DISCURSO SETENTA Y OCHO, Y ULTIMO. DEL VESTIDO
Si en otras cosas es bien que imitemos a los santos, no es de poca importancia saber qué
vestidos usaron, para que también en esto, imitándolos, no temamos aquella palabra que dixo Cristo
y refiere San Mateo, capítulo veintidós: «Amigo, ¿cómo entraste en la fiesta y regozijo de bodas sin
vestido que lo signifique?». Y de veras que si procuramos adornar nuestras almas con vestidos, no
tendríamos cuidado de otro vestido para el cuerpo, sino el que para cubrir su desnudez es conveniente.
Adam y Eva en el Paraíso desnudos estavan, y tuvieron necessidad de vestirse cuando por rebeldes
al mandato de Dios fueron desterrados dél y penitenciados a que labrassen la tierra. Y en tal sazón
dioles Dios dos vestidos de pieles de animales, al talle de çamarros o pellicos pastoriles, y a este
vestido dado de Dios sucedió todo lo que de presente se usa. Y paréceme a mí que, assí como sería
desatino si al herege que los inquisidores penitenciaron, y en señal de penitente le mandaron traer
un sambenito de paño amarillo con una aspa colorada de San Andrés (lo cual tuvo origen de lo que
en la primitiva Iglesia se usava, y era que en la Cuaresma a los logreros y a las mugeres públicas
pecadoras, si se querían emendar y dexar sus malos tratos, el miércoles de ceniza, el obispo o cura
les ponía un saco, derramándole ceniza sobre sus cabeças, y con el saco andavan toda la Cuaresma
hasta el día de Pascua, en que si avían bien aprovado en la penitencia los admitían a la Comunión de
los fieles, estando antes de por sí en lugar apartado; llamavan bendito aquel saco porque
| le bendecía el obispo cuando se le ponía, y de saco bendito vino «sambenito»; la aspa de San Andrés denota que
faltaron en la Fe, porque San Andrés fue el primer cristiano y murió aspado, todo lo cual, con un
texto del Decreto y autores graves tengo provado en otra parte); pues si éste, a quien por sus pecados
le pusieron el sambenito, llamasse un sastre y le hiziesse poner guarniciones de seda y brocado, y
saliesse muy pomposo con él en público, ¿podríase tener por loco? Sí, por cierto. Pues assí parece
que están lexos de serlo los que profana y locamente se adereçan y componen, pues el vestido fue
dado de Dios al hombre cuando pecó para señal que avía pecado y perdido el estado de la inocencia,
y assí, que de la afrenta haga honra y estado, digno es de ser reprehendido, en particular la demasía.
Mandava Dios en el capítulo veintiocho del
Éxodo que en la vestidura del gran sacerdote Aarón se
pusiessen dos piedras preciosas, en las cuales se esculpieron los nombres de las Doze Tribus. Quiso
Dios que se pusiessen los nombres de aquellos muertos en las piedras preciosas, porque la memoria
de la muerte es cosa preciosa, y se acordasse Aarón y todos los que le viessen compuesto y galano,
de que avía de morir. Y bien mirado, todo cuanto el hombre trae sobre sí es de animales muertos o
cosas que perecieron y en su ser murieron: el calçado es de cuero de animales muertos, el sayo y la
capa, de lana de animales muertos; y si es seda, también convino que el gusano que la hiló, para que
él la vistiesse, muriesse. Del Vestido
trata el Discurso presente.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] De la reina Ester se dize en su Libro
que, siendo llevada a vistas del rey Assuero para ser su
muger, ningún cuidado /(485r)/ tuvo de vestirse y adereçarse como otras donzellas lo hazían, que
eran llevadas a su presencia para este efecto. El cuidado desto dio a un eunuco, que tenía a cargo el
llevar al rey estas donzellas, vistiéndose el vestido que aquél le dio. Y después, siendo reina, cuando
se vestía adereços reales y dignos de muger de tan gran monarca, dezía hablando con Dios:
-Tú, Señor, sabes que aborrezco los vestidos y galas destos gentiles incircuncisos, y que si
uso dellos es por la necessidad y obligación que tengo de agradar al que me diste por marido.
