Síguese el libro quarto de los dichos y hechos

del rey don Alonso.

Costumbre ha seydo de las provincias que son allende el mar embiar cada qual de lo mejor que tiene para provisión y ornamento de Italia. Assí veremos que Sicilia, una de las más nobles islas del mundo, le embía trigo y açúcar. Cerdeña, cueros y queso. Córcega, vino. Yviça, sal y otras provincias por esta orden le embían otras cosas. Sola España es la que ha tenido costumbre embiar a Roma y a Italia reyes y emperadores para que la gobiernen y manden. Y si me dezís qué emperadores o reyes ha embiado, respondo que a Trajano, Theodo- /Fol.LIIII/ -sio, Arcadio, Honorio y otro Theodosio. Después d'estos, embió al rey don Alonso que es una biva imagen de todas las virtudas, el qual como en ninguna cosa loable sea menos que todos los passados, en ser católico y aver tenido más dotrina y letras, que son las cosas que nos diferencian de los brutos, averiguadamente ha seydo muy más que todos ellos. Porque él ha tenido el fundamento verdadero del bien que es muy entero amor a Dios y en servirlo y ensalçar su religión sacrantíssima, se ha tanto mirado que a penas se puede bien loar. Y d'esto los que familiarmente cada día lo vemos podemos con toda verdad restificar en la orden de su vida que es tal. Todos los días del mundo él se levanta antes del día y por árduos que sean los negocios y de mucha importancia, jamás le estorvan que en levantándose no se retrayga en su oratorio donde las rodillas puestas en tierra con muchos sospiros y entera devoción pide a Dios merced y reza las cosas de sus acostumbradas devociones que son las horas canónicas con otras oraciones. De allí ya que el día esclarece, él sale y va a la yglesia donde comunmente oye quatro missas antes que d'ella salga, y esto con tan gran devoción todos los días del mundo que sin duda es a todos un dechado para tomar exemplo de religión. Jamás le vimos que ayuno mandado por la Yglesia ello quebrantasse. Todas las vigilias ayuna a pan y agua y aun algunas vezes d'estas vigilias quando se siente poderlo sufrir, passa sin comer casa alguna. Ayuna assí mesmo todos los viernes y sábados del mundo en reverencia de nuestro savador y de su gloriosa madre. Y como quiera que en los atavíos y ropas de su persona sea el más moderado y honesto príncipe que jamás se vio, en los ornamentos de la yglesia y atavíos de los sacerdotes es estraña cosa y muy de ver quánta riqueza pone, quántas joyas, oro, perlas, piedras preciosas y muy ricas en sus /Fol. LIIIIv./ casillas y capas, reliqarios, custodias y cálices y toda manera de ropas o vasos que para el divino culto ayan de servir, no se cree que emperador en el mundo jamás lo aya procurado tanto ni teniendo tal. Pues si en toda Europa se descubre un músico muy señalado, ya sabe que su precio está aparejado en casa del rey don Alonso, para el propósito que avemos dicho. Y assí todos los días del mundo en su yglesia o capilla se cantan las horas diviniales con tanta solemnidad de ministros y música, que demás de la reverencia y magestad con que representan al señor en cuyo servicio todo se haze, a los oyentes también mueven a devoción en verlo. Y por tornarme al propósito de donde esta oración començó es cierto que España se ha siempre señalado en produzir varones tales que con razón por el mundo se nombre. Y no sólo en esto, más como muchos lo escriven, es notable provincia y muy decantada en fertilidad de campos, sanidad de ayres nobles y populosas ciudades, habundancia de metales y otras cosas que sería obra por sí averlas de contar. Más hablando con la reverencia que se deve a España, no diremos que ella aumenta con esto la gloria del rey don Alonso. Antes él da nueva gloria y nombre a la mesma España, y para poderse esto assegurar, no le daña sino ser nacido en estos tiempos que no ay quien sepa pintar con el estilo y palabras que se requiere sus gloriosas hazañas, como lo huvo para aquellos emperadores antiguos que nascieron en razón de excelentes ingenios y si alguno en nuestros días se descubriere que lo sepa escrebir y cantar como deve, sin duda los que vernán quando ya esto será antiguo, fácilmente podrán otorgar que este hombre fue uno de los que nacieron en los siglos de oro, y a este propósito baste lo dicho.

 

Como católico.

/Fol.LVr/ Y pues me he puesto en hablar de la devoción del rey don Alonso y quanto era católico, puedo con verdad afirmaros lo que de mis ojos las quaresmas todas le veo hazer. Todos los jueves de la cena, en la hoche, él haze poner en orden en un lugar secreto sessenta pobres, a los quales las rodillas en tierra lava los pies y se los enxuga, y enxutos se baxa y se los besa. Después los haze assentar en una mesa aparejada para ello, donde él mismo de sus manos los sirve dándoles so que han de comer y bever, y levantados de la mesa los manda muy bien vestir y darles a todos cumplida limosna de dineros y assí los embía. Y de mis ojos vi en el senado de Venecia estando embaxador que ciertos nobles ancianos de aquel consejo, oyendo contar esta costumbre del rey no pudieron detener las lágrimas movidos de piedad y devoción.

 

Como liberal.

Trayale un tesorero al rey don Alonso diez mil ducados de sus rentas, y acaso un hombre que estava presente con mucha afición dixo: "¡O, señor, que con sólo esto sería yo rico y bienaventurado!" El rey le dixo: "Aora, pues, toma toda esta moneda y sey bienaventurado".

 

Como manífico y liberal.

Tantos exemplos hallamos y podemos contar de la liberalidad y magnificencia del rey don Alonso quantos hombres hallamos que en nuestros días se ayan visto notables en alguna virtud o doctrina señalada, porque sabemos bien que ninguno que tal fuesse faltó que no llamasse y le hiziesse largas mercedes, mucho favor y muy bien tratamiento. Hemos visto assí mesmo en nuestro días que el rey don Alonso ha recebido muchos capitanes famosos, innumera- /Fol.LVv/ -bles cardenales y legado del Papa, otros muchos embaxadores. Y jamás consintió que hombre d'estos mientra en su corte estuvo, gastasse cosa alguna sino de la moneda que les dava. No contento d'esto, al tiempo que se partían, nunca hombre se fue sin levar joyas y donatios señalados de mano del rey.

 

Como magnífico.

