VIDA DEL YSOPO

n las partes de Frigia, donde es la muy antigua ciudad de Troya avía una villa pequeña llamada Amonia, en la qual nació un moço disforme e feo de cara e de cuerpo más que ninguno que se hallase en aquel tiempo, ca era de gran cabeça, de ojos agudos, de negro color, de mexillas luengas, y el cuello tuerto, e de pantorrillas gruessas, e de pies grandes, bocudo, giboso, e barrigudo, e tartamudo, e avía nombre Ysopo, y como creciesse por sus tiempos sobrepujava a todos en saberes astociosos.
El qual a pocos días que fue preso e captivo e traydo en tierras estrañas, e fue vendido a un cibdadano rico de Athenas llamado Aristes, e como este señor lo estimasse por inútil e sin ningún provecho para los servicios de casa, deputólo para labrar e cavar sus campos e heredades. E un día, como Zenas, a quien era encomendada la administración de la heredad por su señor, se levantasse de su reposo para trabajar como solía hazer en la dicha heredad, a poco de espacio le fue presente el señor con un moço llamado Agathopus. E como Zenas le mostrasse la digilencia de su trabajo, acaesció que llegó a una higuera en la qual avían madurado unos pocos de higos principalmente más que en las otras higueras. De los quales el dicho administrador con diligencia cogió, e con gran reverencia a su señor los presentó diciendo:
-A ti pertenecen los fructos primeros de tu heredad.
Y el señor, vista la belleza de los higos, dixo:
-Grandes gracias te fago, Zenas, del buen amor que a mí tienes.
Y como fuese ora, según avía acostumbrado de yr en tal día a bañar e limpiarse en un baño, dixo:
-Agathopus, toma e guarda con gran diligencia estos figos, porque quando tornare del baño comience a comer con ellos.
Empero, Agathopus tomando los figos e mirándolos, la cobdicia desordenada de la gula se acrecentó en él, e assí andando remirando los figos delante un compañero suyo, comióse los dos e dixo:
-Si no oviesse miedo al señor, yo comería uno a uno estos figos.
Respondióle su compañero diciendo:
-Si tú quieres que entrambos a dos comamos, yo daré manera como no padezcamos mal ninguno por ellos.
Dize Agathopus:
-¿Cómo podría ser esso que dizes?
Responde el otro:
-A nosotros es manifiesta cosa que Ysopo veniendo de su hazienda demanda el pan que cada día le es acostumbrado a dar. E como el señor demande los figos, diremos que el Ysopo veniendo de su afán e obra, fallando aquellos figos en la despensa guardados, los ha comido. Y como el Ysopo fuere llamado, con la tardança e tartamudería que tiene no se podrá defender ni escusar y el señor açotarlo ha, e nosotros cumpliremos nuestro desseo.
E Agathopus, oydo el consejo, con la cobdicia que tenía de comer los figos, sin más pensar començaron a comer, e como los comiessen con gran plazer e alegría, dixo Agathopus riendo:
-Dolor e tristura será a ti, Ysopo, que sobre tus espaldas furiosamente el señor absolverá la nuestra culpa.
E allí hablando e riendo, todos los higos se comieron. E viniendo el señor del baño demandó que le traxessen los figos en el principio de su comer, e díxole Agathopus:
-Mi señor, el Ysopo viniendo de su trabajo como hallasse la despensa abierta entró en ella, e no mirando razón alguna los ha comido todos.
Oyendo esto el señor e movido de yra, dixo:
-¿Quién me llamará a esse Ysopo?
E como el llamado ante él viniesse, díxole el señor:
-¡Dime, scelerado tacaño sin vergüença! ¿De tal manera me catas y tan poco me temes que los figos que estavan en la despensa /f. IIIv/ guardados para mí has tenido osadía de comer?
El Ysopo, no pudiendo responder a las palabras del señor por tener la lengua tartamuda, estava temeroso. Y el señor lo mandó desnudar. Mas como en astucias y cavillaciones fuesse agudo, pensó que por aquellos que presentes estavan fuesse solamente accusado de los figos, e fincándose de rodillas a los pies del señor, con señales le demandó un poco de tiempo antes que lo mandasse ferir. Y pensando el Ysopo que no podía satisfazer con palabras al engaño que le avían levantado aquellos falsos acusadores que presentes le estavan e que le era de necessidad defenderse con arte e astucia, por tanto, fuesse para el fuego e tomó una olla de agua caliente que ende halló y echó de aquélla en un bacín e bevió d'ella. Y dende a poco metió los dedos en la boca y echó solamente el agua que avía bevido, por quanto en aquel día otra vianda no avía comido. E assí mesmo, pidió por merçed a su señor que aquellos acusadores beviessen de aquel agua caliente. Los quales como por mandado del señor beviesen, porque no vomitassen tenían las manos a la boca, mas como el estómago con el calor del agua ya fuesse resolvido, echó fuera el agua rebuelta con los figos. E viendo el señor manifiestamente la esperiencia de aquellos que avían comido los figos, buelto a ellos díxoles:
-¿Por qué avéys mentido contra éste que fablar no puede?
E assí mandólos desnudar e publicamente açotar diziendo:
-Qualquier que contra otra alguna cosa por engaño levantare o acusare, por ygual e por galardón será su cuero afeytado y guarnescido.


E después en el siguiente día fuesse el señor para la cibdad. E como estuviesse el Ysopo en su labor cavando en el campo, allegóse a él un sacerdote llamado Ysidis, el qual andava errado del camino e rogó al Ysopo que le enseñasse por quál camino podría yr a la cibdad. El Ysopo, como aquél que era muy piadoso, tomóle por la mano e fizo assentar al sacerdote debaxo de una sombra de higuera y diole pan e azeytunas, e figos e dátiles, e rogóle que comiese. Y dende fuesse Ysopo a un pozo e sacó agua y diole a bever. E después que Ysidis ovo folgado y reposado, Ysopo, con gran amor y diligencia, le enseñó el camino de la cibdad. E pensando allí el sacerdote que con pecunias no podría satisfazer a tanta caridad que del Ysopo avía recebido, deliberó de rogar a los dioses por aquél que con tanto amor y caridad y tan afectuosamente lo avía endereçado.
E como el Ysopo fuesse tornado a la heredad a la hora de la siesta, assí como es de costumbre a los trabajantes en tal hora reposar y dormir, adurmióse a la sombra de un árbol. E como la diosa de la piedad y de caridad oviesse oydo y entendido las plegarias de Ysidis, apareció a Ysopo y diole en gracia que pudiesse fablar distintamente y sin ningún impedimento todos los lenguajes de las gentes, y que entendiesse los cantares de las aves y las señales de los animales, y que dende adelante fuesse inventor y recitador de muchas y diversas fábulas. El Ysopo, despertado del sueño, dixo entre sí:
-¡O, cómo he folgado dulcemente, y me parece que aya soña- /f. IIIIr/- do un sueño de gran maravilla, y me semeja que sin trabajo ninguno fablo y las cosas que veo nómbrolas por sus nombres, y los cantares de las aves yo bien entiendo, e conozco las señales de las animalias, por los dioses todas las cosas entiendo y percibo! E no puedo pensar dónde tan súbito tal conocimiento aya recebido. Pienso que por la piedad, caridad y amor de que muchas vezes he usado contra los huéspedes me han fecho esta gracia los dioses, ca quien cosas derechas haze, buenas esperanças recibe en el coraçón siempre.


Estando Ysopo gozoso de la gran gracia que había recebido de los dioses, tomó la açada y comiença a cavar en la heredad. Mas como Zenas viniesse a ellos por causa de mirar la obra y fazienda que fazía, movido de yra, sin tener ninguna razón firió con verga cruelmente a un compañero de Ysopo. El Ysopo, tomando enojo y molestia de aquello, dixo:
-¿Por qué a éste por no nada tan cruelmente fieres, y cada hora sin tener razón ninguna feriendo nos matas, y tú ninguna cosa de bien fazes? Por cierto, yo faré que ésta tu crueldad sea manifiesta al señor.
E como oyesse Zenas las palabras del Ysopo fue maravillado cómo fablava tan destintamente y sin ningún trabajo le contradezía. Dixo entre sí:
-A mí es necessario proveer antes que este malvado me buelva con el señor y me quite de la procuración.
E luego se fue para la cibdad y començó de fablar a su señor faziendo y mostrando el gesto temeroso, diziendo:
-Mucha salud ayas, mi señor.
Respondió el señor:
-¿Qué es la causa por que vienes temblando?
Responde Zenas:
-Cosa muy nueva y de maravilla ha contescido en la tu heredad.
Respondió el señor:
-¿Por ventura es que algún árbol antes de tiempo ha dado algún fruto, o es que alguna bestia aya parido alguna cosa mostruosa?
Y dixo Zenas:
-No es nada d'esso, mas aquel esclavo malvado criminoso de Ysopo ha començado a fablar claramente y sin impedimiento.
Entonces dixo el señor:
-Sea en buena hora. ¿Y esso te parece mostruoso y cosa que no es según su disposición de naturaleza?
Y respondió Zenas:
-D' essa manera es.
Díxole el señor:
-Pues assí es, no es maravilla, ca veemos muchos que como se ensañan no pueden hablar, y quitada la saña sin empacho y trabajo todas las cosas fablan.
Entonces dixo Zenas:
-Más fabla que hombre. A mí me ha dicho palabras injuriosas, y a ti, y a los dioses y diosas cruelmente y sin piedad falsamente blasfema.
E assí el señor, movido de yra, dixo a Zenas:
-Vete y faz lo que quisieres d' él. Ferir le has, vender lo has y perder lo has, yo te lo doy, te fago donación en escriptura.
Y Zenas, aceptada y recebida la donación, tornóse para la heredad e dixo al Ysopo:
-Agora eres en mi poder ca el señor te ha dado a mí. Y porque eres parlero y malo del todo te quiero vender.
E acaeció por ventura que un mercader que solía comprar esclavos passava cerca de aquella heredad buscando bestias alquiladas para llevar cargas y esclavos a la feria de Feso. E como aquel mercader encontrasse a Zenas, que era conocido suyo, lo saludó y le rogó que le dixesse si sabía de algunas bestias para vender o alquilar. Dixo Zenas:
-Ni por precio ni por otra manera se puede aver aquí tales bestias, mas yo tengo un esclavo muy sabio y provechoso de edad, el qual te venderé si lo quisieres mercar.
El mercader le dixo que le quería ver. Entonces Zenas llamó al Ysopo y mostrólo al mercader, el qual viéndolo de tal fechura y tal fealdad dixo:
-¿De dónde es aquesta fantasma? Por cierto, no parece sino trompetero de la batalla de los mostruos y maravillas, y si boz no tuviesse yo pensaría que fuesse odre hinchado. ¿Y por causa d'esta suziedad me traxiste acá del camino derecho? Pensava que venía a comprar algún esclavo sabio, fermoso y elegante.
E dichas estas palabras, bolvióse para su camino. Y el Ysopo siguió al mercader y díxole:
-Espérame un poquito.
Y el mercader respondió:
-No me quieras hazer tardar, ca no puedes aver provecho alguno de mí porque si te comprasse llamarme yan comprador de cosas señaladas y de maravillas y mostruosas.
Y el Ysopo le dixo:
-Y pues, ¿a qué veniste aquí?
Respondió el comprador:
-Por /f. IIIIv/ cierto, yo vine pensando comprar algún gentil esclavo mas tú mucho eres suzio y feo y de tales mercadurías no he menester.
Dixo el Ysopo:
-Si me comprares, no perderás nada.
Y entonces el mercader dixo al Ysopo:
-¿En qué cosa me podrás aprovechar?
Respondió el Ysopo:
-¿No has en el lugar donde tienes tu casa algunos moços o niños bozineros y esquivos? Cómprame y hazme maestro d' ellos. Ca en verdad más miedo me avrán que a un espantajo.
E con estas palabras del Ysopo al mercader provocó, y bolvióse a Zenas y díxole:
-¿Por quánto precio me darás este estropajo?
Zenas respondió:
-Por tres libras de oro o por 30 dineros porque sé que ninguno no lo querrá comprar. Assí te lo do quasi por no nada.
El mercader, pagado el precio, fuesse para su casa con el Ysopo. Y entrando con Ysopo en el lugar donde estavan dos niños asentados en el regaço de su madre, viendo los niños a Ysopo, espantados de su visión, començaron a llorar y esconder las caras en el seno de la madre. Entonces dixo el Ysopo a su amo:
-Ya tienes prueva y argumento del mi prometimiento, ca ya vees que como estos niños me vieron les ha parescido que soy algún diablo o espantajo.
El mercader se rió de la respuesta del Ysopo y después le dixo:
-Entra y saluda a tus compañeros los esclavos.
El Ysopo entrando dentro y viendo los esclavos moços y muy preciados y fermosos díxoles:
-¡Sálveos Dios, mis compañeros buenos!
Y ellos mirando a Ysopo dixeron assí:
-¡Por el sol escuro, espetáculo y maravilla esperamos! ¿E qué quiere fazer nuestro señor, ca fasta oy día no ha comprado cosa tan fea?
E assí estando ellos, el señor entró en el palacio donde estavan todos ayuntados, y dixo a los moços:
-Llorad vuestra fortuna, ca no fallo bestias a vender ni de alquilar. Partid estas cargas entre vosotros. E assí mismo tomad viandas, ca mañana iremos a Efeso.
E como los moços partiessen las cargas de dos en dos, el Ysopo dixo:
-Buenos compañeros, ya sabéys cómo yo soy el menor de vosotros y más flaco. Ruégovos que me dedes alguna carga ligera.
Y ellos respondieron:
-Pues no lieves nada.
El Ysopo dixo:
-Pues vosotros todos trabajáys, no cumple que yo solo quede y sea inútile y sin provecho al señor.
Dixeron ellos:
-Toma lo que quisieres.
El Ysopo mirando todo quanto avían de llevar para el camino, es a saber, los sacos, costales, fardages y canastas, tomó una canasta cargada de pan que estava por carga para dos y díxoles:
-Esta carga me dad.
Ellos dixeron:
-No ay cosa más loca que este hombre, él nos ruega por carga ligera y escoge la más pesada.
Y dixo uno d' ellos:
-Pongámoslo por costumbre.
Y assí el Ysopo tomó su pan a cuestas y andava más que los otros esclavos, los quales mirándolo y maravillándose d' ello le dixeron:
-Éste no es perezoso en trabajar. En verdad más carga lieva que ninguno de nos. En esto sólo paga su precio, ca no llevaría más carga una buena bestia.
E d' esta manera escarnecían al Ysopo por quanto dos d'ellos no llevavan tan grande carga como él solo. Empero, como llegasse a una cuesta, Ysopo quitóse la carga de las cuestas y púsola en tierra, y tomó la canasta con las manos y con los dientes y con menor trabajo subió la cuesta. E assí en el mesón antes que los otros fue recebido. Y en llegando todos al mismo mesón, mandó el señor que folgassen un poco y tomassen alguna recreación, y dixo a Ysopo:
-Trae pan y da a éstos para que coman.
Y él dio tanto pan a cada uno que la canasta estava quasi medio vazía. E como ya se levantassen de comer, el Ysopo aliviado de la carga antes que los o- /f. Vr/- tros llegó a la otra posada. Y a la noche assí mesmo partió el pan a los compañeros y assí vazió toda la canasta. Otro día como madrugassen, el Ysopo yva con la canasta vazía ante los otros que no lo podían conoscer por el espacio grande del camino. E mirándole los esclavos, no sabiendo que él era Ysopo dezían unos a otros:
-¿Quién es aquél que tanto va adelante, es de nuestra compañía o algún peregrino?
Y uno d' ellos dixo:
-¿No vees cómo este ganapán nos vence a todos y sobrepuya en sotileza y astucia? Ca nosotros tomamos cargas que no se gastan por el camino y trabajamos andando y caminando con ellas, y este artero cárgase de panes que cada día se gastan y agora se va como veys sin carga vazío holgando.


