UN ANÁLISIS DEL ROMANCERO ERÓTICO-BURLESCO DE LA PROVINCIA DE CÁDIZ.

 

Bárbara Salas García

 

"no dejes que el vecino

te muela el trigo"

 

Aspectos generales.-

 

El carácter noticiero que hizo nacer al romance queda hoy, tanto en la provincia de Cádiz, como en otras muchas, relegado por el novelesco. La necesidad de información está suplida por otros muchos medios y, mientras tanto, el Romancero pervive casi exclusivamente como mecanismo de entretenimiento en entornos cada vez más reducidos. No es de extrañar pues que un tipo de romance como es el erótico-burlesco [1] , que tiene cabida en fiestas y reuniones, consiga mantenerse a flote dentro de este género al que vemos poco a poco desaparecer. Por ser un romance en uso perteneciente al pequeño reducto de transmisión oral que aún tiene razón de ser hemos decidido profundizar en él.

Frente a lo que podría pensarse, debido a su contenido, el romance erótico-burlesco no carece de valor literario, si bien muchas de las versiones recogidas presentan un tono vulgar. No obstante la mayoría de estas versiones juegan con el lenguaje de un modo peculiar, ya que la ironía, el doble sentido y la picardía son los pilares fundamentales de los mismos, y por ello merecen una consideración especial. No olvidemos que España es la cuna de la picaresca, lo que nos proporciona no ya varios testimonios de joyas literarias, sino también el reflejo constante de una sociedad con unas características propias. Y éstas también están presentes en este tipo de romances.

La importancia de los romances que nos ocupan reside, principalmente, en su plano de actuación ya que el entorno donde el romance erótico-burlesco se entona, en el caso de la provincia de Cádiz, es curiosamente el navideño. Aunque no sea el único, sí es cierto que es aquí donde adquiere su máximo esplendor. Esto que a priori parece extraño tiene una explicación clara y sencilla. Como explica Atero Burgos [2] : "existe en Cádiz un significativo repertorio que representa otra vertiente del Romancero. Son historias dirigidas al puro entretenimiento, festivas, picantes, jugosas. Relatos eróticos-burlescos que permiten a la colectividad cantora el guiño cómplice, la sonrisa pícara o la risa desenfadada. En ellos no hay ni un ápice de dramatismo; se ha desterrado el tono grave, la sanción severa, la enseñanza moral (…) En este mundo regocijante lo único que importa es el desahogo jocoso. Es quizá en Cádiz donde estos romances &endash; todos vulgares tradicionalizados &endash; gozan de una mayor popularidad". La festividad de la Navidad supone una continua alegría por el nacimiento de Jesús asociada al mundo familiar, las reuniones y los cantos de lo que popularmente se conoce como villancicos &endash; muchos de ellos también romances &endash;, así como, por contrapartida, en la Semana Santa el ambiente se torna reflexivo y de lamento por la muerte de Cristo, asociado, del mismo modo, al cante de la saeta, expresión máxima de dolor y queja. En una tierra como Andalucía, donde estas manifestaciones están tan arraigadas por tradición, no es raro encontrar costumbres en principio contradictorias entre sí. En poblaciones como Jerez de la Frontera o Arcos de la Frontera se celebran en Navidad las ya conocidas zambombas. Éstas no son sino reuniones de amigos, familiares y vecinos que, acompañados de instrumentos, dulces navideños y buen vino, celebran las fiestas entre cantos y bromas: "En los pueblos que integran el marco de Jerez de la Frontera (Jerez y Arcos fundamentalmente), en Navidad, comunidades de vecinos de todas las edades se reúnen a cantar romances y canciones festejando el nacimiento del Niño Dios. Son las zambombas. No sólo, contra lo que podría pensarse, se entonan temas piadosos, aunque éstos no falten, sino que la copla surge sin trabas recordando las más viejas historias del acervo popular. Los amores de la adúltera y el cebollero, el encuentro inesperado de Don Bueso y su hermana, la pícara relación de la criada y el cura, la divertida historia de los huevos o la pérdida de la gallina, conviven con temas religiosos" [3] . Es en este entorno donde entra en juego el romance erótico-burlesco que nos ocupa. El carácter de este pueblo, unido a un entorno de confianza tan propicio para las burlas hace que se intercalen del mismo modo aquellas coplas antiguas, ya tengan tema navideño o no, eso es quizá lo de menos.

