-
- El corpus de los
libros de caballerías castellanos:
¿una
cuestión
cerrada?
(1)
-
José Manuel Lucía
Megías
Universidad Complutense de Madrid
-
-
- "-Verdaderamente, señor cura, yo hallo por mi
cuenta que son perjudiciales en la república estos que
llaman libros de caballerías y, aunque he leído,
llevado de un ocioso y falso gusto, casi el principio de todos
los más que hay impresos, jamás me he podido
acomodar a leer ninguno del principio al cabo, porque me parece
que, cuál más, cuál menos, todos ellos son
una mesma cosa, y no tiene más éste que
aquél, ni estotro que el otro" (2).
-
- Con estas palabras el canónigo de Toledo sentencia los
libros de caballerías impresos en su tiempo
(recuérdese, principios del siglo XVII). En la escena se
encuentran presentes el cura, Sancho Panza y un don Quijote
encantado en una jaula, camino de su aldea. Es el capítulo
XLVII de la primera parte del Ingenioso hidalgo don Quijote de
la Mancha.
- Esta idea, la del género caballeresco compuesto por una
serie de textos monótonos, idénticos en sus
historias y en sus desarrollos, de los que sobresalen sólo
unos títulos, por todos conocidos y por algunos
leídos y admirados (Amadís de Gaula,
Palmerín de Olivia, Tirant lo Blanc...) ha
terminado por convertirse en un lugar común en la
crítica de la prosa de ficción de los Siglos de
Oro.
- Pero, sin duda, diversa hubiera sido la imagen de los libros
de caballerías si se hubieran tenido en cuenta otros
párrafos del mismo capítulo. En un momento
determinado, el canónigo no puede dejar de admirarse de que
alguien pueda creer que sea verdad lo que los libros de
caballerías cuentan, demostrando una lectura más
atenta de la que habría confesado en primer encuentro:
-
- Y ¿cómo es posible que haya entendimiento
humano que se dé a entender que ha habido en el mundo
aquella infinidad de Amadises, y aquella turbamulta de tanto
famoso caballero, tanto emperador de Trapisonda, tanto
F[e]lixmarte de Hircania, tanto palafrén, tanta
doncella andante, tantas sierpes, tantos endriagos, tantos
gigantes, tantas inauditas aventuras, tanto género de
encantamentos, tantas batallas, tantos desaforados encuentros,
tanta bizarría de trajes, tantas princesas enamoradas,
tantos escuderos condes, tantos enanos graciosos, tanto
billete, tanto requiebro, tantas mujeres valientes y,
finalmente, tantos y tan disparatados casos como los libros de
caballerías contienen?
-
- Y ello puede encontrarse en los libros de caballerías
castellanos, en un género que se mueve a lo largo de dos
siglos entre el didactismo y el entretenimiento.
- Otros factores han venido a potenciar este lugar común
("son todos iguales") de la crítica moderna de los libros
de caballerías castellanos, como es la complejidad de
concretar el corpus caballeresco (formado por más de
setenta títulos), la extensión de los textos, sin
olvidar la inexistencia de ediciones modernas de la mayoría
de ellos (3) , lo que obliga a la lectura de los
mismos en ediciones antiguas o en testimonios manuscritos, con la
consiguiente dificultad de su localización, ya que algunos
sólo se conocen gracias a ejemplares dispersos en varias
bibliotecas de todo el mundo (4). Y con la tan
citada frase "son todos iguales" se ha sentenciado un
género con casi dos siglos de vida, compuesto por casi
setenta títulos diferentes, de los que se hicieron decenas
de ediciones durante los siglos XVI y XVII, y se imprimieron miles
de ejemplares, difundidos por toda Europa y América;
género que es una de las columnas vertebrales de la
industria editorial hispánica en el XVI (en especial para
algunos talleres, como los de la dinastía de los Cromberger
en Sevilla) y que conforma la base del imaginario de la
ficción en español (cuando lo español se
convirtió en el modelo cultural y literario de la Europa de
su tiempo) y del nacimiento de la novela moderna
- Por este motivo, se hacía necesario una
antología del corpus completo de los libros de
caballerías castellanos de los que, hasta hoy, tenemos
noticia; una antología que huyera de los episodios
más conocidos y de las obras más citadas, para
intentar ofrecer, aunque sólo de un modo general por falta
de espacio, la riqueza de matices de un género al que se
han acercado escritores de muy diferente calidad con intenciones
también diversas; un género que ha sabido apoyarse y
utilizar elementos propios de otros géneros narrativos
triunfantes, como la ficción pastoril o la ficción
sentimental (5); un género que fue capaz
de crear una literatura de entretenimiento, que culminará
con el Quijote y, de la que, en el fondo, somos
todavía hoy deudores. De esta necesidad, de este deseo,
nació, gracias a la colaboración de decenas de
investigadores, la Antología de libros de
caballerías castellanos (Alcalá de Henares,
Centro de Estudios Cervantinos) que se publicó en el 2001
(6).
- Muchos aspectos se repetirán en sus páginas,
algunos de ellos de un modo tópico (combates bélicos
y amorosos, ritos de investidura, victorias sobre el mal), pero
también es cierto que en todos ellos aparecen otras voces,
otros matices, otros detalles, dignos también de ser
tenidos en cuenta; los únicos que explican su éxito,
más allá de cualquier geografía y de
cualquier cronología.
