El cura de Garde, que tenía una bonita jaca, se marchó una tarde a visitar a los curas de Roncal. Durante el recorrido se quedó dormido y se despertó solamente cuando una voz le imprecó por no esforzarse y dejar todo el trabajo a la jaca. Cuando volvió en sí, se dio cuenta de que quien hablaba era una escuálida y horrenda vieja. Del susto, se cayó al suelo y entonces la anciana salió corriendo y se perdió en el bosque. Pronto comprendió que se las había visto con una bruja. Al regresar a casa, la jaca seguía en el establo. Esa tarde, había sido burlado por la malvada anciana porque no llevaba su rosario.

Asistimos de nuevo a la transformación de una bruja en bestia. En torno a ese motivo, que tanto se repite, se articula el relato.