Un exemplo de su liberalidad y manificencia hos contaré que es dino de ser contado y puesto en memoria por cosa muy señalada, que fue el recebimiento que hizo el emperador Federico su cuñado quando después de coronado en Roma le vino a ver a Nápoles. Sabiendo el rey cómo el emprerador Federico venía de Roma para Nápoles, por verlo, visitarlo y gozarse con él y que venía acompañado de muchos militares de hombres de diversas partes y naciones. Embiole primeramente embaxadores que lo recibiessen y acompañassen con toda la humanidad y largueza que era possible. En los embaxadores yvan muchos prelados notables, otros príncipes señalados, yvan duques, marqueses, condes y varones de grandíssima cuenta y reputación. Éstos recibieron al emperador en el campo llamado Privernate. De ay acompañándolo lo truxeron a Terrachina que es viniendo de Roma la postrera ciudad antes de entrar en el reyno de Nápoles. Allí en Terrachina le entregaron las llaves, juridición, entero mando y señorío del reyno de Nápoles. Entregado esto, luego fue hacha una solemníssima oración en loor suya y de su venida. Y dezir la oración tocó a mí, que en nombre de todos los embaxadores levava cargo de recitarla. Fue en verdad recibido en este primer encuentro con solemníssimo aparato, grande abundancia de las cosas para toda la gente necessarias, infinita alegría y acatamiento por parte de todos los príncipes ofrecido. Venian /Fol.LVIr/ con el emperador su mugerm Madama Leonor, muy cercana en deudo con el rey; venía Alberto, hermano del emperador; venían assí mesmo gran número de señores y príncipes de Alemania. Luego el día seguiente que avía d'entrar por tierra del reyno de Nápoles fue recebido por el mesmo hijo del rey, el duque don Fernando, duque de Calabria, el qual como era razón yva tan acompañado de grandes señores, que fue cosa muy dever el aparato, solemnidd y fiesta con que se vieron. Y assí lo trayan con un superbíssimo palio que cubría el emperador y las personas juntas a él por medio de las ciudades y lugares con toda aquella siesta y cerimonia que suele ser levado un gran triunfador el día de su triunfo. Eran grandíssimos los paparatos de mesas puestos, la provisión tan habindosa de viandas y manjares y vinos preciosos a todos los exércitos del mayor al menor por los poblados y caminos, quanto si con uno sólo se oviera de complir. Con esta alegría y solemnidad gue traydo el emperador hasta llegar al campo dicho estellato donde la rey lo esperava. Quando allí fue allegado, el rey lo recibió con ell'alegría y complimiento que podréis pensar. Y poniéndolo a su mano derecha, debaxo el palio, prosiguiron sus siestas camino de Nápoles. Y primeramente vinieron a aposentarse en Cápua. De Cápua lo sacaron con una procisión de gente que hasta dentro en Nápoles era continuada a la entrada de Nápoles salió gran número de donzellas en cabello cantando y baylando y haziendo alegrías, atavíadas de ropas de seda y oro y mucha perlería y joyas cosa en fin muy de ver y para maravillarse. Tanto que el emperador de passo en passo avía de pararse a recebir los nuevos presentes de danças y gente que le venía al encuentro. Dexo a parte tantos juegos y carros de invenciones que no se podrían contar, tantas maneras de caças, recreaciones y passatiempos como al emperador le estavan aparejados que era cosa de no creer. Tantos vanquetes y /Fol.LVIv/ aparejadas en cada parte d'estas que parecía cosa más que de hombres, nunca jamás se vio ni se oyó otro semejable recibimiento. Y entre las cosas muy de notar que en esta siesta podeys señalar, es esta: que dos meses a la contina que todo aquel grandíssimo número de gente que al emperador acompañava allí estuvo, jamás consintieron que cosa del mundo se gastasse si no de la despensa y tesoro del rey. No cessando de darlo en tanta abundancia que no sólo en el comer tan solemne como lo aveys oydo, mas infinitas ropas y cosas de sada y paño, brocado se dio a los que lo demandavan tan prontamente como ellos lo pedían. Muchas vezes oy afirmar al escrivano de ración que pagó de su mano el dinero que aquí se gastó, que sin las joyas y presentes y otras proisiones, cien mil ducados en oro le costava al rey aquella fiesta y harto más.

 

Como justo y esforçado.

Una cosa a mi parecer tengo notada por muy gloriosa entre todas las otras que en el rey don Alonso he visto: que aviendo seydo Ytalia muy mal tratada con guerras antes de su venida y estando, quando él vino tal que parecía incurable. Con sola su autoridad y presencia le dio paz, con su benignidad se la confirmó, y lo que jamás se avía visto, que los concordó y puso tan unánimes que ninguno antes lo pudiera creer. Yo que lo vi y me hallé presente a todo tengo por una cosa divina lo que en esto le vi hazer, porque sin duda él sufrió cosas muy pesadas contra sí y contra algunos amigos suyos por sólo traer en conclusión y entero effecto todo este negocio del bien de Italia.

 

Como justo.

Con bevedizos y ponçoñas que dieron a Micer Estévan, cavallero de Nápoles, le trastornaron de tal manera el juy -/Fol. LVIIr/- zio que perdido el seso, no tenía uso de razón. Muchos vinieron a suplicar al rey oviesse por bien, pues este hombre estava loco, hazerles merced de ciertos oficios reales y cargos de honra y provecho que en la ciudad tenía, no siendo (como en la verdad estando assí no lo era) ábil para regirlos. El rey les respondió que le parecía cosa cruel y fuera de toda humanidad quitarle aquel hombre los bienes y la sustancia pues otrie malamente le avía quitado el uso de la razón y sanidad de su juyzio.

 

Como justo.

Son que otra provança huviesse para provar la mucha justicia que en el rey don Alonso se halla, bastaría sólo ver cómo por esperiencia se vee que aviendo seydo todo el reyno de Nápoles antes que él reynasse un bosque de ladrones y que en todo el no se podía bivir ni andar por los caminos, aora se halla por verdad que pueden yr con los dineros en las manos sin armas y a solas por los montes y despoblados sin que convenga recelarse de la menor cosa del mundo.

 

Como gracioso.

Dezía que los más notables locos furiosos del mundo eran los que yvan a buscar sus mugeres después de avérseles ydo.

 

Como grave.

Loava mucho el rey don Alonso al que dixo que a los enemigos se le avía de hazer una puente de oro por do passasen quando huyen.

 

Como constante.

/Fol.LVIIv/ Nunca vimos al rey don ALonso jamás que mudasse el punto de su condición o vida aun que le viniesse grandes victorias y tales que bastaran e ensobervecer a qualsiquier otro príncipe. Antes en prosperidad o adversidad a qualquier otra cosa que de nuevo le viniesse, guardó siempre un mesmo tenor de rostro. En su vestir, en su hablar, en la mansedumbre de benignidad y humanidad, siempre de una misma manera.

 

Como grave.

Tenía él por una gran cosa saber ser capitán en guiar, regir y ordenar el exército contra los enemigos. Mas muy más en saber guiar los ciudadanos y vassallos en la paz para que bivan en justicia y como deven.

 

Con mucha paciencia.

Acaeció que yendo el rey camino, uno que yva delante mal mirado y con poca advertencia vino a topar en una rama de árbol, la qual soltada de aquel, luego dio al rey, que cerca le yva, en el rostro y el hostigo fue tan tezio que le señaló bien y le hizo un cardenal. Los que presentes eran mostravan tener mucha pena y dolor que el rey tenía del golpe. El rey les dixo: "Por cierto yo tengo más pena del miedo y turvación que terna aquel que me lo ha causado, que del dolor que ello me da".

 

Como confiado.

Quando Antonio Candala, uno de los principales enemigos del rey, fue ya conquistado, tomado, puesto en prisión, al rey le dixeron cómo éste tenía muchas y diversas cartas de enemigos del rey en que avía muchos secretos improtantes de la vida y estado de su alteza, y que sería muy a propósito /Fol.LVIIIr/ abrirlas, leerlas y tomar todos aquellos avisos para más castigar al dicho Candala y a los otros. Sabiendo el rey todo esto, mandó que sacassen aquellas cartas y que allí en su presencia, sin que nadie las viesse, ni leyesse, fuessen quemadas.

 

Como justo.

