[A j r]
La
Farça siguiente hizo Pero
López
Ranjel, a honor y reverencia del
glorioso nascimiento de nues-
tro
redemptor Jesuchristo y de’la Virgen
gloriosa, madre suya. En la qual
se
introduzen quatro pastores, los nombres de los quales son: Juan, Domingo,
Bras,
Benito, y un salvaje que los viene
assombrar. Y entra Juan diziendo:
Juan: Estéys todos en buen hora,
todos como estáys aý
¡O, bendita nuestra Señora!,
que me arribo por aquí,
vengo juria non de mí,
y an de san Junco sagrado,
a servilla de buen grado
dende allá donde partí.
Vengo de luenga partida
a saber tan buena nueva,
que dizen que ya es parida
la Virgen, por bien de Eva.
Esta es la madre entera,
entera y santificada,
que nos abre la carrera
que por Eva fue cerrada.
Esta es reyna soberana,
rosa, suave, olorosa,
clara como la mañana,
como la luna hermosa.
[A j v] Margarita preciosa,
amparo de nuestra vida,
y como el sol escogida
para ser madre y esposa.
Entra
un ángel cantando,
y
el pastor cae assombrado;
y dize el ángel:
Ave María hermosa,
de gracia toda complida,
del Señor serás parida,
quedando virgen graciosa.
Bendita entre las mugeres,
y el fruto también será
bendito, que tú truxeres,
y Jesú se llamará.
Por madre te escojerá,
María sanctificada.
Mater
Dei serás llamada,
alta reyna poderosa.
do
diziendo:
Juan: ¡Hi de Dios, qu’el mundo
cría!
¡Soncas!, todo estó turbado.
¡A, Domingo!, ven priado,
avrás prazer y alegría,
verás la virgen María
y un santo viejo, su esposo,
y a su hijo glorioso
más rellumbrante que el día.
Rebúllete, por tu vida,
que estás más froxo que lana,
pues te digo qu’es parida
ya la hija de santa Anna.
Y ha de ser nuestra hermana
y nuestro amparo y guarida,
y ha de sanar la caýda
que sufre natura humana.
Mingo, ¿por’qué no has habrado,
como yo, que habro luego?
Domingo: ¡O Dios! Praga, estó enjoyado,
como si estuviesse ciego.
Sabes tú ya más que un crego
que dize el famire ut.
Dime, Juan, por tu salud
¿quándo huste pallaciego?
Juan: No te’llo quiero dezir,
Domenguillo, el por agora.
Anda, empieça de venir,
verás aquesta Señora
que a todo el mundo enamora,
y ésta es la que bien nos haze.
Domingo: ¡Déxame, Dios! No te praze
que me llamas a desora.
Juan: Mingo, Mingo, dicho has.
Déxate de sé cordojo,[1]
que me rehinches de enojo.
Pues júro'te a Santiás,
que querría yo yr más
al cielo con sólo un ojo,
aun te lo juro par Dios
que no al infierno con dos.
Domingo:
¿Cómo tengo de yr al cielo,
dime tú, Juan, sin bolar?
Juan: Prueva,
prueva a salticar,
no tengas ningún recelo,
pues que caýste en el suelo
presume de bien obrar,
que no pienses de tomar
peces sin tener anzuelo.
Domingo:
No conozco, qu’es verdad,
/A
ij r/ verdad y gran beneficio,
más la buena voluntad
tengo yo por sacrificio.
¿Dónde está aquel
relumbricio?
Dime, por tu vida, el nombre.
Juan: In
Belén, juro a Sanbricio,
que allá nasció, Dios y hombre.
Domingo:
¿E vístello tú nascer?
Juan: ¿No
te digo qu’es nascido?
Domingo: ¿Quién te’llo hizo saber?
Juan: Un
zagal, que del sonido
todo me dexó atordido.
Domingo: Vámoslo todos a ver,
pues dizes qu’es infinito.
Ven[id] acá Bras y Benito,
veremos tan gran prazer.
Benito:
Mingo, Mingo ¿qué nos quieres,
que nos llamas a tal hora?
Domingo: Que vamos a ver prazeres,
pues parió tan gran Señora.
Bras: Vamos
todos en buen hora,
y diziendo todos este apellido:
buen
estrena, buen nascido,
chiquito
nos es nascido.
Nazca,
nazca, norabuena.
Villancico.
Chequito
nos es nascido.
Buen
estrena, buen estrena,
nazca,
nazca, norabuena.
Chequito nos es nascido
por librarnos de pecado.
Hijo sancto nos es dado
y su reyno engrandecido,
es nuestro rey conoscido.
Buen
estrena, buen estrena,
nazca,
nazca, norabuena.
Chequito.
Llamárase el nombre d’él,
según su grandeza y az,
glorioso Emanuel;
príncipe de mucha paz,
cantemos en la su haz.
