Capítulo xcv: De Sabina Poppea, mujer de Nero,
la qual fue primero mujer de un ciudadano y después por su excellente fermosura
y delicadez fue mujer velada de Nero emperador. E como ella estoviesse preñada,
de una coz que él le dio murió, y fue sepultada muy insignemente.
Sabina Poppea, romana, fue illustre mujer, fija de Tellio,
hombre no de gran nobleza; y assí no tomó el nombre de él, mas de su avuelo de
madre, llamado Poppeo Sabino, varón muy noble y
triumphante y cónsul insigne. A la qual no le fallecieron las otras dotes que
en las mujeres se requieren, si toviera el ánimo honesto y prática, ca ella
fue de una fermosura nunca vista, muy semejante a la madre, que fue en su
tiempo la más fermosa mujer de Roma. Allende desto tenía la fabla muy
falaguera y dulce y de muy suave tono; tenía el ingenio excellente, y tal
que a qualquiere cosa lo podía bolver, si usar d'él en artes honestas y
buenas.
Tuvo por costumbre continuo y plática de mostrarse muy honesta en lo
público; en secreto muy dissoluta, que es un común vicio de todas las mujeres.
Y como ella saliesse ralas vezes en público, no le fallecieron empero artes
y astucias. Ca sabiendo que el pueblo todo y los más principales se
deleytavan y folgavan en ver el rostro y faz, siempre salió con la cara
cubierta, no porque quisiesse asconder lo que desseava ser visto, mas
porque mostrándose muy liberalmente no fartasse luego los ojos de los
miradores y de toda la gente, y porque les quedasse aquel desseo de ver lo
que estava encubier[t]o con el velo, y porque en el rostro no le conosciessen
sus costumbres y sus inclinaciones, que jamás perdonó a su fama. Y a tanto
llegó el extremo de su dissolución y luxuria que no se estava dello sino
quando no tenía oportunidad o avinenteza, sin fazer differencia alguna entre
sus maridos y los enamorados.
De las quales tachas arreada esta insigne mujer, tuvo la fortuna muy
favorable. Ca toviendo abundancia de riquezas para sostener la honrra y
gloria de su linaje, primero casó con Rufo el Crespo,
cavallero romano. Y como de él hoviesse parido un fijo, hovo que fazer con
ella Otho, mancebo muy potente en los actos de
luxuria, y muy privado de Nero; y no mucho tiempo después caso con él.
Empero él, quier por fervor del amor fuesse menos avisado o quiçá no
podiendo más çufrir los costumbres y pláticas de mujer tan dissoluta -y
por esto la codiciasse traher a que Nero se enamorasse della- o que fuesse
quiçá la ventura della, levantándose él del convite del Emperador,
acostumbrava dezir oyéndogelo muchos: "quiero bolver a aquélla a quien
dios otorgó toda la nobleza y elegancia de costumbres y criança y divina
fermosura, en la qual están puestos los desseos de los varones y los gozos
y deleytes de todos los hombres prósperos". Con las quales cosas, movida
ligeramente la luxuria de Nero, no con mucha tardança, por medio de algunos
vino de su voluntad y con mucho desseo a dormir con Nero. E no tardó mucho
ni se dilató quando con los artificiosos afalagos y lisonjas della fue Nero
tan enredado que pensó ser assí como Otho havía acostumbrado dezir. Lo qual
conociendo la astuta mujer, dissumulando lo que desseava, a hora y tiempo
captado, enrasados los ojos de fingidas lágrimas, dezía algunas vezes no
poder ella poner su amor ni mostrar con el ánimo y coraçón qué desseava.
Y como ella fuesse obligada a Otho por drecho de marido, y viesse el
Príncipe y Emperador ser enamorado della, siguióse que Otho, so color de
honra, fue apartado de ella y embiado presidente de la provincia de Portugal.
Y después Nero tanbién dexó una su amiga, llamada Acis,
del todo.
E dende començó Poppea de contender y fablar contra Agrippina,
madre de Nero, diziendo algunas vezes que el Emperador no solamente no gozava
del imperio mas ni ahun de la libertad, y que él era pupillo y governado por
su tutriz. A las quales palabras y razones ninguno contrastando, quasi por
el odio que todos le tenían y fastío de la sobervia de Agrippina, acaheció
que por mandamiento de Nero fue muerta la madre desventurada, dando ayuda en
ello Tigillino, capitán de la hueste. En fin,
como ella viesse al Emperador muy encendido en sus amores, y que ya tenía
quitados todos los empachos de su desseo, començó de desplegar sus redes para
enlazar a Nero que casasse con ella. Y como de él hoviesse ya parido una
fija (siendo cónsules Meminio Régulo y
Virginio Rufo), a la qual havía Nero recebido y
acceptado con mucha alegría y la havía començado de llamar Augusta Poppea,
començó ella con mayor osadía [a] instar y dezir que jamás atorgó a hombre
del mundo que dormiesse con ella dos noches que luego no se siguiesse
matrimonio, y que ella no era villana; y que por ser fecunda de su cuerpo y
por la fermosura de su persona merecía ser mujer de Emperador. E como ya ella
hoviesse trahído al desseo de su matrimonio al Príncipe encendido, primero
fue desterrada sin culpa alguna a la ysla Pandeteria su mujer del Emperador,
llamada Octavia, fija de Claudio César;
finalmente, en el vinteno año de su edad, por induzimiento de Poppea, muerta
por mandado de Nero, fue fecha Poppea mujer del Emperador.
Empero no gozó mucho tiempo de aquel imperio alcançado con grandes
astucias, porque después de otra vez preñada, acaso Nero le dio con saña
una coz, de la qual murió. Cuyo cuerpo no permitió Nero ser quemado, según
que los romanos acostumbravan, mas a fuer de los otros reyes estrangeros
mandólo públicamente levar con una magnifica pompa de exequias; y aquél
embalsamado, mandólo sepultar en la sepultura de los Julios. Y él, delante
de todos con una luenga y bien ordenada fabla y luengo razonamiento, la
alabó mayormente de una special fermosura, atribuyendo algunos dones de
fortuna y de la natura de que stava arreada en lugar de esclarescidas
virtudes.
Yo tenía bien arto que dezir entre estas venturas de Popea, contra la
mucha mollez y delicadez, y contra las lisonjas y dissoluciones, luxuria
y lágrimas de las mujeres, de cómo saben infundir venino y poçoña en los
coraçones de quien las cree, mas deliberé dexarlo por no pareçer que mas
recitava sátyra que hystoria.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus,
Alemán de Constancia, 1494, fo. 96 v y ss.