E como llegassen a Epheso, el mercader puso los esclavos a vender en el mercado y no ganó poco en ellos. Tres solos le quedaron que no se pudieron vender, los quales fueron el grammático, y el tañedor, y el Ysopo. E uno que conocía al mercader díxole:
-Si estos esclavos llevas a un lugar llamado Samón, ay los venderás, ca ende está un philósopho que ha nombre Xanthus, al qual concurren y vienen muchos de las yslas llamadas Cíclades y Esporadas por causa de aprender en el estudio. Oydo esto, el mercader navegó para Samón y al gramático y tañedor, vestidos de nuevo, púsolos a vender en el mercado, y al Ysopo, porque era muy torpe y feo de su disposición corporal, púsolo entre ambos solamente vestido de cilicio. E como los otros dos fuessen hermosos y proporcionados, todos los que miravan al Ysopo se espantavan de su fealdad diziendo:
-¿De dónde es traydo este juglar y ridículo? Por cierto, éste encubre a todos los otros de su fealdad y torpe fechura.
Mas el Ysopo, sintiéndose escarnecer por palabras de reyr, estava enojado y a todos mirava muy cruelmente. E como el philósopho Xanthus saliesse de su casa y viniesse al mercado, él andava por él passeando y mirando alto y baxo, vio aquellos dos mancebos hermosos de fechura y en medio al Ysopo, y maravillándose de la ignorancia del vendedor dixo:
-¡Mirad qué saber de hombre!
Y llegando a uno d' ellos preguntóle:
-¿Dónde eres?
Y él le respondió que era de Capadocia natural, y él le dixo:
-¿Qué sabes fazer?
El esclavo dixo:
-Sé fazer lo que tú quieres.
E oyendo esta su respuesta el Ysopo se rió muy dissolutamente. Los escolares que eran con el philósopho, viendo el Ysopo reyrse de aquella forma y mostrar los dientes de fuera riendo parecióles que veyan cosa mostruosa y fuera de la condición humana y dixeron entre sí:
-¿Para qué ha el vientre dientes?
E dixo otro que lo vio:
-¿Por qué de tanta gana se rió?
Y dixo otro:
-No se ríe mas regaña. Roguémosle que nos diga la causa.
E llegándose uno d'ellos a él díxole:
-Ysopo compañero, sabio moço, dime por qué te reyste tan largamente.
Y el Ysopo estando lleno de yra por quanto se veya de todos escarnescido respondióle:
-Vete en hora mala, bestia y cabrón del mar.
Y con tanto, corrido de vergüenza, fuese el escolar dende. Mas dixo el philósopho al mercader:
-¿Por quánto daréys al tañedor?
Al qual respondió el mercader:
-Por tres mil dineros.
El qual precio reputándolo por demasiado llegóse al otro esclavo y díxole:
-¿De qué tierra eres?
El qual respondió:
-Soy de Libia.
Y dixo el philósopho:
-¿Qué sabes fazer?
El esclavo dixo:
-Sé fazer lo que tú pensarás.
Oyendo esto el Ysopo rióse muy largamente. E como los escolares le vieron reyr dixeron:
-¿Por qué se ríe éste de todas las cosas?
E dixo uno de entre ellos a otro:
-Si quieres ser llamado cabrón marino pregúntale la causa de la risa.
Y Xathus dixo al mercader:
/f. Vv/ -¿Por quánto precio darás al esclavo grammático?
Él respondió:
-Tres mil dineros.
Oyendo esto, calló el philósopho y fuese dende. Entonces dixeron los escolares:
-Maestro, ¿aquellos esclavos por ventura te plazen o no?
A los que les respondió:
-Sí plazen, mas esme defendido entre nosotros de comprar un siervo por tan gran precio y caería el comprador en grave pena.
Dixo uno de los escolares:
-Pues los fermosos no se pueden comprar por causa de la ley, cómprese aquél que no hay quien le exceda y sobrepuje en fealdad, y por cierto no menos te servirás d'él que de otro y pagaremos nosotros el precio por él.
Respondió el philósopho:
-Cosa fea sería essa y mi muger es delicada y no se dexaría servir de semejante.
Dixeron otra vez los estudiantes:
-Maestro, muchos mandamientos nos has fecho y enseñas en los quales la muger no consintiría salvo por contradición y assí mesmo deves usar d' ellos.
Y assí dixo el philósopho:
-Sepamos d'él qué sabe fazer, porque no perdamos el precio por negligencia.
Y vuelto al Ysopo díxole:
-Dios te salve, moço.
Respondióle Ysopo:
-Ruégote que no te enojes por mí.
Dixo Xanthus:
-Yo te saludo.
Y respondió el Ysopo:
-Y yo a ti.
E díxole el philósopho:
-Déxate de las molestias y enojos, y responde a lo que te rogaré. ¿De qué tierra eres tú?
Respondió el Ysopo:
-De carne.
Dixo Xanthus:
-No demando esso, mas dónde fueste engendrado.
Respondió el Ysopo:
-En el vientre de mi madre.
Y dixo el philósopho:

-Ni aun esso te ruego, mas en qué lugar fueste nascido.

A esto dixo Ysopo:

-No me fizo cierto mi madre en quál cámara me parió, o en el palacio o en la sala.

Xanthus le dixo:

-Dexémosnos d'esto, dime qué aprendiste.

Respondió Ysopo:

-Yo ninguna cosa sé fazer.

Xanthus le requirió:

-¿De qué manera dizes esto?

Ysopo le declaró:

-Por quanto estos mis compañeros esclavos dixeron que sabían todas las cosas y assí no dexaron para mí nada.

Entonces los escolares maravillándose d'él dixeron:

-Por la divina sapiencia apuestamente respondió, ca quien todas las cosas sabe no se halla y por esto se rió tan largamente.

El filósofo le preguntó:

-Ruégote que me digas si quieres que te compre.

Dixo Ysopo:

-Esso es en ti. Por cierto, ninguno te constriñe, mas si voluntad lo has abre las puertas de la bolsa y cuenta el dinero, y si no, cierra la bolsa.

Oydas estas cosas dixeron los escolares:

-Por los dioses, éste sobrepuja al maestro.

El filósofo le rogó que le dixesse que comprándolo él si fuyría d'él. Y respondió Ysopo:

-Si esso quisiesse fazer no demandaría consejo de ti.

Dixo Xanthus:

-Muy honradamente fablas, mas eres sin forma, del todo feo.

Y respondió Ysopo:

-No deve alguno mirar la cara corporal, mas la ánima y el coraçón del hombre.

Entonces dixo el philósopho al mercader:

-¿Quánto vale este espantajo?

El qual le dixo:

-Espérame un poco, ca por cierto muy poco sabes de mercadería.

Xanthus dixo:

-¿Por qué dizes esas cosas?

Y el mercader respondió:

-Porque dexas a los que son dignos de ti y al indigno tomas. Toma uno d' ellos y dexa a éste.

Replica Xanthus:

-Ruégote que me digas por quánto me lo darás.

Dixo el mercader:

-Por sesenta dineros.

Luego los escolares contaron el precio y d' esta manera compró el philósopho a Ysopo.

Los arrendadores, como supiessen esta vendida, afincadamente demandaron quién fuesse el vendedor y comprador, mas el philósopho y el mercader pusieron entre sí que costava muy poco. Dixo Ysopo a los arrendadores:

-Éste es el comprador y aquél es el vendedor, y si ambos lo niegan yo soy libre y por tal me afirmo.


E por este donayre cavilloso, sonriéndose los arrendadores, el tributo le dexaron y el censo por él devido. E como cada uno d' ellos se partiessen para donde les cumplía y como Ysopo siguiesse a su amo Xanthus, acasció que su señor vertía las aguas andando. Lo qual viendo Ysopo travó del manto de Xanthus y díxole:

-Señor mío, si no me vendes a otro, sepas que fuyré de ti.

Y preguntóle Xanthus:

-¿Por qué es esso?

Y Ysopo dixo:

-A tal señor no puedo yo servir.

El filósofo dixo:

-¿Por qué razón?

Res- /f. VIr/- pondió Ysopo:

-Por quanto no has vergüença seyendo tan honrado señor de mear andando. ¿No puedes dar tanta folgança a la natura que te baste para mear estando? Según esto, a mí, que soy tu esclavo, si me embiasses a fazer algo y el vientre requiriesse purgación convenía que lo hiziesse bolando como tú fazes esso, que es menos torpe andando.

Respondió el philósopho:

-Ruégote que por esta causa no te muevas, mas abre las orejas a lo que diré. Yo meo andando por evitar tres cosas nocivas: la primera, porque la calor del sol como sea mediodía no me dañase la cabeça; la segunda, porque los meados no me quemassen los pies; la tercera y final, porque el fedor de los meados no empeciesse a las narizes, y en mear andando me guardo d'estos daños.

Entonces dixo Ysopo:

-Satisfecho me has.


E llegando el philósopho a su casa dixo a Ysopo:

-Quédate aquí ante la puerta un poco, entre tanto que voy al estudio y a tu señora hable de ti.

Dixo Ysopo:

-No te esperaré nada, mas faré lo que me mandas.

Xanthus, entrado en su casa, dixo a la mujer:

-De aquí adelante cessarás de barajar y reñir comigo diziendo que codicio tus moços. Cata que te he comprado un moço assí sabio que no viste fasta oy otro más fermoso y más elegante y gentil.

Las esclavas, desque esto oyeron, creyendo que era assí verdad, començaron a contender y a reñir unas con otras. Una dezía:

-El señor me ha comprado a mí éste por marido.

Y otra dezía:

-Yo soñé esta noche que mi señor me desposava.

Y demientra que ellas assí hablavan, dixo la muger a Xanthus:

-¿Dónde está esse a quien tanto alabas? Mándale venir acá.

E dixo el philósopho:

-Ante la puerta está. Llámelo alguno que suba el nuevo comprado.

E una de las esclavas mientra las otras se barajavan sobre quién lo llamaría, fuese para él callando y dezía entre sí:

-Yo iré primero y lo tomaré por marido.

