DISCURSO NONO. DE BIENES TEMPORALES
En el Primero Libro de los Reyes, en el capítulo veinte y seis, se dize que, persiguiendo Saúl
a David, llegó a hazer noche al pie de una montaña y, armando su tienda, echóse a dormir bien
descuidado en su cama, dexando a la cabeçera una lança y un frasco de agua. Dormido Saúl, también
se durmieron los que estavan con él en la tienda y en todo el real. De modo que, visto por David
-el cual se hallava a la sazón en lo alto de la sierra- el silencio del exército y gente de Saúl, baxó de
su estancia y llegó a la tienda del rey; entró dentro, y aunque un capitán que venía con él quisiera
matarle y le fuera fácil hazerlo por estar sepultado en sueño, no lo consintió David, sino que le quitó
la lança y el vaso de agua y, subido en lo alto, dio vozes. Despertó Saúl, conoció a David y por las
señas que dava del vaso y la lança entendió el peligro en que avía estado. Pesóle de lo que hazía
contra él y, pidiéndole perdón, quedaron en buena paz y amistad. Denota Saúl al pecador, que
persigue con sus obras malas y inicuas a Dios Nuestro Señor, figurado en David; el cual, estando en
la cama de sus vicios adormidos, baxa Dios a él, visitándole con una enfermedad aguda y poniéndole
en peligro de muerte, donde el capitán que
| viene con David, que representa la Divina Justicia,
quiere acabar con él. Mas su misericordia le va a la mano para que se apiade dél, y assí, conténtase
con la lança y vaso de agua. El vaso de agua figura los bienes temporales, éstos le quita Dios, y la
lança las fuerças, que también le dexa sin ellas, para que se humille. Como sucede diversas vezes,
y el que antes, rico y poderoso, era sobervio y ofendía a la Magestad Divina con grandes pecados,
después, pobre y miserable, reconoce sus culpas y se convierte a Dios y le sirve. De los
Bienes Temporales trata el presente Discurso
. Veráse por exemplos el bien y el mal que hazen, advirtiendo
primero con Marco Marulo en el libro quinto que el no tener bienes temporales o el perderlos,
aviéndoles tenido, llevarse ha pacientemente, si consideraremos que ninguna cosa sucede sino
ordenada por la Divina Voluntad y, siendo ésta de que nos falten, ¿quién avrá que pueda resistirle?
Si pecamos, quiere que castigados nos convirtamos a penitencia, si no pecamos, quiere también
que, sufriendo semejante falta o pérdida, siendo humildes merezcamos. No ay lugar de quexa donde
se da ocasión de exercitarse en virtud.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] Job era nombrado entre los orientales. Tenía grande casa y familia, grande copia
/47v/ de ganados de todas suertes. Perdiólo todo, y por el buen modo como llevó semejante pérdida vino a ser conocido
en todo el mundo, y quedará en pie su fama en tanto que el mundo durare. Perdió en un día hazienda,
siervos, hijos y salud. Derribóse en tierra, adoró a Dios y dixo:
-Desnudo nascí de las entrañas de mi madre, desnudo bolveré a la tierra. Diolo el Señor y
quitólo como fue su voluntad, sea su nombre bendito.
Y señala la Escritura que no pecó Job ni en una palabra dicha impacientemente de sus
labios, porque tenía por mayor mal el pecar, aun con una palabra, que perder cuantos bienes tenía.
Es de su Libro, capítulo primero.
[2] El rey Ezequías mostró a los embaxadores del rey de Babilonia todas sus riquezas, y por la
vanagloria que recibió desta bravura y arrogancia oyó amenaza de parte de Dios que todo lo perdería.
Y, con oír semejante pérdida, no se turbó, sino, visto que pecó, admitió la pena del pecado. Y assí
dixo:
-Buena es la sentencia a que Dios me condena, merézcola. Sólo pido paz por el tiempo que
yo viviere.
Y por esta humildad que mostró se le concedió que la pérdida de aquel grande tesoro fuesse
después de sus días, en tiempo de Joaquim y Sedequías, reyes de Judá, cuando el pueblo por sus
pecados fue llevado captivo a Babilonia. No padeció el daño, con- fessándose
| digno dél y preparando el ánimo a padecerle. Y los que llevan mal las penas pequeñas son forçados a sufrirlas mayores. Es
del Cuarto de los Reyes, capítulo veinte.
[3] San Mateo, en el capítulo otavo, escrive que sanó Jesucristo un endemoniado, echando dél una
legión de demonios y, alcançando licencia de su Magestad, entraron en una manada de puercos, a
los cuales todos precipitaron en el mar, y se ahogaron. Tan enemigo es el demonio del hombre que,
si en la persona o, si no, en la hazienda, le haze todo el daño que puede. Vista la pérdida de aquella
gente, aunque serían gentiles idólatras los dueños de los lechones, que estavan mezclados entre los
hebreos, los cuales no se servían de semejantes animales, siéndoles vedado por su ley el comer
dellos, pidieron a Jesucristo que se fuesse de aquella tierra; y su Magestad lo hizo, porque eran
indignos de la presencia del Salvador los que estimavan en más la hazienda que el salvarse. Al
contrario hizieron los Apóstoles: todo lo que posseían con ánimo liberal y constante dexaron por
seguirle. Mayor ganancia les era Jesucristo solo que cuanto les podía dar el mundo. Refiérelo
Marulo, libro quinto.
