Capítulo XXII[II]

Del valle encantado que se dize "el valle del diablo" y de una cabeça que tiene la vista muy espantable.

En esta isla de Mistorals contra la parte siniestra hazia la vía del río Fison ay una maravillosa cosa y es ésta: que ende es un valle entre dos montañas que dura cerca de quatro leguas: algunos lo llaman "valle encantado", y otros "el valle del diablo", y otros "el valle peligroso".

En este valle cae muchas vezes tempestad de día y de noche, y suenan muchas trompetas assí como si hiziessen gran fiesta. Este valle es lleno de diablos y dizen que aquí está una boca de infierno. Y es aquel valle lleno de oro y plata, y por esto entran allí muchos incrédulos y fingidos chistianos a tomar de aquella plata y luego son ahogados del diablo como señor de toda vanidad. En medio del valle encima de una roca ay una cabeça que tiene la vista muy espantable y cruel de mirar, y no paresce de alto sino la cabeça hasta las espaldas; mas no ay hombre osado que no tenga miedo quando la mira y paresce que lo aya de tragar, según tiene el gesto espantable, por quanto assí mira a la persona cruelmente, que es muy estraña cosa, y tiene los ojos movibles y centelleantes, y muda muy a menudo su manera y contienente tal que ninguno por muy osado que sea no osara llegarse a ella, y lança de si fuego y humo, y con tan mal olor que no ay hombre que lo pueda sufrir.

Mas los christianos que están en buen estado y tienen firme fe confessándose y comulgando se bien entran sin peligro ninguno, porque sobre éstos no tienen poder los diablos, mas por esto no dexan de tener miedo quendo veen a sus enemigos porque les hazen grandes y diversos ademanes y amenazas en el ayre y en la tierra con tempestades, y también tienen miedo porque Dios entonces no tome vengança de las ofensas que han hecho.

Y sabed que quando yo y mis compañeros estuvimos en la entrada de aquel valle fuy- /fo. LVI r./ mos en gran pensamiento diziendo si osaríamos entrar y poner los cuerpos en aventura y protección de Dios; algunos de mis compañeros dixeron que sí, otros el contrario; y havía entre nosotros dos frayles hombres de pro y honrados que eran de Lombardía los quales nos dixeron que si algunos havía entre nosotros que allí quisiessen entrar que pusiessen sus ánimas en buen estado, y que assí mismo querían ponerse ellos en la aventura; y quando estos religiosos nos dixeron esto, en confiança de Dios y d´ellos hezimos cantar una missa y nos confessamos y comulgamos con el cuerpo de Nuestro Señor Jesuchristo; y assí entramos xiiij, mas al salir no hallamos sino ix, y no sentíamos si nuestros compañeros eran venidos o quedavan atrás, tanto éramos fuera de seso, mas ende adelante nunca los vimos.

Aquellos que perdimos eran dos griegos y tres españoles, y los otros compañeros que no quisieron entrar hallámoslos más adelante, y assí passamos nosotros el valle. Y havía ende muchas piedras preciosas y oro según nuestro parescer; si era verdadero o fingido no lo sé (por cierto si era verdadero valía tanto como la mitad del tesoro de todo el mundo la riqueza que en aquel valle havía).

Empero, porque los spíritus malignos muchas vezes hazen semejantes cosas por engañar a los hombres, por esto yo no tomé cosa ninguna, y también porque estava entonces con más devoción que en toda mi vida, en ver diversas y espantables figuras y en ver aquel valle sembrado de cuerpos muertos todos ensangrentados porque aunque allí huvieran peleado los mayores reyes del mundo y huviera muerto la meytad de la gente, no parescieran más que los que allí a nuestros ojos se representavan, y tanto era el número d´ellos que era cosa increyble. Y yo creo sin duda que todo esto fue fingido y fantástigamente hecho por los malvados demonios para engañar a aquéllos que con fingida fe entran allí.