Lo que tal vez tenga mayor interés, en cuanto a la pervivencia del romance se refiere, es que en estas zambombas se mantiene la cadena de trasmisión oral, consiguiéndose de este modo que tanto niños [4] , como personas ajenas [5] a este tipo de celebraciones se inmiscuyan en ellas. Sin embargo, aunque no en todos los casos, se observa que cada vez se abren más a un público que, interesado por todo lo popular, accede a este entorno con una finalidad participativa. A pesar de que parezca un elemento a favor de la supervivencia del romance, en general, se acostumbra a repartir entre los nuevos miembros papeles con las letras de las canciones, lo que perjudica seriamente la evolución natural, la recreación y la intromisión de nuevas variantes en los romances desvirtuando los orígenes de la oralidad. De hecho, en una recolección realizada en la población de Alcalá de los Gazules [6] asistimos a una corrección por parte de una informante de su propia versión adquirida a través de su madre mientras ojeaba un cuadernillo en el que se recapitulaban los temas cantados en la zambomba de su pueblo. Curiosamente, la versión que tenía por delante pertenecía a otra de Arcos de la Frontera recogida a su vez por Virtudes Atero en el Romancerillo de Arcos [7] . La tendencia a pensar que lo escrito posee más rigor que lo oral es difícil de modificar.

Por otro lado, cabe destacar que en el romancero erótico no es sólo el contenido de sus letras, o bien su apoyo musical lo que hace de él un tipo de romance característico dentro del panorama general del Romancero. Hay que tener en cuenta que los temas que se tratan en ellos son los mismos que en el resto de los romances, destacando el adulterio, solo que enfocados desde otra óptica bien distinta. Y para ello se ayuda de un acompañamiento gestual nada desdeñable en este estudio. Los signos no verbales adquieren en el contexto de transmisión un valor significativo muy relevante que, por desgracia, se pierden en el momento de la trascripción por escrito del romance [8] . Así , podríamos afirmar que es tan importante lo que se dice como lo que no, puesto que en múltiples romances con eufemismos, metáforas o elipsis se sobreentienden determinados temas tabúes, sobre todo, de índole sexual gracias al gesto. El soporte significativo de éste aporta un contenido que no existe en las letras del romance además de reforzarlo en otros muchos donde sí queda explícito. Parece que el transmisor no tiene objeción alguna en dar a entender la pícara historia mientras que las palabras no salgan de sus labios. El transmisor [9] es a su vez un intérprete de sus palabras y hace partícipe no sólo al que lo oye, sino también al que lo ve y, de esta forma, los guiños para con el receptor se convierten en un motivo más de risa y complicidad.

Como en todo el panorama romancístico será la mujer [10] , casi de modo exclusivo, tanto la transmisora como el personaje principal de los romances eróticos-burlescos; como transmisora refleja un carácter desenfadado algo atípico si nos atenemos a las edades y mentalidades de las informantes, mientras que, como personaje se convierte en la astuta mujer que burla al hombre y no recibe castigo alguno tal y como era de suponer dentro del orden moral que rige en el Romancero. Es decir, la misma señora que condena a la muerte por adúltera a Alba Niña, puede jactarse del marido burlado en La adúltera del cebollero.

De los 935 informantes en la provincia de Cádiz 823 eran mujeres, en su mayoría con edades comprendidas entre los 50 y 59 años de edad [11] . Estos datos no hacen sino constatar el hecho de que la mujer es la lleva a sus espaladas la responsabilidad del mantenimiento del Romancero; pero lo que realmente nos llama la atención es la doble vertiente que revelan si pensamos en la educación que han recibido: mujeres iletradas, hijas de una estricta moral, con claros conceptos sobre el pecado y sobre la adecuada conducta social que, acostumbradas a vivir en un mundo al margen de los hombres, en su intimidad pueden desahogar con los romances sus miedos e inquietudes [12] . Ahora bien, la expresión de temas tabúes en tono jocoso parece corresponderse con una vía de escape, o tal vez, con una falsa moral propia de todas las épocas, porque sólo se entiende esta contradicción si la mujer proyecta en estos romances la trasgresión que nunca podrá llegar a realizar, o bien, la que, sabida por todas, se lleva a cabo bajo cuerda de una manera hipócrita. El Romancero se convierte entonces en un reflejo fiel del mundo que rodea a la mujer, un mundo en el que ésta puede condenar un acto moralmente ilícito o aceptarlo sin ningún tipo de tapujo dentro del romance erótico-burlesco [13] . Expresan, por consiguiente, en estos grupos reducidos aquello que tal vez jamás se atreverían a mencionar delante de hombres pudiendo llegar así a la desinhibición.

