DISCURSO SESENTA Y OCHO. DE RELIGION Y CULTO DIVINO
Aviendo de tratar en este Discurso de
Religión y Culto Divino, me parece puedo entrar con
la oración del Pater Noster, que es el blanco y paradero de nuestra religión cristiana, en la cual
pretendemos alcançar las peticiones que en ella se contienen, y en cuanto oración, sirve al culto
divino. Della dize San Cipriano que se puede entender lo que dixo Esaías, que el Señor hizo una
palabra breve, la cual comprehende las más peticiones que se contienen en la
Divina Escriptura, pues todas las vezes que los profetas y santos pedían que fuesse glorificado el nombre del Señor y
demandavan el Mesías prometido, dezían: «Señor, sea santificado vuestro nombre». Cuando David
pedía que sus pisadas fuessen concertadas por Dios, era dezir: «Señor, hágase vuestra voluntad».
Pedir Salomón que ni pobreza ni riqueza le diesse Dios, era dezir: «Dadnos nuestro pan de cada
día». Alegar David su mansedumbre contra las persecuciones que padeció con Saúl y Absalón, su
hijo, era dezir: «Como yo perdone a mis enemigos, perdonadme, Señor, mis pecados». Pedir San
Pablo ser libre de la tentacion que padecía, es dezir: «Señor, no nos permitas caer en la tentación».
Suplicar el mismo Apóstol ser libre deste pecado y penoso cuerpo, era dezir: «Líbranos de mal.
Amén». Esta religión cristiana siguieron nuestros mayores, dexando la superstición de los gentiles,
y en tanto la estimaron que, bien considerado, ninguna cosa ay en nuestra vida que no huela a
religión. En naciendo somos bañados con la agua del Baptismo por sacerdotes, que es sacramento
y el | fundamento de toda la religión cristiana. Siendo de más edad y baptizados, preséntannos al
obispo, para ser confirmados. El Matrimonio, que también es sacramento, sin estar presente el
proprio sacerdote no se celebra. Las primeras semillas, en algunas partes suelen ser echadas en los
campos por manos de sacerdotes. Una vez en el año, de obligación, y muchas, de devoción, nos
presentamos al sacerdote y le confessamos sacramentalmente nuestras culpas, y recebimos dél
absolución y la Sagrada Comunión. En la muerte también nos aparejamos con el mismo sacramento
de la Comunión y Eucaristía, y con el de la Extrema Unción, por manos de sacerdotes. Y los
emperadores y muchos reyes no son tenidos por proprios y naturales en sus reinos y imperios si no
los ungen sacerdotes con óleo santo. Y entre los mismos cristianos, los que guardan no solamente
los preceptos del Santo Evangelio, sino los consejos, y biven bien reformados, con observancia de
nuestra cristiana religión, llámanse por excelencia religiosos. Esto nos enseñaron nuestros mayores,
y juntamente a que honremos y reverenciemos religiosamente el divino culto, el cual reverenciaron
y honraron todas las gentes, y desto tratará el
Discurso.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] De Enós, hijo de Set y nieto de Adam, se dize en el capítulo cuarto del
Génesis que començó a invocar el nombre del Señor, y sería esto con algunas ceremonias santas que señalaría para el culto
divino, como declaran los expositores deste lugar.
[2] Al Patriarca Abraham le cabe buena parte de zelo a la religión y culto divino, pues quiso sacrificar
a su hijo Isaac por averle pedido Dios que se le ofreciesse en sacrificio, teniéndole ya rendido
/(429v)/ sobre un altar, vendados sus ojos y levantado el braço para descargar el golpe; como parece
en el capítulo 22 del Génesis.
[3] El mismo zelo de religión y guardar el juramento que avía hecho, pareciéndole estar a ello
obligado, le puso a Jepte, capitán del pueblo hebreo, a que quisiesse sacrificar una sola hija que
tenía, viniendo triunfador de sus enemigos, por aver hecho voto que sacrificaría a Dios, si bolvía
con vitoria, lo primero que de su casa viesse. Es del
Libro de los Juezes, capítulo onze.
[4] David Rey también se mostró muy religioso cuando, trasladando la Arca del Señor a Jerusalem,
ordenó, por honrarla, una processión solemníssima de músicos y cantores, no se avergonçando él
mismo de ir en medio de todos. Dexadas las insignias reales y con vestidos humildes, y ya cantando,
ya tañendo, y ya dançando, dava honra al Señor, que le avía a él honrado sin echar de ver que en los
ojos de su muger Michol, la perdía y se afrentava. Es del
Segundo de los Reyes, capítulo sexto.
[5] Bolviendo los judíos de la captividad de Babilonia a Jerusalem, primero se pusieron en reedificar
el templo que los muros de la ciudad, aunque tenían muchos enemigos de que se temía el día y la
noche. Refiérese en el Libro Primero de Esdrás, capítulo 3.
[6] Los macabeos pudieron preciarse deste zelo de religión, pues guiados por Matatías a un desierto,
y estando escondidos en cuevas de un fragoso monte, huidos de los exércitos del rey Antíoco,
aunque se defendían valerosamente seis días de la semana, el sábado se dexavan matar, por parecerles
que quebrantavan la fiesta y ivan contra su religión si se defendían. Es del
Primero de los Macabeos, capítulo segundo.
[7] Aviendo alcançado Judas Macabeo una insigne vitoria de los gentiles que contaminaron el
templo, antes de hazer mención de sus casas y haziendas, dixo el religioso varón a sus hermanos y
gente:
-Visto avéis el vencimiento de nuestros contrarios. Su- bamos
| al templo y limpiémosle de las inmundicias con que le tienen profanado.
Es de su Primero Libro, capítulo cuarto.
[8] El rey Demetrio estableció por decreto y ley que cualquiera que se retruxesse en el templo de
Jerusalem de todos sus estados y tierras, estuviessen allí seguros de cualesquier culpas y excessos
que huviessen cometido. Dízese en el Primero de los Macabeos, capítulo quinze.
[9] Aunque era grande el aborrecimiento que tenían los judíos con San Pablo, hallándole en el
templo, no le quisieron allí matar o maltratar, sino que le sacaron fuera, como parece en el libro de
los Hechos Apostólicos, capítulo veinte y uno.
[10] Al contrario de lo dicho hizieron otros, que menospreciaron la religión y culto divino, por
donde vinieron a caer en grandes desastres. Ozías, rey de Judá, queriendo usurpar el oficio a los
sacerdotes, tomando un incensario para incensar el altar, de repente ,quedó leproso, perdió el reino
y fue echado de entregentes. Nadab y Abiu, sacerdotes, hijos de Aarón, por faltar en lo que eran
obligados acerca del oficio de sacerdotes, trocando el fuego de los incensarios en que ponían el
encienso para el sacrificio, cayó fuego del Cielo que los abrasó. Oza, por querer detener la Arca del
Señor que iva sobre becerros en una trasladacion que della se hazía, dando muestra de caerse,
porque en este hecho hizo cosa contra la voluntad de Dios, Dios embió sobre él una muerte de
repente. Y a ciertos pueblos llamados betsamites, porque atrevidamente miraron la misma Arca,
que a la sazón era un Noli me tangere
, murieron algunos millares dellos. Todos éstos menospreciaron
la religión, y assí fueron castigados. Lo dicho se colige del
Segundo del Paralipomenon, capítulo 26, y del Levítico, capítulo dézimo, y del
Segundo de los Reyes, capítulo sexto, y del
Primero, también capítulo sexto.
[11] Antíoco Epifanes, rey de Siria, profanó el templo de Dios, mató sacerdo- tes
/(430r)/ y hizo otras crueldades en Jerusalem. Castigóle Dios con una enfermedad suzia y asquerosa, de tal suerte
que sus criados no podían sufrirle, ni él se podía sufrir. Cayó en la cuenta de dónde le venía el daño,
lloró su pecado, mostrando dolor de averle cometido, y dize dél la
Escritura en el capítulo nono del Segundo Libro de los Macabeos
una razón que no poco atemoriza oírla a quien bien la considera:
«Orava a Dios el malvado, de Quien no avía de alcançar misericordia». No le avía de alcançar
porque no la avía de pedir de veras y con las condiciones que deve pedirla el que quiere alcançarla.
Fue semejante su dolor al de Caín, Esaú y Judas, imperfeto y sin provecho, por donde se condenó
como ellos se condenaron.
[12] Nabucodonosor, aviendo vencido a Joaquín y Sedequías, reyes de Judá, robó el templo de
Jerusalem, llevando los vasos y otras riquezas dél a Babilonia, su tierra, donde le castigó Dios con
quitarle el sentido de hombre, y traerle por los campos como bestia fiera. Y porque su hijo Baltasar
profanó los vasos del templo, sirviéndose dellos en combites profanos, Ciro, rey de los persas, le
quitó el reino y la vida. Lo dicho se halla en el
Cuarto Libro de los Reyes, capítulo veinte y cuatro,
y en el Profeta Daniel, capítulo cuarto.
[13] Seleuco, rey de Assia, tuvo nueva que
| en el templo de Jerusalem, reedificado de nuevo, avía
grandes tesoros. Embió a un privado suyo, llamado Heliodoro, a que se los truxesse. Fue por ellos
y, llegando a Jerusalem, como se entendió a lo que era su ida, causó grande alteración, sentimiento
y lágrimas en toda la ciudad, porque el dinero que estava allí era de mucho provecho a pobres y
necessitados. No obstante la contradición que le fue hecha, entró de hecho para sacar el dinero del
templo. Mas castigóle Dios con un ángel, que en hábito de cavallero armado sobre un feroz cavallo
le dio de pernadas, derribándole en tierra, y aparecieron luego dos ángeles en forma de mancebos,
que, desnudándose, le començaron a açotar reciamente, y perdiera la vida si no hiziera oración por
él el sacerdote Onías, a quien dixeron que agradeciesse la vida que le dexavan. Bolvió a su rey
Heliodoro sin dinero y cargado de açotes. Y preguntándole si traía recaudo, dixo:
-No fui yo bastante.
-Pues, ¿quién lo será? -replicó el rey.
Añadió Heliodoro y dixo:
-Si tienes sentimiento que alguno quiere quitarte el reino y anda por matarte, embíale allá,
que, a bien librar, si no muriere, bolverá como yo, bien açotado.
Fue pena bien merecida por el sacrilegio y menospreciar la religión. Esto se escrive en el
Segundo Libro de los Macabeos, capítulo tercero.
