Capítulo xiiij: De Níobe, reyna soberviosa de Thebas, la qual teniendo xiiij
fijos desechava los dioses gentiles de su tiempo y mayormente a
Latona, alegando ser ella más fecunda; y convidava sus
pueblos para que la adorassen como a diosessa. De la qual cosa ensañada y alterada
Latona, y Phebo y Diana, sus
fijos, embiaron peste sobre Níobe y Amphíon, su marido,
y sobre sus fijos.
Níobes, quasi vulgarmente mujer, entre las excellentes muy conocida, como
fuesse fija del muy antiguo y famoso rey de los phrigios,
Tántalo, y hermana de Pélope; casó con Amphíon,
rey de Thebas, hombre en aquel tiempo muy esclarescido, assí por ser fijo de
Júpiter como porque era muy eloquente. Del qual,
estoviendo en la gloria y honrra de su reyno, parió siete fijos y otras tantas
fijas. E lo que a la savia y discreta deviera haver aprovechado, fue destructión
de la sobervia y mal cabo, ca assí por la nobleza de tantos y tan excellentes
fijos como por el resplandor y linaje de sus antepassados y de su claro avolorio,
ensobervecida osó fablar contra dios y contra la majestad divina.
Y estavan un día los thebanos por mandamiento de Manthon,
fija del adevino Thirosias, muy apressurados y
ocupados para sacrificar a Latona, madre de Apollo y de Diana, majestades
(según la vana religión de los antiguos) de mucha veneración, entonces Níobes
como atormentada de las infernales furias y rodeada de la squadra de sus fijos,
y muy abillada y loçana por las insignias reales, saltó en medio dellos dando
bozes y diziendo que qué locura era aquella de los thebanos de aparejar
sacrificios a Latona y de anteponer una mujer estraña, fija de
Titán, que havía parido dos fijos de adulterio, y ella
que era reyna y fija del rey Tántalo, la qual havía parido en vista dellos
quatorze fijos, y que a ella como a mujer de mayor merescimiento le eran
devidas aquellas cerimonias.
En fin, en poco spacio de tiempo acahesció que ella viéndolo, todos sus fijos
en moçedad fermosa y muy fresca murieron de pestilencia. Y Amphíon, porque de
padre de quatorze fijos fue súbitamente privado de tal consolación y gozo,
matóse él mismo. Lo qual creyeron los thebanos haver acahescido por ira de los
dioses, que vengaron la injuria de la divina majestad. E Níobes, quedando viuda
y muy atribulada y triste de tantas muertes, vino en tan grande y durable
silencio que parescía más una piedra que no se mueve que mujer. Por lo qual
los poetas después fingieron ella haver sido transfigurada en una statua de
piedra en Sípilo, donde havían sido sepultados sus fijos.
Dura cosa y áspera es y muy aborrecible, no digo sufrir los hombres
soberviosos mas ahun esperarlos, empero a las mujeres tales cosas es de asco
y incomportable, como la natura las haya produzido a ellos de coraçón ferviente
por la mayor parte y altivo, y a las mujeres de manso ingenio y de una virtud
remissa y baxa, y más hábiles para delicaduras que para imperios. Por lo qual
menos es de maravillar si la ira de Dios y su cruel juyzio viene antes sobre
las soberviosas quando les acahece traspassar los términos y límitos de su
flaqueza, según fizo la indiscreta Níobes, decebida por el engaño de la fortuna
y no sabiendo que el ser madre de muchos fijos no procede de la virtud de la que
los pare, mas ser obra de la natura que inclina a ello la benignidad del cielo.
E assí harto le bastava y ahun devía haver dado gracias a Dios por ello antes
que haverse buscado y procurado qualesquier honras divinas, como si hoviesse
estado obra suya y en su mano haver parido tantos y tan excellentes fijos.
La qual, obrando más soberviosa que discretamente, hizo y causó que ella viva
llorasse su desventura, y después de muchos tiempos su nombre fuesse aborrecible
a los venideros.
Sacrilegio mortal es presumir los mortales, no digo ahun preponerse, mas ni
osar ygualarse con los immortales, ca puesto que falsos fuessen los dioses, a la
intención mira Dios, que ahunque verdaderos fueran lo mismo se fiziera. E assí
fingen los poetas que agraviada Latona de tan gran presumpción, mandó a sus
fijos Apollo y Diana que tendiessen sus arcos y tirassen con saetas sañosas y
vengassen la injuria fecha a su madre. Y puesto por execución, de los crudos y
mortales golpes de sus flechas fueron los tristes infantes por el sacrilegio de
la madre súbita y ásperamente muertos. ¿Veed que fará la divina justicia en los
que ponen lengua en su verdadera y infinita magestad, quando con vengança tan
cruda mandó ser punida la blasfemia de los falsos y engañosos dioses?
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus,
Alemán de Constancia, 1494, fo. 21 r. y ss.