DISCURSO SÉPTIMO. DE AVISO DE DICHOS Y HECHOS
Mal consejo es querer perder por aver perdido, y locura es no querer aprovechar por aver
desaprovechado. Si no puedes salvarte por la innocencia, procura salvarte por la penitencia. Si no
puedes ser Catarina o Cecilia, trabaja por ser María Magdalena o Egipciaca. Si perdiste la juventud,
no quieras perder la ve- jez. | Si hasta aora biviste en el golfo del mar, trabaja por morir en el puerto.
Este Discurso trata de Aviso de dichos y hechos.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] Abraham, passando en Egipto, mostró mucha prudencia y aviso en dezir de Sara, su muger, que
era hermana suya, porque, siendo como era muy hermosa, pretendieran los egipcios matarle por
quitársela. Y no mintió en dezir que era su hermana, por
/34r/ ser costumbre entre los de su nación
llamarse hermanos los parientes cercanos, y Sara era sobrina de Abraham. También se mostró
avisado cuando vido que se levantavan pleitos y diferencias entre sus pastores y los de Lot, su
sobrino, en hazer que se apartassen unos de otros. Y lo mismo cuando ya se vido viejo, en repartir
con sus hijos parte de su hazienda y dexar lo principal a Isaac, escusando de esta manera entre ellos
pleitos y rebueltas que pudieran suceder en su muerte sobre lo que a cada uno pertenecía. Es del
Génesis, capítulo doze, treze y veinte y cinco.
[2] Rebeca tuvo grande aviso para procurar que Jacob, su hijo, alcançasse la bendición que le
pertenecía por el mayorazgo. Y después le hizo que se ausentasse de aquella tierra hasta que la ira
de Esaú, su hermano, que tenía contra él, cessasse. Es del
Génesis, capítulo veinte y siete.
[3] Pretendía Laba servirse de la industria y trabajo de Jacob con poco o ningún premio. Y bastó su
aviso y discreción para se pagar bien, poniendo baras descortezadas a la vista de las ovejas cuando
concebían, siendo suyos los corderos manchados que ellas parían, que eran los más y mejores.
También tuvo aviso cuando salió a él Esaú, su hermano, a la buelta que bolvía a su tierra, y entendió
que le tenía enojado y le podía venir dél daño, que le embió dones y dividió sus mugeres y hijos,
porque de una vez y con ímpetu no lo perdiesse todo, y poniendo en más seguro lugar lo más
precioso y estimado dél. Es del Génesis
, capítulo 30 y 32.
[4] Josef sapientíssimo se mostró en declarar a Faraón su sueño, y muy avisado aconsejándole el
remedio que devía procurar contra la hambre que se esperava. También mostró aviso con sus
hermanos en el modo que tuvo para reprehenderles el mal que hizieron en procurarle la muerte y en
venderle. Refiérese en el Génesis
, capítulo cuarenta y uno, y cuarenta y cuatro.
[5] Rigiendo Josué el pueblo hebreo y haziendo guerra a la gente que estava en la Tierra de
Promissión, fue roto su exército por los vezinos de la ciudad de Hai algunas
| vezes. Él consultó el negocio con Dios y usó de grande aviso, porque puso cinco mil hombres en una celada de la otra
parte de la ciudad, y acometió a los enemigos. Salieron a él; él dio muestra de que tenía temor y
ívase retrayendo. Los de Hai, acostumbrados a vencer, salieron en su alcance hasta que los tuvieron
retirados de la ciudad, que levantó Josué en alto un hielmo y, visto por los que estavan en celada,
que era ésta la seña que esperavan, entraron en la ciudad y, apoderándose della, pusieron fuego en
diversas partes, y levantado el humo y la llama, viéndolo los vezinos en la batalla dónde estavan,
desmayaron y huyeron. Los hebreos rebolvieron sobre ellos y mataron en el campo y dentro de la
ciudad doze mil personas. El rey fue preso y Josué le mandó ahorcar y echar su cuerpo en una hoya,
y sobre él mucha piedra. Hízose este castigo en aquella gente mereciéndolo sus pecados. Iva el
mismo Josué con grande vitoria, apoderándose de la Tierra de Promissión, poniendo temor a los
que eran señores della; entraron en este número los gabaonitas y usaron de grande astucia para
quedar en sus casas sin perderlas con las vidas, como sucedía a los vezinos. Nombraron algunos
dellos por embaxadores a Josué y, fingiendo que eran de tierra muy distante, dándole assí a entender
sus vestidos y aparato de campo, vistos y oídos por Josué, y creyendo que no eran de los encartados,
como él desseasse tener por amigos a los que no le avía declarado Dios por enemigos, a los cuales
por su mandado quitava las tierras, fácilmente hizo paces con ellos, y confirmólas el pueblo con
juramento. Mas, siendo descubierto el engaño, usó Josué de aviso, que les guardó las vidas como
estava obligado por el juramento, mas quiso que sirviessen de esclavos. Es del
Libro de Josué, capítulo octavo y noveno.
[6] Viendo Jetro, suegro de Moisés, el inmenso trabajo que tenía averiguando pleitos de los hebreos,
en que todo el día se ocupava, aconsejóle que señalasse algunos varones temerosos de Dios,
verdaderos /34v/ y bien entencionados, a los cuales ocurriessen los negocios de menor peso, viniendo
a él los graves y de importancia. Es del
Éxodo, capítulo diez y ocho.
[7] Eglón, rey de Moab, con tiranía y fuerça grande sujetó al pueblo hebreo por diez y ocho años,
tratándolos cruelmente. Dieron vozes a Dios y proveyólos de un valiente hombre llamado Aod,
para que los librasse de aquel tirano, como los libró con un hecho que hizo de mucho aviso. Fingióse
embaxador de los hebreos, y con un buen presente fue al rey Eglón, y, aviéndosele dado, dixo que
le quería hablar en secreto. El otro, ciego con el interesse recebido, hizo salir de su aposento toda la
gente. Quedó Aod con él, el cual llevava de secreto una daga, y con ella hirió al rey, que era
gruesíssimo de carnes, y se la dexó dentro del cuerpo. Y, quedando muerto, salió por una puerta y
púsose en cobro. La tiranía de Eglón mereció esta muerte, y con ella el Pueblo de Dios cobró su
libertad. Dízese en el capítulo tercero del
Libro de los Juezes.
[8] El aviso con que Gedeón venció a los madianitas, de las hachas que puso encendidas dentro de
los cántaros, y el sonar las trompetas, fue dado de Dios, y mandóle usar dél, como parece en el
capítulo octavo de los Juezes.
[9] Grande fue la maldad y pecado que cometieron los de la tribu de Benjamín, que, hospedándose
cierto levita con su muger una noche en su ciudad, hiziéronles fuerça, a él queriendo matarle y a
ella quitándole su honra. Y fueron tantos los que la oprimieron por toda la noche que murió la
muger. Su cuerpo dividió el marido en partes, repartiéndole por las demás tribus, declarándoles el
caso; por donde tomaron armas contra aquella tribu y le hizieron guerra, defendiéndose ellos
maravillosamente y quedando dos vezes con vitoria. Mas a la tercera usaron los hebreos de un buen
aviso con una celada encubierta, incitándolos a la pelea, en la cual fueron vencidos los de Benjamín,
y a los que huían diéronles lugar los hebreos para que fuessen a dar en la cela- da
| que estava cerca de la ciudad de Gabaa. Mas, siendo descubiertos, tuvieron otra refriega, donde murieron muchos.
Entraron los hebreos en la ciudad y destruyéronla a fuego y a sangre, donde también murió gente,
y fue el número de los muertos de la tribu de Benjamín veinte y cinco mil personas. Y quedaron con
vida solos seiscientos hombres y la tierra toda asolada. Es del capítulo veinte del libro de los
Juezes.
[10] David muchas vezes y en diversos trances se mostró avisado, aunque excedió a muchas otras
una, en que, hallándose en presencia del rey Aquis y siendo conocido que era el que mató al gigante
Goliat, y grande perseguidor de los filisteos, vido David que corría riesgo su vida; fingióse loco y
hizo cosas de loco, por lo cual se libró de aquel peligro, despreciándole el rey como a hombre sin
juizio. Es del Primero de los Reyes, capítulo veinte y uno.