Es de su Libro, capítulo segundo y catorze.
[2] El gran Bautista, santo antes que nacido, su vestidura era un texido o cilicio hecho de cerdas de
camellos, y una cinta, | también de cerdas. Y dél dixo el Salvador:
-¿A quién salistes a ver al desierto? ¿A algún hombre vestido delicadamente? Los que se
visten desta suerte, en casa de los reyes están.
El vestido áspero y de cilicio es indicio de vida continente, el delicado y curioso, de lascivia.
Refiérese en el capítulo onze de San Mateo.
[3] El rico de quien escrive San Lucas en el capítulo 16, que se vestía de púrpura y bisso, fue
sepultado en el Infierno, y el pobre Lázaro, que no tenía con qué cubrir su cuerpo, fue llevado al
seno de Abraham. Tan grande mudança se hizo en breve tiempo que a los deleites temporales se
siguiessen tormentos eternos, y a la temporal miseria, eterna bienaventurança.
Lo dicho se coligió de la Escritura Sagrada. |
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] De la Madre de Dios y Virgen María, Nuestra Señora, escrive Nicéforo, libro segundo, capítulo
veintiuno, y refiérelo Pedro Canisio en su
Vida, que su vestido era pobre, de paño de su propio
color, como el buriel. La cual, al tiempo de su glorioso tránsito, mandó al Evangelista San Juan que
diesse dos sayas que tenía a dos biudas vezinas suyas, por benevolencia y amor que les tenía. Añade
Nicéforo en el capítulo 24 que estuvo en tierra de Palestina en poder de cierta muger hebrea, dentro
de una arca, el vestido de la Madre de Dios, que sería una destas dos sayas, y que se hazían muchos
milagros, sanando enfermos de diversas enfermedades sólo con tocar la arca. Vino esto a oídos de
dos hermanos, hombres principales de Constantinopla, y procuraron ver la arca. Llegaron a casa de
aquella muger, en la cual se quedava gente de noche en el aposento donde estava, por tener allí
oración y vigilia como en lugar sagrado. Hizieron labrar otra arca semejante a ella y, quedándose de
noche dentro del aposento, pudieron con facilidad
| trocarla, y lleváronsela a Constantinopla, donde
la abrieron, y hallaron el vestido de la Madre de Dios, con testimonios bastantes que lo certificavan.
Tuvo noticia dello el emperador León y apoderóse de tan precioso tesoro, y con grande gozo edificó
un templo en cierto barrio de Constantinopla, llamado Balcherne, adonde puso la mayor parte deste
vestido, dividiéndose lo restante por toda la Cristiandad. Roberto Gaguino, en los
Anales de Francia, libro quinto, dize que en la ciudad de Carnoto, en Francia, tienen la camisa de Nuestra Señora.
Sucedió que, juntándose un exército de normandos y danos, gente idólatra y bárbara, entraron por
Francia haziendo grandes insultos y crueldades en ciudades y gente. Fue esto el año de Cristo de
ochocientos y setenta y ocho. Llegaron a Carnoto, cercáronla y pusiéronla en grande aprieto. Los
de dentro, viéndose sin fuerças para resistir las del enemigo, fuéronse a Dios, y con lágrimas le
pidieron favor por intercessión de su Gloriosa Madre. Salieron luego con grande esfuerço a
/(485v)/ los enemigos, llevando el obispo la camisa de Nuestra Señora con grande reverencia, colgada de
una hasta. Causó su vista tanto temor en los enemigos que quedaron sin fuerças y sin poderse
mover de donde estavan. Habló el obispo a los de su parte, y díxoles que, pues Dios usava con ellos
de tan gran milagro, que sin les hazer daño los dexassen y se bolviessen a la ciudad. Ellos lo
hizieron, y el capitán contrario, llamado Rollo, hizo voto que si Dios le sacava con bien de aquel
trance se haría cristiano y, alcançando su intento, cumplió el voto, que se baptizó con el exército de
los normandos. Llamóse Roberto Rollo y fue muy buen rey, rigiendo y governando a los normandos
justa y santamente. Afirman lo dicho Damocares, en el
Libro de los Hechos de Carnoto, San Antonio,
Parte Segunda, título deziséis, capítulo primero, y Vicencio Gallo, libro cincuenta y tres. El muy
docto y diligente autor Genebrardo dize en su Cronología
que en el año de 870 Gerardo de Ruisellón,
dicho el Rico, fundó y dotó el priorato Hemimurense en Borgoña, y en él puso el anillo que San
Josef dio a Nuestra Señora el dichoso día de su desposorio, que le truxo de las partes ultramarinas.
