Capítulo xcviiij: De Semiamira, mujer de Mecina, la qual por mucha
codicia y próspera fortuna fue muy honrada. Ca después de muchos recuentros
y casos de la república de Roma, finalmente su fijo Heliogábalo
hovo el Imperio, y ella reynó juntamente con él, y fue llamada Augusta. A
la postre, sobrando ya mucho su dissolución y turpitud de vivir, fueron
muertos vergonçosamente y sus cuerpos quedaron sin sepultar.
Semiamira fue mujer griega de la ciudad de Mecina. Empero en qué tiempo
nació no se sabe, como sea cosa clara y manifiesta haver sido su madre una
llamada Varia, mujer de Mecina, fija de
Julia Scilina, mujer del emperador
Severo Pertinax. Esta fue un tiempo mujer desonesta, mas después
por la claridad del fijo y por el imperio del Senado fue mujer de mucha
fama. Ésta -dexados aparte los antiguos denuestos y antiguas desonras-
fue madre de Heliogábalo, que fue primero sacerdote de Phebo, y después
fue mujer del Emperador de Roma. Al qual Heliogábalo affirmava ella haver
havido de Antonino Caracalla, emperador,
cuya manceba havía sido algún tiempo. Y tan diffamada fue de haver dado
su cuerpo a muchos que Heliogábalo, siendo niño, fue llamado Vario,
no por su avuela Varia -según algunos piensan- mas sus condiscípulos le
llamavan Vario porque parescía nacido de ayuntamiento de varios y diversos
hombres, con quien[es] su madre continuamente se ayuntava. E como él
fuesse muy fermoso y conoscido mucho por el sacerdocio, y tovido -según
la affirmación de su madre- por fijo de Caracalla por los cavalleros de
la provincia, acahesció que con el dinero de la avuela, que havía ayuntado
con su astucia y ganado con Julia, emperadriz, que quexándose los
cavalleros del emperador Macrino, tenían oyo
a él y de alçarle por Emperador, y de darle sus bozes si algo fuesse o
acaheciesse de Macrino. Ca en aquel tiempo el nombre y parentesco de los
Antoninos era de tanta auctoridad en la hueste de los romanos que todos
no pidiessen al salvo que alguno dellos fuesse emperador. Y assí no passó
mucho tiempo que fecha conjuración contra Macrino, Heliogábalo no lexos de
Antiochía fue saludado como Emperador y llamado Antonino. Lo qual, como
hoviesse oydo Macrino en Antiochía, maravillado de la osadía de Varia, cuya
obra pensó ser aquélla, como lo era, mientra él puso cerco y assitio a
Heliogábalo, Juliano embiado para esto fue
muerto y sus cavalleros passáronse a Heliogábalo; y como después Macrino
hoviesse venido a pelear contra Heliogábalo, fue vencido y perseguido y
poco después en Bithinia muerto con su fijo Diadurnecio.
De lo qual Heliogábalo, como vengada la muerte de su padre Caracalla,
por medio y intercessión de su avuela hovo el Imperio. E venido a Roma fue
recebido por todo el Senado con grandíssimo desseo. De la qual subida,
Semiamira fue quasi levantada fasta las estrellas y llamada Augusta; y
salida del público por el príncipe de Roma, alcançado el señorío de la
sala y estrado resplandeció, fecha por esta causa más esclarecida. Ca
puesto que Heliogábalo fuesse scelerado, conosciéndose por su avuela ser
príncipe, y por consiguiente fijo de su fija, tanta honra le fizo quasi
en remuneración que no fazía ni provehía cosa alguna sino que ella lo
dispusiesse y governasse. E como en el mismo día que entró en Roma hoviesse
ayuntado el Consejo, mandó que rogassen a su madre que fuesse al Senado.
La qual, rogada por el cónsul, otorgógelo. Y puestale silla ataviada en el
lugar de los otros senadores, dixo su voto y parecer como ellos de lo que
occurría. Lo qual no hay memoria haver contecido a otra mujer alguna.
¡O cosa vergonçosa haver visto entre varones tan graves assentada
una rameruela, salida quasi un día antes del público, y en donde se tractava
de reyes haver oydo una acostumbrada y criada entre rufianes dezir su opinión!
¡O antigua libertad! ¡O sanctidad de aquellos antiguos! ¡O
indignacion y desdén de los romanos de gran acatamiento, con el qual los
hombres no graves eran echados de tan honrado collegio, quasi notados y
amanzillados! ¿En dónde estás quando vees una mujercilla disfamada
ensuziar los lugares y assentamientos de los curios, fabricios, scipiones
y cathones? ¿Mas por qué me quexaré de ver una mujer senadora, quando
los enemigos de la república y los mancebos dissolutos, estrangeros y no
conocidos, tienen el imperio y principado de Roma y del mundo?
Enfin, por no detener, nunca después entró Heliogábalo en el Senado que
no entrasse de consuno con él su sancta madre. A la qual esto añadió su
tardía prosperidad, que fue por el pueblo tovida en tan gran estima que
la anteponían a todas las Sibillas. Allende
desto, como hayamos las cosas dignas de fastío, lo que se sigue es de reyr.
Ca de tanta auctoridad y estima fue esta mujer en la opinión de su fijo,
hombre de poco, que fizo un lugar en el collado Quirinal, al qual puso nombre
El Pequeño Senado, en donde poco ante, en los días solemnes, algunas vezes
havían acostumbrado ayuntarse las dueñas para fablarle. En el qual mandó
que ellas, acerca del stado y costumbres de las dueñas y mujeres, fiziessen
sus leyes y senatus consultos y statutos, como los senadores. Al qual tan
discreto Senado puso presidente a Semiamira. De la qual se falló haver
emanado muchos senatus consultos y muchas deliberaciones y leyes,
ahunque dignas de risa y escarnio. Ca en aquel collegio fue ordenado de
qué vestidos y arreos era permitido usar a cada una, y a quién devía fazer
lugar y a quién levantarse, y ahun a quién deviesse besar qualquiere dueña.
Allende desto, quién devía yr en carro solo y quién en cavallo o carro de
mulas o silla, y cosas semejantes. Las quales cosas, ahunque más pareciessen
vanas, como lo eran, y pareciessen más a burla que a verdad, mayormente
pensadas con una vanidad mujeril y con un necio juyzio del pueblo, empero
en aquel tiempo parecieron muy grandes.
Mas como no haya en el mundo cosa alguna violenta y forçosa que sea
turable, esta dissoluta fácilmente pereció y quasi desvaneció. Ca haviéndose
ella en el palacio y sala del Emperador más como ramera que como dueña
honesta, y dándose por otra parte el fijo a cosas vellacas y desordenadas
luxurias, vinieron a esto: que Heliogábalo fue muerto por los suyos mismos,
y con él tanbién Semiamira, echada en un abellón, dexada aparte su honrra
y gloria como sombra. Y dende, con el cuerpo de su fijo después fue levada
a[l] Tíber, porque el curso de su moçedad no toviesse differencia de la
muerte. Lo qual nosotros viviendo fasta hoy viciosamente no pensamos.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus,
Alemán de Constancia, 1494, fo. 100 r y ss.