 

El contenido de los romances.-

El mundo del erotismo parte de la división platónica [14] entre alma y cuerpo tan arraigada en el mundo occidental tal y como afirma Ledesma:

 

La escisión entre el espíritu y la carne en la que se basa el menosprecio occidental del erotismo es anterior al cristianismo. Procede del intelectualismo griego y del rigorismo romano, a los que vendrá a sumarse más tarde el moralismo de la Iglesia, a su vez reforzado por la influencia de los códigos del honor y las supersticiones heredadas de los bárbaros (…) que por dar un ejemplo, imponían a los amantes ilícitos la muerte violenta en el agua o en la hoguera. Luego vendrán la respetabilidad burguesa y las ideologías totalitarias o capitalista a reforzar este sistema de valores en el que el acto sexual, salvo si se produce dentro del matrimonio, es completamente desacralizado, siendo por lo demás rodeado, aun dentro de los límites permitidos, de numerosas prohibiciones que introducen a perpetuidad las nociones de degradación y pecado [15] .

 

Pero además nos habla del menosprecio que la sociedad genera en torno a lo erótico en asociación a términos como pecado. El infringir la norma siempre ha supuesto un riesgo, una aventura, llevándonos a la conclusión de que lo erótico en el ámbito del romance es una provocación a la moral establecida en la que si el personaje se sale con la suya es, en cierta forma, un héroe, mientras que si se le descubre en su incumplimiento es un tonto o un patán (La adúltera de La adúltera del cebollero / al cura engañado de La mujer del molinero y el cura). La cuestión es que si el personaje trasgrede en el romance erótico-burlesco es, en cualquier caso, para arrancar la sonrisa del receptor y para consolidar a la mujer como verdadera protagonista del mismo.

El erotismo que domina en este tipo de romances es poco sutil en el sentido de que está enfocado hacia los instintos más primarios entre los seres humanos, entonados con la máxima brevedad. Ahora bien, sí es sutil, o quizá eufemístico, en cuanto al modo de expresar ciertos encuentros amorosos a través de distintos mecanismos, que dividimos principalmente en dos: elipsis y metáforas.

La elipsis, es decir, la no mención del acto amoroso, pero sí sus consecuencias, es un modo recurrente dentro del Romancero, y muy especialmente dentro de los que nos ocupan, si bien el marco que rodea al romance propicia en todo momento el acto en sí. Pongamos por ejemplo:

 

La adúltera del cebollero

Por la calle de Madrid pasea un cebollinero,

vendiendo sus cebollitas para ganarse el dinero.

Llega a casa una casada, casada de poco tiempo.

-Casada dame posada o por Dios o por dinero.

-Mi marido no está en casa y yo posada no tengo.-

Quiso la niña, no quiso, posada le dio al mancebo.

Y a eso de los nueve meses un cebollinero nuevo.

Su padre que lo miraba con mucha gracia y salero,

creyendo que era su hijo y era del cebollinero.[16]

 

En este caso no se menciona en momento alguno el encuentro carnal entre ambos personajes, está elidido, y, sin embargo, son varios los factores que nos hacen detectarlo: la mujer casada de poco tiempo, la ausencia del marido, el cebollinero [17] ; y otro factor es el que nos hace corroborarlo: la presencia del hijo con idénticas características al padre. A todo ello se le suma, en el nivel del discurso, fórmulas indiciales que aportan valor significativo como puede ser "por la calle de Madrid" que señalan la proximidad de una acción decisiva, en este romance, de tipo amoroso, u otras como "A la salida de Asturias" [18] , "a la media noche" [19] , "a la bajada del coche" [20] , "a orillas de una fuente" [21] , que propician en otros romances el mismo hecho. Otro romance en el que la elipsis actúa, aunque paradójicamente, con valor significativo es La monja enferma, donde al futuro hijo de la misma, en este caso, se le añade la vertiente pícara en la que la monja no sabe reconocer cuál de los hombres que la rodean es el padre, en algunas de las versiones.