[11] Quiso argüir Natán Profeta a David de su adulterio y homicidio, y trúxole con grande aviso un
exemplo de dos hombres, un rico y otro pobre. El pobre no tenía más de una oveja, que regalava y
echava en su propria cama, y la hazía comer a su mesa; el otro, rico de ovejas, vino a quitar al pobre
aquella sola que tenía. Oído por David juzgó que merecía muerte quien tal delito cometió. El
profeta le declaró ser él mismo y le provocó a contrición y penitencia. Es del
Segundo de los Reyes, capítulo 12.
[12] Estando en desgracia de David Absalón su hijo, por la muerte que dio a Amnón, su hermano,
una muger tecuites entró a hablar al rey, y las razones que le dixo fueron tan prudentes y eficaces
que salió con el perdón en la mano para el infante. Y lo que no hizo antes el afeto de padre, ni pudo
hazer todo el reino, que pedía a David, solicitándolo Joab, su capitán general, que perdonasse al
moço Absalón, todo lo acabó el aviso de aquella discreta muger. Es del
Segundo de los Reyes, capítulo catorze.
[13] Abigail, muger de Nabal Carmelo, prudentíssima fue en remediar el daño que su marido hizo
tratando mal a los mensajeros de David, por lo cual venía él con intento de asso- lar
/35r/ la casa y no perdonar a persona. Mas ella, que se le traslució, con un buen presente le salió al camino, y supo
dezirle tales palabras que le aplacó, y quedó tan acreditada con él que, muriendo desde a poco su
marido, David la recibió por muger, y, siéndolo antes de un ganadero, después vino a ser reina. Es
del Primero de los Reyes, capítulo veinte y cinco.
[14] Avisada y discreta se mostró Noemí, suegra de Rut, en darle consejo que fuesse a espigar al
campo de Booz Patriarca, y el modo que tuvo con él hasta ganarle por marido y quedar con honra
y hazienda, y después con hijo y generación, que era lo muy preciado entre los hebreos. Es del
Libro de Rut, capítulo segundo y tercero.
[15] La reina Saba, por presumir de avisada y sabia vino del cabo del mundo a ver lo que Salomón
alcançava en este particular y, estando con él, en las preguntas
que hizo se mostró más sabia que
algún sabio en dar respuestas, y cuanto más en esto alcançó, más se admirava de lo que sabía
Salomón. Y no era mucho que se mostrasse Salomón sabio, pues tuvo a Dios por Maestro, sabiendo
dél lo que supo por ciencia infusa y dada graciosamente del Cielo, sin atravessar Escuela de Atenas,
ni aver entrado en General de París o Salamanca. Aunque de lo mucho que supo aprovechóse poco
para sí, pues anda su salvación en opinión en las escuelas, donde él no anduvo, y uno dize: «Sí, en
el Cielo está», otro dize: «No, sino que se condenó». No lo aya Dios permitido por su misericordia,
que hombre que fue instrumento del Espíritu Santo, escriviendo tantas verdades católicas, se
condenasse. De la reina Saba se haze mención en el
Tercero de los Reyes, capítulo 10, y por San
Mateo, capítulo 12, y por San Lucas, capítulo 11.
[16] Viniendo a tratar del mismo Salomón, es de saber que pidió a Dios sabiduría, siéndole dado
libre escoger para lo que quisiesse demandar. Y assí se le concedió, como pareció luego en un
maravilloso exemplo, porque, viniendo a pedirle justicia dos mugeres de ruin nombre y peor vida,
refirieron en su presencia que cada una te- nía
| su hijo, y que, muriéndosele a la una el suyo, le avía
llevado a la otra, viviendo ambas en una casa, y puéstosele muerto a su lado, y llevádole el suyo
vivo. La otra negava que fuesse sino suyo el hijo que traía en sus braços. Visto por el rey que faltava
prueva y que no avía por qué creer más a la una que a la otra, mandó que el hijo vivo se dividiesse
en dos partes y se diesse a cada una su parte. La que de veras era su madre enternecióse, y pidió al
rey que se le diesse vivo a la otra, la cual dezía obstinadamente:
-No ha de ser sino que lo mandado por el rey se cumpla.
Visto por él, y saliendo con lo que pretendía en aver mandado dividir el niño vivo, que era
para saber la verdad, dio por sentencia difinitiva que se diesse el hijo a la que defendía que no
muriesse, porque era afeto de verdadera madre. Esta sentencia tan avisada agradó a todo el pueblo,
y alabaron a Dios por averles dado rey tan sabio. Es del
Tercero de los Reyes, capítulo tercero.
[17] Roboam, hijo de Salamón, viniendo a le hablar de parte del reino, pidiendo que les disminuyesse
los tributos y pechos que su padre les avía impuesto, que tenían por intolerables, no quiso tomar el
consejo de los viejos y prudentes, que le aconsejavan que concediesse con ellos y no los exasperasse,
porque pedían razón y era él nuevo en el reino. Siguió el parecer atronado de otros, moços como él,
respondiéndoles ásperamente y diziendo que si su padre los avía açotado con açotes de cuero, él los
açotaría con açotes de hierro. Reveláronse de doze tribus, que era todo su reino, las diez, que ni él
ni alguno de los que le sucedieron tuvo más mando en ellos, sino que eligieron rey de por sí y se
quedaron con él. Es del Tercero de los Reyes
, capítulo doze.
[18] Levantó Dios a Jehú, capitán valeroso, para destruir la casa del rey Acab, idólatra, y a los
sacerdotes del ídolo, Baal. Cumplió Jehú con lo primero en Samaría, no dexando persona alguna de
aquella casa. Y para cumplir lo segundo mandó pregonar un solemne sacrificio a Baal, echando
fama, y que dezía el mismo Jehú: «Acab le honró poco, yo quiero honrarle mucho». Puso pena
/35v/ a cualquier sacerdote de aquel ídolo o ministro de su templo si faltasse el día que señaló para
esto, y assí se juntaron todos en su templo. Mandólos que se vistiessen los ornamentos con que
acostumbravan hazer sus sacrificios. No faltó hombre, el templo estava lleno. Entró el rey y passeóse
de un cabo a otro; encargó a los principales que mirassen bien si estava dentro alguno que no fuesse
de su vando y, hechas estas diligencias, salió el rey fuera y puso ochenta hombres de su guarda
valientes y bien armados a la puerta, y díxoles:
-Si uno destos se os va de las manos sin que muera, al que se le fuere pagará con la vida.
Complido con el sacrificio, mandó el rey a sus soldados y exército, que era grande en
número, que fuessen entrando y matando cuantos estavan dentro, teniendo siempre guarda a la
puerta para que ninguno saliesse y se librasse. Estavan señalados con los vestidos de su ídolo,
ninguno pudo esconderse ni defenderse. Y de una vez acabó con aquella mala casta, no quedando
quien adorasse a Baal. También truxo la estatua del mismo Baal de otra parte y la quemó allí, y
derribó el templo y hizo en él casa y lugar de inmundicia. En todo lo cual se mostró avisado y
prudente, cumpliendo en este particular lo que de parte de Dios le fue mandado cuando se entronizó
en aquel reino. Refiérese lo dicho en el
Cuarto Libro de los Reyes, capítulo décimo.
[19] Prudente y avisado se mostró el rey Ezequías en vedar que ninguno de los hebreos que residían
en Jerusalem se pusiesse a platicar ni respondiesse a los mensajeros del rey de Assiria que estavan
fuera de los muros, diziendo blasfemias contra Dios, porque con infieles y herejes es peligrosa toda
plática y conversación. Hállase lo dicho en el
Cuarto de los Reyes, capítulo diez y ocho, y en la
Profecía de Isaías, capítulo treinta y seis.
