DISCURSO DÉCIMO SÉPTIMO. DE CONSEJOS


Léese en el capítulo décimo del Segundo Libro de los Reyes que muriendo el rey de los amonitas, por averse mostrado amigo de David en | el tiempo que anduvo desterrado huyendo de Saúl su suegro, teníale amistad, y sabiendo que dexava en el reino a Hanón, su hijo, embióle sus embaxadores a darle el pésame de la muerte del padre y parabien de su nuevo reinado. Llegaron adonde el rey estava, y tratando con los de su consejo acerca desta embaxada, dixé- ronle /(102r)/ que David embiava a explorar su reino y ver qué defensa tenía para venir a le hazer guerra y quitarle el reino. Sobre lo cual tomando consejo qué haría, siguió uno muy malo, y fue que rayó las medias barbas a los embaxadores y cortóles también los vestidos por vergonçoso lugar, y embiólos a David. Este mal consejo que tomó le fue ocasión de que perdiesse el reino, porque David le hizo guerra por vengar esta afrenta y le quitó el estado y la vida. Mucho mal haze un mal consejo y mucho bien haze un bueno. El Discurso presente trata de Buenos y malos consejos; el provecho que hazen los buenos y daño que hazen los malos.


[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]


[1] Aviendo comido Eva de la fruta del árbol vedado por persuasión de la serpiente, fue a Adam, su marido, y díxole que comiesse. Aconsejólo, rogóselo -y por ventura echaría alguna lagrimilla-, convencióle, comió y pecó, y causó a sí y a nosotros gravíssimos males y daños. Es del capítulo tercero del Génesis.

[2] El justo Lot piadosamente aconsejava a los sodomitas, diziéndoles: «No queráis, hermanos míos, hazer semejante mal y pecado oprimiendo a los huéspedes que vinieron a esta ciudad vuestra y los tengo hospedados en mi casa». Respondíanle ellos con sobervia y presumción grande que no les diesse consejo, que era advenedizo en aquella tierra, que harto hazían en dexarle vivir allí, que se fuesse y los dexasse. Y aquí se verifica lo que dize el Eclesiástico, capítulo onze: «Los perversos, los envejecidos en maldades, con dificultad dexan corregirse». Es del Génesis, capítulo diez y nueve.

[3] Aconsejava Rebeca a Job, su hijo, lo que convenía para ganar la bendición de su padre Isaac. Tomó el consejo y fuele bien dello. Dízese en el Génesis, capítulo veinte y siete.

[4] La señora a quien servía Josef dávale malos consejos para que pecasse con ella, los cuales él no tomó, y aunque se vido por ello en la prisión y cárcel, después se holgó dello. Es del Génesis, capítulo 39. |

[5] Para utilidad del pueblo hebreo y algún descanço de Moisés, le aconsejó bien su suegro Jetro que escogiesse algunos varones prudentes que decidiessen las causas y pleitos de menor momento y no cargasse todo dél. Hízolo y fue alivio grande. Y refiérese en el Éxodo, capítulo diez y ocho.

[6] El profeta Balam dio un malíssimo consejo al rey Balac de Mandián y Moab. Fue el caso que, viendo entrar los hebreos por su tierra y que no tenían bastantes fuerças para defenderse dellos, embió a llamar a Balam Profeta para que los maldixesse, confiado en que si los maldezía no tendrían fuerças, aunque eran seiscientos mil hombres, para hazerle daño. Fue Balam, y puesto que no hizo en todo lo que el rey le pedía, mas, como dize Haimón y otros doctores, y parece que se colige del capítulo segundo del Apocalypsi, dio por consejo al rey que juntasse muchas donzellas de su reino y bien compuestas las embiasse en coros dançando a los reales de los hebreos, que llegavan cerca, con presupuesto que si pareciessen bien a algunos dellos y las quisiessen por mugeres, fuesse debaxo de concierto que avían de adorar a los dioses que ellas adoravan. Dio este consejo el mal hombre con intento que si los hebreos idolatravan Dios se enojaría con ellos, y viniendo a las manos con la gente de Balac no les favorecería y serían vencidos. Y en cuanto a hazer fornicar a algunos del pueblo, bien bastó el consejo, mas porque Finees, hijo de Eleázaro y nieto de Aarón, con zelo santo mató de un golpe de lança a un hebreo que estava ofendiendo a Dios con una de aquellas mugeres madianitas, agradó este hecho tanto a su Magestad, que perdonó al pueblo y le incitó para que destruyessen a los madianitas y moabitas, como lo hizieron matando entre otros al inicuo Balam. Es del Libro de los Números, capítulo veinte y cuatro y veinte y cinco.

