centella de piedad al coraçón de Dinarda, que casi con risa dixo:
-Singular artificio descubren los hombres en sus palabras para atraer con ellas a su voluntad las simplecillas zagalas. Siempre lloran, siempre se quexan y siempre están muertos. Dichosa quien cerrare los oídos al encanto de su fingida dulçura, no dando crédito a la malicia varonil que se encierra en ella.
-Participan -respondió Partenio- tus razones de la aspereza de tu pecho, bien publican ser hijas suyas. Tu esquiva condición no admite verdades amorosas. Allá en las ciudades solamente se professan engaños en el dezir; en sus tribunales, escuelas, plaças y academias, se habla con la sutileza de la Lógica y artificio de la Retórica,(125) y las palabras se alexan de la intención, teniendo differente sonido; mas en los campos, las lenguas pronuncian lo que sienten los coraço- /59/ nes, sus galas son natural bondad y llaneza, vistiéndose de sola el alma. Pudiera a este [propósito] mover con presteza las tardas ruedas de mi entendimiento y lengua, alentado de la copia que se me avía de offrecer; mas por parecerme escusado y aver llegado ambas a vuestras casas, me daréys licencia para que vaya a la mía.
Con esto se fue Partenio, y sentada Clórida al umbral de su vezina Dinarda, casi sentida de la incredulidad que avía mostrado a las ternezas del pastor, començó a mover con ella igual plática:
-En fin, Dinarda, ¿querrás pasar lo más precioso de tu edad sin lícitos plazeres? ¿No oirás el dulce nombre de madre ni te verás rodeada de tiernos hijuelos? ¡Quán desabridos entretenimientos son los tuyos! ¡Quán desabrida tu vida en todo, que si aora te agrada es por no aver provado otra! Assí, la gente que habitó primero el mundo casi como simple criatura tuvo por dulce y buen mantenimiento agua y bellotas;(126) mas ya uno y otro es bevida y manjar de animales, por ser puestas en uso ya uvas y trigo. Si por ventura una vez siquiera gustasses qualquier mínima parte del contento que goza un amante coraçón quando es amado recíprocamente, sé que arrepentida, con más de un suspiro, dixeras: «Piérdese todo el tiempo que no se gasta en honesto amar. ¡O mis /60/ passados años! ¡Quántos silvestres y solitarios días, quántas prolixas noches hallo aver consumido en vano, que pudiera ocuparlas en ratos y passatiempos amorosos!.»(127) Muda, simplecilla de ti, muda de intento, mira que no te entiendes, mira que importa poco arrepentirse tarde.
-Siga otra -respondió Dinarda- los contentos de amor, si puede ser que en el amor aya algún contento. Yo gusto desta vida, mi deleite es la libertad. Veo se consumen miserablemente essos ciegos, essos vanos, que con zelo impuro consagran altares a la ciega y vana deidad de quien los atormenta. Quando yo, entre suspiros, arrepentida, diga las palabras que por tu gusto finges, el hambriento lobo huirá del cordero y el lebrel de la liebre, el oso amará el albergue del profundo mar y los delfines el de las secas montañas.(128)
-Conozco -replicó Clórida- la esquivez de la juventud. También e sido del metal que eres aora; también gozé de gentileza, de rostro hermoso, de rubios cabellos; también tuve, como tú, de púrpura los labios y en las llenas y delicadas mexillas, en la forma que tú, mezclada la rosa con el jazmín. Acuérdome que solamente era mi gusto, y qué gusto tan simple, componer las redes, armar con liga las matas, dar nuevos filos al dardo y acechar en el bosque las cuevas y plantas de las /61/ fieras. Si alguna vez era mirada de amante enternecido, bolvía la vista llena de rustiquez al suelo con desdeñosa vergüença, desagradándome entonces tanto la hermosura quanto agradava a otros, como si fuera culpa y deshonra mía el ser vista, querida y desseada. Mas ¿qué no pueden las alas del tiempo? Y ¿qué no puede alcançar un importuno y fiel amante con largo seruir, merecer y suplicar? Confieso que fui vencida, y fueron las armas del vencedor umildad y contino sufrir, acompañado de llanto, suspiros y ruegos. En suma, mostrome entonces la sombra de una noche corta lo que en largo tiempo no me avía mostrado la luz de mil enteros días, y dixe alegre: «Cintia,(129) desde aquí renuncio vozina, arco, aljava, flechas, exercicio y vida, que con casarme me dedico a otra mejor.» Assí espero también llegará amor algún día a domesticar essa tu condición áspera, ablandando el intratable coraçón de azero que encierra esse pecho.
