Nacida a la sombra de los relatos "troyanos" y de las grandes narraciones artúricas del siglo XIII francés, la literatura caballeresca española evolucionó lentamente en el XIV desde la aparición del Amadís de Gaula. Ésta se constituye en género y amplía de manera duradera sus ideas originales a lo largo del Renacimiento y parte del Siglo de Oro. Cuando aparecen sus últimos representantes, en vísperas de la publicación de Don Quijote, cuenta con más de sesenta obras; un volumen de libros considerable, debido a la duración de su éxito, la amplitud de su difusión y el número de sus lectores hispánicos y europeos; pero cayó progresivamente en un profundo descrédito y hoy es percibida como una curiosidad arqueológica. Para rehabilitar estas novelas injustamente desconocidas, se propone aquí una relectura que esclarece su enraizamiento en la tradición medieval, seguida de un aproximamiento selectivo que sigue la trayectoria del género por dos vías diferentes: aquella que diseña la inclusión persistente de fragmentos poéticos en el corazón de la prosa novelesca y, en segundo lugar, la que corresponde a la tendencia, en esta prosa, a un discurso falsamente histórico, destinado a dar a la Ficción la apariencia y el color de la Verdad. Este triple planteamiento indica que, en menoscabo de su fidelidad a a las fórmulas narrativas heredadas del pasado, los novelistas españoles les otorgadaron una mayor flexibilidad, y que con el tiempo consiguieron renovarlas adaptándolas a sus propios fines. Así se esboza, entre los más sutiles, una revisión de los mismos modos de escritura con los que se relacionan. Por ello sus obras, tan desacreditadas, abren la vía a la gran invención cervantina de una "novela nueva" --una novela que es a la vez la cara irónica y el último eco de los libros de caballerías.