Capítulo cij: De Yrene, emperadriz de Constantinoble, cuya
grandeza de coraçón fue maravillosa, y la voluntad de imperar. Y fue su
ventura mesclada: horas próspera, horas adversa; y horas mandava y reynava
ella, otras vezes su fijo. Finalmente privada del Imperio, envejesció
en pobreza.
Yrenes de Athenas fue muy noble mujer y fermosa, la qual llamada por
el emperador Constantino, fízo[la] venir
de su patria a Constantinoble, y casóla con su fijo León,
si quier Leothecario. Y después de la muerte del susodicho Constantino,
fecha Emperadriz de los romanos, parió un fijo llamado Constantino. En fin,
fallecido León, presidió y tovo noblemente diez años el Imperio con su fijo
Constantino, que era entonces muy niño. Mas después de ser mayorcito,
affirmando ser a él devido el señorío y imperio -según plaze a algunos-
quitóla de su compañía. Y después, como ella fuesse mujer de gran coraçón
y codiciosa de imperar, venida en discordia con el fijo, con una astucia
femenil tomó el mancebo -que fiava mucho en sus fuerças- y deposado del
imperio mandólo guardar en la presión. Y assentóse ella sola en la silla
real, de donde todo el mundo en tiempos passados havía recebido justicia
y derecho, y como esclarescida Emperadriz sobre todos los otros hombres
cinco años tovo el Imperio con mucha gloria.
Empero por medio de los amigos de Constantino, que con las ayudas y
socorros de los armenios fuesse ella deposada del imperio, y fuesse
Constantino libre de la presión, y tornado al trono y silla de su padre.
El qual, siendo más benigno faza su madre de lo que él la havía fallado
faza sí, y toviendo mucha esperança en la fuerça de sus amigos no la echó
en presión, mas contentándose de haverla puesto en el palacio de Eleuterio,
el qual havía ella misma fecho edificar, y ende ministrándole con toda
habundancia, desterrado empero dende todos sus amigos. E como este
desventurado toviesse guerra contra los búrgaros, y hoviessen atentado
los principales por esto echarlo del Imperio y poner en su lugar a un
Nicéphoro, tío suyo, ermano de su padre,
de mucha yra y saña usó de una terrible crueza. Ca fizo sacar a Nicéphoro
y Christóforo, sus hermanos, las lenguas,
y a Alexio, noble y principal de Armenia,
sacar los ojos, y a María, su mujer, forçó
que entrasse en religión, tomada y trahída en lugar della Thedote,
camarera, a la qual luego coronó.
Con las quales disformidades, Yrenes, mujer discreta, ahunque por
fuerça hoviesse dexado la corona del Imperio, empero havía ella muy bien
guardado su ánimo y esforçado, tomada sperança y dando dineros a los
principales del reyno, y abriendo y derramando los thesoros que havía
ascondido en aquel palacio donde morava, ascondidamente atrayó a sí los
ánimos de los principales para tornarla al Imperio. E como ya con grandes
dones los hoviesse atrahído a su opinión, fizo con los que las havían
deposado tomassen a su fijo Constantino y le sacassen los ojos. E assí
ella con su esfuerço tornó a cobrar el Imperio que le havía sydo quitado.
Y Constantino de dolencia y tristeza murió.
En fin, como ella otra vez hoviesse tovido el Imperio cinco años
guerreando a Nicephario, fue cercada en
el palacio de Eleuterio, el qual como hoviesse recebido la corona imperial
de Charisicio, Patriarcha de Constantinoble,
favoresciéndole León y Triphilo, nobles, y
Sicopeo, thesorero, a los quales havía Yrenes
poco ante enriquecido, siguióse que entró a Yrenes con mucha humildad y
tractóla con affalagos, y viendo ella y conosciendo que no quería él otra
cosa ni pedía de todo el Imperio salvo aquel palacio donde estava ella,
porque le toviesse la promesa de lo que le havía offrecido mostróle y
descubrióle todos sus thesoros. Después de los quales havidos, el vellaco
quebrantada la fe, desterróla a Lespos, en donde esta noble mujer feneció
sus días.
Otros empero tienen otra opinión de la fin desta mujer, ca dizen que
estoviendo en discordia la madre y el fijo, y trabajando de echar el uno
al otro de la silla del Imperio, que los romanos se les rebellaron y se
passaron a Karolo Magno, rey entonces de
Francia, al qual alçaron por Emperador. Y como hoviesse tentado de tornar
en uno el Imperio, que parece estava partido con collocación de Yrenes en
matrimonio, y Yrenes fuesse dello contenta, como lo supo Euticio,
noble principal, luego enxalçó a Nicéphoro y assitió a Yrenes, y forçóla
entrar en religión y dexar el Imperio, en la qual religión se dize haver
ella envejecido.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus,
Alemán de Constancia, 1494, fo. 103 v y ss.