[20] Josabet, hija del rey Joram y muger de Joyada, Sumo Sacerdote, visto que Atalia procurava la
muerte a los hijos de Joram, su padre, con particular aviso procuró
| aver en su poder a Joás, hermano suyo, quitándole de las manos de la cruel hembra. Y crióle escondidamente Joyada hasta
que, después de seis años que se conservó en su tiranía Atalia, Joyada, también con aviso y discreción
hizo que la gente de guerra le reconociesse por rey. Y fue puesto en su silla y coronado, siendo
violentamente muerta la cruel muger. Es del Segundo del Paralipomenon
, capítulo 23.
[21] Nehemías se mostró avisado y prudente en edificar los muros de Jerusalem, repartiéndolos por
estancias entre personas particulares y dando orden como no lo impidiessen los de la comarca, que
les pesava de que la ciudad tornasse a se fundar, y assí los perseguían, siéndoles necessario a los
edificadores con la una mano entender en la obra y con la otra tener espada o lança con que defenderla
y defenderse. Aunque al cabo la ciudad quedó con su muro y cerca, por la buena industria y aviso
de Nehemías. Es de su Libro, capítulo segundo y siguientes.
[22] Avisado se mostró Zorobabel en probar con razones fortíssimas su opinión contra otros dos
criados del rey David de Persia. Porque el uno dixo que lo más fuerte en el mundo era el vino, otro
dixo que el rey; él dixo que era más fuerte que el vino y que el rey la muger, aunque, sobre todo, lo
más fuerte era la verdad. Provó su intención en lo primero de que la muger era más fuerte que el
vino y que el rey, pareciendo que no avía más que hablar sobre lo dicho. Mas, tratando de la verdad,
quedó el vino y el rey, y quedó la muger flaca y sin fuerças en su comparación, y por ello, como
avisadíssimo, fue premiado del rey. Es del
Libro Tercero de Esdrás, capítulo 3.
[23] Tobías dio muy avisados consejos a su hijo siendo viejo y, entre otros, le encargó mucho que
siempre tomasse consejo de hombre sabio. Es de su
Libro, capítulo 4.
[24] Judit, honestíssima viuda, bien se mostró sabia y prudente en presencia de Holofernes. Tanto,
que dezían sus privados, viéndola y oyéndola, con admiración grande:
-No ay tal muger sobre la tierra, /36r/
en vista, en hermosura, y en aviso y sabiduría de
palabras.
Es de su Libro, capítulo 11.
[25] Daniel, desde niño se mostró avisado y prudente, convenciendo con sus razones a los dos
malos viejos, y provándoles que avían dicho falso testimonio contra la inocente Susana. Después,
en los sueños y visiones que vido Nabucodonosor altamente declaró su sabiduría y aviso, y que era
dado del Cielo. Y aunque Josef Patriarca hizo mucho en declarar el sueño de Faraón, parece que
passó adelante Daniel, pues a Josef propuso Faraón el sueño de las espigas flacas y granadas y de
las vacas gruessas y macilentas, y él declaróle. Mas a Daniel sólo le dixo Nabucodonosor que avía
tenido un sueño, y él le refirió el sueño y declaró lo que significava. Aunque convino que fuesse
assí, porque si a Josef le dixo el sueño y él le declaró, vídose dentro de catorze años que su declaración
fue cierta y verdadera, aviéndose en todo cumplido. Mas a Daniel convenía que él dixesse el sueño
y la soltura, porque, aviendo de passar muchos años primero que se cumpliesse lo significado en la
estatua de diversos metales, que eran diversas monarquías que unas sucederían a otras, declarando
cuál fue el sueño sin dezírselo Nabucodonosor, vídose que como en aquello dixo verdad, la diría en
su interpretación. Es del Libro de Daniel
, capítulo segundo, cuarto y treze.
[26] Entre todas las puras criaturas, quien tuvo más discreción y aviso fue la Virgen Sacratíssima,
Madre de Dios y Señora Nuestra. Y dio alguna noticia desto en el coloquio que tuvo con el Arcángel
San Gabriel. Turbóse al principio oyendo el modo como la hablava. Preguntó después el orden que
se tendría en aquella obra y cómo podría ser madre permaneciendo donzella. Al cabo, dando el
consentimiento con palabras de suma humildad. Después, cuando visitó a su prima Isabel, mucho
descubrió deste soberano talento. Engrandecióla Isabel con sumos loores; llamóle
Madre del Señor. Y a todas estas grandezas salió con alabar Ella al
| Señor, y dixo las más altas razones, las más
delicadas, las más corteses y bien miradas que supiera dezir el Serafín Supremo, como parece en el
Cántico de la Magnificat, que compuso esta benditíssima Princesa. Son bien contadas las palabras
suyas que se escriven en todo el Evangelio, y en mugeres, y más siendo donzellas, sumo aviso es
saber callar. Hállanse otras dos palabras desta Señora. Una, cuando siendo Jesucristo de doze años
se quedó en Jerusalem; buscóle dos días y al tercero hallóle en el templo entre doctores. Siendo
visto por ella, preguntóle:
-Hijo, ¿por qué lo avéis hecho assí?
Y proprio es de sabios preguntar, que porque preguntan saben, y el necio, porque no pregunta,
que le parece que se lo sabe todo, quédase necio.
Otra fue el milagro de las bodas, que bolvió por la necessidad en que vido a sus parientes, y
que les fuera afrentoso faltarles el vino.
Lo dicho es de San Lucas, capítulo 2, y de San Juan, capítulo 2.
[27] La sabiduría de Jesucristo fue infinita, y descubrió mucho della en todo el discurso de su
predicación, que fueron como tres años, hablando cuando convenía y lo que convenía, y callando
cuando y adonde era conveniente. Aver de tratar con los escribas y fariseos, gente letrada, maliciosa
y que le aborrecía de muerte, predicarles, reprehenderles y convencerles, mucho saber era. Tráenle
una muger hallada en adulterio y dízenle:
-Cometido ha este delicto. Moisés dize que muera; a Ti, ¿qué te parece?
Avía aquí suma malicia, porque si dixera «vaya libre», como transgressor de la ley las
piedras que traían para la muger descargaran en Él. Si dixera «sea apedreada», parecía perder el
crédito con la gente popular, que le tenían por piadoso y misericordioso. Y las mugeres en particular
parece que tomaran ojeriza con Él, viéndole tan riguroso con una, por aquella flaqueza en que cayó.
Y libróse fácilmente destas angustias diziendo:
-El que de vosotros está sin pecado tírele la primera piedra.
Fue dezir: «Yo no digo que muera ni que sea libre, lo que me parece equidad digo, que, pues
merece una /36v/ muerte por la ley, no se la den los que merecen muchas, y assí apedreen los que
están sin pecado, no los cargados dellos. No es tolerable que apedree el adúltero a la adúltera, que
açote el ladrón al ladrón, que ahorque el homicida al homicida. Ahorque al homicida el que nadie
mató, açote al ladrón el que nunca hurtó, apedree a la adúltera el que no cometió flaqueza, sino que
es honesto». Oyendo al Salvador los que venían a calumniarle, fuéronse avergonçados, conociendo
cada uno sus culpas. También cuando le preguntaron si era lícito dar a César el tributo traía la
pregunta consigo grande engaño y malicia, pues si dixera «no es lícito», echáranle la mano los
mismos cogedores dél, que estavan presentes, y le pusieran en aprieto con el rey Herodes, que era
el interessado; y si dixera que era lícito, el pueblo se indignara de muerte con Él, porque todos
pagavan de mala gana y por fuerça aquellos pedidos, diziendo que era gente libre y no los devía.
Libróse de todo el Salvador pidiendo la moneda y preguntando cúya era la imagen y letrero, y, oído
que de César, dixo:
-Pues dése a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios.
Las respuestas que dio al demonio en el desierto cuando vino a tentarle también fueron
dignas de su saber, porque con ellas derribó todas las torres de viento que traía Satanás, quedando
perdida su pólvora y munición, y él sin saber lo que pretendía acerca de Cristo quién fuesse. Todos
los demás hechos que hizo, toda la doctrina que predicó, todo pregona altamente como era eterna
sabiduría del Eterno Padre.