E assí quando fue a la puerta començó a dezir:

-¿E dónde está el mi nuevo esperado?

Y Ysopo le respondió:

-A quien tú demandas yo soy.

E como ella lo miró, mudósele la color y espantada dixo:

-Guay, huyo y apártome de la fantasma y donde es la cola.

Dixo el Ysopo:

-Si rabo avrás menester, no te faltará.

E como él quisiesse entrar en casa dixo la sierva:

-Acá no entrarás ca todos quantos son en ella fuyrán como te vean dentro en casa.

E después, tornada a las compañeras que estavan desseosas de lo ver, díxoles:

-Por mucho mal, yd allá y veedlo.

E otra d' ellas saliendo fuera, como mirasse a Ysopo tan feo y tan espantoso, díxole:

-Loco, cierra tu boca, guarda allá no me tangas.

E presentóse ante su señora Ysopo como entrasse en su casa. Mas como ella lo miró bolvió el rostro atrás y dixo a su marido:

-¿Cómo espantajo y mostruo me avéys comprado por esclavo? Apartádmelo allá de mí.

El philósopho respondió:

-Muger, amansad vuestro coraçón, ca por siervo vos lo he comprado. Y aun es assaz sufficiente de sciencia.

Y ella díxole:

-No soy tan nescia que no conozca que ya me aborrescéys y buscáys otra muger porque abiertamente no me lo osáys dezir. Por tanto me avéys traydo esta cabeça de perro pensando que ante me yré de casa que conversar con el, mas pu- /f. VIv./- es assí es dadme mi dote y yo me yré en paz.

E Xanthus dixo a Ysopo:

-Quando yvamos por el camino hablavas. Ahora que es menester que fables callas y no dices nada.

E Ysopo le respondió:

-Señor, pues que esta tu muger es d' esta condición tan soberviosa y enojosa, échala en las tinieblas.

E Xanthus le dixo:

-Calla, que eres digno de ser açotado. No vees que la amo como a mí mismo y no menos.

Respondió Ysopo:

-Ruégote que la ames.

Xanthus le dixo:

-¿Pues qué otra cosa?

Entonces Ysopo hiriendo con él un pie la sala con alta boz llamava diziendo:

-Este philósopho es detenido y preso de la muger.

Y buelto a la señora començó de fablar d'esta manera:

-Mi señora, yo te amaré y trabajaré porque ayas paz y bien. Tú querrías que te comprasse tu marido esclavo mancebo de edad, fermoso de fechura, sabio, apuesto y ordenado que te esperasse en el baño y te echasse en la cama y te rascasse los pies, y aun quando tú quisiesses que confundiesse al philósopho. Ay dolor en los peligros de la mar, boca de oro y no mentirosa en nada, y lo mejor donde dize: "muchos son los ímpetus y bueltas de la mar, y muy muchos son los ímpetus y arrebatamientos de los arrojos, difícile y áspera cosa es soportar la pobreza." E por cierto infinitas cosas son malas de soportar y sufrir, mas lo que peor es de comportar y tolerar es la mala hembra, mas tú, señora, no quieras moços fermosos y loçanos que te sirvan, porque en un poco de tiempo no des desonor y infamia a tu marido.

E como su ama oyesse estas cosas dixo:

-No solamente es feo y disforme mas parlero y cruel, y hallador de crueldades, y con qué palabras se burla de mí y me escarnesce. Mas yo me guardaré y me emendaré.

Entonces dixo el philósopho:

-Ysopo, cata que la señora está enojada.

Responde el Ysopo:

-Non se da assí de ligero poder amansar y aplazer a la muger.


Entonces le mandó callar el señor a Ysopo, diziéndole:

-Calla ya, ca assaz has hablado. Toma una cesta y sígueme para que compremos alguna verdura.

E assí se fueron a una huerta. E dixo el philósopho al ortelano:

-Danos de la verdura.

Y el ortelano tomó un faz en que avía bretones y otras verduras juntamente y diolas a Ysopo. E como su señor pagasse el precio y començasse andar, dixo el ortelano:

-Ruégote, maestro, que me speres un poco porque querría preguntarte una quistión.

Dixo el philósopho:

-Plázeme y so contento de sperarte. Fabla lo que te plazerá.

Y dixo el ortelano:

-Maestro, las yervas y ortalizas que diligentemente se siembran y se labran con gran cura, ¿por qué vienen más tarde que las que nacen por sí y no se labran?

E Xanthus, como oyesse esta quistión philosophal y no pudiesse responder a ella, dixo:

-Estas semejantes cosas proceden de la providencia divina.

De lo qual Ysopo se rió con gana. E díxole su señor:

-¡Loco! ¿Te ríes o te escarneces?

Dixo Ysopo:

-Escarnezco no a ti, mas al philósopho que te enseñó, y ¿qué solución de philósopho es que por la divina providencia proceden estas cosas tales? Esso también saben los albarderos.

Díxole Xanthus:

-Pues suelta tú la quistión.

Respondió Ysopo:

-Si me lo demandas a mí, cosa ligera es de fazer.

Entonces el maestro, buelto al ortelano, dixo:

-No conviene al philósopho que continuamente enseña en los estudios, en las huertas responder y soltar las quistiones. Mas éste mi moço que en estas cosas es assaz sabio soltará la quistión. Por tanto, ruégagelo.

E dixo el ortelano:

-¿Esse suzio sabe letras? ¡O, qué malaventura!

Y dixo a Ysopo:

-E tú, moço, ¿has conoscimiento d'estas cosas?

Al qual dixo Ysopo:

-Pienso que sí, mas está atento. Tú demandas por qué las ortalizas que tú siembras y labras crecen más tarde que las que de suyo nascen y no /f. VIIr/ se labran. Abre las orejas y oye: Assí como la muger biuda que ha hijos y casa con otro marido que tiene hijos a los unos es madre y a los otros madrastra y gran diferencia es entre los hijos y entenados, ca los hijos con gran afición y diligentemente son criados y los entenados con negligencia y muchas vezes con aborrecimiento se tratan. D' esta manera, la tierra es madre a las yervas que por sí nascen y a las otras que por mano del hombre se siembran es madrastra.

E como oyesse el ortelano estas cosas díxole:

-Gran enojo me has quitado. De gracia te do las verduras y quando las ovieres menester vendrás. Y toma de gracia qualquier cosa de la huerta.


Después de tres días, como el philósopho se lavasse en el baño en uno con otros sus familiares y amigos, mandó a Ysopo y dixo:

-Vete a casa y pon en la caldera la lenteja y lo más presto que podrás cuézela.

Fuese corriendo Ysopo, y entrando en la cámara tomó un grano de lenteja solamente y echóla en la caldera a cozer y aparejó luego aquello que convenía y necessario era. Después que fueron lavados dixo Xanthus a los amigos:

-Oy comeréis comigo de la lenteja. E por cierto, entre los amigos no es de mirar tan solamente el valor de las viandas, mas considerar la voluntad con que se dan.

E viniendo ya a yantar, mandó su señor a Ysopo:

-Traenos agua a manos.

Y luego, tomando el lavatorio de pies, apartándose al lugar secreto hinchiólo de agua y tráxolo para su señor, el qual sintiendo el olor dixo:

-¿Qué es esto, cabeça de maldades, eres loco? ¡Quita allá esso y trae el bacín!

E Ysopo prestamente traxo el bacín sin agua. Y el philósopho ya con malenconía dixo:

-Moço, sabes ya más d' esto.

Respondióle:

-Por ti me fue una vez mandado que no hiziesse sino lo que tú me mandasses. Tú no dizes, "Pon el agua en el bacín", "lávanos los pies" y "apareja los paños y manteles y las otras cosas que son necessarias". Mas tan solamente dizes "Trae el bacín". Yo te lo he traído.

Entonces dixo el philósopho a los amigos:

-No compré siervo, mas maestro y mandador.

E como ya se assentassen a la mesa, mandóle el señor:

-Si la lenteja es ya cozida, tráenosla.

E Ysopo sacó con la chuchara la lanteja que avía puesto a cozer de la caldera y tráxola a la mesa. E pensando el señor que aquélla traya porque viessen si estavan ya cochas las lentejas, quebrantando la lenteja con los dedos dixo:

-Cozida es. Tráela y comeremos.

E Ysopo puso en la mesa la escudilla solamente por vianda, y dixo Xanthus:

-¿Qué es de la lanteja?

Respondió él:

-Agora te la traxe en la cuchara.

El señor dixo:

-Verdad es, un grano de lanteja.

-Y grano digo yo -dixo Ysopo-. Tú me mandaste que coziesse la lanteja en singular y no lantejas en plural.

Entonces dixo el philósopho a los que eran en la mesa, turbado de coraçón:

-¡Por cierto, éste me ha de tornar loco!

Y dende manda a Ysopo:

-Siquiera porque no parezca que escarnezco a los amigos, ve y compra quatro pies de puerco y cuézelos presto y ponlos en la mesa.

E Ysopo fue y compró los pies; púsolos a cozer en la olla. E su señor, buscando causa para lo ferir y açotar, mientra que Ysopo entendía en otros negocios, sacó un pie de la olla y ascondiólo. Dende a poco Ysopo, catando la olla, no falló sino tres pies tan solamente. Pensando la cosa cómo avía acaescido, descendió al establo y cortó un pie al puerco que ay estava, y tornando arriba púsolo en la olla. Mas Xanthus, por miedo que Ysopo no hallando el pie se fuyesse por temor de los açotes, mientra Ysopo descendió abaxo tornó el pie a la olla. E Ysopo, como los pies fueron cozidos, vaziando la olla en el plato, traxo cin- /f. VIIv/- co pies, lo qual como viesse Xanthus dixo:

-¿Qué cosa es ésta? ¿Por ventura un puerco ha cinco pies?

Dixo Ysopo:

-¿Y dos puercos quántos pies han?

Xanthus dixo:

-Ocho.

-Mas aquí son cinco -dixo Ysopo-. El puerco que es abaxo solamente ha tres pies.

Entonces dixo Xanthus a los amigos:

-Por ventura, no dixe yo que éste me ha de tornar loco e sin seso.

Ysopo dixo:

-¿Por ventura, sabes señor que todas las cosas que se fazen y se dizen en otra manera que el juizio y la razón derecha dicta, aquéllas no son medianas o virtud?

Entonces el philósopho, como no oviesse causa por la qual con razón pudiesse açotarlo, calló y dexólo passar so dissimulación.


E otro día, como los escolares fuessen en el auditorio donde Xanthus leía, uno d'ellos aparejó la cena. E como cenassen, el philosopho tomó una ración de las viandas y diola a Ysopo diziendo:

-Vete a casa e a la mi bien queriente lieva y da esto.

E Ysopo yendo a casa dezía entre sí:

-Agora se da ocasión para poderse vengar la señora de mí por las cosas que le he dicho. E agora parecerá claro quál es la bien queriente del señor.

Pues entrando en casa assentóse en uno con los de casa e llamando a la señora por su nombre puso la esportilla delante con las viandas e dixo:

-Señora mía, ¿de aquestas viandas ninguna cosa gustarás?

Y ella dixo:

-Siempre tienes de ser loco e fazer locuras.

E Ysopo dixo:

-Estas viandas no mandó dar Xanthus a ti, mas a la su bien queriente.

Y mandando a la perrilla falagando con la cola vino al olor de las viandas. A la qual Ysopo dando las viandas huesso a huesso dixo:

-El señor a ti e no a otro aquestas viandas mandó que se diessen.

Después, como se tornasse al philósopho, díxole:

-¿Diste aquellas viandas a la mi bien queriente?

Respondióle Ysopo:

-Yo las di e ante mí las comió todas.

Preguntó Xanthus:

-¿Qué dixo mientra comía?

Respondió Ysopo:

-Por cierto, ninguna cosa dixo, mas parecía que te desseava y amava.

Mas viendo esto, la muger de Xanthus llorando y gimiendo entró en la cámara. E después que los escolares ovieron comido y bevido abundosamente, de una parte y de otra cada uno por su parte propusieron quistiones. E uno d' ellos demandó en qué tiempo sería mayor priessa e difficultad a los hombres. E Ysopo, presto de ingenio, el qual estava tras los otros, respondió:

-Quando los muertos en la resurreción cada uno buscará su cuerpo.

Lo qual oydo, los escolares dixeron:

-Por cierto, agudo es este moço y no es inepto y loco de ingenio, mas es abierto y claramente enseñado de su señor.

E después, como demandasse otro por qué las animalias como sean traydas para matar, calladamente vienen e no dan boz alguna y el puerco no solamente no se dexa tomar, mas de contino gruñe y regaña, e Ysopo como de cabo respondió:

-Como los ganados, assí como vacas y ovejas y otras animalias sean acostumbradas a se ordeñar e tresquilar vienen callando, porque piensan que vienen para aquello, e assí no han miedo del fierro. Mas en el puerco no es assí, de cuya leche ni lana no curamos, mas solamente acostumbramos de nos aprovechar de su carne e sangre. Y por tanto quando lo traen de tanto grado regaña y gruñe.