Lo dicho se coligió de la Divina Escritura. |
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] San Gregorio Nazianzeno, en la Oración undécima
que hizo en la muerte de su padre, dize de su madre que tenía en los templos sumo silencio. No hablava palabra en ellos con persona alguna, no
escupía en ellos, y cuando salía, era de suerte que no bolvía las espaldas al altar donde estava el
Santíssimo Sacramento.
[2] San Ambrosio, en el libro tercero
De Virgines, escrive de un sacerdote que mandó a las ranas de
una laguna que callassen, porque estorvavan el oficio divino de cierta
| iglesia cercana, y que quedaron mudas.
[3] San Juan Crisóstomo, en la
Homilia treinta y seis sobre la Epistola Primera a los de Corinto
, capítulo catorze, dize que avía iglesias en su tiempo donde los legos no hablavan palabra unos con
otros. Y sucedía verse padres y hijos de nuevo, viniendo de otras tierras, y no hablarse hasta verse
fuera de la iglesia.
[4] San Martín, obispo de Turón, tenía gran respeto a las iglesias y templos, don- de
/(430v)/ jamás fue visto estar assentado, sino de rodillas o en pie. Tenía su rostro en semejantes lugares amarillo y
temeroso. Preguntada la causa, dezía:
-¿No queréis que tema, que está aquí Dios?
Es de su Vida, escrita por Severo Sulpicio.
[5] Fortunato, en la Vida de San Hilario Obispo
, escrive de dos mercaderes que, llegando a la ciudad Pictaviense, después de su muerte, sabiendo que hazía Dios algunos milagros donde estava
su cuerpo sepultado, dixo el uno al otro que sería bien visitassen su sepulcro y le ofreciessen una
figura de cera por los dos. Pesóle desto al otro, y porque no le tuviesse por avaro y indevoto,
disimuló y dio muestra que le agradava. Ofrecieron la imagen, la cual repentinamente se partió por
medio de alto abaxo, y la media quedó junto al sepulcro, y la otra media fue lançada de allí. Declaró
el mercader como de mala gana avía consentido en la ofrenda, y que por esto el santo no le avía
recebido. Pesóle dello y ofreció otras cosas de más precio al santo antes que de allí partiesse.
[6] San Isidoro y otros historiadores afirman que el rey Agila de los godos, sucessor de Teudiselo,
haziendo guerra a los de Córdova en España, profanó la iglesia de San Acisclo Mártir, donde estava
su cuerpo sepultado, aposentando en ella sus cavallos y soldados, por estar fuera de la ciudad. Hizo
Dios milagrosa vengança de su santo mártir en el malvado rey, porque en la primera batalla que dio
a los de Córdova, le vencieron y destrozaron, matándole a un hijo y a todos los más principales de
su exército. Y él con grande dificultad fue libre, dexando sus tesoros por presa a los de la ciudad. Y
llegando Agila a Mérida, fue muerto por su gente.
[7] En la vida de San Ginés Mártir, escrivano, escrita por Surio en el tomo cuarto, se refiere de San
Hilarión, obispo de la ciudad de Arles en Francia, un milagro que
| sucedió estando él presente, y fue que, celebrándose en aquella ciudad con mucha solemnidad la fiesta del mismo mártir San
Ginés, iva mucha gente a su iglesia, y avían de passar una puente del río Ródano. Cargó sobre ella
al tiempo que se avía de celebrar el oficio tanta multitud, que se hundió. Fue cosa dolorosa los
muchos que cayeron en la agua, a bueltas de las peñas y cantos de la puente, hombres, mugeres y
niños. Estava allí el obispo que a la sazón era de Arles, llamado Honorato, grande siervo de Dios.
Púsose de rodillas pidiendo a San Ginés alcançasse de Dios remedio para toda aquella gente, que
por irle a honrar padecía tal desgracia. «¡Oh cosa maravillosa! -dize Hilario-. Yo lo ví, porque
acabava de passar la puente cuando se cayó. No avía concluido su petición Honorato, el santo
prelado, cuando se vido que salían del río cuantos en él avían caído. Ninguno quedó ahogado,
ninguno tullido de pie o mano, ninguno descalabrado. Mojados, todos, y todos muy alegres, viéndose
libres de tal peligro. Abraçávanse unos a otros, dávanse la buenhora. No le faltó a muger manto o
rosario, ni a hombre capa o espada. Vídose un milagro, y muy cumplido, pues todos se vieron en
peligro de muerte y ninguno murió, ni padeció otro mal que mojarse, y fue assí necessario para la
evidencia del milagro. Passaron en barcas el río, y fueron a la iglesia de San Ginés a dar gracias a
Dios por la merced que les avía hecho por intercessión de su santo, y celebraron con mayor regozijo
que otros años su fiesta».
[8] En la Vida de San Alberto Carmelita
, escrita por Paleonidoro, se dize que después de su muerte
sucedió un alboroto en Sicilia, y por parte de gente estrangera fue ocupada la iglesia donde estava
el cuerpo de San Alberto. Profanáronla, entrando con sus cavallos dentro della y haziendo allí
grandes abominaciones y males. Oyóse un grande ruido dentro de la arca donde estava el santo
cuerpo, y siguióse luego la /(431r)/
muerte de repente en muchos de aquellos que profanavan el
templo; otros quedaron degollados, y los que se libraron de la muerte quedaron enfermos con
enfermedades diversas. De modo que se vido aver sido castigo del Cielo. Quedó la iglesia libre.
Llegaron a ver el cuerpo del santo, y qué avía sido el ruido, y hallaron quebrada la arca dentro del
sepulcro, y el cuerpo puesto de rodillas, como que pedía a Dios alguna cosa, y fue el castigo de
aquellos sacrílegos.
[9] Pedro Damián Cardenal, varón santo, en un tratado que hizo de milagros particulares, escrive
de Arnoldo, obispo aretino, que tomó un cáliz de oro de cierto monasterio sugeto a él. Avíale
ofrecido una devota muger, y puesto maldición a quien le enajenasse del monasterio, y estava
escrito en el mismo cáliz. Poco después vido un fraile siervo de Dios de aquel monasterio en sueños
un lago de fuego, que despedía de sí humo de malíssimo olor. A la orilla dél andavan unos etíopes
de grande estatura, y dentro dél parecían mostruos horribles, y entre ellos era visto en tormentos
espantosos el obispo Arnoldo. Vido también dos de aquellos etíopes que llegavan a él, y el uno traía
un cáliz de oro en sus manos, y el otro una sarten de hierro, y éste recogía de aquel licor sulfúreo, y
echava en el cáliz, y el otro dava a bever del cáliz al obispo, mal de su grado. Contaron esta visión
al obispo amigos suyos, por averla descubierto el fraile, y aconsejáronle que restituyesse el cáliz al
monasterio. Él lo dilatava, dando muestra de no lo querer hazer. Estava un día assentado al sol, en
tiempo de imbierno, y por ser muy dezidor, tenía con sus domésticos y criados sabrosa conversación.
Sintió de repente un dolor en la cabeça, como si fuera golpe de espada, dio una boz, diziendo:
«Muerto soy»; y de a poco espiró.
[10] Pedro, Abad Cluniacense, santo varón, en el libro segundo, capítulo primero,
De | Milagros, que hizo, escrive que en una ciudad cerca de León de Francia, llamada Matisco, tenía el señorío
della con título de conde un tirano, el cual, sin temor de Dios, se apoderó de las rentas de las iglesias
y clérigos de su condado, y a los que se quexavan mandava desterrar. Perseveró en esto algunos
días. Llegó uno en que celebrava fiesta en su palacio a personas principales de su estado. Entró por
una puerta extraordinaria del palacio un grande cavallero, cuya vista atemorizó a los presentes.
Llegó al conde, y con imperio le mandó se levantasse y fuesse con él. Sacóle por aquella puerta a
una plaça, donde tenía un temeroso cavallo, subió en él y hízole subir a las ancas, y, subido, a vista
de los que tenía en su palacio que avían salido tras él, y de otra mucha gente, el cavallo se levantó
en el aire y tomó carrera velocíssima, dando el miserable conde grandes gritos, pidiendo favor. Mas
ninguna cosa le valió para que no se fuesse -dize este autor- a ser vezino y morador en los Infiernos.
La puerta por donde salió fue tapiada para memoria deste hecho, y porque quiso abrirla Orgerio,
prepósito de Vuilyelmo, señor de aquel estado, passados algunos años, y començando a romper la
pared, estando presente el Orgerio, súbito fue levantado en el aire y dexado caer en tierra, con tan
mal golpe que el braço se le quebró.
[11] Gauberto Fabricio, del Orden de San Bernardo, escrive de un rey de Aragón, que quitó en
Tarragona algunas possessiones de la iglesia catedral de Santa Tecla. Fue el año de 1386, y aunque
los canónigos reclamaron, no huvo medio que el daño cessasse. Estava el rey en Barcelona por la
Pascua de Navidad, despertó de noche dando bozes, como las pudiera dar un hombre herido
mortalmente. Vinieron sus pages, y díxoles el rey:
-Llamadme presto, médicos, a mi confessor, y a los de mi consejo, que yo soy muerto,
porque una hermosa donzella entró aquí y me dio
/(431v)/ una bofetada que moriré della, por
averme juntamente sobrevenido una fiebre mortal.
Vino el confessor, y entendió por lo que el rey dezía que la donzella era Tecla, cuyo patrimonio
él avía destruido. Hizo testamento, en que mandó a su heredero que, antes de tomar la possessión de
los reinos, restituyesse a la iglesia de Tarragona los daños y menoscabos que se le huviessen hecho,
con lo principal. Possible fue embiar Dios un ángel, como el que mató a los assirios en tiempo del
rey Ezequías, el cual con la figura de Santa Tecla tratasse al rey de aquella suerte para que restituyesse
lo que tenia mal de su iglesia, y fuesse escarmiento a otros que no desheredassen las iglesias.
[12] En el Prado Espiritual de Mosco Evirato se escrive de dos ladrones que desnudaron dos
cuerpos de difuntos en las cuevas donde estavan sepultados, y los mismos cuerpos asieron dellos, y
el uno quedó sin ojos ciego toda la vida, el otro, porque prometió hazerse monge, siendo una
donzella a la que avía robado, y tornándole sus adereços, salió libre y cumplió su voto.