- Don Quijote y su autor lucharon contra la
caterva de los malos libros de caballerías, contra
aquellos libros, impresos y manuscritos, que se leían y
escribían a finales del siglo XVI y principios del XVII.
Pero Cervantes escribió con su Ingenioso Hidalgo un
libro de caballerías de entretenimiento, un libro de
caballerías que, como Los cuatro libros de Amadís
de Gaula , según la reelaboración de Garci
Rodríguez de Montalvo, pudiera ser origen de una
restauración del género caballeresco. En este
sentido, la crítica cervantina estaría dirigida
contra los "malos libros de caballerías" y no contra el
género caballeresco, al que el canónigo de Toledo
defiende con vehemencia en las últimas palabras de su
intervención:
-
- -Y siendo esto hecho con apacibilidad de estilo y con
ingeniosa invención, que tire lo más que fuere
posible a la verdad, sin duda compondrá una tela de
varios y hermosos lazos tejida, que, después de acabada,
tal perfeción y hermosura muestre que consiga el fin
mejor que se pretende en los escritos, que es enseñar y
deleitar juntamente, como ya tengo dicho. Porque la escritura
desatada d'estos libros da lugar a que el autor pueda mostrarse
épico, lírico, trágico, cómico, con
todas aquellas partes que encierran en sí las
dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y
de la oratoria; que la épica también puede
escrebirse en prosa como en verso.
-
- Con la Antología de libros de caballerías
castellanos pretendimos acercar un poco de luz, más
allá de los textos particulares, a un género, el
caballeresco, que, aún hoy, sigue siendo una de las
asignaturas pendientes de la filología; uno de los
géneros castellanos que más repercusión ha
tenido en toda Europa, y que ha sido, en el fondo, el que ha hecho
posible el nacimiento de la narrativa moderna.
- Allí se encontrarán emperadores justos, reyes
traicionados, caballeros valientes, damas guerreras, hermosas
doncellas, aventuras fantásticas, monstruos horribles,
espadas encantadas, gigantes invencibles, trajes
riquísimos, ciudades encantadas; pero también
consejos prácticos (de cómo las mujeres han de tener
los dientes blancos) y normas de conducta cortesana, discursos
didácticos y excursos moralizantes. Y algunos de ellos
escritos en un estilo más apacible que otros, demostrando
unos más invención que otros, pero siempre dando
cabida a lo lírico y a lo épico, a lo cómico
y a lo trágico: risas y lágrimas, sonetos y arengas
se dan cita en el género caballeresco.
- Pero, más allá de los resultados obtenidos,
más allá de la pertinencia de los fragmentos
elegidos, la Antología de libros de caballerías
castellanos nos obligó a volver sobre una
cuestión que no ha sido, desde nuestro punto de vista, lo
suficientemente debatida: ¿qué textos, que
títulos forman parte del corpus de libros de
caballerías castellanos? O si se quiere plantear desde otro
punto de vista: ¿Es posible establecer un único
corpus de los libros de caballerías castellanos?
Cuestión abierta más que cerrada; cuestión
entreabierta, si se prefiere, dado que durante el 2001
comenzó a distribuirse una herramienta esencial para el
conocimiento y el estudio de los libros de caballerías
castellanos: la Bibliografía de los libros de
caballerías castellanos de Daniel Eisenberg y Mª
Carmen Marín Pina, publicada en el 2000 por las Prensas
Universitarias de Zaragoza; una herramienta que ofrece un
corpus caballeresco que propuse en mi
Antología del 2001, que es heredero de los
planteamientos teóricos del libro Imprenta y libros de
caballerías que publiqué en el año 2000
en la editorial madrileña Ollero & Ramos.
- Intentemos abrir, de nuevo, esta puerta crítica;
planteemos la posibilidad de poder cerrarla, al menos, desde un
determinado punto de vista.
-
- B
-
- Los libros de caballerías castellanos, desde el
Amadís de Gaula refundido por Garci Rodríguez
de Montalvo (seguramente a finales del siglo XV: nº 2)
(7) hasta la Tercerca y cuarta parte de Espejo
de príncipes y caballeros (nº 34), último
libro de caballerías en folio impreso en la Zaragoza de
1623, sin olvidar algunos libros de caballerías posteriores
a esta fecha, como la Quinta parte del mismo texto (nº
35), constituyen el género de ficción más
complejo, por su geografía, por su cronología, por
sus diferentes registros y múltiples influencias, de las
letras castellanas. La conciencia que se tenía en su
época de la existencia de un género caballeresco
determinado está fuera de dudas... sólo hay que
hablar del "linaje de Amadís" para que el lector (u
oídor) coetáneo supiera ante qué texto se va
a encontrar (8); y esto mismo sucede con los
grabados de las portadas, con determinadas palabras en el
título, codificadas por los usos de la imprenta
(esforçado, por ejemplo) o por el tamaño de
los libros. Marcas externas que se complementan con otras
textuales, por todos conocidas: desde el escrutinio de la
biblioteca del hidalgo Quijana (o Quexana), al sueño del
prólogo del Olivante de Laura (nº 56), desde el
enfrentamiento de Belinflor (nº 40) a las pinturas en la
Casa del Amor en el Felixmarte de Hircania (nº
38).
