(C) Abreviaturas

Estas grafías pasaron directamente desde los usos del amanuense a las cajas de composición, para ir abandonándose luego paulatinamente, a medida que se perdía el reverente respeto al módulo formal del manuscrito y se asumían por entero las posibilidades de reproducción múltiple, veloz y barata que la imprenta traía consigo (cf. por ejemplo Febvre y Martin 1962). Son muy frecuentes sin embargo durante los siglos XV-XVI y perviven todavía en tiempos posteriores, singularmente en textos latinos y en impresos devocionales (tabla 3).

Los impresores, como habían hecho los copistas medievales, no siempre utilizaron los signos de abreviación de modo unívoco; a menudo se sirvieron de un solo carácter como significante visual de segmentos textuales diversos, y a la inversa. Tampoco la representación gráfica de las abreviaturas fue absolutamente idéntica en todos los juegos tipográficos, de suerte que se ha debido realizar un especial esfuerzo de síntesis gráfica para obtener un resultado que permita su inequívoca identificación (sobre los sistemas de abreviación puede consultarse, por ejemplo, Muñoz y Rivero 1917: 67-100; también Morterero y Simón 1979: 33-41, amén del libro clásico de Cappelli 1929).

Consideración aparte merecen las tildes de omisión recta y ondulada, signos generales de abreviación de los que echaron mano profusamente los artesanos de la imprenta manual. Hasta ahora, la representación de caracteres con una de estas tildes sobrepuesta resultaba muy problemática. DICE permite generar con facilidad cualquier combinación de tal naturaleza. Y lo mismo puede decirse acerca de otras superposiciones.



Tabla 3. Abreviaturas.


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