En Bolonia, en el monesterio de San Petronio, está la toca con que Nuestra Señora cubría su santa
cabeça. Es una venda ancha de dos dedos, de vara y media en largo; tiene dos gotas de sangre, que
se afirma averse estampado en ella al tiempo que su Soberano Hijo estava en la Cruz. La una tiene
hechura de una uña algo crecida, cuando se corta del dedo; la otra, lo que puede henchir aquel
vazío, algo más prolongada que redonda. La toca tiene el color algo amarillo por la antigüedad. No
se puede discernir si es de seda o de lana, porque es un texido de hebra bien delgada. Esto se sabe
por relaciones de personas que lo han visto. |
[2] San Pedro, príncipe de los Apóstoles, traía por vestido ordinario una túnica, de donde tuvo
origen la sotana de los clérigos, y un palio, de donde también le tuvo el manteo que usan, y unos
sandalios en los pies, que son al talle del calçado que traen algunos frailes menores, que solamente
defienden que el pie no toque a la tierra en tiempo frío y húmedo; éstos por otros nombres se llaman
caligas. Y assí le dixo el ángel, estando preso:
-Cíñete, cálçate y sígueme.
De su prisión escrive San Lucas en el capítulo doze del
Libro de los Hechos Apostólicos, y de su vestido haze mención San Clemente Papa en sus
Recogniciones. Y hase de advertir en los sandalios que por la parte de la tierra estavan cubiertos, y por la parte del Cielo, descubiertos,
porque a los santos y varones religiosos háseles de descubrir el Cielo y encubrir la tierra.
[3] San Bartolomé usava vestirse un colobio blanco, que era como ropilla corta sin mangas, y un
palio o capa larga de grana, y sandalios. Afirma esto Abdías en su
Vida, y que en veinticinco años, ni se envegecieron, ni se ensuciaron, ni menos el calçado se gastó. Y aunque el santo guardó la
moderación y pobreza en el vestido que los demás Apóstoles, sólo conservó el palio de púrpura
diferente dellos, para dar a entender la real sangre de donde venía, aunque nacido en Galilea, y que
la avía menospreciado y tenido en poco por seguir a Cristo.
[4] Jacobo el Menor, que por la semejança en el rostro y persona fue llamado hermano de Cristo
entre todos sus primos, no traía vestido de paño, sino de lino. No se quitava el cabello, ni ungía con
óleo según el uso de la tierra, ni se bañó, y con este traje y atavío era tenido en tanto que a él sólo
consentían los judíos entrar en los lugares del templo vedados aun a los comunes sacerdotes. Dízelo
Egesipo, libro quinto. /(486r)/
[5] San Pablo, el Primer Ermitaño, no teniendo otra cosa más de lo que el desierto le ofrecía para
cubrir su cuerpo, hizo un vestido de hojas de palma. Y siendo heredero dél San Antonio Abad,
después de su muerte usava dél las fiestas principales. Y San Gerónimo escrivió en su
Vida que le estimava en tanto que, si le dieran a escoger, estimara en más la vestidura de palma de San Pablo
que la púrpura de los reyes, con sus coronas y cetros.
