DISCURSO VIGÉSIMO SECUNDO. DE DIGNIDADES
Mandó Dios al profeta Ezequiel, como parece en el capítulo cuarto de su
Profecía, que tomasse un ladrillo y dibuxasse en él a Jerusalem. El profeta lo hizo assí. La ciudad era famosa, el
ladrillo cosa baxa, y denota que todo lo que se estima en esta vida como dignidades, estados y
riquezas, todo es dibuxo en ladrillo, es cosa baxa y que deve estimarse en poco. Y de aquí vino que
muchos graves varones resistieron cuanto les fue possible dignidades, assí ecclesiásticas como
seglares, porque sabían que cuanto más uno es levantado, tanto está en mayor peligro de caer, y si
cayere será con mayor daño suyo. El grado de honra es incentivo de sobervia y ocasión de vanagloria
si no se lleva con aviso. Porque, como di- ze |
el Apóstol San Pablo en la Primera a Timoteo
, capítulo tercero: «El que dessea obispado bien dessea, con que su intento no sea solamente la honra
y huir el trabajo, no deleites, sino guiar almas al Cielo, no mandar, sino aprovechar, constituyéndose
y teniéndose por ministro de sus feligreses y súbditos, y esto por amor de Cristo». El Papa Dionisio
escrivió a Severo, obispo en la Andaluzía, una carta, y es la data en nueve de septiembre de dozientos
y setenta, y entre otras razones dize éstas tocantes al estado y dignidad de obispo o cura: «Pongamos
diligencia en aprovechar a los que pudiéremos, reprehendiendo, amonestando, persuadiendo,
halagando y consolando. Nuestra plática, con blandura, sea medicina para los buenos y duro aguijón
para los malos, conforte los temerosos, sossiegue los airados, despierte los pereçosos, encienda con
amonestación los floxos, atraiga los descaminados, halague los ferozes y
/(122r)/ consuele los desesperados. Pues nos llamamos maestros, enseñemos el camino del Cielo. Seamos cuidadosos en
la guarda de la Ley de Dios y con toda solicitud fortalezcamos y defendamos que el Enemigo no se
apodere de las almas y ovejas nuestras. Y si alguna vez cometiendo pecado se descarriare de la
manada, con toda solicitud y cuidado la procuremos bolver al aprisco del Señor, para que no saquemos
castigo, sino premio del oficio y nombre que tememos de Pastor. Y porque en todo esto es necessario
el favor de la Divina Gracia, con oraciones continuas pidamos a su Clemencia nos dé el querer y
nos conceda el poder para todo lo dicho. Y pues no podemos hazer cosa sin Él, con Él y por Él lo
podamos cumplir todo». Hasta aquí es del Papa Dionisio. Y colígesse de sus palabras la dificultad
que tienen las dignidades eclesiásticas por lo mucho a que se obligan los que las reciben. Acerca de
lo cual se pondrán exemplos de lo que unos han hecho recibiéndolas o recusándolas, y otros, que ya
las tienen, exercitándolas.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] Grande resistencia hizo Moisés cuando, nombrándole Dios por capitán y guía de su pueblo, le
embiava a que hablasse a Faraón, rey de Egipto, sobre que diesse libertad al mismo pueblo. Quisiera
más estarse entre su ganado en el desierto, y assí ponía escusas y inconvenientes de que no le darían
crédito entre los hebreos que le embiava Dios, que era impedido de la lengua para hablar con el rey,
hasta mostrarse Dios airado con él, como parece en el capítulo cuarto del
Éxodo. Y si lo aceptó fue por no desobedecerle. Y resultó de aquí el administrar aquella dignidad escogida y santamente, y
pareció en diversos trances, como fue las vezes que se mostrava rebelde el pueblo y davan en vicios
de idolatría, que rogava por ellos y era de suerte que, estando Dios muy enojado, le aplacava. Baxó
del monte y vido que avían hecho un bezerro y le adoravan. Repre- hendió
| a Aarón, su hermano, a quien le dexó en guarda, diziéndole con grande sentimiento:
-¿Qué te hizo este pueblo? ¿Por qué has puesto sobre ellos un pecado tan grande?
Y dio a entender que haze muy mal el prelado que concede con la voluntad depravada de
sus súbditos. Es del capítulo treinta y dos del
Éxodo.
Cuando el pueblo peleava contra Amalec, no fue a la pelea Moisés, mas embió a Josué y
púsose él adonde podía ver la batalla, y hazía oración a Dios, y por medio della, teniendo levantadas
las manos, su gente llevó la victoria. Y refiérese en el capítulo quinze del
Éxodo. Cuando quiso morir, pidió con grande instancia a su Magestad que proveyesse de idóneo capitán y guía para aquel
pueblo, sin nombrar cosa que a él tocasse. Es del
Libro de los Números, capítulo veinte y siete.
Quedó Josué con el cargo de duque del pueblo hebreo, y por averle señalado Dios para tal dignidad,
él dio muy buena cuenta della, y en todo el tiempo de su govierno el pueblo sirvió a Dios. Porque es
mucha parte el prelado para que el pueblo camine por donde Dios le manda y quiere. Es de su
Libro, capítulo veinte y cuatro.
