DISCURSO VIGÉSIMO CUARTO. DE DISCORDIA
Al que no quiere perdonar a su enemigo, sino que está discordante dél, podríamos preguntar
y dezir: «Di, hombre, ¿injurióte más esse tu enemigo que Judas a Cristo? Claro está que no. Pues si
Jesucristo, siendo verdadero Dios, lavó los pies a Judas y se los besó, que si le pidiera perdón
después de averle vendido, le perdonara,
| ¿por qué tú no perdonas? ¿Por qué estás discorde con tu
próximo?». De la Discordia trata el
Discurso presente.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] La primera discordia que uvo entre hombres fue ocasionada por invidia. Tratando el
Libro del Génesis, capítulo cuarto, de los dos hijos de Adam, Caín y Abel, dize que las obras de Abel eran
buenas y justas, las de Caín, malignas y en los ojos de Dios muy desagradables. Fueron los dos a
ofrecerle sacrificio; aceptó el de Abel y reprovó el de Caín. Muérdele la embidia.
/(130v)/
-¿Assí -dize- que esto ha de passar?
Llévale passeando al campo, desvíale de las chozas y cuevas en que vivían con sus padres,
y cuando le tuvo más descuidado, levanta un bastón ñudoso, y diole un golpe y otro, hasta que le
quitó la vida. Y la suya, aunque bien larga, fue llena de temores y asombros, padeciendo mil muertes
por una que dio.
[2] Sobrino y tío eran Abraham y Lot. También eran ricos de ganados, y sobre el apacentarlos
levantávanse discordias entre sus pastores y ganaderos. Entendiólo Abraham. Díxole:
-Sobrino, la tierra no puede sustentarnos juntos. Nuestros pastores tienen diferencias por
los pastos de los ganados. Hermanos somos en la sangre, remédiese con tiempo. Escoged a la parte
que os agrada, que yo iré a la contraria.
Y haziéndose assí, atajóse el fuego de discordia que se levantava entre ellos. Es del capítulo
treze del Génesis.
[3] En las entrañas de Rebeca estavan los dos hermanos Jacob y Esaú, y allí peleavan, de suerte que
la afligida madre padecía mucho trabajo y no sabía qué medio tenerse. San Augustín dize que fue a
consultar el negocio con Melquisedec, sacerdote del Altíssimo y rey de Salem, y era, según graves
autores afirman, Sem, hijo de Noé, el cual la consoló y exortó a que tuviesse paciencia, porque era
negocio ordenado de Dios para denotar la discordia que avría entre dos pueblos, que fueron el
gentílico y judaico, que tuvieron principio en ellos. La pelea no cessava entre los dos rapazes, vino
la hora del parto, sale al mundo Esaú, y Jacob, assido de su pie, tras él. Y si antes que naciessen
tuvieron discordias, después de nacidos no les faltaron. Anticipóse Jacob y llevó la bendición a
Esaú, y dize la Escritura, en el capítulo veinte y siete del
Génesis, que por esto le aborrecía de
muerte Esaú, y que dixo:
-Vendrán los días en que lloraremos a nuestro padre, muriéndose, y llorará alguno de veras,
pues para las que tengo en el rostro, que Jacob me la pa-
| gue.
Oyólo Rebeca, y anduvo solicita para echar de allí a Jacob, y estuvo por veinte y un años
desterrado de su tierra en la agena, sirviendo de pastor y ganadero a Labán, que le dio dos hijas por
mugeres, y Dios le enriqueció, faboreciéndole siempre, porque de la discordia era el culpado Esaú,
y ayudóle esto para condenarse, como la paciencia de Jacob a salvarse.
[4] A la buelta que el mismo Jacob bolvía de casa de Labán, su suegro, a la de Isaac, su padre,
reparando cerca de la ciudad de Sichem, diole gana a Dina, su hija, de ver la ciudad, y las damas
que vivían en ella. Entró por ella, vido lo que ver desseava y fue vista del hijo del rey Emor.
Parecióle bien, assió della y llevósela a su palacio y casa real. Lo cual sabido de sus hermanos,
levantan discordia contra padre y hijo, y con toda la ciudad. Rematóse el negocio con muerte y
destruición de todos ellos, recobrando los hermanos a su hermana, como se refiere en el
Génesis, capítulo treinta y cuatro.
[5] Estando Moisés en Egipto en grande privança con la hija del rey Faraón, que le avía adoptado
en hijo, passando un día por cierta calle, vido maltratar un hebreo de un egipcio. El egipcio avía
agraviado al hebreo en la honra, según expositores deste lugar, y sobre esto le tratava mal. Tenía ya
Dios puestos los ojos en Moisés para que fuesse capitán de su pueblo, y deviéndole de dar esto un
latigo, o la sangre que sin fuego hierve, movido por la sinrazón, mostróse de parte del hebreo.
