Ed. de Nubia Forero
Ejemplar utilizado: B.di Palazzo R. di Torino, Rac. Sal. E.313/65
Revista Lemir nº 4 (2000)
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Véndense en casa de Gabriel Ribas, y de Francés Miguel, en la Calle de Cavalleros.
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La más generosa y más illustre batalla que jamás se ha dado de príncipes christianos contra el Imperio Othomano, es sin duda la que al presente han dado los sereníssimos Maximiliano y Príncipe de la Transilvania contra Sultán Mehemet. Porque ningún rey o otro potentado christiano jamás tuvo osadía de affrontarse en jornada campal con exército turquesco, donde se hallasse la persona del gran Turco, que no quedasse roto y desbaratado. Más estos generosíssimos guerreros han combatido felicemente y vencido a Mehement, rey de los Turcos, el cual traya consigo todas las fuerzas de Asia y Europa, que eran mayores que jamás han sido. Y por esto es digna esta batalla de ser celebrada, bien que del todo no fuesse la victoria cumplida de todos los verdaderos christianos y por todos los siglos. La qual para ser bien entendida, avemos de començar de aquí.
Passó Mehemet con todo su exército (que era casi de dozientos mil, entre infantes y cavallos) el Danubio a Belgrado y a Petrovaradino, el río Tibisco, al principio del mes de setiembre; y al 13. del mesmo mes llegó a Zolnoch, de donde se encaminó derecho a poner sitio sobre Agria. Haviendo entendido este camino el sereníssimo Maximiliano, después de aver embiado buen número de soldados la buelta de la dicha ciudad de Agria, desmantelando a Hatuán por no tener tiempo de ponerle en defensa, se retiró a Vacelia, donde con gran diligencia attendió a congregar toda su gente. Y en este interim le llegó un gentil hombre embiado del sereníssimo príncipe /A2 v/ de Transilvania, diziéndole que su señor avía ya movido su exército para venir a juntarse con él, y que estava resuelto de dar la batalla el enemigo, o en compañía de su Alteza, o quando su Alteza no quisiesse ponerse en tal riesgo, se determinava de dalla solo. Más el sereníssimo Maximiliano respondió que él también estava resuelto de venir a batalla; y con éste desi[g]nio encaminaría su exército hazia Filech, y que dava gracias a su Alteza de la buena disposición que tenía para el servicio de la christiandad, y en particular de la Magestad Cesárea.
Quando el Turco llegó a Petrovaradino estava el príncipe acaso agravado de calentura, pero quiso la divina misericordia dalle salud para que pudiesse hazer una tan señalada jornada. Porque apenas le avía dexado la fiebre quatro días, quando se levantó y subió a cavallo a los veynte y uno de setiembre, y abrasado de zelo y dándole Dios por esto fuerça y vigor, fue derecho a Varadino, donde su exército lo estava esperando, en el qual avía veynte mil soldados escogidos entre infantes y cavallos contados, tres mil reytres del emperador, haviendo dexado su Alteza casi otra tanta gente con el Señor Bosca y su tío, en guarda del Reyno de Transilvania. Y de aquí se encaminó, passando el rio Berecio, toca y fortaleza harto buena de su Magestad Cesárea puesta sobre el río Tibisio, y de allí passó el dicho río a treze de octubre, y llegó el día siguiente a Onnod, tierra vezina de Agria a tres leguas, a donde halló al señor de Tiesempoco con las fuerças de Ungría, la superior, que eran diez mil hombres escogidos.
El sereníssimo Maximiliano, haviendo recogido toda su gente, assí de Alemaña como de Austria y de la Ungría inferior y de otros estados, hasta número de treynta mil combatientes, acompañado de mucha nobleza, entre los quales era /A3 r/ uno de los Duques de Saxania y el Marqués de Borgao, se partió de Vaccia a los quatro de octubre, y passando de Setzin allegó a los diez a Filech, y de allí siguiendo su viaje a pequeñas jornadas por los grandes elados, que detenían la artillería gruesa. Llegó finalmente a los diez y ocho cerca de Onnod, donde estava el Príncipe de Transilvania y el señor de Tiesempoco. Aquí se resolvió de yr luego a encontrar al enemigo, el cual aviendo a los catorze tomado a Agria por pasto, o por mejor dezir, por vileza y poca fe de soldados que están dentro, estava aloxado en un llano una legua cerca de la dicha ciudad, y estava cerrado entorno de una laguna que le servía de trinchera. La qual laguna tenía algunas entradas no más anchas que quanto pudiessen entrar diez hombres a la par. Estas entradas quisieron guardar los nuestros por impedir al enemigo las vituallas. Y aquí uvo diversas escaramuças a los 24. Y 25. Y en fin, aviéndose consultado entre los nuestros si se devría dar la batalla, el Príncipe Transilvano con sus capitanes úngaros fueron de parescer que se diesse, y assí fue resuelto.
