El juez Petrus quiso capturar al brujo Stédelin. Cuando sus agentes lo intentaron, sufrieron tal temblor en manos y cuerpo y tan gran hediondez, que a punto estuvieron de cejar en su empeño. Sin embargo, el juez les explicó que no debían preocuparse, pues en el momento en que el brujo fuera tocado por la justicia pública, perdería fuerza su maldad. Y así fue.
En este ejemplo Nider usa, para introducir las palabras del juez Petrus a sus agentes, el estilo directo. De esta forma, el relato gana credibilidad.