© 2002 Ed. de Vicent Sanchis Caparrós
Universitat
de València
COMEDIA TIBALDA
Ynterlocutores:
Tres pastores:
YLARIO, PRETEO [y] TIBALDO,
enamorado de
POLINDRA, la mesma POLINDRA
y su esposo
GRISENO.
YLARIO
¡O[h], pese no a diez, quán solo está el prado!
[N]o suele a estas horas estar tan vazío.
[Q]uiero acostarme so aqueste sonbrío.
¡[P]ardiós, aquí esto del sol bien guardado!
[P]lazeres de villa me tienen cansado:
baylar y cantar, comer y beber,
qualquier exerçiçio, qualquiera plazer
se torna en fastidio después de pasado.
¡Preteo! ¡Preteo! ¿do estás escondido?
[J]uro a mi vida aquí junto venía.
¡[D]ole al dimoño! ¿[P]ensáys que le vía?
¡[M]yra quál está el diabro tendido!
[D]i, ¿qué trabajo te ha sobrevenido,
que ansí te rrecuestas por bien descansar?
PRETEO
Mas antes te digo que el mucho holgar
me haze que esté tan amodorrido.
[E]n toda mi vida ni hasta que muera
no vi nin vere tan gran desposorio.
[N]unca en la villa ni en su territorio
se fizo negoçio de aquesta manera.
¡[Q]ué buena cena y qué plazentera!
¿Sabes qué tal? [Q]ue yo te aseguro
que me chapé seys vezes de puro,
que todas las traygo aquí en la mollera.
YLARIO
Dexémonos de eso; di, ¿qué ha de sentyr
con nueva tan triste el triste Tibaldo,
que sienpre ha querido tan firme y tan saldo,
que nunca vn momento dexó de servir?
PRETEO
Callemos vn poco, que aquí ha de venir;
ya yo lo siento. ¿[N]o lo ves allá?
[E]scucha, callemos, que bueno será
oyr lo que quexa de verse vivir.
TIBALDO
No siento, no sé, no entiendo, no veo
rreposo, do halle mi vida bonança,
pues, quanto más muere mi flaca esperança,
tanto se abiva mi triste deseo.
[A]mor, que es la cavsa del mal que poseo,
ha dado a mi pena tan grave ocasión,
que vivir vn honbre con tanta pasión,
razón no consiente, ni avn yo no lo creo.
Pues, ¿cómo es posible poder tener vida
quien tanta discordia padesçe consigo?
[Q]ue amor a quien sirvo, me es tan enemigo,
que no esto en vn dedo de ser homicida.
¡[Oh] cuerpo penado, o[h] alma perdida!
[Q]ue soy de mi grado yo mesmo perdido;
mas avnque esta pena me tiene vençido,
jamás mi porfía podrá ser vençida.
¡[Oh] triste amor que no eres amor!
crueza y engaño es tu propio nonbre,
mortal enemigo del triste del honbre,
maestro de dar pasión y dolor;
De ti es vençido el más vençedor,
y aquel que tú vençes podrá bien dezir:
que ha sido su vida ygual al morir,
y muchos afirman que avn es muy peor.
¡[Oh] breve plazer, perpetua tristura,
dudosa firmeza y cierta mudança,
allí do tú pones mayor esperança,
allí está más çierta la desaventura¡
[M]ás huye la vida quien más te procura;
quien menos te sigue, esta más seguro;
al cuerpo por vida y al alma de juro,
tú les das pena, que sienpre les tura.
Que amor, por meternos en captiuidad,
después que nos ata con el pensam[i]ento,
ciega los ojos del entendimiento,
y así obedeçemos a su voluntad;
pues no tiene preçio nuestra libertad,
¿por qué la trocamos, o[h] sinples pastores,
por ansias, cuydados, congoxas, dolores?
[N]o sé do procede tan gran ceguedad.
¡[Oh] ciegos mundanos, aqueste gran fuego
de amor, atormenta los que le servimos!
[J]usto nos viene, pues que le seguimos,
viendo que está sobre brasas y ciego;
las brasas denotan su poco sosiego,
lo çiego nos guía con mucha torpeza,
el arco y las flechas demuestra[n] crueza,
con que los hiere del mal que rreniego.
Las alas luzidas de tantos colores,
que tanto en la vista agradan los ojos,
aquesas son sus muchos antojos,
con que nos cavsa terribles dolores;
el estar desnudo nos dize, señores,
que ansí lo estaremos sin çierta esperança,
y el ser niño muestra su presta mudança;
¡pues ved si devemos morirnos de amores!
Mas, ¿quién huyrá de su poderío?
que amor es tan fuerte, que, donde se esfuerça,
no sólo ynclina, mas antes nos fuerça,
que no nos vale rrazón ni alvedrío;
y por aquesto yo ya desconfío,
porque a sus golpes no basta mi escudo,
sabiendo de çierto que çierto no pudo
huyr de sus manos tan grande gentío.
¿En esta vida, que es ya lo que espero,
pues que Polindra se ha desposado?
[Q]ue vida do cresce sospecha y cuydado,
nin puede ser vida, ni yo no la quiero;
de amor y su gloria de aquí desespero,
y en todas mis penas más cresce el dolor,
ver que me enpacha ser rrudo pastor,
para quexar el mal de que muero.
[PRETEO]
Mi fe, Tibaldo, yo he estado escuchando
tu triste pasión, tu mal peligroso,
tus graves sospiros, ¿de qué eres quexoso?
pardiós, que te juro que vengo llorando;
no ay coraçón que no tornes blando,
puesto que fuese más duro que peña,
viendo que amor te vltraja y desdeña,
aviendo tú sienpre seguido su vando.
A gran sinrrazón amor te condena.
TIBALDO
No lo sabes bien.
PRETEO
Más antes lo sé.
TIBALDO
Pardiós, no lo sabes.
PRETEO
Sí sé, por mi fe,
que vn gran rramalazo sufrí de su pena.
TIBALDO
¡Petreo, Petreo! ¡[Y] quánto es ajena
la que tú quexas según es la mía!
PRETEO
Dexemos, Tibaldo, aquesa porfía,
que, si tú padeces, mi vida no es buena.
[Q]ue, avnque estoy libre de aquesa prisión,
las carnes me tienblan de sólo mentalla,
teniendo memoria de aquella batalla
do amor me vençió con mucha pasión;
mas, desque me vy en tal confusión,
dime rremedio con solo mi seso.
TIBALDO
Mi fe, Petreo, si fueras bien preso,
no te soltara saber ni razón.
[M]as como tu fe no tubo çim[i]ento,
ansí tus heridas no rronpen el cuero,
y esto te hizo que así de ligero
pudieses sanar tu chico tormento;
mas yo, el mal que siento, con fe lo consiento,
y ansí mi morir padezco de grado,
pues de mi penar, pasión y cuydado,
mirando la cavsa jamás me arrepiento.
PRETEO
Si quando Polindra miraste primero,
no te enviçiaras en vella y oylla
con pensam[i]ento tan firme en seguilla,
a osadas que fuera tu mal más ligero;
porque al prinçipio no fue lastimero,
la continuança cresçió tu dolor,
y por eso dize que es el amor
manso muchacho y biejo muy fiero.
De aqueste tu mal el oçio fue guía,
de oçioso veniste sin tiento a miralla,
y luego, de vella nasció el desealla,
y este deseo cresció tu porfía.
[Y] ansí concebiste en tu fantasía
sus graçias, sus avtos, sus lindos meneos,
que han encendido tus bibos deseos;
que amor ansí nasçe y desto se cría.
Él te çevó con dulçe esperança
quando al prinçipio no estabas bien preso;
después, poco a poco vençido tu seso,
puso tu vida en dudosa balança
y encaxóte en tu ymaginança
vn sentim[i]ento dulçe y suave;
ansí que, Tibaldo, aquesto es la llabe
de tu perdición y tu malandança.
Es cosa cierta y muy natural
venir gran dolencia de poco açidente,
y bemos que nasçe de pequeña fuente
el rrío más hondo, más grande y caudal.
[L]a llaga se haze a vezes mortal,
la qual, si con tienpo fuera curada,
estava en la mano de ser rremediada,
ansí que el descuydo es cavsa del mal.
Amigo Tibaldo, si quieres myrar
aqueste gran fresno, so cuyo sonbrío
rreposa el ganado en tienpo de estío,
y el alamo grande de nuestro lugar,
donde el concejo se suele juntar
y ofreçe las bodas y venden de fuera,
quando era chico, le arrancara quien quiera,
agora, ¡ya veys qué serie de arrancar!
Ansí que en los males cabsados de amor,
en los comienços está el fin y medio,
después de encarnados, a dalles rremedio
el sabio lo ignora, ¿qué hara el pastor?
[E]n la sementera, el buen labrador
abaxa la mano temiendo los vientos,
mas tú, al senbrar de tus pensamientos,
senbraste sin m[i]edo y cogiste dolor.
Delante tenemos exenplo provado,
de nuestras ovejas aquí en la montaña,
que dan del oçico a la yerva que daña,
porque natura ansí lo ha mostrado;
pues tú, Tibaldo, pastor avisado,
da del hoçico a mal tan continuo,
porque el coraçón es como vn molino,
que aquel grano muele que le han echado.