[2] También puso Dios a David en la dignidad y estado de rey, y porque disparó una vez en hazer
alarde y lista de la gente que tenía, contándola, castigóle en su hazienda, matando un ángel del
pueblo y gente común setenta mil hombres. Lo cual visto por el piadoso rey, ofrecióse a la muerte
porque la gente y pueblo no peligrasse. Y assí, derribado en la presencia de Dios, dezía: «Buélvase
vuestra mano, Señor mío, contra mí, pues fui el que pequé y merezco la pena y castigo». Es del
Segundo de los Reyes, capítulo veinte y cuatro.
[3] Onías, sumo sacerdote, también mostró ser electo en la dignidad por Dios, faltando los medios
de sobornos y precios que ya se usavan en su tiempo. Y assí resistió constantemente a Heliodoro,
que venía a robar el templo de Jerusalem,
/(122v)/ y dio exemplo a los prelados que deven ser
defensores de los opresos y trabaja- dos. |
Es del Segundo de los Macabeos, capítulo tercero.
Lo dicho es de la Sagrada Escritura. |
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] San Marcos Evangelista hizo gandes prevenciones por no ser sacerdote, como dize San Gerónimo
en el Prólogo que puso al principio de su
Evangelio. Contentávase con ser diácono, y no fueron
parte, porque conocida bien su santidad y suficiencia por los Apóstoles, hiziéronle obispo de
Alexandría, y cuanto más huyó de aceptarla más se hizo digno de la dignidad y prelacia. Adviértelo
Marco Marulo, libro primero.
[2] San León Papa tuvo particular devoción al Apóstol San Pedro. Pedíale instantemente que le
alcançasse de Dios perdón de sus pecados. Apareciósele y díxole:
-Yo he rogado por ti y Dios te ha perdonado. Mas mira bien de aquí adelante a quién ordenas
y a quién das las dignidades y oficios ecclesiásticos.
En esto se enmendó, de manera que para dar algún beneficio hazía primero grande probança
de las calidades del que le llevava. Y para dar órdenes sacros avía de ser aprobado en la vida y saber
todo el Psalterio de memoria. Es del autor que añadió a Dámaso, y de otros escritores de
Vidas de Pontífices.
[3] San Cipriano fue electo en obispo de Cartago. Cuando supo de su electión recogióse en su casa
y cerró muy bien las puertas. Vino allí el pueblo y cercóle por todas partes, porque cuanto más él lo
reusava, el común insistía más en que él y no otro avía de ser su Pontífice y pastor. Ya le pesava a
él de aver venido allí, y quisiera como San Pablo descolgarse por alguna parte en espuerta, y no
avía medio, porque todo estava cercado de gente. Mas, hablándole personas graves y de autoridad,
diziéndole lo mucho que serviría a Nuestro Señor con aquella dignidad y cargo, al fin la aceptó y
dio muestra su elección que la boz del pueblo es boz de Dios, por lo bien que hizo el oficio de
prelado, hasta morir en él y dar la vida por Cris-
| to. Escrívelo Poncio Diácono en su
Vida.
[4] San Gregorio Papa, luego que se vido electo, huyó de Roma secretamente a un monte y se
encerró en cierta cueva dél, pareciéndole que allí estaría secreto. Mas, siendo buscado por diversas
partes, una nube resplandeciente que apareció sobre él declaró que estava allí. Y siendo hallado, fue
traído por fuerça a la silla de que avía huido, y al cabo consintió en la elección, sólo por obedecer a
Dios, y no por gusto y contento que recibiesse en tal dignidad y cargo. Es de Juan Diácono, libro
primero, capítulo cuarenta y cuatro.
[5] San Ambrosio, por no ser arçobispo de Milán, se fue huyendo de la ciudad, y después de aver
caminado toda la noche, y estando a su parecer bien apartado della y libre, a la mañana se halló
junto a sus muros, de donde fue traído y por fuerça hecho prelado. Dízelo Paulo Diácono.
[6] San Gerónimo tuvo en Roma la dignidad de cardenal, aunque no con las insignias que de
presente tienen de capelo y púrpura, que se les dieron mucho después a los cardenales, sino que fue
cura o rector de una parroquia de Roma, la cual dexó y se fue a vivir en soledad. Es de Pedro
Victorio en su Vida.
[7] San Augustín no osava entrar en la ciudad donde sabía que faltava obispo -como escrive Posidonio
en su Vida- porque no le compeliessen a que él lo fuesse.
[8] San Gregorio Taumaturgo, estando en un desierto exercitándose en asperezas y penitencias, en
oración y lección, tuvo dél noticia Fedimo, obispo en Amasea, varón santo. Éste desseava que
uviesse obispo en la ciudad de Neocesarea o Trapisonda, patria de Gregorio, para que la idolatría
que allí más que en otra parte prevalecía, fuesse en diminución y se augmentasse el número de los
cristianos, porque se sabía /(123r)/
que en toda la ciudad sólo avía diez y siete que lo fuessen.
Parecióle que venía bien para esto Gregorio, de quien bolava la fama de sus letras y vida. Fue al
desierto donde estava, con intento de ordenarle sacerdote y hazerle obispo de aquella ciudad. No se
le encubrió esto a Gregorio; dexó su recogimiento y ívase ya a una parte, ya a otra de aquel desierto.