[6] San Pafuncio vido en el desierto de Egipto a Timoteo Anacoreta desnudo, y cubría parte de su
cuerpo con la barba y cabellos, que nunca los cortava. Temióse dél, pareciéndole bestia salvage,
llegóse cerca, hablóle y dio gracias a Dios, conociéndole por grande siervo suyo. Juzgó que muy
honrosamente está vestido quien por Cristo anda desnudo. Es del libro
De Vitis Patrum.
[7] El mismo Pafuncio vido a San Onofre en el desierto desnudo. Traía solamente ceñido a su
cuerpo un cinto de hojas de árboles. Vídole morir y llevar al Cielo su bendita alma muchos ángeles,
los cuales honran a los pobres que por Cristo andan desnudos. Refiérese en el
De Vitis Patrum.
[8] Vido también Pafuncio cuatro ermitaños en un desierto de Egipto, Andrés, Tadeo y Felipe,
vestidos de túnicas texidas de palma, y con este vestido se defendían del sol del verano, que era tal
que puesta una olla de berças con agua, que era el sustento de algunos, con solos los rayos del sol,
sin otra lumbre, se guisava. Este vestido agreste le trocaron con otro de inmortalidad, y tanto son
aora ilustrados con rayos de gloria en el Cielo cuanto antes sus cuerpos eran abrasados con los
rayos del sol. Es del De Vitis Patrum.
[9] Serapión Abad andava con sola una túnica y un manto, y vino algún tiempo que dio esto a
pobres y quedó su cuerpo | desnudo, cubriendo lo que la honestidad pide que se cubra. Y no se
avergonçó de andar desnudo, con que cubriesse la desnudez agena. Es del
De Vitis Patrum.
[10] San Hilarión Abad cubría su cuerpo con un saco o cilicio y un ábito de pellejos, y un sayo
rústico. Los cabellos de la cabeça se quitava una vez en el año, por la Pascua de Resurreción. No
usava de vaños, porque tenía semejante regalo por superfluo, trayendo siempre silicio, y para trocar
algunos destos vestidos avía de estar bien roto el que traía. Es de San Gerónimo en su
Vida.
[11] San Gerónimo usava túnica de sayal y, siendo muerto, heredóla Eusebio, dicípulo suyo, y
teníala en mucho, porque sólo con tocarla sanaron algunos enfermos y resucitaron muertos. Véase
cuál vestido de rey adornado de oro y piedras preciosas fue de tanta virtud como el sayal de San
Gerónimo. Dízelo Augustín en la
Epístola dozientas y seis, capítulo dos.
[12] San Augustín usava de un ábito o vestido de la misma forma que usavan sus clérigos, y si
alguno le presentava otro de más precio, recebíale y vendíale, y repartía el dinero a pobres. Y assí
fue preferido a sus clérigos en la dignidad y no en el ábito. Dízelo el mismo en el
Sermón de la vida de los clérigos.
[13] San Bernardo Abad traía un ábito pobre, aunque limpio y asseado, y solía dezir que el vestido
suzio y manchado era testigo de descuido y suziedad, y que a las vezes olía a hipocresía, con la cual
la vanagloria, con apariencia de que no se quiere, se procura. Y porque se echó de ver que traía
cilicio debaxo del ábito, y era público, dexóle y no quiso usar de más áspero ábito que los demás
monges, porque no pareciesse que se quería aventajar en santidad con los que se tenía por menor.
Es de la Vida del mismo San Bernardo.
[14] Estéfano Abad, instituidor del Or- den
/(486v)/ Grandimontense, biviendo vida solitaria en
Moreto, monte de Aquitania, traía un ábito tosco y grossero, y era de admirar que con el mismo
llevava los calores del verano y sufría los fríos del invierno, sin quitar ni añadir cosa alguna. Pudiera
usar de industria y aliviar una y otra molestia del tiempo, y no lo hazía porque ambas la sufría la
caridad y amor de Dios. Es de Marulo, libro tercero.