Muela, Tibaldo, en tu coraçón,
la poca esperança que desta ya tienes,
y, pues que es ajena, ¿en qué te detienes?
[N]o muelas cuydado, que cabsa pasión.
[S]ea el molinero la justa rrazón,
que en casos de amores tan bien determina,
y yo te seguro que hagas harina
con que rrecibas gran consolación.
De aquesta locura aparta las mientes,
abre los ojos, avisa de aquesto,
que aquel es más sabio que huye más presto,
de aquesta ponçoña que mata las gentes.
[S]i amor amenaza, mostralle los dientes,
y si halagare, huyr de su gloria,
pues a la fin, en nuestra memoria,
sienpre los daños nos quedan presentes.
[E]xenplo te sean las çiertas patrañas
que sienpre has oydo de aqueste perverso,
que muy pocos son en el mundo vniverso
con quien no provase sus fuerças y mañas.
[N]o des lugar que, allá en tus entrañas,
pues es tu enemigo, se haga señor;
ansí que si quieres sanar tu dolor,
andémonos juntos por estas montañas.
TIBALDO
Yo cuydo que cuydas que has bien hablado.
PRETEO
¡Pardiós si cuydo!
TIBALDO
¡Pues pardiós no as!
PRETEO
Yo pienso que sí.
TIBALDO
Engañado estás.
PRETEO
Mas lo estás tú tras ese cuydado.
TIBALDO
Escucha, Preteo, no estés rrevelado;
tu dicho, tu habla muy poco me presta,
pues que verás aquí en mi rrespuesta
cómo distingo quanto has rrazonado.
Tú dizes que el oçio fue la ocasión
que yo a Polindra hubiese de ver,
¿qué ocupaçiones puede honbre tener
que estorven de ver tan gran perfición?
[D]e sólo no verla está el coraçón
con mucho dolor, con mucha querella,
que, estando yo sienpre do pudiese vella,
gloria sería mi mucha pasión.
Si dizes que amor que nasce y que cresce
muy poco a poco y no en vn momento,
si en aquesto afirmas, yo no lo consiento,
pues el contrario en mí se pareçe.
[D]o no halla fe, amor poco enpece,
donde la halla, no busca rrodeo,
que enprime la pena pasión y deseo,
conforme a la fe de aquel que padece.
Amor, quando ve que está descubierto
aquel con quien tiene batalla aplazada,
no cura de andar haziendo levada,
en viendo que puede hazer golpe çierto.
[A]nsí me hirió del mal que estoy muerto,
estando yo d[e] él asaz descuydado,
que si me viera que estava avisado,
lidiara comigo por otro conçierto.
Dizes que cresçe el mal no curado,
ansí a muchos males la cura no basta,
que al que es muy herido no sacan el asta
hasta esperar que este confesado.
[S]i el álamo o fresno naçiera criado,
quiriendo arrancalle la primera hora,
eso pudieran entonçes que agora;
así me aconteçe a mí en mi cuydado.
Por eso no digas que fuy homiçida
de mí, porque al amor me di tan sin miedo,
que amor, quando hiere con mucho denuedo,
no pone la fe por peso y medida.
[Y] allende esto él da la herida
con flecha de yerva, tan dulçe avnque fuerte,
que tengo por harto mejor esta muerte,
que no, siendo sano, gozar de la vida.
Das por exemplo en casos de amor
aqueso que hazen aquí las ovejas;
mi fe, Preteo, aquestas consejas,
consejalas tú con otro pastor,
que, como tú estas sin este dolor,
en esto y en todo rreçibes engaño,
que no apartan ellas lo que haze daño,
sino sólo aquello que da mal sabor.
PRETEO
Mi fe, Tibaldo, es harta simpleza,
pensar que por eso lo haga el ganado.
TIBALDO
Escucha, Preteo, y, de que aya acabado,
entonce podrás mostrar tu sabieza;
si dizes que muestra la naturaleza
a las ovejas huyr lo que daña,
la mesma natura, con fuerza, con maña,
nos muestra a querer con mucha firmeza.
El clerigo cuenta de cómo [D]ios quiso
poner en las gentes muy fuerte querer,
quando crió al honbre y más la muger,
Adan y Eba en el paraíso.
[Y] pues lo ordenó en aquel ynproviso
con suma potençia su gran poderío,
querer rresistir a aqueste amorío,
yo no lo tengo por muy buen aviso.
En lo del molino que dizes, Petreo,
quanto en aquesto yo bien determino
que el molinero, tanbién el molino,
amor los govierna según lo que veo.
[P]ues dime si niegas aquesto que creo:
estando la tolva llena de afición,
¿qué moleras en el coraçón
que no sea pena, pasión y deseo?
Dizes que aparte las mientes de amor,
que huya y rresista su mucha potencia,
muy poco aprovecha la tal resistencia.
¿[Q]ué puede hazer el siervo al señor?
[S]i dizes que a tantos venció este dolor,
qué pocos escapan de su poderío,
querer yo escapar sería desbarío,
siendo vn vençido y flaco pastor.
PRETEO
Sin duda, Tibaldo, es mala señal
en todos los males la desconfiança.
TIBALDO
¿En qué puedo yo tener esperança,
que en sola mi fe se sufre mi mal?
PRETEO
La poca esperiençia te haze estar tal.
TIBALDO
Es lo que dizen del sano al doliente.
PRETEO
Harto es doliente quien su mal consiente.
TIBALDO
¿Qué puedo hazer? [Q]ue estoy ya mortal.
PRETEO
Como te dixe, pudieras sanar
con chico rremedio en siendo herido,
mas, avnque tu mal está envegeçido,
consejos, rremedios podiante ayudar,
que, estando tú a punto de desesperar,
dexarte morir sería gran locura,
que no porque sea difiçil la cura,
el físico debe dexar de curar.
TIBALDO
Yo bien conozco que tú con buen zelo
eres venido a darme consejo,
mas no veo en ti tan buen aparejo
que baste tu seso a darme consuelo.
[A]mor, desque tiene bien preso su anzuelo,
dentro el alma acá en las entrañas,
eso aprovechan consejos ni mañas,
que derramar agua por medio del suelo.
PRETEO
¿Quieres, Tibaldo, que en estas contiendas
te diga yo aquello que a mí me paresçe?
TIBALDO
¿Qué te pareçe?
PRETEO
Que nunca fallesçe
escusa a quien quiere pecar a sabiendas;
tú mesmo te aviçias, tú mesmo te prendas,
tú penas de grado con tal devaneo,
y vas tan sin tiento tras este deseo,
que es menester tirar de las rriendas.
TIBALDO
Hablas, Petreo, de suerte y manera,
que muestras ser libre de aquesta pasión.
PRETEO
¡A la fe, hablo conforme a rrazón!
TIBALDO
¡Mi fe, tú hablas desde talanquera!
PRETEO
Es muy gran error echar a de fuera
aquello que el físico da para curar.
TIBALDO
Mas mi fe, Petreo, el aconsejar
muy de ligero, lo haze quienquiera.
Que si tú sintieses el mal que yo siento,
veríes tus consejos quán poco aprovechan,
antes enhadan, lastiman, despechan,
y en parte te digo que cresçen tormento.
PRETEO
Tienes tan çiego el entendim[i]ento,
que hazes difíçil lo que es muy ligero.
TIBALDO
Pardiós, Preteo, escucharte quiero.
[T]orna a hablar, que yo estaré atento.
PRETEO
Agora me plaze, Tibaldo, contigo,
que determinas dexarme decir,
pues esta dolençia espera guarir
aquel que procura tener paz consigo.
[A]quel que de sí es puro enemigo,
no hay mediçina que le satisfaga,
mas ya que consientes tentarte la llaga,
muy presto verás si soy buen amigo.
No pienses por eso que has de sanar
d[e] este amorío luego en vn punto,
que suele venir el mal todo junto,
y la salud de espaçio y vagar.
[L]a pena y pasión, fatiga y pesar,
las ansias, congoxas, cuydados, dolores,
muy poco a poco se hazen menores,
que el tienpo con tienpo los ha de curar.
Si el cuerpo tenemos con enfermedad,
¡con quánto cuydado, trabajo y hemençia,
con quántos xaropes, con quánta abstinençia
andamos corridos tras su sanidad!
[P]ues, ¿quánto devríemos con más voluntad
buscar los rremedios que son para el alma?
[Y], pues la tenemos aquí en nuestra palma,
dexarla perder es gran vanidad.
Myra, Tibaldo, pues eres prudente,
que las dolençias peligrosas y largas
sienpre se curan con cosas amargas,
y no con aquello que quiere el doliente.
[Q]uien quiere ser sano, de grado consiente
qualquier trabajosa y muy grave cura,
que el pasio con fuego se ataja y segura,
y de otra manera peligra el paçiente.
Por eso, avque hiera en tu coraçón
lo que dixere para curarte,
ansí es menester para rremediarte,
pues sientes en el tan grave pasión.
[E]sforçarte sienpre a seguir la razón,
tu seso no tire, no amague, no encare
adonde la voluntad te mire o guiare,
ni do te llevare la çiega afiçión.
Suele dañar la gran diligençia;
por eso, si el mal esta ya de viejo,
ni yo te consejo, ni es buen consejo
que quieras de golpe curar tu dolencia.
