DISCURSO CINCUENTA Y UNO. DE MILAGROS
La inmensa Magestad de Dios quiere algunas vezes mostrar la grandeza de su poder en
cosas varias, las cuales el ingenio humano no alcança que con fuerças de hombres pueden hazerse,
y assí queden admirados, y las semejantes se llaman milagros. De los cuales, nuestra Cristiana
Religión y Ley de Gracia está tan abundante, que quien pretendiesse escrivir todo lo que se podría
dezir, sería hazer un volumen inmenso. Y por esto, en el
Discurso presente se pondrán algunos, o por ser más famosos, o por tener mejor autor, o porque dellos se puede sacar mayor provecho para
las almas. Aunque primero començaremos con algunos hechos en en tiempo de la Ley de Naturaleza
y Escritura.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] La Creación del Mundo puede ponerse entre las obras miraculosas de Dios, pues hizo de nada
cosas tan excelentes, tan diversas y estrañas, que en la contemplación dellas se ofuscan y deslumbran
muy altos entendimientos. Si no, véase en el movimiento de los Cielos y en la compostura del
hombre; lo uno y lo otro declara grandemente ser infinito el poder y saber de su Artífice. Esta
Creación del Universo vino a noticia del hombre por revelación, pues como dize San Gregorio, en
la Homilia primera sobre Ezequiel, profetizó Moisés de lo passado, diziendo: «En el principio creó
Dios el Cielo y la Tierra». No dixo lo que estava por venir, sino descubrió lo
| oculto. Es del principio del Libro del Génesis.
[2] También fue negocio miraculoso el conservar Dios a Noé en tiempo del Diluvio, con sus hijos
y mugeres, y de todas las especies de animales, y que estando juntos tanto tiempo en la Arca
tuviessen paz, como se refiere en el capítulo séptimo del
Génesis.
[3] Grandes milagros hizo Dios por medio de Moisés cuando sacó libres a los hebreos de la captividad
de Egipto, guiándolos con una columna de fuego de noche y una nube de día, abrirse el mar y
passar por él a pie enxuto, sacar agua de una piedra, hazer dulces las aguas amargas con echar
Moisés en ellas un leño, el darles de comer el maná, y un tiempo codornizes, el tragar vivos la tierra
a Core, Datán y Abirón, con sus cómplices. Y en particular, se dize en el capítulo veinte y seis de los
Números que hizo Dios un grande milagro en que, abriéndose la tierra y tragando a Core, no
perecieron sus hijos estando juntos con él, sino que quedaron suspensos en el aire, como declara
Nicolao de Lira, porque no tenían culpa en el pecado de su padre. Lo dicho es del
Éxodo y del Libro de los Números.
[4] También fue milagro el detener Josué las riendas del Sol para que acabasse de vencer a sus
enemigos, como se dize en el capítulo dézimo de su
Libro; y que bolviesse diez líneas atrás en
tiempo del rey Ezequías para confirmación de que le dava Dios salud miraculosa. Y refiérese en el
capítulo /(303v)/ veinte del Libro Cuarto de los Reyes.
[5] El profeta Elías hizo muchos milagros, como fue baxar fuego del Cielo a su boz y abrasar a los
soldados que atrevidamente venían a prenderle, el resuscitar un niño muerto, el abrirse el Jordán
herido con su capa y ser arrebatado en un carro de fuego. Como parece en el
Cuarto de los Reyes, capítulo primero, y en los siguientes.
[6] También Eliseo hizo milagros, y fue uno resuscitar el hijo muerto de la Sunmamítide, el hazer
dulçe la olla que era amarga, multiplicar el pan que comiessen sus huéspedes, sanar de lepra a
Naamán, y que resuscitasse su cuerpo muerto a otro que echaron en su sepulcro y se juntó con él. Es
del Cuarto Libro de los Reyes, capítulo cuarto y siguientes.
[7] A Josafat, rey de Judá, pusieron grande temor los amonitas y moabitas, que vinieron a quitarle
el reino y la vida. Y pidió parecer y favor a Dios, cómo se libraría dellos, y hablóle por un profeta,
mandándole salir con música de cantores, precediendo los sacerdotes y ministros del templo, a la
cual los enemigos començaron a moverse, no contra el rey que les salía al encuentro, sino unos
contra otros, y fue de suerte que los judíos no tuvieron trabajo en pelear con ellos, sino en quitarles
sus despojos, con que bolvieron tan cargados a Jerusalem, como antes lo avían salido de miedo. Es
del Segundo Libro del Paralipomenon, capítulo veinte.
[8] Teniendo el rey Senaquerib su exército en Lachis, cerca de Jerusalem, por una blasfemia que
dixo le mató un ángel de noche ciento y ochenta y cinco mil hombres, en tiempo del rey Ezequías,
y fue milagro para quien vido a la mañana tantos muertos sin ver
| desnuda su espada. Es del Cuarto de los Reyes
, capítulo diez y nueve.
[9] También fue milagro de los tres amigos de Daniel, que estando en el horno de Babilonia en
medio de la llama, no fuessen abrasados, y que el mismo Daniel estuviesse siete días entre leones
hambrientos y no fuesse dellos despedaçado y comido. Refiérese en su
Profecía, capítulo sexto y catorze.
[10] En la batalla que Judas Macabeo tuvo con Timoteo, capitán del rey Antíoco Eupator de Siria,
se vieron cinco cavalleros armados con armas doradas en cavallos briosos, de los cuales dos se
pusieron a los lados del Macabeo para defenderle, y los tres se adelantaron al principio de la batalla,
hiriendo al enemigo, y con su favor venció magníficamente. Y en otra batalla que tuvieron los
judíos contra Lisias, se vido de su parte otro cavallero con armas blancas, donde también alcançaron
victoria. Refiérese en el Segundo Libro de los Macabeos
, capítulo décimo y undécimo.
[11] La anunciación y concepción del Baptista miraculosa fue, por ser su padre viejo y su madre
estéril. El quedar mudo Zacarías por su incredulidad, y serle restituida el habla el día que San Juan
fue circuncidado, todas fueron obras miraculosas. Es de San Lucas, capítulo primero.
[12] Que la Madre de Dios concibiesse y pariesse sin daño de su integridad, milagro fue, y lo
mismo el parir sin dolor. El venir los pastores a adorar su precioso Hijo luego que nació, llamados
por un ángel, y los Reyes a los treze días, guiados por una estrella, obras fueron miraculosas. Y
refiérenlo San Mateo y San Lucas, en el capítulo segundo.
/(304r)/
[13] El primer milagro que hizo Jesucristo Nuestro Señor conversando con los hombres, y el principio
de sus maravillas, dize San Juan en el capítulo segundo que fue convertir agua en vino en las bodas
de Caná de Galilea. El dar de comer por dos vezes a muchos millares de hombres con pocos panes
y peces, el sanar enfermos de diversas enfermedades, como onze leprosos (de los diez escrive San
Lucas, capítulo diez y siete, y del uno, San Mateo, capítulo octavo); dio vista a seis ciegos (de los
dos escrive San Mateo, capítulo nueve, y de otros dos, capítulo veinte; de otro, San Marcos, capítulo
octavo, y de otro que nació ciego, San Juan, capítulo nono); libró del demonio a seis, como se
colige de San Mateo, capítulo octavo, y a la hija de la Cananea, según refiere también San Mateo,
capítulo quinze (y de la Magdalena dize en especial San Lucas, capítulo octavo, que echó siete
demonios); resuscitó tres muertos (a la hija del Archisinagogo, al hijo de la viuda de Naín, y a
Lázaro, hermano de Marta y María, y cuéntalo San Mateo, capítulo nono, San Marcos, quinto, San
Lucas, octavo, y San Juan, undécimo); a la suegra de San Pedro sanó de grandes fiebres, y es de San
Mateo, octavo; al hijo del Régulo, en Cafarnaum, que estava a punto de espirar, como lo escrive
San Juan, capítulo cuarto, a la muger que padecía fluxo de sangre, tocando su vestidura, según San
Mateo, capítulo nono; al mar hizo que se quietasse en una grande tempestad
| (dízelo San Marcos, capítulo cuarto); el mostrarse transfigurado a tres discípulos fue obra miraculosa, y es de San Mateo,
capítulo diez y siete; sanó la oreja cortada por San Pedro a Malco, y refiérelo San Mateo, capítulo
veinte y seis; estando en la Cruz se eclipsó el Sol, teniendo en su oposición a la Luna poco antes;
quebrarse las piedras, romperse el velo del templo: todo fue milagro. Su Resurrección, con el
terremoto que vino, abriéndose el sepulcro; el entrar, cerradas las puertas, donde estavan sus
Apóstoles, el subir a los Cielos a los cuarenta días, en presencia de sus discípulos; todas son obras
admirables y milagrosas. Y sin los dichos, hizo otros muchos milagros el Salvador, tanto, que viene
a dezir San Juan en el capítulo último: «Muchas otras señales hizo Jesucristo, que para escrivirse
fueran necessarios grandes libros». Ni cessaron los milagros por averse subido al Cielo su Magestad.
Milagro fue la venida del Espíritu Santo en lenguas de fuego, despertando las de los Apóstoles y
discípulos, de tal suerte que predicaron su
Evangelio en todo el Mundo, siendo entendidos en todas
partes, y recebida en muchos su doctrina, como se refiere en el
Libro de los Hechos Apostólicos, capítulo segundo, y en los siguientes. Hizieron assí mismo milagros los Apóstoles en virtud de
Cristo, como San Pedro, que sanó a un coxo que pedía limosna a la puerta del templo, y refiérese en
el mismo Libro, capítulo tercero. Y en el capítulo quinto se dize que sanó con su sombra a algunos.