Lo dicho es de las Divinas Letras. |
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] Cuán peligrosos sean los bienes temporales, cuando son en demasía, parece por lo que el mismo
Marco Marulo escrive de San Ambrosio, que, aposentándose, yendo de Milán a Roma, en casa de
un hombre rico, que vivía en el campo en una alquería y se alabava que en su vida le avía sucedido
cosa que le diesse pena, sino todo le era gustoso y de contento (su hazienda era grande y cada año
crecía y se aumentava, su muger, hermosa y le tenía grande amor, sus hijos, obedientes, los criados
le amavan y respetavan, enfermedad en su casa nunca se veía, pleitos y diferencias menos sabía que
eran); oído todo esto por | San Ambrosio, dixo a los clérigos que le acompañavan:
-Vámonos luego de aquí, no nos suceda algún mal grande con hombre tan dichoso.
En saliendo de la casa vieron que la tierra se abrió y se la tragó con todos los que estavan
dentro.
[2] Elduco, abad en Bretaña, mandó a Paulo, discípulo suyo, que guardasse una haza de trigo que
estava ya para segar y, como a la siesta cargasse grande calor, durmióse. Vino una manada de
grajos, que a más y mejor se comían las espigas. Al ruido que hazían despertó, y mandóles en
nombre de Jesucristo que no volassen, sino que se fuessen con él al monasterio delante de
/48r/ su abad. Ellos obedecieron y, llevándolos delante como si fueran ovejas, llegó hasta la puerta. Vídole
venir el abad con todo aquel escuadrón; admiróse y preguntóle qué significava. Paulo respondió:
-Han hecho daño en el trigo y tráigolos a que los castigues como merecen.
Elduco, no haziendo caso del daño, los mandó dexar ya libres. El discípulo hizo lo que
devía a su oficio, y el abad dio exemplo de paciencia en la pérdida de los bienes temporales, aun
perdonando a las aves que le avían ofendido. Dízelo Marulo, libro quinto.
[3] El Arcediano Medina, canónigo de Toledo, grande limosnero, en tiempo de hambre entrava un
día en su casa, y vido salir della un ladrón con un costal de trigo hurtado. Detuviéronle los criados
con | algún alboroto y vozes. Él los assossegó y, visto que quien hazía el hurto era hombre que la
necessidad le ponía en semejante trato, díxole:
-Andad, llevaos el trigo, mas bolvednos el costal, que nuestra hermana le echará de menos
y le pesará que falte de casa.
Sélo por relación cierta de criados suyos.
[4] En un libro llamado Espejo de exemplos
se dize de dos ermitaños: el uno pedía a Dios agua para
su huerto cuando a él le parecía que convenía; el otro rogava a Dios que se le sustentasse, sin
señalar tiempo para que le embiasse agua. Y éste le tenía siempre fresco y hermoso, el otro, marchito
y sin provecho.
EXEMPLOS ESTRANGEROS
[1] Escribe Onufrio de Emilio, secretario de Nerón Emperador, que aviendo edificado un sobervio
palacio y casa, queriendo hazer una ostentación, combidó a comer a Séneca y, en tanto que era
hora, llevóle por todos los cuartos y aposentos, mostrándole la casa, y dezíale: «Esta sala es para
recibimiento, este cuarto es para los huéspedes, este otro para los criados, este apartado es de las
mugeres, este jardín servirá para entretener a los amigos, éstos son troges y graneros, ésta es bodega
de vino, aquélla de óleo, aquí están cavallerizas». Desta manera le mostró toda aquella grande casa.
Aviéndole visto Séneca, loó mucho la traça, arquitetura y fábrica. Comieron y trataron diversas
cosas y, queriendo Séneca despedirse, tornó a mirar la fábrica y edificio por menudo, y preguntó a
Emilio, su huésped:
-¿Cúya es esta casa?
como si nunca la oviera visto.
Él, maravillándose desto, le dixo sonriéndose:
-¿Yo no te la he mostrado? ¿No vees que es mía? ¿No as comido en ella y pas- seádola
| toda?
Séneca le dixo:
-No te maravilles, porque tú me dixiste que me querías mostrar una cosa tuya y he visto
aposentos para huéspedes, para criados, para mugeres y para toda la familia, y no me as mostrado
una pieça para ti. Y assí no entiendo que sea tuya, pues la edificaste para otros. Yo te tengo, Emilio,
por sabio y prudente, y pues he sido oy tu huésped, quiero te dar un consejo provechoso y de amigo.
Esta casa te ha costado mucho trabajo y mucho dinero, y assí es justo que la gozes. También deves
conservar tu fama en vida y después de muerto, con obras virtuosas más que con edificios, porque
el tiempo los acaba y a ti consume la vida, y lo que resulta de obras semejantes es gloria vana del
mundo, mas de el aver vivido virtuosamente queda fama eterna y gloria que permanece.
Este Discurso de bienes temporales simboliza y dize con algunos otros, particularmente
con el de Riquezas. Lo que aquí falta, en él y en otros se puede ver.
Fin del Discurso nueve, de bienes temporales.