[Y], pues arrayga está tu querençia,
no te apresures, que a los presurosos
suelen salir los fines dudosos
si hazen sus cosas con priesa y hemençia.
TIBALDO
¿Quién de pastor te hizo buldero?
[S]ana tú aquello que al cuerpo da pena,
que, de lo que al alma salva o condena,
el clérigo asaz nos es pregonero.
PRETEO
Si el coraçón está lastimero
con grave dolor que ansí te atormenta,
es menester que el ánima sienta
estos consejos que dezirte quiero.
Huye, Tibaldo, la oçiosidad,
que solamente los desocupados
andan metidos en estos cuydados,
en estas querençias de gran vanidad.
[A]nsí que, quien quiere tener libertad,
nunca esté solo ni oçioso vn momento;
del oçio se cría mortal pensam[i]ento,
que cresçe y rrecrea con la soledad.
Pues eres, Tibaldo, dispuesto garzón,
con otros zagales devríes procurar
tirar a la barra, correr y saltar,
que son exerçiçios que olbidan pasión.
[J]uegar a la chueca, jugar al mojón,
a vezes luchar con otros pastores;
no luches contino con estos dolores,
pues d[e] ellos te viene tan gran perdiçión.
Date a plazer, procura alegría,
no estés de contino en tan rrebentijo;
a bota cuchar, que es gran rregoçigo,
devríes procurar jugar algun día.
[P]odríes si quisieses, a tu fantasía,
dalle holgura de más apetito,
en ver cómo nasçe el cordero y cabrito,
y cómo mejora el hato y la cría.
Con mucho cuydado sienbra tu haza,
echa en tu viña, ataquizas rretuertos,
planta tu huerta de buenos enxertos,
si tienpo te sobra, salte a la playa,
y, porque no quede memoria ni rraza
en ti d[e] esta pena, busca exerçiçios,
busca plazeres, procura bolliçios,
date a la pesca y date a la caça.
Arma de escañuela, con lazos, con losa,
con cepo, con rredes, tirar a callido,
tomar con las cuerdas, en monte sabido,
liebre, conejo, o qualquiera otra cosa,
correr con los perros el lobo o rraposa,
armar en su tienpo a mirlos, zorzale,
tomar xirgueritos trigueros, pardales,
con liga muy fina que sea pegajosa.
Armar con costillas y con onçejeras,
con rred y rreclamo a las codornizes,
con calderuela tanbién a perdizes,
de noche a las chochas en las arroyeras,
tapar los gazapos en las madrigueras,
andar a ojear la liebra en la cama
y en el otoño tirar a la brama
después que ha llovido las aguas primeras.
Ansí mesmo puedes tomar con señuelo
tórtolas muchas, palomas torcazas,
sisones y turras con las añagazas,
en medio la siesta, que están sin rreçelo.
[S]i sabes armar birrocha, arañuelo,
verás a menudo mill aves caer,
y tanbién es cosa de mucho plazer
ver a los tordos venir al mochuelo.
Las abutardas son aves pesadas,
ésta te digo que es caza muy buena,
y, avnque se haze con alguna pena,
tómanse en siesta muy bien aboladas.
[D]e noche a las grúas en las ynbernadas
se toman con rredes si haze gran frío,
y otras mill aves que, en tienpo de estío,
yendo a bever se quedan burladas.
Armar en los guindos los esmerejones,
y los lavancos en los lagunajos,
con vara y candil de noche a los grajos,
tanbién en las bardas tomar gorriones,
y en los agujeros tomar aviones
y los vençejos o la comadreja;
armar la lechuza que duerme en la ygleja,
y en las tejoneras dar humo a tejones.
Si estás en el monte, consejote, hermano,
allí cabó el rrancho hazer buenos fuegos,
y en noches sin viento, con los nocharniegos,
¡qué gloria es de verlos traer a la mano!
[T]anbién es muy bueno con luna en verano
tirar a las zorras desde la buytrera,
y tomar las gangas con red barredera,
y, do lavan las tripas, armar al milano.
Pues eres, Tibaldo, mañoso, certero,
puedes tirar a corços, venados,
a puercos monteses allá en los senbrados,
o armarlos en tienpo en el hozadero.
[E]l ser cazador, el ser muy montero,
allende que alibia pasión y cuydado,
harate de noche dormir tan cansado,
que no te rrecuerde tu mal lastimero.
Quando la caça te diere fastidio,
date a la pesca, que es buen exerçiçio,
y es pasatienpo tan lleno de viçio,
que haze olbidar qualquier amorío.
[Q]ue los deleytes que son en el río,
sabe, Tibaldo, que son ynfinitos:
manga, esparavel, paradijo, garlitos,
y no los estorvan calores ni frío.
Y pues par de el rrío tienes cavaña,
podrás echar cuerdas en Abril y Mayo,
y las de los otros, avnque es mal ensayo,
puedes buscar si bien se te amaña.
[P]odrás todo el día pescar con la caña,
con çevos de pluma de sangre, gusano,
lonbriz, gusarapa, bollicos de mano,
según son los tienpos se busca [y] amaña.
Si no te sintieres con esto aliviado,
otro consejo se avrá de tomar,
pues tienes, carillo, a quién lo dexar,
pierde codiçia de uer el ganado.
[E]ntra a soldada, hazte soldado,
con tal que no sea aquí en esta tierra,
que, con otra guerra se vençe esta guerra,
y este cuydado con otro cuydado.
Y pues que Polindra te aparta y desvía,
avsentate luego y avsentate lexos,
y así podrá ser que amansen tus quexos,
amanse tu pena, tu larga porfía.
[V]ete a segar al Andaluzía,
o vete a las Indias, que está mar en medio,
y en esto podrás hallar gran rremedio;
si fuese que tú, así lo haría.
Yo bien conozco la pena notoria
que se rreçibe con este partir,
sé que se siente ygual a morir,
que avn desto me queda muy buena memoria.
[Q]uien vençe a sí mesmo, mereçe gran gloria;
huye de presto, Tibaldo, no tardes,
que aquí el esperar es muy de cobardes,
y en el huyr está la victoria.
Que, quando rrazón comiença a vençer
la voluntad que es nuestra enemiga,
con mucho denuedo conviene que siga
aquesta batalla sin punto perder.
[Q]ue si vna vez se dexa caer,
queda en cayendo muy acovardada,
muy llena de miedo, muy desconsolada,
sin fuerza ni esfuerço su fuerza y poder.
Yo sé muy çierto que tú sentiras
mill vezes la muerte después de partido,
y que este dolor te tendrá tan vençido,
que cada momento te arrepintiras.
[E]n yr o en tornarte suspenso estarás,
mas, quando el deseo quisiere bolverte,
está tan constante, tan firme, tan fuerte,
que, desque partido, no buelvas atrás.
Y quando más pena entonçes sintieres
por quien te cavsa tan fuerte cuydado,
finge que tienes en vella desgrado,
y que por otra sospiras y mueres.
[H]az que aborreçes aquello que quieres,
que muchas vezes me ha aconteçido
fingirme que duermo y hallarme dormido;
ansí haras tú si aquesto hizieres.
La ymaginaçión está manifiesto
que haze provecho y que haze gran daño,
que, quando aojado estube esstotro año,
el físico mucho hablava de aquesto.
Tibaldo, Tibaldo, rremédiate presto,
y, pues que careces de toda esperança,
trae de contino en tu ymaginança
que es mal dispuesta, que tiene mal gesto.
No tomes por gloria myrar su figura;
si está muy conpuesta, entonçes te tira,
lo malo que tiene, aquello le mira,
y finge que es fea su gran hermosura.
[Y] si todavía te diere tristura
este deseo perverso, maldito,
allá en la villa están las de Egipto,
ve a que te caten tu mala ventura.
Quando el amor está rrepartido
en más de vn lugar, no pena tan fuerte,
que si en arroyos el agua se vierte,
bien se vadea el rrío más crecido.
[L]a madre que ha dos hijos parido,
avnque la muerte del vno le duela,
menos lo siente y más se consuela
que no siendo vno, si aquel ha parido.
¡O[h]! pese no a diez, Tibaldo, contigo,
que andas como honbre que está sentenciado;
rreparte en más de vna tu pena y cuydado,
que piérdese el mur con solo vn abrigo.
[S]i quieres rremedio, harás lo que digo;
vete a los toros, a bayles y [bodas],
y escoje a quien quieres, Tibaldo, entre todas,
y si entre éstas no quieres, vente conmigo.
Si ansí lo hizieres, desde aquí te juro
de llevarte a vn hato do están dos zagalas,
que si a Polindra con ninguna ygualas,
harás como sinple, grosero, maduro.
[Y], mira, Tibaldo, que más te aseguro,
que guisan entramas tan bien vnas migas,
con que se olvidan mis penas, fatigas,
que sólo en comellas me torno Epicuro.
La menor d[e] ellas, que es harto más bella,
haré que te acoja vn rrato en su halda;
de allí nos yremos a luchar el espalda,
y, si tú la ganas, casar has con ella.
[H]aziéndolo ansí, pondrás tan çentella
dentro en Polindra, que yo fiador,
que rravia, sospecha, congoxa y dolor
apartes de ti y dexes en ella.
