Capítulo lv: De Artemesia, reyna de Caria, mujer del rey Mausolo, de
mucha memoria por la viudedad que guardó y por la mucha reverencia y acatamiento
que tovo a su marido, ca ella se bevió sus cenizas y mandó fazerle una rica sepultura,
y después fizo assí en la república de su reyno como en el campo muchas y grandes
fazañas, entre las quales consta que subjuzgó los de Rodas y los fizo pecheros
y so tributo.
rthemesia, reyna de Caria, fue mujer de gran coraçón y de amor sanctíssimo
y muy ralo, y enxemplo de entera viudedad para los venideros sempiterno. De la qual,
ahunque no haya venido a nuestra noticia quién fueron su padre y madre ni de qué
patria fue, empero asaz es para la gloria de su nobleza haverla conocido ser mujer
de Mausolo, potentíssimo rey de Caria, al qual amó tanto en vida que después de
muerto olvidar no le pudo. De lo qual quedaron mucho grandes evidencias de memoria.
Ca si se alguna fe [se] ha de dar a los excellentes scriptores, luego que su amado
marido fallesció, honró su cuerpo y le fizo honrras nunca pensadas; y no pudo çufrir
después de quemado, según la costumbre de entonces, que se pusiesse la ceniza
llegada con mucha diligencia en vaso alguno de oro y que ende se guardassen,
estimándose qualquier vaso no conveniente para tan amado marido, salvo sus mesmos
pechos, en donde las flamas del antiguo amor después de muerto, más de lo acostumbrado
ardían. Por lo qual, porque aquella tierra que sobrava ende estoviesse collocada en donde
la perpetua memoria de la vida passada consistía, después de llegada la ceniza, poco
a poco destemplada la bevió toda, y la restante vida consumió toda en lágrimas. Y en
aquella manera consumiendo el humor radical, creyendo yr mas presto a su marido, vino
muy leda a la muerte.
Mas después de viuda fizo grandes fazañas. Fue una antigua costumbre de fazer
a los excellentes hombres muy ricas sepulturas; y porque la obra fuesse conforme al
amor, Artemesia pensó de fazer una tan maravillosa y costosa y rica, puesta aparte
toda escasseza, qual nunca se vio. Y no se contentó de un sólo artífice, y aquél
común, mas ella mandó llamar a Scopa, y a
Briaxes, y Thimoteo y Leocares, los quales
toda Grecia tenía por más excellentes. Y fizo juyzio y consejo dellos a Mausolo, su
marido, una excellente sepultura de mármol muy bien labrado, porque por aquella
maravillosa obra a lo menos, si al no, el nombre de su amado marido se fiziesse
eterno. Del qual, porque assí en el arte como en la costa sobró todos los edificios
y fue mucho tiempo nombrado entre las siete maravillosas obras del mundo.
No será cosa fuera de propósito fazer d'él mención, porque la fama de los
maestros esté más verde y en pie, y la magnificencia desta noble mujer sea más
esclarecida. Los maestros en Alicarnaso, principal ciudad de Caria, por mandado
de la reyna fundaron el bustum en forma quadrada, y las fazes que miran
fazia el norte fizieron luengas de lxiiij. pies. Las otras fueron más cortas, y
fiziéronle alto de cient y quarenta pies y ciñéronle todo enderredor de treynta
y seys columnas de mármol. E dizen que Scopa labró aquella parte que mira a Eoum;
y aquella que mira a Bóreas dizen que labró Briaxes; como la otra que esté buelta
faz al poniente hoviesse tomado a su cargo Leocares; dexada la quarta a Thimotheo.
Los quales, en fazer las statuas y hystorias y otras cosas tocantes a la obra, con
tanta diligencia pusieron todas las fuerças de su ingenio, codiciando cada uno el
magisterio y sutileza del arte, sobrar los otros. Que algunos que miraron la obra
creyeron seer rostros vivos sacados del mármol. Y no solamente entonces, mas ahun
muchos siglos después fue visto, que las manos de los artificios andovieron ende
a porfía.
Y no pudo ver Arthemesia la obra tan perfecta y marauillosa acabada, haviendo
sido assalteada de la muerte. Empero por la muerte de la reyna los maestros no
dexaron imperfecta la obra, antes pensando que aquello havía de ser un certíssimo
señal de sus ingenios para los siglos venideros, traxeron a fin lo que començaron.
Y ayuntóseles Ytherón, quinto maestro, el qual ygualó la altura de la más alta
pirámide: xxiiij. escalones. E a éstos les fue añadido el sexto cantero, llamado
Pithis, cuya obra fue un carro de quatro ruedas y quatro cavallos de mármol, que
stava sobre la cumbre de todo el edificio.
A esta obra tan perfecta, por respecto del rey Mausolo por quien se fizo, le
pusieron nombre Mausolo, del qual, como de más digno, las sepulturas de los reyes
que después fueron se llamaron Mauseolos.
Claro, pues, fue y noble el amor de Arthemesia, y mucho más clara la perseverancia
de la viudedad suya y sus lágrimas, y no menos la noble sepultura y pechos de
Arthemesia, en los quales reposó y fue collocada la ceniza que bevió del cuerpo
de su marido.
E no sólo de estas alabanças se contentó la virtud de arthemesia, mas ahún tovo
esfuerço y osadía viril, y fue muy excellente en la disciplina y arte militar, y
arreó y honró la majestad de su nombre con muchos triumphos. La qual, ahunque
muchas vezes quiçá, o a lo menos después de la muerte del marido, dexadas a parte
las lágrimas, leemos dos vezes haver tomado armas. La primera vez por defender
la salud de la patria; la segunda porque requerida, guardasse la fe que havía en
aliança prometido. Ca fallecido Mausolo, como los de Rodas, no lexos de Alicarnaso,
se desdeñassen que mujer hoviesse de presidir en el reyno de Caria, armado un estol de
naves, quasi con cierta sperança de le prender vinieron. E ciertamente Alicarnaso es
ciudad cabe la mar llamada Ycara, puesta en un lugar naturalmente fuerte, la qual
tiene dos puertos: el uno de los quales, que se dize el menor, dentro de la ciudad
con una angosta entrada quasi ascondido assí yaze; que en el del palacio real,
que le está encima le pueden aparejar y levar todas las cosas sin verlo alguno,
no solamente estrangero mas ahun ciudadano de los que el palacio real guardan.
El otro, que es mayor cabe el adarbe de la ciudad está continuo con la mar abierta;
al qual, sabiendo Arthemesia que havían de venir los de Rodas, mandó a los suyos
que se pusiessen en armas. Y tomados y puestos en el palacio real los compañeros
de las naves y marineros que ella conoscía hábiles a traher a execución la fazaña
que tenía pensada, mandó a los ciudadanos que quando ella les fiziesse señal,
saludassen con plazer a los de Rodas, y los llamassen dende el adarbe y les
pusiessen sperança de dárseles. Y si podiessen los levassen fasta la plaça.
En fin, luego que fue fecho, no parando en ello mientes los enemigos del menor
puerto, salió en la ancha mar, y como viesse, dado el señal, que los de Rodas
llamados por los ciudadanos y moradores dexado el estol de sus naves y armada
como vencedores yr corriendo a la plaça, occupó con las otras naves y con grande
esfuerço de marineros y naucheres el estol y naves bazías de los de Rodas. Y
quitado el ruydo, mandó a sus ciudadanos que diessen sobre los de Rodas. Por lo
qual acahesció que no podiendo fuyr los de Rodas, fueron todos feridos por los
alicarnasios. E en esta manera, Arthemesia puestas guirlandas al estol y armada
de los de Rodas, endereçó la proa a Rodas. Empero los de Rodas, viendo dende las
atalayas sus naves con guirlandas, creyendo ser los suyos vencedores, abierto el
puerto y puertas de la ciudad, sin darse acata recibieron el enemigo vencedor en
lugar de [sus] ciudadanos. E assí fue, luego tomada por Arthemesia su ciudad.
Y mandó ella como vencedora matar los principales de Rodas; y mandó que en la plaça
de Rodas le alçassen un pendón en señal de la victoria alcançada. Y fue ordenado
que se alçassen dos statuas de metal en la plaça, la una de las quales era de
Arthemesia y la otra de la ciudad de Rodas vencida. En la qual, puestos los señales
que mostravan y significavan lo que ella havía fecho, bolvióse a su casa y dexó la
ínsula pechera y tributaria a sí.
Allende desto, como Xerses, rey de los persas potentíssimo, hoviesse enchido
la tierra de huestes a pie contra los lacedemonios y hoviesse occupado todo el puerto
con navíos y armada, pareciéndole a su juyzio que no havía de tomar más de sorber y
tragarse toda la Grecia, Arthemesia requerida con naves armadas vino a la guerra,
y desbaratadas las huestes que en la tierra tenía el rey Xerses, como hoviessen
venido en vista de Salamina a la pelea de la mar el estol de Xerses y de los
athenienses so Themístocles, capitán de la armada, mirando Xerses de un lugar
seguro Arthmesia entre los primeros y más principales, exhortando y poniendo ánimo
a los suyos y reziamente peleando, pareció haver mudado el sexo con Xerses, tanto
que si Xerses toviera tan osado y esforçado coraçón no hoviera assí de ligero su
estol buelto la proa para fuyr.
Hay, empero, algunos que dizen no haver sido esta Arthemesia, mas Archimedora,
que fue tanbién reyna de Alicarnaso, affirmando en testimonio de su opinión la
pelea marina de Xerses en Salamina haver acahecido en la Olimpiada lxxiiij. Como
sea cosa muy cierta que el monumento, siquier mauseolo, haver sido fecho por
Arthemesia en la centena Olimpiada, yo, por cierto, soy de la opinión de aquéllos
que dizen Arthemesia y Archimedora ser una misma; como las cosas ciertas que se
cuentan de Arthemesia den mucha fe a las inciertas suyas y la quiten a las ajenas
que se dizen de ella. Empero qualquier que esto leyere, crea lo que quisiere.
Y quier haya sido una o dos, cada una fue obra mujeril. Mas ¿qué podemos
pensar mirando las fazañas de Arthemesia?, salvo que fue por caso de la natura,
que por yerro fizo y causó que al cuerpo que Dios havía infundido alma varonil
y magnífica, fizo mujer.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus, Alemán de Constancia, 1494, fo. 61 r