[13] El Bugato Milanés, en la Historia General
, escrive de Fronto, arçobispo treinta y dos de
Milán, que, siendo simoníaco, y reprehendiéndole por ello un clérigo siervo de Dios, enojado contra
él, dio orden como le fuessen impuestos algunos crímines y delitos falsos, por donde le mandó
quemar, entregándole al braço seglar. Estando junto al fuego, pidió a Dios declarasse su inocencia,
y súbitamente el fuego se movió y fue a donde estava el arçobispo. Él huyó, y el fuego tras él, y
anduvo desta manera por grande parte de la ciudad, permitiéndolo Dios para que se declarasse su
maldad y la inocencia del sacerdote. Al cabo, se abrió la tierra y tragó bivo al miserable simoníaco
y perseguidor del inocente sacerdote.
[14] Antonio de Torquemada, en el Coloquio tercero
, escrive de cierto cavallero | rico y de linage
que tratava amores con una monja. Concertáronse de verse dentro de la iglesia por medio de unas
llaves falsas. Fue al concierto solo de noche. Llegó a la iglesia y vídola abierta, y dentro grande
claridad de hachas, y sonavan bozes como de personas que hazían oficio de algún difunto. Admiróse
y llegó a ver qué sería. Mirando a todas partes halló la iglesia llena de clérigos y frailes y, en medio,
unas andas, y hachas alrededor encendidas. Avía otra mucha gente, y a nadie conocía. Llegó a uno
de los clérigos y preguntóle quién era el difunto, y respondióle que un cavallero, dándole su mismo
nombre. Rióse él, y dixo:
-Esse cavallero yo sé que está bivo.
Tornó a dezir el clérigo:
-Engañáisos, porque él está muerto y presto le enterraremos.
El cavallero, algo confuso, llegó a otro, a quien hizo la pregunta que al primero, y recibió la
misma respuesta. Quedó muy espantado, y sin aguardar más, salió de la iglesia para ir a su casa.
Mas, a los primeros passos, se le pusieron a los lados dos mastines negros y muy grandes, y por más
que hizo, amenazándolos con la espada, no quisieron dexarle. Entró en su casa como fuera de sí,
donde a criados suyos que le esperavan y vieron tal, preguntando la causa, él lo contó todo. Y los
mastines, que eran dos demonios y sólo esperavan esto, para que el castigo déste se supiesse y otros
en él escarmentassen, siendo esto pretendido de Dios, que con esta limitación les dio lugar a lo que
hizieron, y fue que entraron en su aposento, y sin que pudiesse ser defendido, hizieron assalto en él
y le mataron. Su muerte se atribuyó a otro acidente, dado que no pocos lo entendieron, y por
muchos días se trató el negocio, aunque por la autoridad del hombre, siempre con recato y
entredientes.
[15] Eneas Silvio, que después fue Papa y se llamó Pío Segundo, dize que en la provincia de Estiria,
en Alemaña, avía un cavallero al cual tentava grandemente el demonio para que se ahorcasse, y no
/(432r)/ hallando remedio como librarse desta tentación, aconsejóle un religioso con quien lo
comunicó que procurasse oír cada día Missa. Y assí lo hizo, que, recibiendo en su casa un capellán,
yéndose a vivir a un lugar suyo, no faltava día de oír Missa, con lo cual se le quitó totalmente la
tentación, y vivía en paz. Sucedió que en una aldea vezina se hazía cierta fiesta un domingo, y el
cura del lugar vino a combidar a este capellán para que fuesse a dezir Missa a su iglesia. El capellán
pidió licencia al cavallero, y él se la dio, diziendo que iría él allá a oírla. Mas por negocios que tuvo
forçosos no pudo ir hasta casi al mediodía. Iva turbado, temiendo si le avía de hazer luego guerra la
tentación de ahorcarse, hallando dicha la Missa. Encontróse con un labrador que venía de aquella
aldea. Preguntóle si quedava Missa por dezir. Respondióle que ya los oficios eran acabados, y no
avía más Missa. El cavallero maldezía su ventura y afligióse en gran manera. Viéndole assí el
labrador, díxole que no se congoxasse tanto, porque si se lo pagava, él le traspassaría todo el mérito
que avía ganado en la Missa que avía oído aquel día. Fue dello muy contento el cavallero, y dándole
la capa que llevava, el labrador la tomó, y dixo que le renunciava y trapassava todo lo que avía en
la Missa merecido. Fuese con esto consolado el cavallero al aldea, y aviendo hecho oración en la
iglesia delante el Santíssimo Sacramento, bolviéndose a su casa y llegando al lugar donde avía
hecho el trueco con el labrador, vídole ahorcado en un árbol, que parece fue permissión divina para
que se viesse lo mucho que en oír bien una Missa se gana, y lo mucho que se pierde en perderla. Y
el cavallero, buelto a su casa, perseveró toda su vida sin aquella tentación, oyendo cada día Missa,
y acabó en servicio de Dios.
[16] Como los úngaros se fuessen apoderando de Alemaña, llegaron a la ciudad de Hamburg, la
cual saquearon. Robaron sus iglesias, pegáronles fuego, y degolla- van
| a los sacerdotes sobre los altares. Siguióse luego castigo de Dios por este sacrilegio, y fue que del fuego que ardía en las
iglesias saltavan grandes centellas, que ivan a dar en las bocas de los paganos, y por huir dellas, o
se dexavan caer y ahogar en el río, o se entravan por el exército de los cristianos, de los cuales eran
luego muertos. Sucedió este caso año de Cristo de novecientos y treze. Dízelo Crancio, libro tercero,
capítulo segundo.
[17] En Licia avía un monasterio en que residían cuarenta monjas, de las cuales cinco, estando
cansadas de religión y clausura, concertaron entre sí de irse de noche y dar orden como casarse en
el siglo. Vino la hora del concierto, juntáronse, y estavan tratando cómo saldrían, y queriéndolo
poner por obra, dio Dios licencia a un demonio para que con unos gruessos ramales, ya descargava
açotes en la una, ya en la otra, sin perdonar a alguna. Cuando ya las tuvo bien açotadas, y vino el
día, el diablo se fue y las dexó. Quedaron ellas llenas de llagas y de sangre, sus carnes como
amapolas, aunque muy arrepentidas del mal intento que tuvieron de dexar la religión, y davan
gracias a Dios que por los açotes del cuerpo avían sido libres de los tormentos eternos de sus almas.
Es del Prado Espiritual, capítulo ciento y treinta y cinco.
[18] Vivían en una ciudad dos çapateros, casados ambos, el uno tenía hijos, y el otro, no. Los dos
trabajavan con igual cuidado, aunque el uno començava su trabajo al principio del día, el otro,
después de aver oído Missa, siendo ordinario el oírla cada día, junto con que guardava las fiestas, lo
que no hazía el otro. El uno estava rico, y el otro, pobre. El pobre pidió al rico encarecidamente que
le mostrasse el camino como avía enriquecido, estando él tan pobre, pues a razón avía de ser al
contrario, teniendo él hijos chicos, que son costosos, y no trabajando las fiestas, y él careciendo
dellos y no guardando día de fiesta. Respondió el ri- co:
/(432v)/
-Yo quiero hazer lo que dezís, con que algunos días os vais comigo en amaneciendo.
Hízolo ansí, y llevóle a la iglesia, donde los dos oían Missa, y sin más dezirle se bolvián a
sus casas a trabajar. Al día tercero fue por él, y el pobre dixo:
-Si venís, señor, a llevarme a la iglesia como dos días avéis hecho, yo sé bien el camino. Si
queréis enseñarme algún tesoro donde vais y os enriquecéis, iré con vos, y haréisme buena obra.
El rico respondió:
-Dígoos de verdad, hermano, que no tengo ni he hallado otro tesoro sino oír cada día Missa,
como lo he hecho lo más de mi vida. Guardo las fiestas y empléolas en lo que Dios manda. Y con
esto me haze su Magestad merced. Hazedlo vós, que mercedes le sobran que puede comunicaros.
Tomó este consejo el çapatero pobre, y vino a ser rico. Es del
Promptuario de exemplos.
[19] Un sacerdote de Dacia, llamado Andrés, fue en compañía de otros peregrinos a Hierusalem, y
llegó allá en la vigilia de la Pascua, y venido otro día, luego de mañana quisieron los que ivan con
él salir de la ciudad para bolver a su tierra. El sacerdote les dixo:
-Oy es día de Pascua de Resurrección. Oigamos Missa y recibamos el Santíssimo Sacramento
de la Eucaristía, y luego nos partiremos.
No les dio gusto el consejo, salieron de la ciudad, quedando el sacerdote en ella, que hizo lo
que dixo, de oír Missa y comulgar. Y aviendo comido, siguió solo su camino a pie, procurando
alcançar la compañía. Mas juntóse con él un hombre a cavallo, y preguntóle cómo, siendo peregrino,
iva solo. Él le dio la razón, que por oír Missa y comulgar perdió la compañía. Díxole el de a cavallo:
-Sube aquí a las ancas.
No se hizo de rogar, subió, y muy presto se quedó dormido. Siendo ya tarde despertó, y
mirando dónde estava, preguntóle el cavallero si conocía aquel lugar. Él, muy admirado, dixo:
-Sí conozco, que aquella es mi iglesia, y allí está mi casa, y ésta es Dacia, mi tierra.
Dezía esto con admiración y con- tento
| grande. Replicó el portador:
-Bien dizes, que ansí es, y por ello da gloria a Dios, cuyo Sacramento recebiste, y en cuyo
servicio peregrinaste diversas tierras, y no temiste perder tu compañía por oír Missa.
Con esto, desapareció, siendo ángel en tal figura. El sacerdote dava loores a Dios y contava
la merced que le avía hecho. Y comprovóse la verdad de lo que dezía cuando, después de algunos
meses, llegaron los que no quisieron aguardarle, que dezían lo mismo que él dixo. Refiérese en el
Promptuario de exemplos.