- Pero el problema de establecer un corpus de los libros de
caballerías castellanos no radica tanto en los
mínimos como en los máximos; o en otras palabras,
¿qué criterio utilizar a la hora de delimitar un
corpus, que pretenda ser completo, de los libros de
caballerías castellanos? ¿Uno o varios criterios? En
el caso de los textos de los siglos XVI y XVII, el corpus puede
ampliarse a límites casi inabarcables, en donde las
fronteras no siempre quedan claras, ni para nuestra
comprensión actual ni para la realidad de su época.
No hemos de olvidar que durante el siglo XVI el arte de imprimir
(es decir, de difundir la letra escrita) se convierte en una
industria del imprimir (es decir, de ganar dinero a partir de la
letra escrita), por lo que un nuevo factor (el de las estrategias
editoriales y empresariales) puede afectar la creación y
difusión de los textos. Tampoco olvidemos que este cambio
(el del arte a la industria) en tierras castellanas tiene un
protagonista: los libros de caballerías. De este modo, a la
hora de realizar un acercamiento al corpus caballeresco
durante los Siglos de Oro, es necesario tener en cuenta tanto
factores internos (narratológios y literarios) como
externos; en otras palabras: es necesario tener en cuenta tanto el
texto (literatura) como el libro (industria).
- Los criterios que, de manera mayoritaria, se han utilizado
para la delimitación del corpus de los libros de
caballerías castellanos se han basado exclusivamente en
aspectos internos: el contenido de los mismos (lo que permite
además establecer una clasificación de los libros
que forman parte del género) o su naturaleza de texto
original o texto traducido (9) .
- Pascual de Gayangos en su Catálogo razonado de los
libros de caballerías que hay en lengua castellana ó
portuguesa hasta el año 1800 (Madrid, 1857)
realizó la que puede ser considerada, incluso hoy en
día, la más ambiciosa de las clasificaciones
realizadas de los libros de caballerías. El único
criterio que utilizó es el del contenido, basado en el
"origen" de los textos objeto de estudio, como así
indicó en su introducción:
-
- Para tratar de estos libros con el debido órden,
convendrá dividirlos en tres grandes ciclos: el
bretón, el carlovingio y el greco-asiático. Los
dos primeros son, con alguna ligera excepción,
exclusivamente franceses; y el tercero fué engendrado en
la Península por la brillante imaginación de
nuestros escritores. A este último habrá
necesariamente de agregarse otra multitud de libros, así
en prosa como en verso que, estrictamente hablando, no son
más que una modificación del género, como
son la novela-caballeresca-sentimental, los libros de
caballerías morales ó á lo divino, los que
están fundados sobre la historia de España, y por
último, las bellísimas epopeyas caballerescas
traducidas ó imitadas del italiano (1874: vi).
-
- De acuerdo con este criterio, los títulos (y sus
caballeros) irán situándose en las siguientes
casillas:
-
- [1] Ciclo bretón: Merlín y sus
profecías, El libro del Baladro, La Demanda del Santo
Greal, Lanzarote del Lago, Tristán de Leonís y
Tristán el Joven, Tablante de Ricamonte y Jofré,
hijo del conde don Ason, Sagramor y segunda Tabla
Redonda.
-
- [2] Ciclo carlovingio: Crónica fabulosa
del arzobispo Turpin, Carlomagno y sus doce pares, Segunda
parte, Tercera parte, Espejo de caballerías, Guarino
Mesquino, Morgante, Renaldos de Montalbán.
-
- [3] Ciclo Greco-Asiático
- [3.1] Sección primera: los Amadises
[...].
- [3.2] Sección II: Los Palmerines:
Palmerín de Oliva, Primaleón, Polindo,
Platir, Flotir, Palmerín de Inglaterra, Don Duardos
II de Bretanha, Don Clarisel de Bretanha.
- [3.3] Sección II: Libros independientes
de las dos séries anteriores: Arderique,
Belianís de Grecia, Belindo, Caballero de la Luna,
Caballero de la Rosa, Cifar, Cirongilio de Tracia,
Clarián de Landanís, Claribalte, Claridoro de
España, Clarimundo, Clarindo de Grecia, Clarisel de
las Flores, Cristalián de España,
Dominiscaldo, Caballero del Febo, Febo el Troyano, Felix
Magno, Felixmarte de Hircania, Floramenta de Colonia,
Florambel de Lucea, Florando de Inglaterra, Florimon,
Floriseo, Gellio el Caballero, Leon Flos de Tracia, Leonis
de Grecia, Lepolemo, Lidaman de Ganail, Lidamante de
Armenia, Lidamor de Escocia, Lucidante de Tracia, Lucidoro,
Marsindo, Olivante de Laura, Oliveros y Artus, Philesbian de
Candaria, Policisne de Boecia, Polindo, Polisman, Reymundo
de Grecia, Tirante el Blanco, Valeriano de Hungría,
Valfloran.
-
- [4] Historias y novelas caballerescas
- [5] Libros caballerescos fundados en asuntos
históricos, principalmente españoles
- [6] Traducciones é imitaciones del Orlando y
otros poemas caballerescos en castellano.