Buen
estrena, buen estrena,
nazca,
nazca, norabuena.
Chequito.
Benito:
¡A, Bras, el de'lla bandurria!
Bras: ¿Qué
quieres tan de corrida?
Benito: ¿Viste por allá mi burra
que se me ha ydo perdida?
Juan: ¡O
Dios! Praga, por tu vida
¿Y a tal recaudo la posiste?
Bras: Si
es de lobos ya comida...
Benito: Ad'ora mala veniste.
Bras: Pues, ¿qué quieres que
te diga?
Do al diabro tu cordojo,
¿quieres que te dé una higa?
Benito: Para ti y para tu ojo.
Pues, ¡jura a sant!, si me
enojo,
que te dé un palo muy huerte.
Juan: ¡O,
do al diabro tu antojo!,
que se le achacará muerte.
Siempre huste malcriado.
Benito: ¡Esso no lo ha de agora!
Juan: ¿Ves
que está aý la Señora
y haste desmesurado?
Bras: ¡Calla,
que estoy enojado!
Que no es mucho que me aburra,
porque se perdió la burra[2]
de Benito el desposado.
Juan: ¡O, Dios! Praga, no te aburras
por una burra pelada,
¡ni aún porque fueran dos burrias!
Benito: ¡Do al diabro tus bandurias,
nunca te costó a ti nada!
Juan: Calla
triste dollorido,
[A ij v] no tienes saber de nada.
Quiçás Domingo la vido
por allá por la cañada.
Benito:
¡A, Domingo! Hi de Bras.
Domingo: Acá, tras esta barranca.
Benito: ¿No viste allá mi burranca?
Domingo: ¿Víde’la yo cara’tras?
Y, ¿cómo se te perdió,
si sabes? Di, dollorido.
Benito: ¡O, Dios! Praga, y qué sé yo.
Domingo: Por mi fe, yo no la he vido.
¡O, hi de puta! ¿Y qué sentido
que tienes tú de no nada?
Bras: Si
se te quedó perdido
por olvido en la majada[3].
Benito: Dende agora está mirada
quanto ha que la he mirado,
que buscando la he andado
toda esta madrugada.
Juan: Por allá dó anduviste,
¿qué oyeste? Di, sin letijo.
Benito: Nuevas de gran regozijo.
Domingo: Pues, ¡diabro! no estés triste,
que de humanidad se viste
y se haze nuestro pastor,
esse qu’es el Redemptor,
de quien nuevas nos traxiste.
Juan: Quanto esso, bien lo sabía.
Toma, toma, ha más de quanto,
que una virgen pariría
un bendito hijo sancto.
Bras: ¡O,
Dios, y qué grande espanto
una virgen concebir!
Domingo: Y sancta y virgen parir.
Bras: Por
obra de Espíritu Sancto.
Benito:
Pocas tales como aquesta,
que nos presta mil plazeres.
Juan: Bendita
entre las mugeres
le diremos siempre a ésta.
Domingo: Bendita que concibió
tal fruto de salvación.
Bras: Pues
cobró su concepción
todo lo que Adam perdió.
Benito:
Pues luego razón tenemos,
mi fe, Mingo, sin querella,
que todos nos alegremos
con tan graciosa donzella.
Juan: Qu’es
tan hermosa y tan bella
por el cuerpo, non de mí,
que tal cosa nunca vi
que fue semejante a ella.
Bras: Ni nunca fue ni será
otra tal ni tan hermosa.
Domingo: Ni se vio ni se verá
en el mundo otra tal cosa,
que virgen, madre y esposa
ésta siempre quedará.
Benito: Y siempre virgen será,
alta reyna poderosa.
Juan: Dende oy será llamada
de todos los pecadores,
gran señora y abogada.
Benito: Y también nos, los pastores,
con muy huertes recramores,
dende allá de la majada,
reyna bien aventurada
le diremos con amores.
Domingo:
Oy es dado a todo el mundo
prazer y gran alegría.
Benito: Con este parto jocundo,
que en el limbo del profundo
[A iij r] días ha que se atendía.
Juan: Oy
parió la luz del día,
oy parió.
Bras: Gran
gasajo y alegría
tengo yo.
Oy
parió la luz del día,
oy parió;
gran
gasajo y alegría
tengo yo.
Oy parió una donzella
tan hermosa,
tan esmerada y tan bella,
y tan graciosa,
que nunca tal se vería
ni se vio;
gran
gasajo y alegría
tengo yo.
Oy grande gozo se haze
en el cielo
por este que aý yaze
en el suelo;
oy luz nueva nos embía,
que nos dio;
gran
gasajo y alegría
tengo yo.
Oy parió.
Benito:
Daca, Bras, almorziquemos,
saca pan de tu milocha.