[20] Alarico, rey de los godos, criado siempre en guerras, sin religión ni culto divino, como entrasse
en Italia con grande exército en tiempo del emperador Honorio, traído por la maldad y perfidia del
capitán Estilicón, entró por fuerça de armas la ciudad de Roma, y antes que los soldados la saqueassen,
mandó con público pregón que nadie hiziesse daño a las personas y bienes de los que se oviessen
recogido y amparado en el templo de los Apóstoles, dando muestra el bárbaro que se deve tener
grande respecto a la religión y culto divino. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[21] El emperador Teodosio, siendo prohibido de San Ambrosio públicamente la entrada en el
templo de Milán, si primero no satisfazía por la sangre que derramó sin culpa en Tesalónica, ciudad
de Panonia, sufrió la reprehensión con grande paciencia, sin entrar en el templo, hasta que cumplió
enteramente todo lo que le fue mandado que hiziesse por el santo prelado Ambrosio. Deprendan los
príncipes cristianos a reverenciar a los sacerdotes y ministros del culto divino, en un emperador,
assí mismo cristiano y señor del mundo, el cual, lleno de victorias, con muchas lágrimas se presentó
a los pies del santo prelado Ambrosio, y le fue obediente a lo que le mandó. Dízelo Fulgoso, libro
primero.
[22] Porque el culto divino fuesse reveren- ciado
/(433r)/ como es razón, no solamente contra los
vivos se mostraron ásperos y rigurosos algunos prelados, sino también con los muertos. Como hizo
el Papa Bonifacio Octavo contra Hermano Pongilupo Ermitaño, cuyo cuerpo estava en Ferrara, y
era tenido en grande veneración; después de veinte años, le mandó sacar del sepulcro y, quemado,
echar sus cenizas en un río, porque descubrió que avía seguido el error de los hereges llamados
Fratricellos. Y Inocencio Tercio mandó al obispo de París que hiziesse desenterrar el cuerpo de
Almario, doctor parisiense, porque en vida tuvo algunos errores, de los cuales mostró retratarse,
mas viendo que, después de muerto, sus discípulos tornavan a tratar dellos, hízole quemar el cuerpo.
Y en Milán, siendo duque Mateo Vicecómite, fueron descubiertos Andrés Seramita y Gulielma, los
cuales onze años antes avían sido cabeças de ciertos hereges, hombres y mugeres, que se juntavan
de noche en un lugar oculto llamado Bariloto, y allí hazían ritos y sacrificios, siendo Gulielma el
ministro, y quien los ofrecía vestida con ornamentos sacerdotales, y los demás, en traje clerical,
como corona que las mugeres se raían en sus cabeças; matavan luego las luzes, y juntávanse como
bestias, cada uno y cada una con quien le dava gusto. El Andrés, siendo vivo fue preso y quemado
con otros de su secta, y el cuerpo de Gulielma, que estava sepultado en el monasterio de San
Bernardo de Claraballe, y tenido allí en mucha reputación, fue desenterrado y quemado. Lo dicho
escrivió Bugato, en su Historia Universal, y refiérelo Fulgoso, libro primero.
[23] Celebrándose la dedicación de una iglesia en la Marcha, tierra de Brabancia, ocurrió diversidad
de gente, y entre los demás, un tañedor de flauta y tamboril, el cual dentro de la iglesia gastó
muchas horas en tañer y cantar sones suzios y letrillas deshonestas, con que provocava a hombres
y mugeres de poca edad a que, dançando y bailando, hiziessen bailes y
| danças deshonestas y suzias, sin tener respecto al lugar sagrado. Acabóse la fiesta, y bolvíase el tañedor a su pueblo,
haziendo lo mismo, prosiguiendo en su música detestable. Vino de repente un torvellino y, a vista
de algunos pastores, vieron descendir un rayo, y que le dio en un braço. Quedó el hombre muerto,
y el braço fue visto de los mismos pastores ir por el aire con la tormenta, y entendióse que era
prenda que llevavan por suya los demonios. Fue pedido al cura de aquella iglesia que enterrasse en
sagrado el cuerpo, y contradezíalo él, porque murió de repente, aviendo poco antes estado tan
desacatado en la iglesia. Replicavan que su venida fue por regozijar la fiesta. Convencido de ruegos,
enterróle en el cimiterio, mas el siguiente día hallaron el sepulcro abierto, y que faltó dél el cuerpo,
presumiéndose que le llevaron diablos a donde tenían el braço. Sirva esta exemplo de temor a los
que profanan lugares sagrados. Es del libro segundo
De Apibus, capítulo cincuenta y seis.
[24] Aviéndosele rebelado al emperador Honorio, hijo de Teodosio y hermano de Arcadio, cierto
visorrey que tenía en Africa, llamado Gildo, con algunas tierras, embió contra él a Mascezel, hermano
del mismo Gildo. Éste tuvo tan buen aviso que prendió y mató al tirano, y reduxo la tierra al
servicio del emperador. Sucedió que el Mascezel, ensoberveciéndose con muchas vitorias que tuvo,
sacó cierto delincuente de la iglesia para justiciarle, teniendo cargo de govierno. Lo cual, sabido
por Honorio, aunque dél avía sido bien servido, por sola esta ocasión tuvo modo como prenderle y,
preso, le mandó matar, porque quebrantó la libertad de la iglesia. Dízelo San Antonio de Florencia,
Parte Segunda, título nueve, capítulo nueve.
[25] Carlos Martel, rey de Francia, viéndose necessitado en tiempo de guerra, atrevióse a robar las
iglesias, y tomava las /(433v)/ décimas de los eclesiásticos, y todo lo distribuía entre sus soldados.
Murióse, y fue llevado al Infierno el cuerpo y la alma, de que huvo indicios porque, abriendo su
sepulcro el obispo aurelianense, no halló en él sino una serpiente de terrible grandeza. Refiérese en
las Corónicas del duque de Vabiera.
[26] Eusebio, en el libro octavo, capítulo primero,
De preparatione evangelica, dize que un Teodoto,
componedor de comedias, quiso hazer algunas de la
Escritura Sagrada, y que cegó; mas después,
llorando su pecado, cobró vista.
[27] Hugón, prefecto fanense, sacó un Viernes Santo en la noche cierto retraído de una iglesia y
ahorcóle. Vino luego a que, sin estarlo, le tenían por loco. Dízelo Pedro Damián, en una carta que
escrivió a Desiderio Abad, y refiérelo Surio, tomo séptimo.
[28] En la ciudad de Heliópolis de Fenicia residía un representante llamado Gayano, el cual, en sus
representaciones y farsas, delante del pueblo dezía blasfemias contra la Madre de Dios. Ella se le
apareció en sueños, y le dixo:
-¿Qué agravios has recebido de Mí, que me blasfemas en presencia de tanta gente?
No se enmendó el mal hombre por esto, aunque fueron tres vezes las que se le apareció en
sueños la Sagrada Virgen, y le amonestava que cessasse de blasfemar della, en perjuizio notable de
su alma; antes, con mayor menosprecio y desvergÜença proseguía en sus blasfemias. Sucedió que,
estando durmiendo después de comer cierto día, llegó a él esta Señora, y sin dezirle cosa alguna,
tocóle con un dedo las manos y pies. Despertó Gayano, y vídose cortado los pies y las manos, y
desta manera vivió el miserable algunos años, en angustia y lágrimas, confessando públicamente
su pecado, y que avía sido castigado con misericordia, siendo tan grave y aviendo estado en él tan
pertinaz. Refierese en el Prado Espiritual, capítulo cuarenta y siete. |
[29] En tiempo del emperador Mauricio vino un exército de sarracenos, trayendo por cabeça a
Namanes, y destruía las tierras de los católicos. Donde sucedió que un abad llamado Nicolao vido
cerca de Arón que tres paganos avían prendido un moço hermosíssimo, de edad de veinte años, el
cual, viendo al monge, començó a llorar, y él se enterneció sobremanera de ver sus lágrimas y de
que le rogava le librasse de aquel captiverio. Llegó el abad a los sarracenos y pidióles con grande
instancia que dexassen libre aquel moço. Respondió uno dellos en lenguage griego que no tenían
voluntad de dexarle. Replicó el monge:
-Llevadme a mí por él, que es flaco y no podrá sufrir el trabajo del captiverio.
-Ni aun esso queremos hazer -dixo el soldado.
Añadió el monge:
-Pues dádmele y daros he el precio que quisiéredes por él.
Respondió el pagano:
-No le podemos dar, porque prometimos al sacerdote de nuestros ídolos que si captivássemos
algún hombre de buen parecer y hermoso se le llevaríamos para que se le ofreciesse en sacrificio.
Por tanto, déxanos de importunar y vete de aquí. Donde si no lo hizieres, quitarte he la cabeça de
sobre los ombros.
Oyendo esto, el abad Nicolao derribóse en tierra y hizo oración, diziendo:
-Cristo, Salvador Mío, salva a este tu siervo y líbrale del trabajo en que está.
En diziendo esto, los tres sarracenos, apoderándose dellos el demonio, pusieron mano a las
espadas, y como furiosos, hiriéndose unos a otros, se mataron, y el abad llevó al captivo a su celda.
De cuya compañía él no quiso apartarse, sino que, vestido el hábito de monge, y haziendo vida
admirable, perseveró siete años, y al cabo dellos murió en el Señor; el cual era de la ciudad de Tiro.
Es del Prado Espiritual, capítulo ciento y cincuenta y seis.
[30] En la villa de Kallo, en Saxonia, noche de Navidad, diez y ocho hombres y quinze mugeres
estavan bailando a la puerta /(434r)/ de una iglesia, y no dexavan dezir Missa a un clérigo con la
grita y ruido que tenían. Embióles a rogar que lo dexasssen; no quisieron oírle. Rogó a Dios que se
estuviessen bailando todo un año, y oyóle. Y assí fue que por todo el año no dexaron la dança, sin
entender en otra cosa, hasta que vino Horeberto, arçobispo de Colonia, que les echó su bendición,
y dexaron de bailar. Murieron luego tres mugeres; otros estuvieron durmiendo sin despertar tres
días y tres noches; otros quedaron con temblor de cuerpo por toda la vida; otros bivieron en grande
penitencia. Fue en tiempo del Papa Benedicto Octavo, y refiérelo en su
Vida el autor de la Historia Pontifical, y es de San Antonio de Florencia en la
Segunda Parte Historial, y dize que fue en tiempo del emperador Enrico Segundo.
[31] Excomulgó el Papa Gregorio Nono a cierto hombre rico, el cual no hizo caso de la excomunión.
Criavan sobre su casa cigüeñas, las cuales, el día que le notificaron la excomunión se fueron de allí
a otra parte. Consideró esto aquel hombre, y consideráronlo otros amigos suyos, y, entendiendo la
causa, por persuasión de los amigos el excomulgado obedeció y fue absuelto, y el mismo día bolvieron
las cigüeñas a nidificar sobre su casa. Refiérese en el
Promptuario de exemplos.