-
- Por otro lado, en la reciente, e imprescindible,
Bibliografía de los libros de caballerías
castellanos de Daniel Eisenberg y Mª Carmen Marín
Pina (Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2000) se
considera un criterio diferenciador el ser escrito originalmente
en español o ser una traducción (del francés,
del italiano, del portugués o del catalán). Por este
motivo, quedan fuera de la antología el Tirante el
Blanco (nº 69), los dos primeros libros de Espejo de
caballerías (nº 29 y 30), el ciclo de Renaldos
de Montalbán (nº 65-67), Palmerín de
Inglaterra (nº 57), Morgante (nº 55),
Guarino Mezquino (nº 47) o Arderique (nº
12). Pero muchos de ellos aparecen en la biblioteca del hidalgo
Quijano dentro del grupo de los libros de caballerías,
así como también en otros textos
coetáneos.
- Todas estas obras aparecen en nuestra antología; de la
misma manera que algunos de los textos analizados por Pascual de
Gayangos no han encontrado un hueco en nuestras páginas,
¿por qué razón? ¿Qué criterio o
criterios hemos utilizado para establecer el corpus de los libros
de caballerías castellanos?
- Frente a los citados criterios de clasificación que,
sin duda, son los que han marcado y marcan la comprensión
de un género tan complejo como el de los libros de
caballerías castellanos (10), puede
resultar más esclarecedor tener en cuenta esa doble
naturaleza del libro de caballerías antes indicada
(texto y libro, es decir, mensaje y
canal ), y que se ha denominado género editorial
(11). Este fue el criterio que
utilicé para establecer el corpus de mi Imprenta
y libros de caballerías (Madrid, Ollero & Ramos,
2000), y el que he seguido a la hora de concretar los
títulos que formarán parte de la citada
antología, con algunas modificaciones, como ya se ha
indicado anteriormente.
- ¿Qué se quiere decir cuando se habla de
género editorial ? En el género editorial se
engloban tanto las características internas que hacen
posible que una serie de textos compartan una unidad
genérica literaria, como aquellas externas que marcan
vinculaciones (tipográficas e iconográficas) entre
ellas. En otras palabras, el género editorial abarca tanto
al lector (relacionado con el texto ) como al
comprador (relacionado con el libro ), y todo ello
gracias a unas determinadas expectativas de recepción, muy
codificadas y (re)conocidas por todos, que pueden ser utilizadas
por los libreros o impresores para hacer más atractivos sus
productos (12). De esta manera, no debe
extrañar que el canónigo o el barbero cuando entran
en la biblioteca del "ingenioso" hidalgo vayan primero a los
libros de cuerpo "grande": ¡estos son los de
caballerías! Cuando los hayan visto todos, pasarán a
otro género editorial, el pastoril, de un tamaño
menor, gracias al que el cura puede decir: "Estos no deben de ser
de caballerías, sino de poesía".
- De este modo, a la hora de establecer el corpus de los
libros de caballerías castellanos hemos tenido en cuenta
dos criterios: el interno (textos extensos, escritos en prosa, en
donde se relatan las aventuras de varios caballeros, con una
estructura narrativa compleja, dividido en libros y partes, y con
un final abierto en la mayoría de los casos) (13)
así como el externo (libros en formato folio, a dos
columnas, con un grabado en portada -normalmente representando un
caballero jinete-, y un título en donde se especifican
aquellos elementos -bélicos, amorosos, didácticos,
maravillosos o humorísticos- que pretende cubrir unas
determinadas expectativas del receptor).
- Por este motivo, quedan fuera del corpus de los libros de
caballerías castellanos, los textos que conforman otro
género editorial: el conocido como historias
caballerescas , libros en formato cuarto, de poca
extensión que difunden textos sencillos de materia
caballeresca, muchos de ellos de origen medieval (14).
El corpus del género editorial de las historias
caballerescas ha sido concretado por su editora, Nieves
Baranda (Madrid, Turner, 1995), en los siguientes títulos:
Corónica del Cid Ruy Díaz, Historia de Enrique
fijo de doña Oliva, La historia de los nobles cavalleros
Oliveros de Castilla y Artús d'Algarbe, Libro del conde
Partinuplés, Historia de la reina Sebilla, La
crónica del noble caballero el conde Fernán
Gonçáles, La espantosa y admirable vida de Roberto
el Diablo, Libro del rey Canamor, La historia de los dos
enamorados Flores y Blancaflor, La corónica de los nobles
caballeros Tablante de Ricamonte y de Joafré, La historia
de la linda Melosina, La Poncella de Francia, Historia del
emperador Carlo Magno y de los doze pares de Francia, Historia del
caballero Clamades y La historia del noble cavallero
París y de la donzella Viana. A este corpus, a pesar de
sus diferencias -especialmente literarias- habría que
incluir el Rosián de Castilla de Joaquín
Romero de Cepeda (Lisboa, Marcos Borges, 1586), ya que comparte
todas las características externas de este género
editorial.
- Por su parte, las traducciones, teniendo en cuenta los dos
criterios antes indicados, forman parte, con todo derecho, del
corpus del género editorial de los libros de
caballerías castellano. Son libros que han sido editados
compartiendo unas determinadas características externas y
que fueron recibido en su época al mismo nivel que los
textos "originales", ya que todos ellos van a compartir el
tópico de la "traducción" (15);
unos desde la "falsedad" (los textos originales) y otros desde la
realidad (las traducciones).
