EDIPO EN LA CARRETERA Teatro del Astillero estrena una tragedia moderna

I.P.El Mundo "Metrópolis" nº350 del 7 al 13 de febrero de 1997
 

Son imparables. Los miembros del Teatro del Astillero tienen una forja digna de la mejor siderurgia. Con la colaboración de Guillermo Heras, que asume desinteresadamente la dirección de unos textos que considera imprescindibles en la nueva autoria, han presentado ya dos montajes, Para quemar la memoia, de José Ramón Fernández y El sueño de Ginebra, así como Rotos, una experiencia compartida con Carlos Rodríguez y los alumnos de Interpretaci6n de la Sala Cuarta Pared.

Ahora afrontan el estreno en esta misma sála de Thebas Motel, de Luis Miguel González Cruz, con la que este dramaturgo obtuvo en 1995 el Premio de Teatro Rojas Zorrilla, con Marina Andina y Alberto Roca.

González Cruz juega con la tradición y con los mitos. Construye dos personajes, Marino y Selene, que beben de la reláción entre Edipo y Yocasta, pero los traslada al claustrofóbico espacio de una cama de motel. Y los aleja de sus orígenes dinásticos para darles la condición de atracadores, que tras dar un gran golpe en un banco, se refugian en un hostal de carretera iluminado por neones y por la luz acechante de la policía, con un cuantioso botín. «La obra arrancó, como todas las del Teatro del Astillero, de un taller, impartido en este caso por Paloma Pedrero. El ejercicio surgía de una imagen concreta: colocar a un hombre y una mujer en una cama. Del ejercicio nació la obra», explica González.

Una obra que bebe de imágenes cinematográficas, de atmósferas convulsas (el calor sofocante en pleno mes de diciembre, la radio que se cuela en la intimidad de los personajes): «Procedo del cine y la televisión y puede parecer muy sajona, pero creo que nace de una cultura española contemporánea y mestiza».

«Además, estos elementos predicen la tragedia. Las fuerzas de la naturaleza se rebelan en Tebas con la peste. Y hoy nuestro tiempo está loco», concluye González Cruz.

 


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