Los más de los que con nosotros yvan tenían ábito de christiano, y si esto es verdad yo creo que aquéllos serían engañados por causa del tesoro que querían tomar, y por la gran codicia que ellos tenían porque no podían sufrir las tentaciones de los enemigos y por tanto nosotros éramos más devotos; y auque muchas vezes fuymos lançados en tierra por gran viento y tempestad, más todavía nos ayudó Dios, y allí passamos aquel valle sin peligro con harta turbación. De coraçón Dios sea loado.

Cerca de aquel valle ay una isla en la qual ay gentes de muy gran forma como gigantes, y algunos d´ellos tienen treynta y cinco o quarenta pies en largo, y andan todos desnudos cubiertos con algunas pieles de bestias salvages; y no tienen casas ni comen pan sino carne o pescado crudo, y comen de mejor gana carne de hombres que otra cosa.

Y ninguna cosa entra en aquella isla por miedo d´estas gentes. Y yo quando vi estas gentes maravilléme mucho, y dixéronme los marineros que en otra isla más adelante havía mayores gentes que tenían cincuenta y cinco o sesenta pies en largo, los quales yo no los vi. /fo. LVI v./

 

Cerca de aquí es otra isla en la qual ay malvada gente, y tienen tal natura quando ellos están ayrados que si veen alguna persona estrangera luego muere, la qual cosa bien paresce a la natura del basilisco. Ay otra isla llamada Excidrach, y otra que se llama Furosopoli donde son muy buenas gentes y leales y de muy buena fe y de muchas buenas costumbres, y andan todos desnudos.

En aquestas islas entró el rey Alexandre el qual, viendo su buena fe y lealtad, les dixo que él no les quería hazer mal ni daño ninguno, mas antes que le pidiessen mercedes, que él les daría quanto demandassen; las quales gentes le respondieron que ellos tenían hartas riquezas pues que tenían contentamiento, y que todas las riquezas d´este mundo no las estimavan nada porque eran transitorias y vanas, mas que ellos que le rogavan que los hiziesse inmortales y que ellos se lo agradescerían mucho; Alexandre les respondió que él no podía hazer aquello porque él era tan mortal como ellos; entonces le dixeron ellos: "Pues cómo eres tan sobervio y tirano que quieres sojuzgar todo el mundo debaxo de ti assí como si fuesses Dios y sabes bien que tu vida no tiene término y que la muerte cada hora te puede llevar y quieres ayuntar todas las mares del mundo, las quales cosas tú dexarás quando fueres muerto y tu cuerpo será puesto debaxo de la tierra de la qual todos somos formados, por ende piensa que todo hombre es mortal, salvó aquél que todo el mundo crió y deshará", con la qual respuesta Alexandre quedó espantado. Mas como quiera que aquestos pueblos no tengan todos los artículos de nuestra fe, empero, son muy buenos y de buena intención.

Después d´esta isla ay una otra isla que llaman Picam. Los que en esta isla moran no labran ni cavan, y son de buena color y de buena fayción y hermosa según su grandeza, mas son pequeños como niños; empero, no son tan chicos como los pineneos, de los quales arriba hemos contado. Aquestas gentes d´esta isla biven de olor de unas mançanas salvages, y quando ellos van en otra parte ellos llevan de las mançanas consigo porque si ellos perdían en olor de las mançanas ellos morirían luego.

 

 

Estos son razonables como los otros, mas son muy simples y bestiales. Ay assí mismo otra isla donde todas aquellas gentes que en ella biven no tienen frente de los ojos arriba, a manera de media cabeça. Estas gentes van por encima de la mar como /fo. LVII r./ nosotros yríamos por encima de la tierra, y comen carne y pescado crudo. En esta isla ay un río que tiene en ancho dos leguas y es llamado "Revemar", el qual río corre biene en luengo xv jornadas; y en los desiertos de la otra parte d´este río, donde no llegué, me fue dicho que allí eran los árboles del Sol y de la Luna, los quales hablaron al rey Alexandre y le dixeron su muerte; assí mismo, crescen en esta isla los árboles del bálsamo, los quales duran por quatrocientos años.