Si tú lo hizieres qual yo te lo enseño,
entonçes verás si sé de mugeres,
pues tanto quanto tú más la quisieres,
más muestra ella desgrado y desdeño.
[P]ues d[e] estas es ella, tú dala a su dueño,
y tenme secreto de aquestas maneras,
y, si no viniere de las enpulgueras,
que toda tu vida me muestres el çeño.
TIBALDO
¿Has acabado?
PRETEO
Ya he acabado.
TIBALDO
Cansado estarás.
PRETEO
¿De qué lo he de estar?
TIBALDO
Bien tienes de qué.
PRETEO
No cansa el hablar.
TIBALDO
Pues cánsame a mí averte escuchado.
PRETEO
¿Qué es lo que sientes?
TIBALDO
Que no ha aprovechado.
[T]an malo me siento como de primero.
PRETEO
El moro que dio la pasa al carnero,
y luego le atienta a ber si ha engordado.
De aqueste cuydado, de aqueste dolor,
obrar lo que digo te ha de curar,
que mis palabras no te han de sanar,
que no curo yo como ensalmador.
TIBALDO
Bien piensas tú que en casos de amor
que estás muy despierto y eres muy diestro;
pues si d[e] este mal tú fueses maestro,
más ganarías que vn saludador.
¡Quál andarías por estas cabañas,
de vn hato entre otro curando pastores
de aquesta pasión, de aquestos dolores,
de aquesta dolençia que está en las entrañas!
[Y]o te aseguro, si a esto te amañas,
que en muy poco tienpo te hagas muy rrico,
que amor, desde el rrey al más pobreçico,
haze sentir sus fuerzas y mañas.
Si en alguien sin fe hizieres enpieço,
pensaríen de veras que dabas conorte,
y llevarte ya [ha]n por fuerça a la corte
con loba, con mula, con buen adereço.
¡[P]or dios que abrías hecho buen estropieço!
[B]onete de crego y guantes en manos,
¡acá va, allá va aquel matasanos
con faxa de paño rrebuelta al pescuezo!
PRETEO
Huelgo, Tibaldo, de verte burlar,
puesto que burles de mí, lo consiento.
TIBALDO
No porque burlo estoy sin tormento,
que a muchos el gozo les haze llorar
y otros se rríen de mucho pesar.
[R]rióse Anibal, según que se halla,
perdida la cruda, postrera batalla
en que yba su estado, poder mandar.
Ansí que no creas estar sin pasión
que fuese la cavsa de no rresponderte,
antes muy más se açerca mi muerte
y se manifiesta mi gran perdiçión.
[E]n el rresponder ponía dilaçión,
sabiendo que en ello se abiba el cuydado,
porque, de quanto aquí me has hablado,
no sé que aprueve sino tu yntençión.
Sé que te pesa de verme mortal,
sé que lo sientes en verme morir,
sé que me querríes ayudarme a sufrir
alguna parte de aqueste gran mal.
[Y], avnque mi vida estando mortal,
le sobra tristeza y le falta plazer,
delibro, [Petreo], de te rresponder,
sabiendo que me eres amigo leal.
La ociosidad me mandas huyr,
mi mucho cuydado no sufre rreposo
y d[e] esta manera jamás esto oçioso;
do quiera que vo, me va a perseguir.
[M]as bien deves ver que es falso arguyr,
pues muchos oçiosos no son namorados
y muertos de amores çien mill ocupados,
y d[e] estos te quiero algunos dezir.
Aquel Iulio César, gran enperador,
di, ¿Cleopatra y qué tal le tuvo?
[Y] el buen Marco Antonio por ésta sostuvo
trabajos y muerte con mucho dolor.
[G]uerras tenían de harto temor,
discordias, rrebueltas y ocupaçiones,
ynsidias, batallas y mill defensiones,
mas avnque ocupados hallolos amor.
Tanbién Aníbal, el grande africano,
en Capua ocupado, de amor fue herido,
y se d[e] esta pasión no fuera vençido,
[él] sojuzgara el pueblo romano.
[N]o estava oçioso el Numidiano,
que, por mantener su fe y omenaje,
dio a Sofonisba el crudo brevaje,
pues libertalla no estava en su mano.
Bien pudo Yola, al que se destierra
por los trabajos andar a buscar,
sin mucho trabajo hazelle hilar,
que amor todo puede después que se afierra.
[Y], al tienpo que Achilles estava en la guerra
haziendo fazañas sufriendo gran pena,
tan cruda guerra le dio Poliçena,
que puso en olbido el bien de su tierra.
Dime, [Petreo], ¿qué dizes de aquel
que fue patriarca después de pastor?
[E]n el gran trabajo cresçió su dolor,
siete y más siete sirvió por Rrachel.
[Y] myra a Sanson, guerrero cruel,
que haziendo guerra a los filisteos,
así le ençendieron sus tristes deseos,
que pudo Dalila dar cabo de [é]l.
Quando Olofernes, con mucha vitoria,
vino en el rreyno de Hierusalem,
supo Iudit vençerle tan bien,
que le quitó la vida y la gloria.
[N]o quiero en esto cansar la memoria,
pues han sojuzgado aquestos cuydados
a tantos presentes, a tantos pasados,
que rrelatallo sería larga historia.
Dizes que busque plazer y alegría,
y que procure de me exerçitar
en bayles, correr, saltar y luchar,
en monte y en caça y en la pesquería.
[P]ensarlo hazer sería fantasía,
que en mí yo no tengo la jursidiçión,
que a las carnes manda el coraçón,
y al coraçón Polindra lo guía.
Desque Polindra, con tantos primores
prendió el coraçón, no tengo en mí nada,
y ansí yo no puedo entrar a soldada
después que en mí entraron aquestos dolores.
[S]i dizes que vençe en casos de amores
la guerra otra guerra, cuydado a cuydado,
pues vençe el mayor, tú estás condenado,
mi guerra y cuydado serán vençedores.
Das por consejo que prueve el absençia.
[N]o lo consejes a mí ni a ninguno.
[P]artir y morir en mí todo es vno,
que aquel que se parte se da la sentencia.
[P]odiendo yo sienpre myrar su presençia,
no penaría, ya te lo he dicho,
pues, ¿cómo porne a mi entredicho,
colgando mi vida de ver su exçelencia?
Quien puede penando partir a otra parte,
no tiene pasión de muchos quilates,
pues puede partiendo sufrir los conbates
que suele sufrir aquel que se parte.
[A]mor como quiere su pena rreparte:
a vnos senzilla y a otros doblada,
mas esta mi pena es pena çendrada;
a dalle más ley no basta su arte.
Dízesme más, si yo no me olbido:
que la vitoria consiste en huyr;
por mí no se puede aquesto dezir,
pues tengo mi mal por mal tan subido,
que está el pensamiento de vista perdido,
que quando la cavsa es cavsa sin par,
no es covardía aver de esperar
quien tiene por gloria el berse vençido.
Dizes que finja desgrado de ver
aquella que da la vida en miralla.
[E]n todo mi mal el bien que se halla,
es ver la cavsa de mi padecer.
[A]quel que pudiese fingir no querer,
ni siente pasión, ni tiene gran daño,
que amor no consiente cavtela, ni engaño
do falta firmeza se puede hazer.
Dizes, Preteo, que aquel que procura
fingirse que duerme, se halla dormido,
y que finja yo que he aborresçido
la gloria en quien pienso que esta mi ventura.
[L]a diferençia no que está muy escura;
qualquier que sintiere podrá bien sentir
que es natural el sueño y dormir,
y el aborreçer es contra natura.
Tú dizes más: que la ymaginaçión
puede dañar, y que ha aprovechado;
quien dixo que tú estavas aojado,
no es mucho que diga tan sinple razón.
[D]eterminada está la quistión,
que obra su fuerça en lo açidental
y no en Polindra, que l’es natural
en graçia y belleza y en gran perfiçión.
Tanbién me pareçe que dizes aquí
que piense que es fea y que es mal dispuesta;
a esto, Proteo, te doy por rrespuesta,
que estás hecho vn cesto y fuera de ty.
¿[N]o sabes, grosero, que desque la vy,
su ser se ynprimió ansí en mis entrañas,
que no ay artifiçio, ni fuerça, ni mañas,
que en my pensam[i]ento la aparten de my?
En sola Polindra puede el amor
herir y matar y mostrar su crueza,
y quien se vençiere de ver su belleza,
tome por descanso sufrir el dolor.
[N]o tiene cosa sin mucho primor,
es en estremo su gran hermosura,
pues ver la lindeza de tal criatura,
haze las graçias a su criador.
No tiene Polindra segunda ninguna,
ni para su tiple se halla tenor;
esta escureçe con su rresplandor
la claridad del sol y la luna.
[M]ás poder tiene que no la fortuna,
no ay otro rrico sino el que ella myra;
ella da vida y ella la tira,
y entre las lindas es sola vna.
Es claro luzero entre otras estrellas,
gran capitán entre gente menuda;
ella es la prima de toda la muda,
mayor que otras lunbres son sus çentellas.
[L]as más más loçanas, si está ésta entre ellas,
es lástima ver de quales están,
la pena que da con la que otras dan
es grande agravio con chicas querellas.