Entonces los escolares juntamente alabaron aprobantes el dicho de Ysopo y fuéronse dende regranciándose unos a otros para sus casas.

El maestro, venido a casa, entrando en la cámara començó a falagar a su muger que llorava. Y ella bolviendo la cara le dixo:

-¡Quítate allá y ten la mano queda!

El philósopho le amonesta y persuade diziendo:

-Tú eres mi delecta- /f. VIIIr/- ción y no conviene que seas enojosa y triste a mí que soy tu marido.

Y ella le respondió que la embíe de casa porque no era su voluntad de estar con él dende adelante. Y dixo al marido:

-Llama a la perrilla y falágala, a la qual embiaste de las viandas.

E como él no sabía la cosa dixo:

-¿Qué cosa traxo Ysopo del combite para ti?

Respondió ella:

-Cosa alguna no me traxo.

Dixo el philósopho:

-Por ventura estoy embriagado. Por cierto, yo te embié tu parte con Ysopo.

Dixo ella:

-¿A mí?

Respondió el philósopho:

-A ti.

Replicó ella:

-No embiaste a mí, mas a la perrilla según que recontó Ysopo.

Entonces dixo Xanthus:

-¡Llámeme alguno a ese esclavo!

E como Ysopo viniesse luego díxole su amo:

-¿A quién diste aquellas viandas?

Respondió él:

-A la tu bien queriente, assí como lo mandaste.

Dixo Xanthus a la muger:

-¿Por aventura oyes bien lo que dize Ysopo?

Respondió ella:

-Óyolo, mas digo y otra vez lo torno dezir que ninguna cosa traxo para mí salvo a la perrilla.

Y el señor dixo a Ysopo:

-¿A quién las diste di, enforcadizo?

Respondió él:

-A quien tú mandaste.

Dixo el señor:

-Yo te las mandé traer a la mi bien queriente.

Dixo Ysopo:

-Y assí las traxe a la tu bien queriente.

Y dixo el philósopho:

-¿E quién es aquélla, fugitivo?

Y el Ysopo llamando a la perrilla dixo:

-Ésta es tu bien queriente, ca la muger a la qual la ama, no la ama nada, porque si en muy pequeña cosa le ofende, luego lo descubre y le dize quanto mal puede, y luego se ensaña y se va de casa. El perro, aunque lo fieras y persigas, nunca se va, mas el señor llamándolo otra vez, luego puesta la cola entre las piernas viene y lo lisongea y falaga. Y assí devieras dezir: "Tráelo a mi muger" y no "a la mi bien queriente".

Entonces dixo Xanthus:

-Ya vees, muger, si fue mi culpa o del mensajero, mas ruégote que te amanses, ca yo hallaré causa por la qual yo lo feriré y açotaré por derecha razón.

Y dixo ella:

-Faz como quisieres, ca comigo ninguna cosa se fará de aquí adelante.

Y assí esperó tiempo y salióse de casa ascondidamente y fuese a los parientes.


E como el marido supo de la yda de la muger y fuesse d'ello muy enojado y triste, díxole Ysopo:

-Agora vees que verdaderamente no la muger mas la perrilla te ama derecho.

E por algunos días, no bolviendo ella a casa, el marido suffríalo gravemente y se le fazía áspero, y embióle a rogar que viniesse a casa. Y ella, no queriendo obedecer a su marido, mas obstinada y endurecida, de día en día dezía:

-Nunca más a él tornaré.

Y dixo Ysopo a Xanthus:

-Señor, alégrate, ca yo faré por cierto que ella sola, sin ser llamada ni rogada, venga corriendo a casa.

E tomó dineros y fuese otro día al mercado y compró gallinas, capones, pavenes y ansarones. E después, passando por la calleja donde estava la muger de su señor, dissimulando que no sabía dónde estava ella, rogó a un siervo que salía de aquella casa, donde ella estava que le hiziesse vender algunas aves o otras cosas pertenescientes para unas bodas que se fazían en la villa. Y el esclavo le preguntó quién hacía las bodas. Respondió Ysopo:

-El philósopho Xanthus mañana toma muger y faze grandes bodas.

Oyendo esto, luego entró el esclavo a casa y recontólo todo a la muger de Xanthus, la qual muy apriessa y congoxosa llamando y dando bozes se fue a la casa del philósopho, su marido. Y entrando en casa, dixo:

-¿Ésta era la causa por que me escarnecías, por aquel esclavo malvado? Mas no será lo que pensavas, ca yo estando biva, no entrará en casa otra muger. Y assí lo digo a ti, Xanthus.


Después de pocos días, como Xanthus combidasse a sus discípulos a yantar, dixo a Ysopo:

-Comprarás lo que sea muy bueno y dulce y sabroso.

E Ysopo yendo al mercado habla consigo:

-Agora me manifestaré que soy sa- /f. VIIIv/- bidor para aparejar un yantar.

Y fuese a la carnicería y compró solamente lenguas de puercos. E guisólas y puso la mesa. E assentándose el philósopho con sus discípulos, mandó a Ysopo traer de comer. Y el Ysopo puso las lenguas con salsa de vinagre. Y los escolares, alabando el maestro, dezían:

-Señor, éste tu yantar es lleno de philosophía.

Dende a poco Xanthus mandó a Ysopo:

-Trae otra vianda.

El qual traxo otra vez lenguas aparejadas y guisadas con salsa de pimienta y ajos. Entonces dixeron los escolares:

-Maestro, conveniblemente es puesta la lengua, ca una lengua se aguza con otra.

Un poco después, dixo el señor a Ysopo:

-Trae aquí otra vianda alguna.

Y él traxo otra vegada lenguas. Los combidados, ya enojados, d' ello, dixeron:

-¿E fasta quándo durará las lenguas?

Y el philósopho con saña movido díxole:

-Por ventura, ¿tenemos otra cosa que comer?

E Ysopo respondió:

-Por cierto, no tenéis otra cosa.

Y Xanthus dixo:

-¡O cabeça de maldad, açotado! ¿No te dixe "Compra aquello que sea muy bueno y muy dulce y sabroso"?

Y Ysopo respondió:

-Assí lo mandaste. Mas gracias hago a los dioses porque aquí son agora hombres philósophos. Mas de ti querría saber qué cosa es mejor y más dulce que la lengua. Ca por cierto, toda arte y toda doctrina y philosophía por lenguas es establecida y ordenada. Item dar, tomar, saludar, el juizio, mercadería, la gloria, las sciencias, los casamientos, casas, cibdades por lenguas son hechas; por la lengua los hombres se ensalçan, en la lengua consiste y está quasi toda la vida de los mortales. Assí que no hay cosa ninguna mejor que la lengua, ni más dulce, ni cosa más saludable fallarás que sea dada de los inmortales a los mortales que la lengua.

Entonces los escolares abraçando a Ysopo dixeron:

-Bien fabla Ysopo porque parece, maestro, que erraste que pensaste que en otra manera era esto y que era maldad.

Otra día siguiente, el maestro cobdiciando purgarse ante sus discípulos, díxoles:

-Ayer no cenastes de mi sentencia, mas d'este esclavo sin provecho. Oy mudaremos las viandas, ca lo que oviere de fazer, ante vosotros ge lo mandaré.

Y llamando a Ysopo, díxole:

-Lo peor y más amargo hallarás, aquello traerás para cena, ca todos estos han de comer comigo.

Empero, el Ysopo sin espanto alguno fuesse a la carnecería y como de cabo compró lenguas, y aquéllas de la mesma manera que antes las guisó y aparejó. E como a la tarde, los escolares se assentassen a cenar, Xanthus dixo a Ysopo:

-Trae aquí de cenar.

El esclavo, con la misma manera de salsa, puso las lenguas en la mesa. Entonces dixeron los escolares:

-E aún venimos a las lenguas. Y otra vez traxo lenguas.

Lo qual, como los que estavan a cenar se indignassen y en paciencia no lo tomassen, el philósopho dixo al Ysopo:

-¿No te mandé yo traer lo mejor y más dulce? Mas díxete que traxesses lo que fuesse peor y más amargo, y assí te lo mandé.

Respondió el Ysopo:

-Muy verdaderas son las cosas que tú dizes, mas demándote qué cosa se falla peor ni casa más fediente que la lengua. Por lengua los hombres perecen, por lengua viene el hombre en pobreza, por lengua se destruyen las cibdades, por lengua vienen todos los males.

Entonces uno de los que estavan asentados a la mesa dixo a Xanthus:

-Si a éste mirares y entendieres, por cierto tú vendrás a estrema locura, ca qual es su fechura de cuerpo, tal es de coraçón.

E díxole Ysopo:

-Tú eres aguijón muy malo y mucho aguijas al señor contra el siervo, y de más eres curioso y más agudo que los otros.


E Xanthus, buscando causa como pudiesse fe- /f. IXr/- rir a Ysopo, díxole:

-Pues que llamas al philósopho curioso y cuidadoso, trae un hombre que sea sin cuydado.

E saliendo de casa, Ysopo trabajava y mirava si podría fallar algún hombre sin cuydado. Y mirando a muchos que encontrava, vio un aldeano al qual dixo:

-El philósopho, my señor, te combida a comer con él.

El aldeano, no curando de le preguntar por qué combidava a hombre que no conocía, siguió a Ysopo seguramente con sus çancajos lodosos, entró en casa y sin cuydado ninguno se assentó a la mesa con los otros. Entonces dixo Xanthus a su muger:

-Porque yo pueda con razón açotar a Ysopo y assí mismo porque los otros sean más prestos a obedecernos, recibe con paciencia lo que te diré y no ayas por ello enojo.

E después dixo con boz alta:

-Señora, toma el bacín con agua y lava los pies a este peregrino.

Pensando que el villano rústico, envergonçado de aquello se fuesse de casa y por ello fuesse Ysopo açotado, y ella, como el marido le mandó, puso un bacín de agua a los pies del aldeano, el qual sabiendo que ella era señora de casa, pensando en sí dixo:

-"¿Por qué me quiere tanto honrar? ¡Dexando de mandar a los siervos y siervas, manda a su muger que me lave los pies!"

Y assí se dexó lavar d' ella los pies y bien lavado folgó. Y después mandó el philósopho a la muger que ella misma le dé a beber. Y dixo entre sí el rústico:

-"Aunque convenga que ellos bevan primero, mas pues assí es su voluntad, d' este honrado hombre quiero obedecer a sus mandamientos."

E tomando la taça osadamente bevió. Y como ya comiessen, fízole poner el philósopho un pescado delante diziéndole que comiesse. Y el rústico, vazío de cuydados, comía con muy buen talante y sabor. Y mirando esto el philósopho mandó llamar al cozinero y díxole:

-Este pescado no es bien adereçado y guisado.

Y mandó que fuesse despojado y açotado. Y el aldeano dezía entre sí:

-"A este pescado no falta salsa alguna, y assí se açota éste sin razón. Mas qué me va a mí si el cozinero es açotado o no. Yo henchiré mi vientre de buenas viandas y allá se avengan."

E Xanthus, viendo que el huésped combidado comía el pescado, dexóse de fablar. E después començó el rústico de cortar del pan que traxeron a la mesa grandes pedaços a manera de ladrillos. Y no mirando a ello Xanthus, començó a comer. E como cató el philósopho fazia el aldeano y vio cómo comía tanto de gana, y fuertemente hizo llamar al panadero y díxole:

-¡O muy suzio y villano! ¿Por qué no posiste miel ni pimienta en este pan?

Respondió el panadero:

-Si este pan es de los míos y no es bien fecho, castígame fasta que me mates. Y si no es de los mis panes, tu muger es en culpa y no yo.

Xanthus dixo:

-Si esto sale de mi muger, yo la faré quemar biva.

E por otra parte dixo a la muger callando que no respondiesse nada por causa de ferir a Ysopo. Y mandó a uno de los siervos:

-Trae uno de los sarmientos y arriba en el retrete encended fuego. Y tú y Ysopo, tomad ésta, mi muger, y quemalda.

Esto fingía el philósopho pensando que el rústico, oyendo estas cosas, se levantasse y quisiesse empedir y estorvar el fecho. Mas el rústico dixo entre sí:

-"Éste sin causa quiere quemar a su muger."

Y dixo a Xanthus:

-Señor, ruégote que pues quieres quemar a tu muger, me esperes un poco mientra que yo traygo la mía para que ambas juntamente sean quemadas.

Lo qual oyendo Xanthus maravillándose dixo:

-Firme es el coraçón d'este hombre y es sin cuydado.

Y buelto a Ysopo dixo:

-Cata que me has vencido. Mas no sea de aquí adelante d' esta manera. Si fielmente y con diligencia me sirvieres, presto conseguirás la libertad.

/f. IXv/ Respondió Ysopo:

-Assí me avré en todas las cosas continuamente que con razón no juzgarás contra mí.