No embargante que aya dicho que el bálsamo no nasce sino en Babilonia, nosotros huviéramos ydo a ver estos árboles del Sol y de la Luna si pudiéramos passar, mas es tan dificultosa que cien mil hombres no podrían allá passar a causa de las muchas bestias salvages. Otras muchas islas ay en la tierra del Preste Juan, donde ay muchas maravillas que serían largas de contar.

Havéys de saber que este emperador se llama Preste Juan por esto que sigue. Ha gran tiempo que un emperador d´estas Indias tenía en su compañía muchos señores, y tomóle una vez voluntad de ver qué manera tenían los christianos en su ley, y pa esto no quiso tomar en su compañía sino un christiano y travessaron los dos toda Turquía, Tartaria, Siria y otros muchos reynos hasta llegar en Egipto, donde llegaron un sábado cerca de Pasqua de Penthecostes, en el qual día el obispo celebrava allí órdenes; y él, mirando bien aquella ordenación demandó qué havían de ser aquellas gentes que el obispo tenía delante de sí en los quales hazía tantas cerimonias; entonces díxole el cavallero que aquéllos havían de ser capellanes; entonces dixo el emperador que no quería ser emperador ni rey, sino que quería ser preste y tomar el nombre de obispo que era Juan; y assí ende a delante se llamó "Preste Juan", y también sus sucessores.

En su tierra ay capellanes que continuamente les cantan missas y horas divinas; hazen el sacramento del altar assí como los griegos, porque ellos no dizen otra cosa salvo lo que los apóstoles les mostraron: es, a saber, la missa diziendo las palabras que Nuestro Señor dixo quando consagró (nosotros tenemos otras muchas cosas que después los Santos Padres han ordenado). Ay en esta partida oriental una isla muy grande y buena que se llama Tafobraun la qual es muy fructífera. El rey d´esta isla es muy rico, y subjeto al Preste Juan; este rey es por elección y no por natura.

En esta isla a cada año dos inviernos y dos veranos, y assí cogen los frutos dos vezes en el año. Aquí ay muy buenas gentes y razonables, y muchos christianos /fo. LVII v./ entre ellos; y son tan ricos que no saben qué se tienen. Antiguamente, quando hombre passava de la tierra del Preste Juan a aquella isla tardavan en yr veynte y dos meses; agora, con las naves que hazen passan en un día; y es tan clara el agua de aquella mar que muy claro se paresce el suelo en lo más hondo.

Cerca d´esta isla contra la vía de oriente ay dos islas las quales se llaman la una Orisse y la otra Agite. En éstas ay mucho oro y plata; están estas islas allí donde la mar Bermeja se parte de la Occeana; en esta tierra no veen estrellas que lancen resplandor, sino sola una que es muy clara a la qual ellos llaman "Napes", y no veen allá de la luna sino un quarto.

En la isla de Cabrotaum ay grandes montañas de mina de oro el qual las hormigas guardan, apuran y sacan lo que no es bueno; las hormigas son grandes, y no ay ninguno que se ose allegar a aquellas montañas por miedo de las hormigas si no es con gran ingenio, y es d´esta manera: quando haze gran calor las hormigas se ponen debaxo de tierra desde tercia hasta hora de nona, y entonces ellos toman camellos y dromedarios, rocines y otras bestias y los cargan y salen con el oro corriendo porque las hormigas no salgan fuera; y quando no haze calor las hormigas no duermen ni se ponen debaxo de tierra, y para esto tienen otro modo: que toman yeguas que tengan hijos chicos, y cárgalos con dos barriles pequeños abiertos por alto y cuelgan hasta cerca de la tierra, y assí lançan yeguas a pascer cerca de aquellas montañas y encierran sus hijos, y quando las hormigas veen los barriles corren a ellos muy reziamente porque ellas son de tal natura que no dexan cosa alguna alrededor, ni campo ni otra cosa, y también tienen tal natura que hinchen aquellos barriles de oro de manera que las yeguas quedan cargadas, y entonces los buenos de las yeguas lançan los hijos al campo donde por las yeguas sean vistos; entonces las yeguas vienen para sus hijos y assí las descargan y toman el oro. Aquellas hormigas no hazen mal a ninguna bestia, mas no quieren ver ningún hombre, y son medio león y de muy caliente natura.