Devió de desmandarse el gitano; diole Moisés dos cozes, porque guardava las manos para Faraón,
y dexóle allí muerto. Otro día vido a dos hebreos discordes, quiso ponerlos en paz, y estando gente
a la mira, díxole el uno que si le quería matar como el día antes avía muerto al egipcio. Por aquí se
descubrió lo que fue secreto, y convínole a Moisés desaparecerse de aquella tierra. A dónde fue, y
su buelta, diráse en otra ocasión. /(131r)/ Es del capítulo segundo del Éxodo.
[6] Tenía ya Moisés a cargo el pueblo hebreo, siendo su capitán y guía. Y con averlos sacado de
Egipto, donde eran esclavos, y estar en el desierto, víspera de entrar en la Tierra Prometida, donde
ni se les rompía el calçado, ni envejecía el vestido, y si creemos a Salviano -a quien muchos dan
crédito-, ni les crecía el cabello, ni las uñas, la comida segura (con levantarse un poco de mañana y
salir al campo, venían proveídos de un manjar que les sabía a cuanto querían); con ser ésta su vida,
cada día tenían discordia con Moisés: una vez por faltarles agua, después porque se les antojó dexar
el maná y comer carne, y aun otra en cierto lugar que llamaron aguas de contradición y discordia.
Llevávalo todo esto Moisés pacientemente, por lo cual, visto el agravio que le hazía aquella gente
por el que todo lo vee, castigólos diversas vezes con muertes de muchos, y, al cabo, con que sólo
dos dellos entraron en la Tierra de Promissión, quedando seiscientos mil y más por cuarenta años
muertos en el desierto. Es del capítulo quinze y diez y seis del
Éxodo, y de los Números, veinte y
veinte y uno.
[7] Por la muerte infame y detestable que dieron a la muger de un levita en Gabaán, donde se
aposentó una noche, los de la Tribu de Benjamín, uvo discordia entre las doze Tribus y ellos. En lo
que paró el negocio fue que, de muchos millares que eran los de Benjamín, quedaron en seiscientos
hombres, y essos cercados, y que si no se compadecieran dellos sus contrarios, todos perecieran. Es
del Libro de los Juezes, capítulo veinte.
[8] Cortó David la cabeça al Filisteo, en utilidad y provecho del pueblo israelítico, y no menos de
Saúl, su rey. Y porque le davan el parabien las damas y donzellas y le cantavan canciones en su loor,
airóse el rey Saúl contra él, y levantó discordia que no se apagó hasta que le vido desterrado y en
tierras de sus ene- migos. | Ni porque Saúl fue muerto se acabó, porque dize la
Escritura, en el Segundo Libro de los Reyes
, capítulo tercero, que después de la muerte de Saúl uvo contienda y
discordia entre la casa de Saúl y la de David, aunque la de David siempre iva en augmento, y la de
Saúl en diminuición. Refiérese en el
Libro de los Reyes, capítulo diez y ocho, y en los siguientes.
[9] Acabadas las discordias entre Saúl y David, levantósele otra siendo viejo con su hijo Absalón
que, harto de padre y hambriento de reinar, desseava el reino, y por esto hazía guerra a su padre. Y
cuando pensó que tenía hecho su negocio, por averle arrancado de Jerusalem y apoderádose della el
mal hijo, salió con otros perdularios a darle batalla, y el fin que tuvo fue que David quedó con
victoria, y el dessassosegado Absalón colgado en un roble de sus proprios cabellos, y passado el
coraçón con tres lanças. Es del
Segundo de los Reyes, capítulo diez y nueve.
[10] Dos meretrizes litigavan en presencia de Salomón y estavan discordes, porque ambas querían
por hijo uno que tenían allí vivo, y negavan serlo otro que estava muerto. Esperávase que Salomón
las concordasse con su aviso y sabiduría. El cual mandó que el niño vivo fuesse partido, dado, la
una parte a una meretriz, y a la otra, la otra. La que era su madre rindióse y pidió paz, diziendo que
ella perdía el derecho a la mitad del niño, que se le diessen entero a la otra. La cual todavía sustentava
la discordia, diziendo:
-Ni yo le quiero todo, ni tú le llevarás entero. Pártase y hágase lo que el rey manda.
Con esto se descubrió el intento del rey, y que sabía mucho, pues donde faltavan testigos,
suplió el afecto maternal, no queriendo la que le parió verle muerto, ni sintiendo su muerte la que
no le costó dolor. Y assí ésta quedó sin él, y la otra le llevó. Es del
Tercero de los Reyes, capítulo tercero.