Por otra parte abundan las metáforas y motivos simbólicos "que constituyen símbolos complejos con un alto poder indicial. Este tipo de motivos son también micro-relatos, es decir, incluyen, como decimos, una acción, pero una acción revestida de sus atributos discursivos, que son los que le confieren su extraordinario poder semántico" [22] , de sobra conocidos dentro del panorama general del Romancero y de la lírica tradicional. En ellas recae todo el significado detectado por la comunidad que no necesita de otras expresiones para comprender lo que se les está contando. De esta forma sucede en numerosos romances como: La mujer del molinero y el cura, El cura enfermo, La pastora y el pájaro, La zagala. Dentro de estos romances cabría distinguir entre los que juegan con metáforas pícaras y alusiones con dobles sentidos, y aquellos, como los dos últimos, donde el motivo "cortar la rosa" o "picar la flor" evidencian la pérdida de la virginidad expresada de esta forma a lo largo de toda la literatura tradicional española. Los que llaman la atención por su ingenio son, por tanto, los romances primeros en los que metáforas sinuosas generan la complicidad con el receptor. Basta con pensar en El cura enfermo:

 

Estando un curita malito en la cama,

a la media noche llamó a la criada.

-¿Qué tiene el curita, tan deprisa llama?

-Quiero chocolate, lo quiero en la cama.

Coge el cantarillo, anda, ve por agua.

-El pozo es muy hondo, la soga no alcanza.

-Toma este pedazo y añádele una cuarta.-

Y al llegar al pozo le picó una araña,

le picó con gusto, le picó con ganas.

A los nueve meses parió la criada,

Y tuvo un curita con capa y sotana.

El cura le dice que le ponga un ama.

Y ella le responde: -No me da la gana,

Que tengo dos pechos como dos tinajas

Pa criar mi hijo, hijo de mi alma.-

Y el cura le dice: -Cochina, marrana.-

Y ella le contesta: -Pa ti, pa tu hermana.

 

Como bien explica Fraile Gil "no son pocos los romances que describen la lucha sexual de forma metafórica (...). La imagen del pozo y la soga es aquí bien elocuente" [23] , y además de elocuente, es ingeniosa, pícara, burlona y desenfadada. Quizá por eso mismo sea uno de los romances más cantados en la actualidad en la provincia gaditana [24] .

Como excepción a estos romances vistos, habría que incluir otros romances, también eróticos, en los que ni se omite, ni se supone nada, la claridad de sus palabras es absoluta. Un ejemplo lo tenemos en este fragmento de El Huésped afortunado:

 

Yo la acompañé a su casa y en la puerta me dejó,

la seguí por la escalera y en su alcoba me metió,

me cogió por la cintura y en la cama me metió

y entre besitos y abrazos dormidita se quedó. [25]

 

La gradación ascendente en la narración de los acontecimientos nos conducen directamente al acto amoroso a la vez que se traducen en un juego en el que tanto el transmisor como el receptor conocen en qué van a desembocar los hechos.

Otro caso es el de El corregidor y la molinera en el que se combinan al tiempo la ausencia de metáforas para expresar el encuentro entre los amantes y, por otro lado, el motivo de la llaves [26] como símbolo de posesión sexual del marido sobre la esposa. La carencia de metáforas entonces no corresponde siempre con un menor valor literario, ya que en todas las versiones se mezclan metáforas bellas, motivos recurrentes y expresiones incluso burdas, que en conjunto dotan a este tipo de romances de una peculiaridad especial.

