LOS ENGRANAJES
de Raúl Hernández Garrido
dramatis personae: MIGUEL, 52
años SERGIO, 26
años MADRE MONJA TERESA AMANTE PROSTITUTA MÉDICO CARNICERO NIÑO ENCUESTADOR FUNCIONARIA PERIODISTA MONJAS OBREROS POLICÍAS GUARDIANES
MENDIGA
Una boda civil. Todos los actores que intervienen en la obra están presentes sobre el escenario, en la sala de espera de los Juzgados. Entre ellos, los que incorporan a MIGUEL y NINA. NINA está vestida con un traje largo, no un traje de novia, ni siquiera un traje blanco. MIGUEL, sudoroso, agobiado por el calor inaguantable, devora un gran helado de cucurucho. Por MEGAFONÍA, una lista inacabable de parejas de apellidos y números de salas.MEGAFONÍA.- Saavedra y Pérez, sala 106. González y Álvarez, sala 104. García y González, sala 108...NINA.-¿Tienes los anillos?
MIGUEL se rebusca por la ropa, en todos los bolsillos. El helado le chorrea por la camisa. Periódicamente, salen parejas de recién casados de rostro anónimo, sobre los que cae, de forma maquinal, lluvias discretas de arroz.
NINA.-Los ibas a traer tú.MIGUEL.-Los había guardado...
NINA.-Me los debías haber dado a mí.
MIGUEL.-Los tengo... Deben estar aquí.
NINA.-Cuidado.
El helado de Miguel ensucia el traje de Nina. NINA grita.
MIGUEL.-Lo siento.NINA.-Lo siento, lo siento. Eso ya lo sé, que siempre lo sientes.
¡Mira cómo me has dejado!
MIGUEL.-Cuánto lo sient... Perdona. Lo siento mucho. Espera. Deja que te limpie.
NINA.-No me toques. Si sigues así vas a hacer que se corra la mancha. Tira esa mierda de helado de una vez.
MEGAFONÍA.-Vázquez y Guindero, sala 102. Gutiérrez y Velilla, sala 109...
MIGUEL.-Nos llaman.
NINA.-Yo no pienso entrar así. ¿En mi boda? Nunca.
MIGUEL.-Tenemos que ir. Por favor. No podemos arriesgarnos a perder el turno, eso nos supondría otros siete meses de espera.
MEGAFONÍA.-Bárcena y López, sala 102. Último aviso, Miguel Gutiérrez y Nina Velilla, sala 109.
MIGUEL.-Por favor, vamos. ¿No lo has oído? Último aviso. Lo acaban de decir. Nina, por favor.
NINA.-No te pongas nervioso. Por que esperen un poco no pasa nada.
NINA se limpia el vestido.
MIGUEL.-Nina, me he preguntado muchas veces si tú... Vamos, si has pensado bien lo que vas a hacer.NINA.-¿Y tú, estás seguro?
MIGUEL.-Lo he estado esperando tanto.
NINA.-Esta mancha no tiene solución.
MIGUEL.-Lo siento.
NINA.-Vamos.
El escenario se abre dejando ver un despacho con una bandera española sobre la mesa y presidido por el retrato del Jefe del Estado. La FUNCIONARIA que lo ocupa espera con impaciencia a Nina y Miguel. Dos guardas empujan a la pareja hacia la mesa.
FUNCIONARIA.-Por favor, dense prisa. No podemos perder tiempo.MIGUEL y NINA se acercan apresuradamente a la mesa.
FUNCIONARIA.-Miguel Gutiérrez, se le acusa de homicidio en primer grado y delitos gravísimos contra la integridad personal. Nina Velilla, se le acusa de complicidad en el asesinato de Sergio Espinosa e incitación a la antropofagia. Miguel, ¿tomas a Nina Velilla como mujer?NINA.-Sí, le tomo.
La MADRE de NINA habla con una MONJA.
MONJA.-Le daremos educación y alojamiento, le daremos de comer pero, antes, alimentaremos su espíritu.MADRE.-Es tan pequeña.
MONJA.-Tenemos internas de mucha menos edad. Hay pabellones enteros de niñas casi recién nacidas. Nunca extrañan a su madre, en nada. Las novicias se encargan de darles el pecho. La nuestra es una institución que con sus más de trescientos años de antigüedad jamás ha recibido quejas de sus cometidos.
MADRE.-Sé que aquí estará bien atendida.
MONJA.-Somos estrictas con nuestras normas. Absoluto retiro entre semana. Sólo se permiten visitas familiares los domingos por la tarde. Una vez al mes, el primer fin de semana, podrá llevársela a casa.
MADRE.-Quiero para ella lo mejor. Soy pobre. Sé que esto es lo mejor que puedo darle.
MONJA.-Nuestra institución corre con todos los gastos si la madre no puede permitírselo.
MADRE.-Para una mujer sola la vida se hace muy difícil.
MONJA.-Ésta es una vida de paso. Quien no castiga la carne morirá en la eternidad.
MADRE.-¿No es penitencia suficiente perder una hija?
MONJA.-Una hija del pecado. Nosotros la reconquistaremos para la gloria.
MADRE.-No la veré nunca más.
MONJA.-Podrá visitarla, en los días permitidos, más una semana en Navidad y un mes en verano.
MADRE.-¿Qué días me dijo que podría visitarla?
MONJA.-Los domingos por la tarde, y una vez al mes podrá llevársela con usted durante todo un fin de semana.
MADRE.-Si no vengo, si no pudiera venir, ¿ustedes comprenderían?
Un par de monjas cogen cada una de un brazo a NINA y la sientan en un taburete. La desprenden del vestido, y le ponen un camisón de tela basta.
CORO FEMENINO.-Madre Dolorosa, ruega por nosotros...En lo que sigue, continúan con la salmodia del rosario.
Una monja comienza a cortarle el pelo a NINA. Los mechones, gruesos e informes, caen al suelo al ritmo del recitado. Un foco de luz dura ilumina a NINA. Ella se siente herida por esa luz que quema. El ENCUESTADOR se sienta frente a ella.
ENCUESTADOR.-Fue entonces cuando decidieron trocear el cadáver.NINA.-No, entonces no fue. Ya era tarde. Le dejamos sobre la alfombra. Estábamos demasiado cansados.
ENCUESTADOR.-Le dejaron en la alfombra toda la noche.
NINA.-Nos fuimos a la cama. Ya le dije que Miguel estaba muy cansado. La sangre se coaguló enseguida. Dejó de sangrar. Bajo la cabeza había una mancha oscura. Yo le miraba y lo único que me preocupaba entonces era cómo iba a limpiar aquella mancha. Aunque lo más seguro es que tendríamos que deshacernos de la alfombra. Con esa mancha no podíamos pensar en conservarla. Con todas las técnicas que tienen ustedes seguro que en seguida detectarían la sangre. Y eso sería una prueba más.
Pero cómo íbamos a deshacernos de esa alfombra. Fue regalo de bodas de mi madre. En invierno, me gustaba sentarme sobre ella y recorrer con el dedo sus dibujos. Pero nunca logré seguir sus líneas sin perderme. Se entrecruzaban una y otra vez, y al final siempre acababan confundiéndome. Seguía una y sin darme cuenta ya la había abandonado por otra, y luego otra, y otra. Entonces empezaba de nuevo, aunque a veces tenía que irme a dormir, porque el sueño me hacía cerrar los ojos. No sabe lo hipnóticas que pueden llegar a ser estas alfombras.
ENCUESTADOR.-Descríbame la mancha.
NINA.-No era muy grande, estaba muy oscura. Más pequeña que su cabeza, poco más. La apoyaba sobre la mancha como si fuera una almohada. Con satélites alrededor.
ENCUESTADOR.-¿Satélites?
NINA.-Cuatro manchas pequeñas, del tamaño de una moneda. Disminuyendo según se alejaban de la grande. Girando alrededor de su cabeza. Y sus ojos abiertos. Me dieron ganas de gritar, pero no lo hice. Le pedí a Miguel que se los cerrara. Yo no pude tocarle. Aún estaría caliente. Con los ojos cerrados, parecía dormir. Como disfrutando de un buen sueño.
ENCUESTADOR.-¿Está bien segura de que no estaba vivo?
NINA.-Estaba muerto, no había ninguna duda. Pero él aún parecía sonreírme.
ENCUESTADOR.-(En voz monótona que se confunde con el recitado del resario) Nina Velilla, veinticuatro años, un metro cincuenta y siete centímetros, cuarenta y cuatro kilos, de pelo rubio, casi blanco, liso, lacio. Color de ojos gris-azulado, grandes. Párpados perpetuamente enrojecidos. Sin cejas. Piel blanca, recubierta por un vello espeso y blanco. De complexión delgada, enfermiza. Es piel y huesos. Sus pechos son desproporcionados, grandes en exceso, caídos. Sus pezones grandes y blandos, sin apenas color. Sus caderas, estrechas, en las que sobresale pronunciadamente la pelvis. Marcas corporales: en el hombro izquierdo, la huella de alguna vacuna, de una pulgada de diámetro. Una cicatriz entre el pecho y el abdomen, otra en la parte derecha baja del vientre, consecuencias de operaciones quirúrgicas. Su sexo ofrece también huellas de alguna intervención realizada sin ningún tipo de escrúpulos, posiblemente ilegal.
MONJA.-Carne de pecado, arrepiéntete y prepárate a tomar el cuerpo de Cristo.
La MONJA abre su sayo y obliga a NINA a mamar de su seno. NINA se resiste y la muerde. La MONJA grita y la abofetea.
NINA.-No me volváis a tocar. Nadie me volverá a poner la mano encima.MONJA.- ( A la madre) Su cuerpo es el de una niña, pero Satanás lo habita.