Después de tres días, dixo el philósopho a Ysopo:

-Mira si son muchos hombres en el baño, ca si muchos no están, ende querríame yr a lavar.

E Ysopo yendo para allá encontró al alcalde de la cibdad, el qual conociendo que fuesse esclavo de Xanthus, díxole:

-¿Dónde vas, cabeça de saber?

Respondió Ysopo:

-No sé, por cierto.

El alcalde, pensando que lo escarnescía mandó que lo llevassen a la cárcel. E Ysopo yendo preso dixo:

-Señor alcalde, de verdad te fablé, que no sabía dónde yva. Ca yo muy poco pensava que avía de yr a la cárcel preso.

E por estas palabras el juez sonriéndose mandó que lo soltassen. Dende, yendo Ysopo al baño, donde estava gran compañía, vio que todos los que entravan y salían se lisiavan en los pies en una gran piedra. Finalmente uno que estava assentado a la puerta del baño, como se hiriesse en el pie en aquella piedra, quitándola dende púsola aparte. Lo qual viendo tornó Ysopo a casa y dixo a su señor que un solo hombre estava en el baño. Y assí díxole el philósopho:

-Toma essas cosas que son necessarias y vamos al baño.

El qual, entrando en el baño vio gran copia de gentes, y con saña dixo a Ysopo:

-¿Por qué dexiste, malvado contrahecho, que no estava en el baño sino un hombre solo?

El qual respondió:

-Assí lo dixe. Y no está aquí entre ellos sino un hombre. Y si me oyeres, tú me juzgarás que te dixe verdad. Aquella piedra que vees que está en aquel rincón estava quando yo vine aquí en la entrada de la puerta y todos los que entravan se herían en ella y no fue alguno d' ellos que la quitasse salvo uno, el qual la quitó y la puso donde agora veys que está, al qual juzguo yo solamente por hombre y no a los otros.

Entonces dixo el philósopho:

-No tardaste en te escusar.

E después que Xanthus salió del baño lavado llegando a su casa limpiava el vientre estando presente Ysopo con el cantarillo de agua esperándole para que se lavasse. E preguntóle Xanthus a Ysopo:

-Dime por qué los hombres quando salen fuera e limpian su vientre miran luego su estiércol.

Respondió Ysopo:

-Antiguamente como un sabio en lugar secreto assentado alimpiando su vientre aviendo en ello alegría largamente tardasse, echó el seso o meollo del celebro juntamente con las hezes fuera. Y desde aquel tiempo acá los hombres por miedo de semejante caso quando salen afuera siempre catan su estiércol. Empero, tú déxate de aver miedo de aquello, ca lo que no tienes no puedes perder.


Después, otro día Xanthus, assentándose con los amigos y teniendo en la mano el vaso, como se turbasse con muchas y diversas quistiones que le proponían, díxole Ysopo:

-Señor, léese en un libro de Deonisio que el vaso en las compañías tres fuerças tiene: la primera fuerça es a deleyte; la segunda a alegría; la tercera a locura. Porque te ruego, señor, que bivas alegre y de las otras cosas déxate.

Al qual Xanthus, embriagado de vino, dixo:

-Calla tu boca de infierno y de tinieblas.

Respondió Ysopo:

-Como fueres al infierno, guarda que no me vengue de ti.

Uno de los escolares, entendiendo que Xanthus fuesse cargado de vino, díxole:

-Dime, maestro, ¿un hombre solo podrá bever la mar toda?

Respondió el filósopho:

-¿Y por qué no? Ca yo mismo bevería toda la mar.

Dixo el discípulo:

-¿E si no la beves toda, qué pagarás?

Respondió Xanthus:

-Mi casa daré si no la bevo.

Los quales apostaron sobre esto poniendo los anillos por señal y fuéronse cada uno para su casa. Otro día de mañana, como Xanthus se levantó y se la- /f. Xr/- vó la cara, no viendo el anillo en la mano, preguntó a Ysopo:

-¿Sabes tú de mi anillo?

Díxole él:

-No señor, mas soy cierto que prestamente seremos huéspedes d' esta casa.

Xanthus le dixo:

-¿Por qué dizes esto?

Respondió Ysopo:

-Por quanto ayer apostaste que beverías toda la mar, sobre lo qual posiste en señal el anillo.

Xanthus espantado, como oyó esto, dixo:

-¿En qué manera podría yo bever toda la mar? ¡Esto no puede ser!

Dixo a Ysopo:

-Mas pues assí es, ruégote que en quanto pudieres por ingenio me valas e ayudes de consejo cómo pueda vencer, o a lo menos para que se desfaga la apuesta.

Dixo Ysopo:

-Vencer no puedes, mas bien se desfará y se soltará la apuesta.

Díxole Xanthus:

-Muéstrame el camino como esso se faga.

Dixo Ysopo:

-Ésta es la carrera e vía para ello. Quando tu contrario dirá e te requerirá que le entregues lo que le prometiste, mandarás entonces que te pongan el estrado y mesa en la ribera de la mar y que sean puestos ende servidores, escancianos y coperos con todos aparejos para ellos pertenecientes. Y como vieres el pueblo ayuntado faz lavar las taças e picheles y jarros en la mar. Dende, teniendo la taça en la mano llena de agua y de sal, manda según la convención y apuesta declarar todo lo passado, mas tú las mesmas cosas que prometiste con el vino, affírmalas mesuradamente sin el vino, e dirás: "Varones de Samún, ya oystes yo aver prometido de bever toda la mar. Mas como sabéis, muchos ríos e arroyos corren a la mar, e mi contrario en este caso mire y guárdese que los ríos no corran ni se entren en la mar, e yo faré lo que he prometido." E d' esta manera vos soltaréys -dixo Ysopo.

El philósopho, conociendo que era ésta carrera muy provechosa, alegróse mucho. Y dende a poco viene aquel escolar que apostó con él, presentes algunos senadores de la cibdad, e requiere que cumpla lo que apostó con él o le dé la casa. Oyendo esto el philósopho, luego mandó poner el estrado y mesa cerca de la mar e ayuntado ende gran pueblo a mirar, el philósopho, assentado en su silla, manda lavar la taça y que le fuesse trayda llena de agua. La qual teniendo llena en la mano mandó al que tenía los anillos en prendas e señal que explanasse e propusiesse en público el caso de la apuesta. Y como él recontasse públicamente, dixo Xanthus al pueblo:

-Varones de Samún, cierto es e a todos manifiesto que muchos ríos caudales e pequeños con muchos arroyos entran en la mar. Mi adversario cierre las bocas d' ellos e yo cumpliré lo que con él aposté y beveré toda la mar.

Dichas estas cosas, toda la compañía de los pueblos firiéndose las palmas, llaman rogando al filósofo que no proceda más en esto. Entonces el escolar contrario de Xanthus, cayendo a sus pies, dixo:

-Gran maestro, yo conozco que soy vencido de ti porque te pido que de tu grado y mesura la apuesta sea desfecha y anulada.

Lo qual, a ruego de todo el pueblo, otorgó el philósopho. Y assí fue librado del yerro en que cayó por consejo de Ysopo.


Después, como bolvieron a casa, rogó Ysopo que assí como aquél que lo avía bien merecido que lo quisiesse hazer libre. E Xanthus, maldiziéndolo, díxole:

-Vete de aquí, encantador, ca esso no ganarás oy comigo. Salte fuera a la puerta y si vieres dos cuervos, dímelo, ca buen agüero es ver dos, mas ver uno es mala señal.

E Ysopo, saliendo de casa, como no viesse más de un cuervo porque el otro ya avía bolado, dixo al Ysopo:

-Dime, verdugo, ¿dónde son los dos cuervos que viste?

/f. Xv/ Dixo:

-El uno boló en tanto que yo me torné a te lo dezir.

Dixo Xanthus:

-Ya tienes costumbre, don viejo, siempre de escarnecerme con tus coçarrerías e cavillaciones, mas galardón de tus engaños finalmente tú avrás.

E mandólo despojar y que fuesse açotado sin mesura. Mientra que a Ysopo açotavan vino un moço de casa a llamar a Xanthus a comer. Entonces dixo Ysopo:

-¡Ay de mí, mezquino sobre todos, yo que vi dos cuervos soy cruelmente açotado e Xanthus que vio uno es llamado a deleytes y plazeres! No ay quien más contrarios sean buenos agüeros que a mí.

Las quales palabras e su ingenio agudo considerando, dixo Xanthus a los que lo açotavan:

-Ya dexad de açotarlo en mala ventura para él.


Después de algunos días dixo Xanthus a Ysopo:

-Adereça el yantar elegante y precioso con buena salsa.

El Ysopo compró las cosas necessarias, y viniendo a casa falló a la señora durmiendo en la cámara dentro, a la qual dixo:

-Señora mía, mira porque no coma d' esto que aquí pongo el perro.

Respondió ella:

-Vete en buena hora y no te cures que aun mis nalgas tienen ojos.

E como el Ysopo aparejó aquello que cumplía, y otra vegada entrando en la cámara hallasse a ella durmiendo echada las partes traseras hazia la mesa, acordóse de lo que un poco ante le avía dicho. E alçóle las faldas fasta las nalgas y dexóla dormir descubierta mirando con las nalgas a la mesa. El philósopho entrando en casa vio estar durmiendo a la muger descubierta de la cinta abaxo, y de gran vergüença confuso llamó a Ysopo en presencia de los escolares que eran allí con él, diziendo:

-¿Qué cosa es esto, hombre suzio?

Respondió él:

-Mi señor, mientra yo aparejava de comer en la cozina lo que convenía, rogué a mi señora que un poco mirasse porque no comiesse el perro lo que estava puesto en la mesa, y mi señora dixo: "No cures, que aun mis nalgas tienen ojos". Y yo, hallándola como veys durmiendo calladamente le descubrí aquellas partes porque los ojos que tenía en ellas pudiessen ver la mesa puesta.

Entonces dixo el philósopho:

-Mal siervo, muchas vezes has cometido cosas vanas, mas en ningún tiempo feziste peor cosa que agora, que a mí y a mi muger tan suziamente nos has escarnecido. Agora por los combidados de grado se te perdona, mas ocasión vendrá que hasta que mueras te faga açotar.


Item, como después de pocos días, Xanthus los philósophos y retóricos combidasse, díxole:

-Estáte a la puerta y no dexes entrar en casa a ningún ydiota e sin letras, mas tan solamente a los philósophos y rethóricos.

E Ysopo estando a la puerta, como uno de los combidados viniesse y dixesse que le abriesse, díxole algunas palabras que él no las entendía. El combidado, pensando que lo llamava perro o otras palabras injuriosas, enojado d' ello, bolviósse y assí mesmo otros muchos hizieron. A la postre vino uno assaz agudo y no descortés, y díxole Ysopo palabras injuriosas. Y él, presto de ingenio, respondió y destajó: "Cola". Y a éste luego lo metió Ysopo en casa. Dende a poco, Yso- /f. XIr/- po se fue para el señor y díxole:

-Fuera d'éste no viene otro philósopho.

Por lo qual Xanthus, sintiéndose escarnecido de los otros, ovo gran enojo. Mas otro día, aquellos que no entraron en casa, encontrando con el philósopho Xanthus, dixéronle:

-¡Cómo nos faltaste ayer! Ca aquel que guardava la puerta por nos injuriar a todos nos llamó canes.

Oydas estas palabras, turbado por ellas, Xanthus dixo entre sí:

-"¿Si desvarío y desacuerdo yo o éstos?"

E llamado Ysopo díxole:

-¿E qué fue esto, buen moço, diz que aquéllos que con honor y reverencia devieras recebir, has denostado y injuriado por palabras feas?

E Ysopo respondió:

-¡Ay de mí, tú me dexiste que no recibiesse en casa sino a los sabios y letrados!

Entonces dixo Xanthus:

-¡O diablura, por ventura parecen éstos sabios y letrados!

Respondió Ysopo:

-A mí parece que no son sabios. Por cierto, como yo les dixe un vocablo, ellos qué cosa les dezía no entendieron. ¿E cómo pueden ser vistos sabios y letrados ellos a alguno? Mas aquél que bien entendió, el qual pareció ser sabio, luego lo recebí.


E dichas estas palabras por Ysopo todos juntamente las aprovaron. Mas después de muchos días, como Xanthus con Ysopo fuese a las sepulturas de los mayores y entre las sepulturas de los mayores, Xanthus las letras del epitafio de las sepulturas leyesse, el Ysopo en una arca que estava cerca de la estatua, a la qual por grados subían, vio unas letras no sonantes mas solamente por puntos pintadas e esculpidas en esta forma: "a.g.q.f.i.t.a." Y preguntó a su señor:

-¿Qué dizen estas letras?

Entonces Xanthus diligentemente y con espacio pensando en ellas, no pudiendo entender lo que querían sonar, dixo a Ysopo:

-¡Di señalado qué significan aquestas letras!

Dixo Ysopo:

-Si te mostrare aquí thesoro, ¿qué bien me farás?

