Capítulo XXXXI

De una fada que está encantada en aquel castillo y del Arca de Noé.

 

Quien quiere yr la vía de Tartaria y de Persia y Caldea y la vía de Judea conviénele primeramente yr por Génova o por Venecia o por otras partidas que arriba he nombrado, y después passar la mar y allegar a Trapisonda que es una buena ciudad la qual solía ser llamada "la puente de los pasajes" de los medianos y de los otros mercaderes de aquella tierra; en aquella ciudad está enterrado sant Athanasio obispo de Alexandría, el qual hizo el símbolo de "qui cum qz vult".

Este Athanasio era maestro en teología y porque él predicava y hablava muy profundamente de la Divinidad y de la Trinidad fue acusado ante el Papa de herege, y quando el Papa lo oyó embiólo a buscar y hízolo poner en la prisión, y estando allí compuso el símbolo ya dicho de "qui cum qz vult", el qual embió al Papa, y dixo que aquél era herege: que no creya ser verdad los artículos d´este psalmo y que él lo creya assí, y quando el Papa oyó esto dixo que en aqueste psalmo estava toda nuestra fe y creencia y mandó que lo cantassen cada día en las horas a prima, y de allí en adelante tuvieron al obispo por verdadero y católico christiano y de buena vida, y el Papalo lo libró de la prisión, mas nunca después quiso tornar a su obispado porque lo acusaron de herege. Trapisonda solía ser del emperador de Constantinopla, mas un rico hombre que el emperador embió por guardar la tierra de los turcos la husurpó y tiranizó y se hizo llamar emperador de Trapisonda; de allí vee hombre la menor de Armenia.

En aquella tierra ay un castillo cuyos muros son cubiertos de nícula, y está encima de una roca y llámanlo "el castillo de esparver", el qual está allende de la ciudad de Layaví cerca de la villa llamada "Persipén", que es un señor de los turcos y es hombre muy rico y animoso y leal christiano; y en aquel castillo halla hombre un gavilán encima de una percha o vara muy hermosa, y allí está con él una muy hermosa donzella encantada que lo guarda: y si alguno quiere velar este gavilán siete días y siete noches (y dizen algunos otros tres días y tres noches) sin dormir y sin compañía, que aquella doncella verná a él después que allí haurá velado y le dará el primer don que le demandará de las cosas eternales: y esto se ha muchas vezes provado, y en especial por un rey que era muy valiente caballero el qual como acabó de velar vino a él la doncella diziéndole que demandasse pues él havía hecho su devido, y el rey le demandó diziendo que él era ya gran señor y que tenía paz en su tierra y era assaz rico por tanto que él no demandava ninguna cosa terrenal, mas que demandava a ella, y la doncella le respondió que ella no era terrenal sino espiritual y que él no la podía haver, y finalmente el rey le dixo que él no quería otra cosa sino a ella, y la doncella e dixo: "Pues yo no hos puedo apartar de vuestra loca intención, yo hos daré don sin demandarlo para vos y para todos aquéllos que de vos de- /fo. XXXI v./ cendirán. Que vos ayáyas guerra sin hazer paz, y que seáys en sojuzgación de vuestros enemigos hasta diez generaciones de bienes temporales, y de todas cosas seáys siempre pobre y baxo". Y después acá nunca el rey de Armenia ha havido paz ni ha havido quien d´él se doliesse de tanto como ha perdido, y ha estado siempre entre moros.

Y assí mismo, un hijo de un hombre pobre veló allí una vez a fin que pudiesse ser victorioso y astuto en las mercaderías y la muger se lo otorgó y assí llegó a ser el más potente y más rico de bienes temporales y el más nombrado mercader que pudiesse ser por mar y por tierra. Y otra vez un caballero del templo veló en aquel castillo, el qual demnadó que huviesse todos los días una bolsa llena de oro y la doncella se la otorgó, mas díxole que havía demandado destryución para su orden por la confiança de la bolsa y la gran soverbia que ellos ternían y que en ellas sería la destruyción. Y por tanto guárdesse quien aquí quiere velar, que no verá la gloria del Parayso.

Aqueste no es derecho camino para yr a las partidas que yo hos he nombrado, mas he lo dicho porque quien querrá ver aquesta maravilla la podrá ver.

Y quien quiere yr en camino derecho de Trapisonda hasta Armenia la grande hallará una ciudad que ha nombre "Tirón"; esta ciudad era muy hermosa y muy fructificante, mas los turcos la han mucho destruido; en esta tierra no se haze vino ni hay frutas, mas tráenlas de otra parte porque aquella es tierra muy alta y fría y ay en ella muchas buenas cavas que van por debaxo de la tierra las quales traen agua de Éufrates, que es a una jornada de aquella ciudad: y aquel río viene por debaxo de tierra y resurte en la tierra Alcacor, y después passa por Armenia y entra en la tierra de Persia.

Y de aquí llega hombre a una montaña que dizen "Zabrissacolle", y luego ay otra montaña que dizen "Climaclare" donde Noé de halló passado el diluvio: y aún oy en día es ende su arca sobre la montaña y quando haze claro la vee hombre de la tierra ya dicha; esta montaña tiene en alto siete leguas: han muchos que dizen que han estado alto y que han visto y tocado la dicha arca, mas todos aquellos que dizen que estas nuevas dizen su plazer, porque ningún hombre ni puede subir encima de aquella montaña por las grandes nieves que en ella ay de contino, de manera que ningún hombre puede ende subir ni jamás subió después del diluvio, salvo un monje que subió por gracia de Dios, el qual truxo un pedaço del madero de la dicha arca: y está aún al pie de aquella montaña aquel mader en una yglesia; aquel monje havía deseado mucho subir en la montaña y como subió alto fue muy cansado y adurmiósse, y quando despertó hallósse al pie de la montaña baxo, y él havía rogado a Nuestro Señor devotamente le dexasse subir, y oyó la boz de un ángel que le dixo que subiesse una vez y no más, y assí subió y truxo aquel pedaço, y después acá otro no ha subido ni éste tampoco, por [lo] que ninguno no debe creer estas palabras.

Al pie d´esta montaña está la ciudad de Lendenge, la qual Noé destruyó, y de la otra parte está la ciudad de Loni, en la qual solía haver muchas yglesias y bien lindas. /fo. XXXII r./

Capítulo XLII