Después d´estas tierras y islas y desiertos suso dichas yendo contra oriente no halla hombre sino montañas y rocas, y la región tenebrosa donde no ay día según que los de la tierra dizen.

Y d´estos lugares tenebrosos y desiertos y de aquesta isla yendo contra oriente no ay mucho camino hasta el Parayso Terrenal. Aunque nosotros llamamos acá oriente donde el sol sale no lo es, porque oriente propiamente es el comienço de la tierra porque quando el sol es en aquella parte de oriente entonces es medianoche en estas partes por la redondeza de la tierra, de lo qual ya hos he dicho.

Porque Nuetro Señor hizo la tierra redonda y en medio del firmamento, y agora ay montañas y valles porque el diluvio de Noé lo gastó todo y quedaron montañas y llanos. Del Parayso Terrenal yo no osaría hablar propiamente porque yo no soy estado (de lo qual me pesa, y es por no ser yo digno), mas lo que yo he oydo dezir a los más sabios de aquella tierra hos quiero dezir.

El Parayso Terrenal dizen que es la más alta tierra de todo el mundo, y es tan alto que casi toca al círculo de la /fo. LVIII r./ Luna, por el qual círculo la Luna haze su curso, y no pudo el diluvio alcançar hasta allí y allí no cubrió la tierra del Parayso Terrenal. Este Parayso es cercado de muro y nadie no sabe de qué es el muro, y están cubiertos los muros de niebla, y no se paresce piedra ni otra cosa de los muros, y estiende los muros contra la vía de la tramontana. Y no ay sino una estrada la qual está cercada de fuego ardiente de manera que ninguna persona mortal puede entrar.

En el más alto lugar en medio d´él está la fuente que echa los quatro ríos que corren por diversas partes, los quales son arriba nombrados, y aún los quiero nombrar aquí. El primero río que sale del Parayso Terrenal se llama Fison o Burges, y corre por medio de la India mayor, en el qual río ay muchas piedras preciosas y mucho madero de linaloe y grande mina de oro. El otro ha nombre Nilus Agron, el qual va por Etiopia y por Egipto. El otro ha nombre Tigre, el qual va por Asia y por Armenia la grande. El otro se llama Eufrates; corre por la India y Armenia la menor, y por Persia. Dizen que todas las aguas dulces del mundo descienden d´ellos. El primero, como dicho es, ha nombre Fison; quiere dezir en su lenguaje "ayuntamiento de ríos"; algunos lo llaman "Burges" por un rey que havía en la India, que havía nombre "Burgeras" porque él corría por medio de su tierra, y aquel río es en algunos lugares claro y en otros turbio. El segundo río es Nilegión porque él es todavía turbio. El tercero río ha nombre Tigris, que toma el nombre de un animal "tigris" porque corre mucho. El quarto río ha nombre Eufrates, que quiere dezir "bien trayenye" por quanto no podría llegar al Parayso Terrenal porque por tierra no pude yr por las bestias salvages y por las montañas y rocas, porque no podría ninguno passar por los lugares peligrosos y por los ríos y por el agua que corre tan reziamente que veréys venir tan grandes ondas que ninguno podría navegar, y assí trae tan grande roydo que se oyrían unos a otros por más alto que hablassen; muchos grandes señores y de gran esfuerço han tentado de yr por aquel río la vía del Parayso Terrenal con gran compañía. Mas jamás lo han podio acabar; antes murieron muchos por la gran fatiga y cansancio de remar y navegar contra las ondas del agua; y muchos se tornaron flacos, otros sordos por el gran sonido del agua, otros muchos se han ahogado en el río; de forma que ningún hombre que mortal sea puede llegar al Parayso si no fuesse por especial gracia de Dios.