En lo que al marco temático se refiere los romances de índole erótica versan sobre los más variopintos y diversos temas, si bien todos ellos giran en torno al mundo del adulterio. De la mano de éste aparecen otros subyacentes como el anticlericalismo, los hijos ilegítimos o el engaño. Gracias a estos temas los personajes del romance erótico-burlesco poseerán muy pocos matices, pero sí un fuerte valor arquetípico por el cual todo el que entona estos versos puede ver reflejado, eso sí de modo exagerado, a éste u otro individuo que está presente en la sociedad. Es por lo que los protagonistas han dejado de ser damas, príncipes o reyes, para dar paso a personajes llanos y rurales mucho más cercanos al pueblo transmisor [27] .

El adulterio se presenta como la expresión máxima de amor ilícito y, sin embargo no es el único mecanismo por el que se comenten determinados actos. El cura o la monja infringen la norma ya que su deber es la castidad, al igual que el abuelo de El abuelo de los nabos por su edad, o El tío Andrés por parentesco familiar y por la edad que se le presupone. Los demás romances eróticos tienen el tema del adulterio como punto principal de su narración, a excepción de La Bella en misa que temáticamente se aleja del resto de su tipo, y de La pastora y el pájaro y La zagala, que se centran en la pérdida de la virtud en dos jóvenes mujeres.

A pesar de que la adúltera [28] es un personaje astuto, y que, frente al resto del Romancero, la enseñanza moral brilla por su ausencia en este tipo de romances, consiguiendo así la mujer protagonista estar lejos de recibir un castigo en principio, sí lo recibe de algún modo a posteriori, es decir, que la adúltera en la mayoría de los casos tendrá consigo la carga de un hijo fuera de los límites matrimoniales. Ahora bien, hay que tener en cuenta que esto no supone ningún tipo de moralina, puesto que la aparición del hijo no es más que un elemento provocador de la risa o un medio de exaltar el ingenio de la adúltera que consigue hacer creer a su esposo que el hijo es suyo. Como este engaño, otros tantos, pasan desapercibidos por el tamiz de la moral tradicional, sin que personaje alguno sufra un castigo de verdadera dureza o crueldad. En ningún caso se le da al romance erótico un sentido trágico ni dramático confiriéndole así un rasgo más que significativo.

El anticlericalismo se pone de relieve en diversos romances como: La mujer del molinero y el cura, El cura enfermo y La monja enferma. A éstos añadimos San Pedro y el cordón que, a pesar de no ser anticlerical sí es irreverente y, aunque parece llevar a cabo la pérdida de respeto hacia el mundo religioso, es una pérdida de respeto carente de ofensa a la vez que cargada de humor. El porqué de la frecuencia de curas y monjas pillos y lujuriosos, no sólo en el romance erótico, sino en toda la literatura española viene de la mano de un rechazo que el pueblo siente hacia figuras que debieran obedecer a sus votos y que, por su condición humana, no siempre los cumplen. Es una forma, a su vez, de justificación de los propios &endash; tradicionalmente denominados &endash; pecados que las personas cometen, y puesto que el que debiera servir como ejemplo es el primero en fallar, los seglares toman al clero como diana de todas sus críticas. Como expone Caro Baroja:

 

Se puede decir que toda religión o todo sistema religioso establecido, produce, de modo casi automático, su clericalismo y anticlericalismo correspondientes. El anticlericalismo, dentro de los pueblos católicos, tiene algo de específico, y es que arranca de la crítica de la misma cabeza de la Iglesia como todo. El proceso mental que lleva al anticlericalismo es sencillo. Se parte de la creencia de que la religión católica como tal es buena, bella y verdadera; pero los que la sirven son malos, mentirosos y de fea conducta. Entre los dos extremos o polos se establece una relación íntima. Anticlericalismo típico es el de los hombres de iglesia que ven a sus compañeros, a sus superiores o inferiores sin los atributos de dignidad que les debía conferir su misión. Los cargos clásicos del pueblo contra el clero se refieren a la falta de relación entre su conducta y la que debía tener. La lujuria, la avaricia, la holgazanería y la murmuración son los defectos capitales que se le atribuyen y, si cabe, más acusados en los frailes que en el clero secular [29] .