El sacarle un ángel de la cárcel, librándole del poder de Herodes, milagro fue, y el sanar a Eneas,
paralítico de ocho años, y el /(304v)/
resuscitar a Tabita, como parece en el mismo Libro
, capítulo nono. La conversión de San Pablo, por aver sido miraculosa la celebra la Iglesia. El cual, a Elimas
Mago, que estorvava la conversión del procónsul Paulo, privó de la vista en la ciudad de Listris.
Sanó a un coxo de nacimiento, y es del capítulo catorze. Libró del demonio a una donzella, resuscitó
a un moço que de cierta caída avía muerto (en el capítulo veinte). Y aviéndo- se
| librado de un naufragio, estando en la isla de Mitilene, le mordió una vívora, quedándosele colgada de la mano
sin daño del Apóstol, el cual hizo otros milagros, como parece en el mismo
Libro de los Hechos Apostólicos. La Madre de Dios, los Apóstoles, los mártires y confessores, las sagradas vírgines, han
hecho tantos milagros y tantas maravillas, que andan libros dellos, y tocarse han algunos.
Lo más de lo dicho se coligió de la
Divina Escritura. |
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] Viniéronles a las manos los Libros Sagrados
a Teopompo Histórico y a Teodecte Cómico. Éste
quería aprevecharse dellos para sus farsas y entremeses, y quedó ciego. Aquél los ponía en dozena
entre sus fábulas y mentiras, llevándolo por un rasero; quitóle Dios la hazienda, y faltávale con qué
comprar un pliego de papel en que escrivir. Ambos cayeron en la cuenta de dónde les venía el daño,
lloraron su culpa y enmendáronse, y ambos se remediaron, tornando el uno a tener hazienda, y el
otro, vista. Refiérelo Fulgoso.
[2] En Sicilia estavan unos estanques llamados Pálicos cerca del río Simeto, en el cual, si entrava
alguno que huviesse jurado falso, luego era muerto, y al que carecía deste crimen no hazía daño. Y
en Asia, cerca de Tiana, estava una fuente llamada de Júpiter, de agua frigidíssima, de la cual si
bevía algún perjuro, luego era herido manos y pies de llagas penosíssimas, de que sentía tan gran
dolor que forçado confessava la verdad, y a los que juravan sin mentira no hazía daño. Esto afirma
Filostrato, y refiérelo Fulgoso, y era obra miraculosa. |
[3] En la ciudad de Berito, del obispado de Antioquía, residían muchos judíos, y en casa de uno
dellos fue hallada una imagen de Jesucristo, que por olvido de un cristiano que vivía primero en ella
se dexó allí, y se tenía por tradición que la hizo Nicodemus, el que se halló con Josef en la sepultura
de Cristo, aviéndole descendido de la Cruz. Vista por aquella mala gente, primero trataron mal al
judío en cuya casa estava, no bastándole su disculpa de que la dexó allí el que primero vivía en ella,
siendo cristiano. Después, llevando la imagen a su sinagoga o casa de oración, que tenían en aquel
pueblo, y trayendo a la memoria lo que sus passados avían hecho en la persona de Cristo, determinaron
hazer ellos en la figura e imagen otro tanto, por afrenta y vituperio suyo. Echáronle salivas en el
rostro, diéronle bofetadas, tomaron clavos y traspassaron con ellos las manos y pies de la imagen.
Pusiéronle en la boca una esponja con vinagre, hizieron una corona de espinas y pusiéronsela en la
cabeça, y últimamente, uno de los que estavan allí, el más cruel y atrevido, tomó una lança y diole
una cruel /(305r)/ herida por el costado. Mostró Dios una maravilla grandíssima, y fue que de la
herida començó a manar sangre y agua en grandíssima abundancia, no sin espanto y admiracion de
aquella infernal y sacrílega gente. Truxeron una vasija grande en que recogerlo, y en breve tiempo
fue llena de aquel santo licor. Trataron entre ellos sobre ello, y acordaron que se diesse a enfermos,
para que si era verdad lo que de Jesús Nazareno se dezía en el tiempo que vivió en el Mundo, que
tocándolos con sus manos los sanava, que lo mismo haría aquel licor, y no siendo assí, que fuesse
tenido por cosa de burla y mentira todo lo que dél se dezía acerca de sus milagros. Hízose assí, todo
con intento de burlar y escarnecer del Salvador. Estando, pues, la vasija en la sinagoga, convocaron
enfermos, y ungidos con aquel santo licor sanavan. Convencidos los judíos de la fuerça deste milagro,
fueron al obispo metropolitano y, derribándose a sus pies, confessaron su delicto y todo el caso
sucedido. Y averiguada la verdad por él, y vista la imagen con el licor y milagros de los que sanavan,
porque lo pidieron ellos, hizo cristianos a los judíos, baptizándolos, y la sinagoga se consagró en
iglesia con título y nombre del Salvador, y fue la primera deste nombre y título. De el licor fue
embiado en vasijas pequeñas de vidro por toda la Cristiandad, con el testimonio del milagro. Esta
relación se hizo en el Concilio Nizeno, el Segundo, y se mandó se autenticasse entre los hechos de
aquel concilio.
[4] Cetrón y Eufrosina, muy devotos de San Nicolás, y que celebravan cada año su fiesta, tenían un
hijo, el cual les fue llevado captivo por agarenos a Babilonia. Y estando sirviendo a la messa del
rey, acordóse el moço que era víspera de San Nicolás, en que sus padres hazían grande fiesta.
Preguntóle el rey por qué llorava. Diole cuenta dello, y el pagano le dixo haziendo burla:
-Si esse Ni- colás | es poderoso, dile que te lleve allá.
Tenía en las manos el moço el vaso que el rey avía de bever, y vídose que le asieron de los
cavellos y levantaron en alto, y a vista del rey y de los que estavan con él, desapareció, y desde a
poco espacio se vido en la iglesia de San Nicolás, adonde sus padres celebravan la fiesta, no obstante
que aquel año avía sido con grandes lloros y tristeza por la prisión y captividad del hijo. Y viéndole
libre, fue muy mayor su regozijo, y creció la devoción del santo. Es de la
Vida de San Nicolás, escrita por el Metafraste.
[5] En la ciudad de Nola, que es en Campania, provincia de Italia, estava Félix Sacerdote, el cual,
en una persecución que se levantó contra los cristianos, viniendo ministros de los juezes a prenderle
por tener dél noticia, y llegando a la plaça, a quien primero preguntaron por Félix fue a él mismo.
Respondióle que avía poco que estava allí. Dexáronle, y preguntaron a otro lo mismo, el cual les
dixo:
-Aquél es, con quien agora hablávades.
Avíase Félix apartado de allí, entendiendo para lo que aquellos le buscavan. Siguiéronle.
Llegó Félix a un muro viejo y roto de la ciudad, y pareciéndole que según el tiempo no avía lugar
más acomodado para esconderse que aquél, entró allí. Donde, siendo ordenado por Dios, juntáronse
muchas arañas y hizieron delante dél una tela, con que de presto le cubrieron. No faltó quien le vido
entrar allí y dio aviso a los que le buscavan, que ya llegavan cerca, mas visto por ellos el lugar y las
telas de las arañas, dixeron:
-El que nos dixo que entró aquí, burlóse de nosotros, pues por donde a una mosca se le veda
la entrada, de razón se le ha de vedar a un hombre.
Y con esto, enojados, se fueron a buscarle a otra parte. Cosa maravillosa por cierto que, no
siendo poderosos muros fuertes, y en ellos muchos soldados para defender los vezinos de una
ciudad, que no sean entrados de enemigos y puestos a cuchillo, bastan telas de arañas
/(305v)/ para defender a un hombre sin armas de muchos cargados dellas. Escrivió esto Paulino, obispo de la
misma ciudad de Nola, y dize: «Verdaderamente el que tiene consigo a Cristo, la tela de araña le
basta por muro, mas al que está sin Cristo, ni los muros fuertes bastan a su defensa».
[6] Bolviendo San Hilario de un destierro donde le avían tenido hereges, y caminando en un navío
para Francia, su tierra, siendo obispo de Poitiers, llegó el navío en que iva a una isla llamada
Gallinaria, que es en el mar de Toscana. Entendió que estava despoblada, y era la causa el aver en
ella muchas serpientes ponçoñosas, las cuales avían echado della a sus habitadores. El santo obispo,
pareciéndole que era menos peligro el pelear con bestias ponçoñosas que con hereges, con quien
siempre anadava a las manos, determinó de salir a ella, aunque contradiziéndole todos los que
venían en el navío. Tomó su báculo, salió a tierra, y viniéndose para él aquellas serpientes, començó
con el báculo a amenaçarlas, haziendo la Señal de la Cruz. Vídose luego que bolvieron todas atrás
y él fue siguiéndolas, hasta que las llevó a una parte de la isla muy fragosa, y allí hincó en tierra su
báculo, poniéndole por límite de las ponçoñosas bestias. Después de lo cual, aunque por la otra
parte se veen saltar en la agua, por aquella no osan passar un pie adelante del término que les puso
el santo varón. Y de aquí se vido cuánto excede el segundo Adam, Jesucristo, al primero, pues el
primero obedeció a la serpiente, el segundo tiene siervos que mandan a las serpientes. El primero,
por la serpiente fue echado de su silla, que era el Paraíso Terreno; el segundo echa por medio de sus
siervos las serpientes de sus proprias moradas. Y desde este tiempo se hizo habitable aquella isla, y
adonde antes habitavan dragones, ya habitan hombres que alaban al mismo segundo Adam, Jesucristo,
que tal obra hizo por su | siervo. Es de su
Vida, escrita por Fortunato.
