Notas

Capí[tulo] VI: de las mugeres

1. Porque de las mujeres procede mucho la infamia de aquesta noble virtud de amor, he deliberado ser defendedor contra qualquier que quiera dezir mal d'ellas.

2. E seguiré por orden de aquesta manera. Conviene saber que primeramente quiero rezar las auctoridades de los que han dicho mal d'ellas e después algunas / auctoridades de savios que han dicho bien d'ellas. E en fin quiero concordar estas scripturas, e dar verdadera solución e declaración, cortando las malas lenguas según merecen.

3. Las auctoridades que dizen ma[l] de las mujeres son las siguientes. Dize Salomón: “Assí como no hay aspereza sobre la cabeça de la sierpe, assí no hay saña ni ira mayor que la de la mujer, e mejor es morar con los leones e con los dragones, que vivir con la mujer irada”. Ahún dixo que, por la primera mujer, vino el pecado e por ella morimos todos. E otrosí dixo: “De cient hombres, he fallado uno bueno, mas de mil mujeres, no he fallado alguna buena”. Ahún dize: “No pratiques con la mujer, porque assí como de la vestidura nasce la tinya, assí de la mujer nasce la iniquidad”. E dixo que mejor es la iniquidad del hombre, que la bondad de la mujer. Ahún dixo: “Si la mujer tuviesse señoría e mando sobre el marido, faría qualquier mal”.

4. Un savio philósopho dixo que tres cosas echavan el hombre de casa: el fumo, la casa mal cubierta e la mala mujer.

5. Hipocras dixo a una mujer que levava fuego en la mano: “Un fuego lieva otro, empero, más ardiente es el que lo lieva”.

6. Homero dixo de una otra mujer que estava encima de una cama con una doliente: “El mal está con el mal”.

7. Salustio dixo de una otra que aprendía de leer: “La ponçonya de la sirpiente se ayunta con [b j] la ponçonya del scorpión”.

8. Platón dize de ciertas mujeres que lloravan una otra mujer que era fallecida: “El mal se entristece del mal que ha perdido”.

9. Avicenna dixo a una otra que apprendía de scrivir: “No acrescientes el mal con el mal”.

10. Las auctoridades que dizen bien de las mujeres son éstas. Salomón dize: “El que falló buena mujer, falló bien e alegría, e el que echa la buena mujer, echa todo el bien de su casa”. También dixo: “La mujer que es buena, es corona de su marido e honra de la casa, e Dios envía las riquezas por mano de las buenas mujeres. E la mujer discreta refaze su casa, e la loca la destruye”.

11. Porque assí como el hombre no puede vivir sin los quatro elementos en este mundo, assí no podría durar sin mujer. Por consiguiente, la mujer se puede dezir el quinto elemento del hombre. E si no fuessen las mujeres, todos los hombres envejecerían e perecería el mundo. E si las mujeres se exercita[r]an en las sciencias e en las artes del mundo como los hombres, farían grandes cosas por la fuerça de su entendimiento natural.

12. La verdadera e cierta declaración de las auctoridades susodichas que dizen mal de las mujeres, conviene saber la causa e el principio de tanta infamia, fue Eva, que damnó; e el principio e la causa de las auctoridades que dizen bien, fue la Virgen Nuestra Señora, que salvó. Por esso dize Sant Agustín: / “Ninguna cosa havrá en el mundo peor ni mejor que la mujer”.

13. E assí, las auctoridades que dizen mal de las mujeres, se entienden de las malas. E esto puede ver e entender claramente qualquier que contempla las auctoridades susodichas, si ya passión no los mueve. E a la auctorida de Salomón, que dize que él no falló jamás alguna buena mujer, respóndese que si él no la falló, ha havido muchos que la han fallado, e no solamente una, mas muchas, lo qual no se puede negar, que antes d'él e después, no haya havido algunas buenas, lo qual no es necessario contar, assí de las de la ley de natura, como de las de la ley de scriptura, ni tantos millares como ha hovido en las de la ley de gracia. E assí es cosa manifiesta, e haun salva, su reverencia. Él mismo dixo que se fallavan algunas buenas. E esto podrá bien dezir e leer qualquier que querrá ver sus auctoridades. Empero, yo creo que quando él dixo esto, ira, saña e desdén le fizo fablar de aquella manera, ca léese en el Testamento Viejo, que quando Salomón fue anciano e viejo, estoviendo delante del templo, él enloqueció por amores de una mujer pagana, e aquélla le fizo renegar de Dios e adorar ídolos, e trúxolo a fazerlo vestir como mujer, e después lo fizo filar, e levávalo como quería, e fazía d'él como de un ninito; por donde creo que, entonces, reconosciendo su bestialidad, vino a / dezir, con saña e desdén, que no havía fallado mujer alguna buena.

14. Por otra parte, el que quiere bien mirar, los males que fazen las mujeres, verdaderamente, son pocos en respecto de los que fazen los hombres; e ahun en el carnal appetito, mucho mayor freno se falla e se vee en las mujeres que en los hombres, assí como se vee cadal día. E se pueden ver infinitas experiencias en el resistir que fazen a los engaños de los hombres e no por el contrario. E assí, los que tanto mal dizen de aquestas pobres de mujeres indefensas, [f]arían mejor de callar, pues no tienen fundamiento alguno de verdad.

15. Enxemplo de la amistad e del amor.

Léese en las Historias romanas e en Valerio Máximo, que Dionís de Çaragoça, Rey de Cecilia, queriendo cortar la cabeça a uno que llamavan Fisia, por cierto maleficio que havía cometido, pidió al rey plazo de ocho días para ir a su casa e ordenar sus fechos. E el rey le respuso, burlando, que si él le dava un hombre en rahenas, que se le obligasse a que le fuesse cortado la cabeça si él no bolvía, que él sería contento de ot[or]garle la gracia e plazo que le pidía. Entonces Fisia envió por uno que havía nombre Amón, al qual amava sobre todas las cosas del mundo, e por sem [b ij] blante era amado d'él, e díxole todo el negocio. E luego, en esse punto, Amón fue al rey e se obligó por Fisia de perder la cabeça si él no bolvía, e assí Fisia fue a su casa a ordenar sus negocios. E acercándose el plazo que Fisia havía demandado, todo hombre se fazía burla de Amón, por la loca obligación que havía fecho por Fisia; empero, él no temía cosa del mundo, tanta e tal era la fe que tenía en su amigo. E assí, a la fin del término, Fisia bolvió según havía prometido; e viendo el rey el tan perfecto amor que estos dos se tenían, perdonó la muerte a Fisia, porque un amor tan entrañal no se pertiesse.