Siendo el rey muy moço, los catalanes acordavan por mejor conservar sus estados que con él juntamente en la governación del reyno concurriessen algunos. Y para esto dixeronle que sería bien que se buscassen siete hombres ancianos en quien se hallasse que temiessen a Dios, que guardassen justicia, que supiessen muy bien enseñorear sus passiones y codicias con el favor de la razón, que no recibiessen en manera del mundo dones ni presentes. Dizen que el rey los oyó y loo mucho su consejo, y les dixo: "Amigos, si vosotros me days, no digo siete hombres, mas uno solo en quien se hallen las partes y condiciones que aveys dicho, yo os ofrezco que le daré luego no sólo el regimiento del reyno, mas el mesmo reyno por suyo.

 

Como estudioso y atento.

Tan atento estava muchas vezes en oyr la lición que sin duda le veyamos que ni los ministriles altos ni trompetas que sonavan ni cosa alguna le movía; antes al parecer de todos nos parecía que no lo oya.

 

Como grave.

Dezía el rey que los logreros eran como las aves arpías, que pacían y esfloravan las viandas de todos los otros.

 

Como estudioso y benigno.

/Fol. LVIIIv/ Estando que estávamos en Mecina, me acuerdo que muchas vezes después de cenar nos entramos en un retraymiento secreto muy de dentro de casa, y assí el rey oya lición de Vergilio. Entravan muchos hijos de hombres muy pobres y de baxíssima condición, y passa en verdad que el rey holgava qu'entrassen y espressamente tenía mandado que a ninguno vedassen la entrada. Antes quanto más pobres eran, más tenía abierta la puerta. Y en aquella sazón mandava salir fuera muchos hijos de grandes nobles que allí eran. En fin no quedava hombre sino solos los que eran allí por oyr la lición. Quando la lición era acabada, el rey mandava sacar colación a la manera d'España, y él de su mano dava al maestro de la fruta confituras que sacavan y a los otros discípulos que allí se allegavan, dávanle los hijos de los grandes que eran presentes. Después de hecha la colación proponían una questión que comunmente y las más vezes era de philosophía, siempre en esto se hallavan hombres muy doctos y de ecelentes letras. Y assí una parte de la noche la gastávamos en este exercicio tan honesto hasta ser quasi las siete horas. De ay cada uno se bolvía a su casa alegre, ufano y muy contento de la humanidad y gracia que en el rey hallava.

 

Como justo.

Preguntáronle una vez al rey que a quién tenía más obligación, a las armas o a las letras. Respondió que de los libros avía sacado sacado las armas y las leyes que se requieren para saber tratar las armas.

 

Como grave.

Dezía que muy mal lo mirevan los príncipes que ponían a los otros leyes de bivir bien y honestamente, y ellos no guardavan templança ninguna en su bivir.

/Fol.LIXr/

Como grave.

Sabía el rey fundarse mucho en aquella sentencia de Isócrates, philósopho, en que dize que los reyes deven mostrarse tanto mejores y más virtuosos que los otros hombres particulares quanto en estado mando y señorío se hallan mayores qu'ellos.

 

Como grave.

Tenía por malos y perversos los ciudadanos o súbdiros que no sabían usar de la clemencia y humanidad del rey. Dezía que muchas vezes las costumbres malas de los vassallos hazen a los reyes mal acondicionados y que no goviernen tan bien como querrían. Como también dezía que eran muy de los los ciudadanos quando con su virtud y prudencia conservavan de tal manera la gracia del rey que siempre más los hazíen humano y benigno.

 

Con autoridad.

Pensando muchas vezes en las hazañas del rey don Alonso, me parecía esto una cosa maravillosa, muy señalada y de notar, cómo se pudo hazer si el rey fue vencido en la batalla de la mar por los genoveses que le quedassen ellos tributarios a él por aquel caso, como en el hecho de la verdad vemos que cada un año quedaron que le han de embiar un cierto vaso de oro por tributo. Esto diremos que lo causó la autoridad del rey que fue tanta que aun siendo vencido dio leyes a los vencedores o que los vencedores vencidos de miedo reconocieron aver avido la victoria por ventura y no por esfuerço ni industria de guerra.

 

Como prudente.

/Fol.LIXr/ En el tiempo de las guerras de Italia los senefes estuviéronle de por medio de manera que ni valieron a los unos ni a los otros. Quando la guerra fue reposada la gente de una parte y de la otra dieron saco a los senefes. Sabiendo el rey don Alonso todo este negocio dixo que a los senefes se les acaecía en esto como a los que biven en casas de aquile y toman el aposento d'enmedio, que de los más altos, quando mean y de los más baxos, quando hazen humo, de todos son enojados.

 

Como muy diligente y esforçado.

Supo el rey cómo venían quatorze carracas genovesas en una flota armadas y a punto para meter a hondo las dos grandes carracas y tan hermosas que él avía hecho; y en aquella sazón en el puerto estavan. Fue maravillosa y muy sañalada la provisión que de presto hizo, mandando cortar infinitas peñas y muy grandíssimas de los montes que cerca estavan, para que las lançassen en la mar en ciertos passos dende la flota podía peligrar. Mandó assí mesmo cercar y fortalecer el puerto con vigas por diversos lugares atravessadas a manera de lata y fuerte muralla. Todo el deredor del puerto mandó fortalecer tan reziamente de artillería que a qualquier armada ponía temor. Fueron hechas todas estas provisiones con tanta presteza y complimento que quando la flota de los genoveses que bien cerca era fue certificada d'ello, huvo por bien tomar consejo y bolverse.

 

Como esforçado.

Esta armada de los genoveses que aveys oydo buelta atrás vínole a la isla Ponça y allí esperó las galeras de Génova que venían muchas y muy bien armadas, para que todos juntos acometiessen la empresa sobredicha, sabién- /Fol. LXr/ -dolo el rey mandó que las galeras de Nápoles puestas a punto les saliessen al camino y encontrándose con las de Génova, fue tan rezio y denodado el combate que les dieron, que parte d'ellas prendió, parte quemó, el resto puso prestamente en huyda.

 

Como grave.

Preguntáronle el rey con qué se egualavan los reyes y sus vassallos, los ricos y los pobres, los nobles y los labradores, y en fin quien era el egualador del mundo. Dixo que la ceniza.

 

Como templado.

Ya sea verdad que el rey don Alonso fuesse muy gracioso y galán dezidor mas muy más de maravillar era con quanta templanza recebía lo que contra él los otros dizen, que el ingenio gentil que en sus dichos mostrava.

 

Como confiado.

Sabía el rey cómo cierto cavallero y muy principal de su corte tratava días avía de matarlo. Y ni por esto se dexó verse con él solo diversas vezes. Antes con maravillosa dissimución y como quien ninguna cosa sabía de tal malvedad, muchas vezes lo comunicava con palabras dilces de mucho amor para quitarle aquel error de la fantasía.

Y quando quería recrear como fatigado de los negocios, jamás se escondía ni retraya en juegos o vanquetes donde no lo viessen, como otros reyes príncipes hazen. Antes su recreación era en la caça y en lugares públicos que todos pudiessen gozar d'él. Y era tan aficionado al caçar por seguir aquella ley de Licurgo en que mandó exercitarse en la caça diziendo que no sólo los muy mançebos, mas los de más ma-/Fol.LXv/- dura edad, todos se abilitan en la caça para mejor saber sufrir los trabajos de la guerra. Una cosa, empero es muy de notar en el rey: que jamás ni la caça ni los exercicios de la juventud de amores y passatiempos ni otra cosa ninguna d'esta condición le apartó un sólo punto de dar razón en los negocios y governación de sus reynos.

 

Como modesto y grave.