[11] Muerto Salomón, y dexando un
/(131v)/ hijo no tan sabio como él fue, por no dar buena
respuesta y algunas esperanças a sus súbditos, de doze Tribus se le fueron discordes las diez, sin
que después jamás se concordassen, sino que se dividió el reino de David en dos reyes, uno de diez
Tribus, y otro de dos. Es del Tercero de los Reyes, capítulo doze.
[12] Entre los discípulos de Cristo uvo discordia sobre quién sería mayor, y cuéntalo San Lucas en
el capítulo veinte y dos, començando a tratar de su muerte y passión, porque assí suele ser cuando
muere algún rico: sobre la herencia los herederos tienen discordia, cada uno echa mano de lo que
puede, y a las vezes dexan al enfermo que se muera, sin que le pongan una vela en la mano, que ni
ay quién tenga dello ciudado, ni aun ay la vela, porque ya todo está en cobro. Rico era Jesucristo,
siendo Señor de los Cielos y Tierra, aunque siempre se preció de pobre. Estando cercano a la
muerte, dize San Lucas que se levantó discordia entre los discípulos sobre cuál dellos era mayor,
alegando cada uno lo que hazía de su derecho, mas el Salvador les reprehendió amorosamente,
diziendo que era aquel pleito y cuidado para los hijos deste siglo y los que reinan en la Tierra, y no
para ellos, que tenían librado su valor y ser para el Cielo.
[13] Descubrió Jesucristo, Nuestro Señor, el misterio alto y maravilloso de darse en manjar a los
hombres en el Santíssimo Sacramento del Altar, y dize San Juan, en el capítulo sexto, que litigavan
los judíos que oyeron esto, y dezían unos a otros:
-¿Cómo puede éste darnos su carne en manjar, y su sangre en bevida?
Y por parecerles que no llevava camino, le dexaron algunos que antes le seguían y tenían
por maestro. Y fue de gente apocada, que no cabía en su pensamiento que Dios haría semejante
bien y merced a los hombres, y nosotros tenemos más levantado sentido, y creemos que nos hizo su
Magestad esta merced y favor, y nos atrevemos a recebirle, y aun
| entendemos y experimentamos el bien grandíssimo que reciben nuestras almas con tan precioso y sabroso bocado, como es el
Sacramento donde está Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Es de San Juan, capítulo
sexto.
[14] Predicando los Apóstoles San Pablo y San Bernabé en Pamfilia, y teniendo consigo un discípulo
llamado Juan, y sobrenombre Marcos, que según graves autores fue el Evangelista San Marcos,
porque tenía madre, y rica, en Jerusalem, con desseo de verla o cansado de la vida que traían en
aquel ministerio, dexó a los Apóstoles y fuese a aquella ciudad. Después, sabiendo que estavan en
Antioquía, bolvió a verse con ellos, y San Pablo no quería admitirle en su compañía, porque los
avía dexado. San Bernabé, que tenía algún parentesco con él, admitíale. Y por esto uvo alguna
discordia entre los dos, que sólo llegó a que se apartassen y fuesse cada uno por su cabo. San
Bernabé, llevando consigo a Marcos, navegó a Cipro, y San Pablo, con Sila, discípulo suyo, fue a
tierra de Siria y Cilicia. En esta discordia no uvo culpa, porque cada uno siguió razones que le
movieron a hazer lo que hizo. Y resultó della provecho para las almas, porque juntos los dos Apóstoles
no hazían tanto fruto en ellas como lo hizieron apartándose y predicando en diversos lugares cada
uno de por sí. Refiérese lo dicho en el
Libro de los Hechos Apostólicos, capítulo treze.
[15] Vídose el Apóstol San Pablo en grande aprieto en Jerusalem. Estava cercado de judíos, que le
desseavan ver hecho pedaços, porque confessava a Jesucristo por Dios, muerto por ellos. Teníale
Claudio Lisias, prefecto puesto por los romanos en aquella ciudad, en su tribunal, y avíale mandado
açotar, aunque cessó luego este tormento y afrenta, porque dixo el Apóstol que era romano, gozando
de los privilegios de romano, por aver nacido en Tarso de Cilicia. Considerando, pues, San Pablo,
que una /(132r)/ parte de los judíos que estavan allí eran saduceos y otra fariseos, siendo unos
contrarios de otros, confessando los fariseos que ay otra vida, resurrección y ángeles, lo cual todo
negavan los saduceos, levantó la boz con mucho aviso, y dixo:
-Varones y hermanos míos, yo soy fariseo y hijo de fariseo, y porque confiesso que ay
resurrección y otra vida me traen a juizio.