Respondió el señor:

-Está fiel y de buen coraçón, ca la libertad e meytad del thesoro conseguirás.

Entonces Ysopo, subiendo a quatro gradas de la coluna y cavando ende, falló oro. El qual luego ofreció a su señor y díxole:

-Ruégote, señor, que me guardes lo que me prometiste.

Respondió Xanthus:

-No haré nada si no me muestras lo que has ende fallado, ca esto estimo por más que el oro.

Ysopo dixo:

-El que guardó aquí el thesoro, sin duda assí como philósopho lo selló, y señaló con siete sellos y señales emprimidos, es a saber, con las siete sobredichas letras, las quales significan en latín: "Ascende gradus quattuor, fodias, invenies thesaurum auri." Que quieren dezir en romance: "Sube grados quatro, caves, fallarás thesoro de oro."

E dixo Xanthus:

-Pues que eres tan agudo, no conseguirás la libertad.

Y respondió Ysopo:

-Guarda y está quedo. Ca este thesoro pertenece al rey.

Dixo Xanthus:

-¿Cómo sabes esto?

-Yo lo sé por estas otras letras siguientes que son: "T.R.D.Q.J.T.A." que quieren dezir en latín: "Tradite regi Dionisio, quem invenistis thesaurum auri." Las quales siete palabras quieren dezir en romance: "Da al rey Dionisio el thesoro de oro, el qual fallaste."

El philósopho, oyendo que el thesoro pertenecía al rey, dixo a Ysopo:

-Toma la meytad del thesoro y esto no digas a alguno.

Respondió Ysopo:

-No me das tú esto, mas el que guarda aquí el thesoro.

Dixo Xanthus:

-¿Cómo es esso?

Respondió Ysopo:

-Las letras siguientes muestran esto, las quales son: "E.D.Q.I.T.A.", que significan en latín: "Euntes dividite quem invenistis thesaurum auri." Que quiere dezir: "Andando, partid el thesoro de oro el qual fallastes."

Entonces dixo Xanthus:

-Vamos a casa y partamos el thesoro.

Llegando a casa el philósopho, por miedo /f. XIv/ que le descubriesse, mandó que lo pusiessen en las prisiones. Entonces dixo Ysopo:

-¡Ay de los prometimientos de los philósophos! En lugar de me fazer libre y honra, me ponen en cárcel.

Oydas estas palabras, el philósopho mudó la sentencia y mandólo sacar de las prisiones. Y dixo a Ysopo:

-Si quieres ser libre, refrena tu lengua y no me acuses tan abiertamente de aquí adelante.

Respondió Ysopo:

-Faz assí como te plazerá. Quieras o no quieras, libre me has de fazer.


En este mismo tiempo, cosa muy maravillosa acaesció en esse logar de Samún, en el qual, como se fiziessen juegos públicos, una águila de una bolada, súbitamente, el anillo del juez y inquisidor mayor arrebató del theatro o lugar donde se hazen los espectáculos, el qual anillo dexó caer en el seno del esclavo. Por la qual maravilla, la compañía que eran en el theatro, murmurando y contando nuevas, muy cuidadosa, congoxosa y dudosa estava. E ayuntado el pueblo todo en consejo demandaron consejo a Xanthus como a principal de la cosa pública que les dixesse qué significava aquello. E Xanthus, que era bien ignorante de aquel fecho, demandó algunos días de espacio para les responder y fuese para su casa no sabiendo qué responder ni aconsejar al pueblo. Estava muy pensoso y imaginativo, y triste de coraçón. Y llegando Ysopo a él, díxole:

-¿Por qué estás tan ansioso y te caes de coraçón? Quita de ti la tristura y pon sobre mí el cargo de responder a esta quistión y de les consejar. Mañana yrás al consejo y habla d'esta manera al pueblo: "Varones de Samún, yo no soy agüero, ni adevino, ni ariolo, ni aun intérprete y declarador de señales y maravillas, mas yo tengo en casa un esclavo, el qual dize que sabe d'estas tales cosas y que ha conocimiento d' ellas. Si vos plazerá fazerlo he traer, y el vos declarará qué significa este agüero." Entonces, si con lo que yo consejaré fuere contento el pueblo, tú avrás gloria y gracia juntamente. E si no los satisfiziere, tú serás sin infamia y mía será la culpa.

Confiando en las palabras de Ysopo, en el día siguiente el philósopho madrugó y fuese al theatro y plaça, en la qual estando el pueblo junto llamado para esto, subiendo en una cáthedra, Xanthus recontó y dixo a todo el ayuntamiento según y de manera con que su fámulo Ysopo avía consultado. E oydas sus palabras, todo el pueblo le rogó con gran afición que luego fuesse allí traydo Ysopo. El qual, venido entre ellos, y vista su mala disposición y fealdad, menospreciávanlo, y escarnesciendo d'él hazían juego diziendo:

-¿E qué otro mayor agüero puede ser que su cara? ¿Y no es de creer que ayamos de oyr alguna cosa de bien de hombre tan suzio y fediente?

El qual, seyendo por éstas y otras semejantes palabras escarnecido, subiendo y estando en el lugar más alto, hizo señal al pueblo que callassen y le oyessen. Los quales como fuessen en silencio, dixo Ysopo assí:

-Varones de Samún. ¿Porque escarnecéys mi forma? No es de mirar tan solamente la cara del hombre mas su coraçón. Ca por cierto, debaxo de fechura y forma fea del hombre, muchas vezes está ascondida la sabiduría. Assí que como en los cueros y botas de vino no se mira la forma, mas quál vino contenga en sí y de su gusto se juzga ser bueno o malo. Assí no tan solamente la cara, mas la voluntad del hombre se deve considerar.

El pueblo, oyendo estas cosas, dixeron a Ysopo:

-Si en alguna cosa pudiesses aprovechar a la cosa pública por consejo, esto te rogamos que fagas.

Entonces Ysopo, con mayor confiança, dixo:

-La natura de la qual todas las cosas proceden gran batalla de (gloria) puso oy entre el señor y el esclavo. Ca si el uno vence no ygual galardón re- /f. XIIr/- portará, porque si el señor fuesse vencedor de la batalla, gloria e gracia consiguiría acerca de vos. Mas yo, aunque sea vencedor e declare la maravilla, no me hará libre assí como sería de razón e derecho, mas antes me maldezirá e me echará en prisión. E si esta batalla e contienda ygualar vos plazerá, e que yo sea libre hecho, porque con gran fiuzia pueda hablar, ciertamente vos digo que yo abriré y declararé sin dubda qué quiere significar este agüero.

Entonces, toda la compañía juntamente dixeron:

-Cosa razonable e ygual demanda. Por ende, Xanthus fágalo libre e franco.

Y como el philósopho no quisiesse fazer aquello, el juez, por autoridad pública, le dixo:

-Si luego no obedeces al pueblo, yo lo haré libertado en la casa de Juno por derecho pretorio e yo te daré en su lugar a otro.

Oyendo esto, los amigos amonestaron e rogaron al philósopho que lo sacasse de su poder e lo diesse a la cosa pública a Ysopo. Entonces el philósopho, aunque no de grado, ante todo el pueblo, díxole:

-¡Ysopo, sey libre e franco!

E luego el pregonero públicamente con alta boz dixo:

-¡Xanthus, philósopho, haze libre y franco a Ysopo, su esclavo!

En lo qual se cumplió lo que Ysopo un poco antes dixera a su amo: "Quieras o no quieras me farás libre." Y assí Ysopo, fecho libre e franco, andando por medio de la compaña, e haziendo señal de silencio con la mano, dixo humilmente con alegría las palabras siguientes:

-Varones de Samún, lo que el águila, que es entre las aves assí como son los reyes entre los hombres, arrebató el anillo de la mano del juez e inquisidor, ciertamente significa que algún rey querrá proceder contra vos a quitarvos vuestra libertad e franqueza, e vos querrá abrogar e quitar vuestras leyes e assí sojuzgar en su potestad.

Oyendo aquestas cosas, aquellos pueblos fueron espantados, e dende a poco, he aquí donde viene el secretario con las letras del rey preguntado por los juezes e justicias de Samún. E assí fueron por él presentadas al senado e consejo de Samún las cartas d'esta manera e forma:

"El rey Cresus de los Lidos, al senado e pueblo de Samún embía a saludar. Mándovos que de aquí adelante me paguedes y pechedes tributos e censos. Y si assí a éste mi mandamiento no obedecierdes assí como devéys obedecer, tanta pobreza vos será dada, quanta no podréys soportar."

Estas letras assí leydas e manifestadas en el consejo, todos se inclinavan por miedo a obedecer al rey, mas determinaron primero de oyr qué consejo les daría Ysopo. El qual, venido al senado, e rogado que diesse su buen consejo, dixo:

-Varones de Samún, que deys tributos e pechos al rey, aunque os veo inclinados a ello, no vos aconsejo, por lo qual brevemente vos quiero abrir e mostrar qué cosa convenga a vuestra república porque sobre ello vos podáys consejar. La fortuna a los hombres mortales en esta vida dos caminos ha mostrado: el uno, de libertad, cuyo comienço es duro y áspero de soportar mas el fin muy llano e ygual y ligero de sufrir; el otro, de servitud, cuyo comienço es ligero y llano como el campo, mas el fin es muy áspero, ni se puede andar sin gran angustia. Fáblovos esto porque sobre ello delibréys.

E como el pueblo oyesse estas cosas, conosciendo que conviniesse a la cosa pública, a una boz aprobantes la sentencia de Ysopo, dixeron:

-Como seamos libres, no queremos servir.

Y con aquella respuesta embiaron al mensajero del rey.


El rey de Cresus, conociendo todo esto, movido en su coraçón, deliberó de embiar a los de Samún a manera de los otros, sus tributarios, las sumas y copias del tributo. Empero cessó por entonces, porque el primero mensagero que allá fuera ge lo empidió, dizi- /f. XIIv/- éndole assí:

-Nunca podrás sojuzgar a Samún si primero no sacas y quitas de entre ellos a Ysopo, por cuyo consejo se rigen ellos, mas podrás por tus mensajeros demandar que te embíen a Ysopo, y que tú les farás grandes gracias y alçarás el tributo. E si esto fazen, en tu mano son luego.

Entonces el rey, por este consejo, embió a uno de sus ricos hombres a ellos. El qual, llegando a Samún, puso su embaxada en el consejo y tuvo maneras y persuadió al senado cómo a Ysopo embiassen para el rey. E Ysopo, llamado a consejo y sintiendo la intención del rey, dixo:

-Varones de Samún, yo cobdicio yr ciertamente a los pies del rey a le besar la mano, mas primero vos quiero contar una fábula. En aquel tiempo que las animalias brutas se ayuntavan en uno, los lobos movieron guerra contra las ovejas, las quales, no se pudiendo defender d' ellos, demandaron favor y ayuda de los perros, los quales, guerreando y pugnando contra los lobos, fiziéronlos fuyr. Entonces, conociendo los lobos cómo podían menos que las ovejas y que los podían empecer por causa de los canes, embiaron mensajeros a las ovejas, diziendo que querían paz perdurable con ellas con una condición, que por la sospecha de la guerra fuese del todo quitada, que los perros fuessen puestos en poder de los lobos. Y las ovejas locas, creyendo a los lobos, fizieron la paz y concordia con la condición que pedían los lobos, los quales, como tuviessen en su poder y guarda los perros, matáronlos, y assí sin dificultad alguna prendieron y destruyeron las ovejas.


Y no obedeció Ysopo al mandamiento de los de Samún, mas en uno con el mensajero navegó y se fue para el rey y se presentó ant' él. Y el rey, como vio a Ysopo, con saña dixo:

-¿Cómo éste es el que faze que los de Samún no obedezcan a mis mandamientos?

Entonces començó a hablar Ysopo d' esta manera:

-¡O muy mayor rey de los reyes! Yo por cierto no constreñido ni apremiado por alguna fuerça o necessidad, mas de mi propia voluntad soy venido a tu acatamiento, y tengo fuizia que me oyrás con piadosas orejas.

El qual, mandado por el rey que hablasse seguramente, dixo y recontó d' esta forma:

-Un hombre muy pobre andando a caça de langostas prendió y caçó una cigarra, la qual, viendo que el caçador la quería matar, dixo: "No me quieras sin culpa matar, ca yo no daño las espigas ni empezco a los frutos y granos, mas firiendo con mis alas y pies hago armonía y dulce canto con que alegro a los caminantes y les quito su trabajo. En mí no fallarás salvo tan solamente la boz." E oyendo esto, el caçador soltó la cigarra. E yo, señor, assí te suplico que no me mandes matar ca soy cosa de poco valor y sin culpa, por quanto ni quiero ni puedo, por la flaqueza del mi cuerpo, a alguno fazer injuria, mas fablo aquellas cosas que a la vida de los mortales son provechosas.

Entonces el rey, movido de misericordia y maravillándose, dixo a Ysopo:

-No te do yo a ti la vida mas la fortuna te la da. Si alguna cosa quieres, demanda y verdaderamente te será otorgada.