[15] Apolonio, monge en la Tebaida, cerca de Hermópolis, cubría su cuerpo con un colobio de
estopa, y en la cabeça, un tocador de lienço, y duróle esto sin rompérsele ni gastársele por cuarenta
años. Y fue prueva de ser agradable a Dios el ábito pobre y humilde. Refiérelo Marulo, libro tercero.
[16] Ni se deve passar en silencio el padre San Francisco, el cual para cubrir su cuerpo usava de una
túnica o saya de sayal, ceñida con una soga, y una capilla de lo mismo; los pies descalços, aunque
usó algún tiempo, y por necessidades urgentes, de sandalios, con que se encubría la tierra y descubría
el Cielo. Algunos burlavan deste vestido; aora es estimado en todo el mundo y preciado de los
Cortesanos del Cielo. Dízelo San Buenaventura en su
Vida.
[17] Santa Isabel de Hungría tenía un vestido hecho de remiendos, y algunos de colores diversos, y
con este traje servía en un hospital con más contento que si estuviera en casa del rey, su padre.
[18] Tora, monja en la Tebaida, nunca usó ábito nuevo. Trocava con las otras monjas lo que desto
hazía nuevo por otro viejo, y con esto, cuanto excedía a todas en hermosura (por ser su rostro
milagroso) tanto se diferenciava en andar más pobre y desluzida, porque no ignorava la hermosura
de la alma, más que el atavío del cuerpo, ser agradable a su Celestial Esposo. Es del
De Vitis Patrum. |
[19] María Egipciaca, en el tiempo que se exercitó en torpezas y vicios deshonestos procuró andar
con ricos y preciosos adereços, por agradar a los hombres, mas, aviéndose convertido y sirviendo a
Cristo, tuvo en tan poco el vestido que, rompiéndose el que llevó al desierto, bivía desnuda en la
soledad. Y porque no tenía texado con que cubrirse, y le dava el sol del verano y el frío y viento del
invierno, tenía su cuerpo denegrido como etíope, y con esto resplandecía con milagros. Véase la
diferencia de las galas de primero y de la desnudez postrera; aquéllas fueron fomento de suciedad
y ésta causó mérito de admirable santidad. Es del
De Vitis Patrum.
[20] Vido un santo monge reír o fingir que se reía un demonio. Preguntóle la causa, y dixo:
-Iva una muger con sovervios y profanos vestidos por la calle, y llevava la falda larga con
grande cola, en la cual un demonio amigo mío iva sentado, y al passar de un arroyo levantó la falda
y el demonio rodó y hase enlodado, y de verlo puesto de lodo en el traje que avía tomado de negrillo
me río.
También un cura de cierta iglesia, muy santo, vido entrar en ella otra muger vanamente
vestida y con grande falda, en la cual ivan algunos diablillos en figura de etíopes, haziendo muchos
juegos. El cual pidió a Dios que viessen otros lo que el vía, y, viéndolo, fue medio para que aquella
muger dexasse los vestidos vanos, y otras escarmentassen en ella, pues es cierto lo que diversos
santos afirman, que donde está el vestido vano y superfluo, allí está el demonio. Lo dicho es del
Promptuario de exemplos. Yo digo que si alguna muger ay mala, que no sé que la aya, antes creo
que todas son buenas, si quiere parecer buena, y la buena, si quiere ser juzgada por mala, o a lo
menos por liviana, los vestidos honestos o profanos y las palabras desembueltas o modestas pueden
hazerlo y ser parte. /(487r)/
[21] Tenía grande cuidado en la criança de sus hijas una noble matrona, en especial les persuadía a
que diversas vezes, y en diversas horas y momentos del día dixessen la salutación angélica de la
Ave María. Tuvo esta señora entre las demás una hija, a la cual también enseñó la misma oración y
devoción. Mas ella, por ser hermosa y viciosa, su cuidado todo era en componerse y adereçarse
profanamente, y en danças y bailes, favoreciéndola su propio padre, a quien este modo de proceder
era muy gustoso. Y no sólo la moça vana era dañosa para sí, antes, por ocasión suya, muchas almas
se enredavan en diversos pecados, viendo y desseándola mal. Entró un día en cierto jardín, y arrimada
a un árbol estava adereçando su rostro. Oyó que la llamavan de lo alto del árbol, y que le dezían que
subiesse en él. Preguntó:
-Y tú, ¿quién eres, que me llamas?