Esto es lo que del Parayso Terrenal yo hos sabría dezir. Y por tanto callaré y tornaré a dezir lo que he visto en aquestas islas de las quales arriba hos he contado de la tierra del Preste Juan. Debaxo de la tierra quando a nosotros que somos acá y las otras islas quien las quisiesse andar por circuyto la tierra mediante la gracia de Dios, saliendo derecho podría tornar a las partes donde partió, mas porque convernía despender mucho tiempo y disponerse a muy grandes y muchos peligros en passar tantas islas y mares, muy pocos ay que se dispornían a este passage, aunque esto se podría muy bien hazer según que arriba ya hos he dicho.

Y por tanto yo me torné por las islas ante dichas y por otras que están alderredor de la tierra del Preste Juan. /fo. LVIII v./ Tornando por una isla que ha nombre Cason la qual tiene lx jornadas en ancho, aquesta es las más grande y más noble isla y el mejor reynado que sea en Catay. Y si los mercaderes tratassen en aquella tierra como hazen en Catay, ella sería mejor.

Esta tierra es assí poblada y llena de ciudades y villas y gentes que como salimos de una ciudad luego vemos otra ciudad adelante por qualquiera parte que vamos. En aquella ciudad ay grandes plantas y muchos bienes para el bivir humano, y ay muchas florestas cercadas. El rey de aquella isla es muy poderoso; empero, entreviene en la tierra del gran Can y obedéscele, porque aquella es una de las doze provincias que el gran Can tiene debaxo de sí, sin su propia tierra y sin las islas estrañas esparcidas, que son muchas.

D´este reyno va hombre a otro reynado llamado Richol, el qual es debaxo del gran Can. Ésta es muy aplaziente y fértil y abundosa de trigos y vinos y de todos los otros bienes. Las gentes d´esta tierra no tienen casas algunas, mas están y duermen en tiendas de fieltro negro. La ciudad real es toda murada de piedras negras y blancas, y todas las calles empedradas de las mismas piedras. En esta isla no ay hombre tan osado que ose sacar sangre a hombre ni a bestia alguna, por reverencia de un ydolo que tienen.

En esta ciudad el papa de su ley, que ellos llaman "zubassi", da todos los beneficios que toca a sus ydolos; los eclesiásticos y religiosos que tienen algo de los templos obedescen a aquél como los capellanes christianos al Papa de Roma. Ay una costumbre en toda esta isla que quando el padre muere y el hijo le quiere hazer gran honra, haze ayuntar todos los parientes, amigos, religiosos, clérigos y gran número de menistriles, y assí llevan el cuerpo encima de una montaña con gran solemnidad; y quando allí lo tienen, el mayor perlado le corta la cabeça y la pone encima de un plato de oro o de plata según su estado de aquél, y da la cabeça al hijo y después cantan oraciones todos los parientes; y después los capellanes y religiosos tajan a pedaços el cuerpo diziendo oraciones, y las aves de la tierra, que saben aquella costumbre, vienen bolando por encima, assí como buytres y águilas y todas aves de rapiña; entonces, los capellanes échanles la carne y vánse con ellos y se la comen; y assí cantan ellos en su lengua y dizen: "Mirad éste cómo era tanto hombre que los ángeles de Dios se lo llevan al Parayso; y ellos piensan que por esto son ellos más gloriosos y honrados quando las aves han comido a sus padres, y aquél muerto en el qual ay muchas aves dizen que es más glorioso; y después los hijos con los amigos tornan para su casa y hazen gran fiesta, y en regozijo no se habla de otra cosa sino de las aves, en lo qual ellos se glorifican mucho; el hijo haze cozer la cabeza de su padre y d´ella da a cada uno un poquito como en lugar de queso, y de la testa haze un vaso en el qual beven todos los hijos y parientes con gran devoción en memoria del santo hombre que las aves han comido, y este vaso guarda el hijo todos los días de su vida y en él beve en re- /fo. LIX r./ membrança de su padre.