Andava Fedimo siguiéndole. Y los dos con una misma diligencia procuravan, el uno de hazer
obispo al otro, y el otro, de huir de aquella dignidad. Cansóse Fedimo de andar en su seguimiento
y sin ponérsele delante que Gregorio estava ausente y que avía camino de tres días entre los dos,
levantó su rostro al Cielo, y dixo:
-Señor, bien me veis Vós a mí y a Gregorio. Quisiera yo tenerle presente para poner sobre él
mis manos y consagrarle. Sirvan desto mis palabras, yo le consagro y os le ofrezco, y a él encargo
la ciudad de Neocesarea para que siembre allí vuestro Evangelio y se multipliquen vuestros fieles
a gloria y honra de vuestro Santíssimo Nombre.
Esto dixo Fedimo, y sabido por Gregorio, no pudo sino rendirse, pareciéndole que hazer
otra cosa resistía a la voluntad de Dios. Fuese para Fedimo y suplicó con su presencia todo lo que
le faltava para ser sacerdote y obispo, haziéndose las ceremonias que en caso era costumbre hazerse.
Exercitó tan bien su oficio, que en su muerte dexó a su sucessor tantos infieles cuantos fieles halló
cuando entró en la ciudad por obispo, porque sólo avía diez y siete cristianos. Convirtió a la fe
cuantos vivían en ella, que sólo faltaron diez y siete que permaneciessen en su infidelidad. Ni es
fuera de propósito lo que sucedió al mismo Gregorio en el tiempo que governava su iglesia, que
estimándole en mucho en otras partes, regíanse por su parecer en negocios graves, y assí en una
ciudad rogáronle que fuesse a señalarles prelado. Fue allá, y examinando a los que pretendían su
dignidad y no contentándose dellos, levantóse entre algunos
| del pueblo una boz a manera de desprecio, que dezía:
-Si déstos no se contenta Gregorio, conténtese con Alexandre el Carbonero.
Oyó esto el santo, y preguntó quién era aquel Alexandre, y rogó que se le truxessen a donde
estava. Truxéronsele, y era un hombre de mediana edad, con vestidos despreciados, el rostro y
manos de tizne. Reíanse los que le traían, reíanse los que estavan con San Gregorio cuando llegó, y
reíase el mismo carbonero Alexandre de ver que los otros se reían, dando muestra de que se holgava
por ser tenido en poco y que hiziessen burla y escarnio dél. No le miró Gregorio como los otros le
miravan, antes le pareció que debaxo de aquel desprecio avía mucho que preciar. Llamóle aparte y
conjuróle le dixesse quién era. Él dixo toda la verdad de su vida, que era filósofo y por huir de la
gloria vana del mundo tomó aquel traje, y que no la necesidad de buscar la comida le truxo a ser
carbonero, sino desseo de ser casto, que ni él tuviesse tentaciones contra la castidad, ni muger
alguna hiziesse caso dél, viéndole tan negro y sucio. Declaró también que lo más que ganava en
aquel trato del carbón lo dava a pobres, y cumplía los consejos del
Evangelio. Hízole Gregorio desnudar sus vestidos rotos y suzios y lavar el rostro y manos. Diole otro vestido semejante al que
el mismo Gregorio traía, y juntando a todo el pueblo, dixo que les avía escogido y señalado obispo,
y tal como convenía a tan alta dignidad. Esperavan todos verle, y tenían suspensos los sentidos
hasta conocer la persona que avía escogido varón tan sabio, y vieron salir a Alexandre el Carbonero,
vestido al talle de Gregorio y acompañado de sus mismos familiares. No sabían los presentes si
reírse de verle o si afrentarse de que les diesse tal obispo. Hablóles Gregorio y dioles cuenta de
quién era Alexandre. Mandóle que predicasse en presencia de todos, él lo hizo y de modo que los
dexó admirados y muy contentos de tenerle por prelado. Y assí, San
/(123v)/ Gregorio le ordenó y consagró, y se les dexó por obispo, y él dio muy buena cuenta de aquel cargo, y fue santo. Y su día
señala el Martirologio Romano en onze de agosto. Lo dicho refiere San Gregorio Niseno en la
Vida del Taumaturgo.
[9] Pedro Damián, cardenal y obispo de Ostia, dexó ambas dignidades y bolvió a un monasterio,
donde primero avía sido monge. Era doctíssimo, quiso el Papa Nicolao bolverle a las mismas
dignidades por aprovecharse de sus letras y sabiduría, y púsole pena corporal si no lo hazía. Y era
que cada día tomasse una disciplina rezando diversas vezes el
Psalmo de Miserere mei. Aceptó de
muy buena gana la penitencia por no encargarse de dignidades, y por un año entero la cumplió.