- En el escrutinio de la biblioteca del hidalgo Quijano, tantas
veces indicado, aparece junto al libro de Amadís de
Gaula, de Belianís de Grecia o de Olivante de
Laura , el Tirante el Blanco o el Palmerín de
Inglaterra, sin hacer en ningún momento alusión
a su naturaleza; una naturaleza particular, la de la
traducción, que en su realidad comparte espacio con la
ficción del resto de los textos caballerescos. Una vez
más, dentro del género caballeresco, realidad y
ficción se dan la mano, se confunden en un abrazo.
Éstos títulos, como los Espejos de
caballerías, Guarino Mezquino, Morgante o el ciclo de
Renaldos de Montalbán merecen, tanto por sus
características internas como externas, formar parte, de
pleno derecho, del corpus del género editorial de los
libros de caballerías castellanos.
- Dentro del corpus de los libros de caballerías
ocupan un lugar indiscutible aquellos que se han transmitido por
medio de copias manuscritas (16); textos que, al
margen de la difusión de la imprenta, se convierten a
partir de finales del siglo XVI en el medio de supervivencia del
género caballeresco. La más de una veintena de
títulos (los que hoy conocemos) (17), que
van desde algunos de principios del siglo XVI
(Adramón [nº 1] y Marsindo
[nº 53]), a los que no llegaron nunca a imprimirse
por problemas económicos (Tercera parte de Florambel de
Lucea [nº 42]) a mediados de la centuria, hasta
otros que podemos fechar con posterioridad a 1623 (Quinta parte
de Espejo de príncipes y caballeros [nº
35]); todos ellos muestran cómo el género
caballeresco pervive, y con salud, más allá de los
últimos textos originales impresos (el Policisne de
Boecia en 1602 [nº 62]) e, incluso, más
allá de la publicación de las dos partes del
Quijote.
- Los libros de caballerías manuscritos han abierto un
nuevo campo de estudio que la crítica, desde una lectura
parcial de las últimas líneas de la primera y la
segunda parte del Quijote, no había querido
transitar: el de la supervivencia de los textos caballerescos
cuando su canal de difusión habitual (la imprenta) no puede
asumir el coste económico de su realización (por
causas externas -estructurales, que se diría hoy en
día-, antes que literarias). De este modo, a finales del
siglo XVI y principios del XVII se va a producir una
transformación del género caballeresco (entendido
éste como simbiosis entre texto y libro ), en
donde el texto no puede valerse de la imprenta para su
difusión; pero no es el momento de la muerte sino del
cambio: algunos lo harán utilizando un medio de
difusión activo todavía en los Siglos de Oro como es
el manuscrito (18); en otros, acercándose
a los nuevos géneros editoriales de éxito a
principios del siglo XVII. Si a mediados del XVI, algunas
crónicas se "disfrazan" de libros de caballerías en
su forma externa como una estrategia editorial, ¿por
qué no lo iba a hacer también Don Quijote de la
Mancha para aprovecharse del éxito del Guzmán
de Alfarache ? Las mismas estrategias editoriales, la misma
voluntad de inteligentes libreros o impresores (Francisco de
Robles y Jacobo Cromberger) para conseguir ganancias con esta
industria que se llama imprenta.
- De este modo, en la Antología de libros de
caballerías castellanos quisimos recoger, por primera
vez, el corpus completo de los libros de caballerías
castellanos, de los que hasta hoy se tienen noticia; corpus
basado en los principios teóricos antes indicados. La labor
ha sido larga (y fruto de varios años de trabajo), pero
también somos conscientes de que todavía queda mucho
por hacer, muchos textos por descubrir... que mañana mismo
(así lo esperamos) esta antología no podrá
decirse completa, ya que faltará algún nuevo texto
descubierto recientemente. No ha de olvidarse que tenemos
constancia de títulos de ediciones caballerescas, de los
que, hasta hoy, no hemos conservado ningún ejemplar, como:
-
- 1.Caballero de la Rosa, Valencia, A costa de G.
Trincher, 1526 (perteneció al Duque de Calabria)
- 2.Leoneo de Hungría, Toledo, 1520
(perteneció a Fernando Colón)
- 3.Leonís de Grecia (perteneció al
Duque de Calabria)
- 4.Lucidante de Tracia, Salamanca, ¿Juan de
Junta?, 1534 (perteneció a Fernando
Colón)
- 5.Taurismundo, Lisboa, Diego de Cibdad, 1549
(perteneció al Conde de Gondomar)
-
- No es de extrañar que en los próximos
años alguno de estos títulos (y otros diferentes)
puedan formar parte de una antología similar a la nuestra
al encontrarse algún ejemplar que hoy consideramos
perdidos. Lidamor de Escocia (nº 52) o
Philesbián de Candaria (nº 61), por recordar
algún ejemplo, se han conservado en un único
ejemplar, y durante muchos años se consideraron
perdidos.