MADRE.-Trátenla con dureza. No ha tenido un padre que la educara. Le hace falta mano dura.
MONJA.-Siempre será una hija del pecado.
MADRE.-Si ustedes no la admiten, ¿qué será de ella?
MONJA.-No podemos hacernos cargo.
MADRE.-¿Es que no tienen compasión?
MONJA.-De nosotras depende la educación de muchos. Por salvar a uno no vamos a perder a cien.
MADRE.-Sólo les pido una oportunidad más. Se lo pido por favor. Se lo suplico. Ahora que estoy logrando salir de penurias. Podría pagar una parte de su educación.
MONJA.-Las normas de esta institución son sagradas.
MADRE.-Puedo adelantarles algo ahora. Para mí es imposible hacerme cargo de ella. Tenga compasión.
MONJA.-Por una vez, haremos una excepción. Por esta vez.
MADRE.-Gracias, madre, muchas gracias.
MONJA.-¿Quiere verla?
MADRE.-Hoy ya no puedo. Se me ha hecho tarde. No le diga que estuve aquí.
Una compañera de internado se acerca a NINA. Lleva una maleta de la mano.
TERESA.-Nina, Nina, es Navidad.Una lluvia de blancos copos de algodón cae sobre las dos mujeres.
NINA.-¿Te vas?TERESA.-Mis abuelos han venido a buscarme. Pasaré toda una semana con ellos.
NINA.-¿Has visto a mi madre?
TERESA.-Nina, me gustaría llevarte conmigo. Hay sitio para las dos. A mis abuelos no les importará.
NINA.-No me dejarán salir de aquí.
TERESA.-Vente conmigo. Pasaremos las Navidades juntas, lejos de las monjas. (Canta) "Monja, monjita, culo de algodón, cántame un rosario, dame tu devocionario..."
NINA canta a dúo con TERESA. Se ríen. NINA calla, dejando que TERESA se ría sola.
NINA.-No voy a salir de aquí. Nunca podré salir de aquí. Voy a morirme aquí, me enterrarán entre estas paredes.TERESA.-Nina, no digas eso. Ven conmigo.
NINA.-Te estás burlando de mí. Déjame en paz. ¿Por qué no me muero de una vez?
TERESA.-Nina, no digas eso. Me voy a casar. Voy a formar un hogar, al lado de un hombre que me quiere. Ya tenemos comprada la casa. Es preciosa. Tú también encontrarás quien te quiera y podrás salir de aquí.
NINA.-¿Eres feliz?
TERESA.-Sí, soy feliz. Y tú también tienes que serlo.
NINA.-Déjame en paz. ¿Dónde está mi madre? ¿Por qué mi madre no viene nunca a verme?
MADRE.-Yo estoy muy ocupada. Me será imposible venir a verla. Atiéndanla bien aunque yo no venga.
NINA.-Madre, ¿por qué te avergüenzas de mí? ¿Cuál ha sido mi pecado?
MADRE.-Siempre has sido una puta.
NINA.-Madre, soy tu hija. ¿Por qué me hablas así?
MADRE.-Si no hubiera sido por ti, otra vida hubiera sido la mía. Al nacer, me hundiste en el fango.
NINA.-Los fines de semana todas salen con sus padres. Las que no los tienen, encuentran familias que las tratan como si fueran hijas suyas. El internado se me hace muy grande cuando me quedo sola.
MADRE.-Tendrías que saber lo que es estar sola de verdad. No debería haber dejado que nacieras. Tienes el diablo dentro.
NINA.-Me obligaste a abortar. A matar lo que más quería.
MÉDICO.-Nunca más volverá a tener hijos.
NINA.-¡Nunca más podré tener un hijo, un hijo de mi sangre! Nunca sabré cual es la sensación de tener un ser vivo dentro de mí. Has hecho que mis brazos sean huérfanos para siempre.
MADRE.-Tu pecado no tiene medida. Me arrepiento de haberte dejado ver la luz del sol.
MONJA.-Tendrá que llevársela.
MADRE.-Tengan compasión de una madre soltera.
MONJA.-No podemos soportar más escándalos. Esa criatura está maleando a todas las internas. Su conducta es vergonzosa.
MADRE.-¿Qué ha hecho ahora?
MONJA.-Pregúnteselo a ella.
El ENCUESTADOR se viste con una toga de juez y se cubre la cabeza con un peluquín empolvado.
ENCUESTADOR.-Nina Velilla, levante la cabeza.MONJA 2.-Se ha desvanecido.
ENCUESTADOR.-Haga que recobre la consciencia. Nina Velilla, ¿me escucha?
NINA.-Sí, escucho.
ENCUESTADOR.-Nina Velilla, ¿se declara inocente o culpable de los cargos que se le imputan?
NINA no parece entender la pregunta.
ENCUESTADOR.-Nina Velilla, ¿se declara inocente o culpable de los cargos que se le imputan?MONJA.-Conteste cuando se le pregunta.
FUNCIONARIA.-Conteste a su señoría.
ENCUESTADOR.-Nina Velilla, ¿se declara inocente o culpable de los cargos que se le imputan?
NINA.- ( Tras un momento de silencio) Culpable.
La escena hierve con los comentarios de los asistentes. Hay sorpresa, estupor, indignación.
PERIODISTA.-El país se remueve de indignación y horror ante el triste caso de Miguel Gutiérrez y Nina Velilla. Acusados de asesinar a Sergio Espinosa, amigo de la familia y que al parecer fue amante de Nina Velilla, tras un enfrentamiento entre la víctima y el marido. Ésta decidió trocear el cadáver y picar su carne para cocinar con ella hamburguesas. Hoy, Nina Velilla se ha declarado culpable de los cargos que contra ella ha presentado el fiscal.El PERIODISTA, micrófono en mano, procede a realizar una encuesta entre los asistentes, incluso entre los espectadores, acerca de sus impresiones sobre el crimen de NINA. El sonido de las entrevistas va desvaneciéndose.
La escena adquiere un tono íntimo, las luces en penumbra, casi un ambiente mágico. Una cama de matrimonio. MIGUEL toma a NINA en brazos y la lleva hasta el tálamo. NINA va abrazada a él, sostenida por sus brazos con la ligereza de un cuerpo hecho de plumas.
MIGUEL.-Estás llorando.NINA.-Nunca creí que esto me llegara a suceder.
MIGUEL.-Ahora estamos casados. Siento mucho no darte una luna de miel.
NINA.-Da igual.
MADRE.-Siento mucho que ésta no sea la casa que te hubieras merecido.
NINA.-Miguel, yo te quiero.
MIGUEL.-¿Cuánto me quieres?
NINA.-Mucho, mucho, mucho.
MIGUEL.-No quisiera decepcionarte. Te veo tan pequeña...
NINA.-Hazme tuya. Quiero que me llenes con tu cuerpo. Quiero sentirte dentro de mí.
MIGUEL.-Tengo miedo de hacerte daño. ¿Eres virgen?
NINA.-¿Por qué me preguntas eso? Quedamos en que íbamos a olvidar todo lo que pasó antes de conocernos. ¿Preferirías que lo fuera?
MIGUEL.-Me da miedo hacerte sangre.
NINA.-¿Qué importa un poco de sangre? Penétrame.
MIGUEL.-Tengo que prepararte antes. Podría hacerte mucho daño.
NINA.-Soy tu mujer.
MIGUEL.-Apenas eres una niña.
NINA comienza a reírse. MIGUEL se queda a su lado, avergonzado.
MIGUEL.-Mañana vendrá tu madre a comer.NINA.-¿La has invitado? ¿Se te ha ocurrido invitarla? Íbamos a empezar una nueva vida, tú y yo, solos.
MIGUEL:.-Es tu madre. Si alguna vez te hizo daño, ya es hora de perdonarlo todo.
NINA.-Es una mala bestia. Sólo me ha deseado maldades. Eso es lo único que me ha dado.
MIGUEL.-No hables así de ella. Alguna vez, la necesitarás como madre tuya que es. Yo nunca conocí a mis padres. No sabes lo afortunada que eres.
NINA.-Tú no puedes comprender lo que me hizo. No lo puedes comprender.
MIGUEL.-Cuando tengamos niños cambiarás de opinión.
NINA.-Por favor, hazme tuya. Hazlo ya.
MIGUEL abandona el tálamo matrimonial. NINA se queda llorando sobre la cama. MIGUEL se vuelve para mirarla. Una PROSTITUTA le ronda.
PROSTITUTA.-¿Me das fuego?MIGUEL.-¿Cuánto?
PROSTITUTA.-¿Qué quieres?
MIGUEL.-Todo.
PROSTITUTA.-¿Un completo?
MIGUEL.-Quiero hacerte daño.
PROSTITUTA.-Eso te costará más dinero.
Un hombre fornido, mucho mayor que NINA, el AMANTE, la rodea con sus brazos.
AMANTE.-¿Te gusto?NINA.-Sí.
AMANTE.-Nunca había tenido una hembra tan joven. Eres casi una niña.
NINA.-Soy una niña, pero dentro de mí hay una mujer.
AMANTE.-Podíamos vernos en otro sitio. Un día va a venir tu madre y...
NINA.-¿Le tienes miedo?
AMANTE.-Más me lo das tú.
NINA.-¿Te resulto temible?
PROSTITUTA.-Para. Me haces daño.
MIGUEL.-He pagado por ello.
PROSTITUTA.-Se te ponen ojos de loco.
MIGUEL.-Eres una puta. Clávame las uñas en la espalda.
PROSTITUTA.-¿Quieres también que te insulte?
AMANTE:.-¿Por qué no nos vamos? Tú y yo podíamos irnos muy lejos, donde tu madre no nos encontrara.
