Emilio José Sales Dasí, Antología del ciclo del “Amadís de Gaula”, Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 2005

 

Cristina Martínez Gálvez

Universitat de València

En esta obra, el autor pretende y logra dar cumplida cuenta de la relevancia de la amplia saga literaria que se creó a raíz de la composición, a finales del s. XV, del Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo. Como se sabe bien, realmente se trató de una refundición de los tres libros ya existentes sobre esta leyenda en la Edad Media, con la aportación original de un cuarto volumen, obra propia de este autor castellano. La edición de Montalvo iba a constituir un punto de partida, un núcleo del cual se extrajeron los motivos, la sucesión de aventuras y una herencia de linaje que permitieron el nacimiento de un largo número de secuelas en las que los descendientes de Amadís, conviviendo de forma sorprendentemente coetánea con este personaje, iniciador de la estirpe, son los protagonistas de las hazañas y episodios mágicos propios de este género literario.

Emilio José Sales recalca la importancia que tuvo el Amadís (de origen desconocido, aunque probablemente portugués) en la tradición literaria peninsular de los libros de caballería. Como prueba de ello, recuerda la mención que Cervantes hace de él en su Quijote, durante el escrutinio de la biblioteca del caballero manchego llevada a cabo por el cura y el barbero:

 

...dijo el cura:

–Parece cosa de misterio ésta; porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen d’este; y así, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos, sin escusa alguna, condenar al fuego.

–No, señor –dijo el barbero–, que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que deste género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar (1ª, cap. VI, pp. 65-66)

 

Esta indudable popularidad fue la causante de tan prolífera herencia, ya que los autores posteriores, como señala Sales, partían de una base segura y afianzada, como era el éxito consolidado de la obra madre. Una peana así constituía un impulso para la creación personal, teoría que desmonta la crítica decimonónica, en la que se acusaba a la literatura caballeresca de repetitiva. Por el contrario, los libros de caballería creados durante el s. XVI a partir del Amadís de Montalvo reivindican sus propias contribuciones, se reclama la originalidad y se desarrolla un trabajo propio y personal, que los aleja de una simple imitatio de la obra inicial.

 

En la Antología, Sales aporta como ejemplos una serie de fragmentos de esta saga literaria, para demostrar en cada uno de ellos su variedad compositiva y temática, que los caracterizan como entidades propias dentro de una línea de continuación. De esta forma, se pueden comprobar in situ los rasgos más destacados de cada relato, encabezados siempre por una breve introducción y un estudio sobre algún aspecto relevante de la obra en cuestión.

 

La primera de estas secuelas son las Sergas de Esplandián, del mismo Rodríguez de Montalvo. Sales sugiere que es posible que el autor medinés pretendiera crear una obra original, algo que se alejara de la mera tarea de refundición que hasta ahora había desarrollado con el material ya preexistente del Amadís. De hecho, la nueva recopilación personal que había realizado de los primeros libros había sido obviamente mediatizada por su propia mano, por su misma subjetividad, y esta visión encauzó la línea novelesca hacia una ideología que continuó en su secuela original. Las hazañas del hijo de Amadís adquieren una dimensión sociopolítica contemporánea, y de ahí los lamentos políticos del autor, que denuncia el comportamiento de ciertos príncipes cristianos al ignorar el destino de los territorios limítrofes al imperio turco:

 

¡E que aquellos reyes, aquellos príncipes e grandes señores que la Cristiandad señorean y mandan no tomen cuidado de tal desaventura ni se les acuerde de emplear sus tesoros, sus muchas compañas de gentes en el tal remedio…!

 

Ruiy Páez de Ribera, en su Florisando, tomó el relevo de la saga de los amadises con la aparición del sobrino del caballero. Como afirma Sales, el cauce de la tradición del Amadís adquiere bajo su pluma un cariz profundamente ortodoxo, de acuerdo con la más rígida y católica moral cristiana. De este modo, la presencia de la magia, que tan importante había sido durante los primeros libros de la genealogía, aparece condenada y acusada de constituir un modo de apartarse de los caminos designados por la Providencia divina. Esta encrucijada se resuelve con el regreso a la fiel continuación amadisiana de Feliciano de Silva en su Lisuarte de Grecia, en el cual, a grandes rasgos, Sales destaca la “memorable fama” a la que aspira el género humano y el reconocimiento que hace el propio Silva del carácter ficticio de su obra. Este autor es especialista en continuaciones de grandes éxitos literarios, y de hecho esta secuela finaliza con la separación de Amadís de Grecia, aún niño, de su madre, preservando así la prolongación de la estirpe y dejando una intriga y un final propicio para una nueva creación posterior:

 

Levando el niño en sus braços, se fue por la costa de la mar. Assí anduvo una pieça. El niño iva muy desmayado, tanto que ella pensó que se quería morir. Tomando agua de la mar, haziendo la señal de la cruz en ella, gela echó por cima de la cabeça llamándolo Amadís de Grecia como su madre mandara. Esto hizo ella con temor que se muriesse y no fuesse cristiano.

Ella que acabava de baptizarlo, sintió venir gran ruido por las matas e con el temor, dexando el infante, començó a fuir por donde avía venido escondiéndose.

 

Juan Díaz produjo en su personal aportación a la saga, un nuevo Lisuarte de Grecia, un cambio radical que bebía de las fuentes del Florisando y que, debido a su inesperada ruptura, provocó que gozara del menor éxito comercial y literario de todas las continuaciones del Amadís: la muerte de este legendario caballero. No es de extrañar ese rechazo, ya que el deseo del público era disfrutar sin ningún tipo de impedimento de la longevidad sempiterna del protagonista de las aventuras que habían leído, sin necesidad de subyugarlo a la realidad humana y a los efectos del paso del tiempo:

 

Y en diziendo esto, alçó las manos al cielo e dio el ánima a su criador en braços de aquella noble reina Oriana, que cuando le vido en aquel letijo de la muerte con sus manos le sostuvo la cabeça.

 

Esta vuelta de tuerca fue contestada por el mismo autor que ya había tratado de volver a encauzar la saga literaria hacia sus orígenes caballerescos y ficcionales tras el Florisando de Ruiy Páez de Ribera: Feliciano de Silva. Según palabras de Sales, este escritor “no dudará en manifestar su credo estético en pos de una literatura altamente ficcional, que pudiera divertir a sus lectores” (Sales, p. 194). Nace así el Amadís de Grecia, continuador del estilo aventurero y mágico de las hazañas del original Amadís de Gaula, y que responde a aquel niño abandonado y recogido por los corsarios en el Lisuarte de Grecia de este mismo autor.

 

No será ésta, sin embargo, la última aportación de Feliciano de Silva a la longeva saga caballeresca, sino que añadirá cuatro capítulos más, dedicados al personaje de Florisel de Niquea. Realiza en estas posteriores continuaciones un proceso de complicación estilística, que en opinión de Sales desarrolla los enredos y los equívocos típicos de la representación teatral:

 

Ora dixo Serindo, yo lo haré, mas ha de ser de suerte que no lo sienta ella. Y para esso tengo pensado que, después que yo la oviere gozado una pieça, fingiré que me levanto y llamaré uno de vosotros; y otro tanto hará el que después en mi lugar quedare. Mas mirad que el postrero antes que sea de día se levante y venga a llamarme, porque le prometí de estar con ella hasta que fuesse de día, porque me quiere ver, que dize que está muy pagada de mi hermosura. Y pues esto está bien acordado, vámonos acostar.

 

Pedro de Luján representa la última novedad en el compendio de autores que eslabonan la cadena de continuación de la saga del Amadís. Su obra, Silves de la Selva, el hijo ilegítimo de Amadís de Grecia, se ubica entre el tercer y el cuarto volumen del Florisel de Niquea, y citando al propio Sales se podría afirmar que “intenta ceñirse muchas veces a las pautas establecidas y no llega a remarcar con una suficiente seguridad su propuesta literaria”.

 

Los ejemplos y extractos de estas obras recogidos por Sales son muy numerosos, y responden cada uno de ellos a un aspecto determinado que caracteriza la secuela en cuestión, con un breve resumen y algunas pinceladas técnicas al principio de cada fragmento. Se logra así un amplio espectro de la saga del Amadís, observando las semejanzas y las diferencias entre las distintas aportaciones de muy diversos autores y analizándolas desde diferentes puntos de vista, tanto cronológicos como centrados en la personalidad y en la realidad contemporánea de cada escritor.