Dezía que entre aquellos tres dioses: Júpiter, Neptuno y Plutón, se avíen repartido los tres reynos, el cielo, la mar y el infierno. Y cada qual d'ellos estava contento con lo que le cupo: los hombres empero jamás se contentan son lo que les basta no aun con lo demasiado.

 

Como estudioso.

Sabemos que dormía el rey muchas vezes con los libros debaxo de la cama. Y quando despertava pedía lumbre y ocupávase en leer, diziendo que allí aprendía el qué es lo que convenía para sí y para la governación de sus reynos.

 

Como gentil dezidor.

Acostumbrava dezir el rey que el mentir nacía comunmente en los hombres o por aver andado, o bivido o leydo mucho.

 

Como grave.

En España acostumbran los vidrieros yendo a vender vidrio, levarlo por las calles en un cerco de palo puestas de ocho en ocho pieças. El rey violos un día yr assí y dixo a los que estavan presentes que le parecían estos ser semejables a los que caminan por el parayso. Porque si un hombre pi- /Fol.LXIr/ -diesse al vedriero que le levasse aquellas ocho pieças hasta tal lugar con condición que si alguna fuesse quebrada quando allí allegase, que lo huviesse todo perdido. Bien assí encomienda Dios al hombre cinco sentidos que lieve bien regidos y condentrados, y tres prtencias dell'alma, assí mesmo que las conforme con lo que Dios manda. De manera que si estos ocho levamos tan enteros como Dios quiere hasta la fin de nuestra vida, nuestro pago será la bienaventurança, y por el contrario si no van sanos y como deven, nuestra paga será la pena eterna.

Hablando algunas vezes con el rey acerca de perderse alguna pieça joya rica como perla o piedra muy preciosa, solía afirmar con solemne juramento que muy menos sentiría perder las joyas sobredichas aunque eran nombradas por todo el mundo, que no los libros en que leya.

 

Como grave.

Dezía que yría muy ordenada nuestra vida si levássemos la voluntad medianera entre le miedo y el amor, porque quanto con el amor se desmandesse a querer y procurarlo que no deve, tanto con el temor se refrenaría a detenerse y contentarse sin ello.

Oyendo dezir a unos labradores que con arte industriosa les acaecía hazer de las granadas agras dulces, dixo el rey: "Pues razón será que nosotros usemos de tal industria y maña que hagamos de los malos ciudadanos, buenos. A otros por ventura parecerá lisonja o fición lo que digo. A mí, empero que lo vi, esperimenté y muchas vezzes presente conocí muy notorio es que el rey don Alonso siendo muchacho y mancebo y hombre hecho y viejo, en todas estas edades tuvo las cosas a la edad convenibles con tanta virtud que fácilmente sin ser rey todos los de su tiempo le otorgaran la ventaja.

/Fol. LXIv/

Como sabio.

Dezía él que le parecia ser una gran provança creer que nuestr'alma es inmortal. Ver como vemos en esta vida que los miembros del cuerpo crecen hasta tener su perfeción y todas las otras cosas vemos assí en el ser del hombre como en otras, que vienen hasta tener su complimiento y que después tornan a descrecer: el alma vemos que quanto más va, más se muestra perfeta y con aumento de entender, vemos que más alcança en conocimiento y virtud y favor. Tanto que si el cuerpo no le faltasse, por lo que a ella toca, parece que aun acá sin fin duraría y estaría mejor. Por ende es de creer que en la otra vida le es dada esta perfeción.

 

Como justo.

Supo que avía en su ciudad un francés que siendo gran lógico y médico se avía hecho abogado. De tal manera que el qualquier audiencia que él disputava todo estava lleno de silogismos, sofismas, ventosa y vana parlería. Con declaración y mandamiento real hizo publicar que qualsiquier pleyto que aquel abogado defendiesse sin más consultar fuesse tenido por falso, injusto y malo.

 

Como humilde y santo.

Dezía el rey don Alonso que si le fuera lícito y a su voluntad pudiera ordenar su vida, que sin falta alguna él no quisiera otro estado de vida sino ser el hermitaño fray Julián que era un hombre natural de Palermo y bivía en un hermita puesta en lugar muy alegre, solitario y deleytoso cerca de la yglesia de Sant Martín, un lugar que comunmente en lengua francesa llamavan las Zambras. Donde solamente tenía un ortezico con agua de pie para piderlo regar. Y a- /Fol.LXIIr/ -llí lo que lo era necessario para sustantar su vida, y con esta pobreza bivía contento y servía a nuestro señor.

 

Como grave.

Preguntado el rey a quáles de sus vasallos tenía por mejores y amava más, respondió: "A los que me aman y temen sin otro respecto sino por mi sola persona."

 

Como templado.

No ay hombre de quantos avemos muy familiarmente conversado al rey don Alonso que jamás le aya oydo hablar una sola palabra desonesta o torpe. Nunaca hombre jamás le vió parte alguna de su cuerpo desnuda. Nunca le oyeron jurar, sino quando muy más por los huessos de su padre, y esto pocas veces y quando mucho le importava.

 

Como liberal.

Es notorio que el rey don Alonso no sólo repartió mucha parte de sus rentas y joyas con sus criados. Más aun les hizo merçedes de ciudades, villas, criando estados de duques, marqueses, condes y otras cosas semejantes. Dezía siempre que el oficio del rey ha de ser enriquecer los suyos. Porque a él le parecía impossible que el rey pudiesse ser pobre teniendo los vassallos ricos.

 

Con paciencia.

Al rey se le hizo un nacido de muy mala especia, de dentro muy podrido y peligroso. Tan en fin que para abrirlo fue necessario darle ciertos cauterios de fuego, los quales en pre- /Fol.LXIIv/ -sencia de los que éramos sin que le atassen pierna ni braço, le fueron dados. Y es verdad porque de vista testifico que él los recibió sin hazer movimiento en el rostro ni dar boz ni gemido. Antes con un estremo de paciencia que jamás tal se vio.

 

Como sabio.

Acostumbrava el rey loar mucho los italianos de muchas cosas que en ellos veya buenas, señaladamente dezía que sabían ordenar muy bien la gente de guerra en campo que ponían pocos de cavallo. Porque según él dezía en la ordenança d'España ponían muchos de cavallo o en la avanguandia, y d'estos no podían pelear sino los más delanteros, de manera que los otros eran quasi sin provecho, pues no tenían disposición de pelear ni mostrarse.

 

Como grave.

