"La bruja ladrona", en Leyendas guipuzcoanas de brujas
Leyenda popular
2014
José Dueso
Vieja bruja
Bruja
En este relato no se precisan los nombres ni de los personajes ni de las poblaciones, como en la mayoría de leyendas de esta colección. Se trata, esta vez, de un cuento tradicional, por sus características y estructura.
Un padre vivía con sus tres hijos en la montaña y subsistían, principalmente, gracias a un gran manzano. Un día se dieron cuenta de que alguien entraba por las noches y robaba varias manzanas. Por ello, el padre ordenó al hijo mayor que montara guardia por la noche, pero él se durmió y el robo se perpetró igualmente. Al día siguiente fue el hermano mediano el elegio, pero también cayó en un profundo sueño y el hurto se repitió. La tercera jornada fue el hermano pequeño quien se ofreció a quedarse, aunque el padre lo veía demasiado joven para ello. Fue él, que demostró su valentía e inteligencia frente a sus hermanos, quien hirió al ladrón y gracias al rastro de sangre pudieron llegar a su guarida, en una sima.
Fue nuevamente el hermano menor quien se dedició a bajar por la abertura para averiguar la identidad del visitante nocturno. Lo primero que vio fue a una muchacha bellísima, que resultó ser una princesa secuestrada por una bruja. El muchachito rescató a la joven, atándola a una cuerda y haciendo que sus hermanos la sacaran de aquella gruta, aunque a él lo dejaron allí, movidos por la envidia.
Pronto halló a la bruja, peinando sus desgreñados cabellos, acompañada de un gato que lo atacó. Se enfrentó a ella y, a pesar de su fuerza, la venció cortando su lengua con una hoz, y colgando de su cuello unos escapularios que la princesa le había regalado antes de marcharse, como agradecimiento por ser su salvador. La vieja no pudo soportar el contacto del objeto sagrado y pidió clemencia. A cambio de quitarle los escapularios, el joven le solicitó salir de allí, y ella lo sacó volando como un pájaro.
El mancebo partió hacia el reino de donde procedía la princesa, pero al llegar supo que se iba a casar con su salvador y sospechó que este era uno de sus hermanos. No se equivocó. Así que se hospedó en una posada y pasó el día dando golpes al cristal de la ventana con un martillito y cuando la comitiva nupcial desfiló, usó la lengua de la bruja, que se había guardado, para convocar una tempestad, por lo cual la boda fue aplazada para el día siguiente. Así sucedió un total de tres veces, hasta que el muchacho fue denunciado por malas artes por los huéspedes. Conducido ante el rey, mostró los escapularios a la princeca, quien lo reconoció como su auténtico salvador.
Se casaron y fueron felices.
Como vemos, el protagonista es el menor de tres hermanos, que resulta el más valiente. El número tres posee un papel fundamental. Y no faltan personajes maravillosos ni algunos motivos que se repiten en cuentos populares.
La bruja que aquí comparece no se como la de otras leyendas fichadas. Se trata de la típica anciana que funciona como obstáculo para el héroe y que se perfila a partir de algunos rasgos arquetípicos.
El final con boda y felicidad también remite al relato tradicional.