[7] San Gangulfo, cavallero principal y exercitado en las armas, en que sirvió al rey Pipino de
Francia, siendo contado entre los más valientes y esforçados de su reino, junto con esto era gran
siervo de Dios, y al cabo, procurándolo su propria muger, fue mártir. Bolvía una vez de cierto
negocio a que le embió el rey, y estando en la provincia de Campania, siendo el mediodía y tiempo
muy caluroso, apartóse del camino y vido una hermosa fuente, de que se agradó mucho. Y
assentándose junto a ella con sus criados para comer de la provissión que llevavan, vino allí el
dueño de aquel campo, a quien rogó Gangulfo que se assentasse y comiesse con él. Estando comiendo
y mostrando el contento que tenía de gustar la agua de la fuente, dixo al señor della que si se la
quería vender se la pagaría muy bien, para passarla a su tierra. El otro, oyendo esto, rióse dél,
teniéndole por hombre sin juizio, y queriendo burlarse dél sacándole algún dinero, y que se quedaría
con la fuente, pues no entendía cómo era possible llevarla, ni acordándose que dixo Cristo, Nuestro
Redemptor: «Si tuviéredes fe bastante, podréis mandar a un monte que se despeñe en el mar, y él os
obedecerá», respondióle que se la vendería si le dava por ella cien sueldos. Gangulfo los contó y se
los dio, y acabada la comida, bolvió a su viaje, y llegando a su propria tierra, que se llamava
Varenas, adonde a la sazón vivía, y donde se fundó después una iglesia de su nombre, dio cuenta a
su muger, entre otras cosas, de la fuente que avía comprado en Campania para traerla allí, de que
ella no hizo poca burla. Murmuró dél, teniéndole por desatinado y pródigo. Salió desde algunos
días el varón santo a ver un huerto que tenía junto a su casa con un báculo en la mano, y en una parte
que le pareció acomodada para /(306r)/
su intento, hincó el báculo y dexóle allí. Otro día, faltándole
agua para lavarse las manos, mandó a un su criado que fuesse a donde estava el báculo, y sacándole,
manando allí agua, le truxesse della. Fue el criado, sacó el báculo y salió un grande golpe de agua,
y hízose una fuente de la misma traça que era la que compró en Campania. Donde el que la vendió
se quedó sin ella, porque nunca más pareció agua en aquel lugar, y permaneció donde el santo
quiso. Y por merecimientos suyos, beviendo enfermos de aquella agua, sanavan. Refiérelo Surio,
tomo tercero.
[8] Hugón, abad cluniacense, entrando una vez en París, dixo Missa en la iglesia de Santa Genovesa,
donde le mostraron una cassulla traída de Antioquía, con que era fama que dixo Missa el Apóstol
San Pedro. Vista por San Hugón, dixo:
-Oxala tuviéramos aquí algún enfermo para que esperimentáramos en él la virtud y gracia
del Apóstol.
Oído esto por uno de los presentes, truxo allí un paralítico de muchos años llamado Roberto,
y pidió a Hugón le remediasse. El santo hizo por él oración, puso sobre él la cassulla, y con boz
humilde, dixo:
-Esto dize el Apóstol: Roberto Paralítico, sánete Jesucristo. Levántate y anda.
Levantóse luego sano, y dio gracias a Dios y a su siervo por la recobrada salud. Fue público
este milagro, y avía santa contienda acerca dél, porque los de París atribuían el milagro a San
Pedro, los monges cluniacenses, a Hugón. Y lo que se puede entender es que el paralítico Roberto
rogó a Hugón, por medio del que allí le truxo, le alcançasse salud, Hugón rogó por él a Cristo,
intercedió San Pedro, y diole salud el autor della, Jesucristo. Refiérelo Surio, tomo segundo.
[9] Residía en Alexandría un varón fiel, misericordioso y de costumbres inculpables, en cuya casa
se hospedavan monges peregrinos, el cual grandemente era devoto de la Madre de Dios. Tenía
muger igual a él en virtudes, y que ayunava de ordinario las Vigilias des- ta
| Señora y otro muchos días, sin los de obligación. Tenía una hija de seis años. Era él tratante y mercader, por lo cual le
convino passar a Constantinopla. Dexó a la muger y hija en su casa con un criado, y al tiempo de
entrar en el navío, díxole la muger:
-¿A quién, señor, nos dexas encomendadas?
Respondió él:
-A la Madre de Dios y Señora Nuestra, la Virgen Santa María.
Después de lo cual, como un día estuviesse la muger en su aposento trabajando de manos, y
tuviesse consigo su hija, el criado, por sugestión del demonio, quiso matarlas, y robar la casa e irse.
Tomó un cuchillo y salió de la cozina, y llegó a la puerta del aposento donde estava la señora, más
hirióle Dios de ceguedad, y fue de suerte que ni entrar en el aposento, ni bolver a la cozina era en su
mano. Estuvo una hora porfiando para entrar, y visto que no hallava la puerta, llamó a la señora que
llegasse a él. Ella que le vido estar junto a la puerta, e ignorava que estuviesse ciego, díxole:
-Entra tú dentro. ¿Qué quieres?
Porfiava él, y con juramentos la importunava que llegasse. Dezía ella que no iría en alguna
manera, que por qué no entrava. Replicó el criado:
-Pues llegue aquí essa niña.
-Ni ella ha de ir -dixo la madre-, que es poca tu vergüença, pudiendo entrar y dezir lo que
quieres, pedir que nosotras salgamos allá.
Visto por el criado que no podía executar su mal intento, con el cuchillo que traía se hirió de
muerte. Dio bozes la señora, ocurrió gente, y llegó allí el magistrado sabido el caso, y como aún no
estuviesse muerto el criado, de su boca supo todo el caso, y los que estavan presentes alabaron a
Dios, que por merecimientos y ruegos de su Sagrada Madre avía librado a aquellas dos personas
que le fueron dadas en guarda. Es del Prado Espiritual
, capítulo setenta y cinco.
[10] Iva el abad Gregorio Anacoreta en un navío, partiendo de Constantinopla a Hierusalem, y
entre otros passajeros que /(306v)/ llevavan aquel viaje con designo de adorar los Lugares Santos
de aquella ciudad, era un escrivano con su muger. Estando, pues, en alta mar, faltóles la agua,
donde se vido un triste espectáculo, porque estavan tendidos por el suelo niños, moços, mugeres y
hombres, a punto de perecer de sed. El escrivano, impaciente de ver este daño, puso mano a la
espada para el patrón del navío, queriéndole matar, diziendo que él tenía la culpa por no se aver
proveído de agua suficientemente. El abad Gregorio le fue a la mano que no lo hiziesse, y dixo:
-Harto más acertado será que todos hagamos oración a Dios que nos libre deste tormento,
que assí lo haze el mismo patrón, que ha tres días que ni come ni beve, estando orando.
Y era assí verdad, siendo hombre devoto y muy religioso. Y assí pareció, porque al cuarto
día el patrón començó a dar bozes, diziendo:
-Gloria se dé a Ti, Cristo, Dios Nuestro.
De lo cual se admiraron los que ivan en el navío. Mas su admiración cessó luego, viendo
que una nuve se puso sobre él y començó a derramar abundancia de agua, que cogieron en vasos,
con que se proveyeron bastantemente. Y era el milagro mayor, que caminando el navío, la nuve
caminava sobre él y vertía su agua, sin que cayesse cosa en el mar. Es del
Prado Espiritual, capítulo ciento y setenta y cuatro.
[11] Llegó de Egipto a Seleucia el abad Brocha, y cerca de la ciudad vido un lugar desierto, donde
quiso edificar una pequeña celda y ser morador algún tiempo. Levantó las paredes, y faltávale
madera con que cubrirla. Entró en la ciudad y vido a la puerta de una casa el dueño della, llamado
Anatolio, hombre principal. Díxole:
-Ruégote, señor, que uses comigo de caridad y me des madera con que cubra una pequeña
celda para mi habitación.
El otro, muy indignado de oír tal demanda, díxole:
-¿Ves aí un madero? Tómale.
Con esto le mostró una viga, que era bastante para entena de un navío, que estava junto a su
casa. El abad | Brocha le replicó:
-Pues, señor, me hazes la caridad, échame tu bendición.
Anatolio, más enojado y lleno de cólera que primero, dixo con ironía:
-Bendito seas del Señor.
Oído esto por Brocha, levantó él solo el madero, y poniéndosele al hombro, como si llevara
una vara ligera caminava a su celda. Quedó lleno de espanto Anatolio, visto tan estraño milagro,
por lo cual de buena gana le dio el madero que antes, burlando, mostrava querer dar. Y con él,
aviéndole asserrado en menudas pieças, cubrió su celda, y le sobró para otros ministerios. Refiérese
en el Prado Espiritual, capítulo ciento y noventa.