NINA.-¿Cómo se lo haces a ella?
AMANTE.-¿Por qué te gustan esos detalles?
NINA.-Quiero saber quién te da más placer. ¿Te gusta mi madre más que yo?
AMANTE.-Quiero huír contigo.
NINA.-Cuando estáis en la cama, ¿ella grita? ¿Qué es lo que le gusta que le hagas?
PROSTITUTA.-Déjame. Me vas a matar.
MIGUEL.-Cállate.
PROSTITUTA.-Socorro.
MIGUEL.-Cállate, puta. Cállate, cállate.
AMANTE.-¿Aún quieres más?
NINA.-Quiero agotarte. Quiero que no dejarle a ella ni una gota de placer.
La PROSTITUTA llora, retorcida de dolor, mientras MIGUEL se viste. Las MONJAS lentamente se acercan a ella.
MONJA.-¿Quién te ha hecho esto?PROSTITUTA.-Un asesino.
MIGUEL escupe a la PROSTITUTA.
PROSTITUTA.-Sus ojos eran los de un loco. Sus ojos eran los de un loco.MIGUEL alza una piedra y se abalanza sobre la PROSTITUTA tendida. Las MONJAS se cierran sobre la escena.
La MADRE se enfrenta a NINA, que viste su cuerpo desnudo.
MADRE.-Me has quitado a mi hombre.NINA.-No sabrías darle lo que él quiere.
MADRE.-Maldita mil veces la hora en que te llevé dentro de mí. Maldito mi seno por haberte criado.
NINA.-¿Sabes? Estoy embarazada. Le voy a dar un hijo.
MADRE.-Estás mintiendo.(A Miguel) Dime, hijo, ¿sois felices?
MIGUEL.-Sí, madre.
MADRE.-Por favor, no me llames madre. Me hace sentirme vieja.
MIGUEL.-Sí,...
MADRE.-¿No me puedes llamar por mi nombre? Es un nombre bonito. Me gusta que me llamen por él, sin diminutivos, sin querida ni cariño. Es un nombre que habla por sí solo. ¿No crees?
MIGUEL.-Sí.
MADRE.-Por favor, quiero oírtelo a ti.
NINA.-( A la madre) Voy a tener un hijo suyo, y tú no lo vas a impedir.
MADRE.-No voy a dejar que cometas esa infamia. ¿De que te va a servir un hijo suyo? Él nunca volverá a ti.
NINA.-Es mío. Yo te lo he arrebatado.
MADRE.-No le verás nunca más. (A Miguel) Demasiado bien que lo sé. Ella me odia.
MIGUEL.-No, Nina es buena.
MADRE.-Me odia, para qué lo vamos a negar. Lo sé muy bien. Yo tengo mi parte de culpa, pero, ¡qué podía hacer! Tuve que dejarla en un internado cuando era una niña bien pequeña. Yo fui la primera en sufrir por todo aquello. Era una mujer sola, luchando sola por ganarme la vida y darle una educación a mi hija. Ella nunca me lo perdonará.
MIGUEL.-Con el tiempo, yo haré que perdone y que comprenda que eso fue lo mejor.
La MADRE ríe
MIGUEL.-Haré que perdone. Los tres volveremos a ser una familia. Yo nunca tuve una madre.MADRE.-¿Nunca tuviste una madre? ¿No sabes lo que es que sentir unos brazos llenos de cariño alrededor de tu cuello? ¿No sabes lo que es que te besen los ojos sin esperar nada a cambio?
La MADRE arrulla a MIGUEL entre sus brazos. Sus dedos se pierden en su cabello. Le canta una nana.
NINA.- (A la madre) ¿Por qué me has quitado a mi hijo?MADRE.-Tú no podías tener un hijo de él.
NINA.-Él me lo dio. Yo supe recoger su semilla y crear vida con ella. ¿Por qué has metido la muerte dentro de mí?
MADRE.- (A Miguel) Ella me odia, me odia, me odia. Nunca dejará de odiarme. Es la única persona que me queda en el mundo y sólo tendré de ella odio. Dime, ¿ella te quiere? ¿Hacéis a menudo el amor?
MIGUEL la mira, sorprendido.
NINA, tirada en la cama, aparentemente sin vida.Comienza a hablar, en un susurro, desde la inmovilidad absoluta.
NINA.-Arrancó de mi vientre toda huella suya. Me entregó a un carnicero que me vació sin piedad, a una pobre niña de dieciséis años, condenándome para siempre a no ser mujer. Dejó que me desangrara en una cama sucia y no hizo caso de mis llantos. Era una herida abierta. Nunca más habría dentro ni fuera. Me apartó del hombre con el que yo aprendí a amar. Le asustó con amenazas, con mentiras, y le hizo huír lejos de mi vida.MIGUEL, vestido con un mono de obrero, y un casco con una visera protectora de plástico que al protegerle la cara se la deforma, manipula una serie de palancas que hacen verter bloques de hierro incandescente, en medio de un estruendo de máquinas. A su lado, un joven SERGIO le observa.
MIGUEL.-¿Qué quieres?SERGIO:.-Soy su nuevo ayudante.
MIGUEL.-No necesito ayudantes.
SERGIO.-Me han dicho que bajara con usted.
MIGUEL.-¿Contratado?
SERGIO.-Fijo.
MIGUEL.-Nuevo.
SERGIO.-He firmado hoy.
MIGUEL.-Sube arriba y diles que no quiero novatos. Que les enseñen allá arriba. A mí no me pagan para darle clases al primero que llegue. Bastante tengo con apechugar con un trabajo que nadie quiere.
SERGIO.-Yo estoy aquí para ayudarle. Sólo tiene que decirme qué tengo que hacer.
MIGUEL se baja la visera y continúa su trabajo. SERGIO corre de un lado para otro intentando seguir su actividad.
MIGUEL.-Sólo faltaba que me trajeran niños para cambiarles los pañales.SERGIO.-¿Ha comprobado la presión?
MIGUEL.-Mierda.
SERGIO.-Los hornos han sobrepasado los límites de seguridad. ¡Esto va a explotar!
MIGUEL no hace caso de la alarma de SERGIO y sigue trabajando, aumentando con nuevas paladas de carbón la temperatura del horno.
NINA se levanta de la cama. Una SOMBRA se alza ante ella.
NINA.-¡Has vuelto! Sabía que mi madre me engañaba. Me aseguró que nunca volverías. Pero estás aquí. Has llegado demasiado tarde. Pero no. Al estar otra vez a tu lado todo será diferente. Ojalá pudiera ser como antes. Lo intentaremos, ¿verdad que lo intentaremos? No te vayas. No te vayas nunca. Saldremos adelante. Juntos. Tú y yo. Harás de mí una mujer. Estás muy callado. No dices nada. ¿Es que no lo sabes? ¡Me ha robado a nuestro hijo! ¿Y tú sigues sin decir nada? Ella lo ha matado. ¿Qué piensas hacer?No me vuelvas a abandonar. Tienes que estar siempre junto a mí. No vuelvas a abandonarme. ¿Cómo pudiste alguna vez...? ¿Cómo pudiste...?
La SOMBRA se convierte en la MONJA.
MONJA.-Es hora de comer.NINA.-No quiero nada.
MONJA.-Debes comer. Quieras o no quieras. Cuando llegue tu día no quiero que tengas motivos para aplazarlo. No te valdrá ninguna excusa.
NINA.-¿Cuánto queda?
MONJA.-¿Qué más te da? Puede ser mañana, o dentro de siete días, o dentro de un mes. La Corte aún no lo ha decidido. Pero ese día llegará.
NINA.-¿Por qué no acabamos ya de una vez? ¿Por qué me torturáis de esta manera?
MONJA.-¿Vas a comer, sí o no?
NINA se niega, manteniendo la boca cerrada. La MONJA le obliga a abrirla y le introduce el alimento a la fuerza.
MIGUEL y SERGIO en el trabajo, en un clima de camaradería, que contrasta con la situación anterior.
SERGIO.-Estoy deseando que lleguen las vacaciones.MIGUEL.-Este trabajo jode, ¿eh?
SERGIO.-Todos los días encadenado a la máquina. Sin ver la luz del sol.
MIGUEL.-Sólo llevas dos meses.
SERGIO.-¿Cuánto llevas tú?
MIGUEL.-En octubre hará veinte años.
SERGIO.-Creo que yo no resistiría ni la mitad de ese tiempo. Ni siquiera un año.
MIGUEL.-¿A dónde te irás de vacaciones?
SERGIO.-¡Aún queda tanto tiempo!
MIGUEL.-¿Te irás con tu familia?
SERGIO.-No estoy casado.
MIGUEL.-Con tus padres, entonces.
SERGIO.-No tengo padres.
MIGUEL.-¿Entonces?
SERGIO.-Nunca sé qué hacer en vacaciones. Siempre acabo quedándome en casa. Pero por lo menos perderé de vista este infierno. Me persigue hasta en sueños.
MIGUEL.-La máquina es una mujer. Hay que tratarla con dureza, no hacerle caso. Si no, siempre te pide más y más. Mírala. Si no le haces caso, comenzará a gemir. Debes aprender que no te puede hacer nada. Que el que manda siempre eres tú.
El ENCUESTADOR, esta vez como jefe de policía, examina el cadáver de la PROSTITUTA, ante la FUNCIONARIA.
ENCUESTADOR.-Quién pudo hacer algo así.FUNCIONARIA.-Al lado del cadáver se encontró esto.
ENCUESTADOR.-Un alambre... un alambre y una piedra. ¿Esto es sangre?