[10] Isaac Monge, sabiendo que le querían ordenar sacerdote y que presidiesse en un monasterio de
Escitia donde residía, salió de allí y ocultamente se fue a Egipto, y en un apartado y secreto desierto,
donde estava seguro de ver hombres, hizo su habitación y morada. Mas por ser su elección del
Cielo no pudo encubrirse. Salieron en su busca algunos monges, y llegando a Egipto, cerca del
desierto donde estava, hízoseles bravo un asnillo que llevavan, y tomando carrera, y los monges
siguiéndole, llegó a la puerta de la cueva donde residía Isaac, y paró allí, dexándose assir. Los
monges, aviendo puesto cobro en el jumento y viendo la cueva, llegaron a ella y hallaron dentro al
que buscavan y tenían casi perdida la esperança de hallarle. Por lo cual, muy alegres y dándole el
parabien de ser hallado, le rogaron que bolviesse con ellos. Considerando él que un mudo animal le
avía descubierto, entendió que era la voluntad de Dios que condescendiesse con lo que sus monges
querían. Bolvió al monasterio, recibió el grado de sacerdote, de que dio muy buena cuenta. Y
parece aver guardado el orden del Apóstol escriviendo a los
Hebreos, capítulo quinto: «Ningu- no
| -dize- tome para sí honra de dignidad sacerdotal, sino el llamado por Dios, como Aarón». Es del
Vitis Patrum, y refiérelo Marulo, libro primero.
[11] Amonio Monge fue a Roma con San Atanasio, y no levantó los ojos a mirar cosa della, sino las
iglesias de San Pedro y San Pablo. Después, queriéndole hazer obispo, se cortó la oreja derecha,
porque estando mutilado y falto de sus miembros le dexassen. Fuéronse los mensajeros y sobre
acuerdo tornaron por él, diziendo que la iglesia le pedía por su entereza de vida, aunque no lo
estuviesse en la persona. Juró que si porfiavan se cortaría la lengua, porque no le llevassen, y assí le
dexaron. Es del libro octavo de la Historia Tripartita.
[12] De Acefemas escrive San Teodoreto, y dízelo también Nizéforo Calixto, libro undécimo, capítulo
cuarenta y uno, que, aviendo vivido muchos años en áspera penitencia emparedado, teniendo dél
noticia su obispo, quísole ordenar sacerdote. Salió de la cueva, y porque tenía rebelación que le
quedavan pocos días de vida, dixo:
-Yo no litigaré en este caso, hazed, Señor, lo que os diere gusto. Mas se os dezir que si no
estuviera cierto que tengo de morir presto, no aceptara el grado y dignidad, porque entiendo cuán
grave carga es la del sacerdote, y la cuenta estrecha que del oficio se le ha de pedir.
[13] Pastumio Monge fue criado por muerte de Macario en abad. Recusólo él algún tiempo alegando
que era indigno para oficio y ignorante en lo que devía hazer en él. Mas por no ser inobediente,
aviéndose ido del monasterio, bolvió a él derramando lágrimas y recibió el cargo. Y porque
desconfiava de sí, sólo por humildad mereció ser favorecido del Señor, embiándole un ángel que le
instituyesse en todo lo que devía hazer. De donde resultó que, exercitando muy bien su oficio,
enseñando a sus monges y instituyéndolos en todo género de santidad, los puso en el camino
/(124r)/ de la perfección. Es del Vitis Patrum.
[14] Adón Monge, en el monasterio de Cluni, por muerte de Benón fue hecho abad. Quiso él
huyendo librarse, y no pudo, sino que, detenido de los monges, no sólo por obediencia tuvo el cargo
de abad, sino también el de obispo, constreñido con censuras. Teníase por indigno de mandar a
otros, considerándose por inferior a todos, mas de tal suerte se rigió en las dignidades, que fue
ennoblecido con milagros, concediéndole Dios el poder hazerlos por su grande humildad. Es de
Juan Monaco, y refiérelo Surio, tomo sexto.
[15] Lamón Monge, electo en obispo de Hierópoli, por ningunas persuasiones pudo ser vencido a
que lo aceptasse. Sucedió que passando por allí Theófilo Obispo, varón de grandes prendas, y
aposentándose en aquella iglesia, díxole razones bastantes por que devía aceptar la dignidad. Viéndose
Lamón que no tenía qué responder, pidió un día de término para deliberar lo que le pedían que
hiziesse, y todo él estuvo de rodillas puesto en oración. Y llegando por la respuesta, encontráronle
muerto. Entendióse que pidió lo mismo a Nuestro Señor, temiendo que si recebía la dignidad de
obispo no tenía fuerças para cumplir con las obligaciones y cargos de obispo, y si las cumpliesse no
cayesse en alguna elación y sobervia, y se verificasse en él lo que dize Cristo por San Mateo,
capítulo veinte y cuatro: «Ay de vosotros, los que desseáis las primeras cátedras en las sinagogas y
ser honrados en la plaça». Es de Marulo, capítulo primero.
[16] Goar, monge en Francia, procurando el rey Sigisberto hazerle arçobispo de Treveris, resistiólo
cuanto le fue possible, y visto que la porfía del rey iva adelante en que aceptasse la dignidad, pidió
treinta días de término que le dexassen, como para averiguar negocios proprios. En este tiempo,
estando encerrado en una celda, hizo oración a Dios, diziendo que él estava presto para sufrir todo
lo dificultoso que por su amor le fuesse ofrecido, y que le suplicava solamente le librasse de
| ser obispo. Diole luego una fiebre y enfermedad que le tuvo en una cama todo el tiempo que vivió,
teniéndolo por regalo de Dios a trueco de ser libre del obispado. Dízelo Surio, tomo cuarto.