[32] En la villa de Valladolid, que es en el reino de Castilla en España, hizo cierto hombre un hurto
de un jarro de plata. Andávanle rastreando y cerca de prenderle. Passó por junto a la iglesia de la
Madalena, y vido allí un grande álamo, que estava hueco en el tronco por una parte. Puso allí el
jarro de plata, y sobre él algunas piedras y tierra, con intento de que no le hallando con el hurto en
las manos le dexarían, y él tornaría por su jarro. Y no fue assí; antes, sin tener lugar para sacar el
jarro, él se huyó o se murió, porque no se supo más dél. Vino el
| negocio a que el señor del jarro de plata sacó cartas de excomunión contra quien le robó y tenía en su poder. Publicó las cartas, y passó
el término señalado en ellas. ¡Oh, cosa maravillosa, que el álamo perdió su color y frescura,
tornándose amarillo, y se le cayó la hoja sin tiempo! Querían ya cortarle por tenerle por cosa seca
y inútil los vezinos, mas sucedió que unos niños se entraron a esconder en el hueco del tronco del
árbol, haziendo juegos convenientes a su edad, y quitando algunas piedras pareció el jarro, y vino
a noticia de su dueño, que le cobró y quitó la carta de excomunión. Lo cual hecho, el árbol de
repente reverdeció, y yo mismo le vi verde y muy hermoso después deste acaecimiento, por el año
de mil y quinientos y ochenta y ocho. Y en boz de los vezinos de aquel barrio sucedió lo dicho,
como se ha escrito y declarado.
[33] A un eclesiástico descuidado en la vida cristiana se le apareció Jesucristo en una Cruz, y le
dixo:
-¡Oh, hombre desagradecido! ¿Por qué no consideras lo que por ti padecí? ¿Por qué estimas
en más y antepones el ornato y gala de tu cabeça a mi corona de espinas, tus vestidos curiosos y
costosos a mi desnudez, tus músicas y razones vanas y descompuestas a mis sospiros y gemidos, tu
ceñidor de seda a la llaga de mi costado, tus guantes de olor y calçado de seda a las heridas de mis
pies y manos, tus risas desordenadas y lascivas a mis lamentos y lágrimas? Conviene que, dándote
a deleites y contentos ilícitos, contrarios a la disciplina y religión cristiana, que lo pagues con
eterna muerte.
Lo dicho se refiere en el Promptuario de exemplos.
[34] Un religioso novicio tentado de deshonestidad andava por dexar el hábito y irse del monasterio
para cumplir su mal intento. Tomó el demonio figura humana de mancebo mundano y, llegándose
a él, díxole:
-Entiendo poco más a me- nos /(434v)/
tu desseo. Quiero tu amistad, y como amigo darte contento. Sabe que cerca de aquí, entre unos çarçales y arboledas están ciertas mugeres mundanas.
Podrás seguramente entretenerte con una dellas.
Oyendo esto el tentado, no aguardó más, sino, mostrando agradecérselo, y que en otra ocasión
se lo pagaría, dixo que se adelantasse, que él le seguiría. El demonio iva adelante y el novicio le
seguía. Avía ya entrado en la silva y arboleda, cuando se le puso delante Jesucristo en trage de
religioso anciano del mismo convento, y preguntóle:
-¿Dónde vas, hijo?
Respondió el novicio:
-Vós no sois mi padre, ni maestro que os va en saber dónde voy.
El religioso le dixo:
-Ciertamente que tú eres mi hijo.
Indignóse el otro y, con boz alta, dixo:
-Dexadme, no me seáis molesto, que vós no sois mi padre, que pueda estorvarme el camino.
El religioso apartó el hábito y mostróle las manos y el costado sangriento con las llagas,
como lo está en crucifixo, y díxole:
-Aora creerás que soy tu padre.
Derribóse el novicio en tierra, con dolor y quebranto grande de su culpa, diziendo:
-Dios mío y Señor mío.
Cristo replicó:
-Ve y confiessa tu pecado, y sabe que el que te guiava al çarçal era el demonio, y te llevava
a donde quisiera quitarte la vida.
Bolvió el novicio al monasterio, aviéndosele desaparecido el Señor, y vido al demonio que
bolvía en su seguimiento, y traía tal passo que le alcançó presto; mas llegando a él, desconocióle, y
passava adelante, diziendo:
-Ciertamente éste no es, porque todo era mío, y poder llevava para le matar entrando en el
çarçal.
Entendió el novicio la misericordia que Dios usó con él, entró en el monasterio y confessó
su pecado, y bivió en adelante con más recato. Es del
Promptuario de exemplos.
[35] Entró monge un moço que en el siglo bivía regaladamente, y passado el ferbor con que recibió
el hábito, hazíasele dificultosa aquella vida. El pan era ne- gro
| y duro, el vino, avinagrado, los ayunos, las vigilias, la obediencia; todo le era dificultoso. Fue a su prelado a que le diesse licencia
para irse, significándole que no podía sufrir la vida de religioso. Díxole el prelado:
-Mirad, hijo, que es tentación del demonio. Pedid a Dios que, como a otros da fuerças para
llevar esta vida, os las dé a vos. Poned los ojos en que es camino de la Vida Eterna.
Con estas razones, y otras que le dixo, se entretuvo algunos días, mas, ya agonizando con la
religión, de hecho pidió su vestido de seglar, y se bolvía al siglo. No se avía apartado mucho del
monasterio cuando vido que le seguía otro mancebo, el cual era Jesucristo en aquella efigie y
figura. Dezíale que le esperasse, llamándole por su proprio nombre, y que se irían juntos. El otro,
amohinado de que le nombrasse y siguiesse, corría más por apartarse dél. Seguíale Cristo, llamándole
siempre, hasta que, convencido de su porfía, le esperó. Preguntóle el Señor dónde iva, y respondió:
-Y a vos, ¿qué os importa saberlo? Voy donde me conviene, como hazéis vos y hazen todos
los que caminan.
Mas porfió tanto el Redemptor que le declaró la verdad, cómo dexava la religión y se iva al
siglo. Levantó el Señor su vestido, y mostróle la herida de su costado, derramando sangre, y díxole:
-Buelve al monasterio, y cuando vieres el pan denegrido y duro, y todas las demás asperezas,
llégalas a mi costado y báñalas en mi sangre, y hazérsete han dulces y sabrosas.
Desapareció Cristo, y el moço bolvió a la religión, donde bivió santamente. Y por esto dize
San Gregorio que si la Passión de Cristo se trae a la memoria, ninguna cosa se nos hará grave y
difícil. Lo dicho es del Promptuario de exemplos.
[36] A un enfermo y siervo de Dios que estava peligroso, tratando de darle la Unción, oyéndolo él,
dixo:
-No se trate de dármela, porque a todos los que se la dan,
/(435r)/ luego mueren.
Esto dixo, no porque tuviesse en poco el Sacramento de la Unción, sino por temor de que se
moriría luego, y con lo que quiso estorvar la muerte, la halló, porque se murió luego. Y al tiempo
que le amortajavan, siendo voluntad de Dios, bolvió el espíritu al cuerpo, abrió los ojos y habló
estas palabras:
-Porque fui negligente en recebir el Sacramento de la Unción, la justicia divina me ha
señalado cien años de Purgatorio, si no soy favorecido con sufragios y oraciones de mis deudos y
conocidos, y si recibiera la Unción sanara desta enfermedad.
Con esto, quedó muerto. Y lo dicho es del
Promptuario de exemplos.
[37] Passava un rústico con una vaca y un becerrillo por la falda de un monte, riberas del mar en
Apulia, donde está un templo de San Miguel, al cual ocurren peregrinos de diversas partes, y en sus
trabajos y necessidades se encomiendan al santo Arcángel. Vídose el rústico en peligro en este
camino de que el mar con tormenta levantava las olas y llegava cerca dél poniéndole en peligro de
muerte. Oyéronle otros que hazían aquel mismo viaje que, llegando una grande ola, el rústico dixo:
-¡Oh señor San Miguel, libradme deste peligro, que yo os daré la vaca y el becerrillo!
Cessó la ola, y quedó libre el villano y, viéndose libre, dixo:
-Por cierto, señor San Miguel, que no os tengo yo de por tan poco entendimiento que
creyéssedes que os avía de dar la vaca ni el becerrillo.
Vino otra ola y, viéndose en el mismo peligro, tornó a dezir:
-¡Ea, señor San Miguel, que ya quiero dar becerrillo y vaca! Yo os prometo de lo ofrecer en
vuestra iglesia.
Cessó la ola, y tornó el sayagués a dezir:
-Que no creo yo, San Miguel, que vós penséis que de veras os ofrezco vaca y becerro.
Dicho esto, vino otra ola, que arrebató becerro, vaca y villano, y los ahogó a todos, y fue
castigo porque nadie burle de los santos. Es del
Promptuario. |
[38] Geroncio, abad del monesterio de Eutimio, iva con otros dos monges por un monte cerca del
Mar Muerto, que es en Palestina, y vieron de lexos un anacoreta y religioso que caminava cerca del
mar. Saliéronle al camino ciertos sarracenos ladrones, y el uno dellos, poniendo mano a su espada,
le cortó la cabeça. Geroncio y los que ivan con él, vista la muerte del anacoreta, derramaron lágrimas,
con pena grande que tuvieron por aquella maldad; mas vieron luego que baxó de lo alto una ave
estraña y de gran cuerpo, que arrebató en sus uñas al sarraceno y, levantado en alto, dexóle caer,
quedando de la caída despedaçado y muerto. Es del
Prado Espiritual, capítulo 21.
[39] Contra la voluntad de sus padres se entró en religión una donzella en la ciudad de Espoleto en
Italia, y aunque era grande su patrimonio, fue poco lo que la asignaron para su dote. Esta entrada
agradó tanto a Nuestro Señor que, estando presente Eleuterio Abad, y viniendo allí un rústico
endemoniado furioso, la santa monja mandó al demonio que saliesse y le dexasse. El demonio
habló por la boca del rústico, y dixo:
-Si de aquí salgo, ¿dónde entraré?
Andava allí cerca un puerco pequeño pariendo.
-Entra en aquel puerco -dixo la religiosa.