Aquel duque de Milán tan nombrado Philipo María después de aver pactado y capitulado pazes perpetuas con el rey don Alonso, en algunas cosas no guardó las condiciones como deviera. De donde el mesmo duque sospechava que el rey estaría enojado con él y la dañaría en algún tiempo. Quando el rey fue sabidor d'esta sospecha y temor que en el duque morava determinó embiarle sus embaxadores, personas muy notables y valerosas, que fueron un letrado llamado Micer Varner de Castello, Micer Francisco Landriano y Micer Antonio de Pesaro, para que estos bien por menudo gustassen la intención del duque como estava cerca de los negocios sobredichos. Assí mesmo por complazer al duque les dio facultad que pudiessen tornar a refirmar los capitulos que en el primer concierto se avíen capitulado entre el rey y él. Ya sea verdad que el rey era libre d'ellos /Fol.LXIIr/ por causa que el duque primero los avía rompido y quebrantado, los embaxadores sobredichos hizieron una oración muy larga en presencia del duque a cerca de lo que el rey les avía mandado. De lo que allí passaron con el duque, escrivieron al rey, el qual fácilmente conoció la sospecha grande y temor que el el duque avía. Y assí escrivió a los embaxadores que muy enteramente de parte suya assegurassen la sospecha del duque Philipo su padre, porque el rey por honra assí lo llamava, y le dixeren que sin duda el coraçón del rey para conél era tal quel fue quando estando en Milán se partió d'él. Y en esto estava tan firme que no bastarían ningunas culpas ni errores del mesmo duque contra él cometidas, aunque de hecho las oviesse, para mudarlo d'este buen propósito. Por tanto que él era conterto de simpre guardar los mesmos capítulos y confederaciones que entr'ellos avían seydo assentadas, pues no sólo no tenía por qué no hazello, más aun infinitos beneficios que del duque avía recebido que siempre leerán bivos y presentes delante de los ojos, tanto que si las guerras grandes que el presente tenía con los peligros del camino no se lo estorvaran, sin duda alguna, él mesmo fuera el mensagero que personalmente lo visitara y viniera a Milán para que mejor conociera du agradecimiento, amor y voluntad y assí mesmo certificassen el duque que si el rey avía tomado con tanta porfía esta guerra y conquista del reyno de Nápoles, no era tanto porque a él le faltassen reynos y señoríso en que bivir, quanto por después de averlo conquistado y pacíficamente sojuzgado, entregárselo al mesmo duque Philipo y hazerlo señor d'él. Y esto en recompensa y parte de paga de los beneficios que el rey no tenía menos voluntad en ser agradecido que el duque avía tenido en ser largo y liberal, por ende que no sólo certificassen al duque seguridad que los pactos hechos serían siempre firmes y guardados, mas /Fol. LXIII/ aunque le ofreciessen si era contento recebirlo, el reyno de Nápoles por suyo.

 

Como diestro y muy acertado.

Fue el rey don Alonso tan estramamente diestro en tirar con una vallesta, que le acaeció a quarenta passos tornar a poner quatro facetas por los mesmos agujeros donde primero las avía hincado sin creerlos. Y assí mesmo le acaeció a la tercera vez hender la una con la otra hasta ser todas tajadas rompiendo la que estava hincada con la que venía que la abría por el tendal.

 

La oración y razonamiento que el mesmo rey

hizo a los cardenales y príncipes de Italia

sobre al yda contra el turco.

Bien creo, padres venerebles y nobles cavalleros, que muchos de vosotros hos maravillareys como ha sydo que aviendo hablado tantas vezes de yr contra los turcos y aciéndonos todos concordado tan maravillosamente en que esta armada fuesse, que ha seydo la causa que yo tanto ha dilatado y aun quasi desamparado esta tan santa empresa. Verdaderamente no querría que pensassedes averse tardado o por negligencia o falta de coraçón mía, porque en la verdad esta guerra a mí me pareció que era necessaria y que en qualquier manera que fuesse possible se devia essecutar, ya sea empero que en Europa están otros dos príncipes a los quales más parece que convenga esta empresa que a mí o por su autoridad o por su potencia o por la esperiencia de los negocios, de tal suerte que yo lo he dilatado hasta el día de oy, y en la verdad he lo hecho por no ser culpado d'arogante o de no bien mirado en lo que hazía. Mas viendo como al presente todos vemos que ninguno d'ello piensa ni muestra a- /Fol LXIIII/- cordarse d'este negocio a cuya causa conozco claramente que la sobervia de nuestro enemigo cada día más crece determino si a vosotros parecerá lo mesmo, no alargar más esta guerra que contra los enemigos de Jesuchristo y de toda la christiandad tengo de hazer. No porque yo piense que soy bastante para una empresa tan grande como ésta, mas harelo con la mucha esperança que en Jesuchristo tengo, cuya es principalmente la causa que defendemos. Este señor es el que yo creo verdaderamente que nos dará riquezas para prosiguir la guerra, industria para governarla y e fin complida victoria de nuestros enemigos, porque si sabemos de cierto que este señor nunca desmapara a los que en él esperan, porque desamparara a mí que no oconfío en mi poder, que es ninguno, sino en su braço poderoso y misericordia que es muy grande, en especial yendo como ymos a vengar sus injurias; la guerra que determinamos hazer es contra aquellos que ensuzieron y gravemente ofendieron el templo y casa sagrada de Jesuchristo nuestro gran Dios y señor, y hirieron por escarnio con saeta la ymagen gloriosa de la sacrantíssima madre suya, y después tomaron todas las reliquias de los mártyres gloriosos y parte d'ellas quemaron en fuego, parte echaron a los perros que se las comiessen. De tal condiciíon es la batalla en que entramos, que si somos vencedores, el Señor del mundo universo es nuestra paga, y si morimos en la batalla es nuestra paga la bienaventurança y gloria. Verdaderamente rebolviendo algunas vezes en mi pensamiento las mercedes grandes que de Dios he recebido acostumbro señalar tres cosas entre las otras por muy maravillosas y más d'estimar: primeramente que Dios me aya hecho no bestia, antes hombre y criatura racional; lo segundo, que me aya hecho christiano; lo tercero, que me aya hecho rey y señor de /Fol LXIIIIv/ tantos reynos y señoríos. Callo otras infinitas mercedes que de tu magestad he recebido, que por solas estas tras que ha señalado, conozco que soy tan hobligado a la divino bondad que jamás me devo descuydar un punto en hazerle gracias si ya no quiero ser más ingrato de todos los hombres des mundo, y por tanto no tengo ni devo esperar qué es lo que otros hazen sino con presta deliberación romper todas las tardanças y soltar las velas a la flota para esta tan alta y santa empresa. Dezidme vosotros por amor de Dios qué es lo que yo puedo temer en esta guerra tan honestíssima y tan piadosa porque no la aya de abraçar; por ventura temeré perder este miserable cuerpo, temeré perder los reynos y los otros bienes que tengo, o temerá perder la mesma vida. Verdaderamente, assí como he recebido de Dios todas estas cosas que he dicho, assí mesmo es razón que a Él las restiruyam de manera queallanamente puedo confessar y assí lo confiesso que ninguna cosa de quantas en esta guerra aventuro y pongo en arrisco es mía, por tanto justamente las puedo y devo ofrecer al Señor, cuyas son. Puedo luego dezi que entro en una guerra donde no puedo perder cosa alguna que mía sea, antes perdiéndome en ella soy vencedor y gano la bienaventurança. Harto he ya servido al mundo, harto he gastado de mi vida en vicios, lo que de mi edad queda determino darlo y consagrarlo a Dios. Muchas victorias he havido en tiempos passados peleando sobre los reynos d'este siglo; pues si aora entramos en campo sobre las cosas de Christo y por su amor, que esperamos que será por cierto la más hermosa y alegre victoria de quantas hasta aora avemos tenido. Ayan ya vergüença los christianos y los reyes príncipes d'ellos ver quántos reynos, pueblos, tierras y lugares los moros han conquistado y tomado por fuerça d'armas, quantos reyes puestos en catividad y aun (lo que es más de doler) /Fol LVr/ renegados y puestos en la heretica y perditíssima secta de mahoma, quantas vírgenes avergonçadas, quántos templos, ymágenes y cosas sagradas aprofanadas y otras injurias d'esta condición que sin cuento avemos recebido. Pues pensemos que aviéndonos çerrado aquélla puerta y entrada de Asia, si no les ymos a la mano y de presto refrenamos el furor d'estos malvados, podemos creer que nosotros y toda la christiandad somos perdidos. Por estas y otras muchas razones del mismo parecer, poner luego en obra esta guerra contra el turco, la qual plega a Nuestro Señor sea gloriosa y bienaventurada para toda la christiandad.