-Soy -dize- el diablo, cuyos desseos tú favoreces siempre, siendo arma y red del Infierno
con tus galas y adereços. Y assí ha venido el tiempo en que llevarás la pena merecida por tus
pecados y por los que otros han cometido por tu ocasión.
Con esto mostró el demonio querer hazer en ella presa, mas, acordándose de la oración que
la enseñó su madre, dixo en boz alta:
-Ave María, valedme, Madre de Dios.
El demonio, mostrando terrible enojo, dixo:
-Maldita sea quien te enseñó essa oración, la cual si no dixeras, con justo juizio de Dios
fueras llevada aora al Infierno, donde están otras a quien has imitado.
De oír y ver esto quedó tan otra la donzella que, ni vestidos superfluos ni danças o bailes
fueron más de su gusto. Trocó la vida, y bivió y murió bien. Lo dicho se refiere en el
Promptuario de exemplos.
[22] María, condessa de Campania, hija de Ludovico Pío, rey de Francia, hermana de cuatro reyes
de Inglaterra y madre de un rey ultramarino, estando
| biuda, era increíble el regalo con que tratava
su cuerpo, assí de vestidos como de comidas, junto con la autoridad de acompañamiento y adorno
de casa; en todo mostrava suma grandeza y magestad. Cayó enferma, embió a llamar al abad Persamo,
varón santo, elocuente y grave. Cuando llegó a su aposento no le dexavan entrar, porque era ya
muerta, y sus criados robavan la casa a más y mejor. Unos echaron mano de sus joyas de oro y
piedras, otros, de los vasos de oro y plata. Ya estavan unos apoderados del dinero, contentávanse
otros con sus vestidos, y aun avía otros que, no perdonando los tapizes, descolgávanlos y
llevávanselos. Los que más tarde llegaron, visto que sólo quedava la cama donde avía muerto la
duquessa, dando con el cuerpo desnudo en el suelo, la pusieron en cobro. A este tiempo, un hombre
grave que venía con el abad, visto que no le dexavan entrar, hizo fuerça y derribó un postigo por
donde entraron y vieron lo que passava. Quisieron algunos criados cubrir el cuerpo de la condessa,
que estava en la tierra desnudo, con un tapete, y el abad no lo consintió, sino que començó a
exclamar y dezir en boz alta:
-Venid, gentes, a ver la pompa y magestad de la nobilíssima condessa María, la hija, madre
y hermana de tan altos reyes; su cuerpo tan delicado y regalado, en cuánta deshonra y baxeza está
puesto. Mirad el pago que da el mundo a los que más encumbrados y levantados tiene.
Esto es del Libro De Apibus, capítulo séptimo.
[23] Luis XI, rey de Francia, claro por muchas vitorias, como otros reyes solían vestirse de oro y
seda, él dio en andar vestido de lana, y algunas vezes usava por cavalgadura en la ciudad de un
asno. Y tuvo en vestirse humilmente tanto cuidado como otros en se vestir rica y pomposamente.
Dízelo Fulgoso.
[24] De otro Luis, que fue XII, dize el obispo Garimberto en su
Libro de varios /(487v)/ sucessos
que por tener feas piernas usava de vestidos hasta el carcañal. Y aunque esto era feo, fue imitado de
todo el reino. Sucedióle el rey Francisco, que era gentil hombre de cuerpo, traía el vestido a medio
muslo, y todo el reino se vistió de aquella suerte, con parte de la espalda y pecho descubierto. A
tiempos se cortava la barba y cabello y, en todo, todos le imitavan. Passeóse el rey diversas vezes en
un rozín, cortada la cola, y viéronse todos los nobles en rozines cortadas las colas.