Dixo Ysopo:

-Una sola cosa demando a tu magestad, que a los de Samún, los quales me hizieron libre y fran- /f. XIIIr/- co sean dexados e remitidos los tributos.

Luego otorgó el rey que fuessen remetidos e dexados, de lo qual Ysopo, humillándose en tierra, fizo grandes gracias al rey. E dende compuso las fábulas que fasta estos tiempos son avidas, y presentólas al rey. Y después, con letras que el rey le hizo dar, navegó e fuesse para la cibdad de Samún. Y el pueblo d' ella todo rescibió con muy grande honor a Ysopo, ca todo el senado, siguiéndole todo el pueblo, le salieron a recebir. E más, fue toda la ciudad emparamentada e ornada y decorada con guirnaldas e danças. E Ysopo, traydo al assentamiento consistorial, mostró e leyó las letras del rey, faziendo entender al pueblo con el senado cómo eran libres y los tributos eran remissos y dexados.


Después d' esto, partiéndose de Samún, anduvo por muchas e varias naciones enseñando e dando en fábulas provechosas doctrinas a los hombres. E como llegó en Babilonia, después que mostró ende su saber, fue avido ende en gran estima e honra cerca de Licurus, rey de Babilonia. En aquel tiempo, los reyes embiavan uno a otro quistiones por cartas en juego d' esta manera: el que no sabía interpretar y declarar la quistión pagava e dava tributos al que la embiava. Donde, como Ysopo interpretasse muy claramente las semejanças e otras quistiones, ennobleció e clarificó altamente al rey de Babilonia, e assí mismo, por el rey Licurus hizo e ordenó quistiones para embiar a otros reyes, e no pudiendo a ellos reponder, muchos reyes davan tributo al rey de Babilonia, por lo qual el reyno de Babilonia fue augmentando en grandes espacios e fecho muy sublimado e honrado.

Mas como Ysopo no tuviesse hijo adopto e perhijó a un hombre mancebo fijodalgo que avía nombre Enus, al qual muchas vezes traya a la presencia del rey e ge lo encomendava no menos que si su hijo natural fuesse, el qual, ante de mucho tiempo, como oviesse avido que ver con una famula e criada del Ysopo, la qual él tenía como por muger, por miedo que por aquello no le hiziesse algún mal, acusó a Ysopo ant' el rey falsamente e mostró letras falsas en nombre de Ysopo hechas para otro rey con su señal acostumbrada selladas, e las dio al rey. En las quales se le ofrecía para se yr para él a soltar las quistiones e problemas. Por lo qual, el rey Licurus, dando fe a la su señal e movido de muy gran yra, mandó a un su familiar, cavallero Hermipo, que luego sin tardança fiziesse matar a Ysopo. Mas Hermipo, que ovo piedad d' él mirando e aun muy bien considerando que podía aprovechar por algún otro tiempo con estudio, no lo hizo matar, antes escondidamente lo hizo meter en un sepulcro e assí lo tuvo e guardó bivo, mas sus bienes consiguió y heredó su ahijado Enus.


 

Después de gran tiempo, Nectanabo, rey de Egipto, considerando como Ysopo era muerto, según que era pública fama de su muerte, embió quistiones al rey Licurus por esta manera:

"Nectanabo, rey de los egipcianos. Al rey Licurus, de Babilonia. Salud. Por quanto yo querría edificar una torre que no tocasse el cielo ni la tierra, embíame maestros que me edifiquen esta tal torre. E responde a la quistión, e recibirás del mi reyno tributos e censos por diez años."

E como esta quistión recibiesse el rey Licurus, fue muy gravemente entristecido e pensoso. E para la soltura d'esta quistión, llamados todos sus sabios, les mandó que soltassen la quistión, e viendo que no la podían soltar, el rey cayendo en tierra e gimiendo, dixo assí:

-¡Ay de mí, mezquino, que perdí la coluna del mi Reyno! ¿Qué fado me echó en tal fortuna que oviesse de mandar matar a Yso- /f. XIIIv/- po?

Hermipo, oyendo el lloro e angustia del Rey, llegóse a él e díxole:

-No te atormentes ni te mates más, ca no hize matar a Ysopo, entendiendo que d' ello te arrepentirías en algún tiempo, porque hago cierto que éste a quien tú mandaste matar, bive en este tiempo entre los sepulcros, ca aviendo miedo del tu mandamiento en un monumento lo guardé fasta este día.

El rey, oyendo esto, no de poca alegría lleno, levantóse luego e abraçando a Hermipo, dixo:

-Si verdad me hablas que Ysopo es bivo, este día me has fecho que me sea perdurable. E por cierto, si tú lo guardaste, en ello confirmaste mi reyno.

E mandó que luego fuesse traydo delante del Ysopo, el qual no limpio, flaco e de enfermedad envejecido presentándole ante el rey, bolviendo la cara, el mesmo rey gemió e mandó que luego fuesse lavado e mudado. E assí Ysopo, lavado e vestido de nuevo, vase para el palacio e con devida reverencia relata su causa, cómo de su hijo adoptivo Enus fue acusado. Oyendo esto, el rey mandó que Enus padesciesse la misma pena, la qual deve padecer el que mata a su padre, mas el mismo Ysopo rogó por él. Finalmente, el rey tomó la carta de la quistión y diola a leer a Ysopo, el qual mirándola ante que soltasse la quistión, dixo:

-Escrive, rey, d' esta forma la respuesta d' esta letra, que tú le embiarás passado el invierno quien le edificará la torre y que entonces le responderás en todo por menudo.

E assí embió el rey al mensajero de los egypcianos con esta respuesta. Dende mandó que fuessen tornados y restituydos todos los bienes a Ysopo.


Y fue tornado a la dignidad primera, y más, le dio a Enus para sí, que fiziesse d' él lo que tuviesse por bien y Ysopo lo recibió benignamente. De tales consejos y amonestamientos, con gran estudio y cuydado, le redarguyó y castigó, diziéndole assí:

-Fijo, mira y entiende mis palabras con dilegencia y tómalas de todo tu coraçón. De fuera, todos sabemos y a otros damos consejos, y a nosotros no sabemos dar consejo. Como seas hombre, acuérdate que eres subjeto a las caydas humanas. Primeramente, ama y sirve a Dios. Guarda al tu rey. Como seas hombre, piensa y cura de las cosas de hombre, ca Dios se venga de los injustos. Maldad es, de grado y de voluntad, fazer enojo a otro. Con coraçón limpio y grande sufre las fortunas y adversidades. A tus enemigos muéstrate cruel porque no te menosprecien, y a tus amigos sey muy llano y manso porque de día en día te sean más bien querientes. Dessea a tus enemigos mala salud y cayda porque no te puedan empecer, y a tus amigos cobdíciales buenas andanças y prosperidades. Fabla a tu muger cosas provechosas porque no cobdicie otro varón, ca, por cierto, como la hembra sea varia y mudable, si no es falagada, prestamente se inclina al mal. Acuérdate de guardar de hombre cruel: el hombre malo, aunque aya prosperidades y bienaventuranças, siempre es mezquino. Sey más presto a oyr que fablar. Refrena la lengua, poco fabla mientra comes y beves, ca en el comer no es oydo el sabio mas el donoso y quien haze reyr. No ayas embidia de aquellos que la fortuna favorece, mas antes te goza de su bien porque la embidia al embidioso mucho empesce. Cura de tu familia, de manera que no solamente como señor mas aun como bienfaziente seas acatado de los tuyos. Guarda la vergüença y no te apartes de la razón. E no ayas vergüença cada día aprender cosas mejores. Guárdate de descobrir el secreto principal a tu muger, ca ella está armada para te infamar. Lo que /f. XIIIIr/ un día ganas, guárdalo para otro día por quanto es mejor dexar el dinero y aver en la muerte a los enemigos que pedir y mendigar en la vida a los amigos. Saluda y salva de buena voluntad a los que encontrares, ca vemos que el perro, que es animal irracional, busca el pan con la cola falagando. Mala cosa es escarnescer al cuytado y mezquino. Las cosas buenas no cesses de aprender y de entender en la sabiduría. Quando alguna cosa tomares de otro, lo más presto que podrás la tornarás porque más ligeramente otra vez te la preste. Quando podrás bien fazer a algunos, no te pese ni ayas pereza. Al hombre parlero, maldiziente y murmurador arriedra lexos de tu compañía. Los tus dichos y hechos a amigos callados encomendarás, mas tales cosas harás que no te pese después de averlas fecho. Como te vinieren tribulaciones y adversidades, no las sufras con coraçón triste, mas alegre y folgadamente. A los malos y perversos no cures de consejarlos. No sigas las costumbres de los malos. Sey hospital y recibe los huéspedes y peregrinos porque quando fueres por tierras estrañas falles quien te reciba. La buena palabra contra los vicios del ánimo muy buen físico es. Aquél es por cierto bienaventurado, el qual usa y ha buen amigo. No ay cosa tan escondida que el tiempo finalmente no la manifieste y trayga a luz.

Con estos y otros muy muchos amonestamientos Ysopo embió de sí a Enus, el qual falsamente lo acusó. Y dende a poco, desesperando, de una torre alta abaxo se echó. E assí como malo que era, desaventuradamente acabó su vida.


Después de esto, llamados los falconeros, mandóles Ysopo que los pollos fijos de las águilas tomassen. Los quales, como fuessen tomados, acostumbrólos a cevar y comer andando arriba y abaxo bolando, ligadas y atadas a los pies unas talegas de cuero, en cada una de las quales estava un niño. E assí, como los niños alçavan o abaxavan el cevo, assí las águilas siguiendo el cevo e comer, bolavan arriba o abaxo. Estas cosas assí passadas, como la fortuna del invierno passasse, Ysopo, con licencia del rey Licurus, fue e navegó para Egipto con cierta e firme esperança: que él se daría a tanto que d' ello se maravillassen los egypcianos, mas como los egipcianos la fechura del Ysopo vieron, estimándolo por mostruoso e sin sabiduría, pensaron que era juglar e burlador, e no miraron que a las vezes en vasos feos y torpes está e se contiene el bálsamo, que es el más precioso de los licores, e que algunas vezes las redomas no limpias tienen en sí vinos limpios. E assí, el mismo Ysopo se fue al palacio e se echó a los pies del rey. El qual, como estava en su majestad, lo recibió benignamente. E después le dixo:

-Dime, Ysopo, ¿a quién comparas a mí e a los míos?

Respondió Ysopo:

-Comparo a ti al sol e a los tuyos a los rayos del sol, ca por cierto no resplandeces de otra manera sino como el sol y el círculo y rueda solar, e los tuyos assí resplandescen como los rayos del sol que lo cercan.

Entonces díxole Nectanabo:

-¿Qué cosa es el reyno de Licurus comparado al nuestro?

Y Ysopo, sonriendo, le dixo:

-En cosa alguna no es más baxo, mas en muchas más alto. Ca assí como el sol a la luna excede e assombra con su resplandor, assí el reyno de Licurus excede e sobrepuja al tuyo.

Maravillándose el rey de la facultad tan pronta e aparejada de hablar de Ysopo, díxole:

-¿Traxísteme los maestros que han de edificar la torre?

Respondió Ysopo:

-¿Pues qué otra cosa? Muéstrame el lugar donde la quieres edificar.

El rey luego sa- /f. XIIIIv/- liendo de la cibdad le mostró el lugar en el campo. E Ysopo, por las quatro partes y esquinas, el lugar señalando, puso las águilas con las talegas atadas a los pies e los niños en ellas, los quales tenían las lenguas en las manos y el comer e cevo d'ellas en las otras manos, el qual siguiendo las águilas, como ya en alto bolassen, llamavan los moços mostrando las lengüezillas e diziendo:

-Dadnos cal e dadnos ladrillos e madera, e las cosas que convienen para edificar. Lo qual, como viesse Nectanabo, dixo:

-¿Para qué son entre vos otros hombres que tienen alas?

Respondióle Ysopo:

-Para muchas cosas. E tú, como hombre seas, ¿quieres contender e litigar con el que es medio Dios?

Entonces dixo el rey de Egipto:

-Yo me doy por vencido, mas ruégote, Ysopo, que me respondas a esto: ¿Yo fize traer yeguas de Grecia, las quales, del relincho de los cavallos que son en Babilonia conciben e se empreñan?

E Ysopo le demandó un día de espacio para responder, e ydo a su casa mandó a sus moços que le traxessen un gato, e traxéronlo ante Ysopo, el qual lo hizo açotar públicamente con palo. Lo qual oyendo los egypcianos, tentaron de librar e defender el gato, mas no lo pudiendo defender, fuéronse al rey e recontárongelo por grave fecho. Entonces mandó el rey que Ysopo viniesse ante él. Y presentado Ysopo ante el rey, díxole:

-¿Por qué heziste esto assí, Ysopo? ¿No sabes que nosotros honramos a Dios en la figura del gato? Ca los egypcianos tal ydolo honravan.