 

La hipocresía es lo que realmente convierte al cura o a la monja en personajes contra los que atacar, a pesar de que esa misma hipocresía es la que está presente en todos los niveles de la sociedad, sin excepción de clase o rango.

Si nos fijamos detenidamente en el romance El cura enfermo, antes citado, podemos incluso comprobar que sus actos se desencadenan de este modo: el ama tiene un hijo [30] de él que, de modo maravilloso y extraño [31] , totalmente al margen de la realidad, posee sus mismos ropajes. Esta hiperbólica imagen no hace sino subrayar la osadía del cura, que jamás podrá negar a ojos del pueblo su paternidad debido al curioso parecido. En cierto sentido se extrae una enseñanza de este romance que viene a decirnos que el pecado del cura se hará evidente para todos. Este cura rural y el ama que le sirve son "trasunto de la manceba o barragana del clérigo medieval" que dan pie a "multitud de chascarrillos cuentos y a este romance" [32] .

Estas divertidas narraciones se hallan en torno a un mundo cerrado y reducido frente a escasas apariciones en un exterior muy predeterminado. Nos referimos a ese mismo entorno en el que la mujer ha estado imbuida durante siglos: el hogar, porque las historias narradas en el exterior se limitan a la iglesia y a la fuente o río donde la mujer iba a lavar [33] . Es, por consiguiente, digno de resaltar que en tan estrecho círculo la protagonista del romance erótico-burlesco sepa desenvolverse con tanta resolución, quizá porque es en este ámbito donde la mujer ha aprendido a ser la única dueña de sus actos.

Todos estos factores han conseguido establecer al romance erótico-burlesco como un medio de transmisión oral vivo y en uso. El sentido primigenio del romance como vía de comunicación y difusión de noticias queda obsoleto en nuestra sociedad, donde las fuentes de información son continuas y más que suficientes. Por esto el romance necesita de otros canales de transmisión, otros medios en los que ser útil, más allá del pequeño reducto donde aún habita. La memoria de nuestros abuelos terminará por extinguirse sin que la mayoría de sus descendientes hayan sabido guardar el legado que sus mayores le dejaban.

El romance erótico ha sabido reflejar un mundo cotidiano, cercano para todos, y a su vez consigue divertir y entretener, un factor imprescindible para toda la literatura al que no siempre se le da la importancia que posee, convirtiéndose en una vía de escape de la rutina y de la vida diaria. Con sentido del humor, gracia y picardía los problemas más habituales son llevados en estos romances con escasa importancia.

Y es así como asistimos, una vez más, al fuerte afán de supervivencia de este género, que se adapta, no ya en cuanto a temas o personajes, puesto que el mundo de los sentimientos que reflejan es consustancial al ser humano, sino a situaciones concretas en las que todavía tienen un papel primordial como son las fiestas navideñas y reuniones familiares. La esencia de todos estos romances es arrancar la risa del receptor, que pese a oírlos una y otra vez, no puede al menos esbozar una sonrisa por el ingenio y picardía que les caracteriza. Y es en la risa donde reside su mayor virtud, porque no hay nada más universal que la necesidad de reír.

 

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1. Nos atenemos a la clasificación establecida por Virtudes Atero en Romancero de la provincia de Cádiz, p.79. En ella se hace distinción entre los romances por una parte eróticos y, por otra, de burlas. Nosotros nos centraremos en los eróticos. volver

2. Ibidem, p. 57. volver

3. ATERO BURGOS, V. y RUIZ, M.J., En la baranda del cielo. Romances y canciones infantiles de la Baja Andalucía, Sevilla, Editorial Guadalmena, 1990. pp. 8 y 9. volver

4. Es importante el papel que juegan los niños en la cadena de transmisión oral puesto que "lo aprendido en las zambombas entraba a formar parte, después, de sus propios entretenimientos y juegos infantiles", Ibidem, p.9. volver

5. "Algunas de estas zambombas se han hecho ya conocidas en Arcos y la zona, y cuando, por esos días, llega algún visitante al pueblo, se le lleva a ver y escuchar a estos grupos" en PIÑERO, P.M. y ATERO BURGOS, V., Romancerillo de Arcos de la Frontera, Cádiz: Diputación provincial de Cádiz, 1986, p. 25. volver