-Clórida -dixo Dinarda-, o calla o hablemos de otra cosa, si pretendes que te responda. Yo nací para no amar.(130) Amor es mi enemigo y en no provarle alcanço vitoria dél. Copiosas son las esquadras de sus vassallos, resultarale poca gloria de que yo siga sus vanderas y más aviéndole tenido por contrario desde que me conozco.
-¡O, qué sobervia y desa- /62/ pazible rapaza! -añadió Clórida-. Dime, ¿acaso juzgas por enemigo al carnero de la oveja o al toro de la vaca? ¿Juzgas por contrario de la tortolilla(131) a su caro esposo? ¿Juzgas por tiempo de enojo y enemistad la primavera presente, que alegre enseña a amar? ¿No adviertes cómo en este tiempo están enamoradas todas las cosas de un amor agradable, lícito y provechoso? Mira aquel palomo(132) con qué dulces caricias y arrullos besa a su compañera; oye aquel ruiseñor, cómo cantando salta de un ramo en otro, effeto de amoroso ardor; la culebra, si es que no lo sabes, dexa el veneno y corre fervorosa al amante; siente amor el tigre, ama el león.(133) Tú sola, más fiera que las fieras todas, no le admites en tu pecho. Mas ¿para qué truxe exemplos de tigre, serpiente y león, que tienen sentimiento? También aman los árboles y plantas. Mira con quánto affecto y con quán repetidos abraços se enlaza la vid al olmo,(134) su marido. Ama un mirto a otro, un sauze a otro sauze, arde una haya por otra; aquella grande enzina, que a la vista parece tan silvestre y áspera, suspira y siente también amoroso fuego. Y si por ventura tuvieras sentido de amor, entendieras sus quexas mudas. ¿Has de ser tú para menos? ¿A quándo aguardas? Nuestra vida es cortíssima y tanto somos amables quanto /63/ parecemos hermosas. No desprecies mi consejo y, antes que llegues a la miseria común, procura no se pase en vano y se malgaste el abril de tu edad, que tras la vejez, estorvo inevitable de la umana pintura, se seguirá aún en vida un olvido de tu memoria que te sepulte en las de todos.(135) Renaciendo, los años restauran lo que en su ancianidad padecen; mas si se pierde una vez la juventud umana, jamás buelve a reverdecer. Sigue, pues, mi parecer, endereçando tu inclinación a la quietud que nace de alegres bodas, salvo, con todo, qualquier desseo o promesa que uvieres hecho de seguir el exercicio de Diana.
-A lo que imagino -dixo Dinarda-, más presto por tentarme que por publicar de veras lo que sientes, has discurrido de essa manera. Firme defensa tiene el amor en ti, mas no le aprovecha conmigo. Son tus acentos eficaces, mas débiles combatientes con quien profesa tener el alma como inexpugnable castillo.
-Tú desprecias -prosiguió Clórida- mi parecer y juegas con mis palabras. ¡O en amor sorda tanto quanto mal entendida! No te dobles. Tiempo vendrá en que con muchas veras te arrepientas de no aver seguido mi consejo, tiempo en que irás huyendo de las fuentes donde aora te deleitas, de miedo de no verte ya tan fea y arrugada. Ni sólo te sucederá esto, mas, /64/ en razón de aver con tu vana hermosura afligido a tantos, quiera Dios goze quietud tu alma quando se viere desatada del cuerpo. Quiçá no es del todo vano lo que fingió la antigua gentilidad: aver allá, donde los hornos de Aqueronte(136) arrojan de sí humo abominable, parte en que con eterno tormento de llanto y espantosas tinieblas se hallan castigadas las mugeres que, ingratas y rebeldes, causaron con su belleza desasosiegos en el mundo. Aguarda, pues, se apareje allí albergue a tu fiereza y ser justo saque el humo llanto de unos ojos de quien la piedad jamás lo pudo sacar.