FUNCIONARIA.-Los análisis han revelado que se trata de sangre de la víctima. Mujer, blanca, 34 años, 1,70 de estatura, 59 kilogramos,...
ENCUESTADOR.-.¿Causa de la muerte?
FUNCIONARIA.-Asfixia a consecuencia de la hemorragia causada por los cortes producidos.
ENCUESTADOR.-¿Señales de violencia?
FUNCIONARIA.-Hematomas de diferente consideración en tórax y extremidades. Desgarramiento brutal de los órganos genitales. Se sugiere la introducción de cuerpos extraños en la vagina, un palo, una barra de hierro.
ENCUESTADOR.-Y la cara. Dios, su cara.
FUNCIONARIA.-Con objeto de desfigurarla, presuntamente se la golpeó con la piedra que encontramos a su lado, hasta que su rostro se convirtió en un amasijo irreconocible.
ENCUESTADOR.-Se encontrarían huellas dactilares en los objetos.
FUNCIONARIA.-Así es.
ENCUESTADOR.-Tal vez, restos de semen en la vagina.
FUNCIONARIA.-Estamos pendiente de laboratorio, en uno y otro caso. Su cuerpo estaba rociado de semen.
MIGUEL y NINA, en la cama, las sábanas revueltas, caídas sobre el suelo. MIGUEL está abatido, derrotado. NINA, tumbada boca arriba, en silencio.
MIGUEL.-Me creerás menos hombre. (Silencio) Creerás que soy egoísta al no darte lo que tanto deseas.NINA.-Quizá te haría falta unas vacaciones. Podríamos irnos a la playa. Trabajas demasiado. Tú me has contado que durante veinte años has estado atado al trabajo, día tras día, sin domingos ni fiestas. Creo que es el momento de que te tomes unos días de descanso.
MIGUEL.-No. No podría dejar la máquina sola. Nadie sino yo la puede entender. Necesita de mi mano. Si me alejara de ella, quién sabe qué catástrofe ocurriría.
NINA.-Ni que la empresa fuese tuya. ¿Qué interés tienes en ella? Las máquinas están fabricadas para que funcionen solas.
MIGUEL.-Ésta no. Tras tantos años, necesita de mi mano. No es la misma máquina que cuando salió de fábrica. Yo la he cambiado. Ahora es como un niño pequeño, que si no reconoce la mano que le da de comer se deja morir de hambre. Si yo la abandonara sería el fin.
NINA.-¿Por qué no cambias de trabajo? Si sigues así al final terminará trastornándote. Tantos años haciendo lo mismo te están haciendo daño.
MIGUEL.-¿Con mi edad? ¿Qué podría hacer? Tengo que ganar para los dos.
NINA.-Yo podría volver a trabajar, mientras tú vas buscando otra ocupación.
MIGUEL.-Yo no lo permitiría.
NINA.-¿Y tu ayudante? Podrías enseñarle a manejar la máquina y dejarla a su cargo, sólo por un par de semanas.
MIGUEL.-¡Un par de semanas!
NINA.-El tiempo justo para que tú te repusieras. Diez días. Una semana.
MIGUEL.-No puedo dejarla sola. ¿Es que no lo entiendes? No podría abandonarla.
NINA.-¿Y yo? ¿Crees que una máquina es más importante que nosotros?
MIGUEL.-Lo siento, lo siento mucho.
NINA.-Lo sientes, pero pones a una máquina por encima de mí.
MIGUEL.-¿Es que te es tan importante? ¿Es que no puedes vivir sin eso?
La MADRE va a visitar al matrimonio a su casa, cargada con una gran alfombra. Despliega la alfombra sobre el suelo.
MIGUEL.-No sé cómo te has molestado.MADRE.-Me hubiera gustado regalaros algo mejor.
MIGUEL.-Es magnífica. ¿No es verdad, Nina, que es magnífica?
NINA mira la alfombra y no dice nada.
MADRE.-Ahora en el invierno os arreglará mucho. Os quitará mucho frío.NINA.-Limpiar esto me dará mucho trabajo.
MIGUEL.-Compraremos una aspiradora. Yo mismo me ocuparé de limpiarla todos los días.
NINA.-Estas cosas lo único que hacen es crear porquería.
MADRE.-El empleado me aseguró que era fácil de limpiar.
NINA.-Ni siquiera pega con los muebles. Con esos colores tan chillones.
MIGUEL.-No es verdad. Parece que ni pintada. Era lo que le faltaba al salón. Precisamente estaba pensando lo bien que haría una alfombra como ésta.
NINA.-La defiendes con mucho interés.
MIGUEL.-Es un buen regalo. Tu madre ha tenido un buen detalle.
MADRE.-Ten en cuenta que se me ha casado mi única hija.
NINA.-Hipócrita.
MIGUEL.-Nina, por favor. No le hagas caso, madre. Está un poco nerviosa. Yo creo que aún no se ha hecho a la casa.
NINA.-Es una hipócrita. Yo nunca he sido nada para ella, sólo un estorbo. Si ésta es ahora mi casa, ¿por qué tengo que soportarla? ¿Qué es lo que he ganado casándome si aún tengo que aguantarla? Sólo de verla me dan ganas de vomitar.
MIGUEL.-Nina. Será mejor que te disculpes.
NINA.-Nadie me va a decir lo que tengo que hacer.
MADRE.-No os quiero molestar más.
MIGUEL.-Está usted en su casa.
MADRE.-No me gustaría que vuestra primera pelea fuera por mi culpa.
NINA.-¿Es qué no la ves? Se está riendo de nosotros. Con sus aires de madre protectora. Con sus aspavientos de sacrificada. ¿Es qué no te das cuenta?
MIGUEL.-Cállate.
MIGUEL le da una bofetada a NINA que la tumba contra la alfombra. MIGUEL respira hondo, casi bufando, como un toro.
MADRE.-Eres muy bueno, hijo. Mucho mejor que ella. Pero es tu mujer, y tu vida es ahora también la suya, aunque os cueste al principio. Con el tiempo, las cosas serán más fáciles. Siempre ha tenido demasiado genio. Hay que tener paciencia. Y los hijos harán mucho. Los hijos arreglan los matrimonios difíciles. Le cambian el carácter a cualquier mujer. Hará buen papel como madre. Tú estarás deseando tener un pequeño. Cuanto antes quede embarazada, mejor para todos. ¿Sabes? Me gustaría que dentro de poco me dierais esa alegría. Lo bautizaréis, claro. Esos matrimonios jóvenes que les da por no bautizar a los hijos... Hay que pasar al recién nacido por el agua. Renunciar a Satanás. No basta con inscribirle en el registro. Aunque os hayáis casado por lo civil, deberíais hacerlo. Esos niños sin bautizar, me da la impresión que luego crecen tarados. Niños sin nombre, niños oscuros. ¿Cuándo vais a tener un hijo? Ya ha pasado mucho tiempo desde que os casasteis. ¿No tendréis algún problema?MIGUEL no responde. Sigue bufando, mirando a NINA, tirada en la alfombra.
SERGIO, impecablemente trajeado, baja a la máquina para saludar a MIGUEL. El estruendo de ésta les obliga a hablar a gritos.
SERGIO.-A las buenas tardes, maestro.MIGUEL.-Ya no te dejas ver mucho por aquí.
SERGIO.-Los asuntos del sindicato me exigen mucho tiempo.
MIGUEL.-Yo que te creía una persona decente.
SERGIO.-Las cosas no han cambiado por eso. (Le ofrece la palma de la mano abierta) ¿Eh?
MIGUEL..-( Miguel le choca la mano) Eh. Chico, cuánto me alegra que te vaya bien.
SERGIO.-A ver cuando nos marcamos unas cañas.
MIGUEL.-Ya sabes que los casados tenemos nuestras obligaciones.
SERGIO.-Suerte la tuya.
MIGUEL.-Y tú qué, para cuándo la boda.
SERGIO.-Aún no he encontrado la que me robe el corazón.
MIGUEL.-Entonces, de faldas, ¿nada?
SERGIO.-Se hace lo que se puede. ¿Eres feliz?
MIGUEL.-¿Eh?
SERGIO.-Que qué tal con tu mujercita.
MIGUEL.-Se hace lo que se puede.
SERGIO.- (A Nina) Tenía muchas ganas de conocerla. Miguel no para de hablar de usted.
NINA.-¿Sí?
SERGIO.-Fue una sorpresa agradable que Miguel me invitara a comer.
NINA.-Miguel sí que habla de usted mucho.
SERGIO.-Por favor, tutéeme.
NINA.-Sólo lo haré si tú también me tuteas. ¿Cuántos años tienes?
SERGIO.-Veintiocho.
NINA.-Cuatro más que yo.
SERGIO.-La verdad es que cumpliré veintisiete dentro de unos meses.
NINA.-¿Querías dártelas de hombre maduro conmigo? Pensarás que soy una cría, tan joven, con un hombre como mi marido. La verdad, que Miguel también tiene mucha estima por ti. Tú eres el único compañero de trabajo del que alguna vez me ha hablado.
SERGIO.-Gracias. Si Miguel quisiera yo podría hacer mucho por él. Pero parece que sin su máquina no puede vivir.
NINA.-Yo he intentado muchas veces que mire por cambiar de trabajo.
SERGIO.-¿Dónde está ahora?
NINA.-En el jardín, preparando la barbacoa.
SERGIO.-No puede separarse del fuego.
NINA.-También él se encarga de la chimenea. Nadie sino él la puede tocar. A mí, ni acercarme. No sé cómo me deja entrar en la cocina.
SERGIO.-Son cosas que ni me imaginaba de Miguel.
NINA.-Hay muchas cosas suyas que no sospecharías.
MIGUEL.-Veo que habéis hecho buenas migas.