- ¿Y qué decir de los libros de caballerías
manuscritos que quizá se escribieron pero que, al menos al
día de hoy, no tenemos noticia de que se hayan conservado,
como Florisdoro de Grecia , del que confiesa el morisco
Román Ramírez que tiene escrito una buena parte, o
el libro que Santa Teresa y su hermano Rodrigo escribieron siendo
niño, según lo relata el Padre Francisco de Ribera
en su Vida de Santa Teresa de Jesús de 1590,
sin olvidar los folios que tenía ya escrito el
canónigo cervantino, sin olvidar que de algunos de los
títulos de la antología sólo hemos conservado
unos folios sueltos (Clarís de Trapisonda, nº
26) o continuaciones (El caballero de la Luna, nº 17)?
En su mayoría, los libros de caballerías manuscritos
se han conservado en un único testimonio manuscrito, muchos
de ellos descubiertos y dados a conocer en los últimos diez
años. En los próximos años, la nómina
de nuevos textos puede crecer significativamente.
- Desde este doble criterio, el que tiene en cuenta las dos
caras del libro de caballerías castellano, que es a un
tiempo portador de un universo literario y ejemplo de un producto
editorial que mantiene, inalterables, unas características
externas a lo largo de su larga existencia, el corpus de los
libros de caballerías castellanos podría estar
formado por los siguientes setenta y cinco títulos
(19):
-
- [1] Adramón [MS]
- [2] Amadís de Gaula (I-IV) de Garci
Rodríguez de Montalvo
- [3] Las sergas de Esplandián (V) de
Garci Rodríguez de Montalvo
- [4] Florisando (VI) por Ruy Páez de
Ribera
- [5] Lisuarte de Grecia (VII) de Feliciano de
Silva
- [6] Lisuarte de Grecia (VIII) de Juan
Díaz
- [7] Amadís de Grecia (IX) de
Feliciano de Silva
- [8] Florisel de Niquea (X: partes I-II) de
Feliciano de Silva
- [9] Florisel de Niquea (XI: parte III) de
Feliciano de Silva
- [10] Florisel de Niquea (XI: parte IV) de
Feliciano de Silva
- [11] Silves de la Selva (XII) de Pedro de
Luján
- [12] Arderique (")
- [13] Baladro del sabio Merlín
(")
- [14] Demanda del santo Grial (")
- [15] Belianís de Grecia (partes I-II)
de Jerónimo Fernández
- [16] Belianís de Grecia (partes
III-IV) de Jerónimo Fernández
- [17] Belianís de Grecia (parte V) de
Pedro Guiral de Verrio [MS]
- [18] Bencimarte de Lusitania
[MS]
- [19] Caballero de la Luna (libros III-IV)
[MS]
- [20] Cirongilio de Tracia de Bernardo de
Vargas
- [21] Clarián de Landanís
(primera parte, libro I) de Gabriel Velázquez de
Castillo
- [22] Clarián de Landanís
(primera parte, libro II) de Álvaro de Castro
- [23] Floramante de Colonia (segunda parte de
Clarián de Landanís ) de Jerónimo
López
- [24] Clarián de Landanís
(libro III) de Jerónimo López
- [25] Lidamán de Ganail (cuarta parte
de Clarián de Landanís ) de
Jerónimo López
- [26] Claribalte de Gonzalo Fernández
de Oviedo
- [27] Claridoro de España
[MS]
- [28] Clarís de Trapisonda
[MS]
- [29] Clarisel de las Flores de
Jerónimo de Urrea [MS]
- [30] Cristalián de España de
Beatriz Bernal
- [31] Espejo de caballerías (libro I)
de Pedro López de Santa Catalina (")
- [32] Espejo de caballerías (libro II)
de Pedro López de Santa Catalina (")
- [33] Don Roselao de Grecia (libro III de
Espejo de caballerías ) de Pedro de Reinosa
- [34] Espejo de príncipes y caballeros
(I) de Diego Ortúñez de Calahorra
- [35] Espejo de príncipes y caballeros
(II) de Pedro de la Sierra
- [36] Espejo de príncipes y caballeros
(III[-IV]) de Marcos Martínez
- [37] Espejo de príncipes y caballeros
(V) [MS]
- [38] Febo el Troyano de Esteban Corbera
- [39] Félix Magno (libros I-IV)
- [40] Felixmarte de Hircania de Melchor
Ortega
- [41] Filorante [MS]
- [42] Flor de caballerías de Francisco
de Barahona [MS]
- [43] Florambel de Lucea (partes I-II) de
Francisco de Enciso Zárate
- [44] Florambel de Lucea (parte III) de
Francisco de Enciso Zárate [MS]
- [45] Florando de Inglaterra
- [46] Florindo de Fernando Basurto
- [47] Floriseo (libros I-II) de Fernando
Bernal
- [48] Reimundo de Grecia (libro III de
Floriseo ) de Fernando Bernal
- [49] Guarino Mezquino (")
- [50] Leon Flos de Tracia [MS]
- [51] Lepolemo (El Caballero de la Cruz) de
Alonso de Salazar
- [52] Leandro el Bel (")
- [53] Lidamarte de Armenia de Damasio de
Frías y Balboa [MS]
- [54] Lidamor de Escocia de Juan de
Córdoba
- [55] Marsindo [MS]
- [56] Mexiano de la Esperanza (primera parte)
de Miguel Daza [MS]
- [57] Morgante de Jerónimo
Aunés (")
- [58] Olivante de Laura de Antonio de
Torquemada
- [59] Oliveros de Castilla (")
- [60] Palmerín de Inglaterra (")
- [61] Palmerín de Olivia de
¿Francisco Vázquez?