-Graciosos sueños -respondió Dinarda-. Espanta con essas fábulas a quien menos entendiere. Mientras viviere e de conservar la pureza de mi alma y castidad de mi pecho, consagrada, como tú apuntaste, a la reina de las selvas, a la diosa de sinceros coraçones, a la luz más hermosa de las estrellas,(137) a la casta Diana que, llevada de blancos ciervos, da vida y hermosura a los montes; a quien, habitando las cumbres de Erimanto o pisando las riberas de Eurota, adoran pintadas Napeas;(138) a quien con ligero correr fatiga y alcança los corzos y a quien con poderoso venablo derriba leones, osos y iavalíes, librando los bosques de su terror.
Cessaron con esto, porque la noche avía con sus sombras deslus- /65/ trado del todo la hermosura de las cosas, [y] recogidas en sus moradas alimentaron los cuerpos de sustento y descanso. Éste huía del fatigado Felicio, que inquieto por el passado disfauor en ninguna parte reposava. Assí, eligió por remedio desamparar las paredes de su casa y salirse donde tuviera la yerva por assiento y por techo las celestiales esferas. Y contemplando lleno de oscuridad el grandioso alcáçar de los mortales, a solas, por desfogar su passión, hablava desta manera:
-¡O noche! Tú que templas la sequedad del día, humedeces el ayre y fecundas la tierra; tú que sosiegas las penas de los afligidos umanos, produziendo ocio a sus cuidados y pensamientos; tú que de tus alas sombrías viertes silencio, sin cuya suavidad fuera insufrible nuestra vida, donde la embidia, codicia, ambición y otros mil ásperos modos de morir colmarían de afanes nuestros cuerpos y almas; tú que quitas el velo engañoso a las invenciones que a mediodía se fraguan en el teatro del mundo; tú que igualas los pastores con los reyes, el rico con el pobre, el sabio con el ignorante, el criado con el señor y lo hermoso con lo feo, escureciendo con tus sombras lo que el día aclara con sus resplandores, ampara en tu horror al infeliz Felicio, que como ave nocturna campea en tus tinieblas, huyen- /66/ do de la luz, en cuyo dominio recive tantos agravios. Haz, ¡o noche!, que siendo la parte intelectual del alma, que es mi ídolo, forçada a dar lugar a la necessidad del cuerpo, despierte agena de los rigores acostumbrados. Represéntale en sueños la blandura con que deve ser tratado quien la adora, muda sus afectos y, en librándose del que es retrato de la muerte,(139) hállela favorable para mi vida, espire paz, prometa dulce acogida y muéstrese en todo benigna a mi fidelidad, que por igual beneficio offrezco colgar votos en tu templo y celebrar tus excelencias con cultos himnos.
Tras esto, visitando la habitación de Tarsia, con acentos terníssimos, començó a dezir:
FelicioPor tu respeto, ¡o Tarsia!, ¡o sol luziente!,
mi pensamiento vive combatido
de borrasca crüel, de guerra ardiente.Resisto en vano al fin, pues compelido
de largueza de tiempo y esperança
no escapo de morir o ser vencido,no porque vea en tu valor mudança,
ni menos porque falte mi firmeza,
mas porque sobra en mí desconfiança. /67/Conmigo se exercita tu aspereza,
y que se guarde quiere el rapaz ciego
en mis ojos su llanto y su tristeza.Ardiendo aora en amoroso fuego,
al umbral de tu puerta respetado(140)
diziendo assí con lágrimas me llego:Hiziera Amor qu'en piedra transformado
me viera donde, puesto por exemplo,
de tu planta gentil fuera pisado.Quiçá las fiestas, al salir al templo,
pudiera verte, quando no otros días,
con la suma beldad qu'en ti contemplo.Siendo piedra insensible, me verías
vestir de nuevos lustres y blancura
las partes que passando tocarías.Recuerda, pues, ¡o Fénix de hermosura!,(141)
y abre las puertas y abre a un lastimado,
si tanto amor merece tal ventura.Siquiera cesse un poco mi cuydado,
descanse el coraçón d'ardor ceñido,
a quien temblando tiene el tuyo elado.Y aunqu'es, ¡o Tarsia!, mucho lo que pido, /68/
premios devidos son a mis tormentos,
premios que fe y amor han mereçido.Mas, ¡ay de mí!, ¿quién oye mis lamentos?