Es vna ymagen que no tiene par,
no sé, [Petreo], si la has bien myrado;
todo el concejo se está desbavado
al tienpo que ven que sale a baylar.
[P]ues, quando rrebuelve con vn ojear,
no bastan armas a aquel que ella myra,
que vna saeta tan fuerte le tira,
que pierde esperança de nunca sanar.
Puesta Polindra entre otras zagalas,
es como el águila puesta entre aves,
que, ver sus meneos, sus avtos suabes,
las más y más bellas deshazen sus galas.
[A]sí que en vella abaxan las alas
aquellas que piensan tener más donayre,
que su meneo, su graçia, su ayre,
no tiene par en fiestas ni en salas.
Todas de enbidia la querrían ver muerta,
viendo que ante ella diablos semejan,
y los zagales, si luego trebejan,
todo se ba a hazer a su puerta.
[S]i corren la vaca, es cosa muy çierta
que la han de pasar por donde la vea;
qualquier rregoçijo que haze el aldea,
todo en su nonbre se haze y conçierta.
Es tal Polindra, que tal no se halla,
que su belleza y graçia y estremos,
no ay fuerça, ni nave, ni vela, ni rremos
que en su presençia su fuerça no encalla.
[A]nsí me despido de aquesta batalla,
pues mi saber no allega ni alcança,
viendo que tiene tal semejança,
que no haze mucho quien quiere adoralla.
Dizen que son los males menores
si rrepartida está la tristeza;
el amador mudar su firmeza,
es heregía en ley de amadores.
¡[Oh] desdichado! [Y]o andube en amores
antes que aquesta hubiese mirado;
entonçes mi pena, pasión y cuydado
era como es la de otros pastores.
Mudar mi querer en otro lugar,
no son rremedios que sufre mi fe,
porque en el punto que aquesta myre,
luego entendí que me avía de acabar.
[Q]ue nunca a la garza oyen graznar,
si mill alcones la siguen en vano,
hasta que siente salir de la mano
aquel que ella entiende que le ha de matar.
De tu pensam[i]ento tu seso despide
que puede soltarse quien bien está preso,
antes te digo que engaña tu seso
quien piensa medille por seso y medida.
[M]i pena es mi gloria, mi muerte mi vida,
si pienso ser libre, aquello me ofende,
que el ave muy más se enlaça y se prende
si prueva a soltarse después de prendida.
Estando mi pena tan bien enpleada,
rrazón no consiente que haga mudança;
es fuerça firmeza do falta esperança,
consuelo lástima, consejo no es nada.
[A]mor, donde pone su fe muy sellada,
planeta, ni clima, ni constelaçión,
no puede mudar la firme afiçión
quando en el alma está aquillotrada.
Esas que dizes que son muy mejores,
pues que en sus migas hallas sabor,
con ésas ten tú firmeza y amor,
no cures comigo de aquesos primores.
[N]o quiero de otras favor ni fabores,
que más quiero d[e] esta ser puesto en olvido
que de otra ninguna ser faboreçido,
y en esto sostiene mi fe sus dolores.
Dízesme más: que me ha de querer
Polindra si finjo que yo no la quiero.
[D]enantes te dixe que eras gorsero,
agora lo afirma tu poco saber.
¡[Oh] sinple! ¿[T]al cosa puedes creer?
[L]a que con serbiçios me es enemiga,
¿haziéndole enojos, podrá ser amiga?
[M]i fe, por bestia podíes ya pasçer.
PRETEO
Bestia es aquel que dellas se fía.
TIBALDO
Calla, que eres hereje en amor.
PRETEO
¿Porque no hablo yo a tu sabor,
no ynprime mi habla en tu fantasía?
[P]ues sabe, Tibaldo, que es más heregía
estar tan modorro en no conoçer
quan más ynperfeta que es la muger,
y quan por antojos se rríe y se guía.
Es la muger, según me pareçe,
dulçe, agradable en sólo el aspeto;
si tiene poder, crueza es su efeto,
si es sojuzgada, por fuerza obedece.
[E]n vn solo punto cresçe y descreze:
amor, desamor, franqueza, abariçia,
aquello que teme, aquello codicia,
do muestra más fe, allí desfalleçe.
En darnos fabor y en aborrecer,
haze más sones que haze vn albogue;
son ynconstantes, están sobre azogue,
aman, desaman, y todo en vn ser.
[S]u gloria es tan presta, que pasa sin ver,
la pena que cavsan es mal perdurable,
y su condiçión tan vana y mudable,
que aquello que quieren, quieren no querer.
Si quieren dolerse de nuestras querellas,
falta firmeza con que se concuerden,
y lo que aventuran por ellos y pierden,
çierto se pierden por no conoçellas.
[A] los que padeçen y mueren por ellas,
aquellos disfrazan, aquellos no quieren;
por los descuydados se penan y mueren;
de aquellos se esconden que mueren por vellas.
Son descorteses a los que las rruegan,
a los que las sirven, desagradeçidas;
ponen estorvos do dan mill caydas,
a los que por ellas de sinples se ciegan.
[A] quien se les da, a aquellos se niegan,
su condiçión es hecha a dos hazes;
a quien les da guerra, a aquellos dan pazes,
y a los que las huyen, aquellos se allegan.
A los prinçipios, ellas conbidan
hasta tenernos metidos en juego,
y, en conoçiendo que está bibo el fuego,
buscan achaque con que nos despidan.
[D]an osadía para que las pidan,
y, si les pedimos, muéstranse onestas;
házense grabes las más desonestas;
do más se mereçe, allí más olbidan.
Si nuestro cuydado conoçen que es çierto,
entonçes nos dan mortales sentençias,
haziendo en nosotros más experiençias
que sueles hazer en vn cuerpo muerto.
[Q]ue, como es dudoso, mudable y ynçierto
aquello que afirman, prometen y juran,
con muchas cavtelas trabajan, procuran
de ver si tenemos engaño encubierto.
Sienpre nos juzgan en su fantasía,
si nos quexamos, porque no sufrimos,
y si sufrimos, que no lo sentimos;
tienen el seso por gran cobardía.
[P]or mucha locura lo que es osadía;
si las seguimos, que las difamamos,
si no las seguimos, que las olbidamos;
busca quien entienda su algaravía.
Myra, Tibaldo, con qué nos guerrean,
mill cosas encubren por más nos prender,
y otras encubren por no nos perder;
si de algo escarneçen, aquello desean.
[Y], si se visten, adornan y arrean,
buscando blancuras, vnturas, azeytes,
es por traer a falsos deleytes
aquellos que en ellas sus viçios enplean.
En su navegar estremo es el viento,
fíngense mansas, fíngense bravas,
a vezes señoras, a vezes esclavas,
rríen y lloran en solo vn momento.
[F]ingen desgrado y contentamiento,
quando sospiran, entonçes engañan,
quando halagan, entonçes nos dañan;
muestran descanso sufriendo tormento.
¡O[h] pese no a diez, que somos catibos
de las que lo son por solos antojos,
y quando nos cavsan mayores cordojos,
entonçes sus ojos nos son más esquivos!
[T]ienen en todo tan fuertes motibos,
que, si las miras allá en las ygrejas,
sienpre profaçan diziendo consejas,
salban, condenan a muertos y a bibos.
La más rrecatada se haze ynocente;
la que es más esquiva en salir a baylar,
esa querría jamás acabar,
y más mientra[s] más la myra la gente.
[M]ill vezes van por agua a la fuente,
y las menos d[e] ellas con neçesidad,
y las que nos muestran mayor gravedad,
quando las rruegan, más presto consienten.
TIBALDO*
Mi vida está tal, que bida no quiere;
si callo, si hablo, a mí me condeno;
está mi juyzio de mí tan ajeno,
que temo de errar en quanto dixere.
[S]i alguno burlare de aquesto que oyere,
culpe a Polindra que me tiene preso;
a ella, que tiene mi alma y mi seso,
a ella se ynputen las faltas que hubiere.
El alto ynmenso Dios verdadero,
que todas las cosas crió por su mando,
como fue criando los fue sujetando,
quedando más noble y señor lo postrero.
[Y] fue la materia sin forma primero,
y d[e] esta hizo quatro elementos,
que aquestos quatro fueron çimientos
de la creaçión de que hablarte quiero.
[D]e aquestos quatro la tierra es formada;
sirve la tierra a yervas y plantas...
PRETEO
Tú sabes leyenda, por [D]ios, que me espantas.
TIBALDO
Espera, grosero, que no he dicho nada,
que la tierra y plantas es cosa provada
que sirve sienpre a lo sensitibo,
y al honbre sirve lo bibo y no bibo,
y el honbre a muger, postrera criada.
Que, avnque Eva comiera, si Adán no pecara,
no nos viniera el mal que nos vino;
Adán traspasó el mandato dibino,
y ansí su comida costó a todos cara.
[S]i quieres myrallo, la cosa está clara
que nunca Eva perdió la ynoçençia,
hasta que Adán, con desobediençia,
comió de aquel fruto que Dios le vedara.
Y avnque Eva y Adán juntos pecaron,
en el pecar hubo muy gran diferençia;
el honbre pecó de muy çierta sçiençia,
y la muger porque la engañaron.