NINA.-Sergio me decía que si tú quisieras podría hacer para que cambiaras de trabajo.
MIGUEL.-El fuego está a punto. ¿Está la mesa preparada?
NINA.-Voy a aliñar la ensalada.
SERGIO.-Tienes una casa preciosa.
MIGUEL.-Y mi mujer, ¿qué te parece?
SERGIO.-Es muy agradable.
MIGUEL.-¿Te gusta?
SERGIO.-Parece perfecta como esposa.
MIGUEL.-Pero físicamente, ¿te gusta? ¿Te parece atractiva?
La escena se congela. El ENCUESTADOR, la FUNCIONARIA y la MONJA focalizan la atención ahora.
FUNCIONARIA.-Ya es la hora. Debemos interrumpir aquí la sesión.MONJA.-Tendríamos que haberlo hecho hace tiempo. No tiene sentido exponer seguidas una tras otra tal cúmulo de desvergüenzas.
FUNCIONARIA.-Disponemos de todos los datos para emitir un veredicto. Todas las piezas que han jugado su papel en este caso.
ENCUESTADOR.-Sabemos más que al principio. Pero, ¿nos creemos tan superiores como para condenar a dos seres humanos? Con saber tanto, ¿somos con eso mejores?
MONJA.-Me ofende que se me compare con semejantes indeseables.
ENCUESTADOR.-Creo no equivocarme al afirmar que usted sería partidaria de la pena máxima.
MONJA.-Sin ninguna duda.
ENCUESTADOR.-¿Desde cuándo está tan segura de su veredicto?
MONJA.-Desde el principio. Desde antes de empezar. Desde antes de que ocurriera todo. Mucho antes, hace muchos años.
ENCUESTADOR.-Tiene usted mucho ojo para estas cosas.
MONJA.-Mi oficio me obliga a calar bien dentro de las personas al primer golpe de vista.
ENCUESTADOR.-Usted conocía a la acusada desde su infancia.
MONJA.-Ya tuve entonces problemas con ella.
ENCUESTADOR.-Me asombra que se le permita ser miembro del jurado.
FUNCIONARIA.-Todos hemos tenido relación con alguno de ellos, en uno u otro momento.
ENCUESTADOR.-Sí, todos. En uno u otro momento. Quizá debiéramos plantearnos muchas cosas sobre nosotros mismos antes de atrevernos a decir una sola palabra sobre ellos.
FUNCIONARIA.- (Quitándose una peluca que deja ver su pelo verdadero aplastado contra el cráneo) ¿No les parece que hace demasiado calor aquí? Deberíamos llamar a los del aire acondicionado.
Su comentario va desvaneciéndose bajo el parlamento, que oímos a través de un micrófono, del PERIODISTA.
PERIODISTA.-Ya han pasado varias semanas desde que Nina Velilla y Miguel Gutiérrez cometieron el crimen que ha conmocionado a la opinión ciudadana. Un crimen que se resume en la vieja cuestión: "¿Carne o pescado?". Pero ahora pasamos a otros temas, que sin duda gozarán también del interés de nuestra audiencia.El ENTREACTO lo ocupa la locución de una serie de noticias tomadas de la actualidad, sacadas de las páginas de sucesos. Noticias que el PERIODISTA comenta con desparpajo de bufón, muchas veces interpelando al público. Los actores deambulan por el escenario, cambiando la escenografía y el decorado, arreglándose el maquillaje, el pelo, la ropa. Preparándose para la segunda parte de la obra.
ENCUESTADOR.-Basta de palabrería. Hay vidas humanas en juego.FUNCIONARIA.-¿Humanas?
La MONJA calla.
Todos los actores se agrupan alrededor de NINA y MIGUEL, que se dirigen ante la mesa de la FUNCIONARIA, vestidos como al comienzo del primer acto, dispuestos para su boda.
FUNCIONARIA.-¿Se hallan ante mí presentes, como representante del Estado que soy, Nina Velilla y Miguel Gutiérrez?MIGUEL.-Sí, nos hallamos presentes.
FUNCIONARIA.-Documentos de identidad.
MIGUEL y NINA sacan sus documentos de identidad y se lo pasan a la FUNCIONARIA, que los examina y anota algo en un gran libro de registro.
FUNCIONARIA.-Por la autoridad que represento nos disponemos a celebrar la unión conyugal de Miguel Gutiérrez, nacido hace 54 años, hijo de Miguel y de María, con Nina Velilla, de veintitrés años de edad, de padre desconocido. Comencemos la ceremonia.NINA se desploma sobre el suelo, desmayada. Los actores corren a socorrerla. MIGUEL los mira.
FUNCIONARIA.-Se ruega a los contrayentes respondan a mis preguntas. Si no, me veré obligada a aplazar la ceremonia.MONJA.-Es una de sus tretas. La conozco muy bien.
ENCUESTADOR.-¿Dónde está su madre? ¿Es que no está presente?
MADRE.- ( Haciéndose paso a codazos entre el gentío) Hija. Despierta. Hija.
FUNCIONARIA.- (Al encuestador) ¿Es esto lo que pretendía?
MONJA.-Debo presentar una queja. Soy responsable de lo que le suceda a la detenida antes de que se proceda a la ejecución de la sentencia.
FUNCIONARIA.-¿Por qué se empeña en seguir con esto?
NINA.- (Cobrando consciencia) ¿Por qué a mí? ¿Por qué debo hacerlo yo? ¿Es que no basta con una vez?
ENCUESTADOR.- (Agachándose junto a ella , con voz conciliadora) Es necesario.
NINA:.-Tanto sufrimiento, ¿es necesario?
ENCUESTADOR.-Lo es. Yo no la obligaría a ello si no lo fuera. ¿Se encuentra ya mejor? Si no, descanse hasta que se sienta con fuerzas para seguir.
NINA respira, y tras un momento se incorpora.
PERIODISTA.- ( Hablado con alguno de los presentes, en voz baja) La verdad es que esto está resultando peor que una mañana de invierno a la puerta de la Audiencia. ¿Usted cree que así se va a llegar a algo? Porque yo cuando cumpla mis horas, me voy y adiós y santas pascuas.El ENCUESTADOR mira con ira al PERIODISTA. Vuelve su atención hacia NINA:
ENCUESTADOR.-Va a dar un paso importante. ¿Se lo ha pensado bien?NINA.-No tengo otra opción.
FUNCIONARIA.-¿Se presenta ante mí y ante el Estado con entera libertad?
NINA.-Es la única puerta abierta.
FUNCIONARIA.-¿Se da cuenta de las responsabilidades que adquiere desde este momento?
MADRE.-Contesta, hija. Piénsatelo bien.
NINA.-¿Qué hace esta mujer aquí?
MIGUEL abre el frigorífico de la cocina de su casa. Rebusca y no encuentra nada.
MIGUE.-Un paquete de margarina casi vacío, una bolsa de pasta de empanadillas con la fecha de caducidad pasada y un tarro de betún negro. ¿Son éstas maneras de llevar una casa? Trabajo quince horas diarias y esto es lo que me encuentro al llegar al hogar, al dulce hogar conyugal. ¿Y dónde se encuentra mi mujer a estas horas? ¿Es esto lo que merezco?En la cama, NINA se abraza enroscándose a SERGIO.
NINA.-Tus músculos son de acero, forjados en la fundición.MIGUEL.-Yo mismo alimenté el fuego de la forja.
SERGIO.-Eres tan pequeña que cabrías en mi mano. Si cerrara el puño no te podrías escapar.
MIGUEL.-Él no tendrá tantos miramientos como yo.
SERGIO.-Te voy a hacer daño.
NINA.-Aguantaré. Mi cuerpo está hecho a tu medida.
MIGUEL.-¿Por qué tardan tanto? ¿A qué esperan para comenzar?
SERGIO.-Apaga la luz.
NINA.-¿No prefieres hacerlo con la luz encendida? ¿No quieres verme mientras lo hacemos?
SERGIO.-No podría soportar el remordimiento.
MIGUEL.-¿Quién se preocupa de eso?
NINA.-¿Quién se preocupa de eso?
MIGUEL.-¿Por qué no empiezan de una vez?
SERGIO.-No podría con la luz encendida. Pensaría en demasiadas cosas.
MIGUEL apaga la luz del dormitorio. El chirrido de los muelles del somier llena la escena.
MIGUEL.-Más fuerte, dale más fuerte. A ella le gustará así.NINA.-Dame más, dámelo, dámelo. Así.
NINA comienza a gritar.
La máquina comienza a funcionar. MIGUEL la alimenta.
MIGUEL.-Así, seguid. Eso es lo que ella quería. Al final se lo he dado. ¿Qué se me puede echar en cara? He cumplido con mi parte del contrato. He hecho que recibiera lo que quería. La máquina me exige: más. Mi esfuerzo. Mis músculos. Mi sudor. Sus gemidos son mi premio. Sé que ahora es feliz.SERGIO, en la fábrica, reunido ante la multitud de obreros.
SERGIO.-Compañeros, no podemos soportar un día más las provocaciones de la patronal. Se empeñan en ignorar los resultados de cien años de lucha obrera, y las condiciones que están ofreciendo al trabajador, a nosotros, harían avergonzarse a nuestros abuelos. Tened en cuenta el doble compromiso de nuestra lucha. Ante el pasado, como una continuidad de los logros de miles de sindicalistas y trabajadores que lucharon por la mejora de nuestra clase. Ante las generaciones que nos sucedan, como una herencia que les presentaremos en el momento del relevo, un legado que estamos obligados a darles y por el cual nos ganaremos su respeto y su admiración. Por eso debemos echar atrás todo miedo ante la huelga que estamos a punto de emprender. Toda acción de tal envergadura es ardua. La sufriremos en nuestras carnes y, lo que es más triste, en la de nuestros seres queridos. Si la patronal no se atiene a razones esto se prolongará durante semanas, durante meses. Nunca como hasta ahora la necesidad morderá vuestra paciencia. Os pido toda la entereza moral de que seáis capaces para soportar una presión tan grande, tan desproporcionada para nosotros, los más débiles entre los débiles. Pero tened en cuenta que nuestra fuerza está en la unión. Si avanzamos todos a un mismo paso, no encontraremos obstáculos a nuestra marcha.VOZ DE OBRERO.-Eso díselo al cornudo de tu amigo.