¡Ay, qué valen, si el ayre se los lleva
y siempre fueron sin piedad los vientos!Sueño, si cosa hize que no deva
contra ti, ya te hallas satisfecho,
ya es tiempo que a mi bien de mí des nueva.Dile qu'estoy en lágrimas desecho
y, huyendo, ve sin estorvar mi gloria.
El daño baste que hasta aquí m'has hecho.Hermano de la muerte,(142) ¿qué vitoria
sacarás deste trance si, embidioso,
usurpas de mis ansias la memoria?(143)Es la noche al amante desseoso
apazible, cortés y lisongera,
deteniendo su curso presuroso.Tú, assí, vaso y licor d'adormidera,
con qu'en ocio sepultas los mortales,
cortés arroja de tu mano fiera.Y vos, queridas puertas, dad señales
de ser, por gusto y por piedad, aora /69/
el único remedio de mis males.Sus alas tiende ya la bella aurora,
ya se mueven, ya cantan ruiseñores.
Puertas, dexadme ver a mi señora,qu'a vuestro ser aplicaré loores
y colgando guirnaldas amorosas
vuestro umbral cubriré de varias flores.En honra de Cupido, frescas rosas
sin tasa iré esparciendo, iré roziando
esta entrada con aguas olorosas.Mas dadme oído o riguroso o blando,
que sufrido seré, seré constante,
hasta vencer o hasta morir amando.Siglos viváys, ¡o puertas!, si al instante
me consentís llegar donde pretendo,
ni os arda el novio de la diosa amante.(144)Iamás el tiempo os vaya consumiendo
ni contra vos jamás de áspera sierra
se atreva el diente agudo, el ronco estruendo.Leuantaos con silencio de la tierra
y concededme entrada poco a poco.
Mi bien seréys, seréys paz de mi guerra. /70/¿Cómo no muero o no me buelvo loco?
¿Inútil es el ruego y vano el llanto
con qu'a mayor tristeza me provoco?¡Ay! robles soys y ni piadoso llanto
ni ruego a de poder jamás moveros.
Y pues de vos más triste me levanto,puertas, Dios quiera que con golpes fieros
y con hierro pesado os vea rajadas
y rabie quien uviere de romperos;siempre estéys carcomidas y arrugadas,
y como estoy desecho de cuidados,
assí de breve edad os vea gastadas.En vos carguen amantes indignados,
y quien os dé de piedras el castigo,
quien del fuego en que viuen abrasados.Veré entonces arder a mi enemigo.
Mas cesse mi gemir, que llega el día
y es sombra muerta la que va conmigo.(145)Ten lástima de mí, ¡o Tarsia mía!,
si no oirás en toda noche oscura
mis llantos y mis quexas a porfía.Vos, puertas, vos seréys mi sepoltura /71/
si no mudáis la desdichada suerte
de quien en vos a puesto su ventura.Piedad mostrad y evitaréys mi muerte,
no tengáis por difícil qualquier medio,
que si professa ser mi pena fuerte,
fuerte también será vuestro remedio.
No es de bronze nuestra fortaleza ni nuestra carne es de piedra. Rindiose, pues, Felicio a los combates de sus pensamientos y, sin querer, quedó entregado al sueño, a quien es gloria de mortales y descanso de todas cosas;(146) a quien siendo paz del ánimo, desecha de los coraçones las importunas traças; a quien regala los cuerpos cansados y oprimidos de trabajos, esforçándolos y reparándolos para ellos; a quien es domador de males, descanso del alma, parte mejor de la vida y puerta de nuestro vivir; a quien igualmente viene al grande y al pequeño. Éste, pues, apiadado de sus infortunios amorosos, no lexos de la casa de su desasosiego, le quiso socorrer con alguna quietud, pienso le durará hasta el día, por ser brevíssimo el espacio de noche que quedava.