[Q]ue, avnque el pecado anbos pagaron,
a Adán en persona le fuera vedado,
así que no fue ygual el pecado,
que avn ella no era quando lo mandaron.
Veys aquí luego clara rrazón,
sin entrevalo, cavtela, ni envés:
Dios crió el cuerpo, y el alma después,
que es muy más noble sin conparación.
[Y] has de saber que, en la creaçión
de la muger, sin otras zozobras,
puso Dios fin a todas las obras,
así que con ellas les dio perfiçión.
De lodo de tierra fue el honbre criado,
y la muger de carne perfeta;
tan pura, tan linpia, tan salda, tan neta,
que haze dar graçias a quien le ha criado.
[D]e lo que en el honbre ay purificado,
de aquello formó Dios a la muger,
sabiendo que d[e] ella avíe de nasçer
quando en el mundo fuese enviado.
Lo que Dios haze tengamos por bueno;
si nos preçeden, [É]l mesmo lo quiso,
pues la crió en el parayso,
y al honbre crió en el canpo amasçeno.
[Y], avnque sacada fue de su seno,
en todo la hizo muy más acabada,
por el lugar donde fue criada,
y porque no fue su cuerpo terreno.
En todo nos hazen ventaja creçida:
las carnes más lisas, más blanco color,
el rrostro luziente de tal rresplandor,
que sólo myrallas alegra la vida.
[S]u buen tratam[i]ento, su graçia subida,
su gran saber, cordura y belleza,
dotólas tan bien la naturaleza,
que muy bien colmada le dio la medida.
Los honbres más sabios, de mayor dotrina,
de lo que supieron muy poco ynventaron;
mugeres las artes y sçiencias hallaron,
¡pues ved si hallalas fue cosa más digna!
[Y] aspiraçión tuvieron divina,
pues fueron prinçipio de toda prudençia,
porque Minerva hallara la sçiençia
y Nicostrata la lengua latina.
Y avnque tú ves que ay mucho letrado,
más avría d[e] ellas si se permitiesen
que en los estudios la sçiençia aprendiesen,
como se hizo los tienpos pasados.
[A] los filosofos más afamados
hizieron ventaja en arte y saber;
en el preguntar y en el rresponder
los honbres ante ellas son torpes y atados.
Mugeres hallaron muy nobles ofiçios:
el vso de azeyte, arar y senbrar,
hallaron virtudes, los honbres los viçios,
çien mill homiçidios, çien mill ladroniçios.
[A]vnque las horcas están d[e] ellos llenas,
más son sus culpas que no son sus penas,
y más los delitos que no los yndiçios.
Quando el eterno Dios padeçió
en esta vida por darnos la vida,
es cosa çierta, muy clara y sabida,
aver sido honbre el que le vendió.
[P]or honbres fue preso, por honbres se bio
lleno de vltrajes y cruçificado;
de las mugeres plañido y llorado,
y en ellas al fin la fe se halló.
La persecuçión de la xristiandad
hizieron los honbres con muchas porfías;
los honbres hallaron çien mill heregías,
y las mugeres la çierta verdad.
[P]ues los quitaron de su çeguedad
como leemos y claro se ha visto,
y honbre ha de ser aquel antexristo
hecho y nasçido en toda maldad.
Si myras el águila, ave rreal
que sobre las aves ha preminençia,
henbra es la prima por gran exçelençia,
el macho no puede llamarse cavdal.
[Q]ualquiera virtud, por don espeçial,
en las mugeres nasçe y se sienbra,
y en los basariscos ninguno no ay henbra,
por ser, como son, ponçoña mortal.
Si pudo Alexandro con mucho poder
gran parte del mundo ansí sojuzgar,
fue Semiramis, muger singular,
que grandes hazañas supo enprender.
[H]izo conquistas y supo vençer
hasta el rrío Ganges de arenas doradas;
vençió muchas gentes que no eran domadas.
[D]espués descubrió como era muger.
Si hubo vn Achiles que tanto se arrea
de aver muerto a Etor tan fuerte varón,
fue más nonbrada y con más rrazón
en la mesma guerra la Pantasilea.
[Y] mira a Triaria, quánto desea
a su marido ver ynperar,
que, como valiente varón singular,
se pone a peligro, se arma y pelea.
Si hizo Rroldán con gran valentía
hecho famosos que avn biben agora,
mayores los hizo Ponçela pastora,
con fuerças y mayas y grande osadía.
[P]or mar y por tierra muy bien conbatía,
vençiendo en el canpo xv desafios,
cobrando los rreynos y los señoríos
del rrey que perdidos ya los tenía.
Si fue Iulio César gran vençedor,
tanbién Oritia fue gran vençedora,
y ansí lo fue la su anteçesora
Antíope, rreyna muy sin temor,
que a Asia y Evropa vençió con furor,
y huvo con Hércoles guerra y batalla
tal, que avnque de él vençida se halla,
se estima más fuerte que no el vençedor.
Si fue Aníbal guerrero valiente,
la casta Camila no fue menos que él,
que bien sintió Eneas su braço cruel,
pues hizo tal daño en él y en su gente.
[S]i fue Çipión guerrero prudente,
y por sus vitorias llamado africano,
Zenobia, en despecho del pueblo rromano,
fue rreyna y señora de todo el Oriente.
Si lo fue el rrey Çiro que el Asia ganó,
tanbién fue María rreyna nonbrada,
tan sabia, tan fuerte y tan esforçada,
que a él y a su gente y a todos mató.
[D]e dozientos mill, ninguno quedó,
pues myra si hizo de sí çierta prueva,
que no dexó bivo que lleve la nueva,
y al mesmo Çiro en sangre ahogó.
Mira la noble matrona nonbrada,
muger de Tarquino, la linpia Lucreçia,
que de ser casta tanto se preçia,
que se mató después de forzada.
[Y], mira Porçia, muger afamada,
que quiso con hierro provar si era fuerte,
y comiendo brasas al fin se dio muerte,
¡myra qué muerte jamás no pensada!
Myra la hija de aquel cavallero
Virginio, llamada ella Virginia,
a quien dio su padre muerte sanguínea
por no ver en ella juyzio tan fiero.
[Y] myra Truçia, de quien dezir quiero
que, siendo acusada con mucha maliçia,
ella, por prueva de su pudiçiçia,
truxo del Tíber el agua en harnero.
Myra Arsilia con sus conpañeras,
a Penélope y la rreyna Dido,
que quiso matarse perdido el marido,
y no por esotras myntrosas maneras.
[Y] a las Sibilas, profetas enteras,
que profetizaron nascim[i]ento y pasión
del hijo de Dios con rresurreçión,
y otras mill cosas asaz verdaderas.
Si no te bastan aquestas contadas,
myra a Ypo y mira a Hesena,
que qual tiene su muerte por buena,
y anbas murieron en la mar ahogadas.
Iulia, Cornelia, matronas nonbradas,
Clavdia, Marçela, tan castas mugeres,
que, quando la vida de aquestas supieres,
verás maravillas jamás no pensadas.
Abre los ojos si duermes, despierta,
myra las vírgines mártires santas,
myra que son en numero tantas,
que para contallas no ay cuenta çierta.
[Y]o tengo, [Petreo], de yr a vna huerta.
[D]éxame solo, vete con Dios,
que sienpre terniemos rrehierta los dos,
pues que tu seso ansí desconçierta.
Pues déxame solo con mi pensam[i]ento,
que, adonde falta plazer y alegría,
la soledad es gran conpañía,
y estar entre gentes abiba el tormento.
PRETEO
Aquesto, Tibaldo, yo no lo consiento,
que dexarte solo seríe crueldad,
pues muchos penados, con la soledad,
han hecho cosas muy fuera de tiento.
TIBALDO
Quanto a Polindra yo soy más sujeto,
tanto yo menos desesperare,
que quien desespera es falto de fe;
ansí que no juzgas como honbre discreto.
[D]éxame solo, no esto en tal aprieto,
que el enamorado, en su padeçer,
de quatro .sss. (eses) se ha de proveer:
solicito, solo, sabio y secreto.
PRETEO
De mal se me haze partirme de ty,
porque te soy amigo leal.
TIBALDO
Pues tu conpañía me haze más mal,
déxame y vete. ¿[Q]ué hazes ay?
[Y]o espero a Polindra, que ha de yr por aquí,
si mi desdicha no lo desconcierta.
¿[N]o oyes que viene cantando a su huerta?
PRETEO
Quédate adiós, pues huyes de my.*
TIBALDO
Tú vienes cantando por boz muy alçada,
con poco cuydado de mi perdiçión.
POLINDRA
Dime, Tibaldo, ¿tú eres visión,
que sienpre te topo en la encruçijada?
[P]or Dios que me dexes, que esto ya cansada
de ver tan catiba tu vana porfía
y, pues conoçes que ya no soy mía,
no me ynportunes, pues no puedo nada.
TIBALDO
¡Mucho te preçias en que eres ajena!
[B]ien hazes, pues tienes esposo dispuesto.
¡[Q]ué honbre! ¡[Q]ué graçia! ¡[Q]ué ayre! ¡[Q]ué [gesto!
¡[Q]ué andar! ¡[Q]ué corcoba, do no ay cosa buena!
¡[Oh]! ¡[C]ómo lucha y salta sin pena!
