Capí[tulo] XXVII: del miedo
1. Miedo es vicio contrario a la constancia e fortaleza, según scrive Aristóteles, e es en tres maneras: la primera es ser medroso en el coraçón, sin alguna causa, e sólo por imaginación; e éste es llamado temor. La segunda es temer alguna cosa más que no convine; e ésta se llama covardía. La tercera es no poder suffrir alguna adversidad / por flaqueza de coraçón; e ésta se llama tibieza.
2. Enxemplo. Puédese comparar este vicio de temor a la liebre, que es el más medroso animal del mundo, tanto que, stoviendo en el monte, si oye o siente mecer las fojas de los árboles quando el viento las mueve, luego, en esse punto, fuye e se va.
3. E de aqueste vicio dize Salomón que ninguna cosa faze a los hombres más temerosos que sus malas obras.
4. Tulio dize: “Más cruda cosa es temer de continuo la muerte, que el morir”.
5. Terencio dize: “¿Quieres siempre estar sin miedo? Faz siempre bien e fabla poco”.
6. Del vicio del temor se lee en las Historias romanas, que el rey Dionís era el más medroso hombre del mundo, e de miedo no podía haver jamás reposo consigo. E un amigo suyo cadal día le alabava su stado e vida, e dezíale que él devía dar gracias a Dios e contentarse de tanto bien como le havía dado. E el Rey Dionís llamó un día a este su amigo e fízolo assentar en su silla real, e fizo poner debaxo un gran fuego, e fízole poner sobre la cabeça una spada desnuda atada con una cerda de cavallo, con la punta para baxo, e fízole poner delante una mesa muy arreada e rica, en donde fizo poner todas sus joyas. E viendo su caro amigo el peligro en que stava, que si cahía la spada lo havía de matar, e el fuego lo quemava debaxo, / levantose en pies e començó de supplicar al rey con palabras devotas que lo dexasse salir de aquel peligro. Entonce el rey Dionís le respuso e dixo: “Tú alabas tanto mi vida, la qual está de continuo en mayor pena que tú, que non la has podido suffrir una hora. Pues, ¿cómo puedo yo suffrir la mía, que está de continuo en mayor pena e temor? Por ende, no la alabes dende adelante, ca debaxo siento el dolor del infierno, e enderredor infinitos demonios e el mundo con tanto engaño, e sobre mí siento el juhizio de la spada de Dios, de la qual no puedo fuir en manera alguna”.