[17] San Leonardo dexó el palacio y casa real, donde era tenido y estimado de los reyes de Francia,
y entró en religión. Y como no perdiesse la estimación con el rey, sino la augmentasse, dávale un
obispado, y no sólo lo recusó, sino porque en tal caso no le hablasse más ni él se viesse tentado de
ambición desseando tal dignidad, viendo que en ella la humildad anda a pleito, y con la renta y
riquezas se pierde la paz y quietud, huyó el cuerpo y passó en Aquitania o Gascuña, donde exercitó
el oficio de predicador. Dízelo Jacobo, obispo jaunuense, y refiérelo Marulo, libro primero.
[18] Preguntando a un santo viejo ermitaño y grande varón en scientia y experiencia cierto sobrino
suyo si aceptaría un obispado que le davan, respondióle:
-Ruégote, sobrino, que primero que te diga mi parecer hagas lo que te dixere.
Usávase antiguamente hazer algunos juegos sobre una rueda de piedra o de madera, menor
que la de un molino, levantada en alto, que llamavan Disco, y acaso viendo el viejo una destas, dixo
al sobrino que subiesse en ella y se rebolviesse a una y otra parte. Hízolo él con grande quebranto
por ser el lugar breve y poder caer fácilmente. Luego le dixo que baxasse en tierra y hiziesse lo
mismo. Hízolo, y sin pena, por ser el lugar ancho y no estar en peligro de caer.
-Con lo que has esperimentado -dixo el santo viejo- respondo a tu pregunta.
Y el sobrino, bien industriado, conociendo que en la dignidad alta ay peligro y quebranto,
dexó de aceptar el obispado. Lo dicho es de San Gerónimo en la
Regla de los Monges, capítulo quinze. Y añade el santo Doctor que a algunos les parecerá que con la edad delirava el viejo, y no
fue assí, porque pareció lo contrario, y fue que el sobrino murió presto y aparecióse después al tío
dándo- le /(124v)/ gracias por el consejo que le dio, afirmando que si aceptara la dignidad le pusiera
en grande peligro y que por la misericordia de Dios era salvo. Esto todo refiere San Gerónimo. Y
hase de entender que aquel hombre particular corría semejante peligro según él dixo, y no en general,
pues sabemos de innumerables obispos que fueron santos y pueden serlo todos si hazen lo que
están obligados con tal dignidad.
[19] Geminiano, clérigo mutinense, por la muerte de Antonio Obispo fue electo del pueblo. Huyó
él y escondióse. Buscáronle, y, hallado, contra su voluntad aceptó la prelacía y mereció que Dios
hiziesse por él muchos milagros. Lançó el demonio de una hija del emperador Joviniano. Cuando
Atila hazía guerra en Italia y destruía ciudades y pueblos, conservó sin daño a sus ciudadanos.
Estando él orando y las puertas de la ciudad abiertas, entraron los contrarios en ella, y, sin agrabiar
persona alguna, tornaron a salir y se fueron. Haze mención desto Surio en el primer tomo.
[20] Aparecióse el Apóstol San Pedro a un cura de almas descuidado en su oficio, y con rostro
airado y severo le dixo:
-Lee en este libro.
Y lo que leyó fue: Mortificabas animas quae non moriuntur & vivificabas animas quae non
vivunt.
Que fue dezir: «Con tu mal exemplo eras ocasión de muerte eterna a las almas que crió Dios
immortales, y a las que estavan ya muertas en culpa hazíasles ligeros sus pecados y fáciles, para
que nunca saliessen dellos». No quería leer más, por ver que era tan en su daño lo escrito, mas,
amenazándole el Apóstol, prosiguió la lección, diziendo:
Quando de inferno reduces animas quas per tuum destitutas exemplum aeternum suplitiis tradidisti?.
Y es dezir: «¿Cuándo sacarás del
Infierno las almas que por tu mal exemplo llevaste a eternos tormentos?». Con esto le dexó el
Apóstol, y él quedó con tanto temor de la visión que, sin más deternerse, dexó el siglo y oficio de
cura y se entró en un monasterio, donde hizo grande penitencia.
| Refiérese en el Libro De Apibus
Primo, capítulo veinte.
[21] Severo, natural de Rábena, ciudad en Italia, de humilde linage, era casado y tuvo una hija. La
madre se llamó Vicencia y la hija Inocencia. Texía paños, y con esto sustentava su casa. Sucedió
que murió el obispo de Rábena, y juntándose para darle sucessor otros obispos con el clero y
pueblo dentro de la iglesia catedral, sabido por el Severo, dixo a su muger que se quería hallar en
aquella elección. Ella dixo:
-Mejor haréis de entraros en vuestro telar y texer, que no iros a holguear con daño de vuestra
casa y hazienda, pues está cierto que no porque vais allá o porque os quedéis en casa os harán
obispo.
-Con todo esso -dixo Severo-, quiero ir allá con vuestra licencia.
Respondió la muger:
-Hazed lo que os agradare, que sin duda en entrando en la iglesia os han de hazer obispo.