[S]u habla y su rrisa pareçe que es lloro,
honbre de paja que ponen al toro,
las piernas hinchadas, la pança rellena.
¿Es desenbuento en el apriscar,
o tiene graçias en cosa que haga?
[A] quanto llega, a todo lo estraga,
y pone fastío en velle ordeñar.
[P]ues tú bien le has visto, Polindra, baylar,
no me lo niegues si tengo rrazón,
que quando bayla paresçe çurrón,
que en dalle del pie le hazen rrodar.
Pues bien piensa el que en nuestra quadrilla
no ay otro que mate de amores a todas;
yo te aseguro que, el día de tus bodas,
a él tendre enbidia y a ti gran manzilla.
[P]areçe que tiene dolor de costilla,
que sienpre se abaxa con sí gran corcoba;
mi fe, Polindra, bien fuyste tú boba,
pues éste escogiste en toda la villa.
POLINDRA
Como honbre grosero, Tibaldo, has hablado,
pues en quanto dizes me hazes afrenta.
Griseno es mi esposo y yo soy contenta,
mas no lo escojí, que tal me lo han dado.
[Y] en ver avnque es feo que es muy buen criado,
le hize señor de mi libertad,
y allende esto es harta beldad
ver que es muy rrico y en todo abastado.
Tiene de puercos gran hato, gran cría,
ovejas, carneros de lana merina,
muchos toçinos y mucha çeçina,
y hazia la sierra muy gran pradería.
[A]llá en el estremo y allá en tierra fría,
tiene moliños y viñas muy ciertas,
colmenas, cortijos, egidos y huertas.
¿[Q]uién sus rriquezas contarte podría?
Tiene en el soto mucha rres vacuna;
si no le quisiese, asaz sería loca,
pues que me tiene a que quieres boca;
comigo en arreos no yguala ninguna.
[D]e lo que me sobra yo sé quién ayuna,
de todos los bienes estoy abastada,
de leche, de queso, manteca y quajada,
más tengo que puede quitarme fortuna.
TIBALDO
¡O[h] bienes mudables! ¡[C]odiçia en estremos!
¡[E]rror sin enmienda! ¡[O]pinión muy çiega!
[P]ues menos bien tiene quien más bien allega;
por ser mucho rricos sin tiento corremos.
[E]n medio del golfo se quiebran los rremos
y el mundo nos trata con tal sotileza,
que en él se nos queda el bien, la riqueza.
[D]espués, tras las vidas, las almas perdemos.
Mi fe, Polindra, aqueste gran mal
en que tu alma descansa y aviçia,
pues que todo es vno: muger y codiçia,
muy justo sigues tras tu natural.
[M]as yo te pregunto: pues mi dicha es tal,
que amas rriquezas más que a quien te ama,
¿qué sentiras si ves en tu cama
contigo a tu esposo, figura ynfernal?
Quando tal veas, pues eres discreta,
bien se que querrás con yra cruel
que fuego quemase los bienes y a él,
antes que verte vna hora sujeta
cabe honbre tan suçio, de carne tan prieta.
¿[Q]ué te valdrán rriquezas ni mueble,
siendo tu esposo tan chico, tan feble,
que, siendo çurrón, cabría en barjuleta?
Quando te veo en tal sujeçión,
tanbién quando myro que sufro por ty,
no sé por çierto, de ti o de my,
de quál devo aver mayor conpasión.
[E]n ti esta mi fe, en ti mi afición;
en ti mi esperança, por ti sola muero,
y sabes, Polindra, que tanto te quiero,
que nunca te aparto de mi coraçón.
Pues ¿por qué me muestras desgrado y desdeño?
[Q]ue, absente y presente, do quiera que ando,
en ti y en tus graçias estoy contenplando.
[T]anbién, quando duermo, contigo me sueño.
[N]o tengo otro bien, no tengo otro dueño.
[T]u esposo es querido de ti por lo suyo,
yo, desdichado, porque soy tanto tuyo,
contino me miras con yra y con çeño.
Sin ty no es posible que biba vna hora,
y, si biviere, será por más mal,
que, quando te miro y beo que eres tal,
mi fe te obedeçe, mi alma te adora.
[E]n tanta manera tu ser me enamora,
que sienpre está puesta en ti mi memoria;
tú eres mi pena, tú eres mi gloria,
mi muerte, mi vida, mi bien, mi señora.
Tan bien enpleado está mi querer,
que en esto no puede ygualarse ninguno.
POLINDRA
No sé yo d[e] eso, mas sé que ynportuno
eres, que no puede ninguno más ser.
[M]anzilla te tengo de verte perder,
mas no está en mi mano poder rremediarte,
ansí que tú deves en algo ayudarte,
por no darme pena con tu padeçer.
Pon esperança en tus tristes pasiones;
no desesperes avnque soy ajena;
alegra tu cara, encubre tu pena;
con todo, mi esposo, tú no lo baldones.
GRISENO
¿Con quién son, Polindra, aquesas rrazones?
POLINDRA
¿Por qué lo dizes? [C]on Tibaldo hablo.
GRISENO
Guarte d[e] él, porque es vn diablo,
que me han dicho que anda en amoricones.
TIBALDO
Polindra, tu esposo, avnque anda abaxado,
gibado marchito, y en todo muy laçio,
harto presume saber del palaçio,
y por eso burla como ha acostumbrado.
[A]vnque, después que es ya desposado,
bien haze burlar con este favor,
y tan bien lo haze, que es ya burlador
lo mucho que todos d[e] él sienpre han burlado.
GRISENO
Sienpre cupieron en tu condiçión
aquestas maliçias, rruyndades tamañas.
[D]exemos las burlas, tomemos las mañas,
verás que soy honbre que sé dar razón.
[M]yra, Tibaldo, la disposición,
piernas, ni gesto, ni ser muy derecho,
entre discretos poco haze al hecho,
pues solas las obras nos dan perfiçión.
POLINDRA
Griseno, tus bozes no llamen testigos,
que me pareçe cosa vergonçosa,
estando yo aquí y siendo tu esposa,
que ayays sobre mí de ser enemigos.
[P]or lo que rreñís no monta dos higos.
[PRETEO]
Ansí me pareçe en lo que he escuchado,
mas, pues yo aquí así soy llegado,
no yré sin dexaros muy buenos amigos.
TIBALDO
Yo, de mi parte, digo que me plaze.
GRISENO
Pues yo, de la mía, tanbién soy contento.
POLINDRA
¡Por Dios, Griseno, que tienes buen tiento!
[Q]ue tu condiçión muy poco me plaze.
PRETEO
No estéys en eso, my dicha lo haze.
[M]as vna cosa os hago saber:
que, a lo que puedo en esto entender,
a entramas las partes, por Dios, satisfaze.
Lo que la yra saca de tino,
rrazón, que es señora, lo ha de mandar.
[M]yraos con buen ojo, mandaos abraçar,
que yo soy contento de pagar el vino,
y, por mi sentençia, de aquí determino,
porque las temas se vayan dexando,
que todos juntos nos vamos holgando,
holgando y cantando por este camino.
FFIN
[CONTINUACIÓN DE LA COMEDIA
POR
LUIS
HURTADO DE TOLEDO]
TIBALDO
Bien me parece, mas quiero acabar,
si mandas, Preteo, en lo que
hablaua;
satisfaré el mal que pensaua
[Griseno] de mí, en su
ymaginar.
[Griseno], está atento, no
quieras cantar,
que quiero dezirte mi habla
y talante,
la qual con Polindra passara
adelante,
si tú no vinieras a nos lo
estoruar.
No pienses, [Griseno], que nace el amor,
y más en pastores, por mal
nos hazer,
que, de que se arrayga el
firme querer,
ageno es de vicio, mas quema
su ardor,
que, de quien ama, su premio
mayor
es que la paguen con amor
ygual;
n[u]nca el que ama se
acuerda del mal,
ni menos procura el fin
matador.
Cuydado que entiendes
aquesto que digo,
pues que presumes del alma y
conciencia:
solas las bestias con
concupicencia
tienen amor y buscan su
abrigo.
[E]l hombre prudente, que
amor es amigo,
nunca se prende por fin
engañoso,
sólo el aspecto y el ayre
gracioso
nos ata en cadena, según que
prosigo.
Bien sabes que, viendo qualquiera muger,
el apetito, que [e]s
sensual,
se enciende y cosiente,
conforme a brutal,
con su sentido, a virtud
offender.
La clara razón no tiene tal
ser,
antes desecha lo malo y
lasciuo,
teniendo desseo con gusto
más biuo
a lo gratis dato, que vnió a
conoscer.
Assí quando amor a mí me prendió
por tu Polindra, de mí tan
amada,
sola su gracia me fue
demostrada,
y aquesta con fuerça mi
pecho rompió.
[Y], como el amor tan rezio
tiro,
hirió la razón y no el
apetito,
por donde el mi amor está en
lo infinito,
que [e]l alma con alma es lo
que amo yo.
No temas, [Griseno], está muy seguro,
que tu Polindra jamás puede
herrar,
ni pienses que [e]l cuerpo
le puede mandar
otro que tú, que en mí tienes
muro.
[P]orque su amor, que en mí
tiene puro,
es por hazer lo que es
obligada,
pagando la paga que nunca es
pagada,
por ser muy mayor la deuda,
te juro.