[7] Estimávase el consejo de Achitofel en tiempo de David como si fuera un oráculo, y, con todo, ésse dio un consejo a /(102v)/ Absalón malo y pernicioso, aunque provechoso para su intento. Y fue que deshonrasse a algunas mugeres que David, su padre, dexó para guarda de su alcáçar, cuando salió huyendo de Jerusalem por su causa. El consejo, aunque malíssimo, era provechoso para Absalón, porque muchos del pueblo no osavan declararse en su favor contra David, su padre, diziendo que se harían pazes entre ellos fácilmente y quedavan perdidos. Y haziendo una cosa como ésta, claro estava que nunca tendrían paz. Hizo Absalón lo que le aconsejó Achitofel públicamente en una tienda de campo en medio de una plaça, y fue castigo en David como se lo declaró un profeta, que le dixo: «Tú en secreto deshonraste la muger de tu vassallo y otro en público deshonrará las tuyas». Diole otro consejo, que fuesse siguiendo a David cuando salió huyendo de Jerusalem, que llevava poca gente y Absalón tenía mucha, y conveníale hazerlo antes que se le juntasse más, como después se le juntó, por donde vino a perderse Absalón. Visto por Achitofel que no tomó su consejo, fuese a su casa, hizo testamento y ahorcóse. Esto acarrea el aconsejar mal. Es del Segundo de los Reyes, capítulo diez y siete.

[8] Abigail, muger de Nabal Carmelo, salió a David, cuando iva con intento de matar a su marido y destruirle su casa y hazienda, sin perdonar ni gato ni perro, díxole también concertadas razones y diole tan buen consejo, que tomándole él se aplacó y dexó de derramar sangre inocente. Dízese en el Primero de los Reyes, capítulo veinte y cinco.

[9] Buen consejo dava Abner a Asael yendo huyendo por aver perdido una batalla, queriendo el moço y sin experiencia hazer daño a él, que era hombre robusto y bien experimentado. Dezíale que siguiesse a otro de los que huían y le dexasse a él. No quiso Asael hazerlo; rebolvió Abner el braço y tiróle una lança que le atravessó y dexó muerto. Refiérese en el Segundo de los Reyes, capítulo segundo.

[10] Siguió Salomón los consejos de muge- res | idólatras y depravaron su coraçón, viniendo en la vejez a honrar dioses falsos y mentirosos, como parece en el Tercero de los Reyes, capítulo onze.

[11] La muger de Job le dava un malíssimo consejo, de que se vengasse de Dios diziéndole palabras de blasfemia por los trabajos que le dava a padecer. Lo cual no hizo él, sino que le respondió: «Has hablado como loca». Es de su Libro, capítulo segundo.

[12] Aconsejavan los viejos sabios y experimentados a Roboam, hijo de Salomón, que tratasse bien al pueblo hebreo y no los desolasse con excessivos pedidos. No los oyó, sino a los moços que le dieron por consejo que se mostrasse feroz y los amenazasse con peor tratamiento. Vino de aquí a perder de doze tribus, las diez. Pudiera ser rico y poderoso rey; por el contrario fue pobre de gente y de renta. Es del Tercero de los Reyes, capítulo doze.

[13] Vino al profeta Eliseo Naamán Siro a que le curasse de lepra; mandóle ir a bañar al río Jordán. Él no lo quería hazer, pareciéndole que eran mejores ríos los de su tierra, y que se avía bañado en ellos diversas vezes. Y quedándose con su sarna ívase sañudo, mas sus criados le aconsejaron hiziesse lo que el profeta dezía, pues era cosa fácil, y si le mandara otra más dificultosa la hiziera. Tomó este consejo, fue y bañóse, y quedó sano. Es del Cuarto de los Reyes, capítulo quinto.