VOZ 2ª. DE OBRERO.-Él ha roto siempre las huelgas. ¿Nos moriremos de hambre mientras ese cabrón se llena los bolsillos?
SERGIO.-Compañeros, escuchadme, compañeros, permitidme unas palabras. Juntos encontraremos nuestra fuerza.
VOZ DE OBRERO.-¿Qué fuerza encuentras en la cama con su mujer?
SERGIO.-¿Tenéis algo contra mí? ¿No os he dado todo lo que un hombre puede daros? ¿No habéis encontrado en mí siempre una voz y un apoyo contra el patrón?
VOZ 2ª. DE OBRERO.-Defiéndenos ahora ante tu amigo.
SERGIO.-Buscaré el apoyo de todos, uno por uno. La lucha sindical requiere a todos y cada uno de vosotros. Sin excepciones. Porque es una lucha común. Os doy mi palabra de que mañana, todos juntos, haremos que la fábrica pare.
NINA, llevando un carrito de la compra, en el mercado, ante el puesto del carnicero.
CARNICERO.-Nada más, ¿no? Con esto valdrá por hoy, digo yo.NINA.-Me lo apunta si me hace el favor.
CARNICERO.-Tendría que pensar en pagar ya de una puta vez. Su cuenta va aumentando.
NINA.-Aquí se le está hablando con educación.
CARNICERO.-Cuando pague tendrá toda la educación que quiera.
NINA.-A mí nadie me llama ladrona. Ya le daré su dinero para que se lo meta por donde quiera. Ya creo que se lo pagaré, y entonces se lo rebozaré por la cara. Pero si tiene más problemas, coja esta mierda y para usted. No me la llevo.
MENDIGA.- (Este papel lo incorpora la madre) Hija, por el amor de Dios, dame una limosna.
NINA.-Déjeme en paz. No me moleste.
MENDIGA.-Tengo que mantener a cuatro hijos. Mi marido está en paro. Vivimos en la calle. Ayúdeme con la voluntad. Si no quiere darme dinero, le agradecería algo de comida. Con lo que quiera.
NINA.-(Abrazando con fuerza el paquete de carne contra sí) No tengo nada...
MENDIGA.-Cualquiera puede caer en necesidad. Es sólo una limosna. Es lo justo. Aunque tú no lo entiendas. Es una decisión difícil, pero será por tu bien. No es nada lo que pido.
NINA.-Es mío. No me lo volverás a quitar.
NINA la empuja, haciéndola caer al suelo, y echa a correr. Los presentes ayudan a levantarse a la MENDIGA.
CARNICERO.-¿Se encuentra bien?MENDIGA.- (A Nina, gritando) Así se te pudran los dientes, hija de mala madre.
MONJA.-Le avisé. Es de la piel del diablo.
FUNCIONARIA.-¿Quiere poner una denuncia?
MENDIGA.-(Llorando) Yo sólo soy una pobre mujer. No me hagan daño. Por amor de Dios, denme una caridad.
SERGIO baja a la fundición y encuentra a MIGUEL enfrascado en su trabajo.
SERGIO.-Maestro, ¿mucho trabajo?MIGUEL.-El fuego pide su alimento.
SERGIO.-Ya es hora de que el fuego se detenga.
Un frenazo de coche.
TERESA.-Nina, Nina, ¿eres tú?TERESA se acerca a NINA. La primera va vestida con ropas caras y lleva una gran bolsa de una tienda de alta costura.
TERESA.-Mandé al chófer que parara en cuanto te vi. Sabía que eras tú. No has cambiado. Sigues teniendo la misma cara de niña.NINA.-¿Quién es usted?
TERESA.-Nina, soy yo, Teresa, tu amiga. ¿No recuerdas los días que pasamos juntas en el internado? Quería llevarte conmigo cuando me fui de allí, ¿no te acuerdas?
MIGUEL.-Yo soy el guardián del fuego. Mil veces me tendréis que matar para que se apague.
SERGIO.-¿A quién defiendes con esa actitud? ¿No te das cuenta que así lo único que consigues es que los esfuerzos de tus compañeros no sirvan para nada?
MIGUEL.-¿A quién llamas compañeros míos?
TERESA coge de las manos a NINA.
TERESA.-(Cantando, suavemente, alegremente) "Monja de culo de algodón, ¿qué escondes bajo la toga?" ¿Te acuerdas, Nina? ¿Te acuerdas?MIGUEL.-¿Llamas compañeros míos a los de allá arriba? ¿A esos incapaces que se ríen de mí en mis narices?
TERESA.-Siempre te he tenido presente. En los momentos de mayor felicidad, siempre me preguntaba qué habría sido de mi amiga. Hubiera querido compartir contigo todo lo bueno que me ha sucedido.
MIGUEL.-¿Cómo puedes suponer que me interesa para algo su suerte? ¡Que les den por culo!
TERESA.-Pero ahora tú y yo nunca más perderemos el contacto. Tienes que venir a mi casa. ¿Sabes?, he tenido dos hijos. Un niño y una niña. El niño está hecho ya todo un hombre. La niña es una muñequita. Y mi marido, cuando conozcas a mi marido...
MIGUEL.-¿En qué les he interesado yo alguna vez? ¿Por qué debería hacer algo por ellos?
SERGIO.-Las cosas cambiarán si tú me haces caso.
MIGUEL.-Las cosas nunca cambian.
SERGIO.-Hazlo como un favor.
MIGUEL.-¿Un favor? ¿Para quién?
SERGIO.-Si tú no secundas la huelga, los hombres dejarán de hacerme caso y tendré que abandonarlo todo.
MIGUEL.-Yo te he enseñado este trabajo. Yo te he metido en mi casa. ¿Te parecen pocos favores?
TERESA.-¿Te has casado? ¿Eres feliz? ¿Tienes hijos?
MIGUEL.-¿Hablamos de mi mujer? ¿Quieres que hablemos de favores?
TERESA.-Dame un beso. Me muero por abrazarte.
NINA.-No sé quién es usted. Se equivoca de persona.
MIGUEL.-Creo que aún no me conoces. El fuego seguirá encendido.
NINA.-Suélteme o grito.
TERESA.-Nina.
NINA.-No me llame Nina. Se equivoca de persona.
SERGIO.-Si insistes con tu actitud, llegará un momento en que a la patronal le dé por cerrar y no haya nadie que se pueda oponer a ello. Entonces no podrás hacer nada por tu fuego.
NINA se suelta violentamente de las manos de Teresa.
NINA.-Déjeme. ¿Quién es usted? ¿Se cree con derecho a molestar a la primera persona que se encuentra por la calle?TERESA.-Nina. Tú eras mi única amiga.
NINA.-Yo nunca he tenido amigas.
MIGUEL.-Mientras yo esté aquí nadie tocará mi fuego.
El MÉDICO acaba de reconocer a NINA. Se cala las gafas y la mira por encima de ellas.
MÉDICO.-¿Tiene regularidad en sus menstruaciones?NINA.-Ya le he contestado muchas veces a esa pregunta.
MÉDICO.-Ya.
NINA.-¿Tengo alguna esperanza?
MÉDICO.-Quisiera dársela. Sé lo importante que es para una mujer tener un hijo. ¿Usted y su marido no han pensado alguna vez en la adopción?
NINA.-Dígame dónde está el problema. Con la de avances que ha habido en la medicina, habrá alguna solución posible.
MÉDICO.-Se ha hecho mucho en la medicina, pero...
NINA.-Estoy dispuesta a cualquier cosa. Mi marido estaría de acuerdo...
MÉDICO.-El problema no es sólo de su marido.
NINA.-Haga conmigo lo que quiera. Experimente con mi cuerpo. Arriesgue hasta donde quiera, sin importar lo que pueda sucederme. Pero déme un hijo.
MÉDICO.-Me gustaría que me contestara algunas cuestiones. En su adolescencia, ¿la sometieron a alguna intervención ilegal?
NINA.-¿Por qué tengo que responder a una pregunta como ésa?
MÉDICO.-No me responda. No tiene ninguna obligación. Pero por lo que puedo ver una mano hizo y deshizo en su interior. Una mano que difícilmente podría ser la de un profesional. Su vientre es desfavorable para la procreación. El que le hizo eso se aseguró muy bien de que usted nunca pudiera tener hijos.
MIGUEL, en la cocina. Se dirige al frigorífico. Un tumulto amenaza derribar las paredes. MIGUEL se tapa los oídos. Entran en la casa media docena de policías. Un par de ellos acorrala a MIGUEL contra la pared y le registra. Los otros buscan en la habitación.
POLICÍAS.-Orden de registro. Orden de registro.MIGUEL.-¿Qué quieren? Yo no he hecho nada.
POLICÍA.-Cállate. Te va a caer una buena.
MIGUEL.-No pueden hacer esto.
MIGUEL intenta desembarazarse de la presa de los policías. Éstos se echan sobre él y, tras una dura resistencia, le tienden contra el suelo.
POLICÍA VIEJO.-Mirad lo que tiene aquí.POLICÍA JOVEN.-Dios Santo. ¿Cómo es posible...?