[12] En menosprecio de la Religión Cristiana dio licencia el emperador Juliano a los judíos que
reedificassen el templo de Hierusalem, destruido por Tito, hijo de Vespasiano. Començóse la obra,
y estando puestos los fundamentos, dio la tierra un gran bramido, y despidiendo de sí llamas terribles
de fuego, bolvió en polvos lo començado de la obra, y no perdonó a las herramientas de los oficiales,
que también fueron hechas ceniza. Murieron muchos judíos y no pocos de los oficiales. Y en la
siguiente noche se vieron en los vestidos de los judíos que quedaron, cruzes señaladas, sin que se
pudiessen borrar. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[13] Reinando Teodorico en Africa, era obispo de Cartago Olimpio Herege. Estávase un día bañando,
y dixo una blasfemia de la Santíssima Trinidad, en la cual no creía. Vieron muchos que estavan
presentes que cayeron del Cielo tres rayos, y sin hazer daño en otra parte, le hirieron, dexándole
abrasado y consumido. Es del mismo.
[14] El emperador Valente, ariano, quiso llevar a Constantinopla la cabeça de San Juan Baptista, de
un pueblo donde estava. Púsola en un carro, y no fue possible dar passo con ella, y assí desistió de
su intento. La cual después llevó el empera- dor
/(307r)/ Teodosio con grande facilidad. Y dexóse
luego entender la causa deste misterio, que fue no querer ir la cabeça del Baptista con un herege,
como lo era Valente, sino con Teodosio, que fue católico y buen cristiano. Refiérelo también Fulgoso,
libro primero.
[15] Aviendo el emperador Heraclio cobrado el precioso madero de la Santa Cruz de poder del rey
de Persia, Cosdroes, y bolviendo con ella a Hierusalem, quiso ponerla en su proprio templo, donde
antes estava. Y para esto ordenóse una sumptuosíssima processión, y en ella salió Heraclio vestido
con riquíssimas ropas, y con el calçado sembrado de piedras de mucho valor, y con la Cruz sobre
sus hombros. Avía de atravesar una puerta de la ciudad, y paróse el emperador con la Cruz, sin
poderse mover de un lugar, y desto, él y todos los presentes quedaron admirados, no sabiendo qué
pudiesse ser la causa de tan estraño milagro. El Patriarca Zacarías, que iva al lado del emperador,
buelto a él, dixo estas palabras:
-Miedo tengo, sereníssimo príncipe, no sea la causa de que no puedes moverte la que te
diré. Tú, señor, llevas la Cruz sobre tus hombros, procurando imitar a Jesucristo que la llevó por
este mismo camino, y si bien miras en ello, imítasle poco, porque no la llevas como él la llevó, ni
como conviene llevarla. Porque tú llevas atavíos riquíssimos, y Él llevava una vestidura humilde;
tú llevas corona imperial en la cabeça, y Él llevávala de crueles espinas; llevava Él los pies descalços
por el suelo llenos de polvo, y tú los llevas puestos en púrpura y preciosas perlas.
Parecióle a Heraclio que Zacarías tenía razón, y mandó traer una ropa de poco valor. Quitóse
la corona y calçado, y assí, descalço y con pobre y humilde vestido, pudo proseguir con la processión,
hasta poner la Sacrosanta y Bendita Cruz en el lugar donde Cosdroes la avía quitado catorze años
antes. Lo dicho se refiere en la Fiesta de la Exaltación de
| la Cruz, y habla dello Lipomano en el
sexto tomo.
[16] En la batalla que el rey don Ramiro tuvo contra los moros en España, fue visto de todos los que
en ella se hallaron el Apóstol Santiago el Mayor, cuyo cuerpo está en Galizia, que en un cavallo
blanco con armas resplandecientes faborecía a los cristianos y perseguía a los paganos, y con su
fabor se ganó aquella batalla, quedando muchos pueblos obligados de su gana a dar cada año cierta
paga y tributo a su Iglesia, como parece por un Privilegio dado por el mismo rey, donde se cuenta
este milagro. Y quedó de aquí que los españoles, en todos sus trances de guerra, apellidan en su
fabor a Santiago.
[17] En la expedición que hizo Godofredo de Bullón en la Tierra Santa, al tiempo que se entró la
ciudad de Hierusalem fue visto Aimaro, obispo aniciense, que iva delante de todos, y fue el primero
que subió en los muros, y desde allí çeñava a los soldados que subiessen. Del cual afirma Guilielmo
Tirio, obispo, escritor deste hecho, que algunos años antes era muerto.
[18] Edificóse en tiempo del rey Dagoberto de Francia un solemne templo, cerca de París, dedicado
a San Dionisio, y juntándose algunos obispos para consagrarle una noche, vido cierto leproso a
Jesucristo en hábito pontifical, con otros santos que le consagravan, y fuele mandado que lo dixesse,
y para que fuesse creído, que diesse por señal el ser libre de lepra. Y fue esto causa a que no se
atreviessen los obispos a consagrarle, teniendo por cierto que el Hijo de Dios quiso honrar aquella
iglesia con semejante ministerio. Y el mismo día se celebra en ella, y se vee pintado en una custodia
de oro, con el leproso santo. Refiérelo Fulgoso.
[19] Siendo emperatriz Irene, fue descubierto un sepulcro, y en él un cuerpo muerto, y en el pecho
tenía una lámina o plancha de oro con estas letras: «Creo en Jesu- cristo,
/(307v)/ que nació de María Virgen. ¡Oh, Sol, imperando Constantino e Irene, otra vez me verás!». Esto refieren graves
autores, y algunos dizen que era Platón el que estava allí sepultado. Todos concuerdan en que su
antigüedad declarava estar allí antes del Advenimiento en Carne del Hijo de Dios al Mundo.
[20] Austreberta, abadessa del monasterio Pauliacense en Francia, estando una noche durmiendo
en su monasterio, con sus monjas en el dormitorio, aviendo de dezir Maitines a la medianoche, una
hora antes dieron bozes a cierta monja que se levantasse, y fuesse a la abadessa y la dixesse que
luego tañesse a Maitines y los començasse. A la monja se le hazía de mal. Dixéronselo tres vezes,
y amenazáronla si no iva. Con esto, fue y contó lo que avía oído a la abadessa. Mandó luego tañer,
juntáronse las monjas en el coro, y luego que començaron los Maitines oyeron un grande ruido en
el dormitorio. Y fue que se hundió todo, y si esperaran a la medianoche, todas murieran. Refiérelo
Surio, tomo primero.
[21] San Luis, rey de Francia, passando a la conquista de Hierusalem, cayó en una celada de moros
y fue presso. Y en la prisión le sucedió que le embió Dios con un ángel un
Breviario en que rezasse, y le dio gracia para que assí él como sus sucessores en el reino, haziendo la Señal de la Cruz sobre
los que tiene lamparones, sanassen. Es de su Historia.
[22] Nizéforo Calixto, libro séptimo, capítulo treinta y siete, escrive del emperador Constantino
que, al tiempo que iva a pelear contra Maxencio, mandó llevar en un estandarte una Cruz, delante
de todo el exército. El que le llevava temió de ser muerto y diole a otro, el cual se desnudó todas las
armas, y con sola la túnica le llevó, sin ser herido ni recebir daño alguno, aunque passaron junto con
él inumerables saetas y dardos; y el que le dexó, aunque iva bien armado, fue muerto en la batalla.
[23] San Brandano, abad en Escocia, iva
| navegando con ciertos religiosos. Halláronse cerca de
una pequeña isla, al parecer, día de Pascua de Resurrección. Importunáronle que saliesse a tierra, y
sacando aderezo, dixesse Missa. Hízolo assí, y al tiempo del
Pater Noster començóse la isla a
menearse, porque era una grande vallena. Entendiéronlo todos, y no por esso San Brandano hizo
pausa en la Missa, sino que la acabó. Y, acabada, púsose de rodillas, rogando a Dios detuviesse
aquella bestia hasta que todos se huviessen embarcado. Oyóle su Magestad, embarcáronse, y luego
la vallena se hundió. Dízelo San Antonio de Florencia, en la
Segunda Parte Historial.
[24] San Gregorio Turonense escrive en su
Historia Francesa de Leovigildo, rey de España, que
siendo ariano, andava confusso por ver que los católicos hazían milagros, y no los de su secta.
Llamó un día a cierto obispo, herege como él, llamado Cirola, y díxole qué era la causa que no
hazía él milagros, como los hiziessen sus contrarios, los que se llamavan católicos. Respondió el
Cirola:
-Muchas vezes di luz a ciegos y hize que oyessen los sordos, y aora también haré lo que me
mandas.
Habló luego en secreto a otro herege, y díxole:
-Toma diez pieças de oro, y estarás cerrados los ojos por donde el rey passare, yendo yo con
él, y darás bozes pidiéndome que te restituya la vista por la Fe y creencia que tengo.
El herege recibió el dinero y hizo lo que le fue dicho, y a tiempo que el mal obispo passava
al lado del rey muy acompañado de hereges, el ciego de dinero, y no de vista, dio bozes pidiendo
que, según la Fe del obispo, le restituyesse la vista. El Cirola, con mucha arrogancia, se llegó a él,
púsole las manos sobre los ojos, y dixo:
-Hágase en ti según mi Fe.
Y diziendo esto, se le rompieron los ojos al miserable codicioso, con mucho dolor. Y quedando
de veras ciego, publicava el engaño y maldad que pretendía
/(308r)/ hazer por el dinero que le dio Cirola.