[14] En todo el tiempo que vivió Joyada, sumo sacerdote, y dava buenos consejos a Joás, rey de Judá, le iva bien al moço rey. Murióse el viejo, faltóle aquel consejo, dio en ser malíssimo y acabó mal. Y dízese en el Cuarto de los Reyes, capítulo doze.

[15] Predicava Jeremías la destruición de Jerusalem por los caldeos, cansávanse de oírle los judíos, fueron al rey Sedequías a pedirle y aconsejarle que le matasse. Concedió con ellos, por esta ocasión le echó en un poço, donde estuvo en peligro de morir, aunque después salió libre. Es de su Libro, capítulo treinta y ocho.

[16] Muy obediente fue Tobías el Moço a los /(103r)/ consejos del ángel San Rafael, en especial mandándole que sacasse un grande pescado del río Tigris y le abriesse y guardasse el coraçón y la hiel, en pedir por muger a Sara y el modo que avía de tener, quemando el coraçón del pesce en su aposento para que huyesse un demonio que le avía muerto siete maridos, y ungir con la hiel los ojos de su padre ciegos, con que recobró la vista. De todo esto le fue bien, como parece en su Libro, capítulo sexto.

[17] Predicó Jonás en Nínive su destruición. Creyéronle, hizieron penitencia y fueron libres de aquella amenaça y plaga. Es de su Libro, capítulo segundo y tercero.

[18] Quexávase Amán a sus amigos de Mardoqueo, que no se le humillava, y aconsejáronle que hiziesse una horca en su casa, donde por orden del rey le colgasse. Hizo la horca y sirvió para que en ella fuesse él ahorcado y muerto. Es del Libro de Ester, capítulo quinto.

[19] Buen consejo dio Daniel a Nabucodonosor, rey de Babilonia, diziéndole: «Mi consejo, o rey, te conviene; redime tus pecados con limosnas». Es de su libro, capítulo cuarto.

[20] Judas Macabeo, aviendo de entrar en alguna batalla, primero dava consejos maravillosos a sus soldados, de suerte que, tomándolos, ellos salían con victoria. Y aviendo de ir a Galaad el mismo Judas, dexó encomendada su gente a Josefo y a Azarías, mandándoles expressamente que | no saliessen a pelear con sus contrarios, hasta que él y los que ivan con él diessen la buelta. No tomaron su consejo ni le obedecieron, desseando ganar honra como él la ganava. Salieron a pelear con sus enemigos, fueron vencidos y muchos dellos muertos. Es de su Primero Libro, capítulo tercio, cuarto, quinto y nono. Y del Segundo, capítulo octavo y quinze.

[21] San Juan Baptista, predicando dava maravillosos consejos, de suerte que muchos de los oyentes se baptizavan confessando sus pecados, y el rey Herodes le oía de buena gana y hazía por su ocasión algunas cosas acertadas. Dízelo San Marcos, capítulo sexto. Y en el mismo lugar se muestra un malíssimo consejo que dio la adúltera Herodías a su hija, diziéndole: «No pides otra cosa sino la cabeça del Baptista», por donde vino a ser degollado.

[22] El Evangelio de Jesucristo no sólo tiene preceptos, sino consejos, los cuales pueblan los monasterios de frailes y de monjas, de donde resulta a que también el Cielo es poblado dellos.

[23] Bien aconsejava a Pilatos su muger, diziéndole que no condenasse al Justo, y no recibió el consejo, temiendo más la malicia de los judíos, que le podían rebolver con César, que derramar la sangre del Justo y Inocente Cordero de Cristo. Es de San Mateo, capítulo veinte y siete.

Hasta aquí es de la Sagrada Escritura .


[EJEMPLOS CRISTIANOS]


[1] Nereo y Arquileo, baptizados por la predicación del Apóstol San Pedro, eran cubicularios o camareros de Flavia Comicila, nieta del emperador Domiciano, que también era cristiana. Hallándose un día en presencia de su señora al tiempo que ella se componía y adereçava, estuvieron atentos mirándola, y cuando ya estuvo compuesta, dixéronle:
-Si el estudio y diligencia que pones, o Domicila, para adereçar tu cuerpo y persona, con intento de agradar a Aureliano, hijo del cónsul, | su esposo, le pusiesses en adornar tu alma de virtudes y gracias, agradarías sin duda a Jesucristo, el cual, recibiéndote por esposa, haría que tu hermosura y bellesa durasse para siempre, sin faltarle adereços con que más la aumentasses en su Eterno Reino.
Respondió Domicila:
-No es malo que yo me aderece y componga con intento de casarme, para que assí tenga hijos y mi ilustre linaje vaya adelante y se conserve su memoria.
A esto dixo Nereo:
-Bien es que aya casados para que el mundo /(103v)/ no se acabe; mas por esso no todos están obligados a casarse, antes es mejor el estado virginal que el de casados. Y presupuesto que es assí, querría señora que considerasses qué cosa es casarse una donzella. Lo primero ella trueca el nombre en otro que le es contrario, llamándose ya muger no entera. Y lo que no consintió a sus proprios padres que la engendraron, de que tuviessen poderío de su cuerpo, consiente en el varón estraño, de quien a las vezes se haze esclava, siendo tratada como esclava. Porque si le da voluntad y gana, le vedará la conversación aun de sus proprios parientes, el tratar con criados, con esclavos, el ver y el oír. Y alguna vez lo que se haze o se dize con ánimo sincero y limpio, se toma a mala parte.
A esto dixo Domicila:
-Bien sé que mi madre padeció muchos trabajos por ser zeloso mi padre. Mas todos los hombres no son zelosos, ni yo forçosamente le tengo de tener de tal condición.
Arquileo dixo a esto:
-Antes que un hombre se despose, muéstrase humano, afable, amoroso y bien acondicionado. Mas después que tiene a su muger en casa, múdase de tal suerte que parece otro. Y viene la insolencia y desvergüença de algunos a tanto, que truecan las señoras por las criadas. Y si les van a la mano a esto o a otros desatinos semejantes que hazen, no sólo responden con malas palabras, sino que añaden obras pesadas. Mas démos que no sea el esposo zeloso ni deshonesto; lo que le sucede a la esposa de su compañía es un preñado, con una carga bien pesada, sin la poder un momento apartar de sí. El andar llena de mil temores esperando si la hora del parto será la última de la vida, el estar enferma, amarilla, desconsolada, sin poder dar passo que no le cueste un dolor. Aborrece el manjar saludable y provechoso y ama el nocivo y dañoso.
Cessava Arquileo de razonar y tomó la mano Nereo, diziendo:
-¡Oh cuán bienaventurado es el estado virginal, ignorante de las calamidades, amable a Dios, caríssimo a los espíritus angélicos! Cualquier grado de santidad si se pierde | puede recuperarse por la penitencia sola; la virginidad, si una vez se pierde queda irreparable. A la que dexa este don le podrían dezir los ángeles: «Di, muger, ¿qué agravio te ha hecho el sello virginal, que le has echado de ti por admitir en su lugar la corrupción? Desde que saliste de las entrañas de tu madre te ha acompañado esta joya preciosa; aora, ¿por qué la dexas?». ¡Oh, bienaventurada virginidad, que es en el suelo lo que es ser ángel en el Cielo! Escoge, pues, o Domicila, con este título de virgen ser esposa de Jesucristo perpetua, o perdiéndole ser sujeta al varón mortal, con quien si algún deleite tuvieres será breve y momentáneo, y acompañado de tantas desventuras y miserias.
Estos santos consejos dieron Nereo y Arquileo a Domicila, la cual conmovida con razones tan eficaces, y más de la Gracia de Dios, negó al esposo, y por la confessión de la fe perdió la vida, poniéndose fuego a un aposento donde estava con otras santas donzellas, y quitándoles la vida por mandado de un tirano, aunque sus cuerpos quedaron sin lesión. Refiérese en la Vida de Nereo y Arquileo, y tráela Laurencio Surio, tomo tercero.

[2] Simforosa, matrona romana, fue muger de Getulo Mártir, de quien le quedaron siete hijos: Crescente, Juliano, Nemesio, Primitivo, Iystino, Estacteo y Eugenio. Fue presa estando en Tíbuli por mandado del emperador Adriano y llevada a Roma, donde pretendiendo que adorasse ídolos, fuéronle hechos de su parte grandes ofrecimientos y promesas. Y visto que no aprovechava, mandóla dar en su rostro muchas heridas y colgar de los cabellos en el aire, y teniéndola allí algún tiempo, y estando sus hijos presentes, la buena madre, como en cátedra les dava consejos y documentos santíssimos, dezíales que pues a ella, flaca muger, la veían padecer con tan buen ánimo estos tormentos, que mirassen que ellos siendo varones, era justo tuviessen coraçón y pecho para padecer cualesquier otros con que los quisiessen atormentar.
-Mal parecerá -dize-, /(104r)/ hijos míos, que no imitéis a vuestro padre y a mí, que soy vuestra madre, en sufrir trabajos por Jesucristo, que es tan liberal que promete premio en el Cielo por un jarro de agua fría. Pues, quien le diere su sangre y su vida muriendo por su Fe santa, ¿qué paga puede dél esperar?. Mirad, hijos míos, que no duelen tanto estos tormentos como parece. Consigo tienen grande recreo y consuelo en padecerse por quien se padecen, que yo, que estoy en ellos, más pena recibo en pensar que se ha de cançar el tirano en atormentarme, que no en la que de los tormentos resulta.
Tomaron con estas razones de Simforosa sus hijos ánimo para padecer martirio, como le padecieron todos, y el tirano tanto enojo, que aviéndola allí atormentado cruelmente, la mandó echar en el río Tiber con una pesa en el cuello, donde dio a Dios su alma. Es del Martirologio Romano, en diez y ocho de julio.

[3] Apareciósele el demonio en forma humana a San Antonio Abad, y aunque otras vezes le atormentava y traía a la Melena, ésta se puso a razón con él muy de propósito:
-Vengo a ti -dize- con una quexa que tengo de los hombres, y es que millares de vezes me maldizen y me tienen enemiga de muerte. En sucediéndoles algo que no sea a su gusto, disparan luego diziendo: «¡Oh, mal aya el demonio!» «¡Oh, maldito sea el diablo!». Todos me querrían hazer polvos.
San Antonio Abad le dixo:
-¿Y no tienen razón? Siéndoles tú mortal enemigo, como les eres, aconséjaslos que hagan graves pecados, que hurten, que forniquen, que maten; de todo cuanto malo hazen, tú eres la causa.
El demonio, echando centellas por la boca de ira, dixo:
-Ellos mienten, que muchas vezes sin acordarme dellos hazen todos essos males. No tienen por qué quexarse de mí, sino de sus pretensiones y desseos vanos y desatinados.
San Antonio replicó:
-Verdaderamente, aunque eres padre de mentiras, aora verdad dizes, que diversas vezes sin que tú los aconsejes mal ay hombres que ellos se aconsejan y buscan las ocasiones, procuran los | pecados y a fuerça de braços se arrojan en ellos, se enlodan y condenan.
Refiérese en la Vida de San Antonio.

[4] Padecía necessidad y hambre una muger en cierto pueblo donde vivía, aunque conservava su honra y honestidad. Oyó dezir que otras mugeres avían mudado casa y passádose a vivir a una ciudad, donde residían la Corte y estava la persona real, y que vivían ricas, vestían bien y comían mejor. Acordó irse allá. En el camino, tomando el demonio forma humana, hízosele encontradizo y preguntóle:
-¿Dónde vas, muger?
Ella se lo dixo, y el demonio replicó:
-Pues mira que te aconsejo que no vayas, porque te irá mal. Tu eres moça, hermosa y pobre, allí ay gente libre y rica; fácilmente vendrás a perderte. Toma mi consejo y buélvete a tu tierra, que mejor te es allí aunque pobre guardar tu honra que perderla donde vas, por andar galana y comer bien.
No se curó desto la muger, sino que hizo su viaje, y no passaron muchos días cuando se halló perdida y parida. Donde, porque tocava el negocio a un hijo de cierto hombre principal, el padre dio modo como la desterrassen. Ella acordó bolver a su tierra, y en el mismo lugar que de primero se le hizo encontradizo el demonio con el traje que antes. Preguntóle:
-¿De dónde vienes, muger?
Ella respondió:
-Vengo de tal parte, que el demonio me llevó allá. Hame sucedido mucho mal y buélvome a mi tierra.
Levantó el demonio la mano y diole una bofetada blanda, aunque para ella pesada porque le bañó en sangre, y dixo:
-Toma, porque mientes, que yo soy el demonio y en este proprio lugar, cuando ivas te aconsejé que no fuesses allá, y te dixe lo que te podría suceder. No me eches a mí la culpa que tú tienes.
Lo dicho es del Promptuario de exemplos.

[5] El Papa Clemente Quinto dio un capelo a cierto monge del orden cisterciense, y embióle por legado en Alemania para que predicasse la Cruzada contra infieles. Llevar en su compañía algunos religiosos de su orden, díxoles un día que para /(104v)/ alivio del camino uno dellos hiziesse una plática y dixesse alguna cosa con que se edificassen los demás que le oirían. Iva con ellos un converso, que este nombre tienen los monges que no son de coro, sino que se reciben para el servicio del convento. Dieron todos en que fuesse aquél quien hiziesse la plática. Él se escusó lo que pudo, y al cabo, visto que era mandado, bolvióse al cardenal y díxole, con grande sencillez:
-Señor reverendíssimo, todos nos tenemos de morir, y cuándo sea esto no puede tardarse mucho. Iremos a la puerta del Cielo, de donde saldrá nuestro primer padre San Benedicto a darnos la entrada libre, y viendo a vuestra señoría con el traje que lleva, preguntará: «¿Quién sois?»; y si le respondiere: «De vuestro orden soy, padre», él replicará: «No es assí, que mis monges no traen esse hábito». Y si vuestra señoría multiplicare razones para escusar el traje y dixere que por ser cardenal, aunque es monge, le conviene traerle, | nuestro padre añadirá: «Pues en buen hora, yo quiero más informarme», y mandará a alguno de los porteros que derribe a vuestra señoría en el suelo, y con un cuchillo le rompa el pecho, y mire dentro del estómago, donde si hallare hierbas y hortalizas, dirá: «De veras éste es monge de mi orden; entre en el Paraíso». Mas si le hallare lleno de perdizes y francolines, con manjar blanco y sopas doradas, ¿qué diremos, padre mío, cuando nos viéremos en tales angustias?
Las razones dichas con tanta sencillez de aquel monge aprovecharon mucho al cardenal para usar comidas más proprias de religión que las que usava antes. Lo dicho es de Fulgoso, libro sexto.

[6] El rey don Alonso de Nápoles, preguntado qué consejeros más le agradavan, respondió que los libros, porque sin temor y sin lisonja dizen lo que nos conviene oír. Dízelo Panormitano, libro tercero de los Hechos deste rey. |


EXEMPLOS ESTRANGEROS


[1] Mario Máximo dezía que era menos daño para la república que fuesse el príncipe y cabeça della malo, teniendo buenos consejeros, que ser ellos malos y él bueno, porque un malo puede ser corregido de muchos buenos, y no assí muchos malos de un bueno. Dízelo Cupiniano In Consulibus.

[2] Avíale quitado el reino Ciro, rey de los persas, a Creso, rey de los lidos, mas por hallarle muy sabio en dar consejos túvole en grande precio y estima. Dízelo Heródoto, libro primero. Y en el libro quinto escrive de Eoes Mitileneo que aconsejó a Dario en cierta ocasión que no sacasse del Istio su armada. Y por tomar este consejo dexó de ser cercada y destruida de los escitas. Agradeciólo tanto Ciro al Coeo, que buelto en Persia le hizo rey de su propria tierra Mitilene.

[3] Xerxes, rey de los persas, cuando jun- tava | a consejo los grandes de su reino, hazía venir allí a su muger Artemisa, y su parecer fue muchas vezes recebido por el más acertado. Ciro, también rey persa, agradado de la hermosura de Aspasia, hija de Hermotimo Focense, recibióla por muger, y siempre que en su consejo se tratavan negocios de grande importancia mandava que estuviesse presente y dixesse su parecer, el cual siempre que se recibió se acertó. Mesavaria, abuela del emperador Heliogábalo, era admitida en el Senado Romano, y su parecer estimado en mucho. Y lo mismo de la madre del Heliogábalo, Julia Mamea, madre del emperador Alexandre Severo, era tan sabia y prudente que governava al hijo, y él por su parecer al imperio, con grande aceptación de los romanos. Lo dicho es de Alexandre de Alexandro, libro cuarto, capítulo onze, y de Eliano, De varia historia, libro doze, y de Volaterrano, libro diez y seis.

Fin del Discurso de Consejos. /(105r)/