[28] El mismo Redemptor Nuestro alabó la sabiduría de un mal mayordomo, que, viéndose perdido
y que le quitavan el oficio, en tanto que no le rebocavan sus poderes y valía su firma, fue de un
deudor en otro y dio cartas de pago de lo que no recebía, con intención que a él poco daño le vendría
añadir esto a lo de que primero devía a su señor, pues con todo se avía de quedar, y obligava a éstos
que le diessen parte después de lo que él les hazía gracia.
| Este aviso y saber para su provecho alabó el Señor, y refiérelo San Lucas en el capítulo diez y seis.
[29] Santa Isabel, madre del gran Baptista, bien puede contarse en el número de las muy discretas,
pues supo callar por seis meses lo que otra que lo desseara menos que ella lo publicara más antes,
y era el estar preñada de un mayorazgo que se presume sería de diez o doze mil ducados de renta.
Y cuando la visitó la Madre de Dios tuvo assí mismo grande discreción para conocerla, y aviso para
darle el apellido más alto que tiene suelo o cielo, después de lo que es ser Dios y Cristo, Dios y
Hombre, que es ser Madre de Cristo, verdadero Dios, y assí dixo la santa anciana y preñada:
-¿De dónde merecí yo que la Madre de mi Señor viniesse a visitarme?
Es de San Lucas, capítulo segundo.
[30] María Magdalena, si supo mucho de mundo, también supo mucho de Dios. Con grande aviso
se ponía a sus pies, adonde alcançó perdón de sus pecados y la vida a su hermano Lázaro, muerto de
cuatro días, y oía palabras de divina sabiduría. Es de San Lucas, capítulo séptimo y décimo, y de
San Juan, capítulo undécimo.
[31] Estavan açotando un día al Apóstol San Pablo, y los que le mandavan açotar y executavan
aquel rigor eran romanos, y quien gozava deste nombre tenía grandes privilegios, y era el no ser
castigado con açotes, que era castigo de esclavos y gente baxa. Pues como San Pablo fuesse natural
de un pueblo que gozava de los privilegios de los romanos, viéndose açotar, dixo con mucho aviso:
-Pregunto: ¿es lícito açotar y sin culpa a un romano?
Oyendo esto los verdugos y juez, con temor grande si los avían de acusar por quebrantadores
de las leyes de los romanos, dexaron libre al Apóstol. Otra vez se vido assí mismo San Pablo
cercado de judíos que le querían mal de muerte y que procuravan dársela; no era possible librarse
de sus manos, mas usó de un aviso digno de su ingenio. Vido que avía allí de las dos sectas desta
gente, unos eran fariseos, que confessavan aver otra vida,
/37r/ avía saduceos, que la negavan. Levantó la voz y dixo:
-Yo soy fariseo, confiesso que ay otra vida, que ay alma y premio para los buenos y castigo
para los malos. ¿Por esto me quieren matar?
Oído por los fa- riseos, | aunque estavan mal con él, viéndole de su vando buelven la hoja y
favorécenle, de suerte que se libró de aquel peligro con este aviso. Es del libro de los
Hechos de los Apóstoles, capítulo 23.
Hasta aquí es sacado de la Escritura Sacra.
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] San Atanasio, obispo de Alexandría, padeció grandes persecuciones y vídose en grandes peligros.
De lo cual todo se librava favoreciendo Dios a su aviso y discreción, que era grande. Como pareció
en que, embiando a prenderle Juliano Apóstata y llegando de improviso sus ministros donde estava,
no tuvo otro remedio sino de entrar en una barca por el río Nilo. Y aviendo navegado en ella algún
tanto, entendiendo que le ivan siguiendo en otra sus enemigos y que no podía huyendo librarse de
sus manos, dio buelta con su barca al contrario de donde iva. Y, encontrándose a poco con los que
le buscavan, preguntáronle si avía visto a Atanasio. Respondióles él mismo:
-Poco ha que le vi, y no va muy lexos de aquí.
Con esto, ellos siguieron adelante y él se bolvió a la ciudad y pudo librarse desta persecución.
Refiérese en su Vida.
[2] Ustazanes, eunuco y muy privado del rey de Persia Sapor, porque no quiso adorar sus ídolos
mandóle cortar la cabeça. Y, queriendo los ministros del rey executar la sentencia, rogóles que
esperassen un poco, porque primero quería embiar al rey un mensaje. Y llamado otro eunuco amigo
suyo fiel, pidióle que fuesse al rey y le dixesse de su parte: «Bien sabes, señor, que toda mi vida
empleé en servicio de tu padre y tuyo; pues por premio de mis fieles servicios te pido, atento que no
quiero que alguno piense de mí que me mandas matar por aver cometido traición contra ti o contra
tu reino, que vaya comigo un pregonero que diga en voz alta que se me da la muerte, no por otra
causa, sino porque soy cristiano y no quiero negar la adoración a Cristo, siéndome mandado por el
rey que lo haga». Sapor lo concedió, y mandó que assí se hiziesse, y fue cosa a am- bos
| muy gustosa. El rey gustó dello porque, viendo otros que a Ustazanes viejo, que avía sido ayo suyo y que
era dél tan favorecido, le quitava la vida porque no negava a Cristo, temiessen y dexassen semejante
adoración. A Ustazanes le dio gusto y contento grande que se publicasse que moría por Cristo, y
assí se saldasse un pecado que primero cometió en adorar al Sol por agradar al rey, que se lo pidía;
donde los que se escandalizaron y acobardaron viéndole idolatrar, aora se edificassen y esforçassen
viéndole morir por Cristo, siendo aviso grande este hecho. Refiérese en la
Vida de San Simeón Mártir, obispo de Selencia
, escrita por Surio en el segundo tomo.
[3] Efrén Abad, viniendo a la ciudad de Edessa a visitar las iglesias y participar de los Divinos
Sacramentos, pidió a Dios con grande instancia que fuesse para edificación suya la primera persona
que viesse entrando en la ciudad. Entró en ella y vido una ramera, cuyos vestidos profanos pregonavan
su mala vida. Vista por Efrén, entristecióse, pareciéndole que su oración no avía sido oída. La
muger, advirtiendo que la mirava aquel monge con çeño y sobrezejo, miróle de la misma traça y
tuvo en él fixos los ojos, mostrando desengaño. Quiso Efrén avergonçarla y díxole:
-¿Por qué, muger, no te avergüenças de mirarme siendo hombre? Baxa tus ojos y ponlos en
tierra.
Ella, con grande libertad, notándole a él de lo que a ella notava, respondió:
-A mí, que soy muger, me está bien mirar al varón, porque salí dél y fui formada de su
costilla; mas a ti, que eres varón, te está mejor mirar a la tierra de que fuiste formado.
Oyendo esto Efrén fuera de su esperança, dio gracias a aquella muger y bendixo a Dios,
porque de su razón po- día /37v/
sacar no pequeña utilidad y provecho. Detúvose desta vez en
Edessa algunos días, y uno dellos, estando en una casa adereçando cierto manjar para comer, tenía
por vezina una muger de mala vida, la cual, incitada por el demonio, púsose en cierta ventana y
desde allí, con meneos deshonestos, díxole:
-Échame, abad, tu bendición.
Él, con mucha modestia, dixo:
-El Señor te bendiga.
Replicó ella con una risa desvergonçada:
-¿Qué piensas que falta a esse manjar?
-Tres piedras y un poco de barro -dixo él- para tapiar essa ventana.
No paró en esto la plática de aquella muger. Añadió y dixo:
-Porque comencé yo la plática te muestras altivo. Con todo esso, no quiero dexar de
combidarte a que duermas comigo. Mira si quieres acetarlo.
-Si acetaré -dixo Efrén- con que sea donde yo señalaré.
-¿Y dónde señalarás tú? -preguntó ella.
-En medio de la plaça -replicó él.
-No es lugar esse conveniente -dixo la ramera-, porque seremos vistos de muchos hombres
en confusión y vergüença nuestra.
