En el relato 370, se cuenta la historia de un matrimonio muy bien avenido al que el diablo quiere enemistar, aunque no lo consigue. Por ello, toma forma de mancebo y se sienta lleno de pena. Así lo encuentra una vieja lavandera, que se muestra interesada en ayudarlo, a lo que él acepta, prometiéndole una bolsa repleta de dinero. Y después le cuenta el caso y le revela su identidad. Tras esto, la anciana parte a cumplir con su misión.
Veremos que la vieja es mucho más eficaz de lo que había sido el propio diablo, pues con mentiras siembra la sospecha en el corazón tanto del marido como de la mujer, haciendo pensar a los dos cónyuges que su pareja les está siendo infiel.
El desenlace se inicia cuando esta especie de alcahueta proporciona a la esposa un remedio (ficticio) de carácter hechiceril para que el marido no puede estar con otra moza. Este hechizo exige que la mujer arranque tres pelos de la barba de su marido cuando este duerma, los queme y se los dé a beber. Por otra parte, la misma anciana advierte al esposo que su mujer intentará degollarlo por la noche. De este modo, cuando la esposa intenta hacerse con los tres pelos, el marido piensa que está intentando asesinarlo.
Finalmente, el sacerdote del pueblo averigua la verdad del caso y obliga a la vieja a confesar. De este modo, el diablo vuelve a fracasar en su empeño de separar a este matrimonio bien avenido, aunque ha estado a punto de conseguirlo por mediación de la vieja.
En este ejemplo no se nos presenta a la anciana como una hechicera auténtica, pero sí estamos ante una mujer que no duda en servir al diablo, en convertirse en su instrumento, solo con el fin de ganar dinero. En ese sentido, tiene algunos puntos en común la mismísima Celestina.
El remedio al que hace referencia, de carácter mágico, no lo es en sí mismo, sino que es una argucia para que la esposa se acerque por la noche a su marido con una navaja.
No obstante, esta vieja ha de ser considerada como servidora del diablo, aunque no se resalte ninguna capacidad mágica.