Respondió Ysopo:

-Este gato, esta noche passada, ofendió a Licurus porque le mató un gallo batalloso e generoso que le cantava las horas de la noche.

Dixo el rey:

-No pensava que era tuyo assí mentir, porque no puede ser que en una noche vaya e venga un gato de Babilonia acá.

Sonriéndose Ysopo, dixo:

-De aquella mesma manera el gato se fue e tornó de Babilonia como las yeguas que son aquí se empreñan al relincho de los cavallos que son en Babilonia.

Por estas palabras el rey alabó y encomendó la sabiduría de Ysopo.


Mas, en el día siguiente, hizo llamar el rey Nectanabo los hombres sabidores e de sciencia philosophal de la cibdad del Sol. A los quales, faziéndoles saber de Ysopo, combidólos a cenar e a Ysopo con ellos. Estando a la mesa, dixo uno d' ellos a Ysopo:

-Salva tu paz, digo. De Dios soy aquí embiado porque fable contigo. ¿Qué dizes a esto?

Respondió Ysopo:

-Dios no quiere nada que los hombres aprendan a mentir, porque tu palabra te acusa que poco temes e honras a Dios.

Item dixo otro:

-Un gran templo está y en él una coluna que sostiene doze cibdades, e cada cibdad es cubierta de xxx vigas, las quales vigas discurren dos hembras.

Dixo Ysopo:

-Esta quistión, en Babilonia, los niños la saben soltar. Ca el templo es la redondez de la tierra, la coluna es el año, las doze cibdades son los doze meses, las xxx vigas son los días de los meses, las dos hembras se dizen el día y la noche, que uno empós del otro continuamente corriendo sigue.

Entonces dixo el rey Nectanabo a sus grandes:

-Que yo embíe tributos al rey de Babilonia, derecho es.

E díxole uno d'ellos:

-Aún preguntémosle otra quistión, es a saber: ¿qué cosa es la que nunca oymos ni vimos?

Y dixo el rey:

-Ruégote, Ysopo, que nos digas qué cosa es aquélla que nunca oymos ni vimos.

Dixo Ysopo:

-Séame dada licencia para responder de mañana.

E assí como fue a su casa, hizo una fingida escriptura de contracto y obligación, en que el rey Nectanabo confessava aver recibido emprestados del rey Licurus mil marcos de plata, los quales se obligó a dar y a pagar y restituhir a un término que era ya en el tiempo corriente por entonces passado. E otro día /f. XVr/ de mañana traxo y mostró ante el rey aquella escriptura. La qual leyda, el rey maravillándose, dixo a los sus ricos hombres:

-¿Vosotros oystes o vistes que yo oviesse rescebido alguna pecunia en algún tiempo de Licurus, rey de Babilonia, prestada?

Dixeron ellos:

-Nosotros nunca oymos ni vimos tal cosa.

Entonces dixo Ysopo:

-Si esto que dezís es verdad, suelta es la quistión.

El rey, oyendo esto, dixo:

-Bienaventurado eres, Licurus, que tal hombre posees.

Y assí embió el tributo con Ysopo, el qual tornando a Babilonia, contó al rey Licurus todo quanto fizo en Egypto y allende presentóle el tributo, por lo qual, el rey mandó que fuesse fecha a Ysopo una imagen de oro en público.


Después de pocos días, Ysopo, codiciando de ver a Grecia, demandó licencia al rey, prometiéndole de bolverse para él y de gastar lo restante del tiempo en Babilonia. E assí, andando por las ciudades de Grecia, mostrando su sabiduría ende en fábulas, grande nombre ganó y adquirió en sabiduría. Finalmente, Ysopo se passó a un lugar llamado Delfo, el qual era cibdad muy honrada e cabeça de región. E como los pueblos le oyessen y le siguiessen y honra alguna no le fiziessen, Ysopo les dixo:

-Varones de Delfo, vosotros soys, por cierto, semejables al árbol, el qual es traydo a la mar. El madero quando está lexos de la mar parece una cosa grande, mas quando está cerca conócese cómo es pequeña cosa. Yo, assí fuesse apartado de vuestra cibdad, como pensava que vosotros érades los más excelentes de todos, mas agora estando cerca conózcovos por menos discretos de todos.

Los delfos, oyendo éstas y otras semejantes palabras, dixeron entre sí:

-Éste, como por las otras cibdades ha sido mucho seguido y tenido de los pueblos, si nosotros no nos guardamos, por cierto, por sus fábulas y enxemplos quitará y menguará la auctoridad d'ésta, nuestra cibdad. Por ende, ayamos consejo sobre esto.

E assí acordaron de matar a Ysopo por engaño, levantándole que era malo y sacrílego. E porque el pueblo no lo osava matar públicamente sin razón, guardaron al serviente de Ysopo quando viniesse de adereçar sus cosas para se partir e pusiéronle dentro en sus cargas una redoma de oro escondidamente, la qual era del Templo del Sol. E Ysopo, no sabiendo las assenchanças e trayción que estavan contra él aparejadas, partióse de aquel lugar para otro lugar llamado Focida, al qual siguieron los de Delfo e lo prendieron con gran clamor. E como Ysopo les rogasse que le hiziessen saber por qué lo detenían, dando grandes bozes, dixéronle:

-¡O malo! ¡O malvado facinoroso! ¿Por qué robaste el Templo de Apolo del Sol?


Lo qual Ysopo negó abiertamente, soportándolo de mal coraçón. Mas los delfos desataron las cargas e fallaron en ellas la redoma de oro, la qual mostrando a todos, con gran tumulto e ruydo, afincadamente lo traxeron a la cárcel. E Ysopo, aún no sabiendo la falsía e trayción, rogávales que le dexassen yr su camino, y ellos le apremiavan e constreñían más afincadamente en la cárcel. E Ysopo entonces, como no viesse camino de escapar e conocía que tenían conseja- /f. XVv/- do de lo matar, gemía y aquexávasse de su fortuna mala. E un su amigo que avía nombre Demas, entrando en la cárcel, viendo a Ysopo gemir, díxole:

-¿Por qué te aquexas e gimes assí, Ysopo? Está con fuerte coraçón e toma buena esperança, y consuela a ti mismo.


Y ellos assí estando, los delfos condennaron por sentencia e público decreto a pena de muerte a Ysopo como a robador e sacrílego del templo. E ayuntándose en uno, sacáronlo de la cárcel para lo despeñar de una peña abaxo, lo qual conociendo, díxoles Ysopo:

-En el tiempo que las animalias brutas eran en concordia, el mur con la rana, tratada y fecha amistad, la combidó a cenar. E assí, entrando en una cámara donde estavan el pan, miel, figos e otras muchas viandas buenas, dixo el mur a la rana: "D'essas viandas escoge e come de las que mejor te sabrán e avrás mejor apetito." E después que se alegraron e folgaron con aquellas viandas, rogó la rana al ratón: "Pues yo he comido e folgado contigo, razón es que tú vengas a conocer mi casa y compañía y tomes de mis cosas como amigo y hermano, mas porque passes más seguro, ata tu pie al mío." El mur, creyéndolo, hízolo assí. Y atados los pies, la rana saltó en el río y levó al ratón nadando. Y assí, viéndose el mur que se ahogava y moría dentro en el agua, dixo a bozes: "Por engaño soy muerto de ti. Alguno de los que quedan en vida me ha de ser vengador de ti." Ellos estando en esta contienda, sobreviene el milano, e viendo al mur en el agua, arrebatólo en uno con la rana y comiólos ambos juntamente. Agora, sin culpa y contra derecho, muero yo de vosotros e soy penado, mas Babilonia e Grecia me ha de vengar de vosotros que cometéys en mí este mal.

Los delfos, oyendo estas cosas, no curaron de lo dexar, mas antes trabajavan por lo llevar a la peña donde lo querían despeñar. Mas Ysopo, repugnando, huyó de sus manos e acogióse al templo de Apolo e subióse al altar, mas no le valió nada, ca los delfos, por fuerça y cruelmente sacándolo dende, con gran yra e ímpetu e arrebatamiento e aquexosamente lo llevaron a despeñar. E Ysopo, viéndose traer assí deshonradamente, díxoles:

-Cibdadanos de Delfo, mirad a vuestro Dios. Maguer esta su casa sea pequeña, no lo queráys desonrar, mas catad vergüença e mesura a Apolo, al qual Dios yo me acogí, donde me avéys sacado.

Mas ellos, no entendiendo en sus palabras, con gran acucia lo llevavan a la muerte. E viendo Ysopo su fin ser presente muy ayna, díxoles:

-Varones malvados y crueles, pues no puedo que me entendáys mis amonestamientos, a lo menos atended muy diligentemente a este enxemplo: Una muger tenía una hija loca e virgen, y continuamente rogava a los dioses que infundiessen seso a su hija. Y como la madre fiziesse esta plegaria muchas vezes, y aun públicamente, la hija loca retúvola en sí. E después de algunos días, estando en una aldea a donde avía ydo con su madre salió fuera de casa e vio cómo un mancebo aldeano quería aver acesso con una borrica muy feamente. Y la moça llegando al mancebo preguntóle: "¿Qué fazes, buen mancebo?" El qual respondió: "A esta asnilla infundo el seso." La moça loca, acordándose de las palabras de la madre, dixo: "Ay, buen mancebo, ruégote que infundas también a mí el seso. Y si lo fazes, no trabajarás de balde, porque mi madre lo avrá en mucha gracia." El aldeano, dexando la borrica, violó y corrompió la virgen. Y ella, assí corrompida e alegre, corrió para la madre diziéndole: "Alégrate, madre, ca por tus plegari- /f. XVIr/- as he ya rescibido seso." Respondió la madre: "¿E cómo mis ruegos oyeron los dioses, o qué es esto?" Respondió la hija: "Agora, poco ha que un mancebo me metió una cosa nerviosa un poco luenga con dos ñudos pendientes abaxo en mi vientre dentro, e sacándolo e tornándolo a meter apressuradamente, yo lo recebí con voluntad por cierto. E assí me ha infundido el seso y yo lo siento assí en mi coraçón." Entonces dixo la madre: "Guay de vos, mi hija, antes vos digo que entonces lo perdistes si algún seso antes avíades."

Otrosí les rogó que oyessen otra fábula d' esta manera:

-Un labrador, como en el campo se envegeciesse y no oviesse visto jamás alguna cibdad, cobdiciando de la ver, rogó a sus parientes que le llevassen a la cibdad. Y ellos pusieron en un carro al viejo, el qual llevavan dos asnos uñidos. Y dixeron: "Agora aguíjalos, ca ellos por sí mismos te levarán a la cibdad." Mas como el viejo caminasse para la cibdad conteció un torvellino de viento súbitamente, de manera que se escureció el ayre de tinieblas y los asnos, errando el camino, lleváronlo a un lugar alto y peligroso. El viejo, viendo el peligro de la muerte en el qual estava, llamó a Jupiter, diziendo: "¡Ay Júpiter! ¿En qué cosa ofendí tus templos e majestades porque assí perezco mezquinamente? ¡Ca aún si fuera arrastrado e despeñado de caballos preciosos y excelentes, mas de unos asnillos muy viles!"

E assí dixo Ysopo:

-Yo no soy atormentado de hombres claros e illustres, mas de siervos inútiles e perversos soy muerto.

E llegando al lugar del despeñamiento, recontóles otra vez d'esta forma:

-Un hombre, seyendo preso del amor de su hija, embió a una aldea a su muger, e tuvo la hija en casa. La qual como violasse y estuprasse, díxole la fija: "Padre, cosas defendidas y feas cometes. Yo quisiera más padescer este crimen y mal de otros ciento que de ti sólo."

E assí dixo Ysopo:

-Varones de Delfo, malos y perversos. Yo escogiera cercar a toda Cilicia y todos los peligros de la mar sufrir antes que de vosotros assí injuriosamente morir. Ruégovos y a vuestros dioses e a vuestra tierra requiero y amonesto a todos, que oyan a mí que muero injustamente y reciban de vosotros dignas venganças de tormentos y penas.

Mas ellos, no curando de le oyr nada, de una peña áspera lo hizieron despeñar y caer. E assí, el cuytado Ysopo feneció su vida. E muerto Ysopo, la pestilencia e hambre e un gran furor e locura de coraçón comprehendió e cayó sobre los delfos, sobre lo qual demandaron consejo a Apolo. E ovieron respuesta que fiziesse un oratorio a Ysopo para amansar e aplacar a los dioses. E assí compungidos e arrepentidos de coraçón porque mataron a Ysopo injustamente, le edificaron un templo. Por lo qual, los príncipes de Grecia e los adelantados e presidentes de todas las provincias, oyda la muerte de Ysopo, vinieron para los delfos. E avida su diligente inquisición e sabida la verdad, justiciaron y castigaron a los que fueron en su muerte con dignas penas e turmentos. Assí vengaron la muerte de Ysopo.

 

Aquí se acaba la vida de Ysopo.