Esperava el santo varón a este punto, y por esso no avía acortado la plática, para confundirla
con sus proprias palabras. Y assí le dixo:
-Pues si te avergüenças, oh muger, de ser vista de los ojos de los hombres, que son polvo y
tierra, ¿por qué no te confundes de ser vista de Dios, a Quien no ay cosa encubierta, sino que todo
lo vee y nada se le encubre. Y, no encubriéndosele tus torpezas, sino viéndolas, está claro que las ha
de castigar con pena eterna. Por tanto, mira cómo vives, enmienda tu vida y llora tus pecados, que
no es el negocio de condenarse o salvarse de poco más o menos, y que si una vez se pierde puede
remediarse otra. No va menos en ello sino gozar de Dios para siempre o arder en el Infierno para
siempre.
Bastaron aquellas razones para que, consideradas atentamente por aquella muger,
favoreciéndola Dios con dolor grande de su mala vida y propósito firme de enmendarse, fue y se
derribó a los pies del santo varón Efrén, pidiéndole consejo en lo que devía hazer. Él se le dio, y fue
parte para que se encer- rasse | en un monasterio de religiosas, donde vivío y murió santamente.
Refiérese en la Vida del mismo Abad Efrén, escrita por Simeón Metafraste.
[4] Serapión Sindonio, monge, peregrinando por diversas partes, llegó a Atenas, y estuvo tres días
sin comer cosa alguna, porque nadie se lo dava y él ni tenía dineros ni vestidos que vender, más de
una sabana con que cubría su cuerpo, de donde tomó nombre de Sindonio, que era la sábana. Al
cuarto día sintió grande hambre y, viéndose fatigado, púsose en una plaça y començó a dar vozes,
diziendo:
-Favorecedme, atenienses, que me matan; libradme, que me quiero quitar la vida en vuestra
presencia y delante de vuestros ojos.
Ocurrió gente y, viéndole solo, preguntaron quién le quería matar. Serapión dixo:
-Yo soy natural de Egipto, mi profesión es de monge. Después que salí de mi tierra caí en
manos de tres enemigos, que son avaricia, fornicación y gula. Libréme de los dos, esto es, de la
avaricia y fornicación, porque ni tengo oro, ni gozo de algún deleite, y assí anme dexado estos dos
enemigos. Mas el tercero, que es la gula, házeme guerra y amenázame con la muerte terrible, de
modo que quien me mata es la hambre.
Oyeron esto algunos filósofos y creyeron que era algún gran sabio. Diéronle una moneda de
oro. Serapión la tomó y llegó a un panadero, y diósela, no queriendo dél más de un pan, estando
presentes los filósofos, y con esto se fue de Atenas. Pagaron el pan los filósofos y cobraron su
moneda, quedando admirados de Serapión, juzgándole por muy avisado y sabio. Es de su
Vida, escrita por Paladio.
[5] Arsenio Ermitaño contó de cierto monge viejo que le habló un ángel y le dixo:
-Levántate y ven comigo; verás lo que passa en el mundo.
Siguió el viejo al ángel, y llevóle a cierto lugar, donde le mostró un etíope que estava
cortando leña y, aviendo juntado un haz grande provó a levantarle, y no pudiendo cortó más leña y,
juntándola con el haz, tornava a le- vantarle
/38r/ sin poner término en esto. Dixo el ángel:
-Lo que haze aquel etíope hazen los que han cometido muchos pecados y en lugar de hazer
penitencia dellos cometen otros de nuevo.
Fue una matrona desde Roma a Egipto por ver al mismo abad Arsenio, llevada de su fama
y, viéndole, díxole:
-Ruégote, siervo de Dios, que ruegues por mí a Dios y te acuerdes de mí.
Respondió Arsenio:
-Yo ruego a Dios que nunca de ti me acuerde.
Avía estado Arsenio en casa del emperador Teodosio, y llevó de allí al hiermo un mal modo,
y era que, estando assentado, ponía la una rodilla sobre la otra, y aunque esto estando solo se
permitía, mas cuando se hallavan otros monges con él parecía mal. Nadie osava reprehendérselo,
hasta que un monge llamado Pastor, muy avisado, concertó con otros que, estando juntos y presente
Arsenio, él se pondría de aquel mal modo, y que ellos le reprehendiessen en público, diziendo que
no les diesse mal exemplo con aquella manera de assiento. Hízose assí, advirtiólo Arsenio y
enmendóse en adelante. Refiérese en su
Vida, escrita por Simeón Metafraste.
[6] Fue un día el abad Daniel del desierto al poblado para vender el trabajo de sus manos y del
precio proveer su templada comida. Visto por un hombre casado, cuya muger era estéril, rogóle que
fuesse a su casa y hiziesse oración porque pariesse. El santo viejo, importunado fue a aquella casa,
hizo oración por la muger y concibió. Sabido por sus vezinos y parientes que estava preñada,
juzgavan falsamente que el ermitaño era padre de lo que naciesse. Tuvo nocicia dello Daniel, aguardó
al parto y, llegado, vino a aquella casa y hizo que se juntassen los parientes y vezinos, y en su
presencia tomó al niño en sus braços, siendo de veinte días, y preguntó:
-Dime niño, ¿quién es tu padre?
Y respondió que aquél, señalando al que de verdad lo era. Y los presentes quedaron confusos.
Es del Prado Espiritual, capítulo ciento y catorze. |
[7] El abad Cosmas Escolástico tenía una celda, y en ella no otra cosa sino un banco, una mesa y
algunos libros. Siempre que le visitavan, o le hallavan orando, o estudiando, o escriviendo contra la
seta de los judíos, desseando y procurando mucho convertir aquella gente. Visitóle Mosco Evirato,
el autor del Prado Espiritual, y preguntóle qué tanto tiempo se avía exercitado en las tres cosas, de
orar, estudiar y escrivir. Hazíasele dificultoso; al cabo declaró que treinta años. Tornó a preguntarle
qué provecho avía sacado para su alma en este tiempo. No quería dezirlo, mas, afirmándole que se
lo preguntava para edificar su alma, respondió que tres cosas avía aprendido: no jurar, no mentir y
no reír. Es del Prado Espiritual, ciento y setenta y dos.
[8] Vino un monge anciano del desierto a Alexandría a vender espuertas de palma, que era su
trabajo, y del precio comprar su sustento. Vido otro monje moço en una taberna y bodegón, de lo
cual mostró sentimiento y pena. Aguardó a que saliesse, llevóle a un lugar apartado y díxole:
-¿Echas de ver, hermano mío, que traes hábito angélico, que eres moço, que los lazos del
demonio son muchos? ¿Consideras que los monges, assí por la vista como por el oído, por diversas
figuras y trajes, estando en la ciudad son ofendidos y lastimados? Si esto es assí, ¿cómo te atreves
a entrar en lugar semejante, donde oirás lo que no querrías y verás lo que no devrías, estando en
compañía y a una mesa comiendo y beviendo entre mugeres y hombres libres y poco honestos? No
quieras, hijo mío, no quieras, yo te ruego, hazer cosa semejante, sino huye al desierto, donde con el
favor de Dios te podrás salvar.
Respondió el monge y dixo:
-Buen viejo, cessen tus razones, que son escusadas, pues Dios no quiere sino el coraçón
limpio.
Levantó al Cielo ambas manos el santo viejo, y dixo:
-Gloria a Ti, Señor Mío, porque yo he passado en el desierto escítico cincuenta y cinco años
y no tengo limpio enteramente mi coraçón, y tiénele éste frecuentan- do
/38v/ tabernas y bodegones.
Refiérese en el Prado Espiritual
, capítulo ciento y noventa y cuatro.