Esto dixo burlando y haziendo donaire. Severo fue a la iglesia y púsose a hazer oración
detrás de la puerta. Estavan los obispos con el clero y pueblo congregados, y pedían a Dios que
señalasse a quien fuesse servido y lo mereciesse para aquella dignidad. Baxó de lo alto una paloma
blanca como nieve y anduvo de unas partes a otras, y al cabo fuese a asentar sobre la cabeça de
Severo. Él, muy turbado, la echó de por sí por tres vezes, y tantas se le tornó a asentar en la cabeça,
y era como dezir Dios: «¿Sobre quién hará asiento mi Divino Espíritu, sino sobre el humilde?».
Visto el milagro por los obispos, dieron gracias a Dios, y sacando a Severo del rincón donde estava,
le llevaron casi por fuerça a la silla pontifical y le consagraron en obispo, precediendo los sagrados
órdenes. Ni era inconveniente en aquella sazón eligir en obispo hombre casado, aunque en tal caso,
la muger se entrava monja, y así lo determinó el Concilio Constantinopolitano en la
Acción diez y ocho. Fue cosa admirable que, siendo Severo antes hombre sin letras, a imitación de los Apóstoles
fue luego lleno de Divina Sabiduría, y no sólo exercitava
/(125r)/ el oficio de prelado diziendo Missa, sino que predicava y enseñava al pueblo con aprovechamiento grande de todos. Estando un
día celebrando, fue arrebatado en espíritu, y, deteniéndose grande tiempo, los acólitos, pareciéndoles
que dormía, tiraron de las vestiduras sagradas y, tornando en sí, dixéronle:
-¿Qué hazes, padre? ¿Está oyendo el pueblo y duérmeste?
Él, mostrando mucha pena, dixo:
-Oh, hijos, ¿y por qué me avéis interrumpido? Que estava en la ciudad de Módena, aviendo
muerto el santo obispo Geminiano, encomendé su alma y estuve en su entierro, aunque por darme
prissa vosotros vine más presto que quisiera.
Admiráronse desto y, hecha información, hallaron que avía muerto en tal sazón Geminiano,
y que Severo se halló, pareciendo de improviso, en su entierro. Murió Inocencia, su hija, donzella
de poca edad, y avía antes muerto su madre. Quiso que la sepultassen con ella y, abierto el sepulcro,
habló Severo a su muger difunta y díxole:
-Ea, Vicencia, da lugar en esse sepulcro a la que le tuvo en tus entrañas.
Dicho esto, por sí mismo se apartó a un lado el cuerpo de la madre, y dio lugar a la hija.
Después murió santamente Severo. Dízelo Pedro Damián Cardenal, y refiérelo Surio, tomo primero.
[22] La elección en obispo de San Nicolás fue milagrosa, y toda la vida que hizo de obispo fue
milagro. Y por esto es celebrada en todas las iglesias catedrales, y en muchas universidades, que en
su día erigen y levantan un niño, poniéndole insignias de obispo, para denotar la inocencia y vida
inculpable de obispo y muy larga que vivió San Nicolás, y en la Memoria que dél se haze, que
antiguamente era en tanto excesso que convino que un Concilio Toledano lo estorvasse, aunque
siempre queda algo para recuerdo de los obispos y prelados, que imiten a San Nicolás en la inocencia
de vida y inculpables costumbres. El cual, según escriven en su
Vida el Metafraste, Juan Diácono y Leonardo Justiniano, como siendo sacerdote fuesse a la ciudad de Mirrea, con in- tento
| de exercitarse en obras del servicio de Dios, a la sazón estavan juntos algunos prelados de la comarca, con el clero
de la ciudad, para eligir obispo. Y como todos deseassen acertar y hiziessen oración sobre el caso,
fuele rebelado a uno de los obispos que era la voluntad de Dios se eligiesse el primero que otro día
entrasse en la iglesia, que se llamasse Nicolás. Dio parte desto a los otros prelados y al clero.
Quedáronse la noche en la iglesia, esperando el día siguiente para ver al que Dios escogía en
aquella dignidad. Estavan en oración, y el obispo a quien fue hecha la revelación, a la puerta,
esperando quién entrasse. San Nicolás, que avía tenido oración desde la media noche, como era su
costumbre, en la posada donde se recogió, venida la mañana iva al templo. Y entrando, llegóse el
obispo a él y preguntóle quién era y cómo se llamava. Él respondió que era un pobre pecador, que
se llamava Nicolás. Viendo el obispo su rostro y persona digna de toda reverencia, y oyendo sus
humildes palabras y que se llamava Nicolás, respondiendo el nombre con el oráculo, dixo a bozes
con grande contento:
-Ea, hermanos, ea, amigos y señores, que ya tenemos obispo. Éste es Nicolás, éste es el
escogido de Dios.
Vinieron todos y, contentíssimos dél, aviendo dado cuenta al pueblo de lo que passava, y
todos muy alegres, fue consagrado en obispo, sin que osasse contradezir a lo que vido ser voluntad
de Dios, no sin grande pena y sentimiento, como lo declaró por razones que dixo, en que mostró su
humildad y mucha santidad.
[23] Santo Tomás Cantuariense, luego que fue hecho arçobispo, para enfrenar los ímpetus de la
vanagloria procuró macerar su carne con asperezas. Tenía más oración y ayunava más, usava de
cilicios. El que procede deste modo declara que no sube a la dignidad de prelado, sino a un cúmulo
de trabajos, no se loçanea con la pompa de la honra, sino que está congoxoso con la pelea de graves
tentaciones. Dízelo Marulo, libro primero.