Comiença el Triunpho que al rey don Alonso fue dado en la mesma ciudad de Nápoles depués de todo el reyno conquistado, cómo y por la orden que fue es el que sigue.

Dada fin a la conquista y puesta paz con entero erposo en todo el reyno de Nápoles, el rey con los príncipes y grandes del reyno determinó venir a la mesma ciudad de Nápoes para en ella verse con todos como rey pacífico y celebrar cortes generales, rehaziendo y poniendo en orden todas las cosas del reyno. Para esto partió de Benavente y vino primeramente para Versa. De ay vino a la yglesia de Sant Antonio, que es fuera de la ciudad de Nápoles. Alli se detuvo el rey solamente mientra le ponían en orden las cosas del triunpho con que avía de entrar, porque en la verdad todos los ciudadanos y moradores de Nápoles determinaron recebirlo a manera de triunfador. Assí porque sus victorias maravillosas y hazañas /Fol LXVv/ tan gloriosas lo merecían como también por la clemencia señalada y humanidad estrema que a cerca de todos mostró. Por ende a veynte y seys días del mes de hebrero el rey con todos los príncipes y señores del rey no fue a la puerta de la ciudad que comunmente es dicha la puerta Carmelitaria, junto a la qual puerta ya por mandado de los regidores de la ciudad por allí descubierta en honra del señor qu'entrava. Tenían allí junto un alto y hermoso carro triunfal aparejado, todo por cima dorado, en la cumbre del qual estava una silla real cubierta y adornada de mucho oro y carmesí. Estavan unzidos quatro muy hermosos cavallos blancos, éstos a punto para levar el carro que con quatro ruedas tmbién avía de andar. Los cavallos eran en estremo hermosos, feroces en su vista y adornados de frenos de oro y todas las riendas y cuerdas con que se avían de regir, de seda. Yva en el mismo carro en contra de la silla en que el rey se assentava, otra silla que es la devisa del rey, al parecer peligrosa que parecía echar de sí llamas de huego. Y ésta tenía en derredor las armas y reales insignias. Esto entre las otras cosas fue una muy de ver. Yvan en derredor del carro gran número de nobles generosos y personas de mucho valer, los qualles tenían las varas con que se sustentava el palio que cubría la persona del rey. El palio era tal que por exemplo nunca otro semejante se vió en riqueza y hermosura, cuyas franias y penjantes que en derredor lo guarnecían eran las armas y insignias del mesmo ry de la ciudad y reyno, muy rica y hermosamente ordenadas. Debaxo este palio (o si quereys dezir sombrero) avía de yr puesto el triumphdor.

Antes empero que subiesse en el carro, determinó dezir y hazer algunas grandezas que él tenía acostumbradas, y assí mandó llamar a Girardo Gaspar de Aquino, y díxole: "Mancebo, teniendo respecto a los muchos y grandes servicios que /Fol. LXVIr/ de tu padre he recebido, yo te crío de nuevo y hago marqués de Pescara, assí mesmo te amonesto que procures imitar las virtudes de tu padre y seguir la constancia, fe y firmeza que en toda honestidad tuvo aquel en cuya memoria oy tan señalada honra te damos, la qual, pues por merecimientos de tu padre la recibes, será justo que con virtudes la sepas y procuras conservar. A ti, Nicolao Cantena, por los muchos servicios que con toda fidelidad nos has hecho, te hazemos duque de Soria. A ti, Alonso de Cardona, por las hazañas señaladas que en los peligros de la guerra has mostrado, te señalamos y declaramos conde de Rijoles". Con esta manera de palabras, graciosa y amorosa voluntad, crio otros muchos condes y varones señalados, como fueron el señor Francisco Pandono, conde de Venafro; Juan de Sant Severino, conde de Turcio; Francisco de Sant Severino, conde de Marata; el señor Almeric, conde de Capudache. Tras estos, hizo y armó cavalleros y nobles un número grandíssimo de personas que señaladamente en el discurso de la guerra avían muy bien servido, los quales por menudo dexo de contar por no ocuparme y poder venir a cosas mayores y de mejor gusto.