- [62] Primaleón de ¿Francisco
Vázquez?
- [63] Platir de Francisco de Enciso
Zárate
- [64] Philesbián de Candaria
- [65] Policisne de Boecia de Juan de Silva y
Toledo
- [66] Polindo
- [67] Polismán de Jerónimo de
Contreras [MS]
- [68] Renaldos de Montalbán (libros
I-II) de Luis Domínguez (")
- [69] La Trapesonda (libro III de Renaldos
de Montalbán ) (")
- [70] Baldo (libro IV de Renaldos de
Montalbán ) (")
- [71] Selva de Cavalarías (segunda
parte) de Antonio de Brito da Fonseca (")[MS]
- [72] Tirante el Blanco (")
- [73] Tristán de Leonís
(")
- [74] Tristán el Joven
- [75] Valerián de Hungría de
Dionís Clemente
-
- La cuestión del corpus de los libros de
caballerías castellanos, en absoluto, puede darse por
cerrada. Tampoco estas páginas tenían esta
pretensión, sino todo lo contrario: poner en evidencia la
necesidad de un debate sobre el número de textos que forman
parte del género de los libros de caballerías, para
así poder establecer sus características, sus
transformaciones... su génesis y su transmisión a lo
largo del siglo XVI y el XVII. Libros de caballerías que
comparten tanto un papel literario como comercial; corpus, el de
los libros de caballerías, que debería, según
nuestra propuesta, conjugar también aspectos internos (el
texto ) como externos (el libro ) con la
pretensión de recuperar, en la medida de lo posible, la
realidad de su éxito y de su supervivencia a lo largo de
más de cien años.
-
[Madrid, febrero del 2002]
-
-
NOTAS
(1) Una primera versión de este trabajo, fue publicada como
introducción a mi Antología de libros de
caballerías castellanos , Alcalá de Henares, Centro
de Estudios Cervantinos, 2001.
(2) Las citas del Quijote remiten a la edición del
Centro de Estudios Cervantinos realizada por Florencio Sevilla y
Antonio Rey Hazas.
(3) En este sentido, en 1997 comenzó su andadura los
Libros de Rocinante del Centro de Estudios Cervantinos
(Alcalá de Henares), colección dirigida por Carlos
Alvar y José Manuel Lucía Megías que pretende
editar el corpus completo de los libros de caballerías
castellanos; hasta la fecha se han publicado los siguientes
volúmenes: [1] Platir (por Mª Carmen
Marín Pina), [2] Flor de caballerías
(por José Manuel Lucía Megías), [3]
Primaleón (por Mª Carmen Marín Pina),
[4] Felixmarte de Hircania (por Rosario Aguilar),
[5] Tristán de Leonís (por Luzdivina
Cuesta Torre), [6] Tercera parte de Florisel de Niquea
(por Javier Martín Lalanda), [7] Arderique
(por Dorothy A. Carpenter) y [8] Segunda parte de
Clarián de Landanís (por Javier Guijarro),
[9] Félix Magno, I-II (por Claudia
Dematté); [10] Félix Magno,
III-IV (por Claudia Dematté) y [11]
Claribalte (por Alberto del Río Nogueras). Para la
difusión del género caballeresco también se ha
abierto en el Centro de Estudios Cervantinos una colección
titulada Guía de lectura caballeresca, que, hasta el
2001, ha publicado 23 títulos.
(4) La Bibliografía de los libros de caballerías
castellanos de Daniel Eisenberg y Mª Carmen Marín
Pina (Zaragoza, Prensas Universitarias, 2000) ofrece un
catálogo de todos los testimonios manuscritos e impresos
conservados de todas las ediciones conocidas de las mismas.
(5) No deja de ser un error metodológico la
comparación sistemática del Amadís de
Gaula , un texto refundido de un original medieval que conocemos
gracias a una edición de 1508, con el Quijote , escrito
un siglo más tarde, para así analizar las aportaciones
narrativas del texto cervantino. Su hipotexto caballeresco hay que
buscarlo en los libros de caballerías coetáneos y no en
la propuesta de 1508; hay que buscarlo en esa literatura caballeresca
de entretenimiento que había triunfado a finales del siglo
XVI.
(6) En la Antología participaron los siguientes
investigadores: Mª del Rosario Aguilar, Carlos Alvar, Nieves
Baranda, Rafael Beltrán Llavador, Anna Bognolo, Hernando
Cabarcas, J.Manuel Cacho Blecua, A. Campos García Rojas,
Dorothy A. Carpenter, Cristina Castillo, Mª Luzdivina Cuesta,
Claudia Demattè, Patricia Faul, Lilia Ferrario de Orduna,
Folke Gernert, Javier Guijarro Ceballos, Javier Gómez-Montero,
José Manuel Lucía Megías, Mª Carmen
Marín Pina, Javier Martín Lalanda, José Julio
Martín Romero, Gema Montero, Rafael Ramos, Alberto del
Río Nogueras, Isabel Romero, Carlos Rubio Pacho, Emilio Sales
Dasí y Mª T. Soriano Romero.
