Capítulo II: del amor de Dios [aiij]
1. Amor de Dios, es dicho caridad, la qual se forma de dos virtudes, que son fe e sperança, ca ninguno puede amar a Dios si no hay en él verdadera fe, creyendo firmemente que Él sea verdadero Dios vivo e haver firme sperança en Jesuchristo de venir a la vida eterna. De estas dos virtudes se engendra en el alma una disposición por la qual quiere entrar en el amor de Dios por gratia e virtud del Spíritu Sancto.
2. Por esso dixo Salamón en el Ecclesiástico fablando del amor de Dios: “Yo, Salamón, Rey de Hierusalén, deliberé en mí mismo de fallar saviamente la verdad e la perfectión de quantas cosas hay en el mundo, e por esso edifiqué p[a]lacios e casas, e planté viñas, e enxerí toda manera de árboles, e por semejante, yo tuve muchos ganados de diversas specias, e tuve gran abundancia de oro e de plata, e tuve otrosí muchos servidores, e tuve muchos chantres e músicos, e tuve en mi corte de toda manera de gentes, e tuve mando e señoría sobre todas las generaciones del mundo, e hove la mayor honra que hombre jamás hovo ante de mí, e donde la quise, e hove scientia sobre todos los hombres, e no hovo cosa que delectasse mi pensamiento que no lo fartasse d'ella según mi appetito. E a la postre, quando me bolví a pensar e mirar lo que havía fecho, e las fatigas e sudores que havía ga / stado en vano con grandíssima afflictión de spíritu, no vi ál en todo, sino vanidad, fumo, viento e miseria; e vi que no havía cosa alguna so el sol que fuesse estable e sin mundança, salvo el amor de Dios. E assí yo le rogué que presto me enviasse su amor”.
3. Por esso dize Sant Paulo en sus Epístolas que el seso e saber de este mundo es locura delante de Dios, assí que el que piensa más saber, sabe menos.
4. E dize Job: “Desnudo vine a este mundo e como loco he vivido en él, e agora a la fin conosco que soy nada”.
5. Dize Sant Agustín: “¡O, tú, que vas buscando e pidiendo paz! ¿Quieres que te muestre cómo la fallarás? Pon tu coraçón firme en el amor de Dios e no en la miseria e vituperio d'este mundo, porque cada uno puede bien ver, que no puede ser uno honrado, que otro no sea vituperado; ninguno puede ser grande, que otro no sea pequeño; ninguno puede ser rico, que otro no sea pobre.” E por esso dixo el poeta que qualquiere cosa se conosce por su contrario.
6. E puede compararse el vivir d'este mundo a una gran mesa con unos pequeños manteles, que cada uno tira para sí e descubre la parte del otro. Por ende, el que pone su amor en este mundo, a menudo se entristece e se duele, porque es lleno este mundo de vanidad. E el que ama a Dios, siempre está alegre e contento, porque siempre vive e mora con Dios, que es gozo sobirano, paz sobirana. E d'este [a iiij] amor dezía el Apóstol: “Dios es caridad, e el que está en caridad, mora en Dios e Dios en él”.
7. El segundo amor es el amor de los parientes, el qual nasce e viene de un movimiento natural e ayuntamiento de ánimo que induze e inclina las personas a amar a sus parientes más que a otros, según que la naturaleza misma nos adiestra. Del qual amor dize un propheta, e ahun Salomón: “No fíes en el que no ama sus parientes, ca el que abhorrece sus cosas, ¿cómo amará las ajenas e estranyas?”
8. Salomón dize que todas las aguas salen de la mar e tornan a ella, e todos los hombres son de tierra e tornan a ser tierra. E assí, conosciendo las tribulaciones del mundo, yo alavé más los muertos que los vivos; e más bienaventurado es el que no es nascido en el mundo, que el que es nacido, porque no ha provado ni visto los males que están sobre la tierra. Dos cosas hay de continuo la una contra la otra, conviene saber, el mal contra el bien, e la muerte contra la vida. E las riquezas e las virtudes alegran el coraçón, mas, sobre todo, es el amor de Dios.