6. SALAS GARCÍA, B. y SÁNCHEZ HITA, B., "El Romancero de Tradición Oral como testimonio consustancial al ser humano: un estudio sobre Alcalá de los Gazules", Cuadernos de Temas Alcalaínos, nº 3, 2001. volver

7. Op. cit. volver

8. Incluso en una reinterpretación de romances ante un público como las realizadas por Carmen Tizón y Francisco Vergara -grupo de música tradicional "La Cuadrilla"- "el testimonio folclórico siempre se va a desvirtuar, incluso antes de interpretarlo, ya que ha sido aislado de su propio contexto". Así lo afirman en "Hacia un nuevo proceso divulgativo de la transmisión oral", El Romancero y la copla: formas de oralidad entre dos mundos (España - Argentina), Sevilla: Universidad de Sevilla, Universidad de Cádiz, Universidad Internacional de Andalucía Sede Iberoamericana de La Rábida, 1996, p. 245. volver

9. Sólo en una versión de La mujer del molinero y el cura, versión de Conil de la Frontera, Romancero de la provincia de Cádiz, op. cit. p. 450, aparece la apelación a la atención del narratario, donde el transmisor llama sobre su público la atención asemejándose al principio de la captatio benevolentiae:: "Siéntate si vas despacio, / siéntate y te cantaré // la vida de un molinero / casado con su mujer". Es raro encontrar esta apelación en este tipo de romances puesto que se caracterizan por su brevedad y síntesis, de ahí que encontremos oportuno anotarlo. volver

10. "Quizá haya que considerar al Romancero tradicional moderno como una de las más importantes creaciones literarias en que la mujer haya dejado oír su voz de forma más destacada que la del hombre", CATALÁN, D., Arte poética del romancero oral, Madrid: Fundación Ramón Menéndez Pidal, Siglo veintiuno editores, 1997, p. 264. volver

11. Estos datos corresponden a la recopilación realizada en el Romancero de la provincia de Cádiz, op. cit., p. 90 y p. 101. volver

12. "La adúltera y el cebollero, La patrona y el militar o El abuelo de los nabos son algunos de los temas que aún podemos escuchar en estos ambientes. En los anocheceres apacibles de los pueblos del sur son las mujeres, quienes, entre risas y alejadas de los hombres, ahuyentan sus demonios con estos cantos", en "Panorama general de Romancero panhispánico", op. cit., p. 29. volver

13. Cítese como excepción una versión de Cádiz del romance La pastora y el pájaro donde la sentencia moral queda subrayada al final del romance con los siguientes versos: "La que tan pronto se atreve / a darle gusto al amor, // se llega a encontrar burlada, / sin pajarillo y sin flor". Romancero de la provincia de Cádiz, op. cit., pp. 464 y 465. volver

14. "Fue Platón quien conectó para siempre amor y belleza. Sólo que para él la belleza no significaba propiamente la perfección de un cuerpo, sino que era el nombre de toda perfección, la forma, por decirlo así, en que a los ojos de los griegos se presentaba todo lo valioso. Belleza era optimidad. Esta peculiaridad de vocabulario ha descarriado la meditación posterior sobre el erotismo", en ORTEGA Y GASSET J., Estudios sobre el amor, Navarra: Salvat Editores, 1985, p. 88. volver

15. LEDESMA PEDRAZ, M. (ed), Erotismo y Literatura, Jaén: Universidad de Jaén, 2000, p. 11. volver

16. Versión de Bornos. Romancero de la provincia de Cádiz, op. cit., pp. 441 y 442. volver

17. No es casual la profesión de este personaje ya que el mundo agrícola ha servido como soporte para referirse al acto sexual en el panorama folclórico. No obstante la metáfora no está presente en el texto, aunque sí en el acervo popular. De ahí que el ser cebollinero implique ciertos factores que inducen a pensar en el encuentro entre estos amantes. "El relacionar la sexualidad y la agricultura es algo profundamente arraigado en prácticas rituales folklóricas de todos los países. Estas metáforas reviven ritos mágicos presentes en las religiones primitivas de las sociedades agrícolas, celebrados con motivo de la recolección de las cosechas y encaminados a atraer y propiciar la fertilidad". en ATERO BURGOS, V., "El romance de La Bastarde y el Segador en la tradición oral de la Siera gaditana", Gades, nº 15, 1987, p. 221. volver

