Capítulo lxj: De Olimpias, mujer de Philipo,
rey de Macedonia, y madre del gran Alexandre,
cuya fortuna fue diversa, y fue comúnmente havida por mala de su persona y
desonesta. En fin, muerto Alexandre y muerto tanbién su marido, matáronla
porque no quedasse indicio alguno de su descendencia.
Olimpias, reyna de Macedonia, fue illustre por muchos títulos. Primeramente,
si algo pueden los parientes y descendencias de replandor acrescentar y dar a
los hombres, ella fue por descendencia del linaje de Achilles,
fijo de Eaco, y fija de Neopthólomo,
rey de los Molossos, que entonces era tovido por el más noble y luzido linaje
de toda la Grecia. Y como ella dende su niñez se llamasse Mistiles,
y fuesse casada con Philipo, sereníssimo rey en aquella sazón de Macedonia,
començó de ser llamada Olimpias, según algunos dizen. Allende desto hovo por
hermano a Alexandre, rey de Epiro, y por fijo
a Alexandre el Grande, rey de Macedonia muerto Philipo. Cuyas fazañas fueron
tan grandes que ni antes ni después d'él jamás nasció quién a él en victorias
y honrras mundanas ygualar se pudiesse. Lo qual mucho la alumbrava, por ser
madre de fijo tan valiente y poderoso.
Empero quanta honrra ganó por haver parido tan excellente fijo, tanto
vituperio y ahun más recibió en haverlo parido por adulterio. Como a tan
excellente reyna mayor denuesto y vergüença atribuyr no se pudiesse, que
es el del adulterio, lo qual se sonó de ella tan públicamente que vino a
noticia del rey, de lo qual se alteró él tanto que la echó de sí y de todo
su reyno; y casóse con Cleopatra, fija del
rey de Epiro. Empero de qué manera çufrió ella su destierro, mostráronlo
muy bien sus fechos y gestos. Ca dízese que un mancebo llamado
Pausanias, muy noble y del linaje de
Horestes, fue por ella induzido a que matasse
al rey Philipo. Y es muy bien de creer, porque después que Pausanias por
la muerte de Philipo fue crucificado, falláronle el día siguiente una
corona de oro puesta en la cabeça, la qual ella havía mandado que
secretamente le pusiessen. E pocos días después fue por mandamiento suyo
quitado de la cruz, y según el costumbre de aquella tierra muy honrradamente
sepultado; y offreció ella al templo de Apollo por memoria el espada con
que Pausanias havía muerto a Philipo.
Allende desto, ella tovo manera de matar con una piedra la fija de
Philipo, que le parió Cleopatra, y fizo traher delante de sí a Cleopatra,
con la qual Philipo se havía casado después della, menospreciando y
denostándola con muchos vituperios y viles palabras, tanto que Cleopatra
como desesperada se procuró la muerte y se afogó con una soga. E a la postre
quando su fijo Alexandre hovo ya obtuvido muchas victorias y conquistado
y subjugado muchas tierras, y murió cabe Babilonia ponçoñado, y muerto
esso mismo su hermano Alexandre en la guerra de los Lucanos, tuvo ella
por bien de tornarse a Macedonia, empero embargóle y resistióle mucho
tiempo la entrada el rey Arideo y su mujer
Eurice, que en aquella sazón governavan aquel
reyno. Empero a la fin, por ayuda de algunos amigos y allegados que ella
tenía en Macedonia, fue recebida y alçada por reyna; el rey Arideo y su
mujer muertos, y governó y regió el reyno mucho tiempo en stado de biuda.
Empero siempre ella perseveró en su cruel naturaleza, ca húvose crudamente
con sus vasallos, assí nobles como comunes, por medio de los quales ella
fue un día cercada por Cassandro en una ciudad
llamada Epidua, y puesta en tan extrema necessidad que por falta y fambre de
vituallas se le hovo de dar ella y toda su gente. Fecho esto, los amigos y
allegados de aquéllos, en quien ella havía cometido tantas crueldades y
homicidios, acordaron de vengar sus injurias, y accusándola delante de
Cassandro, conmoviéronle tanto que por él fue condenada a muerte. E
como ella supiesse que havía de morir, y los borreros que la havían de matar
se allegassen, ella se adelantó a ellos sin temor alguno, muy luzida y vestida
ricamente con sus damas y donzellas, y no la oyeron llorar ni gemir, ante con
gran coraçón y animosamente y con gran esfuerço offreció su cuerpo al cuchillo
de sus enemigos, como si toviesse la muerte por cosa muy liviana, que a los
más esforçados y valientes cavalleros suele ser abhorrecible y espantosa.
Con lo qual ella mostró muy bien ser madre de aquel gran Alexandre, que fue
el más poderoso y mas esforçado emperador que jamás fue en el mundo.
Más es, por cierto, de llorar que de dessear la negra prosperidad del
reyno. Y bien por esso dezía el sabio Rey quando
vido la real diadema, de que usavan entonces los reyes en lugar de corona:
"¡O más noble que venturosa joya, si supiessen los hombres qué cuydados
y angustias trahes contigo, ahunque te fallassen en el suelo no te levantarían!"
Quién osará pensar las prosperidades, vencimientos, coronas y triumphos de
Alexandre y de su madre, que no tome dolor de su miserable muerte; murió el
fijo de poçoña y murió la madre a cuchillo y sentenciada, lo que fue más grave,
por el mismo criado que dio las yervas al fijo. Murió el fijo en la flor de
[fol. 67r] su moçedad, y en metad de los convites y fiestas, cargado de
despojos de todo el Levante, arreado de tributos del África y de la Europa.
Ahí le salteó la muerte y procurada por su mismo page.
¡O muerte cruel y quán mal lo miraste! Dexárasle siquier un poco
tiempo, no le dieras tan sobrada priessa. Mas tal es ella que ni perdona al
moço ni para mientes a estado y grandeza, ni dexa de vencer los más vencedores;
que por un ygual rebata al Papa, emperadores y reyes, ni perdona a ninguno por
grande o desechado que sea.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus,
Alemán de Constancia, 1494, fo. 65 v.