Quando el rey huvo acabado esta tan solemne cerimonia de criar grandes y hazer mercedes, en el nombre de aquel Señor todopoderoso, al qual siempre atribuyó toda gloria y victoria, y verdadero loor, subió en el carro, levava una ropa d'estado de carmesí aforada en martas zebellinas, la cabeça descubierta. Aunque muchos grandes y sabios se lo porfiaron, nunca consintió que se pusiessen en la cabeça corona de laurel, assí como los triunfadores solían levarla. Creo yo que su intención fue pensar como católico y devoto que la corona y señal de victoria era honra devida a sólo Dios que la dava, y no a hombre ninguno mortal. Quando ya el rey fue assentado y puesto en la silla imperial que le estava aparejada. /Fol. LXVIv/ donde como en lugar alto y eminente era visto de todos. Fue tanto el alboroto de alegría que en las gentes se movió que apenas se podían sentir ni trompetas, ni ministriles altos ni cosa alguna de quanta música se tañía, aunque era mucha. Los que estavan allí a mirar puestos en diversas partes eran muy grandíssimo número de gente. Y era cosa maravillosa ver la diversidad de los semblantes que en los reostro mostravan, unos de alegría lloravan muy determinadamente; otros reyan, otros estavan como bovos enjoyados de ver tantas grandezas nunca vistas. Y assí el carro anduvo un poco y luego paró, esperando que la procissión de la gente de pie que aví de preceder se ordenassen. En la delantera yvan los florentines, los quales como muy afectados al rey avíen ordenado ciertos juegos muy solemnes y de gran costa y sumptuosidad, ordenados d'esta manera. Luego tras las trompetas ministriles yvan diez mancebos florentines todos en calças de grana muy ornadas de chapería de oro y perlas y piedras ricas. Estos yvan en muy hermosos cavallos, los cavallos assí mesmo enjaezados de muchas campanillas y cascaveles de plata, muchas redes por las cabeças y por diversas partes que los adornavan todo de plata riquíssimamente obradas. Cada uno levava su fantasía de invención conforme a su propósito de mancebo y a la dama que servía. Tan levantados sobre los estribos y tan galanes que el que por parte nunguna tocava la silla era tenido por feo y mal cavallero. Cada qual levava una lança pequeña en la mano, la qual con el braço alto teniéndola por medio la temblava a la manera de hombre de auerra. Estas lanças eran muy pintadas, llenas de flores y muy galanas, y hazían con ellas dos mil gentilezas sobre la silla, cada qual lo mejor que sabía y podía. Levan assí mesmo cada uno en la cabeça una guirnalda de floras entretexida de ciertas laonas /Fol. LXVIIr/ de oro que la hazíen muy rica y hermosa, la qual se quitava de la cabeça al tiempo que passavan delante del rey haziendo con la inclinación de todo el cuerpo el acatamiento que devían. Estos diez mancebos levavan tras sí un carro grande y alto en la cumbre del qual yva assentada la fortuna, la qual levava la fruente adornada con muchos y muy largos cabellos y levava el coldrillo calvo y desvubierto. Yva assentada encima de una gran bola dorada y redonda, un niño a manera de ángel yva a par d'ella y mostrando refirmar los pies en ondas de agua, se esforçava quanto podía teniendo los braços para levantar la bola sobredicha. Yvan tras la fortuna no muy atrás las seys virtudes en seys cavallos hermosos y rícamente ataviados. Ellas yvan vestidas de unas ropas muy honestas que presentavan mucha gravedad. Levavan para ser conocidos cada qual una devisa en la mano. La esperanza que yva primera, levava una corona. Luego la fe, levava un cáliz. La caridad levava un niño en braços. La fortaleza tras éstas, yva sustantando en sus manos una columna de mármol. Yva luego la templança con dos vasos en sus manos templando el agua con el vino. La prudencia postrera de todas levava en la mano yzquierda un espejo y en la otra una serpiente o culebra que mostrava al pueblo. Quedava depués d'estas seys virtudes la justicia como reyna y señora de todas: no contenta de yr en un cavallo, yva por si muy eminente y alta cubierta de un muy adornado palio a manera de púlpito, muy notable y vistosa en sus ropas y atavíos. Levava en la mano derecha yn espadad sacada, y en la izquierda un peso templando las balanças. Ésta se mostrava más alta de los hombres arriba que las otras y su silla más eminente quasi prometiendo a los que la siquiessen y guardassen que las daría imperios, mandos y señoríos. La silla en que la justicia yva assentada era muy rica, cubierta de oro y carmesí mostrávanse tres ángeles descender /Fol. LXVIIv/ del cielo que estava encima d'ella. Cada qual d'estos traya una corona en la mano y la prometía a qualquiera que supiesse merecer aquella silla de la justicia. Seguían a esta señora tan hermosa un gran número de príncipes, cavalleros y señores de diversas naciones diferentes en trages, rostros y vestiduras y estos assí como se mostravan yr en seguimiento d'esta señora, también representavan yr delante un emperador que luego tras ellos yva muy superbo y poderoso en un carro maravillosamente ataviado, en el qual avía un silla alta riquíssima muy adornada; para subir a ella avía muchas gradas y estrados assaz ricos. En esta silla yva assentado el emperador sobredicho: en su cabeza levava una corona de laurel, todo el cuerpo armado y cubierto de una cierta ropa de magestad encima de las armas, en su mano derecha tenía un detro imperial y en la yzquierda una bola redonda dorada, que sustantava y va debaxo de sus pies un mundo en forma redonda que contínuamente se movía en derredor. Este emperador assí puesto, paró delante del rey don Alonso y en versos italianos muy bien ordenados dixo las palabras siguientes: "¡O, el más ecelente de los reyes, rey don Alonso: yo te amonesto y requiero que para siempre guardes, honres y tengas contigo estas siete virtudes que en tu presencia has visto passar, bien assí como todo el timpo de tu vida las has honrado y guardado. Y si esto hazes como yo, muy bien sé que lo harás las que aora te dan este triunfo que presente vees. Algún día te harán merecedor y te darán otra muy moyor silla, que es aquella que aora poco ha viste passar tan poderosa y gloriosamente, en la qual yva assentada la justicia como creo que bien notaste. Y ella te mostró que sin ella es impossible alguno alcançar en este siglo jamás gloria firme ni verdadera. Otro sí deves mirar que en la fortuna que primero d'ella viste passar con el cabello de la fruente ruvio y engañoso, no te confíes, porque verdaderamente ella es falsa y /Fol. LXVIIIr/ sin constancia alguna. Ves assí mesmo el mundo cómo va rodando y bolviéndose. Todo quanto en sí tiene es d'esta condición, por ende tu oficio sea como hast'aquí lo has hecho honrar siempre y guardr la justicia como católico y christianíssimo. Yo siempre jamás rogaré a Dios todopoderoso aya por bien guardarte y vonservarte en prosperidad. Ya Florencia en libertad. Acabadas estas palabras el emperador passó adelante y mezclose con la otra compaña. Seguíanlo lurgo por orden en dos procissiones partidos quasi sessenta florentines, todos vestidos de ropas de grana y carmesí.