/(125v)/
[24] Celestino Quinto, aviendo regido la iglesia de Dios algunos meses, dexó el Pontificado de tan
buena gana como le tenía de mala. Y que no hiziesse mal en dexarle pareció por muchos milagros
que después hizo Dios a su intercesión y ruego, y en que es tenido por santo, como dize en su
Vida el cardenal Pedro de Aliaco. Y aunque no se sabe de otro Sumo Pontífice que aya dexado el
Pontificado, mas arçobispados y obispados muchos los han dexado o no los han querido recebir,
como se ha visto en exemplos puestos y se verá en otros. A Santo Tomás de Aquino, luz de Doctores
Escolásticos y honra del Orden de Predicadores, ofreciéndole el Papa Clemente Cuarto el
Arçobispado de Nápoles, no le aceptó. Lo mismo se afirma de San Bernardino, del Orden de los
Menores, que desechó tres obispados, y lo denotan tres mitras que le pintan a sus pies. Y estando
con el Papa Urbano, tomó una mitra el Pontífice, y púsosela en la cabeça. Él, con buen comedimiento,
se la quitó, y dándole gracias, le dixo:
-Santíssimo Padre, la razón por que no acepto esta dignidad es por más libremente predicar
el desprecio del mundo.
Y por oírle esta razón, el Papa no le importunó más.
Mayoro Bretón, arçobispo dolense, aviendo puesto en su silla a Budoco, él se fue al desierto
y hizo vida solitaria, tanto más cercano a Dios cuanto apartado de los tumultos de mundo. Justo,
obispo lugdunense, estando en la tierra hazía vida celestial. De la soledad del desierto, a donde
dexando la dignidad se fue a ser morador, boló a las fiestas del Paraíso, trocando el aposento
estrecho de su celda con la anchura del Cielo. Su cuerpo fue del desierto llevado a León, donde avía
sido obispo, y de la honra que se privó vivo, no careció muerto, pues le hizieron las obsequias
funerales, no tanto como a prelado, sino como a santo. Remalco, obispo trayetense, después que
apacentó sus ovejas algunos años, no sólo con palabras y doctrina, sino con exemplo de vida, dexó
la dignidad y cargo y entróse en un |
monasterio, y de obispo se hizo monge. Donde no sólo le
pareció estar más seguro, sino con mayor sossiego y tranquilidad, y que era mejor para él obedecer
que mandar, estar subjeto que governar almas, porque dessear lo uno es arrogancia, y seguir lo otro
es imitar a Cristo, que dize de sí por San Mateo, capítulo décimo, que vino a servir y no a ser
servido. Refiérelo Marulo, libro primero.
[25] Estando dentro del Cónclave para eligir Sumo Pontífice en una vacante, y llegando tres
cardenales, con el consentimiento de todos los demás, para nombrar por Papa a Besarión, díxoles
Nicolao Perotto, su camarero, no sabiendo a lo que ivan, que estava comiendo el cardenal, su amo,
y que no avía lugar para hablarle. Porfiavan ellos que era negocio que le cumplía, mas el Perotto
resistió, diziendo que no daría la puerta hasta que acabasse de comer. Los cardenales, sentidos
desto, bolvieron las espaldas, diziendo:
-Si no quiere ser Papa, no le hagamos fuerça,
y eligieron a otro. Sabido después por Besarión, sin cólera ni levantar el tono, dixo:
-Por tu inadvertencia y pertinacia, oh Perotto, a mí me quitaste la mitra y a ti el capelo.
Dízelo Jovio en su Vida.
[26] Maravillosa y particular cosa fue lo que escriven diversos autores, y lo advirtió Baptista Fulgoso,
del Papa Nicolao Quinto, el cual se llamó primero Tomás Sarrano, que en un año fue hecho obispo,
cardenal y Papa.
[27] Llegándonos más a nuestro tiempo, hallaremos también exemplos notables de personas que
han dexado de aceptar prelacías, o las recibieron casi forçados. Y fue uno destos fray Francisco
Ximénez de Cisneros, a quien dando el Arçobispado de Toledo los Reyes Católicos, don Fernando
y doña Isabel, para que le aceptasse fue necessario que con las bulas espedidas graciosamente
viniesse una Santa Obediencia del Papa, y assí, forçado, le aceptó, y fue un excelentíssimo y valeroso
prelado. Discípulo de Santo Tomás y de su mismo Orden de Predicadores, y
/(126r)/ Maestro de los más doctos teólogos de su edad, fue fray Domingo de Soto, a quien siéndole ofrecido el Obispado
de Segobia, su propria tierra y patria, no quiso aceptarle. Y lo mismo se entendió que hiziera (si ya,
en efecto, no lo hizo assí) con el Arçobispado de Toledo, ofreciéndosele.
[28] A fray Juan Hurtado de Mendoça dava el mismo Arçobispado de Toledo el emperador Carlos
Quinto, y no quiso aceptarle. Y pidió de merced al emperador que no lo publicasse en tanto que él
viviesse, y assí lo hizo, porque siendo muerto y passando sobre su sepultura, dixo a algunos grandes
que ivan con él:
-Aquí está enterrado un fraile a quien dava el Arçobispado de Toledo, y por mi consagración
que no le quiso, y que me rogó que lo callasse en su vida.
