Medusa


Capítulo xx: De Medusa, fija del rey Phorco, muy rica por la grande hazienda y gran patrimonio que le dexó su avariento padre, y según las fictiones y fábulas, dízese que a los que la miravan fazía tornar piedras; cosa es empero muy cierta que con su maravillosa fermosura corrompía los que la miravan. A la qual despojó de todo su oro Perseo, rey de Grecia, fijo de Júpiter.


Medusa fue fija y heredera de Phorco, rey muy rico, cuyo reyno muy habundoso y puxante fue en el mar Athlántico, el qual creyeron algunos haver sido las islas Expéridas. Ésta, si podemos dar fe alguna a los antigos, fue de tan maravillosa fermosura que no solamente sobrava las otras, mas (como una cosa de gran maravilla y fuera de natura) movía muchos hombres a la mirar. Tovo los cabellos como hebras de oro, y mucho la fermosura del rostro sobre todas, y el cuerpo alçado según convenía. Empero entre las otras cosas, tovo tan grande y tan plaziente vigor en los ojos que a los que catava, con gesto dulce los tornava como piedras y fuera de sí. Allende desto, algunos affirman ella haver sido muy sabida en la arte de la agricultura, y que dende alcançó el nombre de Górgon[a], con cuyo medio no solamente con astucia maravillosa conservó las riquezas de su padre, mas acrescentólas en tan gran demasía que los que la conoscieron creyeron que ella sobrava todos los reyes de Poniente en thesoro.

E assí, tanto por su grande fermosura como por su riqueza y astucia, entre las naciones estremeras y del cabo del mundo tovo muy gran renombre. Y entre los otros llegó su fama a los griegos, entre los quales Perseo, en aquel tiempo el más garrido mancebo de los griegos, oydo la fama por muchos y la relación que de ella se fazía, cayó en desseo de ver una tan fermosa dama y de tomarle su thesoro. E assí luego subió en una nave que levava por estandarte el cavallo Pegaso, y navegó con maravilloso y presto viaje a Poniente. Y ende, usando de seso y de armas prendió la reyna y apañó su thesoro, y cargado de presa tan abundosa y de un tan rico despojo bolvió a su patria y a los suyos.

E dende hovo su invención aquella fábula y fictión de los poetas, en la qual leemos Medusa Górgon[a] haver acostumbrado tornar y transfigurar los hombres que mirava en piedras, y que por yra de Minerva sus cabellos se le tornaron sirpientes, porque echándose con Neptuno le ensuzió su templo; del qual ayuntamiento parió a Pegaso y Perseo, el qual cavalgando en un cavallo que tenía alas voló a su reyno.

Desventurada cosa es por cierto posseer oro y riquezas, porque si están ascondidas y secretas ninguna pro trahen al que las possee; si se discubren y están manifiestas nascen assechanças infinitas de los que las codician. Y ahunque no haya quien las ose robar, no cessan ya por esso los ansiosos cuydados del que las possee, ca ni tiene reposo ni sossiego en su coraçón y pierde el sueño, y siempre está con temor; y pocos le guardan fe ni lealdad, y acresciéntase la sospecha; y al desventurado se le abrevian los días de la vida. E si por algún caso las perdiere, fecho pobre de muchos cuydados, viene a ser atormentado. El avariento las loa; el franco y liberal se ríe dellas; el embidioso consuélase y toma plazer quando vee al rico perdido; el mendigo y todo el pueblo canta y reza como pastraña y consejuela el caso y cahída del rico.


Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus, Alemán de Constancia, 1494, fo. 26 v. y ss.