POLICÍA VIEJO.-Mira bien y aprende. Si hubieras visto en el cincuenta y cinco...
El POLICÍA VIEJO se pone unos guantes de látex y le pasa un par de ellos al JOVEN, que se ahoga en arcadas. El POLICÍA VIEJO le da un golpetazo en la espalda y le obliga a calzarse los guantes.
POLICÍA VIEJO.-Pásame toda esa mierda. Menudo festín se iba a dar el hijoputa.Saca bolsas de plástico trasparente que va llenando con trozos de carne fresca.
MIGUEL.-¿Qué es eso? Es sólo carne. ¿Qué tiene de especial?POLICÍA.-¿Qué clase de carne? ¿Primera calidad?
MIGUEL.-Pregúntenle a mi mujer. Yo no sé nada.
SERGIO va a visitar a NINA. NINA aparece desnuda, recién duchada, sólo cubierta por una toalla.
NINA.-¿Cómo has entrado?SERGIO.-La puerta estaba abierta de par en par. Llamé al timbre y nadie contestó. Entré por si había pasado algo.
NINA.-Has venido a verme.
SERGIO.-Quería hablar con Miguel.
NINA.-Sabes muy bien que a estas horas está trabajando. ¿Es que no le ves en la fábrica?
SERGIO.-Hace mucho que no voy por ahí.
NINA.-Hace mucho que no vienes tampoco por casa. Te extraño tanto.
SERGIO.-No me toques.
NINA.-¿No quieres que te toque? Creía que yo te gustaba. Te necesito. No sabes cuánto te necesito.
SERGIO.-¿Tú crees que Miguel sabe lo nuestro?
NINA.-(Se ríe a carcajadas ante la estupefacción de Sergio)
¿Y qué más da si lo sabe?
SERGIO.-Le debo mucho. No quiero que él sufra por mi culpa.
NINA.-Qué equivocado estás con Miguel. Le crees mucho mejor de lo que es.
SERGIO.-Ha sido como un padre para los dos.
NINA.-Cuántas cosas desconoces. En casa de puertas para dentro es un bruto.
SERGIO.-¿Te ha tratado mal alguna vez?
NINA.-Tú y yo podríamos empezar una nueva vida.
SERGIO.-Soy incapaz de seguir engañándole.
NINA.-¿Y si el engañado hubieras sido tú?
SERGIO.-¿Qué dices?
NINA.-Huyamos, tú y yo. Olvídate de Miguel, olvidémonos del mundo.
SERGIO.-Eso es muy fácil de decir.
NINA.-¿Qué es lo que le debes? Si no fuera por él, tú habrías continuado tu carrera sin ningún problema. Sé muy bien lo que ahora piensan de ti en la fábrica. Y él se ríe de todo lo malo que te está pasando.
SERGIO.-No puede ser.
NINA.-Crees que es un pobre hombre, que hasta es digno de compasión, pero es capaz de lo peor. Una noche vino cubierto de sangre.
SERGIO.-Su trabajo es duro incluso para un hombre como él.
NINA.-No tenía encima ni un rasguño. Yo no me atreví a preguntarle nada. Sus ojos brillaban como los de un loco.
SERGIO.-Alguna pelea con un compañero.
NINA.-¡Olía a perfume barato! Al día siguiente quemó los periódicos, y arrancó el enchufe de la televisión.
SERGIO.-¿Por qué no acudiste a la policía?
NINA.-¿Y si yo fuera la siguiente? Esa semana me golpeó hasta tirarme al suelo. ¿Ves esa alfombra? Ahí estuve tendida, esas manchas de sangre son mías.
SERGIO.-¿Es verdad eso que dices?
NINA.-Compruébalo si quieres.
SERGIO.-¿Cómo has podido vivir así hasta ahora?
NINA.-¿A quién iba a pedir yo ayuda?
SERGIO.-Aún tengo a mi cargo las cuentas del sindicato. Poco me importa ya todo, porque sólo me importas tú. Larguémonos, tan lejos como nos permita el dinero.
NINA.-¿A dónde crees que podríamos llegar?
SERGIO.-Donde a él no se le ocurra buscarnos.
NINA.-No es un hombre al que se le pueda esquivar con facilidad.
SERGIO.-¿Qué otra solución nos queda? ¿Qué es lo que quieres si no?
NINA le mira fijamente en silencio. SERGIO baja la cabeza y se mira las manos.
El ENCUESTADOR, ante MIGUEL, un toro encadenado y recubierto de heridas sangrantes. Dos guardias tiran de sendas cuerdas, ambas atadas a su cuello.
ENCUESTADOR.- ¿Dice que la idea nació de su esposa?MIGUEL.-Yo no tuve nada que ver.
ENCUESTADOR.-¿Se acuerda de la mujer que apareció muerta en el parque, con el rostro desfigurado? ¿Tuvo usted alguna relación con ella?
MIGUEL.-Yo no tuve nada que ver.
ENCUESTADOR.-¿No sabe nada de lo que le pasó a Sergio Espinosa, empleado en la misma fábrica que usted?
MIGUEL.-Yo no tuve nada que ver.
ENCUESTADOR.-¿Reconoce que obró incitado por su mujer?
MIGUEL.-¿Por qué no le pregunta a ella? No pueden retenerme por más tiempo. Tengo que ir a alimentarlo. Sólo deben de quedar brasas. Si no me dejan ir, acabará extinguiéndose, definitivamente. Eso sería fatal. Nadie puede comprender lo que eso supondría. Yo lo he alimentado día tras día. Conoce mi mano y extrañaría la de un desconocido. Si ya tienen a mi mujer, ¿para qué me quieren a mí? ¿Intentan acusarme de todos los casos que han sido incapaces de resolver? ¿Qué tengo yo que ver con una prostituta? Alguna vez, la carne es débil, he ido con ese tipo de mujeres. Lo reconozco. ¿Pero de qué me hace culpable eso? Si un obrero deja de ir a su trabajo, ¿piensan que yo tengo que ver con ello? Tengo ya mis años. Me siento cansado. Soy demasiado viejo para ella. Quizá fue un error un matrimonio tan tardío. Siempre he sido un tipo solitario. No sé qué vio ella en mí. Debería haberlo pensado mejor. Qué necesidad tendría yo de mezclar mi vida a la suya.
NINA.-(Vestida como una niña, le habla a Miguel) Señor, señor. He perdido el autobús y no me atrevo a ir sola a mi casa. ¿Le importaría acompañarme?
MIGUEL.-La vi tan pequeña, tan sola. (A Nina) ¿Dónde vives, niña? ¿Cómo te llamas?
NINA.-Nina. Así me llamo, señor. Vivo en las afueras. ¿No le importará acompañarme?
MIGUEL.-Yo me llamo Miguel.
NINA.-Como el arcángel. San Miguel. Es usted grande y fuerte. Usted será bueno conmigo.
MIGUEL.-La cogí de la mano y ya nunca me la soltó. Siempre la vi como una niña. Nunca había sentido nada igual. (Grita feliz) A mis años, había encontrado el amor. ¡Cuando ya no lo esperaba, tenía su mano pequeña entre las mías y en sus ojos mi reflejo!
(A Nina) ¿Vives sola?
NINA.-Vivo con mi madre, pero nunca está en casa. ¿Quiere subir? Seguro que queda alguna cerveza en el frigorífico.
ENCUESTADOR.-¿No pensó que todo respondía a una estrategia para conseguir clientes?
MIGUEL.-No. No. ¡No!
MIGUEL hierve de indignación en un acceso violento de cólera. Las cuerdas, tensadas por su ira, están a punto de romperse.
SERGIO avanza hasta MIGUEL, con un hierro retorcido en sus manos. Los guardianes no le ofrecen resistencia. Levanta la improvisada arma sobre la cabeza de MIGUEL. No da el golpe fatal. No baja el arma. El ENCUESTADOR se la coge, con suavidad. SERGIO la suelta.
SERGIO abraza a NINA. Ella le rechaza.
SERGIO.-No pude hacerlo.NINA le mira con desprecio.
SERGIO.-Me quedan pocos días. Vente conmigo. Aún estamos a tiempo.NINA.-No eres mejor que él.
SERGIO.-Respóndeme a una cosa. Miguel, ¿lo sabía todo?
NINA.-Desde el principio.
SERGIO.-¿Cómo hemos podido ser tan crueles?
NINA.-Él lo quiso así. Quiso que fueras tú quien me poseyera. Para mí sólo eras un trozo de carne. Yo siempre le he querido a él.
SERGIO.-Nunca me habían engañado de esa manera.
NINA.-Te avisé que las cosas nunca son lo que parecen. No quisiste hacerme caso.
SERGIO.-No fue jugar limpio conmigo.
NINA.-Si lo hubieras sabido, ¿habrías sido el mismo?
SERGIO.-¿Por qué sigo creyendo que las cosas no sucedieron como tú me cuentas?
NINA.-Pudiste haber hecho que todo fuera diferente. No tuviste la suficiente valentía.
SERGIO.-Me voy dentro de unos días. En esta ciudad no tengo ya ningún futuro. Me voy derrotado. Con las manos llenas de agujeros. Me costará rehacer mi vida. Pero tengo años para olvidarlo todo. Debería elegir un nuevo nombre. Buscaré un trabajo nuevo. Romperé con este pasado que ha acabado siendo un infierno. Encontraré una nueva mujer. Alguien con la que compartiré sólo alegrías. ¿Nunca has sentido nada por mí?
NINA no responde. Dos ayudantes toman entre sus brazos a SERGIO. Éste se desvanece inánime, el cuerpo rígido. Los ayudantes lo levantan en vilo y lo tienden en la alfombra. NINA se agacha y le acaricia la mejilla.