[25] San Pedro Mártir, inquisidor, disputava en Milán en medio de la plaça con un obispo herege,
estando presentes muchos católicos y hereges, y por ser tiempo de verano y molestarles a todos el
Sol, dixo el obispo:
-Si tú, Pedro, eres santo, como todo este pueblo afirma, ruega a Dios que interponga alguna
nuve entre el Sol y nosotros para que no nos moleste con sus rayos.
Respondió él:
-Soy contento de lo hazer, con que dexes tus errores y confiesses la verdad de nuestra Fe y
la recibas.
A los católicos que estavan presentes les pesó mucho de oír esto, pareciéndoles que no
haziéndolo tendrían los hereges ocasión de burlar dellos. Y por estar el cielo muy sereno, pensavan
que no haría lo que prometía. Los hereges davan bozes al obispo que lo prometiesse, teniendo por
cosa cierta que faltaría en lo que prometía aquél que tenían por su capital enemigo, y que hallarían
aquí ocasión con que perseguirle. El obispo, con pertinacia de hereje, no quiso obligarse a esto. Y
visto por el santo, para quitar el miedo a los católicos y el plazer a los hereges, y mostrar la ceguedad
y dureza de aquél que era cabeça de todos, hizo oración a Dios, y apareció luego allí una nuve que
se puso como toldo o cielo sobre el auditorio hasta que se acabó la disputa, defendiéndolos del
calor del Sol. Es de su Vida, escrita por Tomás Lentino, y referida por Surio, tomo segundo.
[26] El Seráfico Padre San Francisco, apartándose a tener la Cuaresma, que ayunava, a San Miguel,
en el monte de Alverna, dos años antes de su muerte, un día de mañana cerca de la Exaltación de la
Cruz, que es en Setiembre, vido decender de los Cielos una semejança de serafín, que traía seis alas
encendidas en fuego y echava rayos de claridad. Llegó con ligereza grande al lugar donde estava el
varón de Dios, Francisco, y apareció entre las alas la figura de un Crucifixo. Las dos alas de arriba
tenía levantadas sobre la cabeça, y
| las dos de en medio traía estendidas, y bolava con ellas y hazía
semejança de Cruz, y las otras dos traía recogidas, solamente cubriendo con ellas el cuerpo hasta
los pies. A la presencia desta gloriosa visión, admirándose San Francisco sobremanera, sintió en su
coraçón una excesiva alegría, mezclada con viva compassión, de la vista de su amado Cristo. Fue el
santo arrebatado en éxtasi, como solía siempre que se ponía a meditar en la Passión de Jesucristo,
de que más que puede encarecerse era devoto. Y assí esta vez quedó transformado en la semejança
de Jesucristo Crucificado, dexándole la figura de sus sagradas llagas imprimidas en su carne de tal
manera, que sus manos y pies eran traspassados por medio con clavos de la misma carne, y las
cabeças parecían en las palmas de las manos como redondas y negras, las puntas eran largas y
retorcidas, y lo mismo en los pies. El costado derecho tenía assí como herido con una lança, hecha
en él una llaga abierta y colorada. San Buenaventura, en su
Vida, afirma aver oído esto a muchas personas que lo vieron con sus ojos y tocaron con sus dedos. El Papa Gregorio Nono, que le canonizó,
afirmó averlas visto, y Santa Clara las vido y tocó con sus dedos, como se dize en su
Vida.
[27] Santa Casilda, hija de Aldemón, rey de Toledo, moro de nación y secta y grande enemigo de
cristianos, viendo que tenía a muchos en cárceles y mazmorras, padeciendo lazeria y hambre, siendo
piadosa compadecíase dellos, y por estar las cárceles junto a palacio, ella misma recogía algunos
panes y otras cosas de comer, y llevávaselo para que tuviessen algún consuelo y recreo en tanta
miseria. Avisáronle desto a su padre. Aguardóla un día, y viéndola ir recogida su falda, fue a ella, y
con grande enojo hízole mostrar lo que llevava, y descubierto, vido rosas y flores, de que el moro
quedó confuso, y su hija, maravillada deste milagro. Fue Casilda a los cris- tianos
/(308v)/ y contóles lo que passava, y por ello dieron gracias a Nuestro Señor, tornando a parecer lo que antes. Su padre
juzgó que eran rosas y flores, aquella gente hambrienta experimentó que eran pan y carne. Sucedióle
a Casilda una enfermedad de fluxo de sangre, que todos los médicos juzgavan ser incurable. Tuvo
revelación de Dios que si se bañava en el lago de San Vicente, el cual está en tierra de Bureba, cerca
de la villa de Birviesca, que sanaría de su enfermedad. Dio cuenta dello a su padre, y hazíasele de
mal de embiarla a aquella tierra que era de cristianos. Al fin, con desseo de verla sana, embióla con
un presente de muchos captivos que hizo libres al rey don Fernando, que a la sazón reinava, y fue
el primero de los deste nombre. Recibióla él muy bien, y hízole mucha honra. Bañóse Casilda en el
lago y quedó sana, por lo cual se baptizó, y junto a aquel lago hizo un aposento en que passó todo
lo demás de su vida, viviendo santamente, y murió como vivió. Lo dicho se coligió de
Breviarios antiguos de España, y refiérelo el Arcediano de Ronda en su
Catálogo de Santos.
[28] Raimundo de Peñafort, del Orden de Predicadores, siendo confessor del rey don Jaime de
Aragón, para apartarle de la afición que tenía a cierta muger, aconsejóle que la echasse de su corte,
y huyesse de verla y aun de oír su nombre, y no haziendo esto, afirmóle que él le dexaría y se
bolvería a su convento. El rey prometió de lo hazer assí, aunque no lo cumplió, vencido de su
propria sensualidad y de los amores y caricias que la engañosa muger le hazía. Ofreciósele al rey de
passar a la isla de Mallorca, y fue después de averla conquistado. Dixo a fray Raimundo que fuesse
con él aquel viaje, y que desta manera podría apartarse de ofender a Dios con aquella muger,
dexándola en Barcelona. Concedió con él, y estando en la isla supo que avía passado a ella
escondidamente la muger, y que se veía con el rey. Por lo cual le habló
| y reprehendió osadamente, y junto con esto se despidió dél. El rey le oyó, y vista su determinación, mandó con pena de muerte
que nadie le passasse a Barcelona. Entendido esto por el santo, fuese al mar, y quitándose la capa,
tendióla sobre las aguas y puso en ella los pies sin hundirse. Y en un báculo que traía puso su
escapulario, levantándole en alto como vela. Vino luego un viento que le apartó de tierra y llevó
velozmente el mar adelante a vista de muchos, que fueron a dar noticia dello al rey. El cual, muy
admirado, y con pena de que se le fuesse, mandó ir en su seguimiento algunos barcos y vassos
ligeros. Mas fue en vano, porque como tenga bien que hazer en passar aquel mar un navío con
próspero viento en un día, el santo varón Raimundo, con este modo milagroso de navegar, aviendo
salido de la isla de mañana, a mediodía llegó a Barcelona. Donde, siendo visto de la manera que
venía, fueron a recebirle gentes sin número, con admiración y alegría de todos. Salió a tierra y
sacudió su capa, quedando ella y él sin señal alguna de humedad. Tomó el camino para su convento,
y antes de llegar a él hizo algunos milagros, de enfermos que sanó, bendiciéndolos. Abriéronsele
las puertas del monasterio, y dexando fuera los que le acompañavan, entró en él. Hizo oración, y
estando los frailes en el refectorio, fue a él, y recebida la bendición del perlado, se assentó a la
messa y comió con los religiosos. Lo dicho está en su
Vida, en la Tercera Parte del Flos Sanctorum
, colegida de las Lecciones del Breviario de Barcelona
, y de Surio, tomo primero.
[29] En la cuenta de milagros pueden entrar los que passaron mucho tiempo sin comer, como
antiguamente Elías, que con un pan y un jarro de agua passó cuarenta días de camino; Moisés, otros
cuarenta días se detuvo gozando de razonar con Dios sin sentir hambre. María Egipciaca, con tres
panes se sustentó, y con hiervas, muchos años. En la ciudad
/(309r)/ de Colonia, imperando Frederico Segundo, un hombre simple estuvo sin comer siete semanas, beviendo un poco de agua de cuando
en cuando, de lo cual da testimonio Alberto Magno, como testigo de vista, que también escrive de
otra muger de tierra de Alemania que estuvo veinte días sin gustar manjar. San Augustín, escriviendo
a Casulano, afirma que en su tiempo vivió cuarenta días un hombre sin comer. Y el Petrarca haze
mención de un veneciano que passó el mismo tiempo ayunando. Olimpiodoro Platónico trae por
testigo a Aristóteles, que vido en su tiempo un hombre que nunca comió ni durmió, en toda su vida,
sino que poniéndose al Sol suplía lo uno y lo otro. Y en los
Anales de Francia se escrive que en el año de Cristo de mil y trezientos y veinte y dos, en el campo Tulense, una donzella de doze años
comulgó la primera vez, y no comió por tres años, y passados éstos, tornó a lo que antes acostumbrava.