No tiene memoria Polindra, ni yo,
de cuerpos mortales que
acuestas traemos;
sólo de dentro hablamos y
vemos,
por ser su morada del quel
nos hirió.
[A]ssí mi affición jamás se
fundó
en a Polindra ni a ti os
offender,
ni por vn deleyte y breue
plazer
cortar dulce hilo que tanto
duró.
Gran mal haría si yo procurasse
dar fin a la cosa que más me
sustenta,
que avnque [e]l sentido mi
pena la sienta,
mi coraçón en ella se ase,
y él mismo dessea que no sea
acabasse
el hijo de vida, durante
afición,
por donde mi amor es dulce
passión,
que, avnque me aflige,
querría que durasse.
En lo demás que dixe, [Griseno],
de tu semblante, trage y
vestido,
no pienses que quise auerte
ofendido,
que antes a mí con tal me
desdeño;
las hablas de amor son como
sueño,
y lo que a Polindra de ti yo
hablaua,
fue lamentando de ver cómo
estaua
assí enagenada, tiniendo
otro dueño.
Y considerando que mi coraçón
y el de Polindra están en vn
ser,
lloraua mi suerte de verme
meter
todas mis fuerças en tu
sujeción.
[E]s vna misma la
ymaginación
por donde Polindra me puso
en afán,
lleuándome, assí como piedra
ymán
haze al azero, en congrua
vnión.
Que tus defetos yo no publicaua,
pues los naturales no dan
desonor,
mas en ti tachaua defecto de
amor
dentro en tu pecho que biuo
no estaua,
y viendo a Polindra quán
alto bolaua
en vn claro amor, de mí
natural,
sabiendo que en ti jamás abrá
ygual,
por mal parejada la
consideraua.
¡O[h] suerte contraria! ¡[Oh] triste ventura!
[Q]ue d[e] est[e] lamento,
que no de mi pena,
viendo mi luz de mí tan
agena,
quando cercana mi graue
tristura.
¡O[h] miserable, captiua
criatura!
¿[Q]ué [e]s lo qu[e]
esperas, mirando a tus ojos
la causa y principio de
eternos enojos,
sin esperança jamás de auer
cura[?]
[Griseno], ¿do estás? o ¿qué trabajaste,
haziendo seruicio a
naturaleza,
que assí te subió en tanta
grandeza,
que cojas el fructo que
nunca sembraste?
¿Quién te guió, o cómo
pensaste
aquesta Diana tomar por
muger?
[Q]ue soys tan contrarios
los dos en saber,
que [e]l cielo y la tierra
no an tal contraste.
Por esso dezía ser tu mal dispuesto,
por esto condeno tu rico
ganado,
por esto mi pecho le tengo
rasgado,
y mi coraçón se abrasa por
esto.
¡O[h] muerte enemiga,
socórreme presto,
sé compañera de amor y
fortuna,
acaba esta vida que me es
importuna,
pues la libertad perdí con
tal resto!
[GRISENO]
¡Tibaldo, Tibaldo! [E]stá con firmeza.
[N]o desesperes ni tengas
dolor,
pues sabes la paga que
siempre el amor
da a sus vassallos con mucha
crueza.
[R]ebiua tu vida, ten más
fortaleza,
que [e]n nuestra majada a
vezes veya,
tras muy braua noche venir
claro día,
y el dulce consuelo tras
mucha tristeza.
Recuérdate en ti, pues es
concedido
a los osados el premio
doblado,
que las razones que agora
has hablado
te dan el ausío, si en ti no
ay oluido.
[T]ú as relatado, según he
entendido,
que, en tu querer y firme
afición,
es sólo guiada con clara
razón,
pues, ¿cómo el deleyte te a
enloquecido?
Si hallas en mí la dificultad,
siendo indispuesto por falta
de amor,
en ti es conoscido auer tal
error,
según puedes ver por clara
verdad.
[B]ien sabes que amor es la
voluntad
que se concuerda de nos en
vn ser,
y, no concordando, no puede
amor ser,
antes creemos ser
contrariedad.
Pues tú, que a Polindra dizes que amas,
¿cómo no huelgas de lo que
ella quiere?
[Q]ue [e]l firme amador por
aquello muere,
y no que de vn fuego
parezcan dos llamas.
[Q]ue los que os preciáys
seruir a las damas,
pensays bien amar y más
ofendeys,
pues, no obedeciendo su
mando, hazéys
agrauio al amor, dañando sus
famas.
Y pues que defectos de amor as mirado,
y no corporales que dio la
natura,
en mí sin defeto verás con
cordura
que siento el amor y en todo
le agrado.
[S]i dizes no ygualo, estás
engañado,
que, lo que Polindra me
manda que haga,
aquello consiento, por dar
justa paga
al yugo vniforme que en nos
es echado.
Tú desesperas, sin ser obediente
a lo que Polindra quiere de
ti,
que [e]s que te sufras, pues
ves que por mí
es sugetada biuiendo
prudente.
[E]lla te muestra que tu
pena siente,
y assí, con sentilla, que
biuas contento;
tú, no guardando el tal
mandamiento,
mueres de sed estando en la
fuente.
Esfuerça, Tibaldo, esfuerça tu ser,
piensa que haze gran
desconcierto
el que con barco roto y
abierto
en golfo muy hondo se quiere
meter.
Mitigue tu pena, Polindra,
saber
la causa y el fin de dónde
procede,
y más el fauor, que a todos
excede,
que siempre te da en de ti
se doler.
Y pues que, Tibaldo, he yo conoscido
por ti ser amor tan biua
centella,
yo he compassión de verte
con ella,
según que pareces tan flaco
y marrido.
[Y], avnque yo soy de
Polindra marido,
guardando mi honra le mando
y le ruego
que cure y aplaque aquesse
tu fuego,
pues a la afición le tiene
encendido.
TIBALDO
¡O[h]! ¡Dios te consuele, [Griseno], la vida,
que assí as consolado mi
triste dolor!
[N]unca pensé sanara pastor
mi llaga incurable y
enuegecida.
[N]o estaua en vn punto de
ser homicida
si no me tuuiera tu dulce
consuelo;
ya hallo mi amor mudado en
el cielo,
no sé como hize tan alta
subida.
Ya yo condeno mi tosco hablar,
ya yo conozco ser alto el
secreto
que quiso esconder en chico
sugeto
gracias diuinas y tal
razonar.
[Y]a desde aquí comienço de
amar
al que con defecto fuere
criado,
pues diosa los tales mil
gracias a dado,
por su defecto al doble
pagar.
[Griseno], señor, de oy más te me ofrezco
por sieruo leal en quanto
querrás,
y tú, mi Polindra lo mismo
ternás,
pues fue no tenerte que no
te merezco.
[Y] en esto mi amor no
menguo, mas crezco,
estando sugeto a tu
voluntad,
porque conozcas la firme
lealtad
que como amador muy justo
encarezco.
POLINDRA
Tibaldo, no penes ni gimas d[e] oy más,
que tanto he sentido tu pena
y dolor,
como me obliga la ley del
amor
ygual con la tuya que
mostrado as.
[M]anzilla he de verte,
amor, qual estás,
que sola mi alma padece
pasión.
[E]n ti, aunque al cuerpo le
tiene affición,
con ánimo firme de oy más
estarás.
TIBALDO
Mi reyna, mi bien, mi firme esperança,
por ti fuy herido y tú me as
sanado,
y assí a tu querer seré
sugetado,
pues siendo tu amor con
justa balança,
ya mi sentido conoce y
alcança
que de mi amor me das justa
paga.
[M]ira, señora, qué mandas
que haga,
que ya tengo fuerças con
biua pujança.
POLINDRA
Que pierdas querella y tengas sossiego
te ruego, señor, pues as
conocido
el muy firme amor que yo te
he tenido.
[C]esse tu quexa y apáguesse
el fuego.
[GRISENO]
Escucha, Tibaldo, hagamos vn
juego
por despedir del todo el
cordojo,
que de ociosidad nace el
enojo,
y de mucho ver se haze amor
ciego.
TIBALDO
Dime, [Griseno], qué juego haremos.
[GRISENO]
El que tú querras.
TIBALDO
El que juego yo
es: toma el amor, biuo te
lo do,
y en éste mis llamas cuydo
que matemos.
[GRISENO]
Ylario y Preteo son estos
que vemos.
TIBALDO
Sí, quellos son, ¿qué quies
que hagamos?
[GRISENO]
Que juntos a casa cantando
nos vamos,
y en estos pradales amor
desterremos.
Quiebre su flecha Cupido,
pues que viene del amor
pues que viene del amor
el vencido vencedor.
Aunque más tiene affición
ni el deleyte abra sus ojos,
no pican ya los abrojos
que hieren al coraçón,
más fuertes ¡ay! que Sansón,
pues que viene del amor
el vencido vencedor.
Ya el amor puede cessar
de tirar tan a menudo.
[N]o le vale andar desnudo
ni sus flechas encarar.
[B]ien se saben ya curar
pues que viene del amor
el vencido vencedor.
Salten, baylen los ganados
y retocen este día,
pues de nos se despidía
el amor y sus cuydados,
pastores, sed auisados,
pues que viene del amor
el vencido vencedor.