Domingo: Pues que canticado avemos,
comamos la miga cocha.
Bras: Prázeme
de lo hazer,
yo cucharas sacaré.
Juan: Y
el ganado.
B[ras] Ahórquenle,
pues es noche de prazer.
Juan: Hincar'ancho, hincar'ancho,
comamos a muerde y sorve
hasta que esté lleno el pancho,
uno a otro no se estorve.
Domingo: Que nos praze tal jornada.
Benito: Comamos todos a tanto.
Bras: Echa
Juan la santiguada.
Juan: Nombre
dell Esprito Sancto...
¿Cómo estás arrellanado?
Benito: ¿Pues qué quieres tú que haga?
Juan: Que
vayas a tu ganado.
Bras: ¡O,
hi de puta! y cómo traga.
Benito: Hago bien mientras me vaga.
Domingo: Nunca vi tan gran tragar.
Benito: Pues vos no me vays en çaga,
don hi de puta rapaz.
Juan: Estemos agora en paz,
si quiera mientra almorzamos;
no mires esse rapaz,
por comer nunca ringamos.
Benito: ¡Ojo, ojo! ¡Qué bastaje[4]
que vien[e] entre aquellos ramos!
¿Qué quieres, Bras, que hagamos?
Bras: Que
huyamos, qu’es salvaje.
el pastor.
Juan: ¡Conjúro'te, juro a mí,
porque me digas tu nombre!
Ea, respóndeme, di
¿eres animal o hombre?
¿O eres algún pecado
que en verte me dan tembrores,
y en ver tu gesto espantado
van huyendo mis pastores?
Otra vez te reconjuro
con las aves quantas son,
con lo duro y lo maduro
[A iij v] y con las bragas de Antón,
y con este mi pellón
que vale una branca vieja,
y con la burra bermeja
que me dio mi suegro en don.
¿Para dónde llevas guía?
¿quieres'nos, quiçá, estroyr?
Salvaje: Cesse tu porfía,
que quiérotelo dezir,
porque en verte de partir
se me turba la razón,
más dezirte he mi passión
si tú la sabes sentir.
Yo soy un salvaje triste
lleno de tristeza y saña,
que todo mi bien consiste
andar en esta montaña;
y allégueme a esta cabaña
cercado de pena fuerte.
Juan: Más
afino que eres la muerte,
que a todos nos arrebaña.
Salvaje:
¡O, calla, calla, grosero.
Grossero, lanudo, brusco!
Juan: ¡A,
no! Praga a Dios con busco.
Cata, que soy hombre entero.
Salvaje: ¿Eres tú mala ventura
que [por] verte del todo muero,
y con tan bestial figura
que por no te ver huýr quiero?
Juan: Triste de mí, dollorido,
¿dó estarán mis compañeros?
Si se ovieron escondido
por aý, por essos oteros,
quiéro'los yr a buscar.
Si quiçás anda[n] perdidos
más mejor será llamar
y dar huertes apellidos.
¡Hao, hao! ¿por dó andáis,
Domingo, Benito y Bras?
¿En calma todos estáis?
Benito: ¡Qué os praz, qué os praz!
que acá estoy tras esta palma.
Juan:
Esso
es ora pro de más.
Bras: ¡Calla,
pese a Santiás,
que guarir quiero mi alma!
Juan: Anda’cá que ya se hu
el bestial d’esta mañana.
Benito: ¡O, grolla al bendito Jesú!
Agora yremos yo y tú.
Bras: Yo
tanbién de buena gana
cantando la turulú,
pues queda mi vida sana
de aquella bestia profana.
Benito:
Ya venimos, ya de hecho.
Domingo: ¡Todos assí! ¡Dios nos vala!
Juan: Vengáys
mucho noramala,
porque tam'bién lo avéis hecho.
Bras: Toma,
por nuestro provecho
huymos la bestia fiera.
Dinos ora sin cohecho
¿supiste tú, Juan, qué era?
Juan: La serpenta cuydo qu’era,
que engañó con la mançana
a nuestra madre primera.
Benito: Si ella como yo huyera,
juria
inique no perdiera
aquel bien celestial;
no sé porqué lo hiziera.
Juan: Por
saber de bien y mal.
Domingo:
Cómo me he regozijado
de ver tanta maravilla.
Benito: ¡O, qu’es gran huego la villa
para el hombre del ganado! [A iiij r]
Domingo: ¡Calla desaventurado!
¿No sabes qué cosa es dama?
Más vale ver a nuestra ama
que quanto este año he ganado.
Benito:
E assí digo yo también
con voluntad muy crecido,
porque sé qu’el bien nos vien
de aquesta rezi[é]n parida.
Domingo: ¡A la he,sí por mi vida!
Bien llo supiste dezir.
Benito: Esta es nuestra gran guarida
que nos ha de redemir.
