Capítulo xxxiij: De Cassandra, fija del rey Príamo,
sposa de Chorebo, rey de Tracia, la qual se dize
haver havido spíritu de adevinar. Y ella quasi prophetizó muchas cosas de los
males de los troyanos, mas en ninguna cosa la crehían. Ésta fue tomada con
otras por Ajace y desonrada y finalmente en Grecia
la mataron, siendo cativa.
Cassandra fue fija de Príamo, rey de los troyanos, la qual según affirman
los antigos tovo spíritu de prophetizar, y quier alcançado por studio, quier
por gracia special de Dios, o quier -por más propiamente fablar- por astucia
y engaño del diablo, no se sabe de cierto. Esto empero affirman muchos, ella
mucho antes haver muchas vezes claramente dicho cómo se havían de traher a
Helena; y la osadía de Paris;
y la venida de la fija de Tindar[e]o; y el luengo cerco de la ciudad;
y la postrera destructión de Príamo y de Troya. E por esto, como ninguna fe
se le diesse, dizen que el padre y los hermanos la firieron de açotes, y
que dende se fingió una fábula: haver sido ella muy querida y amada de
Apollo. Esso mismo, haver sido requerida que
durmiesse con él. La qual dizen que ge lo prometió si le dava él primero
la gracia de conocer las cosas venideras. La qual gracia por él recebida,
y como le rehusasse y negasse ella la promesa, y Apollo no le podiesse
quitar la gracia que le havía ya otorgado, dizen que juntó y añadióle con
la gracia que ninguno creyesse lo que ella dixiesse o prophetisasse. Y
assí acahecio, ca todo lo que por ella fue dicho o prophetado fue tovido
vana y locamente dicho y de ninguno creydo.
E siendo ella desposada con un muy dispuesto y noble mancebo, llamado
Corthus Chorebo, empero primero se destruyó en la guerra que fuesse por
él recebida ni ajuntada en el thálamo. E finalmente pereciendo las cosas,
siendo ella cativa, cayó en suerte al rey Agamenón,
el qual trayéndola a Micenas, díxole ella que Clitemestra
le procurava la muerte. A cuyas palabras, como ninguna fe se les diesse,
después de mil peligros de la mar vino a Micenas con Agamenón, en el qual
logar fue él muerto por engaño de Clitemestra, y assí mesmo Casandra por
mandado della ahogada.
Ahunque parezca desdichada la sapiencia desta donzella, siempre merece
gloria de alabança, ca demuestra que ni el favor de la prosperidad la pudo
retraher del estudio de la sciencia, ni la tierna niñez tan arreada de
fermosura, que a tantas vemos que decibe la fizo menos diligente cerca
del amor del saber. Y por lo tal dezía el Cicerón
que las letras donde quier vos acompañan: en la prosperidad vos ponen tiento,
mesura y razón; en la adversidad vos dan esfuerço, paciencia y consuelo;
en la posada vos recrean y dan folgança y favor; y si vays fuera os fazen
honra. Y a la postre, como dize Augustino,
"más vale la tristeza del cuerdo que la alegría del loco; más quiere llorar
como sabio que reyr como ignorante o niño". Porque el saber perfectión es
del entendimiento, lumbre y arreo de la razón, que es lo más alto y mejor
del hombre; el deleyte tanbién le siente la bestia. Y el que ríe no sabiendo
de qué o no como deve, más cerca está de bestia que de hombre. Luego más es
de hombre razonable plañir y llorar como varón que reyr como niño. Mira qué
ventaja lieva el saber al ignorar, que el mal quasi del sabio es mejor que
el bien del nescio.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus,
Alemán de Constancia, 1494, fo. 39 v. y ss.