Circe


Capítulo xxxvj: De Circes la encantadera o hechizera, la qual fue dicha fija de Sol, como aquella que conocía todas las virtudes de las hierbas.


Circes con sus encantos, mujer fasta hoy de grandíssima fama, según los poetas, fue fija del Sol y de la nimpha Persa, fija de Océa[no] y ermana de Oetes, rey de los colcos. Y fue dicha fija del Sol porque fue de muy singular fermosura, o porque acerca de la noticia de las hyerbas supo mucho, o más propiamente porque fue muy discreta en negociar. Las quales cosas todas creen los astrólogos el Sol dar a los que nascen havidos diversos respectos.

Empero porqué dexó los Colcos y vino a Ytalia, no me acuerdo haver leydo. Verdad es que todas las historias atestiguan ella haver morado en el monte Etheo de los Volscos, el qual llamamos fasta hoy por su nombre Circeo. E como desta notable mujer no leamos cosa alguna, salvo [lo] que los poetas han scripto, recitadas brevemente las poesías con el ingenio que podremos, sacaremos de error el pensamiento de los que creen sus fábulas.

Quieren, pues, entre las otras cosas que qualesquier marineros, quier por su propósito, quier por fortuna echados y ribados a los puertos de aquel monte, que de primero se dezía Ysla, cantados los versos y conjuraciones, y en cantos que ella cantava o con bevidas pozoñosas haverse transfigurado en fieras de diversas species. Y estos haver sido los compañeros del vagabundo Ulixes, guardado y conservado mediante el consejo de Mercurio, el qual como arincada el spada menazasse de matar a esta enpoçoñadera, dizen haver cobrado sus compañeros tornados a la figura y forma primera, y después usando y toviendo con ella plática y conversacion un año, se dize haver havido della a Thelágono, y después haverse apartado de ella muy discreto y lleno de consejo. Debaxo de la qual corteza yo estimo estar ascondidos estos sentidos y estas sentencias, e hay algunos que dizen esta mujer no lexos de Cayeta, ciudad de Campania, haver sido muy poderosa en las fuerças y en la fabla; y que no se dava mucho por alcançar lo que desseava de offender su castidad y incurrir daño de infamia. E assí dízese que a muchos de los que arribavan a su puerto, con falagos y ornadas palabras no solamente haver atrahído a sus dissoluciones, mas ahun a otros haver trahído a ser cossarios y ladrones por mar; y haver incitado con engaños a algunos -dexada a parte la honestad- a fazer negocios y mercadurias; y aver enxalçado a muchos y levantado en soberbia por la mucho amar. Y assí, éstos que por las obras desta maldita mujer eran privados de la razón y del seso, méritamente creyó la gente haver sido tornados y transfigurados en bestias, fieras de su mismo delicto.

De las quales cosas podemos asaz comprehender, mirando bien las costumbres de los hombres y de las mujeres, en cada lugar haver muchas Circes y muchos más hombres por su luxuria, ociosidad y delictos haverse tornado bestias. Empero Ulixes, avisado por el consejo de Mercurio, muestra ser prudente, aquel varón que no solamente no le pueden enlazar los engaños de los lisongeros, mas ahun con sus consejos y avisos libra muchas vezes del lazo a los enlazados. El restante, asaz manifiestamente se muestra pertenecer a la hystoria, por la qual consta Ulixes haver algún tiempo morado con Circes.

Dízese otrosí, esta misma Circes haver sido mujer de Pico, fijo de Saturno, rey de los latinos, y haverle ella enseñado la sciencia de adivinar y de los agüeros, y por çelos -que estava enamorado de la nimpha Pomona- haverlo transformado en la ave de su nombre. Ca él tenía en su casa un pico, de cuyo canto y gaznito, y de cuyos movimientos él tomava agüero de las cosas venideras; y porque según sus actos él fazía vida de pico, dizen que se tornó y transfiguró en pico.

Quándo o de qué muerte murió, o en dónde está Circes, yo no alcanço.


Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus, Alemán de Constancia, 1494, fo. 43 r. y ss.