No | fue más menester de oír esta palabra los fariseos para bolvérsele todos de su parte,
aunque antes le eran contrarios, y oponiéndose a los saduceos, levantóse entre ellos grande discordia,
que fue parte para que el tribuno o prefecto le sacasse de sus manos y llevasse de allí. Refiérese en
el Libro de los Hechos Apostólicos, capítulo veinte y tres.
Hasta aquí es de la Divina Escritura. |
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] En el capítulo doze del libro décimo de la
Historia Tripartita, se dize que San Epifanio ordenó
en Constantinopla de órdenes sacros a cierto hombre, lo cual, por ser en districto de San Juan
Crisóstomo, que era allí Patriarca, sintióse dello. Y por esta ocasión los dos santos, para que se
viesse que eran hombres, tuvieron entre sí alguna diferencia y discordia. San Epifanio, apartándose
de San Juan Crisóstomo, le dixo:
-Espero que no morirás en tu obispado, varón justo.
Y San Juan respondió:
-Espero, varón santo, que no bolverás al tuyo.
Y todo se cumplió, que San Epifa- nio
| murió en el navío, bolviendo a Cipro, donde era
obispo, y San Juan Crisóstomo, en el destierro.
[2] Dos santos ermitaños, cansados un día de rezar y platicando entre sí, dixo el uno dellos:
-¿Hora que no tendríamos los dos alguna discordia y reñiríamos como haze la gente seglar
y del siglo, aunque fuesse de burla?
El otro respondió:
-Pues sea assí; yo diré que es mío aquel ladrillo, vós diréis que es vuestro, y veis aquí la
discordia.
-En buena hora -dixo el otro-.
Començó en boz alta y dixo:
-Este ladrillo es mío.
El otro respondió de presto:
-Pues séalo en buena hora.
Es del De Vitis Patrum. |
EXEMPLOS ESTRANGEROS
[1] Una de las discordias porfiadas de que hazen mención historias humanas fue la de entre griegos
y troyanos. Della escrive Vicencio Velvacense en su
Espejo Historial, libro segundo, capítulo sesenta
y dos, y San Antonio de Florencia, primera parte, título segundo. Y dizen que Paris, llamado
también Alexandre, hijo de Priamo, rey de Troya, robó a Elena, muger del rey Menalao de
Lacedemonia, por lo cual se juntaron cuarenta y siete reyes y capitanes griegos, y con mil y docientos
navíos, según Tucídides, passaron de Atenas a Troya. Y embiando a Diomedes y Ulixes para que
hablassen al rey Priamo, que satisfaciesse aquel agravio, y no saliendo a partido honesto, porque
los troyanos dezían que avía sido aquel robo recompensa de que en otra guerra entre griegos y
troyanos llevó | Telamón a Hesiona, hermana del rey Priamo, a Grecia robada, sin que desto
uviessen hecho satisfación; y assí la guerra se començó, y duró diez años. Diéronse en este tiempo
veinte y cuatro batallas campales, en que murieron, sin la gente común, que no se le halló número,
personas principales, de parte de los griegos: Protesilao, Patroclo, Minos, Palamedes, Ayace y
Achiles. De parte de los troyanos murieron: Héctor, en la novena batalla, después de aver hecho
cosas famosas en armas; murió también Troilo y Paris, con Pentesilea, reina de las amazonas.
Después de lo cual, Antenor, Polidamas y Eneas, troyanos, hablaron con el rey Priamo para que se
concertasse y hiziesse pazes con los griegos, y visto que no venía en ello, dieron la ciudad a los
contrarios, que- dando /(132v)/ estos tres libres, con algunos troyanos que les siguieron. Eneas vino
a Italia y fue rey de los pueblos llamados latinos, donde murió ahogado en el río Númico, como
dize Virgilio. Concluye Vicencio diziendo que se edificó Troya en tiempo de Arod, juez de Israel, y
que permaneció ciento y ochenta y cinco años. De Eneas descendieron los romanos, que vinieron a
tener discordia con los cartaginenses, y eran dos potentados los mayores del mundo, y de un trance
en otro vino a que Cartago fue destruida por los romanos. De donde tomó osadía Vir- gilio
| a dezir que la reina Dido, que edificó a Cartago, fue muerta por ocasión de Eneas. Bien sabía que fue
tiempo de docientos años entre los dos, y que no pudieron verse, y que los que leyessen su libro,
sabiéndolo, le avían de notar de falto de verdad, que es para un historiador falta grandíssima, y el
levantar a Dido falso testimonio contra su honor, y dezir della que se mató por Eneas es gran
maldad. Y assí, lo que quiso dar a entender fue que Cartago, edificada por Dido, sería destruida por
los romanos, descendientes de Eneas.
Fin del Discurso de Discordia. |