[25] En España se usava vestirse de paños o sedas de color los hombres, como de presente lo usan
las mugeres, y por la muerte de la emperatriz doña Isabel, muger del emperador don Carlos, V deste
nombre, que murió en Toledo, primero día de mayo, año de 1539, su magestad el emperador por
luto se vistió de negro; e, imitándole toda España, quedóse el color en el vestido de negro, de modo
que si no es en aldeas, labradores y gente del campo, que visten de pardo, todos los demás, de
ordinario, andan de negro. Usavan también los hombres barbas y cabello largo y peinado, y desde
el tiempo del católico rey don Felipe II, hijo del mismo emperador Carlos V, que lo usó, se cortan
el cabello y barba, y es mucha policia para la limpieça y asseo del cuerpo, y más seguro en la
guerra, donde la barba larga era dañosa viniendo a braços con el enemigo. Lo uno desto oí yo a mis
padres, y lo otro he visto.
[26] Assí como es proprio de los españoles mudar el vestido, no sólo en la materia, sino también en
la hechura, tan a menudo que no dize con el tiempo el vestirse el hijo con el vestido del padre, si él
no le rompió, y aun el mismo que le hizo, antes que le gaste, algunas vezes le dexa, porque ya no se
usa -en particular se verifica esto en mantos de mugeres-, yo alcançé a ver algunas que los traían de
paño de Londres, que duravan de abuelas a nietas. Dexáronlos por pesados y hiziéronlos de estameña
| o bureto. Sucedió el anascote, y dexáronle para gente religiosa, y hiziéronlos las galanas de tafetán.
También se cansaron de ir haziendo ruido con ellos por las calles, y usaron seda y lana; otros, de
toda seda, otros, de gorbión, y otros, de soplillo, con los cuales ha venido el negocio a que en un
año, sin hazer muchas demasiadas salidas una muger, gasta tres mantos, que ha de pagar el marido
si quiere tener paz en casa. Usavan un tiempo verdugados de paño; cansáronse de traerlos un tiempo,
y bolvieron con hazerlos de damascos quien podía, y quien no, de bocasí. Pocas mugeres usan
vestidos de paño, sino que quieren seda. Los tocados remedie Dios; avrá muger que se ponga
diademas de santa que aun para buena le falta mucho. En los hombres passa lo mismo, por donde
vino un truhán a traer dos o tres varas de paño sobre el ombro, andando casi desnudo, y, preguntada
la causa, respondió:
-Espero a ver en qué paran los trajes, y hazer un vestido que permanezca.
Al contrario es en otras partes, como en Venecia, que por muchos centenares de años se
conocen en el traje los pintados de aquel tiempo con los que de presente biven. Usávase, pues, en
esta ciudad, traer las mugeres descubiertos los pechos, y por ser esto ocasión de mal en los hombres
no bien compuestos, un padre de la Compañía de Jesús, llamado Alonso Salmerón, natural de
Toledo y famoso predicador, començó a reprehenderlo en sus sermones, y por ser traje antiguo
fuele dificultoso de quitar; mas llevólo tan de veras y favorecióle Nuestro Señor, por ser negocio de
servicio suyo, de suerte que salió con su intento, y muchas señoras venecianas usaron de corpiños,
cotas o jubones, con que se cubrían los pechos hasta el cuello, y llamávanlos salmerones. Desto
tuve yo noticia por una carta que escrivió el mismo Salmerón a don Bernardino de Sandoval,
maestrescuela de la Universidad de Toledo, grande amigo
/(488r)/ suyo, muy docto y de vida muy santa, que assí le llamava el santo español entrando a visitar al Papa Pío V estando en Roma, donde
murió, y como a tal le mandó sepultar el mismo Pío VI, cerca de donde se
| dezía que estava el cuerpo de San Gerónimo, en Santa María ad Praesepe. Hago dél esta memoria porque le tuve
