Tercia Emilia
Capítulo lxxiiij: De la Tercera Emilia, assí nombrada, mujer noble
de Publio Scipión Affricano, la qual fue juzgada
por muy casta y modesta, porque sabiendo que su marido havía que fazer con
una esclava de casa no solamente calló la vergüença y vildad de su marido,
mas aun quanto pudo la encubrió, y trabajó que no se divulgasse.
Tercia Emilia, aunque fue muy clara, assí por la nobleza del linaje de los
Emilios, de donde ella descendía, como porque
fue mujer de aquel esforçado cavallero Scipión Affricano el Primero, empero
más la fizo luzir su misma fazaña. Ca aquél que en tiempos passados, siendo
mancebo, restituyó sin corromper ni deshonrar la sposa a Luceyo,
príncipe de Cartagena, estando ella en la flor primera de su mocedad y en
demasía fermosa, offreciéndole por rescate della grandes thesoros, después
de viejo no se pudo defender de los lazos y falagos de la damnada
concupiscencia, mas enamoróse de una esclavezilla suya y echóse con ella.
Y como sea muy diffícile engañar el amor honesto de la muger, luego lo supo
Tercia Emilia, y andando el tiempo conoció todos los amores por entero.
¿Y quién duda que lo tomó muy fuerte y áspero? Ca algunos affirman
sin vergüença alguna que no se puede fazer mayor injuria a la mujer casada,
ni cosa alguna le puede ser más intollerable que lo que por derecho de
matrimonio es suyo el marido lo gaste con mujer estraña. Y yo, por cierto,
ligeramente lo creo, ca o porque lo cause la flaqueza del sexo o que lo faga
alguna opinión no buena de sí mismas, la mujer es un animal muy sospechoso,
ca luego piensa que si el marido faze algo con otra, esto faze en prejuyzio
del amor que a ella es devido.
Empero, quantoquier pareció cosa diffícile, con ánimo constante lo
suffrió la noble mujer, y callando encubrió mucho el crimen de su marido;
tanto que no solamente otro alguno, mas ni aun el mismo marido hovo noticia
de los pensamientos ni ymaginaciones della. Estimava la mujer discreta ser
cosa no conveniente divulgarse que aquél, que con noble virtud havía
subjugado reyes y naciones fuertes y guerreras, fuesse sometido al amor
de una esclavezilla. Y no le pareció a la sancta mujer ser asaz el haver
guardado este secreto viviendo Scipión, mas aun después de fallecido, por
quitar a la memoria de su marido una manzilla y nota y suziedad tan fea
si en alguna manera, por otra parte, el peccado del marido se supiesse.
Y por quitar la causa que aquélla, que havía dormido con varón tan honrado,
no fuesse ensuziada de un improperio de servitud y no toviesse dende
adelante que fazer con otro alguno que fuesse hombre de poco, por lo qual
parecerían ensuziarse los amores y deleytes de tan excellente varón,
fízola primeramente franca y dióle libertad de muy buen grado, y después
casóla con uno que ella primero de esclavo havía fecho franco.
¡O mujer digna de ser enxalçada fasta al cielo con sagrados loores,
suffriendo por una parte sus injurias callando, y por otra parte, pagando
la deuda del marido muerto a su combaça! Lo qual quanto más a tarde havemos
visto acaecer, tanto devemos tener por cosa de mayor excellencia. Otra
fuera que diera vozes y llamara las vezinas en consejo y sus parientes
y qualesquiere amigas suyas, y les hoviera recitado luengamente quanto
passava, y se les hoviera quexado cómo era desamparada y abandonada y
denostada, y que su marido no la tenía en estima alguna, y que era biuda
de marido vivo, y que le anteponía una esclavezilla rameruela de vil y
baxa suerte. Y otra lueg[o] la echara de casa o la vendiera; y aun
públicamente hoviera con lágrimas y quexos affrontado a su marido,
y no hoviera curado de al ni estimado lo que devía, pues parlando
defendiesse su derecho, aunque ensuziasse y amanzillasse la noble fama
de su honesto marido.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus,
Alemán de Constancia, 1494, fo. 78 r y ss.