(7) Mantenemos la numeración de los textos, según
como aparece en nuestra Antología del 2001.
(8) No hay que decir más en una crítica, moralista o
literaria, a los mismos para que todos los libros que forman parte
del género fueran incluidos; varios ejemplos pueden
encontrarse en el volumen de Elisabetta Sarmati, Le critiche ai
libri di cavalleria nel Cinquecento spagnolo (con uno sguardo sul
seicento). Un'analisi testuale , Pisa, Giardini Editori,
1996.
(9) Además de los dos ejemplos que comentamos, hay que
recordar la clasificación de Juan Ignacio Ferreras ("La
materia castellana en los libros de caballerías (Hacia una
nueva clasificación", Philologica Hispaniensia in
honorem Manuel Alvar, tomo III: Literatura, Madrid, Gredos, 1986,
pp. 121-141), que amplía los límites
cronológicos y lingüísticos ya que presta su
atención también a obras compuestas y difundidas
exclusivamente en la Edad Media y a textos escritos en
portugués.
(10) Está todavía por hacer una clasificación
y bibliografía de las traducciones de los libros de
caballerías castellanos durante los siglos XVI y XVII. Sin
duda, las traducciones mejores conocidas son las francesas del
Amadís de Gaula , ya que se consideran como muestra de
la prosa francesa durante el siglo XVI. Sobre este asunto concreto,
véase Les "Amadis" en France au XVIe siécle,
París, Éditions rue d'Ulm, 2000.
(11) Véase Víctor Infantes, "La prosa de
ficción renacentista: entre los géneros literarios y el
género editorial", Journal of Hispanic Philology, 13
(1989), pp. 115-124). [publicado también en Antonio
Vilanova (ed.), Actas del X Congreso de la Asociación
Internacional de Hispanistas (Barcelona, 21-26 de agosto de
1989), Barcelona, PPU, 1992, tomo I, pp. 467-474.
(12) Como crónicas que aparecen con el disfraz de un libro
de caballerías, gracias a su grabado de portada y determinadas
palabras en su título, como así sucedió con la
edición de La historia del emperador Carlomagno y de los
doce pares de Francia ô dela cruda batalla que vuo Oliueros con
Fierabras Rey de Alexandria hijo del grande almirante
balan, que Jacobo Cromberger temina de imprimir el 24 de abril de
1521 en su taller sevillano y que, para aprovecharse del éxito
comercial de sus ediciones caballerescas, arropa con los ropajes
externos de un libro de caballerías, dejándole en
formato folio, con sólo 46 folios.
(13) Por este motivo, hemos dejado fuera del corpus dos textos que
por su vinculación a modelos medievales (Crónica del
cavallero Zifar ) o a modelos estructurales propios de obras
más breves (Oliveros de Castilla ) no comparten las
características internas antes mencionadas. El hecho de que
ambos textos, en Burgos y en Sevilla, en 1499 y en 1512
respectivamente, se publiquen con las características externas
de los libros de caballerías castellanos, ha de ser entendido
como una estrategia editorial de ofrecer, con las vestiduras
caballerescas, textos que sólo marginalmente lo son, justo en
un momento de una gran demanda de nuevos libros de
caballerías.
(14) Víctor Infantes y Nieves Baranda anuncian para este
año la publicación de una Bibliografía de este
género editorial en la que llevan trabajando hace tiempo.
(15) Véase Mª Carmen Marín Pina, "El
tópico de la falsa traducción en los libros de
caballerías españoles", en María Isabel Toro
(eda.), Actas del III Congreso de la AHLM (Salamanca, 1989),
Salamanca, Universidad, 1994, tomo I, pp. 541-548.
(16) Comencé a estudiarlos como objeto de estudio
caballeresco en 1994 en un Curso de la Universidad Menéndez
Pelayo en Cuenca, dirigido por el profesor Carlos Alvar, cuyos
primeros resultados se publicaron en 1996: "Libros de
caballerías manuscritos", Voz y Letra, VII/II, pp.
61-125.
(17) Víctor Infantes me informa, sin más detalles,
del descubrimiento de un nuevo libro de caballerías
manuscrito; como hace unos años me indicó la existencia
del Selva de Cavalarías (nº 68) en la Biblioteca
Nacional de Lisboa. El corpus, como se ve, está abierto a la
espera de nuevos descubrimientos.
(18) Incluso, en algunos casos, se documenta en deseo de imitar
por medio de la pluma los modelos editoriales de la imprenta, como en
el manuscrito conservado en la Real Biblioteca de Madrid que ha
transmitido Flor de caballerías (nº 40).
(19) Con una flecha ("), se indican aquellos títulos que no
han entrado en la Bibliografía de los libros de
caballerías castellanos de Daniel Eisenberg y Mª
Carmen Marín Pina (2000). Con [MS], se identifican los
libros de caballerías manuscritos dentro del corpus. Una
repertorio completo de ediciones antiguas y ejemplares conservados,
puede consultarse en la citada bibliografía, así como
en la Antología de libros de caballerías
castellanos, ob. Cit, y en mi artículo: "Libros de
caballerías castellanos: textos y contextos", Edad de
Oro, 14 (2002).