El demonio salió del rústico y entró en el puerco, al cual mató luego y se fue. Tanto agradó
a Dios el dexar el mundo y entrar en religión. Escrive esto San Gregorio, libro tercero de los
Diálogos, capítulo 21.
[40] Avía entrado monja en un monasterio que estava fuera de poblado una donzella de edad de dos
años, cuya simplicidad era tan grande que, saltando por una pared dentro del encerramiento una
cabra, no aviendo visto otra en su vida, preguntó qué cosa era aquella, y otra monja para provarla le
dixo que era muger seglar, y que cuando eran viejas les nacían cuernos y barbas. Ella quedó muy
con- tenta /(435v)/ por saber esto de nuevo. Su vida fue de modo que en su muerte se hallaron
presentes Cristo con su Sagrada Madre y muchos santos, a los cuales ella conocía bien, y nombrava
por sus nombres, y fue a gozar de sus buenas obras en su compañia. Refiérese en el
Promptuario de exemplos.
[41] En cierto monasterio del Orden de Cistel en Alemania estava un monge enfermo en la enfermería.
Sintióse congoxado por apretarle mucho una aguda fiebre, y para tomar algún alivio quitóse la
capilla y el hábito. Oyóse luego un ruido tan grande y espantoso que parecía caerse la enfermería.
Estava a esta sazón orando un monje del mismo convento, al cual se apareció el demonio, y dixo:
-Por indignación grande que tengo contra ti he hecho este ruido, y es la causa que con tu
oración me has impedido que no me apodere de un monge que se desnudó el hábito de tu orden en
la enfermería y le atormente.
Oyendo esto el religioso, fue con passo acelerado el enfermo, reprehendióle y hízole que
luego se tornasse a vestir el hábito, y le pesasse de lo hecho. El cual, de la misma enfermedad, muy
devoto, aviendo recebido los Sacramentos, murió. Es del libro segundo
De Apibus, capítulo séptimo.
[42] Yolanda, hija del Conde de Viena, nieta de un emperador de Roma y sobrina de otro de
Constantinopla, y hermana del Príncipe de Acaya, por un sermón que oyó a fray Ubaltero, del
Orden de Predicadores, dio de mano a cuanto el mundo le ofrecía, y persuadiendo a su madre que
fuessen a cierto monasterio del mismo Orden, llamado Llegudasalla, como la madre se entretuviesse
con la gente que la acompañava en ver la iglesia, estando la hija de concierto, se entró con las
monjas en el capítulo, y hizo voto de religión en manos de la prelada, y se vistió el hábito, començando
ella a cantar un responsorio que dize: Regnum mundi contempsi, &c
. Oyó la madre la música, preguntó la causa y, sabido, estuvo en punto de perder el juizio de pena. Trabava del Cielo con sus
manos, dezía palabras de mucho desconsuelo, y rematóse el negocio que, arrebatada de passión,
ayudándose de la gente que la acompañava, por fuerça sacó la hija del convento y llevóla a su casa,
encerrándola en un aposento de su alcáçar de Viena, y poniéndole guardas. Estando allí la santa
monja, no pudo acabarse con ella que comiesse sino lo que estando en su convento comiera, y
porque le quitaron sus hábitos por fuerça, no siendo honesto tener su cuerpo desnudo, se puso un
vestido de color contra su voluntad, porque en todo lo demás guardava su religión precisamente.
Fue allí combatida de obispos, abades, frailes y monjas por tres años, o que dexasse su intento y se
casasse, pues era tanto de estimar su linage y decendencia, con que Dios sería servido, o ya que no
podían traerla a esto, que entrasse en otra religión de menos aspereza, y nada se pudo acabar con
ella, hasta que, cansados sus padres, visto que su intento era firme, diéronle lugar a que permaneciesse
en aquel estado y orden santo, donde bivió vida admirable y acabó santamente. Es del libro segundo
De Apibus, capítulo veinte y nueve.
[43] En una Congregación de canónigos reglares del reino de Francia, estando cantando Completas
en cierta solemnidad y fiesta, al tiempo del dezir:
In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum
, todos procuravan mostrar su boz y mejorarse con contrapuntos, de modo que era mucho de
oír la música tan concertada. Callaron todos al tiempo de dezir el Credo, como se dize en silencio,
y oyóse una boz del Cielo que dixo:
-No ha sido oído sino el ronco.
Espantáronse todos, y luego echaron de ver que se dezía por uno que estava al rincón
despreciado, que tenía la boz triste y desentonada, el cual era de muy santa vida. Es del
/(436r)/ libro segundo De Apibus, capítulo 40.
[44] En el convento de monjas de Argensolio, tañendo a maitines, sola la abadessa fue al coro,
porque a las religiosas tenía el demonio con un engañoso sueño trascordadas, de modo que ninguna
se levantó. Oyó la abadessa al demonio, que dava grandes risadas burlando della, porque no tenía
quien le ayudasse a dezir los maitines. Llamó a algunas por sus nombres, y por oración que hizo
oyeron lo que la abadessa avía oído al demonio. Tornándolo a repetir, y contándolo unas a otras,
quedaron todas mal contentas, por ver que el maldito se burlava dellas. La abadessa las penitenció
en el capítulo, por donde el demonio, avergonçado, no usó con ellas en adelante semejantes burlas.
En otro monasterio de monges, siendo uno muy tentado de sueño, porque luego que se assentava en
el coro en su silla y se començava el canto se dormía, vido éste una noche en sueños al demonio,
que con una escudilla de pez derretida andava dando a bever a los frailes, y en beviendo quedavan
dormidos. Llegó a él, y poniéndole a la boca la pez, quemándole, huyó la cabeça atrás reciamente,
y diose en la silla una mala calabaçada. Despertó y vídose herido, y fuele ocasión para que en
adelante estuviesse alerto a los maitines. Refiérese en el libro segundo
De Apibus, capítulo cuarenta.
[45] Religiosíssimo se mostró el emperador Constantino Magno, cuando, juntándose el Concilio
Niceno por orden del Papa San Silvestre, hallándose presente en él el mismo emperador, como le
cargassen de cédulas los obispos que assistían a él, en que formavan quexas unos de otros, juntándolas
todas sin leer una y a vista del concilio las quemó, diziendo:
-Vosotros, padres míos, me avéis de regir a mí, y yo tengo de obedeceros. De vuestros
pleitos y diferencias Dios tiene el cargo, como vuestro superior. Aora entendamos en lo que conviene
al bien y utilidad de su iglesia, a que nos avemos juntado.
Haze con lo mismo del zelo a la religión deste grande emperador las
| muchas iglesias que edificó y enriqueció; el dexar al Romano Pontífice su casa y silla que tenía como emperador en
Roma, y de que tanto otros emperadores se avían preciado, dándolo libremente a San Silvestre
Papa y a sus sucessores; la honra que hizo a la Santíssima Cruz, vedando que no fuesse más
instrumento de muerte de malhechores, sino señal y vandera de emperadores y reyes; el estimar en
tanto los clavos con que Cristo, Nuestro Redemptor, fue enclavado en la Cruz, embiándoselos de
Jerusalem su piadosa y devota madre, la reina Helena, siendo hallados por ella al tercero día en que
halló la Santa Cruz, como dize San Isidoro, rezando de su invención su
Breviario. De los cuales, uno puso por cimera en su cavallo, usando dél cuando entrava en alguna peligrosa batalla, o, como
dize San Ambrosio, sobre su real corona. Lo dicho se refiere en la
Vida del mismo Constantino.
[46] El emperador Heraclio también tuvo zelo un tiempo a la religión, pues saliendo a pelear con
Cosdroes, rey de Persia, no aviendo aceptado el bárbaro algunas condiciones de paz que él le
ofrecía bien a su provecho y honra, por parecer que le tenía vencido y rendido, ocurrió Heraclio al
divino favor, pidiendo a Dios bolviesse por su causa contra aquel sobervio rey. Empleóse él y sus
gentes en oraciones y ayunos, salió de Constantinopla el día de Pascua, llevando en las manos una
imagen de la Madre de Dios muy devota, y por este medio alcançó vitoria de sus enemigos, recobró
tierras del imperio que le tenía ganadas, y el madero de la Santa Cruz en que Cristo murió, que le
tenía robado en Persia, y bolvióle al lugar propio y ciudad santa de Jerusalem, de donde el tirano la
avía llevado. Refiérese lo dicho en la
Historia de la Exaltación de la Cruz.
[47] Luitprando, rey de los longobardos, mostróse religioso en que, aviendo edificado iglesias y
monasterios, dotándolos magníficamente, passando de Africa a la isla de Sardinia, hallando allí el
cuerpo del beatíssimo doctor San Agustín,
/(436v)/ le trasladó a Pavia, donde tenía la silla y assiento
de su reino. Y afírmase que el mismo rey acompañó desde Génova el santo cuerpo, caminando a pie
hasta ponerle en el monasterio de su orden de aquella ciudad de Pavia. Refiérelo Fulgoso, libro
primero.
[48] Julio Filipo, primer emperador cristiano, aviendo muerto mal a Gordiano, hombre principal,
privóle de la Sagrada Comunión San Fabián Papa, vedándole la entrada en la iglesia a él y a todos
los que fueron con él en aquella muerte, si no la satisfacían con pública y verdadera penitencia.
Obedeció al Pontífice y hizo cuanto por él le fue mandado, sin parecerle que desautorizava la
dignidad imperial, ofreciéndose caso en que convenía se procediesse assí para honra y autoridad de
la religión. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[49] De Teodosio Emperador, también es notorio su zelo a la religión. El cual, estando en Milán,
vedóle San Ambrosio, que era arçobispo en aquella ciudad, la entrada en la iglesia hasta que
satisficiesse y hiziesse pública penitencia por aver derramado mucha sangre en Tesalónica, sin
proceder jurídicamente; porque, aviéndole muerto en aquella ciudad con tropel y furia popular un
corregidor, mandó él a su exército que entrasse por ella, y de la misma forma, con tropel y grita de
bárbaros, matassen cuantos se les pusiessen delante, hombres y mugeres, viejos y niños, llegando
el número de los muertos a siete mil. Por esto le excomulgó San Ambrosio, y vedó la entrada en la
iglesia hasta que satisfizo conforme al orden que por él le fue dado, el cual guardó, y con mucha
humildad cumplió. Refiérese en la
Vida de San Ambrosio.
