Scena quinta

 

MENENNO, mancebo

TRONCHON, simple, esclavo suyo.

 

Menenno

Hágote saber, Tronchón, que la mayor alegría que sienten los navegantes es cuando de lexos, sobre las marítimas ondas, descubren la tierra.

Tronchón

Y mayor si la tierra que descubren fues- /fol. biiij v/ -se suya. Mas dime, señor, yo te soplico, ¿a qué respecto o causa, haviendo rodeado todas las islas del mar, venimos a desembarcar a Valencia?

Menenno

Necio, ¿no sabes tú que voy buscando a mi hermano?

Tronchón

No sé cuándo acabarás de llevarme de aquí para allá, y de Rodas a Poyatos. Seis años haze agora que andamos en busca d'él.

Menenno

¿De qué te fatigas, asno?

Tronchón

Fatígome que si anduviéramos a buscar un aguja, en tanto tiempo la hoviéramos hallado. Dígolo porque pienso que buscamos a tu hermano entre los muertos.

Menenno

Pluguiesse a Dios que hallase quien de cierto me dixesse qu'está ya entre los muertos; pero entretanto qu'esto no supiere, no dexaré de buscarlo entre los bivos.

Tronchón

Sea como tú mandares, esclavo te soy, no puedo sino seguirte; pero no querría que nos detuviéssemos mucho en Valencia.

Menenno

Ven acá, torpe: en una ciudad tan insigne y noble como ésta ¿no será bien que nos detengamos más que no en otra, para considerar muy particularmente el regimiento de su república, la sumptuosidad de los edificios, la riqueza de los templos, los trages de los cavalleros y damas, y en /fol.bv r/ fin, otras mil cosas?

Tronchón

Tal es cual la pintas, y aun mejor, si no la gastassen tres erres como la gastan.

Menenno

¿De qué modo gastan tres erres?

Tronchón

La primera es rameras, porque hay d'ellas magnam quantitatem.

Menenno

¿Y la segunda?

Tronchón

La segunda renegadores, que reniegan y juran de Dios haziéndolo mil partes.

Menenno

¿La tercera?

Tronchón

La tercera regatones, porque hay tantos que no podéis poneros un bocado en la boca que no passe por tres o cuatro manos. Y porque veo que la moneda se nos va apocando y la costa cresciendo, querría que saliéssemos presto d'esta ciudad.

Menenno

Que Dios hará merced.

Tronchón

Y entretanto, échate a dormir. ¿No sabes tú que por el dinero baila el perro?

Menenno

¿De dónde diablos sacas tanta cosa como dizes hoy, y otras vezes eras tan necio?

Tronchón

Son lunadas que me toman.

Menenno

En verdad que lo creo, y hoy más que nunca.

Tronchón

Bolviendo a las rameras supradichas, has de saber que todas ellas tienen assalariados sus cabestreros.

Menenno

No hay quien t'entienda hoy.

Tronchón

Los cabestreros son aquellos que por otro nombre son llamados alcahuetes.

/fol.bv v/

Menenno

Pues ¿qué nasce de ahí?

Tronchón

Sabrás qu'estos cabestreros tienen de costumbre de irse al Grau de Valencia, y si veen alguna nao rezién venida preguntan cómo se llama el patrón y passageros d'ella, y aun en los mesones los estrangeros de arte.

Menenno

¿A qué fin todo esso?

Tronchón

Para que, viéndolos por la ciudad, los llaman por sus propios nombres porque piensen que los conoscen, y assí los engañan.

 

Escena sexta