[9] San Antonio Abad, aunque fuera sin letras humanas, enseñado del Cielo dava algunos documentos
a sus monges de grande aviso, y dellos se referirán aquí algunos,
sacados de su Vida, escrita por San Atanasio:
«Nadie (dize) quede satisfecho de lo que ha hecho por Dios, parézcale todo poco, trabaje de
acrecentar siempre su caudal. No piense el religioso que hizo mucho en dexar el mundo, pues tarde
o temprano todos lo han de dexar. No entró el religioso en la religión a holgar sino a trabajar. No
espanten las obras de virtud que más facilidad tienen que muestran. Este mundo es como una casa
de locos, uno llora, otro ríe. Algunos eclesiásticos son como el cuervo marino, que anda todo el día
debaxo de la agua y, en saliendo della, con una sacudida de alas queda enxuto; assí, aunque estén
mucho tiemrpo los eclesiásticos en el oficio divino y en oración, en dexándola, con pequeña ocasión
pierden la devoción. Como los peces mueren fuera de la agua, assí los religiosos, apartándose por
mucho tiempo de la celda o conversando con seglares se atibian en los santos propósitos y en la
aspereza de la vida».
Refirió que avía visto en visión el mundo lleno de lazos y, espantado, pidió a Dios le dixese
quién se podría librar dellos. Y fuele respondido que el humilde.
[10] A Santa Heduvige, duquesa de Polonia, reprehendía una vez Egidio, arcediano de Vratislavia,
por lo poco que comía. Ella dixo:
-Yo como lo que me basta, y la comida ha de ser como la medicina. El xarave ni la purga, no
porque en cantidad sea mayor dará más salud, sino lo que pide la ocasión. Assí, la comida ha de ser
conforme a la necessidad, y no al apetito o gula.
Usava calçado cuando iva fuera de casa, mas en ella siempre andava descalça. Viviendo el
duque, su marido, vino de repente a casa y, no teniendo lugar de calçarse, vídose en confusión por
entender dél que lo llevaría ásperamente. Mas proveyó
| Dios con un calçado que pareció en sus
pies hasta que el duque fue ido. Después de viuda, mandóle su confessor que truxesse calçado y
proveyóle dél. Ella, por obedecer, tomóle, y trúxole algunos días debaxo del braço, y al cabo del
año se le bolvió tan sano como se le dio, diziendo que antes le era embaraço que provecho. Refiérese
en su Vida, escrita por Engelberto, monge de Cistel. Y tráelo Surio en el tomo quinto.
[11] Laurencio Justiniano, patriarca de Venecia, dixo muchas sentencias de grande aviso, como
éstas: Que los siervos de Dios no sólo avían de evitar pecados graves, sino los muy livianos; que lo
uno era proprio de seglares y lo otro de gente dedicada a Dios. Que por estar uno flaco y descaecido
no deve dexar la abstinencia, si no es con daño de su salud; antes éste es el fin que se pretende en ser
abstinente. Que la humildad es como arroyo, que en imbierno lleva grande avenida y, en verano,
pequeña; assí esta virtud más se ha de mostrar en tiempo adverso que próspero. Que tres cosas
devía procurar el monge, desseo, moderación y gracia, sin las cuales no era possible aver
perseverancia, y que ninguna cosa avía de mirar que le arrebatasse el desseo. Dezía más, que no
gozar de Dios pudiendo era indicio de amarle tibiamente. Querer ser casto viviendo en regalo,
afirmava que era como para matar un grande fuego echar en él mucha leña. Que el valor de la
pobreza no le alcançava sino el varón dado a la contemplación. Que era providencia divina no
entender todos el bien de la religión, porque el mundo no se quedasse hiermo. Que ninguno sabía
bien qué cosa era humildad sino el que avía alcançado de Dios ser humilde, y que en cosa alguna
tanto se engañavan los hombres como en conocer la verdadera humildad. Que la cierta y propria
sabiduría era saber que Dios era todas las cosas y nada el hombre. Es de su
Vida, referida por Surio, tomo primero.
[12] No pequeño, sino muy grande fue el aviso de una princesa española, hija del
/39r/ rey don Alonso el Sexto (que fue el que ganó a Toledo de moros), porque, aviéndoles dexado la mezquita
mayor, que es oy la santa iglesia, por concierto que hizo cuando le dieron la ciudad después de
muchos años de cerco, estando el rey ausente, concertáronse la reina y el arçobispo (que era a la
sazón llamado Bernardo) de quitársela por fuerça a los moros y consagrarla en iglesia, como lo avía
sido antes, siendo los godos señores de España. Hiziéronlo como lo acordaron. Vino luego a oídos
del rey, y sintióse mucho, porque le avían hecho venir a menos su palabra. Tomó el camino a
grandes jornadas para la ciudad. La reina doña Constança -que assí se llamava- y el arçobispo
temiéronse de muerte. Entraron en la iglesia y suplicavan devotamente a la Madre de Dios que
fuessen libres de aquel peligro, pues por servicio suyo se avían puesto en él. Cuando ya el rey
llegava cerca, salió una processión de la ciudad a su encuentro por aplacarle, y que perdonasse a la
reina y arçobispo. Al cabo della iva la princesa de poca edad, vestida un saco y derramada ceniza
sobre su cabeça. Llegó el rey, apeóse y adoró la Cruz. Y cuando llegó su hija y la conoció, con voz
alterada dixo:
-¿Qué disfraz es éste? ¿Piensas que tengo de aplacarme? Por mi corona te juro de no hazer
cosa que me pidas.
La sabia donzella, enseñada de Dios, dixo:
-Lo que pido, padre y señor mío, es que pues la reina y el arçobispo os ofendieron, que
mueran por ello.
Oído esto del rey, quedóse envelesado, no sabiendo qué hazerse ni qué dezirse. Mas ordenó
Dios que llegaron a este tiempo algunos de los moros principales y pidiéronle que perdonasse a la
reina y perlado, que ellos le alçavan la palabra. Cuando el rey los vido venir, díxoles en voz alta:
-Amigos, a mí se hizo la ofensa; yo la vengaré y os satisfaré.
Ellos persistieron en que hiziesse aquel perdón, y fue avisadamente, porque consideraron
que el rey con enojo mataría a la reina y al arçobispo, y se arrepentiera presto, y su enojo y rabia
sería contra ellos. Y cuando él |
callasse, los parientes de los muertos se vengarían en ellos. Pidiéronle
que trocasse la obligación que tenía de darles la mezquita, ya hecha iglesia, en otras cosas que a
ellos les estavan bien. Lo cual el rey concedió muy de gana, y les agradeció su mensaje, porque
junto con recebir gran contento y ver que era merced de Dios, en que la mezquita quedasse por
iglesia, quería bien a la reina y no mal al perlado, y estúvole todo a cuenta lo sucedido. Refiérese lo
dicho en diversas Crónicas de España. Y parte dello viene en el Oficio proprio de Nuestra Señora
de la Paz, fiesta que celebra la Santa Iglesia de Toledo en veinte y cuatro días de enero, aprovado
por el Papa Gregorio Décimo Tercio.
[13] El primer General después de Santo Domingo en su Orden de Predicadores fue el maestro
Jordán, santo y discreto varón. El cual, predicando en París y alegando la
Escritura, que dize que el pecado es la puerta del Infierno, dixo:
-Si viéssedes un estudiante que está muchos días a la portería de nuestro convento, diríades
y con verdad: «Éste entra fraile en esta casa». Assí el que está mucho tiempo en pecado mortal,
entiéndesse claramente que entrará en el Infierno, pues tanto persevera a la puerta.
Acusó un fraile a otro que avía tocado la mano a una muger. Escusávase diziendo que la
muger era buena. Fray Jordán le reprehendió con estas palabras avisadas:
-La agua que cae del Cielo es buena, la tierra es buena, y juntándose la agua con la tierra se
haze lodo.
Al mismo fray Jordán, siéndole preguntado qué era mejor, rezar o estudiar, respondió:
-Ni siempre se ha de comer, ni siempre se ha de bever.
Refiérelo San Antonio de Florencia en su
Segunda Parte Historial.
[13] Dio en una melancolía cierto hombre, que fue dezir que estava muerto, y porque los muertos
no comen ni beven, ni quería bever ni comer. Passó en esto algunos días, y estava para dar la alma.
