Políxena


Capítulo xxxj: De Políxena, fija del Rey Príamo, de la qual se enamoró Achilles, y fue muerto con una saeta por Paris. E quando fue tomada Troya, ella fue levada a la sepultura de Achilles y ende muerta.


Políxena, donzella excellente, fija fue de Príamo, rey de los troyanos, y de Hécuba; y fue mochacha de tan garrida y fresca fermosura que pudo poner flamas de concupiscencia en el coraçón del crudo y bellicoso Achilles, fijo de Peleo, y con las astucias y engaños de Hécuba, su madre, traherle de noche solo para su mal fasta al templo y casa de Apollo Timbreo. Por la qual, decahídas ya las fuerças de los troyanos y destruyda por Neopthólomo, fue levada sin lo tener merecido como por sacrificio de las sombras y spíritos de su padre a la sepultura de aquél, y ende -si alguna fe se puede dar a las scripturas de los ant[e]passados- viendo a un valiente mancebo haver arincado el espada para la matar, llorando los otros que estavan alderredor siendo ella innocente y sin culpa, con tan constante coraçón y rostro sereno paró su garganta que no menos movió los coraçones su fortaleza que su piedad.

Cosa por cierto grande y muy digna de memoria no haver podido ni la edad ternezita ni el sexo femenil, ni la mollez y delicadez real, ni la mudança de la fortuna, abaxar el gran y constante coraçón desta donzella, majormente stando so el cuchillo y spada del vencedor y enemigo cruel, debaxo del qual muchas vezes los coraçones firmes y animosos de los valientes hombres tremen y desfalecen. Por cierto, yo creería que esta fue obra de la natura generosa y noble para que mostrasse con este menosprecio de la muerte qué dama tan noble hoviera produzido, si no la quitara del mundo tan prestamente la fortuna del enemigo feroce y cruel, o más propiamente su severidad inhumana.

Yo no sey de qué deva maravillarme más, o de tanta fermosura y belleza, que assí pudo soju[z]gar y vencer al más fuerte y cruel de sus enemigos, o de tanta grandeza de real coraçón que assí pudo menospreciar la muerte, que dexó más vencido al mismo vencedor, ciertamente si por matar donzellas mereçe alabança la espada y esfuerço del cavallero valiente. Gran título ganó en aquesto la espada de Pirro, mas yo siempre lehí que ni del matar mugeres lieva honrra el varón, ni cavallería se da salvo para las defender y amparar. Y de aquí concluyo que más quedó manzillada la fama de Pirro por matar tal infante que vengada la muerte de Achiles. Antes pienso yo que a los dos ensuzió el homicidio tan crudo.


Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus, Alemán de Constancia, 1494, fo. 38 v. y ss.