particular amor, y me dio grados de Filosofía y de Teología. |
EXEMPLOS ESTRANGEROS
[1] Filopemenes, duque de los aqueos, y estimado entre los príncipes griegos, con ser señor poderoso
y de grande hecho de armas, era muy humano y afable, y traíase con un vestido común y llano, sin
diferenciarse de sus súbditos, siendo del parecer que tuvo después el rey don Alonso de Nápoles,
que también andava vestido al talle de sus súbditos y vassallos, y a quien le dezía que devía
diferenciarse dellos respondía que en virtudes y hechos valerosos quería hazerles ventaja, y no en
el vestido. Combidó después a comer a Filopemenes un hombre particular, y acetado el combite,
fue a su muger y díxole el combidado que tenía, que adereçasse la comida, y él salió de casa a
proveer lo que de fuera se devía traer a ella. Entretanto vino Filopemenes al combite solo, y como
su vestido era común y el rostro no le ayudava, porque era feo y tenía la boca disforme de grande,
la muger del huésped creyó que era criado del Filopemenes, y díxole que si la quería ayudar a partir
leña para el combite del duque. Él, que era bien acondicionado, tomó un destral y començó a hazer
rajas algunos leños. Estando en esto vino el huésped, y viendo lo que hazía, muy confuso, díxole:
-¿Qué es esto, señor? ¿Qué hazéis?
Respondióle con mucha gracia:
-Pago la pena que merece la fealdad de mi boca, y desaliño del traje y vestido.
Refiérelo Pontano.
[2] Diógenes Laercio escrive de Diógenes Cínico que se vestía sólo un vestido, traía un báculo y
unas alforjas, recogiéndose, cuando el tiempo le era contrario, a una cuba, y con este traje y vida
filosofava. |
[3] Epaminundas Tebano tenía sólo un vestido, y cuando le dava a que se le lavassen, él se quedava
en casa, con aver de governar la república. Embióle el rey de Persia una suma grande de oro, y no
quiso recebirlo. Dízelo Eliano.
[4] Los lidos fueron los primeros que no se contentaron con el vestido hecho de lana de su propio
color, sino que le tiñeron. Y los tirios adelantaron esta curiosidad añadiendo nuevos colores. Passó
Asia adelante poniendo oro en el vestido. Babilonia hizo nuevos texidos de color con aguja. Y
Etruria acabó de poner en su punto lo tocante al vestido usando en él de la púrpura. Dízelo Sabélico,
libro octavo, capítulo séptimo.
[5] Acerca de los romanos teníase por gala y demasiada curiosidad el vestido de lino. Y huvo una
familia en Roma que descendían de un serrano y en toda ella no se halló muger que usasse semejante
vestido de lino, preciándose de honestas. Tenían muy en la memoria un dicho de Augusto César, el
cual solía dezir que el vestido delicado y curioso era estandarte de sobervia y nido de luxuria. Deste
famoso emperador se afirma que nunca se vistió de otro vestido sino hecho por manos de su muger,
de una hermana y una sobrina suya. Catón Censorino usava de un vestido llamado toga, de precio
de cien dracmas, que corresponde en nuestra moneda a cien reales. Y otro del mismo nombre y
sobrino déste, que fue Catón Uticense, salía a passear a la plaça sin calçado, sin capa y con sola una
ropilla ceñida con un orillo. Dízelo Sabélico, libro segundo.
/(488v)/
[6] Julia, hija de Augusto César, entró un día a ver a su padre vestida muy curiosamente. Mostró el
emperador pena de verla, por ser él en esto muy templado. Otro día vino con un adereço moderado
| y honesto. El padre le dixo:
-¡Cuán digno es este vestido de la hija del emperador Augusto César!
Ella respondió:
-Ayer me adereçé para mi marido; oy, para mi padre.
Dízelo Macrobio, libro 2, Saturnalium, capítulo cinco. |