A don Fernando de Toledo, que fue hermano del Conde de Oropesa, truxeron un capelo, y
no le quiso, cosa que causó admiración en Roma. Y una señora italiana fue de Madrid a Talabera
sólo por ver a quien hizo un hecho tan estraño, de no aceptar el capelo roxo.
[29] El mismo emperador Carlos Quinto dio notable exemplo en la materia presente de
Dignidades, pues dexó el imperio a su hermano don Fernando, rey de Bohemia, y sus reinos y estados a su hijo,
el católico rey don Filipe, y se recogió a vivir en el monasterio de Yuste, que es de Gerónimos, en
la Vera de Plasencia, en España, donde acabó la vida exemplarmente, libre de los cuidados y tráfagos
del mundo. Alaba Sigisberto altamente a Lotario, emperador de Alemania, porque dividió sus estados
entre sus hijos y se entró monge en Prumia, donde murió santamente. Y si se mira a lo que dexó el
emperador Carlos Quinto, más digno es de loa, pues fueron muchos más reinos y señoríos que los
que dexó Lotario, ni que Isacio o Michael, que dexaron el Imperio de Oriente y murieron monges.
[30] Acerca de otras dignidades, esta- dos
| y oficios que ay en las repúblicas, quiero dezir lo que
escrive fray Miguel Salón que le passó con el mismo emperador don Carlos a fray Tomás de
Villanueva. Y fue que, tratándose en las universidades de España si era lícito vender semejantes
oficios públicos y dignidades, como regimientos, veinticuatrías, juraderías, y otros semejantes,
sucedió que, predicando al emperador en Valladolid el dicho fray Tomás de Villanueva, que fue
fraile augustino y arçobispo de Valencia, ofreciósele ocasión en el discurso de lo que iva diziendo
para tratar deste punto, y dixo:
-Suplico a Vuestra Magestad mande alçar essa cortinas, porque lo que quiero dezir acerca
desto, recibiré merced y caridad dezirlo viéndole el rostro.
Mandó luego aquel cristianíssimo príncipe que las alçassen, y mirándole rostro a rostro,
prosiguió:
-Algunos me piden diga lo que siento en esto de vender los oficios. Sólo quiero dezir en ello
una palabra a Vuestra Magestad, y es suplicarle considere con su prudencia y zelo, quien compra el
regimiento y oficio público con su dinero, siendo cosa de que los cuerdos y temerosos de Dios tanto
huyen, si es su intento aprovechar al común o a su casa propria. No tengo que dezir más en esto.
Mande Vuestra Magestad bolver a correr las cortinas.
De esta libertad evangélica no sólo no se ofendió el emperador don Carlos, sino se edificó
mucho, y le tomó tanta afición que le oía muchos sermones, y cuando sabía que predicava en su
convento, siendo prior, iva a oírle. Y assí, un domingo, como su Magestad fuesse a la iglesia temprano,
antes que se començasse el oficio, hecha oración al Santíssimo Sacramento, entróse en el claustro
y dixo al sacristán:
-Avisad al prior que estoy aquí.
Subió el sacristán a su celda, donde estava estudiando, a dar aquel aviso. Era falto de memoria
fray Tomás, y para reparar aquella falta tenía necessidad de estudio, y assí dixo:
-Dezid a su Magestad que estoy estudiando, y que si me manda ba- xar
/(126v)/ no podré predicar, y si he de predicar, no puedo baxar.
Bolvió con esta respuesta el sacristán al emperador, temiendo no le pareciesse corta, y no
fue assí, antes, buelto a los grandes que allí se hallaron, dixo con un alegre semblante:
-Assí avían de ser los frailes, tan despegados como es- to.
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Por estos acueductos vino a que el mismo emperador Carlos Quinto le nombró arçobispo de
Valencia. Lo dicho es del Maestro ya nombrado fray Miguel Salón, en la
Vida que escrivió del fray Tomás, libro segundo, capítulo sexto. |
EXEMPLOS ESTRANGEROS
[1] Caninio Patricio fue electo en cónsul de Roma antes que uviesse emperadores, y era dignidad
que durava un año, en el cual mandava todo el imperio. Y cuando entendió su elección fuese de
Roma, sin querer aceptar el cargo, de manera que el mismo día que fue hecho cónsul dexó de serlo.
Y assí dixo dél Cicerón con mucha gracia: «Vigilantíssimo cónsul fue Caninio, pues en todo el
tiempo de su consulado no durmió». Dízelo Volaterrano, libro catorze, capítulo segundo. |
[2] Diocleciano, emperador de Roma, crudelíssimo tirano con los cristianos y que martirizó grandes
millares dellos, dexó el imperio y fuese a vivir privadamente en una heredad cerca de Salona. Y
passados algunos años, escriviéronle cartas Maximiano y Galerio que tornasse a tomar el imperio.
Respondióles que si vieran el orden con que tenía puestas las lechugas y otras yervas de su mano en
un huerto suyo, nunca le aconsejaran cosa semejante. Dízelo Pontano, libro segundo, capítulo quinto,
De Fortitudine.
Fin del Discurso de Dignidades. |