Bras: ¿Estáte aý, revellado,
dos horas apraticando
sin cuydado del ganado?
Benito: ¿Y no lo he andado mirando?
Bras: ¿Y
mirástelo tú? ¿Quándo?
Benito: Tengamos ya que hazer.
Déxame estar burlicando
que ando lleno de prazer.
Juan: ¿Por’qué estás tan
prazentero
tan alegre y descuydado?
Benito: Porque nos nació un Cordero
que nos libra de pecado.
Juan: ¡O,
quánto bien nos dio
la que tal hijo nos dio!
Domingo: Bendito será llamado,
y Virgen quien lo parió.
Juan: Virgen santa y muy
honesta,
perfecta madre y entera.
Domingo: Guay, si no fuera por esta,
la noche de la tempesta
todo el mundo paresciera.
Benito: Mi alma vide perdida,
que tan huerte granizera
no vide en toda mi vida.
Bras: ¡O,Dios! y quántos
cuidados
que entonce me recrecién.
Juan: Yo
vi todos mis pecados
que delante parecíen.
Benito: Y di Juan ¿qué te dizién?
Juan: Ya
perdido tengo el tino
que los malos, mal nacién
en este mundo mezquino.
Benito:
Y an assí lo digo yo,
como tú dizes también.
Domingo: Pues di ¿quién nos remedió?
Benito: Aquella que oy parió
a Jesús de Nazarén.
Juan: Vamos,
vamos, pues a vella,
llevaremos algún bien
para el niño y para ella.
Benito:
Di Juan, ¿qué le llevaremos,
tú que sabes más que nos?
Juan: De
lo que mejor tenemos,
pues que es Madre de Dios.
Domingo: Yo le entiendo de llevar,
porque por suyo me aya,
un labrado cucharal
y una barreña de haya.
Benito:
Yo le andonaré al chiquito
un gran don, que esse no [e]s nada.
Bras: ¿Qué,
Benito?
Benito: Un corderito
de mi oveja la preñada,
que [es]
esperança de manada.
Benito: ¿Qué le llevarás tú, Bras?
Bras: Un
presado de quajada,
que juri a sant vale más.
Domingo:
¡Et tú, Juan! ¿No llevas algo
a este bello garçón?
Juan: No
quiero llevar embargo,
más de un mondo[5]
coraçón. [A iiij v]
Domingo: ¡Soncas, soncas! De naci[d]o[6]
lo tuvo siempre, y decoro.
Dios es limpio coraçón
más que montones de oro.
Benito:
Pues vamos, no nos tardemos.
¡Cata, que estás espacioso!
Juan: Vamos.
¿Luego qué hazemos?
Bras: Di
Juan, ¿cómo le diremos
a este rey glorioso?
Juan: Un
cantar sea gracioso.
Domingo: Y también baylar tenemos
y canticando diremos:
Huyha,
Huyho, pues nasció
el
qu'el mundo redimió.
Nasció de una donzella
tan hermosa y tan bella,
rellumbrante como estrella
y santa y virgen parió
al
que el mundo redimió.
Vino para nos salvar
este Rey celestial.
Vámoslo, Mingo, adorar,
que diz que en Belén nasció
el
qu’el mundo redimió.
Vamos todos en buen hora,
veremos a la Señora
qu’es del cielo emperadora,
y santa y virgen parió
al
qu’el mundo redimió.
Dize
Juan esta copla a
nuestra señora.
Gloriosa flor de lis
que al Rey del cielo pariste,
virgo
del genitrix
inviolata
permansiste.
co
todos y con él se salen.
Pues
vimos la madre entera
la
turulú turulá turulera.
Vimos la madre y esposa
más hermosa que la rosa,
y al niño que tal cosa
en el mundo no se viera,
la
turulú turulá turulera.
Vamos Domingo, priado,
a repastar el ganado,
pues que vimos, Dios loado,
lo que ver nunca se espera,
la
turulú turulá turulera.
la
turulú turulá turulera.
Deo gracias.
[1] Cordojo: cuidado, aflicción y pena, que
procede del corazón. (RAE, 1729)
[2] En el texto "burria" por error
tipográfico.
[3] Majada: significa también la
posada. No tiene uso, y lo traen el P. Alcalá y Nebrixa en sus vocabularios. (RAE, 1734).
[4] Bastaje: sín. Ganapán, que significa: el mozo del
trabajo, que adquiere su sustento llevando cargas y transportando lo que le
mandan de una parte a otra. Covarr.
dice se llama así porque ganan el pan con excesivo trabajo, cansancio y sudor (RAE, 1734).
[5] Mondo: limpio y libre de otras cosas
superfluas, mezcladas o añadidas (RAE,
1734)
[6] Nacido: en el texto nacino por error
tipográfico.