Y para esto, los nuestros quitaron las guardas de aquellas entradas de la laguna, y se hizieron todos un cuerpo. Viendo esto los turcos, a los veynte y seys después de medio día salieron fuera de sus trincheas en número de sesenta mil, que eran su vanguardia, y se pudieron en orden para combatir, quedando los demás dentro de sus trincheas, assí mismo en batalla. Entonces el Príncipe Transilvano que guiava nuestra vanguardia, arremetió animosamente con los suyos, passando él delante de todos como un león, y dio en la vanguardia de los turcos y los rompió en un momento, haziendo pedaços grandíssima quantidad dellos, y forçando a los demás que se echassen en la laguna, donde se ahogaron.
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Aviendo succedido tan felicemente este principio, el príncipe y después d'él Maximiliano, que governava la batalla, penetraron en las trincheas del enemigo, y desordenando a los turcos, hizieron dellos muy sangriento estrago, de tal manera que fueron rompidas y puestas en manifiesta huyda; y el mismo Turco en persona salió huyendo, acompañado solo de su guarda de genízaros, que eran cinco mil, hazia Buda, por donde el coronel Telschi, el Conde de la Torre y otros que avían sido presos en Agria, y estavan en una tienda cerca del pavellón del gran Turco, se salvaron.
Entonces los nuestros, creyendo que no avía ya ninguno que hiziesse rostro, pues que la artillería y los vagages estavan ya en sus manos, gritaron: "victoria, victoria". Por lo qual, los soldados se dieron a saquear las tiendas y el carretage de los enemigos hasta el mesmo pavellón del gran Turco, donde estava el thesoro. Y engolfados en la riquíssima presa, desampararon las banderas, y algunos dexaron las armas y otros tenían entre sí contiendas. Pero el Cigala Baxán con un escuadrón de casi treynta mil cavallos (que era la retaguardia) estava todavía firme; y visto esto, acometió a los nuestros de lado, y hallándolos cargados de la presa y desordenados, los rompió y los echó de las trincheas, no siendo possible a los capitanes hazellos dexar la presa y ponerse en orden, de manera que algunos se ahogaron en el mismo estaño, en el qual poco antes se avían anegado los turcos.
Salváronse con todo esso casi todos los cavallos cargados de rica presa, aunque derramados, y con ellos todos los capitanes. El Palphi, con una esquadra de seys mil cavallos úngaros y un buen número de infantes, que eran la retaguardia, se metió en nuestras trincheas y mantuvo el puesto, de manera que el Cigala, viniendo a vista de dichas trincheas, no osó aco- /A4 r/ -metellas y se retiró. Estuvo toda la noche el Palphi en las trincheas, y attendió a hazer cargar los vagages en los carros y embiarlos hazia Casovia, y esto pudo hazer sin impedimento alguno. Y a la mañana, aviendo puesto fuego a los aloxamientos, se encaminó poco a poco hazia la dicha ciudad de Casovia sin ser seguido de los enemigos.
Esta fue la memorable batalla de Agria, en la qual, aunque los nuestros dexaron la campaña, pero han mostrado al Turco quánto sea fácil el vencerlo. De los nuestros murieron dos príncipes mancebos de Holstani, el Coronel Poxel, los Lugartenientes de Suevia y de Baviera; y el señor Straholdo fue preso. Y no murieron mas que cinco mil infantes y quinientos cavallos, y de los turcos casi setenta mil o más.
Después de la batalla Maximiliano esperava en Casovia, adonde se retiró para juntar otra vez su exército, y el Príncipe Transilvano hazía lo mismo en Tocay, con ánimo de combatir de nuevo al enemigo, del qual se escrive que no pudiendo estar más en campaña por aver perdido el vagage, tiendas y el thesoro, caminava hazia Zolnoch para tornarse a Constantinopla.