En Perusia, Palumba, muger de veinte años, por siete cumplidos se sustentó alma y cuerpo con la
Sagrada Comunión, sin usar otro manjar, y desto hizo información el Papa Inocencio Octavo. Y en
el de mil y cuatrozientos y sesenta, Nicolao Helvecio, después de ser padre de cinco hijos, se fue a
vivir en soledad, y en ella vivió quinze años, sin comer cosa alguna. Su vida era admirable, y dezía
cosas que estavan por venir, revelándoselo Dios. Quiso el obispo de Constancia, en cuyo distrito
vivía, experimentar esto. Vídose con él, y hecha su diligencia, halló ser verdad lo que dél se dezía.
Mandóle por santa obediencia que comiesse alguna cosa. Él se defendió lo que pudo, y al cabo
obedeció, aunque le costó tres días de dolor grande de estómago, lo cual primero él lo avía dicho. Y
no sólo el obispo Constanciense hizo prueva deste negocio, pues muchos otros príncipes de Alemania,
Francia y Italia le visitaron y averiguaron ser verdad. Baptista Fulgoso, que escrivió todo lo dicho,
afirma que él hizo notable pesqui- sa |
sobre el caso de personas que lo avían visto, y todos
concordaron en que era assí verdad.
[30] También pueden entrar en este
Discurso de Milagros el no aver abrasado el fuego a personas
que fueron echadas en él, como antiguamente en Babilonia los tres mancebos amigos de Daniel
Profeta. Copres, monge de Egipto, el cual contendió sobre algunos artículos de fe con un herege
maniqueo pertinacíssimo, para provar con obras lo que con palabras confessava, entró en una hoguera
y detúvose en ella media hora, sin quemarse ni recebir algún daño. Estava en Italia y no lexos de
Roma, como cuenta San Gregorio, un monge recluso en una celda, y passando por allí el exército
de los godos, quisiéronle regalar con cercarle de leña y pegarle fuego. La leña se quemó, y lo que
estava en el circuito de la ermita, la cual, con ser de madera y seca, quedó libre, y el monge sin
peligro.
-No os iréis por aí -dixeron los bárbaros.
Visto que su malicia no le comprehendía, asiéronle y pusiéronle dentro de un horno encendido,
y cebándole con leña todo un día, el siguiente le hallaron sin daño y con vida.
En una villa de Francia, cerca del río Matrona, cayó un rayo y dio en cierto templo, el cual
quedó abrasado, y vídose sin lesión ni daño alguno, apagada ya la llama, la custodia con el Santíssimo
Sacramento. En el año de mil y quinientos y ochenta y nueve, en onze de setiembre, casi a la media
noche, se pegó fuego en la plaça de Çocodover de Toledo, donde era la carpintería, y llegó desde la
capilla de la Preciosa Sangre hasta junto al monasterio de Santa Fe de Comendadoras, con daño
grandíssimo de casas, haziendas y gente. Yo mismo vi el fuego en su mayor furia, con lástima
grande considerando el daño irremediable de muchas personas que salían del incendio, dexando
uno la madre, otro, el hermano, y todos, sus haziendas en poder del elemento rabioso, que todo lo
convertía en ceniza. Afirmóme un sa- cerdote
/(309v)/ y hombre de verdad una cosa miraculosa
que sucedió aquí, y la vieron diversas personas según él dixo, y fue que passados muchos días que
duró el fuego entre los carbones encendidos, piedra y tierra, que no se dexava bien tocar con las
manos por el calor que tenía, se halló una cadena y cerco de Agnus Dei de oro. El cerco y la cadena
estavan en parte hechos plasta aviéndose derretido el oro, y el Agnus Dei, con ser cera bendita,
estava entero y sano. No se hizieron sobre ello las averiguaciones que fuera razón, y yo desseé que
se hiziessen, dando algunas puntadas para ello, por impedirlo la parte en alguna manera, temiendo
no le desapareciesse su joya y la perdiesse con lo demás que de allí perdió. Yo refiero lo que oí, y no
dexé de creerlo, porque entre otras gracias que tiene esta santa reliquia es que defiende de rayos a
los que con devoción las traen o tienen en sus aposentos, y assí pudo ésta, con fabor del Cielo,
librarse de la llama.
[31] Siendo Sumo Pontífice Pelagio, y emperador Mauricio, el río Atesis, que passa por Verona,
creció de suerte que cubrió la iglesia del mártir San Zenón hasta las más altas ventanas, y con estar
abiertas, y la puerta principal también abierta, no entró agua en ella. Y lo que más fue de maravillar,
que hallándose algunos hombres dentro de la iglesia, llegaron a la puerta donde estava la agua
como por muro, y cogieron della en vasos que bevieron. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[32] En tiempo del rey don Rodrigo de los godos, estava en Toledo un palacio antiguo, y en su
puerta muchos candados, porque de ordinario los reyes ivan poniendo cada uno el suyo, teniendo
tradición que era conveniente para bien del reino que assí se hiziesse. Fue don Rodrigo de contrario
parecer, y en lugar de añadir candado, quitólos todos, creyendo hallar dentro algún tesoro dexado
por Hércules, fundador desta ciudad, de quien se intitulava aquel pala- cio
| y cueva, y oy le dura el mismo nombre, y está debaxo de la iglesia parroquial de San Ginés. Halló el rey una arca cerrada o
barreada:
-Aquí -dize- está el tesoro. Yo quedo rico.
Abrióla y sacó una bandera y lienço grande en que estavan pintados hombres vestidos al
talle de moros africanos. Vídose un escrito, que leído y entendido, dezía: «Cuando se descubra este
lienço, gente de la traça que en él parece destruirán a España, y serán señores della». Quedó el rey
bien confuso por verse frustrado de su esperança, y con temor de perder el reino, como le perdió, no
por lo que dixo el arambel de Hércules, sino por sus pecados. Escrívese este hecho en la
Historia General de España, y refiérelo Baptista Fulgoso en su
Discurso de Milagros.
[33] En el mismo lugar pone este autor por cosa miraculosa de algunas mugeres que se tornaron
varones. Como un Aresconte Argivo, que primero fue muger y tuvo marido, y cansándose de llevar
su condición, dio en ser varón y se salió con ello. Naciéronle barbas y se casó, començando a
mandar en casa, no queriendo ser mandado. Dize también de otra donzella en la ciudad de Esmirna,
en Asia, y de otra en Espoleto, ciudad de Italia, que se tornaron varones. Refiere a Plinio, que vido
en Africa a Lucio Cosicio, en la ciudad de Tisdritano, que, siendo muger y casándose, el mismo día
de sus bodas se halló varón. Dize assí mismo que en tiempo de don Fernando el Primero, rey de
Nápoles, Ludovico Guarna Salernitano tuvo cinco hijas, de las cuales las dos mayores, llamadas
Francisca y Carola, llegando a quinze años, començaron a ser varones, mudaron el hábito, y los
nombres, en Carlos y Francisco. Y en el mismo tiempo afirma de otra, llamada Ebula, también en
Nápoles, que estuvo cuatro años desposada, y el día de sus bodas se tornó varón, y por pleito sacó
la dote que avía dado a su esposo, y llamóse Eubulo. También pone por milagro de un Jassón Fereo,
que tenía una aposte- ma /(310r)/ en el pecho, y para sanar della avía gastado grande suma de
dinero, y todo sin provecho. Viéndose vivir muriendo, quiso acabar de una vez. Entró en cierta
batalla y púsose en lo más peligroso della. Diéronle una terrible herida cerca de la apostema, y con
ella sanó. De modo que no pudo alcançar de los médicos por su dinero salud, y alcançóla de su
enemigo. He dicho esto porque lo dize el autor alegado en su Primero Libro, en el
Discurso de Milagros, aunque yo no lo juzgo porque lo sea, pues pudo suceder con fuerça natural todo lo dicho.
[34] Isemberto, conde de Altorf, fue casado con Irmentrude. La cual, como viesse un día cierta
muger pobre, que de un parto avía parido tres hijos, juzgó della que era adúltera, teniendo por
impossible que fuessen de su marido. La cual, ordenándolo Dios por castigo de su mal juizio,
dentro de un año parió de un parto doze hijos. Quedó afligida, pareciéndole que se podía dudar de
su honestidad, y por acortar juizios mandó a una muger que la sirvió en el parto que dexasse uno
dellos, y los demás, embueltos en un paño, los echasse en cierto río que estava algo distante de su
palacio. Obedeció la muger, y llevando los infantes al río, encontró con ella el conde, que avía
estado ausente, y preguntóle qué llevava tan encubierto. Ella respondió que eran güelfos (el cual
nombre en su lengua es lo mismo que en la nuestra perros), y que por ser feos los iva a echar a mal.
El conde dixo que los quería ver, que alguno podía ser bueno para caça. Estrañávase de mostrarlos
la muger, mas haziéndole fuerça, descubrió lo que llevava y declaró todo el caso. El conde le
mandó que dissimulasse el hecho y mandó criar sus hijos, y al sexto año, estando todos vivos, los
hizo traer a su palacio, y juntándolos con el otro que allí se criava, todos parecieron hermanos.
Declaró el conde el secreto, y teniéndolos por hijos, quiso que se llamassen Güelfos, como los avía
llamado la muger que iva a dar la muerte a |
los onze, y no Condes de Altorf. Es de Atratino Gebulo,
y refiérelo el Teatro de la Vida Humana
expurgado.