Venían luego tras estos los españoles, aquellos especialmente que acostumbramos llamar catalanes. Trayan también unos muy alegres y solemnes juegos en que trayan cierta manera de cavallos contrahechos que en todo parecían ser bivos y verdaderas por cima cubiertos de cierta manera de cobertura que muy a propósito acompañavan la invención. Venían encima de cada cavallo un mancebo con ropas largas d'estado hasta en tierra. Y era el artificio tal, que moviéndose por sus propios pies, los mancebos que en ellos venían parecía que los mismos cavallos arremetían y se tornavan a coger y hazían todo el exercicio que suele hazer un cavallero con un gentil cavallo. Traya cada uno d'estos cavalleros en la mano izquierda un escudo con las armas del rey don Alonso y en la derecha un espada sacada. Venía al encuentro d'estos un gran esquadrón de turcos a pie armados y ataviados al modod de Perfia y de Suria con cierta forma de alfanges y armadiras de cabeças que la muestra d'ellos sin más parecía muy temerosa. Esta gente toda assí los cavallos como los de pie, movían a manera de gente que dançan al fonde cierta música que les tañían. De ay poco en la bayla y el son por la mesma orden se yva más encendiendo, hasta que venían a parar en travar batalla los unos con los otros. Esta pelea durava un rato como entre moros y cristianos, /Fol.LXVIIIv/ hasta que ya los trucos poco a poco yvan mostándose vencidos, y venían a huyr, quedando vencedores los españoles y señores del campo con muchos de los otros presos y cativados. A estos seguía luego una torre de madera muy alta, hermosa y muy adornada. Esta torre tenía una puerta, delante de la qual estava un ángel que defendía la entrada con una espada en la mano. Encima de la torre venían quatro virtudes, es a saber: magnanimidad, constancia, clemencia y leberalidad. Estas virtudes levavan delante sí aquella silla peligrosa que arriba nombramos, que era la devisa del rey don Alonso y cada una de las virtudes la yva cantando su canción muy al propósito concertada. Venidos delante del rey el ángel primero de todos, començó a dezir d'esta manera: "Rey don Alonso, rey de paz: yo te ofrezco este castillo juntamente con estas quatro virtudes, las quales en pago de quanto tú las has honrado y guardado, aora también en el día de tu triunfo te quieren acompañar de muy buena voluntad". Venía luego la magnanimidad y encomendávale al rey la excelencia del noble ánimo y generoso, diziéndole esto, mostrávanle los turcos vencidos por los españoles quasi ofreciéndole esperiencia que si quisiesse tomar querra contra aquéllos bárbaros, que no dudasse, que allí eran prestos para le servir los españoles vezados a siempre ganar victoria y que no le faltarían. Venía luego la constancia, que es la conserva de todas las virtudas, y amonestava ella mesma al rey , diziéndole que si alguna adversidad se le ofreciesse sobre la defensa de la justicia, la sufriesse con ánimo constante y de varón. Y no bastasse ningún trabajo para quitarlo de los altos propósitos nobles y generosas empresas que levava, pues sabia bien que qualquier fortuna con sufrir es vencida. Allegose la clemencia mostrando alegría muy señalada más que ls otras en viendo al rey, en el qual assí como en espejo muy firmemente se mirava; con esta atención començole de dezir: "Estas mis hermanas, o rey, te hazen muy señalado entre los hombres. Yo empero no sólo entre /Fol.LXIXr/ los hombres, más aun a los ángeles y santos del cielo, te hago semejable, y te comunico semejança grande con Dios, porque mis hermanas te enseñan cómo alcances victoria de tus enemigos, yo empero te muestro cómo después de verte señor d'ellos sepas perdonallos y ganallos como verdaderos amigos. Dicho esto brevemente, luego calló. Vino postrera tu liberalidad mistrándole al rey cómo avía de repartir sus tesoros y moneda con los pobres, porque pues lo que es propio del rey es la gloria, justo es que lo demás lo reparta y lo comunique con los súbditos que le sirven". Puestas en orden todas las cosas dichas según que aveys oydo para que precediessen el carro triunfal del rey, venían luego cinco hombres honrados cubiertos con ropas d'estado de carmesí, estos son los principales y como regidores de la ciudad de Nápoles, cada uno de su segio o teatro, de manera que son los assientoa principales cinco, y assí los que son elegidos para regir la ciudad que allí se han de assentar son cinco. Éstos yvan como señores en el mandar y dar orden que el carro triunfal fuesse guiado, juntamente con todas las otras cosas de la procissión. Levavan cada uno en la mano una var y co la mucha autoridad y respecto que les tienen en aquella ciudad, fácilmente obedecían todos y se ordenavan como ellos lo mandavan. Yva sobre todo muy de ver el mesmo rey don Alonso con tanta magestad y alegría para todos los que lo miravan que él sólo era tan de ver como el resto. Yvan en derredor del carro gran número de príncipes y señores del reyno de Nápoles. Era estraña cosa ver la grita y alborotos de alegría que todas las gentes davan. Yvan delante de todos los príncipes den Fernando, hijo del mesmo rey que triumfava, mancebo de muy nobles inclinaciones. Yvan junto a él el señor Juan Antonio, príncipe de Taranto; estos yvan en medio. A los lados yvan a la mano derecha el señor Raymundo, príncipe de da -/Fol. LXIXv/- lerno y a la mano yzquierda Abrahan, embaxador del rey de Túnez. Yva luego aquel varón tan señalado y cavallero tan valeroso el señor Juan Antonio duque de Sessa; el señor den Honorato, conde de Fundi; el señor Francisco Prefecto de Roma y conde de Gaviña; el señor Pedro, embaxador del noble duque de Milán. Luego en la orden tercera, yva el señor Antonio, duque de sant Marco; Troyano, duque de Melfi; Antonio Xantilla, marqués de Croton; el señor conde Jacobo, hijo del muy esforçado capitán Nicolao Pechinino. Seguían a los príncipes y señores sobredichos otros muchos depués d'estos: personas y varones muy señalados, cada qual por su orden y como devían. En que yvan por todos treynta y ocho condes, varones y otros cavalleros principales serían bien de cerca de ciento; de otros hidalgos ricos y valerosos yvan tanto que parecían ser sin cuento. Perlados muy notables y muchos hombres de letras, muchos y muy señalados. Quien viera la gente que seguía el carro le pareciara que en toda la ciudad no avía hombre ni otra persona alguna que en toda la ciudad no avía hombre ni otra persona alguna sino que todo el mundo avía allí concurrido. Y si de allí hos partíades y començávades a ver las plaças, las calles las ventanas, los tejados, portales cadahalsos hechos para mirar. En fin la gente assí de la ciudad como muy mucha que de fuera avía concurrido era tanta en estos lugares que he dicho que quien los viera, verdaderamente dixera que no quedava hombre del mundo con el rey que lo acompañasse. Yva pues el rey en su carro triunfal prosiguiendo su camino según aveys oydo y passava por medio del arco triunfal que le estava hecho donde vio mucha parte de las hazañas gloriosas que él avía complido. Y parado que se huvo un poco a ver cómo estavan estas cosas representadas en el arco, de ay tomó el camino de vancos. Estavan todas las calles por do avía de passar las paredes cubiertas de riquíssima tapicería, los suelos de infinitas verduras y floras oloriosas. Avía cosa que jamás otra semejable se vio: que con sedas y brocados que de ventanas a ventanas se asían, estava hecho un cielo maravilloso que ensombrava toda la calle. Debaxo del qual yva el rey en su carro, fue allí de nuevo recebido de número grandíssimo de mercaderes, cambiadores plateros y otra gente rica y muy ataviada, hasta ser allegado a la puerta nueva donde estava otro muy vistoso cadahalso. Aquí esperavan al rey un coro grandíssimo de donzellas muy ataviadas muy ricamente vestidas con las más alegres danças que jamás se vieron para recebirlo. Las paredes y calles con todo el ornamiento y hermosura que aveys oydo en las passadas. Donde señaladamente avía gran número de matronas y otras mugeres casadas principales muy arreadas ricas y bien ataviadas. Todos los atavíos y riqueza de las gentes, ell'alegría de la fiesta, y la gloria de todo ello atribuyrá al rey porque depués de Dios él los avía guardado y conservado. Y de aquí es que quando todo este gran coro de matronas casadas y de donzellas que aquí eran vieron presente al rey, las rodillas en tierra començaron con lágrimas de alegría a darle infinitos loores. Como a verdadero padre y conservador de todas ellas, no sólo de las ropas, joyas y haziendas, mas lo que principal era de su honestidad, virginidad y personas, lo qual si la gran providencia del rey clementíssimo no fuera, todo venía en manos crueles de soldados; de ay fue levado a otra plaça dicha el Puerto, donde avía otro ayuntamiento semejable al passado, en el qual fue recebido con las mismas fiestas y alegrías dest'otro. De ay fue levado a otra plaça no menos solemne que las passadas que se llama Nido, donde avía bien en qué poner los ojos, assí en atavío y tapicería de paredes como en muchedumbre de damas muchas y muy lindas donzellas, corros, danças, bayles, alegría por todas partes. Todos por el mesmo tenor, hizieron gracias infinitas al rey como a tan clementíssimo y gran señor se devían. De ay fue /Fol. LXXv/ a la plaça muy antigua dicha montaña, donde fue recebido con otro ayntamiento de fiestas y alegrías tan solemnes como si todos estuvieran allí ayuntados. De ay vino a la yglesia mayor y apeose del carro en aquellas gradas de la puerta solemníssimamente ataviadas. Entró con toda la pompa de príncipes y señores que lo acompañava dentro del templo, a hazer gracias infinitas al señor del mundo. Y reconocerle por merecedor de toda gloria y triumfo, y atribuirle como era razón todo quanto en aquellas fiestas y alegrías se celebrava. De aquí en la puerta de la yglesia al salir armó cavallero a Micer Joanot, un napolitano que lo avía muy bien servido. Subió pues en el carro y fue levado a la plaça de capuana donde estava mayor número de gentes de todas condiciones. Fue allí recebido con muy grandíssima fiesta por parte de infinitas matronas y donzellas y toda manera de ciudadanos, nobles y toda condición de gentes que con estramado desseo lo esperavan. Passando por este lugar ya que la noche venía el rey se apeó en el castillo de Capuana, donde aquella noche le tenían concertadas las fiestas y el reposo conforme a lo passado.

Deo gracias.

Fue compuesto y publicado el presente libro en lengua latina por Micer Antonio Panormitano en Nápoles. En el año del Señor. M.CCCC. LV. El rey don Alonso en esta sazón tenía sesenta años.

 

A loor de la S. Trinidad, de la reyna de los ángeles, de los gloriosos B.P.H. Fue impresso en Valencia. En casa de Juan Joffre impresor. A.XXXI de Mayo de nuestra reparación. M.D.XXVII. Con privilegio de los señores Jurados de Valencia que dentro en tres años de la hacha d'esta impressión ninguno sea osado imprimirlo ni impresso de otra parte traerlo aquí a Valencia. So las penas en el dicho privilegio contenidas.