Capítulo xvi: De Medea, fija del rey Oetes,
la qual ayudó a Jasón, rey griego, en el furtar del
Vellecino del oro, y mató a su hermano en el camino, fuyendo de su padre con Jasón.
Mas después, riñendo Jasón con ella y desechándola por casar con otra, mató los
fijos que havía havido de ella y quemó la casa con fuego por el aire y de buelo.
Medea, enseñança cruel del antiguo quebrantar de la fe, fija fue de Oetes, rey
de los Colcos, y de Persa, su mujer. La qual Medea fue
asaz fermosa y muy docta en la arte de hechizos, ca sea quien se pagare el maestro
que la enseñó, tan a mano y tan familiares tovo las fuerças y propiedades de las
hierbas que ninguno mejor supo, ni más llenamente cantando ciertos versos turbar
el cielo, y fazer salir los vientos de las cuevas y mover tempestades y turbillinos;
y para[r] los ríos que no corriessen; y fazer po[n]çoñas; y con artificio componer
fuegos para quemar qualquier cosa. Y esto fazía con gran perfección. Y lo que era
peor, que no tuvo el coraçón discorde ni que refuyesse del uso de aquestas artes,
ca ellas falleciéndole, tenía por cosa ligera usar de fierro.
Ésta se enamoró mucho por la gentileza de su persona y por su valer de Jasón,
thesalo mancebo en aquel tiempo de mucha virtud. Embiado por Peleo,
su tío, ermano de su padre, a Colcos para furtar el Vellecino del oro y so color
de una gloriosa armada stava assechando y embidiando a su bondad y proeza, ahunque tío.
E fizo Medea por más recabdar y haver su gracia que, llevantada una grave discordia
y alboroço entre los vassallos, moviessen guerra a su padre y toviesse Jasón tiempo
y spacio para cumplir su deseo. ¿Quál hombre de seso podrá esto pensar, que en
un cerrar y abrir de ojos se siguiesse la destrucción de rey tan poderoso? E assí,
cometida aquella maldad, después de haver dado su persona a este mancebo por ella
tan amado, levó consigo toda la riqueza de su padre, y fuyó con él ascondidamente.
E no contenta desta maldad tan grande, divertió su coraçón a fazer aún peor, ca
pensando que Oetes les iría detrás, por le detener en Thomitania, isla de Phasis
por donde havía de passar el que iva empós dellos, mandó matar a Absyrtio,
niño ermano suyo, al qual havía consigo levado para la acompañar en el fuyr.
Y después de muerto mandóle desquartizar, y poner y sembrar los miembros por
los campos y por el camino, porque mientra se occuparía y deternía el desventurado
y triste padre en replegar y coger los miembros de su fijo, y lloraría sobre ellos
y los sepultaría, [y assí] toviessen ellos más tiempo y spacio para fuyr. Y no
la engañó su opiñón, ca assí acaeció.
Finalmente, como después de muchos errores hoviesse llegado a Thesalia con su
Jasón y hoviesse dado por su venida tanta alegría a Esón,
su suegro, assí por la próspera tornada de su fijo como por la victoria que
havía alcançado, despojo tan rico, y por su tan illustre matrimonio que pareciesse
él haver remoçado, trabajando que el reyno fuesse para Jasón, sembró zizanias y
discordias entre Pelias y sus fijas, y fízoles
tomar armas contra su padre.
Después, por discurso de algunos años, vino Jasón a aborrecerla, y tomó en
lugar della a Creúsa, fija de Crehonte,
rey de los Corinthios. Y como estoviendo muy alterada por esto y diesse vezes
y pensasse muchas cosas contra Jasón, vino a esto, que por su ingenio y industria
quemó con fuego por el aire a Creúsa y a todo el palacio real de Crehonte, y en
vista de Jasón mató los fijos que de él havía hovido. Y fuyó a Athenas, en donde
casada con el rey Egeo, como hoviesse de él hovido un
fijo derivado de su nombre, llamado Medo, y hoviessen
tentado vanamente de matar con poçoña a Theseo que
ya bolvía, tornó tercera vez a fuir. Y tornada en gracia de Jasón, fuera echado
de toda Thesalia por Agialeo [en realidad Acasto],
fijo de Pelias, bolvió con el mismo Jasón a su patria de Colcos, y restituyó al
reyno a su padre viejo y desterrado.