[35] En el año de mil y trezientos y catorze, imperando en Alemania Henrico, Margarita, condessa
de Hollandia, por la parte que el río Rim desagua en el océano, de un parto parió trezientos y
sesenta hijos vivos, de modo que fueron baptizados. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[36] Medardo y Gerardo, franceses y hermanos, nacieron en un día, y en otro mismo fueron hechos
obispos, teniendo edad, vida y letras para tal cargo. El uno fue obispo rotomagense, y el otro,
noviodunense. Nunca discordaron en las voluntades, y vinieron a morir en un mismo día. Milagros
son éstos de la naturaleza. También es de Fulgoso.
[37] En el año de mil y dozientos y noventa, en la ciudad de París, por la Pascua de Resurrección,
dio cierto judío rico a una vieja pobre algunos dineros, porque yendo a comulgar, sin consumir el
Sacramento, se le truxesse. Hízolo assí, y el judío le puso en una sartén y fuego debaxo, y aunque
estuvo allí algún tiempo, visto que no mudava color ni tamaño, hirió la forma con un cuchillo, de la
cual salió sangre, y fue de suerte que no pudo encubrirse. Y resultó de aquí que la casa del judío se
hizo iglesia con título del Salvador, donde se puso la forma y el cuchillo. Con esto viene lo que
sucedió en tiempo de Carlos Octavo, rey de Fancia, que trayendo guerra con Ana, duquesa de
Bretaña (con la cual casó después), un soldado bretón salió de la ciudad de Rhemes, y acompañado
de otros llegó a un pago o villa, donde estava cierta iglesia, en la cual los vezinos avían recogido sus
haziendas. Entraron en ella los soldados por fuerça, y el bretón, viendo una arca cerrada, rompióla,
y pareciéndole que sería de alguno de aquellos labradores, viendo dentro ropa blanca, hinchó los
senos, bolvió a su casa, y reconociendo lo que llevava, vido unos paños
/(310v)/ del tamaño de los que sirven para limpiar las narizes, y creyendo ser déstos (aunque se engaño, porque eran corporales
sobre que se pone en el Santo Sacrificio de la Missa el Sacramento), dióselos a una muger, en cuya
casa estava hospedado. La muger los tomó, y teniéndolos en sus manos, manaron sangre, de modo
que los paños y sus manos estavan bañados della. Quiso ir a labarlos y lavarse a cierto río, y fue
tanto el licor que dellos salió, que el río perdía su color. Quedó llena de espanto, dio cuenta del
caso, y por el hilo sacaron el ovillo. De uno en otro vinieron a entender que eran corporales.
Lleváronlos a la iglesia, y fueron tenidos en suma reverencia. Dize bien esto con lo que se lee en la
Vida de San León Papa, que si le pedían alguna reliquia, cortava parte de los corporales en que
dezía Missa, y dávalo, y si veía mal contento al que lo recebía, punçava el corporal con un cuchillo
y distilava sangre. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[38] Trayendo guerra sobre el Imperio Otón y Filipe, como prevaleciesse el uno contra el otro, el
que se hallava superior aprovechávase cuanto podía de lo que era proprio de su contrario. Y por esta
ocasión, estando los cuerpos de los Tres Reyes Magos en Colonia, en la iglesia de las Onze Mil
Vírgines, fueron sacados de allí y llevados a la abadía Puldense en Turingia. Sucedió que una
mañana, como estuviessen el abad y los monges cantando salmos y sus horas, vieron salir por la
puerta del monasterio los tres cuerpos de los Santos Reyes Magos, los cuales fueron vistos luego en
Colonia, donde primero estavan. Dízelo Fulgoso.
[39] Por el mismo tiempo de la guerra cruel y muy pofiada entre Otón y Filipe, llegando el ímpetu
de los soldados cerca de Treveris, guiados por Vetuhero Bolano, recogiendo sus haziendas los de la
comarca, se fortificaron en un templo de San Govar, por ser lugar fuerte. Llegó el enemigo y cercó
la iglesia. Los que es- tavan | dentro, temiéndose de una ventana por donde los contrarios podían
hazer daño, pusieron en ella la imagen de Jesucristo Crucificado, de bulto. Vista por un soldado,
desparó su ballesta y hirió la imagen, la cual, siendo de madera, como si estuviera viva despidió por
la herida sangre en gran abundancia. Visto esto por Veruhero, recogió sus soldados y passó a Tierra
Santa en fabor de los Cruzados, tomando la Cruz con ellos. Dízelo Fulgoso.
[40] El cual concluye su Discurso de Milagros
haziendo mención de tres dragones miraculosos, y
del uno escrive Posidonio que se vido muerto cerca de la ciudad de Damasco, y dél afirma que se
comió un hombre sobre un cavallo, y que tenía dozientos y cuarenta cobdos de largo. De otro haze
mención San Hierónimo, y dize que era de quinze cobdos, y estava en Egipto. Del tercero escrive
Diodoro, que reinando en Alexandría Tolomeo el Segundo, le truxeron a aquella ciudad, y tenía
treinta cobdos. Valerio Máximo refiere a Tito Livio, que afirma averse visto en Africa, cerca del río
Bragada, una serpiente que puso en confussión todo el exército de Atilio Régulo, porque matando
a algunos soldados, puso temor a todos, y al cabo fue muerta de los ballesteros, y su cuero llevado
a Roma, que tenía ciento y veinte pies en largo.
[41] También dize que se puede poner por milagro de naturaleza los Gigantes. Plinio escrive que en
Creta vino a descubrirse por la corriente de cierto río un cuerpo que tenía de alto cuarenta y seis
cobdos. Fueron a verle desde Roma Lucio Flaco, legado, y Metelo. Plutarco escrive que en Tingi,
ciudad de Mauritania, fue abierto por Sertorio un sepulcro que era fama aver sido de Anteo, en el
cual se vido un cuerpo humano que tenía sesenta cobdos. Afirma lo mismo Estrabón. En Roma
también se halló el cuerpo de Palante, que se levantava sobre los muros de la misma ciudad, estando
/(311r)/ fuera della. El hallarse este cuerpo fue en el año catorze del emperador Enrique Segundo,
hijo de Conrado. Juan Bocacio, en el Libro de la Genealogía de los Dioses
, dize que en Sicilia, no lexos de la ciudad de Deprano, se descubrió un cuerpo de gigante, que se resolvió en polvo, quedando
los huessos, y por el de una pierna coligieron que sería su longitud de dozientos cobdos. Reinando
Carlos Séptimo en Francia, en la montaña narbonense, descubrió el río Ródano los huessos de un
gigante, que medido tenía de alto treinta pies. Dízelo Fulgoso, libro primero.
[42] Estava oyendo Missa Eduardo, rey de Inglaterra, varón santo, y de repente mostró grande
alegría en su rostro, y preguntada la ocasión por sus privados, dixo:
-En esta hora se ha hundido en el mar, con cuarenta navíos, Frontón, rey de Dacia, que venía
a hazernos guerra y quitarnos el reino y la vida. Mas Dios bolvió por nuestra causa y le ha pagado
como merecía.
Túvose cuenta con la hora y día, y desde a poco tiempo vino nueva cierta de que era assí
como el rey dixo. Refiérese en su Vida.
[43] En Alemania, cerca de los años del Señor de mil y dozientos y treinta, en el día de la Asumpción
de Nuestra Señora, fue embiado un fraile de la Orden de Predicadores a predicar a cierto lugar. Y
llegando a un río que estava en medio del camino, hallóle crecido y que subía sobre la puente.
Vídose confuso, que si se detenía hazía falta en lo que la obediencia le mandava. Confiando en
Dios y pidiendo su favor a su Soberana Madre, tendió la capa sobre las aguas, hizo la Señal de la
Cruz, subió en ella, y como en barca passó de la otra parte, sin que sus vestidos se moxassen, y
cumplió a lo que iva. Desto fue testigo otro fraile que le acompañava, y no osó seguirle, sino que
aguardó cómo poder passar al seguro, y dio dello noticia. Es del libro segundo
De Apibus, capítulo veinte y nueve.
[44] A la misma traça le sucedió a otro
| fraile, también del Orden de Predicadores, que estando en
Francia quiso passar a Inglaterra a negocio importante y que convenía al servicio de Dios fuesse
con brevedad. Rogó al patrón de un navío que por amor de Dios le passasse, lo cual él no quiso
hazer. Visto por el fraile, púsose en oración y derramó lágrimas, pidiendo a Dios le faboreciesse en
lo que pensava hazer. Levantóse, y exortó a otro fraile que le acompañava hiziesse lo que viesse
que él hazía. Con esto entró en el mar, y sólo mojándose las suelas del calçado, ivan los dos su
camino. Vistos por los del navío andar sobre las aguas, admirados del caso, esperáronlos y
recibiéronlos en él, pidiéndoles perdón, teniéndolos por santos. Estos dos acaecimientos se refieren
en el Libro de Apibus Segundo, capítulo veinte y nueve.