[50] Grande menospreciador de la religión fue Juliano Apóstata. Era cristiano, y ordenado de diácono.
Dexólo todo y hízose gentil idólatra. Persiguió a los
| cristianos, matando y atormentando, o quitando
honras, dignidades y haziendas a muchos, y con el mismo Cristo, Dios Nuestro, traía sus enojos y
pleitos. Sucedió que en una batalla que dio a los persas fue herido de una lança sin dueño que vino
por el aire, y viéndose que moría, hinchió su mano de la sangre que corría dél, y arrojándola en alto
contra el Cielo, dixo:
-Vencido me has, Galileo (que este nombre dava a Cristo).
Y en dezir semejante palabra dio muestra que moría por menospreciador de la religión.
Refiérese en la Vida de San Basilio.
[51] Valente, emperador ariano, fue sacrílego en ser medio como los godos recibiessen con el
nombre de cristianos la heregía de Ario, pues pidiendo con buen intento maestros que los enseñassen
en la Fe santa, él les embió hereges que los pervirtieron en la heregía de Ario. Mas pagósela con lo
que ellos pudieron ser pagados, que fue con su vida. Avíanle ganado los mismos godos a Antioquía;
salió huyendo della, entróse en una casa pajiza del campo para esconderse y librarse de los que ivan
en su seguimiento, mas allí fue quemado, que es propria muerte de herege. Refiérelo Fulgoso, libro
primero.
[52] El abad Juan Anacoreta, ya viejo bivía en una cueva cerca del lugar llamado Socho, que
distava de Jerusalem viente millas, y tenía consigo una imagen de la Madre de Dios, en cuyos
braços estava su Sacratíssimo Hijo y Salvador Nuestro. Acostumbrava ir a algunas romerías a
Jerusalem a adorar la Cruz Santa donde se obró nuestro remedio, o al monte Sinaí a orar. Ya iva a
Efeso a visitar el sepulcro de San Juan Evangelista, donde entró vivo, aunque dél no se halla allí
alguna cosa, ya a Euchaita, donde está el cuerpo del santo mártir Teodoro, ya a Seleucia de Isauria,
a reverenciar el de Santa Tecla. Siempre que iva a hazer semejantes romerías, acendía una vela y
/(437r)/ poníala delante de la imagen de la Virgen, y hazía oración, diziendo: «Santa y Señora Mía,
Madre de Dios, porque tengo de ir camino largo y detenerme algunos días, tenednos, Señora, cuidado
desta vela, que no se apague, porque yo confiado en vuestro favor hago el viaje». Dicho esto, salía
de su celda, cerrava la puerta y iva su camino, en el cual se detenía algunas vezes un mes, otras, dos,
y aun llegava al quinto y sexto mes; a la buelta hallava encendida la vela y sin echarse de ver lo que
se avía gastado. Este milagro hazía Dios por respeto de aquella santa imagen de su Sagrada Madre.
En un viaje déstos que hazía el santo abad Juan, llegó a un camino muy estrecho, estando de la una
y otra parte muchas çarças, de las que ponen los labradores para guardar sus heredades, y vido venir
de la otra parte un fiero león. No quiso bolver atrás. Antes, llegando a encontrarse, como el uno sólo
pudiesse passar, enpinóse el león a un lado, recogiéndose cuanto pudo, y assí dio más lugar al santo
viejo para que passasse y, aviendo pasado, siguieron ambos su camino. Es del
Prado Espiritual, capítulo ciento y ochenta, y ciento y ochenta y dos.
[53] En el año de mil y trecientos y cinco, fue electo Sumo Pontífice Clemente Quinto, el cual passó
a la ciudad de Aviñón, en Francia, la corte romana, en cuyo tiempo, y a instancia del rey Filipe,
fueron muertos los Templarios. Dízese que les vino este trabajo por dos cavalleros de su mismo
orden, que, teniéndolos el maestre para justiciar por delitos que avían cometido, ellos depusieron
dél y de todo el orden grandes crímines y excessos, por donde fueron condenados a muerte. El
maestre Jacobo, con otros principales, estando en León de Francia para ser justiciados públicamente,
confessaron que morían | sin culpa, y recibieron las muertes con grande paciencia. Otros dos
cavalleros, llevándolos a matar y passando por donde estavan el Papa y el rey de Francia, los
citaron para que pareciessen delante de Dios a dar cuenta de sus muertes dentro de un año, y ambos
murieron, el Papa al cabo de un año, y el rey, desde a poco. Las haziendas déstos por la mayor parte
quedaron a los cavalleros de San Juan de Malta. Acerca de aver sido estinguido este Orden de los
Templarios, y de las muertes de sus cavalleros, han escrito diversos autores. Yo no tengo que dezir,
visto lo que dize dellos un concilio celebrado en Francia en tiempo del mismo Papa Clemente
Quinto, al cual me remito.
[55] León Cuarto, emperador de Constantinopla, tomó una corona de oro del templo de Santa Sofía
que avía dado el emperador Mauricio, y entre otras piedras tenía un carbunclo de valor grandíssimo.
Púsola en su cabeça, y fue herido luego de un carbunclo, apostema pestilencial, con que
miserablemente murió. Dízelo Blondo,
Década Segunda, libro primero, y Platina, con otros autores
graves. Y afirman que fue castigo del Cielo por el desacato que hizo en tomar y querer servirse de
corona ofrecida al culto divino.
[56] En la Vida de San Barbaciano, escrita por Hierónimo Rubeo, referida por
/(437v)/ Surio en el tomo séptimo, se dize que Galla Plácida, madre del emperador Valentiniano, estando en Rávena de
assiento, quiso edificar un templo de San Juan Evangelista, por aver sido libre de cierta tempestad
del mar por medio suyo. Edificóle, y muy sumptuoso, y en él hizo pintar una figura de Dios Nuestro
Señor, con grande magestad. Tenía un libro en la mano, y dávasele a San Juan, que estava pintado
más abaxo. El libro tenía un título: Juan Evangelista. De otra parte estava pintado un estendido mar,
y en él, dos navíos en peligro de anegarse por tormenta. En el uno parecía San Juan Evangelista,
que dava favor a la emperatriz. También avía otras pinturas en que parecían algunos de los misterios
que escrive en el Apocalipsi. El altar deste templo era de plata, avía en él grandes riquezas, en todo
estava perfecto y acabado, cuanto a la fábrica y hechura dél. Solamente faltava alguna reliquia del
Apóstol y Evangelista San Juan para cumplir con la costumbre de los concilios y santos de aquel
tiempo, que era poner siempre reliquias en el altar de cualquiera iglesia o templo del santo en cuyo
nombre se dedicava. Esto afligía el ánimo de la emperatriz Galla Plácida. Inquiría si en alguna
parte del mundo se hallasse reliquia del Evangelista San Juan, para traerla a su templo, y a la
diligencia de buscarla añadía ayunos y vigilias, para que Dios se la revelasse. Y porque le pareció
que eran necessarios más méritos que los suyos, embió a llamar de Roma a Barbaciano, varón
santo. Venido a Rávena, y dádole parte de su desseo, él la aconsejó que con sus donzellas y otra
honesta compañía tuviesse vigilia en el mismo templo edificado por ella, y que él se hallaría presente.
Lo cual se hizo por tres noches continuas, y en la última, después de aver gastado parte della en
oración, la emperatriz y los que la acompañavan se adurmieron. Barbaciano estava tam- bién
| medio dormido cuando vido un venerable viejo con vestiduras blancas y mitra de Pontífice, cuyo
rostro era hermosíssimo, y salía dél grande claridad, el cual andava con un incensario incensando el
templo por todas partes. Despertó del todo Barbaciano, muy admirado de ver semejante visión, y
levantándose con passos sossegados, fue a la emperatriz y, despertándola, mostróle al Santo
Evangelista, y díxole:
-¿Ves, señora, allí al que dedicaste el templo?
La emperatriz Plácida, commovida de un fervor de religión y santo, con passo acelerado fue
al Evangelista sagrado, que llegava ya junto al altar mayor, derribóse a sus pies y assióle dellos. El
glorioso Apóstol se fue de su presencia, y dexóla en sus manos el sandalio, que es el calçado
pontifical del pie derecho. Quedó la devota señora muy contenta por aver conseguido el fin de su
desseo y, venido el día, no sin derramar lágrimas de devoción y alegría, contó a su hijo Plácido
Valentiniano y a mucha otra gente lo que avía sucedido, y assí se celebró la dedicación de aquel
templo, el tercero día antes del fin de febrero.
[57] Zelo tuvo a la religión cristiana San Luis, rey de Francia, cuando hizo un copioso exército con
que passó a defender lo que se iva perdiendo de la Tierra Santa, que antes con el mismo zelo avía
ganado Gudufre de Bullón; donde el cristianíssimo rey Luis padeció grandes infurtunios, hasta ser
preso y rescatado, rescatando él assí mismo grandes millares de cristianos que estavan captivos
entre aquella gente infiel y bárbara. Y no cansado con esto, buelto en su reino, de nuevo levantó
exército para tornar a aquella santa expedición. Y llegando a Africa y teniendo cercada a Túnez,
murió herido de peste con un hijo suyo y mucha otra gente. Refiérelo Fulgoso, libro primero. /(438r)/
[58] También fue zelo de la religión el obedecer a los mandatos de la iglesia, como obedeció Luis
Séptimo, rey de Francia, hijo de Luis Sexto, llamado «el Gruesso», el cual, estando casado con
Heleonora, duquesa de Guiana, y teniendo della dos hijas, hallándose que eran parientes, y no
queriendo dispensar con ellos el Papa, se apartaron. Heleonora, llevando consigo el ducado de
Guiana, casó con Enrique, a la sazón Duque de Normandía, y después rey de Inglaterra, Tercero de
aquel nombre, y Luis casó con doña Constança, hija del rey de Castilla. Y por lo mismo de ser
parientes en tercero grado dexó don Alonso, rey de León, a doña Teresa, hija del rey de Portugal, y
a doña Berenguela, hija del Conde de Barcelona, con las cuales ambas se avía casado, una después
de otra, y por lo mismo de no querer dispensar con él el Papa, se apartaron, como parece en las
Corónicas de España.