Visto el caso por un discreto médico, usó deste aviso: concertóse con otro hombre que dixesse que
estava muerto, y púsole en otra cama /39v/
junto a la del melancólico y, aviendo platicado los dos
y convenido en que ambos estavan muertos, el del concierto pidió de comer, y truxéronselo. El otro
dixo:
-Pues, ¿y los muertos comen?
Respondió el otro:
-Sí, que de algunos días a esta parte se usa que coman y bevan los muertos.
Con esto comió y bevió, estándole mirando el melancólico, el cual dixo:
-¿Luego también yo puedo aprovecharme de essa nueva costumbre y comer?
-Sí- dixo el otro.
Y con esto comió y bevió, y a pocos días estuvo sano. Dízelo Pontano, libro cuarto, capítulo
undécimo, De Prudencia.
[14] Otro enfermo de fiebre, no pudiéndose acabar con él que dexasse de bever vino, un discreto
médico mandó tomar una olla nueva de varro tosco y, calentándola, dexarla por un poco de tiempo
que se empapasse en muy buen vino y, sacado de allí y estando vazía, puso en ella cierto xarope o
bevida, conveniente para la enfermedad de aquel hombre. El cual al olor del vino de la olla tomó la
bevida, y con ella la salud. Refiérelo San Juan Crisóstomo al fin del
Primero Libro del Sacerdocio.
[15] Fue al rey don Alonso de Aragón y de Sicilia una esclava cierto día a pedirle justicia contra su
señor, diziendo que estava dél preñada y que por ley de Aragón era libre. Llamóse el amo de la
esclava y negávalo. Visto que no avía provança para averiguar el pleito, usó el rey de un muy
discreto aviso, y fue que mandó se vendiesse lo que pariesse la esclava y se le aplicasse para su
rescate. Oído por el señor, y viendo que se mandava vender por esclavo su hijo o hija, siendo cierto
lo que la esclava dezía, confessó la verdad y pidió que se le diesse lo que naciesse y quedasse libre
la esclava. Es de Baptista Fulgoso, libro séptimo.
[16] En el año de mil y trecientos y ochenta y seis, el rey don Juan de Portugal, entrando con gente
de guerra en Castilla, puso cerco sobre Coria. A la cual un día, aviendo dado un bravo combate y no
la pudiendo entrar, refieren las Historias Portuguesas
que dixo el rey:
-De verdad, falta | han hecho aquí los buenos cavalleros que comían a la Mesa Redonda.
Respondió a esto con valeroso ánimo Menrodrigez de Basconcelos:
-Por cierto, señor, que no hazen aquí falta, porque está presente Martín Vázquez de Acuña,
tan bueno como Galván, y Gonçalo Vázquez de Acuña, tan bueno como don Tristán, y Juan Fernández
Pacheco, tan bueno como Lançarote.
Y, aviendo comparado a otros que allí estavan a los demás de la Tabla Redonda, dixo por sí
mismo:
-Veisme aquí a mí, que valgo tanto como cualquiera dellos.
Y añadió luego y dixo:
-No hazen ellos aquí falta, sino que faltó a nosotros el rey Artus, su señor, que, conociendo
los buenos cavalleros y sus servicios, les obligava con muchas mercedes a que holgassen de servirle.
Oyendo estas razones tan libres el rey, y viendo que se avían sentido los cavalleros que allí
estavan, echólo todo en risa. Refiérese lo dicho en el
Compendio Historial. Yo lo pongo entre los exemplos de dichos y hechos avisados, porque fue tal la respuesta deste valeroso portugués. Y
también lo fue el hecho del rey en llevarlo a risa, aviendo dado primero ocasión con sus palabras
inconsideradas a que se levantara por ellas grande polvareda y fuego, saltando ya dél centellas.
[17] Filipo, rey de Francia, llamado el Hermoso, hazía guerra a su cuñado Edoardo, rey de Ingalaterra,
y érale muy superior. El inglés usó deste aviso: mandó guardar los lugares fuertes de su reino y, sin
hazer muestra de guerra, estávase quedo en Londres. Un día, como razonasse con la reina, su
muger, que era hermana del francés, dixo:
-Lástima tengo al rey de Francia, que quiera lo ageno y pierda lo proprio.
La muger le hizo grandes caricias y halagos porque le descubriesse la verdad. Él le dixo que
los grandes de Francia estavan hechos a uno para levantarse contra él, en viendo que se detenía en
Ingalaterra. La reina escrivió esto a su hermano, el cual, creyendo ser assí viendo el descuido del
inglés en defenderse, bolvió a Francia con toda la prissa del mundo; y con esto
/40r/ cessó la guerra sin sangre, por el aviso de Edoardo. Dízelo Ludovico Dominichi en su
Historia varia.
[18] Guido, conde de Montefreltro, estando cercado en la ciudad de Forli en tiempo del Papa
Martino Cuarto, ordenó que ciertos vezinos del pueblo se carteassen con los contrarios de darles la
ciudad una noche. Hízose el concierto. Avía dos puertas; estava el conde en la una, muy a punto con
toda la gente de guerra que tenía, y, viendo que los enemigos entravan por la otra puerta, él salió al
campo adonde estava el medio exército contrario, bien descuidado de tal caso. Dio en ellos, matando
a los más y haziendo huir a los otros. Juntó luego su gente y bolvió a la ciudad, donde halló a los
que avían entrado, que andavan robando de unas partes en otras sin concierto ni orden, a los cuales
venció y mató fácilmente, quedando con la vitoria y con la ropa por usar de tan buen aviso. Dízelo
Ludovico Dominichi en su Historia varia.
[19] Francisco Esforcia, duque de Milán,
| tuvo aviso que el rey don Alonso de Nápoles estava
sospechoso de fidelidad de dos principales cavalleros de su exército, el uno llamado Troilo, y el
otro, Pedro Brunoro. Traía guerra con él, y parecióle que disminuiría su exército quitándole aquellos
dos cavalleros. Escrivió una carta para ambos con estas palabras: «Procurad que presto se haga lo
que entre nosotros está concertado, porque de mi parte está todo a punto». Tuvo modo como la
carta fuesse a poder del rey, el cual los prendió y embió a Xátiva, en el reino de Valencia de España,
donde estuvieron diez años presos, y su hazienda fue dada a saco de los soldados, teniéndolos por
traidores hasta que después se supo la verdad. No se alaba aquí el hecho, sino el aviso en su provecho
de Francisco Esforcia. Dízelo Domenichi en su
Historia varia.
EXEMPLOS ESTRANGEROS
[1] Estando ofendido Alexandre Magno de los vezinos de la ciudad de Lampsaco, determinó de
destruirla, y fue allá con su exército. Era natural della Anaxímenes, filósofo y maestro suyo, el cual
salió a él con intento de rogarle por su patria. Siendo visto por Alexandre, dixo en voz alta:
-Doyte mi palabra de no hazer lo que me dixeres.
El filósofo respondió con grande aviso:
-Señor, lo que te digo que hagas es que destruyas esta ciudad sin perdonar cosa della, que
bien lo merece por averte sido rebelde.
Quedó confuso Alexandre y, visto que no podía hazer otra cosa, perdonó la ciudad. Dízelo
Valerio Máximo, libro séptimo.
[2] Fuele dicho a Alexandre por un agorero que le convenía en cierta jornada a que iva, luego que
saliesse de casa, ver lo que le salía a él al encuentro, y sacrificarlo. Hizo la salida y vido lo primero
un | labrador detrás de un jumento. Hízole prender y declarar su intento, para que se cumpliesse el
oráculo. El labrador, que le hizo ser avisado el peligro en que se vido, dixo:
-Si es assí, oh poderoso emperador, yo quedo libre de muerte, porque lo primero que te
ocurría a la vista fue el asno que iva delante de mí.
Diole mucho gusto a Alexandre el dicho del labrador, alabóle y acetóle; mandó que el asno
fuesse muerto y él viviesse, a quien hizo paga bien bastante del jumento. Y es de alabar en el mismo
rey Alexandre su mansuetud, que se contentó con lo que le pareció que cumplía y bastava para
aplacar aquel oráculo, que según su religión era negocio de mucho momento. Refiérelo Valerio
Máximo, libro siete.