D´esta tierra va hombre, después de haver andado x jornadas, a entrar por la tierra del gran Can donde ay una grande y hermosa isla en la qual ay un rico y pujante rey y tiene vasallos muy ricos. El rey de aquella tierra es tan rico porque tiene cada año trezientos mil cavallos cargados de pan y vino y de maña y de otras muy nobles viandas según la costumbre de allá; y tiene este rey cincuenta donzellas y mugeres que le sirven cada día a comer y tañen y hazen otras cosas de plazer, y quando está en la mesa ellas le traen su comida y cada vez vienen todas juntas, y cantando ellas le cortan la vianda y se la meten en la boca porque no aya de tocar en ella salvo tener sus manos en la mesa.

En aquella isla todas las gentes d´ella tienen grandes uñas en tal manera que no pueden tocar ninguna cosa, y esto tienen ellos por gran nobleza. La nobleza de las mugeres d´esta tierra es tener pequeños pies que no crescen la mitad de lo que deurían crescer. El palacio donde el rey d´esta tierra tiene los muros alderredor bien dos leguas; dentro del palacio ay una huerta muy hermosa; las guarniciones de las salas son de oro y de plara; en medio de la huerta ay una montaña pequeña y en lo alto d´ella ay un monesterio que tiene las torres de oro como petriles; a este monesterio va el rey muchas vezes a tomar ayre. Y de aquí va hombre por la tierra del gran Can de que ya hos he hablado.

En todas estas partidas y islas no ay gentes que tengan buen entendimiento, porque si lo tuviessen ellos ternían mejor regla de bivir que no tienen; aunque no dejan de tener aquella general locura que por todo el mundo está esparzida, que es que assí el ydiota y el loco piensan ser tan sabios como el más doto.

Dizen estos ydólatras que los ángeles les hablan por boca de los ydolos y que hazen grandes milagros, de lo qual dizen verdad, que ángeles ay dentro de sus ydolos, mas ay dos maneras de ángeles: buenos y malos, assí como dizen los griegos Caco y Calo; Calo es el ángel bueno y Caco es el malo. Aqueste ángel que entra en las ymágines no es el bueno sino el malo, el qual les habla porque perseveren en su opinión y malos errores. Otras muchas grandes maravillas ay por otras tierras donde yo no soy estado, de las quales yo he oydo dezir, por tanto yo quiero más callar dexando de dezir d´ellas que no hablar a tiento, como hazen aquéllos que pospuesto todo temor y vergüença escriven cosas que nunca fueron en el mundo, y por eso yo dexo de escrevir muchas maravillosas cosas que vi porque aún éstas no es razón de contarlas por ser admirables aunque verdaderas. Y por esto me paresce que basta lo escrito en este libro para que cada uno leyere tenga que contar. Y assí acabo el presente libro dando gracias a Dios omnipotente el qual sea en guarda de todos. Amen. Deo gratias. /fo. LIX v./

 

Es de saber que yo, Juan de Mandavilla, cavallero suso dicho me partía de mi tierra y passé la mar en el año de la gracia y salud humana de Mcccxxij años.

Y después acá he andado muchas tierras y passos peligrosos, y heme hallado en muchos hechos notables dignos de inmortal memoria. Y como sea cosa natural y de mucha razón nadie no poder olvidar su patria natural, pues assí yo después de haver casi rodeado todo el mundo y ya cargado de la complicidad y anciana vegez acorde de venir a reposar a la mía; y acordándome de las cosas passadas he escrito como mejor pude aquellas cosas que vi y oy por las tierras donde anduve.

Y torné a mi tierra en el año del nascimiento de Nuestro Redemptor y Salvador Jesuchristo de Mcccvlvj; y quando yo partí de mi tierra tenía xxiiij años. Porque ruego a todos los que en este libro leerán rueguen a Dios por mí y yo rogaré por ellos. Que Dios nos perdone nuestros pecados. Amen.

 

A loor y gloria de la Sanctíssima Trinidad y de la Sacratíssima Virgen Sancta María madre de Dios y señora abogada de todos los peccadores y de los bienaventurados sanctos. B.P.H. Imprimióse el presente libro de las maravillas del mundo en la muy insigne ciudad de Valencia por Juan Navarro. Acabóse a veynte y ocho días del mes de enero, año del nascimiento de Nuestro Señor Jesuchristo de MDXXXX.