NOTAS

1 No debe perderse de vista el hecho de que "el resto de la obra" llegaba hasta mediado el reinado de Fernando III, poco después de la reconquista de Córdoba, coincidiento exactamente con el punto en que finaliza el Toledano. De manera que el relato que completa hasta la muerte del Rey Santo (caps. 1049-1135 de la PCG) no salió del taller alfonsí y es completamente ajeno a los cuadernos de trabajo. Su inclusión en la edición pidalina, perfectamente comprensible por el estado del conocimiento de la tradición textual a principios de siglo, quizá sea el error más importante de ese trabajo y el mayor obstáculo para una comprensión cabal de la Estoria alfonsí.

2 La excepción que confirmaría la regla sería, en nuestro caso, la hipotética *Crónica del maestre Pelayo Pérez Correa, que se habría redactado en el siglo XIV (Avalle-Arce 1974).

3 Me explayo en las explicaciones pertinentes sobre la relevancia formal de la fazaña en la historiografía del siglo XIV en Funes 2000: 20-22 y 24, aprovechando y desarrollando sugerencias de José Luis Bermejo (1972).

4 De algún modo, ese clima de contienda discursiva señala una continuación del conflicto que en el plano político había sido dirimido con la aplastante victoria del rey, pero que recrudecerá con su repentina muerte a causa de la peste, durante el sitio de Gibraltar en 1350, y adquirirá nuevos perfiles en el largo enfrentamiento entre Pedro I y Enrique de Trastámara. La prolongación de la contienda discursiva queda testimoniada por la GCAXI, crónica particular redactada sobre la base de la CAXI en tiempos de Enrique II.