[45] En Toledo, el año de mil y cuatrocientos y sesenta y nueve, jueves, en cinco días de enero,
víspera de los Reyes, en la Parroquia de San Andrés estava enferma una buena muger llamada
Teresa López, hermana de Gonçalo Rodríguez de San Pedro y muger de Alvar López de Arroyo, y
aviéndole dado la unción y dexádole una cruz de latón al lado derecho de su cama, sobre una
almohada, al pie della y junto al rostro de la enferma se apareció una Verónica, que era un rostro
muy hermoso de Cristo, con cavellos y barba partida, como pintado de blanco y negro, y sobre la
cabeça le salían de una diadema o corona tres ramos. Estava al parecer en la sábana, y siendo vista
de diversas personas y quedando admirados, llegavan y meneavan la sábana, y veían que estava
blanca, y dexando de tocarla y apartándose un poco, tornava a parecer la Verónica. Y una hija de la
enferma le preguntó si veía algo, y ella se sonreía y tenía el rostro muy hermoso y alegre, aunque
para espirar, como espiró aquel día. La Verónica apareció poco después que le dieron la Unción, y
estuvo a vista de mucha gente desde hora y media antes del día hasta la plegaria
/(311v)/ de la Missa, que fueron cinco o seis horas. Vino allí Fernán Sánchez de Avila, cura de la Parroquial de
Santo Tomé, que le truxo para que viesse aquel milagro Gonçalo Rodríguez de San Pedro, hermano
de la enferma. Vídolo Juan Alonso de Yepes, cura de la Iglesia Moçárave de San Torcaz y teniente
cura de San Andrés, que confessó y dio los Sacramentos a la dicha Teressa López. Y vídolo Pero
Rodríguez de Vargas, escrivano público, y muchos otros testigos, que juraron y dixeron sus dichos
sobre el caso delante de Pero Gonçález de Messa, bachiller en Decretos y Vicario General en todo
el Arcedianazgo de Toledo, por don Tello de Buendía, doctor en Decretos, Arcediano de Toledo, y
Notario, Diego García Hamusco, y escrivano público, Pero Rodríguez de Vargas, que fue también
testigo. Hízose la información y juraron quinze testigos, y todos dixeron una misma cosa, de aver
visto la Verónica al lado derecho de la enferma, de la cual dezían mucho bien los testigos, y otros
sin ellos, afirmavan que iva a rezar siempre que podía a la santa iglesia, delante el Altar de la
Columna, al lado del Sagrario, donde está una Verónica de medio relieve, con la cual tenía gran
devoción, y assí permitió Dios se le apareciesse a su muerte. He yo visto el traslado desta información,
y della saqué lo que aquí digo, de que haze mención el doctor Blas Ortiz en el libro que hizo de la
Descripción del Templo de Toledo.
[46] El Cardenal y Arçobispo de Toledo, don Pero Gonçález de Mendoça, fue muy devoto de la
Cruz. Sucedió que estando el año de mil y cuatrocientos y noventa y cinco en Guadalajara para
morir, apareció en el Cielo una Cruz blanca de más de cuarenta cobdos. Estava pendiente en el aire
sobre la sala donde el Cardenal tenía su cama. Vídola toda la ciudad y diéronle cuenta dello al
Cardenal estando ya a punto de morir, por lo cual dio gracias a Dios. Y haziendo dezir Missa de la
Cruz en su presencia, an- tes | que se acabasse espiró, en onze de enero, día domingo, del mismo
año de mil y cuatrocientos y noventa y cinco. Refiérelo Estevan de Garibán en su
Compendio Historial.
[47] El rey don Fernando el Cuarto de Castilla condenó a muerte dos cavalleros, llamados los
Caravajales, y pareciéndoles a ellos que la sentencia era rigurosa y que estavan sin culpa, siendo
mandados despeñar de la peña de Martos, emplaçaron al rey para que dentro de treinta días pareciesse
delante de Jesucristo, Juez de vivos y muertos, a dar razón de aquella muerte. Ellos fueron despeñados,
y el rey murió de repente dentro de aquel tiempo. Esto se refiere en las
Crónicas de España. También
se dize del Papa Clemente Quinto, y del rey Filipe el Hermoso, de Francia, que fueron en extinguir
el Orden de los Templarios y matar a todos los que militavan en él, que llevando a quemar vivo con
otros a un italiano, natural de Nápoles, viendo en una ventana en la ciudad de Burdeos al Papa y rey,
que miravan su castigo, a los dos emplaçó para que dentro de un año pareciessen en la presencia de
Dios a dar razón de aquellas muertes, y que ambos murieron dentro del año; primero, repentinamente,
el Papa, y poco después, el rey. Y no por esto se sigue que fuessen mal muertos, pues un Concilio
los condena por culpados. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[48] Siendo Duque de Milán Acio Vicecómite, hijo de Galeacio el Primero, levantáronle guerra
Leodrisio y Mastino Escaligero, que truxeron gente bárbara para ganar aquel estado. Diose batalla
cerca de un pueblo llamado Paraviago, y llegó el negocio a que estava ya presso Luchino, capitán
de Acio, y su parte iva de caída. Mas vídose a esta sazón San Ambrosio, que muchos años antes
estava gozando de Dios, el cual, con un açote hería en los bárbaros y defendía su pueblo y gente, y
con este fabor cobró Luchino la libertad, y su gente, ánimo, y los contrarios
/(312r)/ quedaron vencidos. Deste milagro resultó el pintar a San Ambrosio con un açote en la mano. Dízelo Fulgoso,
libro primero.
[49] En la rebelión de los estados de Flandes, en tiempo del Católico rey don Filipe el Segundo,
ciertos soldados hereges prendieron a un católico, y porque algunos de los católicos avían antes
hecho lo semejante con herejes, ellos | le ataron a un árbol y le tiravan con arcabuzes, aunque en
muchos tiros, ninguno le acertó. Admirados del caso, fueron a él y desnudáronle, y hallaron que
tenía un Agnus Dei al cuello. Quitáronsele y tornaron a tirarle, y al primer tiro, acertándole, le
mataron. Refiérelo Pedro Mateo, doctor parisiense, en el
Libro que juntó en uno de Proprios Motus
y Bulas de Sumos Pontífices. |
EXEMPLOS ESTRANGEROS
Entre paganos permite Dios que sucedan cosas miraculosas, para que, arrebatados de su
estrañeza, busquen al verdadero autor de tales maravillas y grandezas, que es Dios, y dexen de
adorar Dioses que no lo son, sino portentos y demonios.
[1] Cenava Simónides con otros combidados en casa de Escopa, y dixéronle que estavan dos
mancebos a la puerta y le rogavan que en todo caso saliesse a les hablar, porque era negocio de
mucha importancia. Salió y no vido hombre. Quería bolver a la mesa, y de repente se hundió el
aposento donde cenavan y murieron cuantos estavan dentro. Éstos eran gentiles, y porque Simónides
se aventajava en obras buenas morales entre todos ellos, quiso Dios aventajarle entre todos, quedando
él con vida y ellos muertos. El caso escrive Valerio Máximo en el
Título de Milagros.
[2] Dafida Sofista, grande mofador, llegó al templo de Apolo Délfico, y visto que hazían preguntas
al oráculo muchos que venían allí con su devoción, queriendo él burlarse de Apolo, preguntóle si
hallaría un cavallo que avía perdido, y a la verdad no le tenía. Respondióle que sí y sería derribado
dél. Fuese dando grandes risadas porque le dezía el oráculo que hallaría el cavallo que él no avía
perdido, y en el camino encontróse con el rey Atalo, de quien avía dicho mucho y le tenía enojado.
Conocióle y mandóle de improvisso derribar de una piedra altíssima, a la cual lla- mavan
| todos los de la comarca Cavallo. Quiso Dios que por ver a este mofador que del Dios que adorava, aunque
falso, burlava y escarnecía, fuesse él escarnecido y se hallasse burlado. Dize Valerio Máximo el
cuento.
[3] A Filipo, rey de Macedonia, dixo el mismo oráculo de Apolo Délfico, preguntado por su muerte
de qué modo sería, que se guardasse de un carro. Oído esto mandó que en todo su reino no huviesse
carro, y de una villa deste nombre se recelava de entrar en ella. Al cabo le mató Pausanias con una
espada en que estava esculpido un carro. Porque dio este rey crédito al dicho de un falso ídolo quiso
Dios que en daño suyo se verificasse su dicho. El caso escrive Valerio Máximo.
[4] En Atenas estavan ciertas casas en que ningún morador perseverava, porque de noche veían una
sombra o figura de hombre grande y flaco arrastrando cadenas que tenía ligadas. Vino allí Atenodoro
Filósofo, y por gozar del barato quiso habitarlas, y a la primera noche oyó el ruido de las cadenas;
vido la sombra, llegava ya, levantóse y díxole:
-Anda, que yo te seguiré.
Bolvió atrás, fue en su seguimiento y entró en una huerta de la misma casa, y llegando a
cierta parte, desapareció. Tuvo el filósofo cuenta con aquel lugar, hizo cavar en él el día siguiente,
y vieron los huessos de un hombre, a la traça de la propria fantasma, con sus cadenas. Echáronlos
de allí y cessó aque- lla /(312v)/
persecución. Refiérelo Plinio en sus
Epístolas.
[5] El rey Pirro de los epirotas, tocando con el dedo mayor del pie derecho a algún enfermo de baço,
sanava. Y después de muerto, puesto su cuerpo en la hoguera, quemóse todo y quedó aquel dedo sin
lesión. Es de Fulgoso.
[6] Siendo emperador de Roma Marco Antonio, en la ciudad de Seleucia estava
| en el Templo de Apolo una caxa dorada, y passando por allí Casio, capitán romano, con gente de guerra, codiciando
algunos soldados ver lo que estava dentro de aquella caxa que mostrava antigüedad, quebráronla, y
salió della un aire tan pestilente, que no sólo aquella provincia, sino hasta Roma y Occidente causó
pestilencia y muertes de gente sin número. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
Fin del Discurso de Milagros. |