Amaltea


Capítulo xxiiij: De Amalthea, virgen sibilla, que fue llamada Deiphebe, la qual prophetizo de dios y de las cosas humanas en Cumas, por donde Virgilio la llamó Sibilla cumana, la qual se dize que guardó toda su vida la virginidad, y sobró el término del vivir humano.


Amalthea virgen, llamada por algunos Deyphebe, fija de Glaucio, fue según algunos creen de nacimiento de Cumas de los calchidienses, antigua ciudad de Campania. E como haya sido una de las Sibillas, algunos tienen opinión que floreció en el tiempo de la destrucción de Troya, y que vivió tanto tiempo que llegó fasta el tiempo de Prisco Tarquino, rey de los romanos. E según atestiguan los antiguos, tovo ésta tanta perseverancia en la virginidad que en tanto tiempo no permitió ser ensuziada por allegamiento alguno de varón. E ahunque los poetas atestigüen haver sido ésta amada de Phebo, y por gracia y merced suya haver alcançado luenga vida y spíritu divino de prophecía, empero créese que por el merecimiento de la limpieza y virginidad, alcançó ella el spíritu de prophecía de aquel verdadero sol que alumbra a qualquier hombre que viene en este mundo, mediante el qual muchas cosas prophetizó y scrivió para los venideros.

La qual dizen tovo un oratorio y templo insigne en el puerto de Baías, cabe el lago de Averno, el qual yo he visto y oído que el apellido tomó della y ha guardado fasta hoy, el qual ahunque esté quasi rahído de mucha vejez y rohído y por negligencia medio derribado, ahún assí derribado como esté, parece que representa vna antigua majestad y da causa de admiración a los que miran su grandeza.

Hay allende desto algunos que dizen ésta haver guiado a Eneas para al infierno, lo qual yo no creo. Empero de esto fablaremos en otra sazón. Mas los que dizen ella haver vivido muchos siglos, affirman haver ella venido a Roma y haver trahído nueve libros a Tarquino Prisco; y como no le quisiesse dar el precio que ella pidía por ellos, quemóle los tres delante, y como el día siguiente le pidiesse el mismo precio por los seys que pidiera por los nueve, y le affirmasse que si no ge lo dava le quemaría en vista d'él de los seys los tres, y el día otro siguiente los otros tres, hovo de Tarquino lo que pidió. Los quales como hoviesse guardado, los que después vinieron fallaron que aquellos libros contenían todas las venturas y fechos de los romanos. Por la qual causa los romanos después los guardaron con gran diligencia. Y según lo que occurría sobre las cosas venideras, recorrían a ellos, como a vn templo y majestad divina para revelaciones.

Yo con difficultad creo que ésta y Deyphebe fuesse vna misma. Empero he leydo que murió en Sicilia, y mucho tiempo ende los moradores han mostrado su sepultura.

Por consiguiente havéys de saber que los hombres somos fechos illustres por studios y trabajos y por divina gracia, la qual nunca fue denegada a quien fiziesse cosas dignas della. Lo qual si mirássemos, assí como stamos torpes y descuydados, sentiríamos por cierto que en el tiempo perdido dende el vientre de nuestra madre, ahunque muramos viejos, nos leuarían a la sepultura.

Ca si las mujeres velando con ingenio y divinidad valen mucho, ¿é havemos de pensar de los hombres desventurados? Los quales tienen a todas las cosas mayor habilidad, que por cierto si echassen de sí la pereza y el descuydo, vernían y llegarían quasi a una deidad.

Lloren, pues, y podrezcan y méssense aquéllos que por descuydo han perdido el tal don y gracia tan grande, y ténganse por dicho que son entre los hombres piedras animadas, lo qual es cosa cierta, y acahecerá ello assí quando confessando ellos su crimen, mudos y sin lengua se quedarán para siempre.

Fasta el Virgilio mismo se ha querido arrear del excellente dezir profético de aquesta Sebilla. Verdad sea que él, bien como pagano, ignorando el secreto del fin porque se dixo, atribúyelo a vn romano, mas para los que sienten quán maravillosos y claros los rayos son de la fe, manifiesto parece por quién ello lo dixo, y escrívelos el Mantuano poeta en la quarta égloga del libro de las Buccólicas. Y dizen, bueltos de latín en la lengua de España:

Ya llega la última edad del cantar de la Sebilda Cumea;
ya nasce una orden muy grande de siglos de allá desde lo entero;
ya viene la virgen, ya vienen los reynos de paz, ya nueva criança del alto cielo se embía".

¿Quién dexará de conoscer y sentir que cantó la Sebilda aquestos versos, prophetizando y tanto antes que assomasse la donzella real, que es la Virgen María Nuestra Señora, la desseada venida de la verdadera y sola virgen marauillosa, que havía de parir la salud del mundo y la verdadera paz del cielo y de la tierra, y la muy gloriosa venida del Fijo de Dios, que en llamarle criança, otorga no sólo el Fijo, que es criança del Padre, y otorgando el Fijo, de necessidad otorga al Padre? Mas la embaxada que havía de traer tan celestial y diuina, que de los hombres havía de hazer dioses como Cristo, sólo pudo, supo y abastó de hazer.


Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus, Alemán de Constancia, 1494, fo. 30 v