Finalmente, ¿qué fizo o en qué tierra o qué muerte murió?, ni no me
acuerda haver leydo ni oydo. Mas porque no dexe de dezir lo que conviene, no deve
el hombre del todo a sus ojos dar suelta, libertad y licencia, ca dado que por
medio suyo conoscamos la resplandor y sepamos ir por donde no hay camino, empero
tanbién por ellos atrahemos a nos todas las concupiscencias y carnales apetitos;
con medio suyo se excita la avaricia, y es alabada la fermosura y vituperamos
la suziedad y difformidad y pobreza a sin razón; y como sean necios juezes y
crean solamente a lo que está somero y a la corteza, muchas vezes anteponen las
cosas vituperosas a las sagradas, las fingidas a las verdaderas, y las cuydadosas
a las ledas, y mientra alaban lo que es de desechar. Y las cosas que parecen
dulces infectionan y ensuzian los ánimos con vicios vellacos, y como simples
con ravatos mordedores los toma a fe, y rebata una desonesta fermosura y un
vellaco gesto y una luxuriossa ociosidad, un desseo desordenado de mancebos.
Y como sean puerta del pecho y coraçón, por ellos embía la luxuria sus mensajeros
al pensamiento y ymaginación; por ellos el apetito carnal infunde sospiros y
enciende fuegos que no se veen; por ellos echa el coraçón gemidos y muestra
sus affectiones, affalagos y regalos. Los quales si fuesse el hombre sabio y
discreto o los cerraría o levantaría al cielo o abaxaría a la tierra, ca entre
estas cosas ningún camino tienen seguro; y si por fuerça es que hayan de mirar
otro, deven ser muy refrenados; que no sean dissolutos ni desonestos, ca la
natura les puso puertas no solamente para que se cerrasen para el sueño mas
para resistir lo dañoso. Los quales si cerrara la poderosa Medea, o a otro
lugar los bolviera quando los puso como desordenada en Jasón, durara más la
potencia de su padre y la vida de su hermano, y quedara no dañada la honrra
de su virginidad. Las quales cosas todas perecieron con su desonestad.
E las más vezes acahece que los puestos en estas dañadas artes son al vicio
de la carne y de la gula subjectos, como claro pareció en Medea, que no pudo ni
de sus ojos se defender, mas en viendo a Jasón fue tan esclava fecha de su
desorden que olvidó a sí misma su honrra, fama y aun la vida, que por un
estrangero se puso a peligro de muerte; destruyó a su padre, mató su hermano,
y a la postre a sus fijos no quiso perdonar. Fasta la sacerdotessa de Apollo,
Pithio, atestigua el Orígenes
Contra Celso, scriviendo que se rebolvía con el espíritu maligno.
Y agora las que se dan al espantoso partido que llaman de bruxas, el primer
auto que el cabrón que adoran con ellas faze, después del pavoroso beso que
en el desonesto lugar le dan, es rebolverse con ellas; no que sientan deleyte
en ello, mas antes dizen que les parece que de fierro sea el desavido
instrumento con que las trata. Y quiérelo justicia y la misma razón que,
según quan asombrado y espantoso capitán escogen, que assí con sombra, con
espanto, de noche escura y auto pavoroso y terrible comiencen ya en esta vida
a tomar espanto, sombra y pavor en platicar, seguir y obedecer al príncipe
de la muerte y del infierno espantoso, que es Lucifer,
con el qual para siempre han de penar.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus,
Alemán de Constancia, 1494, fo. 23 v. y ss.