Scena tercera

 

CASANDRO, padre de Audacia

AUDACIA, su hija

MENENNO, casado

TALEGA, simple de Casandro

 

Casandro

¡Ea, vergüença! ¡Enhoramala, vergüença! Y no déis tan desmesuradas bozes ni hagáis testigos de vuestras poquedades a los vezinos. ¿Qué's esto que de contino tengo yo de ser terrero de vuestros enojos?

Audacia

¡Ay padre! a esta vida dígole muerte.

Casandro

¿Cómo? ¿Sobre qué ha sido?

Menenno

Déxala mientra llora sin razón y está con aquel coraje, que yo te lo contaré breve-/[fol. aviji r]/ -mente. Has de saber, señor, que a su sobervia y mensoprecio han sobrevenido celos.

Casandro

¡Celos! ¿Y de qué?

Menenno

Dize que tengo manceba y que robo la casa.

Talega

(Verum est )

Audacia

Mas cómo, si assí no fuesse...

Casandro

Óyete, serpentina, déxanos hablar.

Menenno

Con los cuales celos, y sin razón, me mata cada día, y porque le oso responder me trata peor que si fuesse Talega.

Talega

(¡Y mala talegada te [dé] Dios! ¿Y quién te manda nombrame?)

Audacia

¡Pues qué! ¿No robas la casa? Y el diamante quebrado que te di, ¿qué es d'él?

Talega

(¡Pues qué, si supiesses de la saya!)

Menenno

En casa del platero está para soldalle.

Talega

(Más en casa de la puta para aniquilalle)

Audacia

Plegue a Dios que sea verdad lo que dizes.

Menenno

Yo digo verdad mejor que tú meresces.

Casandro

¿No has de callar, loca?

Audacia

Callaré, pues son dos contra mí.

Talega

(Y tres, aunque os pese)

Audacia

Platicad a vuestro plazer, que yo entrarme quiero por no oír palabras locas.

Menenno

¡Tomad, qué rebite!

Casandro

Calla y súfrete, hijo Menenno, que de los pacientes es el reino de Dios.

Talega

(Assí es la verdad, mas no d'él, sino d'ella)

[.......]

Casandro

Pues que solos estamos, oye, hijo Me- /[fol. aviji v]/ -nenno, que cuando uno está contento dize más loores de aquel contentamiento por la lengua que no tiene en el coraçón; y por el contrario, cuando está descontento dize menos de lo que queda en el pecho encerrado. Dígolo yo esto, yerno mío, porque me han lastimado las lágrimas de mi hija y tus pesadas razones, de tal manera que ni sabré dezir lo que siento ni sentir lo que meresces.

Menenno

Di lo que pudieres dezir.

Casandro

Sola una cosa diré, y es que deverías acordarte de quién fuiste por tu desdicha y de quién eres por mi causa; y cómo de perdido te hize ganado y de siervo, libre, casándote con mi única y amada hija, con la cual llevaste linage, hermosura, virtud y mucho dinero.

Menenno

Antes, señor, si lo juzgas quitada essa passión de padre, hallarás que me diste mucho huesso y poca carne; quiero dezir que es tanta su altivez, locura y sobervia, que escurece y desdora todo esse linage, hermosura y hazienda, de tal manera que me haze bivir el más triste y desconsolado del mundo.

Casandro

Quien mula quiere sin tacha, hijo Menenno, estesse sin ella. ¿No sabes tú ya que todas las mugeres quieren hablar y que /fol. bj r/ todos callen; quieren mandar y ninguna ser mandada; quieren libertad y que ninguno sea libre; y quieren regir y ninguna ser regida?

Menenno

¿Pues qué es lo que quieren?

Casandro

Una sola cosa.

Menenno

¿Y es...?

Casandro

Ser alabadas, y ver y ser vistas.

Menenno

Leído he, y por mis pecados lo tengo experimentado, qu'el más fiero y peligroso enemigo del hombre es la muger mal acondicionada, y de aquí nasce una verdad, y es qu'el marido que haze todo lo que quiere la tal muger, ella no ha de hazer ninguna cosa de las que dessea su marido.

Casandro

Sabiamente has hablado. Pero mira que no es de hombres cuerdos lastimar a sus mugeres con palabras luego que han enojo con ellas.

Menenno

Concediendo ser verdad lo que dizes, te certifico, señor, que si antes alcançara lo que agora alcanço, y de lo mucho que siento sintiera entonces un poco, no trocara yo mi pobreza y libertad por tu próspero casamiento.

Casandro

Por haverle yo mandado a mi hija que se casasse contigo se casó, que no porque lo quisiesse ella de grado, que de nobles fue demandada, sabiendo que viene de muy buena parte.

/fol. bj v/

Talega

(Sí, cuando viene de igreja)

Menenno

Aquí no tratamos de linages, que cuanto a esso también sabría defender mi partido, sino que si viesses de la manera que me trata dirías que me sobra razón.

Casandro

Oye, hijo Menenno, ningún hombre sufre tanto a su muger que no sea obligado de sufrille más, considerando que al fin el hombre es hombre y la muger muger. Cierto, muy atrevida es la muger que se toma con su marido, pero muy más loco es el marido que toma pendencias públicas con su muger.

Menenno

Las injurias que me dize no las puedo, señor, sufrir.

Casandro

Mira, las injurias que hazen las mugeres mejor se castigan con tenerlas en poco que con vengarlas.

Menenno

En fin, ¿no hay castigo para ellas?

Casandro

Yo no digo que no le hay, pero sepan todos los hombres del mundo que todas las cosas sufren castigo, sino la muger, que quiere ruego. El hombre que quiere bivir en paz con su muger, tres reglas ha de guardar.

Menenno

¿Cuáles son?

Casandro

Amonestarla mucho, reprehenderla poco y no poner las manos en ella.

Talega

(Y los pies sí, a buenas coces)

Menenno

¿Y de cuándo acá las puse yo en mi muger?

/fol. bij r/

Casandro

Ni es menester; porque la causa por qué ella te riñe y yo te amonesto es poquedad tuya y daño suyo y mío en tener amiga, como dizen que la tienes.

Menenno

Ni hay tal, ni quien tal diga.

Talega

(Sí hay tal, y quien tal diga, que só yo)

Casandro

Bien está. El tiempo es tan buen maestro que ni por miedo ni por vergüença no dexa descubrir las verdades.

Talega

(Ni yo tampoco)

Casandro

Abaste lo dicho. Y agora ¿qué piensas hazer?

Menenno

Quería ir a casa de micer Duarte porque Talega es ido ya delante con el libro...

Talega

(Más con la saya)

Menenno

... para que acabemos de rematar aquellas cuentas.

Casandro

Ve con la bendición de Dios, que yo entretanto me acabaré de vestir.

 

Escena cuarta