[59] Don Ramiro, por falta de heredero en Aragón, fue sacado de su monasterio y hecho rey. También
le dieron muger, y della tuvo una hija llamada doña Urraca, y visto que dexava quien heredasse el
reino, con zelo de religión bolvió a su monasterio, sin que pudiesse estorvárselo amor de muger ni
de reino. Y Bermudo el Primero, teniendo dos hijos, acordándose que era ordenado de diácono
primero que se casasse, dexó la muger, y nombrando rey a un su sobrino, tomó el hábito de monge,
zelando assí mismo la religión. Refiérese en las
Corónicas de España.
[60] Traían entre sí cruda guerra, en tiempo de Felipe, Adeodato, rey de Francia, y los condes de
Roan y de San Egidio, sin que bastasse toda Francia a ponellos en paz. Tomó el negocio a su cargo
un hombre pobre, llamado Durante Podiense, el cual, con una imagen de Nuestra Señora pintada en
un pergamino que tenía alrededor un letrero y dezía:
Agnus Dei, dona no- bis | pacem
, afirmando que Dios se la avía dado, fue medio para que los discordantes tuviessen paz, y fue zelo que los
movió a la religión. Dízelo Fulgoso, libro primero.
[61] En la Vida de Austregisilo, obispo vituricense
, referida por Surio, tomo tercero, se dize que un molinero llamado Monulfo quiso picar la muela de su molino en domingo, y ordenó Dios que se le
aferrasse el instrumento a la mano, sin que fuesse possible quitársele. Salíale sangre de entre los
dedos, y podrecíasele la mano, dando malíssimo olor. Vídose que era castigo de Dios para escarmentar
a otros que en cosas de más momento quebrantan las fiestas. Fue llevado al obispo Austregisilo,
hizo oración por él, y luego con facilidad le quitó de la mano aquel instrumento de hierro, y quedó
sano. En la misma Vida se dize que siendo muerto Austregisilo, hizo Dios por él grandes milargros,
y particularmente defendió su iglesia y ciudad de tiranos y vexaciones, porque, viniendo de parte
del rey Teodorico un su privado llamado Guarnerio a pedir ciertos tributos y subsidios para la
guerra a la ciudad vituricense, siendo vivo el santo varón Austregisilo, y resistiéndole con causas
bastantes y justas, bolvió siendo muerto, y por fuerça cobró aquel dinero. Y aviéndolo cobrado,
entró en la iglesia donde estava sepultado el siervo de Dios, que era un monasterio fuera de la
ciudad, y visto que su sepulcro le tenía adornado de oro y plata la devocion de los fieles, dixo con
grande arrogancia:
-Bien fuera que Austregisilo dexara por herederos a los pobres de su hazienda, pues la avía
adquirido por la iglesia, y no mandara que cubrieran su sepulcro de oro y plata como está.
Dixo esto, no porque tuviesse cuidado de los pobres, sino como Judas bolvía por ellos,
siendo codicioso. No se avía apartado bien de allí, cuando cayó un madero de lo alto, y dándole en
la cabeça, le hizo rebentar sangre, dexándole el rostro y barba
/(438v)/ bañado en ella, y cayendo en tierra con grande abundancia. Viéndose herido Guarnerio, le dixo en alta voz con grande enojo:
-Austregisilo en vida se me mostró enemigo, y en muerte quiere matarme.
No fue parte esto para que pidiesse perdón al siervo de Dios y cessasse su tiranía, afligiendo
los pobres con su cobrança de los tributos injustos, y assí le castigó Dios con muerte rabiosa,
cayéndosele sus intestinos del cuerpo, a la traça de Judas el Apóstata, y diziendo en vozes altas que
Austregisilo y Sulpicio (que fue el que le sucedió en el obispado) le quitavan la vida. Y fue esto
ocasión para que en adelante no se cobrasse más de aquella ciudad semejante tributo. También en
tiempo del rey Pipino de Francia, yendo a dar batalla a Eudo, duque de Aquitania, como su gente se
descomidiesse y profanasse una casa que estava cerca de la ciudad vituricense, que era tradición de
los vezinos de un lugar llamado Corobeyas, donde estava, que avía sido del santo, y Dios por él
hazía allí milagros, no obstante esto, aviéndola profanado los soldados de Pipino, pegáronla fuego.
Mas vino luego sobre ellos el castigo de Dios, porque de los culpados se apoderaron demonios, y
unos se despedazavan sus miembros a bocados, y otros se echavan en llamas. Sabido esto por el rey
Pipino, mandó por público pregón que nadie hiziesse daño en cosa tocante a Austregisilo. Después
desto, Eudo puso cerco a la ciudad vituricense, el cual mandó a un capitán suyo llamado Agno que
se apoderasse del monasterio donde estava el cuerpo de Austregisilo. Éste recogió todo lo que vido
de provecho en la casa y repartiólo entre sus soldados, y siendo ya señor de la ciudad Eudo, Bertando,
abad del monasterio robado, hallándose con un vaso de plata, llevósele a Agno, diziendo:
-Toma, señor, este pequeño don que nos queda en el monasterio, y dexa libres a los monges,
porque | puedan rogar a Dios por ti.
Agno, con gran sobervia, respondió:
-Eudo, mi señor, me tiene mandado que te lleve captivo, ¿y ruegas por tus monges?
El abad, muy afligido, congregando su convento, dioles cuenta de aquella áspera respuesta,
y los monges se fueron al sepulcro de Austregisilo, y con lágrimas le pidieron les alcançasse de
Dios remedio en aquella necessidad. Y hablando con su Magestad, dezían: «Mira, Señor
Omnipotente, que nos han robado estos malos hombres lo que teníamos recibido de Ti para mejor
servirte». Entretanto, dio buelta Agno por todas las tierras del monasterio y robó cuanto halló de
precio, y ívase. Apareciósele durmiendo Austregisilo, y con rostro amenazador le dixo:
-¿Por qué has robado mi monasterio y perseguido mis monges?
Con esto, le hirió en la cabeça. El miserable despertó dando vozes, diziendo:
-¡Ay de mí, que Austregisilo Obispo me ha muerto!
Llamó su gente, mandóles que fuessen a Eudo y le dixessen que estava herido de muerte por
los robos que avía hecho en el monasterio de Austregisilo, que mandasse le fuessen restituidos si no
quería ver sobre sí otro castigo semejante. Oyendo esto Eudo, recibió grande temor. Mandó bolver
al convento todo lo que Agno avía llevado, y estando a la mesa, embió al mismo Agno un vaso de
plata para que le ofreciesse a Dios en satisfación de sus culpas. Y visto por él, dixo:
-Pequeño es este don para ser ofrecido por tan graves pecados como son los míos.
Y diziendo esto, espiró. Otros castigos semejantes hizo Dios en los que se atrevían a hazer
daño en el monasterio donde estava el cuerpo de Austregisilo y en la ciudad. Y permítelo porque se
tenga mucho respeto a los santos, pues su Magestad los estima y tiene en mucho, llamándolos
amigos y queridos suyos.
[62] En la Vida de San Friderico, obispo de Traiecto
, en Francia, referida por Surio /(439r)/ en el
cuarto tomo, se dize que un sacristán de la iglesia catedral de Traiecto se mostró profano y atrevido
en la capilla de San Juan Evangelista, donde estava el cuerpo del santo mártir Friderico. Dormía
allí, y cumplía con las necessidades de su cuerpo, siendo causa que no se visitasse aquel lugar de los
fieles por estar sucio y de mal olor. Apareciósele el mismo santo con otros dos obispos, Alfisco y
Ludgero, que le avían sucedido y estavan sepultados en la misma capilla, y reprehendiéronle porque
tenía en aquel lugar su cama, y echava sobre ella vestimentos sagrados, y tenía el lugar sucio y de
mal olor. Mandáronle que sacasse de allí su cama y le limpiasse. Él no hizo caso dello, aunque dio
cuenta de la visión a otros ministros de la iglesia. Avisáronle la segunda noche los mesmos tres
obispos, y menos se curó dello. Aunque, tornando a contarlo, le dixo un ministro de la iglesia que
hiziesse lo que le era mandado, y que temiesse algún castigo de Dios. No lo hizo él, por lo cual a la
tercera noche fue castigado, de suerte que como no tañessen a los maitines que se dezían a la alva
del día, ni se abriesse la iglesia, buscando los clérigos modo como entrar, hallaron el miserable
abrasado, y su cama ardiendo con fuego de alquitrán. Sacáronle de allí para sepultarle en el campo,
y el cuerpo iva echando de sí un fuego a modo de relámpago, que denotava cuán grande avía sido
su pecado en desacato del mártir San Friderico, y desde aquella sazón se tuvo mucho respeto a su
sepulcro.
[63] En la Vida de San Estevan Abad
, que anda entre las obras de San Juan Damasceno, y lo refiere
Surio, tomo séptimo, se dize que siendo emperador de Constantinopla León, Tercero deste nombre,
siendo herege, dio en perseguir las santas imágines, quitándolas de los templos y iglesias. Sucedió
| y fue assí, que estava sobre la puerta de la iglesia catedral de la misma ciudad de Constantinopla
una imagen de Cristo, con que la ciudad toda tenía particular devoción. Mandávala el sacrílego
emperador derribar de allí. Púsose una escala, y subía por ella el ministro desta maldad, mas
juntáronse algunas devotas mugeres con zelo grande del servicio de Dios, y tomando ánimo y
osadía, llegaron a la escala y derribáronla en tierra con el que estava en ella, el cual de la caída
murió, y fue éste el premio de su sacrilegio. Ni contentas con esto, entraron en la iglesia cargadas
de piedras, y dan en un patriarca que avía puesto allí el tirano, llamado Anastasio, tan malo y
perverso como él, aviendo quitado la dignidad a Germano, que era católico y santo varón. Llamávanle
intruso y falso, lobo y no pastor, mercenario y no prelado, y sobre esto llovía sobre él tal pedrisco
que más con miedo que vergüença dio a huir, y valióle la vida tener ligeros los pies. Fue al emperador
y contóle lo sucedido, el cual embió gente bien armada que mataron a algunas de aquellas valerosas
mugeres. Adelante desto se dize que, teniendo preso en la cárcel al mismo San Estevan Abad el
impío emperador sobre el negocio de las imágines, defendiendo el santo su adoración, embió gente
mala y facinorosa para que cruelmente le matassen. Fueron de tropel, y entran dando vozes, diziendo:
-Dadnos a Estevan, enemigo de nuestro emperador, para que muera.
Oído por él, con grande ánimo y rostro alegre y sereno se les puso delante, diziendo: