/4v/ /5r/ DE ABSTINENCIA. DISCURSO PRIMERO.
Acerca del presente Discurso de Abstinencia
viene a cuenta una historia que la Divina Escritura
refiere en el capítulo catorze del Primero Libro de los Reyes
, donde se dize que, estando el rey Saúl en campo contra los filisteos, enemigos de Dios y suyos, tenía el exército pagano su
asiento en una montaña y sierra alta; el católico en un valle. Sucedió que el ánimo brioso de Jonatás,
-príncipe y que heredara el reino de Israel si los pecados de Saúl, su padre, y muerte temprana suya
no lo estorvaran- llevando mal el ocio, y que se estuviessen a la mira unos de otros, habló un día con
cierto criado suyo, hombre de barba y que le servía de paje de lança, y díxole:
-¿Serás hombre para ir comigo al campo de estos infieles para que probemos con ellos
nuestras fuerças?
-Señor, sí -respondió el criado.
Subieron los dos una cuesta penosa y dificultosa, y estando en lo alto, Jonatás puso mano a
su espada, haziendo lo mismo el paje. El uno hería y derribava por tierra enemigos, el otro acabava
de matarlos. Levantóse ruido y alboroto en el real de los paganos, óyelo Saúl y, cierto del caso,
dize:
-Ea, soldados, oy es el día. Lo que vuestro príncipe ha començado, acabaldo vosotros. Los
enemigos están confusos y llenos de temor, dad en ellos. Yo mando con pena de muerte, y hago
voto dello, que ninguno guste pan hasta que del todo sean vencidos.
Dicho esto, los hebreos acometen a los filisteos (que estavan no sólo temerosos oyendo los
gritos y alaridos de los | que Jonatás y su paje ivan matando, sino confusos y sin orden, pareciéndoles
que no dos hombres, sino muchos millares dellos causavan aquella confusión y daño), donde,
viéndose acometer de otra parte, desmayaron y pusieron su remedio en huir, siguiéndoles Saúl y su
gente, matando filisteos sin número. Iva también Jonatás en el alcançe y sintióse desmayado del
mucho trabajo passado; vido en el hueco de un roble que tenían avexas hecha su obra, tomó con el
cuento de la lança un panal de miel, comió dellos y abriéronsele los ojos, que de desmayo los tenía
debilitados. Y esto le puso en peligro de perder la vida, porque su padre Saúl le quiso matar por el
voto que avía hecho; mas el exército y gente se le quitó de las manos.
De aquí advertiremos, lo primero, que por pan en la
Escritura Sagrada se entienden todos los manjares: pan señaló Saúl en su voto y miel comió Jonatás, y se declaró averle quebrantado. Lo
segundo, y que haze a nuestro propósito, es acerca de la
Abstinencia, de que trata el presente Discurso, que se encomienda por esta historia, pues a Jonatás un poco de miel que comió le puso en
punto de perder la vida, y assí se nos da a entender en esto que quien estando en la cumbre y alto de
la montaña, como está el cristiano, aunque pelee valerosamente y vaya derribando vicios y pecados,
quédale más por hazer, que es exercitarse en obras penales, ser abstinente y ayunar. Lo cual obliga
con pena de pecado mortal algunos tiempos: como en el de Cuaresma, que fue institución de
Jesucristo; las Cuatro Témporas, que ordenó el Papa Calixto; las vigilias de fiestas y de santos, que
declararon diversos Sumos Pontífices. Sin estos ayunos de la Iglesia ay obligación a otro natural, y
es en caso que se vee uno fatigado de graves tenta- ciones
/5v/ sensuales, cae en ellas, y entiende que es la causa el demasiado regalo en la comida; obligado está a abstenerse y comer menos,
porque si el cavallo da corcobos, quitándole parte de la cebada se amansa. Nuestro cuerpo es una
cruel bestia. Cuando más le regalamos, más guerra nos haze. Para que se humille, quítenle algo del
regalo y modérese en la comida, porque, en otra manera, correrá el peligro de Jonatás, que por
comer la miel se vido en peligro de muerte. El aver Saúl puesto pena semejante al que comiesse
antes que se acabasse la batalla y fuessen vencidos todos los enemigos, denota que es voluntad de
Dios que en tanto en esta vida vivimos, si llevamos de vencida a los vicios, no nos detengamos en
recreos y passatiempos; esso todo quédese para el Cielo.
Son muy peligrosos y muy dañosos los passatiempos y recreos desta vida, y no ay por qué
nos entretengan del todo. Y más, a quien cometió graves pecados, ha de ser su vida penitencia. A la
cual llama San Hierónimo «segunda tabla después del naufragio», porque de la manera que sucede
al que va en un navío por el mar, que tiene licencia de andar por él, come, beve, y entretiénese en
algún recreo y passatiempo, mas, si con tormenta perdió el navío y assió de una tabla y va en ella,
ya no le es lícito lo de primero, sino que va llorando y gimiendo, esperando ser sumergido en el
profundo. A la misma traça, dize San Hierónimo, el cristiano que no ofendió a Dios mortalmente en
su vida va en el navío de la inocencia, en que puede tomar contentos lícitos y ir alegre y regozijado,
mas, si cometió pecados graves y se confessó dellos y le absolvieron, ya va en la tabla de la penitencia,
y toda su vida es bien que llore y gima, sin tomar mieles dulces, sin tomar gustos y recreos demasiados
y impertinentes, porque le saldrán a los ojos, como le salió a Jonatás la miel que comió.
De manera que tenemos de todo lo dicho que es importante al cristiano la abstinencia, y
desta virtud se ha de tratar en este primero Discurso, poniendo a- cerca
| della algunos exemplos.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] Luego que nuestros primeros padres Adam y Eva fueron criados, estando en el paraíso terreno,
señalóles Dios para su sustento la fruta de los árboles de aquel vergel, exceptándoles uno. Y echados
de aquel apacible lugar por su inobediencia, su comida era fruta de árboles, hortalizas y yerbas
silvestres, y su bevida, agua. El comer carne y el bever vino no se conoció hasta después del
diluvio, passados mil y seiscientos y cincuenta y seis años de la Creación, cuando Noé plantó viña
primero que otro, bevió del vino y emborrachóse. Cayó en tierra descubierto su cuerpo, de suerte
que fue ocasión de burla y mofa a su hijo Cam. Escusáralo si fuera templado y abstinente. Es del
Génesis, hasta el capítulo noveno.
[2] Diole a David desseo grande de bever agua de una fuente de Betleem, estando a la sazón
apoderados della los filisteos, sus enemigos, y él en su frontera con el exército de Israel. Declarólo
a algunos de sus capitanes y más valientes soldados, de los cuales tres, bien armados y haziéndose
espaldas, entraron por medio de los contrarios hiriendo y matando, hasta que llegaron a la fuente, y
cogiendo un frasco de la agua se bolvieron de la manera que avían ido, hasta presentarlo a David. El
cual, considerando la mucha sangre que se avía derramado por ella, no quiso beverla, sino ofrecerla
a Dios. Mostróse abstinente en no adelantar su desseo, siendo rey, más que a un vaso de agua, y más
en ofrecerlo a Dios, visto que costó sangre. Es del
Segundo de los Reyes, capítulo veinte y tres.
[3] Moisés estuvo en un monte hablando con Dios, y por cuarenta días con sus noches ni comió ni
bevió. Es del Éxodo, capítulo veinte y cuatro, y cuarenta y cuatro.
[4] Grande fue la abstinencia del profeta Elías, pues se contentava con una torta hecha de un poco
de harina y un jarro de agua. Y vez uvo que con semejante comida de pan y agua que un día le
adminis- tró /6r/ un ángel, hizo cierta jornada de cuarenta días, hasta llegar al monte Oreb. Es del
Tercero de los Reyes, capítulo diez y siete, y diez y nueve.
[5] Con veinte panes de cebada dio de comer y hartó el profeta Eliseo a cien hombres, como parece
en el capítulo cuarto del Cuarto libro de los Reyes.
[6] Tobías es alabado de abstinente porque en la captividad de Nínive nunca quiso gustar de los
manjares de los gentiles y, aborreciendo sus ritos y idolatrías, siempre fue observante de la ley de
Dios. Es del capítulo primero de su Libro.
[7] Daniel Profeta por tres semanas se abstuvo de comer pan y carne, y no bevió vino, y a esta sazón
le reveló Dios grandes misterios. Es de su
Libro, capítulo décimo. Acerca de lo cual dize San
Gregorio, en la Homilía de Pentecostés
, que el Espíritu Santo hizo participante de altos y soberanos
misterios al moço Daniel, que ayunava y era abstinente, y le señaló por juez de ancianos.
[8] A Aarón y a los demás sacerdotes se mandava, en el capítulo décimo del
Levítico, que no beviessen vino ni cosa que emborrachasse cuando avían de entrar en el tabernáculo, con pena de
muerte haziendo lo contrario, y esto porque tuviessen entero sentido para discernir entre lo santo y
profano, y entre lo limpio y inmundo, y supiessen enseñar a los hijos de Israel sus mandamientos
y preceptos. Y lo mismo se refiere por Ezequiel en el capítulo cuarenta y cinco. Mas estos preceptos
no obligan a los cristianos, porque ya cessaron con la Ley Vieja; mas sácase dellos documento, que
principalmente los sacerdotes deven ser templados y abstinentes, porque su vida es documento a
otros.
[9] En el Libro de los Números
, capítulo sexto, se mandava a los nazareos, que eran gente religiosa
y dedicada a Dios, que se abstuviessen de vino y de todo lo que podía emborrachar, y que no
comiessen uvas ni passas todo el tiempo que estuviessen ocupados en el servicio de Dios (poco
hazía al caso el comer passas o uvas para quedar borrachos, mas porque de comerlas era possible
les diesse gana del vino, por oviar este incon- veniente
| se les vedavan). Y si a gente que a tiempos se dedicava al servicio de Dios se les mandava esta perfeción, ¿cuánto más les conviene tenerla a
los que entre cristianos están perpetuamente dedicados a su servicio? A los de aquella Vieja Ley era
lícito casarse, en nuestra Ley Santa es nos vedado a los eclesiásticos. Pues ¿qué cosa es más contraria
a la castidad que el ser destemplado en la comida y el bever demasiado vino, con quien la luxuria
anda muy hermanada? Este advertimiento es de Marco Marulo, libro cuarto.
[10] Jeremías, en el capítulo treinta y cinco, dize de los recabitas, que eran también gente entre los
hebreos dedicada a Dios, que en los combites no bevían vino. Y davan ellos mismos la razón,
diziendo que se lo avía mandado su padre. Y esto agradó tanto a su Magestad que dio palabra de
que en su presencia y templo no faltarían ministros del linaje de Jonadab, hijo de Recab, de quien
tomavan su nombre los recabitas.
[11] El pueblo de Israel por cuarenta años fue sustentado del maná y agua. Dioles esto fastidio y
dessearon comer carne, y fueles ocasión de muchas muertes. Porque, como dize David en el salmo
setenta y siete, la carne no estava acabada de comer, y la ira de Dios descendió sobre ellos y
murieron los más regalados y tragones, llamándose el lugar donde fueron estos sepultados sepulcros
de concupisciencia, para que aquel sitio enseñe a otros y les avise que es bueno ser abstinentes. Es
del libro de los Números, capítulo 11.
[12] También dio exemplo de abstinencia Agar, criada de Abraham, que, echada de su casa con
Ismael, su hijo, sólo llevó para provisión pan y una bota de agua al desierto. Acabóse el agua, y el
hijo y la madre padecían sed grandíssima. Mas llegó un ángel y enseñóles una fuente, donde se
remediaron. Rico era Abraham y contra su voluntad despedía la esclava, y no le dio mayor provisión
porque el tiempo ponía tassa en las demasías que el apetito ha descubierto. Refiérese en el
Génesis, capítulo veinte y uno.
[13] Rut Moabitide cogía espigas en el campo de Booz y, recibiéndola benignamente,
/6v/ diole a comer por mucho regalo pan mojado en vinagre, y diole licencia que, teniendo sed, beviesse de la
agua que bevían sus segadores, lo cual ella recibió por grande favor y merced. Y el Patriarca,
viendo que se contentava con tan moderado sustento, túvola en tanto que la hizo digna de su
matrimonio y casó con ella, y tuvo della hijos. No puso dubda sino que sería muy casta la que
experimentó tan abstinente y que con tan poco se contentava. Es del
libro de Rut, capítulo dos.
[14] Judit, queriendo poner en obra el altivo pensamiento que avía tenido, dio a su donzella Abra
una calabaça de vino, un vaso de óleo, pan y queso, con otras cosas de poco precio, y con ello se
entretuvo hasta que, vista la ocasión, quitó la vida a Holofernes, enemigo de Dios y de su pueblo. Y
ay indicios que el llevar vino en esta ocasión la que ayunava y era abstinentíssima fue para tener
fuerças cuando descargasse el golpe en el cuello del tirano, y no fuesse necessario el tercero. Es de
su Libro, capítulo décimo.
[15] No por ser niños los tres amigos de Daniel se les deve negar assiento entre abstinentes, pues,
estando en la captividad de Babilonia, dexando los manjares que de la mesa del rey les davan,
comían hierbas y bevían agua, y estavan más lúzidos y de mejor parecer que otros moços que
usavan manjares gentílicos y reales. Su abstinencia les valió para que les favoreciesse Dios con
sabiduría divina, y en particular a Daniel con inteligencia de sueños. Es del capítulo primero de su
Libro.
[16] San Juan Baptista, precursor de Cristo y lleno de Espíritu Santo antes que naciesse, estando en
el desierto era su comida langostas y miel silvestre. Y dél dixo Jesucristo que ni comía ni bevía por
ser tan poco y cosas que otros no las comieran. Refiérelo San Mateo, capítulo tercero y undécimo.
|
[17] Ni haze en favor de las comidas regaladas ver que Jesucristo, Nuestro Señor, se halló en fiesta
de bodas, y en combites de fariseos y publicanos, porque no iva con intento de regalarse, sino de
aprovechar a otros. Era médico, procurava la salud de los enfermos y por esso los visitava. Y en
prueva de su abstinencia ayunó cuarenta días y cuarenta noches, sin gustar cosa alguna. De los
hambrientos y sedientos dixo que eran bienaventurados. Pidió agua a una mujer samaritana y,
combidándole sus discipulos que comiesse, luego que se apartó della, respondió:
-Mi manjar proprio es hazer la voluntad de mi Padre.
Dio su sagrado cuerpo y preciosa sangre debaxo de especies de pan y vino en el Sacramento,
y es manjar espiritual con que se apacienta la alma. Y después de su Resurreción, para aprovar la
verdad de su cuerpo resuscitado, comió, y no carne, sino de un pece y de un panal de miel. Es de S.
Lucas, capítulo último.
[18] Los Apóstoles, día vino que para comer desmenuzavan espigas entre sus manos, y comían los
granos. Y con ser doze en número, hallándose en un desierto solamente para su despensa con cinco
panes de cebada y dos peces, de aquello les mandando Cristo que diessen limosna a cinco mil
personas, obedeciendo ellos, quedaron hartos y contentos. Otra vez, teniendo siete panes y unos
peces, también por mandarlo Jesucristo, dieron de comer con ellos a cuatro mil hombres. Y si
andando en la escuela de Cristo eran tan abstinentes, aún más lo fueron apartándose de su presencia,
y siéndoles quitado de sus ojos el Esposo, cuando ellos se dividieron por el mundo a predicar el
Evangelio, que entravan por las ciudades pobres, mal vestidos, flacos y para morir de hambre.
Padecían todo esto contentíssimos, por hallarse en los deleites y mesa franca del Cielo. Refiérelo
Marulo, libro cuarto. |
Hasta aquí es de la Divina Escritura
.
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] San Pablo, escriviendo a Timoteo, su discípulo, en la primera, capítulo quinto, le dize que no
beva agua, sino que use de un po- co | de vino por su estómago y enfermedades frecuentes. De
modo que, estando sano, o a otro que no esté enfermo, de parecer de
/7r/ San Pablo es bien que beva agua. Y de la carne escrive en la
Primera a los de Corinto, capítulo octavo, que si alguno
tomara escándalo viéndosela comer, que no le entrara en la boca.
[2] San Pedro, príncipe de los Apóstoles, después de la Ascensión de Jesucristo a los Cielos, su
ordinaria comida era pan y fruta de olivas, y cuando le faltavan suplíalo con hortaliza. Afírmalo
Clemente Alexandrino.
[3] Jacobo el Justo, llamado hermano del Señor por ser su primo y parecerle mucho, ni bevía vino
ni cerveza, ni comía carne. Su vida toda fue tan santa que por averle muerto violentamente los
judíos y sucediendo desde a poco la destruición de Jerusalem, dezían algunos dellos que fue pena
por semejante culpa, aunque de atrás la tenían merecida los pérfidos judíos, por la muerte tan
injusta que dieron a Jesucristo. Dízele Eusebio en su
Historia eclesiástica, libro segundo, capítulo
veinte y tres.
[4] Marta, virgen y huéspeda de Cristo, después de su subida a los Cielos nunca comió carne, no
leche ni cosa semejante, ni bevía vino. Todos los días ayunava, hasta que otra vez gozó de la
presencia de su huésped, sin aver de apartarse dél para siempre. También María Magdalena, su
hermana, estando en el desierto, sustentávase más con manjares divinos que humanos, pretendiendo
conservar la parte que escogió y que no se le avía de quitar. Es de las
Vidas de ambas.
[5] San Nicolás, que después fue obispo de Mirrea, siendo niño y en los braços de su ama ayunava,
tomándole el pecho miércoles y viernes una sola vez al día, y ya tarde, y semejante abstinencia
guardó toda su vida. Es de Simeón Metafraste.
[6] Honorato, hijo de un criado que tenía nombre de esclavo de Venancio, en la provincia de Samno,
fue desde niño muy abstinente. Celebróse en su casa cierto día de fiesta un combite, y estando
assentado a la mesa el moço, como los manjares fuessen de carne y él por abstinencia no los
| comiesse, burlávanse dél, y su señor le dixo:
-¿Quieres que se busquen peces para que comas, en esta tierra donde sólo su nombre se
oye?
Eranle a Honorato estas palabras causa de afrenta. Mas sucedió que, faltando agua, y yendo
un ministro a sacarla en un cántaro de cierta fuente, entróse en él un peçe, el cual, a vista de todos
los combidados, pareçió en la mesa, y en él tuvo Honorato bastantemente que comer un día, con
admiración de los presentes, que, dexando de burlar dél, ya le respetavan. Y el patricio Venancio, su
señor, le dio libertad, y él edificó un monasterio en el lugar llamado Fundis, donde se recogieron
dozientos monges, y Honorato los regía y governava, creciendo siempre en virtud y sanctidad tanto
que hizo Dios por él algunos milagros. Como fue que, desgayándose un día de lo alto del monte una
grande piedra y amenazando al monasterio su destruición, porque venía a dar sobre él, viéndola
venir el siervo de Dios Honorato, invocó el nombre de Jesucristo, y con la mano diestra hizo la
señal de la cruz, y luego la peña se fixó en un lado del monte, donde era vista después, y al parecer
estava pendiente en el aire y causava temor a la vista. Refiérelo San Gregorio en el primero libro de
sus Diálogos, capítulo primero.
[7] Isidro Abad siempre que comía llorava y, preguntada la causa, dezía:
-Tengo vergüença de que, aviendo sido criado para el Cielo, esté necessitado a manjar
corporal de bestias.
Es de San Antonio de Florencia, en su Tercera Parte.
[8] Hizo presente a San Macario cierto monge de un razimo de uvas grande y muy hermoso; visto
por él, alabó a Dios y embióle a otro monge que estava enfermo. Éste le recibió con grande contento
y, sin querer comerle, le embió a otro monge también como él enfermo. Aquél le presentó a otro, de
modo que anduvo el razimo de mano en mano casi todas las celdas de los ermitaños de aquel
desierto, hasta bolver al que primera le avía presentado. Supo el caso San Macario
/7v/ y alabó a Dios, viendo tanta abstinencia en los monges. Dízelo Paladio en su
Lausiaca. El mismo dize del abad Posidonio que en cuarenta años no comió pan, ni se lo acordó por medio día de injuria que le
fuesse hecha.
[9] San Hierónimo en la Vida de San Pablo, el primer ermitaño
, dize que vido en la parte del desierto que cerca de Siria se junta con tierra de los sarracenos dos ermitaños: el uno, por treinta
años estuvo encerrado comiendo pan de cebada, beviendo agua; el otro estava dentro de una cisterna,
que en lenguaje de Siria llaman çuba, y comía cada día cinco caricos, que era a manera de higos.
Y del mismo San Pablo dize que desde diez y seis años hasta sesenta comió dátiles, y desde
sesenta hasta ciento y treze en que murió comía medio pan que le traía cada día un cuervo. Y
viniéndole a visitar San Antonio, truxo el pan entero y, comiendo dél, se llegaron a una fuente y con
las manos bevieron de la agua y apagaron la sed.
[10] De San Hilarión dize también San Hierónimo en su
Vida que desde quinze hasta los veinte años comió a puesta del sol cinco caricas o higos. Después, tres años se sustentó con una escudilla
de lantejas cozidas, otros tres, con pan y agua, y otros tres, con raízes de hiervas silvestres crudas.
Después, por nueve años se sustentó con seis onças de pan de cebada y hortaliza cozida sin óleo. Y
después, compelido con la flaqueza de su cuerpo, añadió óleo, hasta que tuvo sesenta y tres años de
edad. Y hasta los ochenta usó de un manjar líquido, hecho de harina y hortaliza, comiendo seis
onças al día. Y siempre se ponía primero el sol que comiesse. Ni por ser fiesta, ni por estar gravemente
enfermo quebrantó este ayuno.
[11] San Fulgencio, obispo ruspense, ni estando enfermo quería comer carne o bever vino, temiendo
que, acostumbrando semejante comida en la enfermedad, después, teniendo salud, haría lo mismo
vencido del apetito de gula. Refiérelo fray Laurencio Surio en el tomo primero.
[12] San Antonio en Egipto, Serapión en
| Arsenoite, Etbinio en una silva de Hibarnia, Estefano
Abad en el monte Moreto, se sustentavan con pan y agua (aunque San Antonio siendo muy viejo
añadió al pan algunas hierbas y ortalizas). Dízelo Paladio en su
Lausiaca, capítulo 51.
[13] Elías, ermitaño en Antinoo, que es metrópoli de la Tebaida, ya de edad decrépita, con un poco
de pan y algunas olivas se sustentava. De menor edad se le passava la semana sin comer cosa
alguna. Refiérelo Marulo, libro cuarto.
[14] Pastumio, abad en Egipto, con solo pan y agua se sustentava en algún tiempo. Dexado el pan,
eran hierbas crudas su sustento. Es del De Vitis Patrum.
[15] Hor, siendo solitario, comía hierbas y raízes de árboles, y siendo prepósito de un monasterio
comía pan, por hazer una igualdad de vida con sus súbditos. Apolonio Abad comía pan y hortalizas
con vinagre y sal, y nunca gustó cosa cozida. Teón Monge no se sirvió de fuego en la comida.
Honofre Ermitaño no tenía lugar señalado, en el desierto andava de unas partes en otras; su sustento
eran hierbas y frutas silvestres. Después le regaló un ángel, trayéndole cada día pan y agua. Es del
De Vitis Patrum.
[16] Palemón, monge de la Tebaida, en el día de Pascua pidió a Pacomio, que tenía en su ermita,
que comiessen con algún más regalo. Cozió una olla de berças, echóles óleo y sal y, puesta la mesa,
Palemón levantó sus ojos al Cielo y estuvo suspenso un poco. Gimiendo, derramó lágrimas y dixo:
-Mi señor Jesucristo que fue crucificado, y le dieron a bever hiel y gustó vinagre, ¡y que
añada yo óleo en la comida!
Apartóse de la mesa muy triste. Rogávale Pacomio que tomasse aquel pequeño regalo no
por sí, sino por respeto del santo día de la Pascua. Mas sus lágrimas fueron tales, y su sentimiento
tanto, que dexó el nuevo regalo y solamente comieron lo que tenían de costumbre, y dieron gracias
a Dios. A la solemnidad del día atribuyeron el aver adereçado la comida con
/8r/ más regalo del acostumbrado, sin gustarla (en tanto grado tenían el echar óleo en el manjar). Es del
De Vitis Patrum en la Vida de Pacomio.
[17] Amando residió en la iglesia de San Martín en Turón por quinze años, y en este tiempo se
sustentó con pan de cebada y agua. Después fue electo obispo trayerense y resplandeció con milagros
en tiempo del emperador Heraclio. Es de Surio, tomo I.
[18] Germano, prefecto de Borgoña, dexó la dignidad y el siglo y hízose monge. Comía pan de
cevada y legumbres, y en lugar de sal echava ceniza, ayunando de ordinario. Hiziéronle obispo
altisiodorense, y contentávase con muy poco sustento. No bevía vino sino en fiestas solemnes, y
tan aguado que tenía poco sabor de que lo era. Dízelo Surio, tomo cuarto.
[19] Evagrio Sacerdote cuarenta años se sustentó con pan, óleo y agua. Después, por diez y seis
años se abstuvo de cosa cozida y frutas. Al cabo, por medio año, sólo comió ortalizas y lantejas. Fue
discípulo de los dos Macarios, cuyas virtudes imitando, alcançó el mérito dellas. Dízelo Paladio en
su Lausiaca, capítulo ochenta y seis.
[20] Pior Monge comía siempre en pie y, preguntada la causa, respondió una vez:
-Yo no como porque tengo la comida en mucho, sino como cosa extraordinaria y de poco
momento.
Otra vez respondió a lo mismo que comía en pie por no tomar deleite comiendo. Es del
Vitis Patrum.
[21] Timoteo, anacoreta en el desierto de Egipto, con dátiles y agua passava su vida. Doroteo, abad
también en Egipto, seis onças de pan y un manojo de ortaliza con un vaso de agua era su comida.
Pambo Abad, estando para morir dixo que desde el día que entró en la soledad no comió pan, ni
habló palabra que le pesasse de averla hablado, y que partía desta vida como quien començava a ser
bueno, y no como el que avía aprovechado en la virtud. Pión, abad en la Tebaida, por tomar menos
gusto en la comida comía passeándose.
| Bevía agua que sacó de un poço hecho por él y, por su
oración, de amarga se convirtió en dulce. Lo dicho es del
De Vitis Patrum, y refiérelo Marulo, libro
cuarto.
[22] Filoronio, presbítero en Galacia, estuvo encerrado en una celda veinte y dos años, sin comer
pan ni cosa cozida. Después, por treinta y dos años no gustó algún género de fruta, para que,
absteniéndose de toda comida gustosa, pudiese más fácilmente vencer el apetito de demasiado
sustento. Es de Paladio en su Lausiaca, capítulo ciento y treze.
[23] Hospicio, el que profetizó mucho antes la venida a Italia de los longobardos que la tiranizaron,
comía pan y fruta, y la Cuaresma sólo raízes de árboles, y siempre sin bever vino. Dízelo Pablo
Diácono en el libro tercero de los Hechos de los Longobardos
, capítulo primero.
[24] Romualdo, abad instituidor del orden camalduense, estando en el desierto comía pan y havas
cozidas. Dízelo Pedro Damián, y refiérelo Surio, tomo tercero.
[25] Maxencio, abad pictaviense, vivió con pan de cebada y agua. Estavan sus monges en un lugar
falto de agua, afligidos; hirió con una vara en la tierra y salió una hermosa fuente, para que se
entienda que los elementos sirven a los que son señores de la gula. Es de Surio, tomo cuarto.
[26] Gregorio, obispo lingoniense, comía pan de cebada, y para dissimularlo, teniendo a su mesa
combidados, mandava que se lo cubriessen con una corteza de pan blanco. En la bevida echava a
poco vino mucha agua, de suerte que, perdiendo el sabor, sólo mudava el color, y con esto encubría
su abstinencia, huyendo la ostentación y sólo desseando agradar a Dios. Aunque no es possible
esconderse la ciudad puesta sobre monte, y siempre la gloria y fama sigue al que la huye, y huye del
que la sigue. Dízelo Gregorio Turonense en la
Historia Francesa, libro siete.
[27] Columbano, abad en Francia, por sesenta años se sustentó con hierbas y raízes de árboles,
beviendo agua de una fuente que por sus oraciones manó de cierta piedra y
/8v/ permaneció allí siempre. Es de Beda en su
Vida, capítulo cuarto.
[28] San Blas, obispo de Sebaste, en tiempo de la persecución de Diocliciano se fue al desierto sin
comida alguna, y allí fue sustentado de bestias y abes, hasta que, descubierto del tirano, acabó por
martirio la vida. Es de Adón en el Martirologio.
[29] Alcibiades, mártir en León de Francia, su sustento era pan, sal y agua. Y estando en la cárcel,
por no dar escándalo a gente flaca, que creyessen dél que juzgava por inmundos los demás manjares,
comía de lo que otros comían. Es de Marulo, libro cuarto.
[30] San Benedicto Abad, estando encerrado en una cueva y faltándole la comida, amonestado del
Cielo cierto sacerdote le truxo que comiesse, y por ser día de Pascua fuele más agradable la vista
del sacerdote, y dio gracias a Dios porque en tal día se le avía dexado ver en aquel desierto, y
juntamente con él comió de lo que le truxo. Dízelo San Gregorio en el libro segundo de sus
Diálogos, capítulo primero.
[31] Lupo, arçobispo senonense, celebrando un combite con grande templança a personas religiosas,
y faltando vino, advertido dello, dixo a los presentes:
-Confiemos en el Señor, que no olvidará a sus siervos.
No avía acabado de dezir estas palabras cuando entró un ministro que dixo como llegó a la
puerta una persona no conocida y dexó dos cántaros de vino. Ninguno de los combidados puso
duda de que fuesse venido aquel regalo del Cielo. Refiérelo Surio, tomo quinto.
[32] San Gil Abad halló una cueva a las vertientes del Ródano, y eligióla para su morada, y allí
estuvo encerrado tres años sin ser visto de persona humana. Sustentávase con leche que le dava una
cierva. Siendo hallado, fue sacado de allí y hecho perlado de muchos monges. De modo que,
apartándose de la compañía de hombres por amor de Dios, mereció que bestias le suministrassen el
sustento. Dízelo en su Vida Fulberto Carnotense.
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[33] Erasmo Obispo, huyendo la persecución de Diocliciano fue al monte Líbano, donde le
apacentaron cuervos y visitaron ángeles, y las bestias silvestres, dexada su ferocidad, le estavan
sujetas. Es del De Vitis Patrum.
[34] Antonio, mártir que padeció en Apamea, haziendo cierto viaje y viéndose a punto de perecer
de sed, hizo oración a Dios y hirió con una vara el suelo, y salió agua con que se remedió. Basolo,
abad temense en Francia, estando solitario y faltándole agua, por medio de su oración rebentó una
piedra grande copia della. De donde parece que los abstinentes no quiere Dios que del todo perezcan;
Él les provee en sus mayores necessidades. Es de Marulo, libro cuarto.
[35] En el monasterio Tabernense, donde era abad Amós y residían mil y quinientos monges, era
costumbre que, sentados a comer en sus mesas, tenían las capillas sobre los ojos, de suerte que no
podía uno ver comer a otro, y assí cada uno comía lo que le pedía su necessidad y el que era
abstinente con excesso no tenía que recelarse del que estava a su lado. Y assí no hallava allí entrada
la vanagloria, y cada uno ofrecía a Dios libremente su abstinencia, sin temor de juizio humano. Es
del De Vitis Patrum.
[36] Cerca de la ciudad de Ptolemaida de Fenicia estava un monge anciano, y tenía por discípulo a
Juan. Embióle cierto camino y diole el pan que le pareció bastante para su sustento. Cumplió lo que
le fue mandado, y a la buelta dio al viejo el mismo pan que avía llevado. Admiróse de verlo y
díxole:
-¿Por qué, hijo mío, no comiste el pan que te di cuando de aquí partiste?
Respondióle, derribándose a sus pies:
-Perdóname padre, que por no averme echado tu bendición para que comiesse no me atreví
a comer dello.
Admiróse el santo viejo de la abstinencia y discreción del discípulo, bendíxole y mandóle
comer. Es del Prado Espiritual, capítulo cincuenta y seis.
[37] En el monasterio del abad Apolo /9r/
en la Tebaida estava un monge de poca edad, el cual, por
penitencia de sus pecados y commoción del Cielo, a lo que se entendió, quiso guardar abstinencia
en la bevida, sin bever jamás, que sólo usava de alguna hortaliza y con su humor le servía de
bevida. Añadióse a su tormento que tenía oficio en el convento de panadero, aviendo de estar de
ordinario cerca del fuego, y assí crecía su sed. Al cabo de tres años cayó enfermo y no por esto
quiso faltar en su abstinencia. Llamóse médico, y viendo el fuego grande que le abrasava, rogóle
que beviesse con que mitigasse aquel ardor y recibiesse algún refrigerio. Y visto que ni esto se
acabava con él, mandó el médico traer allí una cuba pequeña llena de agua, y hízole entrar adentro,
y estuvo en ella algún tanto. Y aviendo salido, vídose que faltava buena cantidad de agua, que el
cuerpo del monge como esponja avía traída a sí: tal era la abstinencia de los monges.
Y en el mismo convento avía otro que tenía costumbre de orar sobre una tabla acorbado, y
de la costumbre estavan cabados cuatro dedos della. Es del
Prado Espiritual, capítulo ciento y ochenta y cuatro.
En la Vida de Enrique Susón, que anda entre sus obras, se dize que en memoria de la sed que
padeció Jesucristo en la Cruz se le passavan algunos días sin bever. Y era tanta su sed que cuando
en las Completas andava el ministro echando agua bendita a los monges, como es de costumbre,
abría la boca para que le cayesse alguna gota en la lengua y le refrigerasse.
[38] Un monge del desierto muy abstinente era tentado de gula terriblemente desde que amanecía,
padeciendo mortal hambre. Para vencer tal tentación usó deste modo: dezía, hablando consigo
mismo:
-Aunque muera yo, no comeré hasta hora de tercia.
Y venida aquella hora, añadía:
-Pues ya he estado sin comer hasta hora de tercia, bien será que lo esté hasta hora de sexta.
A hora de sexta ponía en agua algunos pedaços duros de pan que tenía,
| y entreteníase diziendo:
-Bien es que se ablande el pan.
Y con esto llegava a hora de nona, y a esta hora procurava rezar sus obligaciones, diziendo:
-Esto ha de hazerse primero que la comida.
En lo cual, y en poner el pan en la mesa, se le passava hasta que era hora de vísperas, y la en
que solía comer. Con esto se entretuvo algunos días, peleando con aquella tentación, hasta que uno
dellos vido levantarse de la cesta en que tenía el pan un humo negro y salir por la ventana de su
celda. Y desde aquella hora no sintió más tentación de gula. Refiérese en el
Promptuario de exemplos.
[39] Pambo, monge de Egipto, exercitándose en hazer espuertas y comiendo templadamente de su
trabajo, como le fuesse manifiesta su santidad a Melana, matrona romana que a la sazón residía en
aquella tierra, diole una grande suma de plata, y no fue bien visto de Pambo, cuando lo dio a un otro
ermitaño para que lo repartiesse en los monasterios pobres de la comarca sin dexar cosa para sí,
temiendo hazer falta en la abstinencia viéndose rico de dinero. Es del
Vitis Patrum.
[40] Fray Laurencio Surio, en el segundo tomo, en la
Vida de San Hugón, abad cluniacense, dize
que el Papa Gregorio Séptimo renovó un antiguo decreto y casi olvidado a la sazón en toda Italia,
de que los viernes no se comiesse carne y fuessen días de abstinencia, por honra de la Santa Cruz.
Este decreto procuró Pedro Damián que en cierto monasterio que tenía en su cargo se guardasse
inviolablemente, no sólo por la obligación que tenía de obedecer al Pontífice Sumo de Roma, sino
también por una revelación que tuvo un santo monge anciano llamado León, el cual, en la noche
precedente al viernes, vido en sueños una congregación de monges vestidos de blanco, que en el
templo cantavan el Himno de la Cruz, que dize:
Dulce lignum, dulces clavos, &c. Vido también que
les tenían mesas puestas, con solo pan, aunque muy hermoso, denotando esto ser la abstinencia de
los viernes muy agradable a Dios y a sus /9v/
ángeles. Refiriólo esto a Pedro Damián y causó en él
mayor cuidado y diligencia en la guardia de abstinencia semejante.
[41] En la mesa de Santo Tomás, obispo de Canturia, en Inglaterra, que después fue mártir, avía de
ordinario combidados y poníanse manjares preciosos y en abundancia, aunque él escogía cual o
cual de ellos con que se contentava y se mostrava abstinente. Estava comiendo con él un día cierto
religioso, en cuyo monasterio era fama que la comida ordinaria no passava de habas cozidas. Éste,
viendo que en la mesa del arçobispo avía manjares delicados y muchos, y que el mismo arçobispo
estava comiendo de una ave, començóse a reir entre sí, y como a hazer escarnio de que se tuviesse
aquel perlado por santo, no pareciéndole a él ni aun bueno, pues tenía tal mesa. Entendiólo Tomás,
y díxole en voz algo alta:
-Por cierto, hermano, que puedes ser tú más guloso comiendo tus habas que yo comiendo de
esta ave. Yo como lo que pide mi estómago, y esto con templança, y aun de aí le quito parte, y tú
comes de lo que te demanda y, aunque manjares grosseros, con mayor deleite. Bien te acordarás
-dize- que no echaron a Adam del Paraíso porque comió faisán o perdiz, sino de la fruta del árbol
vedado, que fue mançana o higo. Assí, entiende que no por lo que se come, sino por ir contra el
precepto de Dios o de su Iglesia, se puede pecar en lo que se come.
Con esto hizo callar a aquel sobervio, que le parecía, sólo por comer habas, que tenía ganado
el Cielo. Y por esto juzgó mal ver a Tomás comer de una ave, que, por estar acostumbrado su
estómago a tales manjares, le fuera dañoso el comer otros. Lo dicho se refiere en su
Vida, escrita por cuatro historiadores de su tiempo.
[42] San Nicolás de Tolentino, por treinta años que estuvo en su convento no comió carne, ni
huevos, ni peces, no leche, ni cosas que se hazen de leche. Llegó de una enfermedad a punto de
muerte, mandávanle los médicos que comiesse carne
| porque convenía assí para su salud. Él dezía
que era por evitar un daño caer en otro, por evitar la enfermedad del cuerpo, dar en enfermedad de
la alma, tomando libertad el apetito para regalarse. El prior, visto que dezían los médicos ser su
necessidad de comer carne tan grande, mandóle en virtud de santa obediencia la comiesse. Él dixo
que se la truxessen, y es fama que le truxeron una ave guisada y teniéndola en su presencia pidió a
Dios que, sin ser él desobediente, hiziesse cómo no la comiesse, y que la ave se levantó viva del
plato y se cubrió de plumas, y voló de allí con admiración de los presentes y contento grande del
santo, por ver que su abstinencia quedava en pie. Apareciósele a la noche la Madre de Dios con San
Augustín y visitóle, diziéndole la Virgen que tomasse un pan y le pusiesse en agua, y comiesse en
nombre de Cristo, y sería libre de la enfermedad, como lo fue. Y quedó costumbre en el Orden de
San Augustín de bendezir el día deste santo algunos panes que llaman de San Nicolás de Tolentino,
y son provechosos para diversas enfermedades, particularmente tercianas. Lo dicho se refiere en su
Vida, escrita por un fraile de su Orden, y referido por Surio en el tomo quinto.
[43] Marco Marulo pone en su libro cuarto en compendio algunas santas muy abstinentes. Como
Santa Paula, que no consentía óleo en el manjar, no usava leche, queso, miel, ni otras cosas dulces
y sabrosas a la lengua; vino, ni enferma lo admitió. Asela Virgen, con pan y agua se sustentava.
María Egipcíaca, con hierbas crudas y raízes de árboles vivía en la soledad. Eutrasia Monja, ni
carne ni cosa que dixesse algo con ello admitía en la comida. María de Decegnies, con pan y agua
contentava su estómago vazío, y alguna vez passava el no comer de treinta días, y llegava a cincuenta.
Otilia Virgen, con pan de cevada y legumbres sustentava su cuerpo.
[44] Belisario, capitán de Justiniano, passando de Constantinopla a Italia para librar a aquella
provincia de los godos que la destruían, llevava tan subjetos y bien discipli- nados
/10r/ sus soldados que, caminando cansados y fatigados de hambre, passavan entre los árboles cargados de fruta, sin
que alguno levantasse la mano a coger della. Y fue esto parte para que los de Italia se le subjetassen
y, hechos a una, forçassen a salir de sus términos y tierra a los godos, con ser su número grandíssimo.
Dizelo Baptista Ignacio, libro segundo, capítulo 2.
[45] Federico Tercero, que fue uno de los buenos emperadores que ha tenido el mundo, y imperó
cincuenta y tres años, entre otras virtudes que tuvo fue una que nunca le oyeron jurar si no fue dos
vezes: una cuando se coronó en Aquisgrán y otra en Roma, que no pudo escusarlo. Era abstinente
en la comida y no bevía vino. Y como su muger, doña Leonor, hija del rey de Portugal, no se
hiziesse preñada, dixéronle sus |
médicos que convenía que beviesse vino para este efeto, por ser de
Portugal, tierra más cálida que Alemaña. Súpolo el Emperador y díxole que no lo beviesse, que más
quería tener muger estéril que borracha. Refiérenlo los autores de
Vidas de Emperadores.
[46] Vídose el rey don Alonso de Nápoles, al tiempo que se apoderava de aquel reino, en una
ocasión de mucho trabajo, cerca del río Vulturno, donde con todo el exército estuvo de noche al
sereno y sin tener qué comer. A este tiempo, dávale cierto soldado un pan, un queso pequeño y un
rábano, dádiva a la sazón bien de estimar. El rey lo agradeció mucho al soldado, aunque no lo
recibió, diziendo no ser convinente que, ayunando el exército, él cepnasse. Dízelo Baptista Fulgoso,
libro cuarto.
EXEMPLOS ESTRANGEROS
[1] También uvo gente abstinente entre paganos, pues dize Eliano en el tercero libro
De Varia Historia que los árcades antiguos comían de ordinario bellota, los argivos, apio, los atenienses,
higos, los tirios, peras silvestres, los indios, cañas de açúcar, los camaranos, dátiles, los saurómatas,
mijo, los persas, terebinto y mastuerço.
[2] Los sacerdotes egipcios, en el tiempo que se exercitavan en su oficio en los templos, ni comían
carnes, ni bevían vino; absteníanse también de leche y huevos, porque lo uno dezían que era carne
líquida y lo otro, sangre, mudado el color, y el hartarse de carne y vino afirmavan que era seminario
de luxuria. Dize esto Queremón Stoico, y refiérelo Alexandre de Alexandro, libro cuarto, capítulo
diez y siete.
[3] Filetes era tan abstinente que tenía en el cuerpo el cuero sobre los huessos, y si iva fuera de casa
en tiempo ventoso poníase un calçado con las suelas de hierro, porque no le llevasse el viento.
Dízelo Eliano en el libro noveno, y pone dificultad, cómo si Filetes estava tan flaco podía levantar
calçado de hierro, y responde que | él refiere lo que halló escrito por personas graves y de autoridad.
[4] Mardo Scauro, capitán romano, traía tan subjetos sus soldados y ellos eran tan abstinentes que,
levantando el real de cierta parte, fue hallado un árbol en aquel lugar proprio cargado de fruta
madura y sabrosa. Dízele Fulgoso, libro segundo, capítulo segundo.
[5] De Sócrates Filósofo escrive Laercio en el libro 2 que era muy templado en la comida y que,
aviendo peste en Atenas diversas vezes, nunca él fue tocado della, atribuyéndolo a su templança en
la comida.
[6] En la Vida de Rómulo dize dél Lucio Pisón que, siendo combidado a una cena, bevió muy poco
por ser abstinente y, diziéndole uno de los combidados:
-Si todos beviessen como tú, o Rómulo, as bevido, barato valdría el vino.
Respondió él:
-Antes caro, porque yo beví todo lo que quise, y si todos beviessen todo lo que quisiessen,
está claro que valdría por muy subido precio.
El mismo Rómulo, según dize Alicarnaseo, hizo ley en que mandó que las mugeres que
beviessen vino y los hombres que beviéndolo se emborrachassen, fuessen muertos por ello.
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[7] Anacarsis, filósofo scita,
dezía que bever una vez en la comida era para matar la sed, bever dos
era para alegrarse, bever tres era para deleite, y bever la cuarta vez era para enborracharse. Refiérelo
Alexandre de Alexandro, libro 5, capítulo 21.
[8] Dio un lacedemonio a cierto mesonero yendo camino un pece para que se le adereçasse, y para
el adereço pedíale queso y óleo. Él dixo:
-Si tuviera queso y óleo ¿qué necessidad tenía de pece para comer a mi gusto?
Parecíale por ser abstinente y templado el lacedemonio que bastava cada manjar de por sí,
sin mezclarse con otro. Bien diferentes son déste los que juntan para sólo un guisado cien diferencias
de cosas, con daño de la salud propria. Dízele Plutarco
In Laconicis.
[9] Guíava el exército romano Catón el Menor por tierra de Libia y padecíase sed intolerable por
todos sus soldados, la cual no menos afligía a su capitán Catón. Truxéronle un hielmo de agua, que
sola pudo ser hallada. Quiso que se viesse su abstinencia y sufrimiento y que, matando él su sed la
dexasse más viva en el exército. A vista de todos la derramó en tierra sin gustarla. Y con derramar
un poco de | agua, que con dificultad apagara a un hombre la sed, pudo mitigar la de todo el
exército, pues por este exemplo se esforçaron a padecer aquel trabajo, hasta que salieron presto dél.
Dízelo Fulgoso, libro cuarto.
Todos los exemplos puestos de abstinencia son maravillosos, y algunos que se han referido de
santos son más para admirar que para imitar. Púsolos Dios en su Iglesia para espejo en que todos se
miren y los más se avergüencen viendo lo mucho que estos santos hizieron y lo poco que aora se
haze. Mas ni por ver que hizieron tanto los aquí señalados, sea alguno tan presumptuoso que sin
fuerças quiera irles a las parejas. Tantee cada uno lo que puede y conforme a esso haga sus exercicios,
porque aunque es verdad que quiere Dios que aflijamos nuestros cuerpos, no quiere que los matemos.
Estarse sin comer cuando no es ayuno de precepto y ponerse en punto, cuando lo es, de no ayunar
sino de comer carne por aver caído en enfermedad con esta ocasión, no es acertado. Lo poco que
hiziéremos siendo nuestras fuerças flacas estimará Dios en mucho, y por ello nos dará Cielo de que
todos participemos. Amén.
Fin del Discurso de Abstinencia.
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