18. El Huésped afortunado. Versión de Jerez de la Frontera en Romancero de la provincia de Cádiz, op. cit., p. 445. volver

19. El cura enfermo. Versión de Tarifa. Ibidem, p. 461. volver

20. La bella en misa.. Única versión, en Barbate. Ibidem, pp. 463 y 464. volver

21. La zagala.. Versión de Alcalá del Valle. Ibidem, p. 466. volver

22. VÁZQUEZ RECIO, N., "Un motivo para hablar de Michelle Débax: peino mis cabellos o la estrategia del engaño", Los trigos ya van en flores. Studia in honorem Michelle Débax, Toulouse: Université de Toulouse-Le Mirail, 2001, p. 197. volver

23. FRAILE GIL, J.M. (ed. crítica), "Un muestreo en la poesía tradicional de La Mancha baja", Zahora: Revista de Tradiciones Populares, nº 33, (versión electrónica), p. 69. volver

24.Atero Burgos recoge 106 versiones en Romancero de la provincia de Cádiz, op. cit., p. 96. volver

25. Versión de Jerez de la Frontera, Ibidem, p. 446. volver

26. Recuérdese que este motivo está presente en el Romancero en general. De este modo en Alba Niña la adúltera confiesa al esposo haber perdido las llaves, demostrando así su infidelidad a la vez que miente: "-Ni yo tengo calentura, / ni yo tengo nuevo amor, // se me han perdido las llaves / de tu rido comedor". Versión de Tarifa, Ibidem, p. 290. volver

27. Así Atero, V. y Ruiz, M.J. lo exponen refiriéndose concretamente al caso de las mujeres en "Alba, Catalina, Elena y otras adúlteras del romancero", Los trigos ya van en flores. Studia in honorem Michelle Débax, Toulouse: Université de Toulouse-Le Mirail, 2001, p. 50. volver

28. "una figura genérica presente como arquetipo en muchos romances pero capaz a la vez de actualizarse de modos diversos, según los diferentes planteamientos del conflicto que su transgresión desencadena. Porque -es evidente- la adúltera no está sola. Su pecado necesita de un marido y un amante. De este modo, el romancero ha generado un abanico de posibilidades que difieren y que son dependientes de las interrelaciones establecidas entre los personajes de este problemático triángulo y, en último término, de la constante reinterpretación a la que son sometidos por parte de la colectividad transmisora", Ibidem, pp. 41 y 42. volver

29.Aproximación a la historia del anticlericalismo español, Madrid: Istmo, 1980, pp. 13 y ss., Apud, MOLINA MARTÍNEZ, J.L., Anticlericalismo y Literatura en el siglo XIX, Murcia: Servicio de Publicaciones, Universidad, 1998, p. 16. volver

30. Los hijos ilegítimos de tremendo parecido con el padre hacen su aparición en otros romances eróticos como: La monja enferma, La patrona y el militar y La adúltera y el cebollero. volver

31. "Las fórmulas son el lenguaje figurativo del Romancero, se caracterizan por su repetibilidad y su adaptación a contextos e historias diversas. Sirven para situar en un espacio-tiempo, para caracterizar a un personaje, para describir una acción, para servir de transición entre dos momentos. Más allá del significado literal o denotativo funcionan como un lenguaje connotativo, remitiendo a un significado segundo conocido y reconocido por los transmisores y los oyentes. No todas las fórmulas tienen que ver con lo maravilloso por su significado (aunqeu sí tal vez por su funcionamiento) y lo simbólico que pueden expresar no es automáticamente comparable con lo maravilloso." DÉBAX, M., "Lo maravilloso en el Romancero Tradicional", Draco, nº 3-4, 1991-1992, p. 158. volver

32. Fraile Gil, op. cit., p. 69. volver

33. ATERO BURGOS, V. y VÁZQUEZ RECIO, N., "Espacios y formas rituales de lo femenino en el Romancero Tradicional", Etudos do Literatura Oral , nº 4, 1998. volver