[3] Helinando refiere de Platón que, viendo la primera vez a Dionisio, tirano de Sicilia, muy
acompañado con la gente de /40v/ su guarda, con alabardas y partesanas, dixo:
-Grandes maldades deves de aver hecho, pues tienes necessidad de tanta guarda.
[4] Dándole la primera vez la corona para que se la pusiesse en su cabeza a cierto rey, túvola un
poco en las manos y dixo:
-Más que dichosa prenda, si enteramente fuesses conocida, los cuidados y afliciones que
traes contigo, los peligros y miserias que te cercan, sin duda que no abría quién del suelo te levantasse.
Refiérelo Valerio Máximo, libro siete.
[5] Viendo Cineas Filósofo a Pirro, rey de los Epirotas, ganoso de passar en Italia a hazer guerra a
los romanos, conjeturando que de allí le sucedería mucho mal -como le sucedió-, confiado de su
ingenio y buen aviso, y que podría apartarle de aquel designio, hablóle un día estando solo, en esta
manera:
-Oído as dezir, oh Pirro, de los romanos, que son gente belicosa, y que han alcançado grandes
vitorias de diversas gentes y naciones. Pregunto: si fuesse tan grande tu fortuna que los venciesses,
¿qué harías luego?
-Si yo los venciesse una vez -dixo Pirro- procuraría hazerme señor de toda Italia, y passar
en Sicilia y hazer lo mismo.
Replicó Cineas:
-Y ganadas essas plaças, ¿qué harás luego?
-Passaré -dize Pirro- en Africa y, no aviendo quien nos resista, apoderarémonos de aquella
tierra.
Cineas passó adelante y dixo:
-Cuando ya seas señor de Africa, ¿ay más que hazer?
-Sí -dixo Pirro-, serlo de España.
-Y si lo fuesses -añadió Cineas-, ¿estarías contento o quedaríate más que hazer?
-No otra cosa -concluyó Pirro- sino holgar y tomar contento, celebrar fiestas y hazer juegos,
de suerte que sea la vida un perpetuo regozijo y júbilo.
-Pues si esse es tu fin -dixo Cineas-, ¿quién te lo estorva, que sin tan grandes y excesivos
trabajos, sin poner en peligro tu persona y estado, desde luego gozes la misma vida que desseas? ¿Y
por qué entras en tantas dificultades, siendo tan poderoso rey como eres?
Con aviso y delicadeza arguyó el filósofo al ambicioso rey sus impertinentes desseos, y se
podría de- zir | lo mimo a muchos, que se ponen a perder la vida con los peligros y trabajos en que
andan, pretendiendo lo que sin cosa déstas podrían desde luego gozar, acortando un poco los desseos
y codicia, contentándose con lo que es justo y razonable. Es de Fulgoso, libro séptimo.
[6] Mostrando el emperador Constantino a Hormisda Persa la ciudad de Roma, su grandeza de
sitio, la magnificencia de edificios, su multitud de pueblo y todo lo demás que se podía ver en
público, preguntóle después de bien visto y considerado qué sentía por Roma. Respondió que
también en ella se mueren como en otras partes. Con esta breve y avisada razón dio el peso y
medida a la vanidad de las miserias humanas. Es de Fulgoso, libro séptimo.
[7] Regían el Imperio de Persia siete sátrapas o capitanes y, visto que nacían algunas diferencias y
dificultades por ser a las vezes diversos los pareceres y sentencias, acordaron que sólo uno dellos lo
mandasse todo, y fuesse emperador y monarca. Dieron y tomaron en el modo como sería y acordaron
que fuessen todos siete en sus cavallos una mañana por cierta parte y, llegando a un paso señalado,
el cavallo que primero relinchasse diesse a su amo el señorío. Uno de los siete sátrapas era Darío,
hombre de alto entendimiento y avisado; éste se concertó con un fiel criado suyo, y que iva a su
lado, en que al tiempo que saliessen en sus cavallos él se llegasse a una yegua con la cual su cavallo
se avía careado, y le llegasse su mano y se la refregasse a cierta parte de su cuerpo. Hízolo assí el
criado y, avisado del mismo Darío, en llegando al puesto donde se ganava el estado hizo como que
llegava al freno del cavallo de su amo, y refrególe la mano por las narizes. Resintió el cavallo el
olor de la mano y començó a relinchar. Luego los otros seis sátrapas se derribaron de sus cavallos
y reverenciaron por monarca y rey a Darío, y quedó con aquel amplíssimo estado de Persia, ganado
con su industria y aviso. Dízelo Valerio Máximo, libro séptimo.
/41r/
[8] Traían guerra Eumenes Cardiano y Antígono. Hizo echar Antígono en el real de Eumenes algunas
cartas, en que prometía grande suma de dinero al que le matasse. Sabido por él, hizo juntar sus
soldados y, juntos que fueron, dioles gracias porque ninguno con codicia de aquel dinero le avía
muerto. Añadió más con grande aviso y discreción:
-También os quiero dezir que estas cartas que han sido halladas en el real, yo las hize echar
para provar vuestra fe y lo que en vosotros tenía.
Con esto, que fue invención suya, proveyó que en adelante sus soldados no diessen crédito
o a mensajeros o a cartas echadizas, temiendo si era por orden de Eumenes, su rey, para provarlos.
Es de Fulgoso, libro 7.
[9] El emperador Aureliano era amigo de derramar sangre humana. Tenía un liberto y criado llamado
Mnesteo y, recibiendo dél cierto deservicio, amenazóle para la buelta de Persia, adonde iva a hazer
guerra. El criado, que conocía bien la condición del señor, que ni livianamente amenazava ni menos
perdonava, procuró librarse de aquel peligro, y fue con un aviso maravilloso. Escrivió ciertas cartas
y puso en ellas los nombres de algunos cortesanos poco gustosos a su señor, y entre ellos puso
también su nombre. Vídose con los contenidos en ellas y, tomándoles juramento del secreto, mostróles
las letras diziendo que se le avían caído de la mano al emperador, queriéndolas dar a los tribunos
para que a todos los matassen. Vistas por ellos, y bueltos como en desesperación temiendo perder
las vidas, procuraron assegurarlas con dar la muerte al tirano, y diéronsela el día siguiente, con que
Mnesteo fue libre de su peligro. Dízelo Baptista Fulgoso, libro séptimo. El aviso se alaba y no el
hecho, que fue muy malo.
[10] A este mismo emperador Aureliano le vendían un cavallo, que se averiguava correr en un día
cien mil passos y que le durava esto por ocho o diez días continuos. Él dixo:
-Semejante cavallo llevádsele a un cavallero covarde y no al valiente que presume de honra,
que no ha menester huir.
Díze- lo | Brusón. El cual también refiere de Andróclidas Espartano que, re prehendiéndole
por qué iva a la guerra siendo coxo, respondió:
-Porque llevo intento de pelear, y no de huir.
[11] En las guerras que Aníbal truxo con los romanos sucedió que se le passaron de su campo al
contrario algunos cartagineses, y para vengarse dellos usó deste aviso: sabía que en su real tenían
espías los romanos; hizo que con industria públicamente nombrassen los que se avían passado de
su campo al del enemigo, y que los llamassen traidores. Él dixo:
-No ay por qué les deis este nombre, siendo como son muy leales y valientes, y por esto los
he yo embiado a que sepan lo que pretenden nuestros contrarios y me avisen dello.
Oyeron esto los espías y dieron aviso dello. Prendiéronlos los romanos, y cortándoles las
manos los echaron de su campo. Dízelo Frontino, libro tercero, capítulo 16.
[12] Tenían guerra los sardos con los de Esmirna, cercáronles la ciudad y pusiéronlos en grande
aprieto. Embiáronles a dezir que dexarían el cerco si les entregassen por algún tiempo sus mugeres
para usar mal de ellas. Estavan en si concederían esta demanda tan infame cuando una criada
hermosa y honesta de Filarco, principal hombre de la ciudad, les dixo:
-Vestid con los adereços de las señoras a las criadas, y embiadlas a vuestros contrarios.