MIGUEL, aún preso, habla con NINA.
MIGUEL.-Mañana viene tu madre a comer.NINA.-No hay nada en el frigorífico.
MIGUEL.-Te di dinero el lunes.
NINA.-Ya no queda nada.
MIGUEL.-Saca dinero del banco.
NINA.-Hace mucho que cancelaron la cuenta corriente. Desde que te dejaron de pagar en el trabajo.
MIGUEL.-En la carnicería te fiarán.
NINA.-No voy a mendigar para esa mujer.
MIGUEL.-¿Vas a empezar de nuevo? ¿Quieres probar de nuevo mi mano? Tu madre va a venir mañana a comer. Saca la comida de donde quieras, pero no tiene por qué pensar mal de nosotros.
NINA.-Tengo que decirte algo.
NINA se acerca a él. Se inclina para hablarle al oído.
MIGUEL.-Estamos solos. Si tienes que decirme algo, ¿por qué no lo haces en voz alta?NINA le dice algo al oído. MIGUEL se rebuye. NINA continúa. MIGUEL se levanta con violencia y alza la mano contra ella. Los guardianes tiran de las cuerdas casi ahogándole.
MADRE.- (A Miguel, gritándole) A esto te ha llevado esa mujer. No supiste tratarla con mano lo suficientemente dura para contenerla. A tu edad y ha sido tu exceso de ingenuidad lo que te ha llevado a la perdición. Si querías tenerme a mí, ¿por qué te precipitaste de esa manera?MIGUEL.-Yo siempre la quise a ella.
MADRE.-Dejaste que se encamara con tu mejor amigo. Permitiste que alimentaran el pecado en tu propia cama. No ocupaste tu lugar, te pareció mejor que otro cumpliera con tu deber. Mírate. Esto es lo que te mereces. ¿Y aún dices que la quieres?
MIGUEL.-Desde el primer momento. Desde que la vi por primera vez. Empecemos de nuevo. Volvamos a colocar las cosas en su sitio. Me gustaría que mañana comieras con nosotros.
MADRE.-¿Nina lo sabe?
MIGUEL.-Ella hará la comida.
MADRE.-Me doy por invitada.
NINA se inclina con un cuchillo y una olla ante el cadáver de SERGIO. Corta la piel y despieza trozos de carne con los que llena la olla.
La Corte se reúne. Con toda solemnidad, investidos de sus togas, el jurado ocupa la parte alta de la escena.
GUARDIÁN.-Silencio. Silencio. Se abre la sesión del proceso del Estado contra Miguel Gutiérrez y Nina Velilla por el asesinato de Sergio Espinosa.ENCUESTADOR.-Obran en poder de la Corte datos, demasiados datos. Tantos que no hacen sino confundirnos aún más. Pero aún no sabemos nada. Es nuestro deber llegar a las últimas raíces de la verdad. Hundirnos en sus entrañas. En este caso, de nada sirve resbalar por la superficie sin ignorar las más íntimas causas.
Comencemos. En primer lugar, debemos proceder a la reconstrucción de los hechos.
FUNCIONARIA.-Usted ha reconocido que el sumario se encuentra sobrecargado. Creo que ya tenemos suficientes elementos de juicio. ¿Por qué soportar de nuevo la visión de semejante brutalidad?
MONJA.-Por mi parte, tengo que protestar, en nombre de la decencia. Representar tales acontecimientos sólo puede responder a un deseo morboso.
ENCUESTADOR.-Saldrán de la sala todos los que no hayan tenido parte en el desarrollo de los hechos.
PERIODISTA.-Protesto, en nombre de la libertad de expresión, en nombre del derecho del ciudadano a conocer los hechos.
FUNCIONARIA.- (A los guardianes) Saquen a todo el mundo. Desalojen la sala.
Los GUARDIANES acorralan contra un rincón del escenario a los otros actores. Estos intentan romper su cerco y seguir la acción.
ENCUESTADOR.-Procedan. Por favor.Un GUARDIÁN le da a MIGUEL la barra de hierro retorcida. MIGUEL y NINA, ante el cuerpo de SERGIO.
NINA.-Tú entraste y él intentaba forzarme.MIGUEL.-Entré y le vi intentando abusar de mi mujer.
NINA.-Yo me hubiera bastado para defenderme. Ciérrale los ojos. ¡Ciérrale los ojos! No soporto esa mirada.
MIGUEL.-¿Seguro que está muerto?
NINA.-¿A qué esperas para cerrarle los ojos? Yo no puedo tocarle.
MIGUEL.-Se está moviendo.
NINA.-Está muerto. Ciérrale los ojos.
MIGUEL.-Nadie puede ir contra el fuego. El fuego alcanzará a los que intenten apagarle. Intentó cerrar los hornos. Yo le avisé.
NINA.-Le has matado tú. Con esa barra de hierro.
MIGUEL.-Yo soy el enviado del fuego.
NINA.-Hay que deshacerse de eso.
MIGUEL.-Voy a buscar la sierra.
NINA.-Si hacemos ruido a estas horas los vecinos podrían sospechar. Lo mejor es que nos vayamos a la cama.
MIGUEL.-No podría dormir ahora.
NINA.-Tienes que descansar. Mañana viene mi madre y no tiene que notar nada.
MIGUEL.-Voy a encender el fuego.
NINA.-Ya basta.
MONJA.-Ya basta.
ENCUESTADOR.-Hay que seguir hasta el final.
FUNCIONARIA.-Su conducta me resulta improcedente.
ENCUESTADOR.-Por favor, les ruego tengan paciencia. Nos acercamos, nos estamos acercando. Presten atención.
MIGUEL alza a NINA sobre su cabeza. NINA le abraza el torso con sus piernas. MIGUEL hunde la cabeza en su vientre.
MONJA.-¿No es bastante con todo lo que hemos visto?ENCUESTADOR.-¡Mirad! No se trata de un crimen cualquiera. Los rasgos típicos del asesino están excluídos de sus acciones. Intento demostrar que hay algo más, una razón secreta que no quiero escape a la atención del tribunal. Era la única puerta abierta que les quedaba.
FUNCIONARIA.-Se expresa como un demente.
MIGUEL lleva en sus brazos a NINA a la cama.
ENCUESTADOR.-Nada tan difícil como alcanzar la felicidad. Me pregunto si ése es el precio que estos desdichados estaban obligados a pagar para alcanzarla.MONJA.-Sea lo que sea, no quedarán impunes por su pecado.
FUNCIONARIA.-Está incurriendo en una justificación del crimen.
ENCUESTADOR.-No quiero justificar ninguna acción criminal. Sólo comprender una acción humana. No les defiendo. Sólo intento entender.
MIGUEL le hace el amor a NINA, que suspira de felicidad.
MONJA:(Tapándose los oídos) Esto es obsceno. ¿Qué se gana intentando entenderlo todo? ¿Qué se gana presenciándolo?FUNCIONARIA.-Su comportamiento atenta contra la Justicia, contra las normas elementales del Estado de Derecho, la Democracia y la Moral.
ENCUESTADOR.-Como juez sé cuál es mi obligación. Pero ese momento al que llegaron les encumbró por encima del tiempo.
FUNCIONARIA.-Me veo obligada a destituírle de sus funciones y ordenar que se proceda a su detención preventiva.
MONJA.-La víbora le emponzoñó con su veneno.
ENCUESTADOR.-Aún soy el juez. Se hará todo según yo lo ordene.
FUNCIONARIA.-¡Guardias!
Los GUARDIAS detienen al ENCUESTADOR, que se resiste a la detención. Con violencia, logran inmovilizarle.
ENCUESTADOR.-Yo pagaré su culpa. Pero a ella ya no la tocaréis.NINA se pasea por el escenario con una bandeja llena de pastelillos de carne que reparte entre los presentes.
Le ofrece uno al ENCUESTADOR, que asume y con el que comulga antes de que los GUARDIANES le saquen de la sala.
ENCUESTADOR.-¿Es para mí?NINA.-Cómalo.
ENCUESTADOR.-He intentado comprenderte. Me puse en vuestro lugar. Yo sé lo que sientes.
NINA.-Usted nunca podrá saber nada.
ENCUESTADOR.-¡Nina! Tengo que decirle algo. Nina. ¡Nina!
Los GUARDIANES que han prendido al ENCUESTADOR le sacan a rastras de escena. NINA se dirige a su MADRE y le da un pastelillo.
NINA.-Come, madre. Ésta es la comida que he cocinado para ti.La MADRE gusta del excepcional manjar.
La multitud hierve de furor. Rompe la barrera de los GUARDIANES y se abalanza sobre NINA, que distribuye entre ellos la comida que devoran con ansiedad. La represión no se hace esperar. Los GUARDIANES arremeten contra la chusma, dispara sus armas contra la masa.
NINA coge el último pastel y lo come delicadamente. Una lágrima se escapa de sus ojos cerrados.
Los GUARDIANES vacían el escenario. Retiran los cuerpos de los caídos en la refriega mientras la MONJA les mira con severa aprobación.
El escenario, desierto.
NINA, tendida sobre una toalla, toma el sol en la playa. Una pelota de goma, rebotando, va a detenerse a sus pies. Un NIÑO de unos diez años, en bañador, corre a recogerla. El NIÑO se agacha al lado de NINA. Ella le acaricia la cabeza.
NINA.-¿Ya te has cansado de jugar?NIÑO.-Todos los niños se han ido a sus casas.
NINA.-(Riendo) Estás lleno de arena.
NIÑO.-¿Puedo bañarme otra vez?
NINA.-Espera a que venga tu padre. Hijo, no sabes cuánto te quiero.
© (2000) Raúl Hernández
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